jueves, 27 de enero de 2011

¡Oda a la alegría!



Oda a la alegría

¡Oh amigos, Oh amigos no con esos acentos!
¡Entonemos cándidas cantilenas!.
Colmado de sentimientos,
y de esa alegría que a mí allá me lleva.
Vesánico de la magia y del dúctil poema!
que a toda senda es mí cantilena,
que le respeto y en los versos dejará huella,
por ser prodigio de su aroma que me alimenta.

¡Alegría, bellida centella de los dioses,
Hija del sagrario Elíseo,
sentiremos vuestros olores
y no ofreceríais lo gríseo,
sino lo pulcro de tus soles,
que sentimos en nuestros tonos de ese entonces.
¡Entramos, oh deidad a vuestro tabernáculo templo!,
ebrios de ese ardor del fuego,
el cual se funde del sortilegio,
para obteneros del dulce apego
de los hombres de un florilegio,
y a los días esto no sea un juego
y halla paz y no el profano sacrilegio;
de lo que significa en la humanidad el privilegio.
Vuestro hechizo une en tonos lo selecto,
para convertiros en hermanos a los hombres sin elegio,
y viváis de cándidos oboes en sonidos del fuego,
y habita la hija del Eliseo
órdenes de paz de su frailego,
para que junto al tono estemos de sosiego,
estaréis alma mía ante esto
hasta que sea el nocharniego,
y que no haya ni un pretexto
de lo que escribáis alma mía ante esta oda de solariego,
por ser esto antiguo y de mi alegría de apego,
y en los versos a vosotros les siento
y ni en la oscuridad espectral los niego.
Todos los hombres se vuelven hermanos,
y es por tu ala que posa tan suave,
y ya no está lo que el mundo había separado,
y se ve la claridad de que sois esa dama frágil como ave.

¿Quién haya alcanzado la fortuna de la amistad de ese amigo?,
¿quién haya conquistaos a una mujer en el destino?,
¿pero será verdad que en la alegría existiese los compañeros?,
mejor es la soledad que tenéis a tú alma en algo eterno,
solo eso es lo que al espíritu obtiene y huele de lo tierno,
y ahí uniréis el júbilo a lo honesto,
y porque no tener en la soledad caricias de esa damisela en tus versos;
que respiraríais entre vuestro lecho y no morir en la soledad de lo grotesco.

Sí, quien pueda llamar suyo la alegría que no de anatema,
aunque sólo sea a un alma sobre el seno de la tierra
y quien no pueda hacerlo que se aleje llorando de esta hermandad del poema.

Todos los seres bebéis de la alegría
del seno abrasador de la naturaleza.
Los buenos como los malos
que beben de esta tierra,
siguen su senda de rosas,
siguen su sendero de flora.
Ella nos dais pámpanos y ósculos,
y un fiel amigo hasta la muerte,
para que viva en nuestro fóculo
y vivamos los seres felizmente.
Al gusano se le concedió delectación,
y al querubín contemplación de Dios
para que viva en ese jardín de paz y adoración,
a veces otras cosas no se dan como ese oasis de amor,
por eso somos la esperanza para poder eso alcanzar,
de tener nuestra fe en la bienaventuranza de paz,
no caminaríais entre sendas de lo demontre,
caminad como bueno hombre
y tendréis junto a los hermanos alegría de esos acordes,
y que suena en esta oda de grandes pasiones.

Volad jubilosos como sus soles
a través del inmenso espacio de ilusiones,
seguid hermanos vuestra órbita
alegres como héroes en pos de la victoria,
y de la vida que tienen para acariciar ese ósculo de la gloria.

Alegría hermosa chispa de los dioses
Hija del Elíseo.
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario.
Tú hechizo vuelve a unir lo que el mundo
había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos,
allí donde se posa vuestra ala suave,
como la de una frágil ave.

