miércoles, 13 de octubre de 2010

Bobi


Fúnebre Bobi

Eran días que yo te miraba
siempre cuando era el alba,
cuando venías a visitarme a la casa
entre maullidos tú te acercabas
pidiéndome comida y agua.
Con la cola en esa mañana
y así más me encariñaba,
profusamente y te acariciaba
como un cuento de calma,
y luego a mis brazos te levantaba
y así en ese ardor te abrazaba,
como si fueras la magia
de hacerme reír en la mañana,
y a tus ojos verdes les entregaba
una sonrisa mientras me maullabas,
para que sepas que siempre te quería
“Bobi” de mi humilde casa,
la cual llenabas cada día
felicidad a mi alma,
pero al no olerte me mata
entre los ojos de lágrimas
derramadas sobre mi cara,
por no haberte encontrado
cuando más te necesitaba,
y por eso he llorado
al no tenerte hoy mi gato
ante el olor ya de mis manos,
qué débiles han quedado
en este tétrico verano,
donde solo el sol me da sus rayos
y de ellos son el recuerdo del pasado
cuando venías tú a mi casa a darme tú maullado;
y también para tocarte el melodioso piano,
para dejar así a tu ser tranquilizado
y entre una sábana a ti dormido,
como tú mañana del descanso
por ser lo más querido
que haya mi ser tenido.

Eras de verdad un gato tan educado
que hacías cosas impresionantes
cuando te tenía junto a mi lado,
con ese pelaje negro y poco blanco
esperándome para darte la mano
tú más querido fiel amo;
y tú mi hermoso santo
de la casa por lo que hoy más clamo
entre el recuerdo del manto,
que tú cargabas, y del que te había regalado,
y entre él yo dejo mi llanto
para ver si así en él, a tú alma
la toco, por ser lo que más extraño
ante mi tarde aromada de un violín
tétrico por consternar este daño,
que tiene mis ojos rojizos
hoy por haberte llorado
tanto que uno hilos lizos
para hacerte una cruz
blanca por ser tu fúnebre destino,
en ella ante el sol de gran luz
y así darte paz allá en el cielo mi gatito
que estás junto a Dios
viviendo ahora muy bonito,
y maullando con tu tierna voz,
y así estaré yo feliz en mi destino.

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