miércoles, 13 de octubre de 2010

El laberinto del amor


Laberinto esperanzado

El amor es un laberinto sin salida
entre tristezas caídas
de nuestros ojos,
por querer conseguirla.

Avanzan en su laberinto de enojos,
y hallan solo espinas que clavan su ser
en el nido inevitable
del amor en la tarde de su llover;
sin ser ya, él amable,
y deja migajas pequeñas entre la nidificación
de esa semilla, ya podrida al querer alejar
al otro lado del universo la pasión;
pero no pueden, ella sigue ahí en su pensar
muy dentro hasta en su hiriente corazón
partido, por quererlo olvidar
esa adorable predilección
que era su único e indecible amar,
hasta dan ansias de querer botar
de nuestra alma, miles de melódicas
melodías de esta sucumba tristeza,
que padecemos al leer esta prosódica
de palabras escritas sin terneza,
por querer olvidar un amor “del laberinto”
que no los deja salir
de nuestro mundo tan extinto,
que ni otros idilios se dan cuenta en lo que sufrimos,
al querer olvidar un amor en nuestro destino.
El esta apegado a nuestro espíritu,
y tan aferrado como las olas de un mar,
y tan junto como el viento del ambiente.
Verdaderamente sin poderlo lanzar
este dolor de nuestro terrible presente,
a otro sitio y así no sollozar,
porque al encontrar un amor eterno
que se soñó, que se sintió cada vez,
y que los dejó, no fue tierno,
por irse con esa rapidez,
como la estrella fugaz
del inmenso firmamento,
que pocas veces suele pasar.
Así se fue, y así debe desvanecer el sentimiento,
igual si ya se fue el amar,
y buscar más que la paz
de nuestra alma ahora inmortal,
y vivir de grandiosa felicidad,
no morirse en un olvido de “mortalidad”.

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