¡Abrazaos millones de hermanos!
¡que este ósculo envuelva al mundo entero de lo salvado!;
¡hermanos! Sobre la bóveda estrellada,
les espera algo en su alma esperanzada,
habita un Padre amoroso
que les quiere y les dará lo bondadoso.
¿Flaqueáis, millones de criaturas?,
¡No intuyáis, mundo a tu Creador de ternura?.
Buscadlo a través de la bóveda celeste,
su morada ha de estar más allá de los astros,
y está escrito en la Biblia de sus testes,
y no os lo dice este querido alegre que no es poetastro.
Y la alegría vence en los astros altos
y veo acordes alegres cantando ante este musicastro,
viva mi libertad elegida sin lo elegíaco,
nada más que una soledad de lo apasionado,
saboreando letras y amando,
como historias que escribo en la odas mías de lo alegraos,
sin rechazaros seáis plectros míos entusiasmados,
venidos a cantar aquí de lo emocionado,
y viviros junto a mí y de las damas que he creado,
todo termina y mi verso de alegría se levanta,
se notáis los astros y a Dios en esa voz de escalas,
lo siento ¡oh! sí que beatitud entre mi paradisíaca alma,
y en mis notas de esta oda que acaricio como cadencia de mi magia,
y como rosa del Alma Favila mi gran poder que tengo en mis aromas de presagia;
de saber ver mi futuro en las óperas, letras que siempre me acompaña,
y acariciar los ósculos de Dios y de las afroditas encantadas,
y quizá vivir con ellas y tenerlas como lo dúctil de las mañanas.
Sueño con eso y vivir de lo que he buscado tanto en la fantasía de mi alma;
la cual es en estas letrillas de liras tan franca,
quiere ella vivir de lo que a mi forma de vivir siente de calma.
Y a Ludwig van Beethoven como la flor blanca
que dio en sus últimas elegías de su vida flechada,
para salir a esta luz de paz y muchísima calma,
y tener luego su fuga que dio el final de su composición de su alma,
y que seguramente debe de estar allá componiendo de gran magia.

viernes, 21 de enero de 2011

¡oh Sibila de mí amor loco!



Alma de la favila sueña besar a la Sibila.

No estoy cansado de escribiros,
ni el espíritu que le huele en el destino,
no, no estoy cansado de sentiros,
porque así es mi fóculo que acaricio,
en el único sitio en donde vivo,
no hay otro que huela mi espíritu
como a mis más amados hijos,
¿a qué oriundos siento oh Dios mío!,
son sopranos en escalas de acertijos,
solo vuelan levantándoos de profuso regocijo,
cada vez más vosotros entre mi camino enardecido,
y que no le moleste jamás mí liturgia,
porque les he amado de ternura,
y porque ante mi son la gran teúrgia,
por ser eso en mi alma de locura,
y que entre noches de eso siempre abunda
sin dejares en su alma la flébil gemebunda.
Camináis y susurráis a esa alma de pasión,
vosotras para hacerle sentires que está de vida,
y que a eso llovéis en su ser de ilusión.
Ya no verá otro lugar que en esa alianza bellida,
ergo el cielo dirá: vivid con él que es el homo de las liras,
el que tiene el poder de hacer aventuras en esto de amores e iras;
ergo ver las líneas que han conducido a su alma favila,
veis el recorrido que tuvo de amor sin mentiras,
y sentiros como él vivió cada vez en sus líneas tranquilas,
por la cual ves cada vez de este plectro de alegría
que lo escribió uno que vive a lo grande como Sibila.
Siendo un hombre de las opus añejas renacentista,
encariñado de las opus iguales de los pianistas,
sintiéndoos que sus cantigas son ya armonías,
y amándoos más a ellas y al poder de su querida vaticina,
porque al estar y saber que ella vivió, vive enamorado de su piel sumisa,
de su aliento que pudo tener esa joven alma bendita
y que cuando vaya al oasis la abrazará y querrá de sonrisas.
Y le contaría que estaba seguro de su pitonisa
y que antes de sucumbir supo que os vería Sibila.
”Hasta allá estaré sintiéndoos junto a mis favilas,
viviese feliz y comería de esa Deidad su piel nívea,
como le soñáis de esa manera mi dúctil alma y las líneas,
y así solo estaré de ese mundo que huelo, amo y se estima,
si no es verdad que el mismo sol hoy se caiga a la sima,
si no es veracidad que los astros desaparezcan,
y por favor mi Dios, María de mi se compadezcan.

