miércoles, 13 de octubre de 2010

Dorada como su cabellera.


Chopin la vanagloria, y la flora dorada.

Tú que llevaste eternalmente
el lenguaje de los nocturnos,
en las tardes nativamente
como él  Rey Saturno,
porque cosechabas en notas
cúmulo de frutos,
consumiéndote un camino
de arpegios en luto,
zozobrando tú nocturno,
y entre el cielo de tu tarde
sonaba lo que hoy escucho,
cuita sin pintura melódica,
aterrador y que hoy abundo,
por mostrar tu sangre atónita,
derramada al mundo
en voces a partitura de lo que escucho
de esta tarde sonora lo más profundo;
y del espíritu hasta sujetar bemoles,
y de ellos hablar con voces,
esto son de todas esas flores,
sus frutos brilladores,
consumidos como pasiones
que se vive en la ida de romance.
El arpegio a caer son invisibles soles
de esa mujer de quererla tener,
se da de sus ramas, su frutal de desolaciones,
pero que siento en la tecla sus olores,
nativamente sonando como ruiseñores.
A mí alma, esa figura de andar
ante el nocturno de suplicar,
mándame ese albedrío ya,
no veis que, sino las notas pierden
su melodía y se envejecen,
esta lluvia de arpegios que abraza
tanto que cae entre lanza,
por ser tan fuerte la esperanza
que pide el sonido del alma,
y tan nívea como el alba,
para cambiar el nocturno
de flores, el lenguaje que clama
poderosamente a esta dama;
de lo que hoy ante mis dedos se trata,
y que a todo este mundo lo explaya,
sin mendaz, sino con la veracidad
más que limitada,
por lo que hoy a mi alma romancea
de su figura llamativa y tierna;
flora que a mis teclas
ella por siempre llena.

Eres el frutal entre mi nocturno
que busca una luz de lo piadoso,
y mis cosechas serán como Saturno
al ser de vuestra mano, tú numen mozo,
de esta vida tranquila, de vivir lo melodioso;
y que desciende siempre su lenguaje oculto
entre tañeres de destrozo,
y la ira se desata en lo furibundo,
mil giros sumisos por segundos
sin cuerdas sonando espantoso,
por no sentir su sonido armonioso
en mi aliento más que loco,
y necesitado en la agitación de lo sonoro
la meliflua calma de su cuerpo delicioso,
y su violín de voz en nocturno y oro,
para que viva de una flora dorada
cuando se pierde y se resucita lo hermoso
ante el piano con sonidos la amada;
la buscamos tanto,
hasta el nocturno de llanto
derramado de sangre de poesía,
sus sonidos de romances
que sumerge de lo que pida,
de romance desesperante,
de idilio asfixiante,
pero hoy el vuelo del olor satisface.
Ella aparece entre la cima de la cuerda
y tiñe de violín mi frase,
con amor mi lujuriosa belleza
de flora dorada,
esta apetitosa dama
que tengo en mis labios grana,
que beso vesánico a su cuerpo de planta,
que tiñó a mi entorno de luz dorada,
y dando al nocturno de sus pétalos suave manta
de aroma que llegó a mis notas de alma,
con ella en una figura dibujada,
mi cuerpo abrazándola,
por ser la dueña de esta dulce esperanza,
que supliqué amándola
en silencios pero que terminé besándola.
 Me consumo como Rey Saturno
de ser el índole de este nocturno
junto a ella amando en el mundo,
con melodías voladoras,
con el recuerdo de este vivir
de la quimera soñadora
que estará sin sucumbir;
eres el sonar floral
dorado de mi existir,
que estará como lo celestial
de mi visión y de mi amar,
entre el alma casta mi castidad,
a tu cuerpo de siempre quererlo
entre todo ese piano como lecho;
haciéndote de mí mismo aroma
hasta la desnudez de sentimiento,
porque al besarte los senos
todo eso en mi más brota
de pasión alegradora;
del romanticismo grandioso
y sumisa flora,
que penetró ante mi vivir del nocturno
la pasión entregadora,
y por no ser destrozo las cuerdas
contigo al solo brillar más en mi noche sabrosa,
que te tengo ante mis manos melodiosas
consumiéndote sin dejarte un aliento libre;
sigue agitando de amor solo sobre mi piel
ese recorrer acaricio como miel,
y de sudor, entrega, lujuria sin fenecer,
solo siempre en melodías nuestro querer,
crece cada vez más fabulosa flora,
y late en las notas nuestro ser,
como en esta noche fulge ahora
de una luz maravillosa de enternecer,
pero saciándote tan sápido flora
como si fuera cuarentena de sed,
me alimento de vuestro cuerpo tan bien,
que mis veracidades entre besos dicen:
hasta el paraíso os tendré
conmigo por siempre fiel
romanceando toda esa piel
que amo hoy y amaré en el ser;
dejando vuestra huella dibujada
de vuestros besos difícil de desaparecer,
está tan dentro de mi tu monada
que no olvido desde que os vi hermosa planta,
que engendró llenando de frescura, paz a mi alma,
las melodías os trajeron y he vuelto en el nocturno a nacer;
sin zozobra de oscuridad gracias a tu armonioso ser.