 ¡Oh qué cantos escucháis alma mía! a lo lejos de mi noche que niebla,
acostado estoy y pienso en mis dúctiles letras,
sentimientos oigo de hipocondría en esa debla,
y a mi mundo viéndolo más se penetra,
es tan igual por lo que veo en su imagen de tiniebla,
de violines de funerarias de Mozart y de rodeadas petras,
su masónica suena en ese entorno de impetras,
rodeada de mucho cúmulo de lagrimares que sellan;
por esa mirada de volver a ver a él ser en el desdén que observan;
y que dejó magia de sus cantigas del cual siempre soñaba en su existencia,
y que poca gente que le quiso o de esos que estén amen sus letras.
Es solo lo que pide y que vivan sus deíficos y poderosos poemas,
que les sintáis el olor que les dejó de la armonía de su música de belleza,
ojala viváis así vosotros y su liturgia será grandeza,
los ríos del mundo se abrirán, el cielo crecerá de un azul celestial,
y con vuestra Sibila estará oliéndoos de felicidad,
solo es la única veracidad que da su alma e inmortal
del amor a las palabras de grandiosidad y amenidad.
Cuando termina los compases de esa funeraria que aterra
todo por los ojos lagrimosos de soportar esa guerra,
“igual que el alma encariñándoos de maravillada tierra,
al sacro pasto que esperaba hacia su dicha tierna”,
muchos de ellos se van de esa noche fría, helada y de anatema,
¡se fue el ser querido, el ser fundido en letras!,
¿quién será como él? el que vivió de su soledad de pasión de poemas,
¿quién verá de la misma manera la energúmena primavera
para salvaras y llevaras a un fóculo de amor y de dulcineas?,
¿o de esas afroditas tocándoos con violines sin tristezas,
muchas de sus historias en la otra vida se harán realidad de sus poemas?,
es el comienzo de un gran escaldo adorador de su efusión que embelesa,
y que cuando él estuvo, estuvo besándoos de melodía en tardes y de noches centellas,
siempre sus hojas meticulosas de aroma a sus sonadas entonadas de voces de deblas;
alborozadas otras eran la historias de este escaldo de la eterna naturaleza,
sopranos de voces siempre sentía en su mundo con sus mismos poemas
cuando los leía junto a otros cantores de compositores de óperas bellas,
sintiéndose radiante por haber creado tal obra eviterna
y que estará en su memoria de su nombre que revienta,
de pasión, virtud de fantasmagoría de sus palabras tiernas,
del amor de un sueño que llegó hasta el sepulcro y oasis que no aterra,
si no se vive tan dulce y ornamentado de esa caricia que da los mismos ángeles de agudeza;
y que a mis ojos ni los dolores cierra,
más bien me hacéis volar al sonido dulce que me alimenta,
que era el tocar en el paraíso ese piano de cuerdas,
vivir mis mismas historias ahí de poemas,
o quizá otras por qué no? Amigos que me leen de esta loquera,
la cual es el amor que siento a mi mundo de fantasía y quimera,
por supuesto no me alejaré de este sueño que me quema
y que me da hasta el alma de su pasión que me llena;
sin dejaros jamás amor de mi fuente que huelo y tomo en sueños de mi existencia;
y de esas combinaciones grandiosas de los poetas,
de palabras sumisas que han dado hasta sonidos de óperas que dejan,
no se ve ya en estos lares como antes que era de grandeza,
quisiera rescatar todo lo añejo a la vida nueva,
otros rumbos serán los que verán de este soñador de las frases que llevan:
Dulzura, magia, poder, pasión, agitación, entusiasmo, pasmo y vehemencia,
cándidos sopranos, réquiem en alma y dulcineas,
hacer ver a lo que está muerto reviva y crezca,
que sean, sí que sean ellos los nuevos ahora y lo nuevo que desaparezca,
que vivamos el tiempo de antes amigos que gusta y que es la belleza,
la música antigua que nos dio sabor y lengua,
idioma de sus notas que da el poeta,
nada más que ese estudio de virtud de las cuerdas,
del corazón que agita a los sonidos del piano,
que hace ver el espíritu de tu ser amado,
solo que eso amigos pido hacer ver que esto son mis velas,
las cuales estarán en el sepulcro cuando muera,
solo que esto amaréis los sentidos de mi ser,
solo que esto seréis la liturgia de mi vida sin condoler.

Iras de aquellos que penan en lavas del infierno,
volaseis pronto al cielo de ese universo tierno,
cuando yo esté allá les convocaré a mi terreno,
porque de una de mis poesías dice: los muertos,
los muertos de favilas pecadoras estarán en el desierto,
del anatema a una gloria tendrán de Dios,
si hacen su pedido de arrepentimiento
y cobraran de color celestial su ser y de amor,
y Lucifer quedaréis siempre en su reino de resquemor.
¿Qué son los demontres en el averno de la desolación?.
Son espíritus, almas sufridas de dolor,
espero verles en el reino de su perdonador,
y que sientan por de una vez la oportunidad que le dará de delectación.

Las palabras no terminan de la dicha,
ellas siguen creciéndoos de más alegría,
y dejándoos a mis letras de su melodía,
es una pasión que me acaricia de maravilla,
siempre lo ha sido en mi apasionadota vida,
no os dejaré jamás y ni en mi alma favila,
siempre viviré con vos, siempre de los mil años de la vida.

Allá en los campos de las espectrales morriñas
hay un hombre descansándoos con una niña,
parece que es su hija,
no hay nadie más que solo él con su alma pálida y decaída,
me acerco a donde él en alma favila,
¿qué os sucede hombre de las penas que te lastiman?,
-He perdido a mi única hija,
no abre los ojos y parece que está sin vida,
siento que no los abrirá más en los segundos que me quedan de elegía;
porque me quiero matar con esta cuchilla,
no quisiera vivir así sin ella que fue lo único que tuve en la vida,
-no se apure en tonterías yo os ayudaré,
soy un alma favila que rescata de cenizas a la nueva vida,
soy eso y su hija abrirá los ojos nuevamente de alegría,
y vos no sucumbirá en esta tierra sufrida.
-¡Oh! si le podéis hacer eso, sois un Dios,
o que sois hombre extraño que ha venido ayudarme de gran compasión,
-soy poeta de la vida que tiene la magia del oasis de venir aquí a ayudarte y darte amor;
dadme a vuestra hija entre mi ser,
-si tomad has lo que queráis.
(Abre los ojos la niña por el poeta milagroso de la alma favila)
-¡Oh qué magia, qué teúrgia has hecho vos poeta de maravilla!,
!ya no siento en mi corazón la ira!,
!siento mi mundo con más calma y vida!,
¡Oh gracias! por eso hijo de Dios de la dulce agua bendita,
-de nada hombre ya no lloraréis, ni sufrirás,
vida tenéis en vuestra alma de felicidad,
(se va el hombre y el alma favila va al paraíso de alegría).

Disturbio de mis palabras no serán jamás de este poema de vida mía,
todo será paz y amor de mi encariñada vida,
llena de esa melodía,
llena de esa armonía,
llena de mi amor grande a lo que es esta inmensa obra que me estima,
y que me ama bastante en las liras,
no hay nada como esto amigos en tus ojos que te acarician
y que dan tantas sonrisas y poesías,
y de ellas llega lo que dice un hombre: es mi vida,
solo eso en los caminos de tus cantigas,
plectros encendidos de su inolvidable caricia,
y que no se irá de mi tarde y ni de mi piel rojiza,
y más de mi alma favila.
Ahora me iré a dormir como siempre en los sueños que me estiman;
le amáis alma favila a ellas sin dejaras ir de vuestra vida,
se es tan beatitud en la vida que en besos le recibo del alma tranquila.
Viven feliz igual que yo creaciones mías,
ahora todo aquí termina, y nada es clandestina ante los ojos de la vida,
y ni de mis partituras de las mil letras que siempre tiritan,
y que en los óculos de esta vida de armonía pintan.
Es el acertijo de mis beldades que de palabras en este mundo siempre gritan,
y de silencio se pasea en los romances que de amor agitan,
mi bisbiseos de palabras van hasta allá de mis historias a endulzar de lira,
y me voy, me voy a dormir en paz y en calma junto a mi amada Sibila,
como esta alma dulce y teúrgia en milagro de favila,
que vive y la ama en el oasis de maravilla,
y de día al latín será mil dúctiles "illas",
con su carne compartiéndoos de caricias y de melodías,
y de mis increíbles composiciones que haga con ella amaré de mis cantigas,
siempre viviréis alma con ella de dulce sinfonía,
con ella cada illa amándoos de pureza a la Sibila,
tan vesánica de esta alma favila.

jueves, 13 de enero de 2011

Réquiem al alma del amor, al oasis de arias en versos.