¡Qué historia, qué vanagloria
sucede en esta victoria!,
luché y caminé tanto por esa flora,
que melodías tenues cayeron
y de maravilla a ella la trajeron,
me dio la melodía que faltaba,
me hizo suspirar lo que más necesitaba
de una composición regocijada,
ha de ser nocturna la alma
que mi mundo penetraba,
hálito que rozó en la partitura
llenándola de aroma y ternura,
de vida, de romance y lujuria,
que ida tiene mis caminos por una mujer
que da el regocijo del innato querer,
viajamos ahí en la hoja, pero ella me dio la estrella
más lejos del universo
junto a mi mano dejando huella
de algo que iluminó la hoja ,
y mi vida, mi flora bella,
y que a mi ser moja
con un sápido aroma,
como en el lecho nuestro idioma
agitador de notas,
de esta pasión que caen en gotas
en nuestras pieles al amarnos
en diluvios de melódicas melodías;
cuando vivimos sonriendo los dos juntos
sin tener cuita en el mundo,
y entregándonos hasta la sangre
en esa cama que compartimos de maravilloso lenguaje,
por escribir al mismo tiempo
notas de que sucede en un nocturno de romance;
y que si es ante el mundo inviolable
el nocturno brillará como lo apasionante,
en sol ardiente cuando solo escuchéis el lenguaje,
si así es, así debe ser este verdadero viaje
que transmite más poesía que arte,
no solo el arte se define como música,
sino también la oculta ternura
que tiene que salir del hoyo
oculto al vuelo como fuga,
de corcheas, semicorcheas y fusas,
en palabras del hombre a tu ser de cuna
que ni sabe lo que vive uno en su noche de luna;
entre estrellas doncella amando la música
no para ser escuchada sin su virtud de musa,
que es y será como la flora de mí dulzura
que dio voces de violines y lujuria,
dio vivir a mi ser en vuelo de pluma
más vulnerable por lo que abrumaba,
a veces los milagros vienen y abrazan
en ruta del destino inesperado
para ser tan profundo y regodeado;
como ella que dio y dará siempre amando,
seguirá los sonidos volando
y hasta el planeta de Saturno,
y sonriendo alegre el nocturno
con imagen figurada
de nuestro romance único;
como este de todo este mundo,
y otros que quieran crecer ¿no?.
Pero no de este segundo
indecible que explotó de eterna melodía,
con ella en la vida de alegría.

Mundo al tuyo distinto,
pero sin ser ante mi laberinto
sino mostrando lo que es
el pintar claro de un dibujo
a letras en sonidos de lo que crujo;
mucho por todo este mundo
a clave sonoro de lo que abundo
y que a veces más abrumo
de todo este nocturno;
que pintó y que voló de humo
a todos pero siendo furibundo,
por lo que a veces sucede en su mundo
vesánico de un querer,
queriendo amarla tan profundo,
así es el ansía de un ser
de querer tener junto a su férvida piel,
la musa música vive eso
siempre en cada proceso
de la vida de todos estos estros versos;
que llegó hasta el universo
más que resplandeciendo
con la flora dorada
que hice mía en el lecho
sin dejarla escapada;
por ser mi eterna y dulce dama.

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