Réquiem al alma con sus arias del amor.

¡Dales el Réquiem eterno!,
¡oh gran Señor!,
le entregáis el descanso tierno,
y estarán entre cantos gregorianos de salvación.
Subáis vosotros a vuestro oasis sin averno
por ser tan solo ellos parte de esta locución,
como de los compositores que existieron
y que yacieron en cadáveres de esta composición,
quienes en almas al subir solo oyeron
mientras iban allá los tonos del amor,
y porque al subir solo supieron
que iban a oler y escuchar la voz de Dios.
Y que la luz perpetua los ilumine,
y que Dios les reciba de armoniosos violines,
y saberos antes que ahí en vuestro ataúd están los jazmines,
que florecería junto a tenores y sopranos en voces,
cuando vengan a cantares de dulces cantores,
violines, violonchelos y cándidos oboes,
les alentarían el lugar de eso y a sus almas del oasis en olores,
alborozados seáis porque vuestra tumba estará sin hedores,
y de regodeo sin abandonar su imagen que dieron de pasiones.
¡Qué viva la libertad, y no la vidorria de la maldad!,
que griten los libertinos para que hagan lo que quiera con su felicidad,
como de las poesías que son muchas de la vida glacial.
Y solo se derretiría si la saben descubrir en las líneas de clandestinidad,
porque son así igual que el Réquiem latín de Mozart de majestuosidad,
y resulta ser enigma mis arias como los sopranos que cantan de amenidad,
sin saberos vosotros de esa delectación que dicen entre lágrimas de paz.
Llega a un éxtasis de la propia alma entonándoos de lo lagrimal,
mis romanzas viven de eso sin rugir a otro orbe de infelicidad,
“porque soy y sería mis aposentos de esa beatitud que ama de grandiosidad,
y bebe mi espíritu de esa fuente celestial que tomo de ese vino del cáliz sin amohinar;
y el destino hasta allá me acompañará amándoos de serenidad,
y de el indecible océano reúno como agua de mi alma para amar
más a mis plectros de esa magia y crear más en la vida del desdén de jovialidad;
y al tomar de eso recojo con mis manos las infinitas estrellas de lo sideral
para solo tener mi magia, versos de toda el alma de mi sacra santidad,
y ser beato en los rezos y oraciones de esa metáfora que tomo para la paz,
o para que el Juez sienta que soy un poeta loado que no es nefasto en su recitar,
y que ve la vida de otra forma no como un demontre de perversidad ”.
Sólo palabras que van más allá que el oasis de tenuidad,
son palabras que hasta Dios me las oye de lo que digo de esa aria,
las saboreáis y las capturáis y veis que dice el escaldo de las romanzas,
descubrid quien es ese quien recita en las escalas de mis amadas palabras,
todas vosotras botáis dulce magia,
conducidos seréis a ese mundo más del paraíso que calma,
ahí quiero vivir yo con un Réquiem de fresca y viva alma,
así quiero sentir mis alientos de vida cuando voléis letras poetizadas,
en ese entonces cuando yo me vea al levantarme todas las mañanas,
igual quiero escuchar ese Réquiem de la misa de difunto de mi carne blanca,
deífica entre sentimientos que dieron a historias que me dio cada alborada,
tarde, noche hasta amanecer de la pasión que me ama.
Con la cual estuve escribiéndoos y escribiendo de lo que idolatro,
y que en sueños vosotros me han acariciado
de otras historias que haga de lo apasionado,
y de las que ya he hecho me besan los versos entusiasmados,
porque solo al escribirles, narrar lo que viven, convierto su mundo de lo purificado;
y a sus almas en aventuras de lo alegraos,
¡sí entonces qué esto sea una misa de muertos!,
que de los compositores descanséis de lo verdadero,
Fréderick Chopin, Ludwig van Beethoven, Mozart y mi sueño,
que él descanse de la gloria de lo que siempre ayer y mis mil años saboreo,
soy un Dios de mis letras, creador y que mueve el mismo cielo.
Vivo la fantasmagoría viéndola entre mis ojos marrones de sentimiento,
y que se han ido a la historia de mis más sacros momentos,
cómo olvidará mi alma vuestros besos
que son las letras entre mi costado y voz de lo etéreo,
y que han dado vosotros en silencio,
la magia y lo indecible de mis arias del heroico sueño,
que ha de sonar entre melodía de piano y bellos chelos,
dándoos pasión, alma, vida, olor de mis anhelos,
para ser de ellos su férvido dueño.
Os señoreáis mis sentidos a vosotros como lo eterno,
y os acariciáis mis manos a su fóculo de lo ligero,
hago lo que quiera y escribo acordes a mi sacro cuaderno,
que son meticulosas letras de mis dulces alientos,
hacerle ver que mi vida está colmada de lo poético,
gracias a vosotras por haber hecho de mi su hidalgo hombre hermético,
que al mundo sorprendería de lo turulato que hago en silencio,
como en las romanzas y dé más allá de lo tierno.

Merecen ese himno Dios,
como allá en Sion,
gran fóculo del silencio santo de la locución,
ahí quiero sucumbir ante un Réquiem cantado de ardor,
por mis letras y elevaras luego a lo que he dicho de amor,
y te ofrecerán votos en Jerusalén;
atiende mi oración;
todos los cuerpos van a tí;
escuchad mi gran Dios de mi pasión,
haced eso ante mí sin mendaz por favor,
os ruego en rodillas que me pase esa misa de difunto,
quiero oírla cuando vaya a vuestro reino de avenencia y de amor,
sin importar de lo que esté pasando en el mundo,
quiero sentirla junto a el espíritu de ese aroma profundo,
y a donde vaya siempre será único,
por haber vivido en mi lado oscuro y oculto,
sonándoos siempre ese sonido del sepulcro,
y la cruz marchar ante mi para entrar a ese mundo,
y vivir en el Réquiem y sosiego de mi espíritu profundo.

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad,
os ruego en el alma de amenidad.

Muchos violines, oboes entonan de favilas
a ese entorno que entonáis de cenizas,
y como se contaba de los profetizas,
David y la duquesa sacra Sibila,
eran grandes en sus tiempos y dieron a la vida,
lo que pasará y será de elegía,
por nuestras almas y del cementerio de la muerte a la morriña,
no podrán escapar porque estará el resquemor en sus almas que lastima.

Día de ira aquel día
en que los siglos seréis reducidos a cenizas,
como profetizó David con la dulce Diosa Sibila.
Cuánto terror habrá en el futuro
cuando venga el Juez de lo pulcro y puro
a exigirnos cuentas, rigurosamente de lo que siempre escucho.

El sonido maravilloso de la trompeta
retumbando por los sepulcros,
reuniréis a todos ante el trono de anatema,
y dará infortunio,
y de esos millones de tonos
dejaréis más a mí alma de ese día formidoloso,
porque no sé que me dirá el gran ante mis actos locos,
si solo he sido un loado en versos de lo no truhán,
no pisan mis liras al fóculo tártaro del leviatán,
solo he vivido vesánico haciéndoos historias de paz,
y las mismas letras han sido la voz de mis cantos de grandiosidad;
jamás se olvidaría mis sentidos de vosotras
por ser lo que a mi ser ustedes aroman,
funden en cada crepúsculo de mis genes de su trova,
y hacéis volar a mi a una santidad que emociona,
verme ahí recitándoos y aplaudiéndoos de gloria,
y no viéndoos la terrorífica vidorria,
que os pido Dios, no quiero cuando mi alma vos vea
teneros que sentir por un segundo en mis amadas notas
el tártaro que fuese la delusoria
donde habita el fuego eterno del infortunio; de las mazmorras.

La naturaleza y la muerte se asombrarán de locura,
cuando resuciten las criaturas
para responder ante el Juez de tambaleo en la penumbra.
Y por aquel profético libro
en que todo está contenido del destino,
el mundo será juzgado de martirio,
será justo ante los de espíritus hundidos.
Cuando el Juez se haya sentado
todo lo oculto saldrá a la luz;
nada quedará impune ante su cruz.
Qué podré decir yo, desdichado?
¿A qué protector invocaré ante las palabras del Rey Alabado,
cuando ni los justos están seguros de sus mismos actos,
los cuales son más que estupefactos?

Rey de majestad tremenda
a quienes salvéis será por vuestra gracia,
Las cuales acudáis en tu sacras palabras.
!Sálvame oh Señor!, fuente de piedad que no quiero anatema.
Quiero vivir feliz como en mis deíficos poemas,
por favor ¡oh gran patrón de mi vida que por esto pena!,
no quisiéredes las insensibles cadenas,
no quisiéredes sentir esos torbellinos de fuego que aterran,
hazme ser feliz en alma ante mi pobre ser que solo tiene amor,
solo el que sueña con la hermosura de las palabras de pasión,
libertino soy, pero en las poesías del resplandor,
no respeto ninguna historia de mis versos de afección,
puedo hacer de ellas lo que quiera a mi atención
y hacer sentir a lo lejos mi voz,
como si recitara de lo que pasa en las líneas como del sonido del ardor.
Recordare piadoso Jesús,
de que soy la causa de tu venida diáfana de luz,
no me perdáis en aquel día:
Buscándome. Te sentaste cansado;
me redimisteis con la cruz de lo sagrado;
no sea vano tanto esfuerzo Jesús amado.
Juez que castigáis justamente,
otórgame el perdón plenamente,
antes del Día del Juicio que quiero Réquiem.
Gimo por lo que pasa como un reo,
el pecado enrojece mi rostro pequeño;
perdona, Dios, a quien te implora,
por favor mi Dios perdona.

Tú que absolvisteis a María
y perdonasteis al ladrón,
también a mí me has daos expectativa.
De nada valen mis súplicas de dolor,
pero por tu misericordia
no me envíes al fuego eterno del terror.
Dame un lugar entre las ovejas de gloria,
separándome de los cabritos,
colocadme a tu derecha de mi alma lacrimosa,
la cual ha estaos escribiéndoos liras de aromas.

Rechazaos ya los condenados
y entregados a las crueles llamas,
convócame con los bienaventurados.
Rechazados ya los condenados,
y entregados a las crueles llamas,
convócame con los bienaventurados,
¡Suplicante y humilde os ruego en alma,
con el corazón casi hecho ceniza:
hazte cargo de mi destino que os grita.

Un silencio sumiso y observáis el ofertorio
de ese pan y vino a Dios no delusorio,
y entonan violines lacrimosos,
el ambiente se convierte de eso glorioso,
y que quiere ser uno beato en su reino piadoso.

¡Lacrimosa; de ese día!
en que resurge; de favila,
el hombre homo reos, .
perdonadle ergo, oh Dios eterno.
Lacrimosa de ese día
en que resurge de favila,
el hombre homo reos,
perdonadle ergo, oh Dios eterno.
piadoso Jesús Domine.

Un silencio de voces y suenan violines,
dejándoos el ambiente en jazmines.
Se ve el perdón en sus voces maravilles,
se siente la piedad en sus almas paladines,
todo por vuestra lacrimosa al Domine,
a ese Dios de nosotros que pedimos en violines,
la absolución y de las arias que me exprime,
por desespero a saber si oleré el Réquiem que me predestine,
a no tener suplicio y no sollozar en mi destino hundible.

¡Dona el Réquiem!,
¡dona el Réquiem!,
¡Amén!.
(a parte) que sea así por favor ante el desdén,
que sea así por favor Amén..

Señor Jesucristo,
Rey de la gloria de lo bendito,
libera a las almas
de todos los fieles difuntos
de las penas del infierno,
y de las profundidades del lago negro;
líbralas de la boca del fiero león;
que el piélago del averno no las absorba más Señor,
donde habita el tártaro Gabriel de lo felón,
ni caigan en las tinieblas de tanta desolación y resquemor;
has que el abanderado San Miguel
las conduzca hacia la santa luz de amor,
que antaño prometiste a Abraham
y sus descendientes por favor.

Súplicas y alabanzas, ¡oh Señor!,
os ofrecemos en sacrificio de ellos de divina locución,
no queremos ver el mal que se apodere de su respiración.
Queremos que sientan la vida como nosotros de amor.
acéptalas en nombre de las almas
en cuya memoria hoy las hacemos de pasión.
Hazlas pasar, Señor,
de la muerte a la vida
como antaño a Abraham
prometisteis, y a su descendencia querida.

Santo, santo,
santo es el Señor Dios de los Ejércitos.
Llenos están los cielos,
y la tierra de su gloria,
y de mis poemas mi alma en su aroma,
vivo por fin feliz junto a otros santos de la vida loca,
he sucumbido y estoy en su oasis del idioma,
como ha sido de mis poesías dulces de gloria,
¡oh sí qué felicidad es tenerla en tu alma lacrimosa!,
la cual llora tontamente en el juicio de las infernales horas.
Hosanna en las alturas,
a tu reino de mis palabras de ternura,
alabanza de una magnitud que dicta mi voz de lucha,
y el ruego de que salvéis a las almas que de mis rezos escuchan,
las cuales zozobran en el anatema de la injuria,
que vengan aquí y vivan de la gloria eterna de dulzura. .

Bendito el que viene
en el nombre del Señor.
Hosanna en las alturas,
y ante mi de las escrituras,
las cuales dejo para que vos vea
de lo que he hecho en toda mi eterna vida de dulzura,
que he querido decir con mis poemas que dicen:
lo que queda en mi profundidad de mis sentimientos de las noches nocturnas;
en las cuales estado trabajando siempre escribiendo ante la bella luna,
viéndoos igual que las estrellas para ver que veo en ellas de poesía que alumbra;
y escuchándoos música clásica de compositores que me hundan,
sí su música tan sacra que solo se oye la voz de una hada de dulce ternura,
y siento al escuchar esa música que las hadas vienen tan musas,
que recitan poesías tan honrosas que dan a mi captura,
y del ardor y del enamoramiento de esa vez me dio lujuria,
pero les di un amor que no se vería en la historia de los versos que me abunda,
sus pieles sobre la mía sintiéndoos beldades de ternura,
llenándoos de pasión, romance aquella vez sin inverecunda,
todo era paz, amor cuando escribía poesía esa noche de luna,
escuchándoos música y a través de ella viéndoos a esas musas,
qué fortunio vivía de la locura,
es un recuerdo que de la quimera no se va de mi noche nocturna,
y al trataras románticamente eran tan pudibundas,
que me extasiaba mucho el ser y no daba mi alma en gemebundas,
porque ya días pasados había estado en engaño de las mismas ninfas de lujuria,
y al no pasar lo mismo viví por un momento regodeado de las musas.

Lo que queda en mi profundidad de mis sentimientos de las noches nocturnas;
en las cuales estado trabajando siempre escribiendo ante la bella luna,
Viendo igual que las estrellas para ver que veo en ellas de poesía que alumbra;
y escuchando música clásica de compositores que me hundan,
ellas tan vesánicas y vivas que vuelan ahora junto a mi de locura,
son beatitudes de gran desatadura,
entre sus alas de letras del poema que vuelan junto al oasis de ternura,
y no hay más que ver esa fantasía en este desdén de amor,
no hay más que solo vosotras romanzas de mi corazón,
el cual palpita en cuerdas de mi idioma de esta pasión

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
ten piedad de nosotros danos la paz y el Réquiem.

La luz inextinguible brille para ellos, Señor,
con tus santos por toda la eternidad con amor.
Porque eres misericordioso.
Réquiem por siempre,
y que en él estoy tiernamente,
y volándoos entre ángeles alegremente,
por ser vuestro en mí alma el dúctil Réquiem,
y no siento cólera sino paz eternamente.
Así es vivir en esta otra vida dulcemente,
entre lágrimas de gloria caen al pasto,
el fóculo de mis caminos que escribiré de lo sagrado.
Gracias Dios milagroso,
vivo regodeado en mi vida del alma de lo hermoso,
y más porque mis poesías yacen en tu reino del amor,
y porque vivo la vida que siempre adoré tener de pasión.