jueves, 14 de octubre de 2010

Azucena de la mar


Azucena de la isla del mar.

Espumada tu piel junto al mar,
quien recorre tu ser desnudo
y te llena de esa sal,
y entre un fugaz segundo,
¡bajo de la nube hacia el mar
para solo tirarte un azahar!,
que en él se irá el aroma rojizo,
para así poderte enamorar
y resonar de tus labios un pajarillo,
que es mi armonía de verdad,
y de tu boca saldrá el brillo
de mi dulzura en latido del corazón a palpitar,
muy pero muy profundo hacia el más allá
que nadie ha podido tocar.
Solo en ese resonar se irá mi enardecer,
dejando por completo tu ser
con toda mi magia rojez,
del amor al solo tirarte una flor
llena a todo tu sentido de estupefacción;
y así de tu exquisitez
mi poderosa flor, apoderándose de tu ser
y de tus movimientos y de tu oler,
quien ahí estaré yo,
acezándote de pasión.

Echada estás tú junto a la arena,
pero desde que respiras mi flor,
queda tu mirada muy bella
y enamorada del olor
que a mí en secreto asemeja;
y descubres que soy de las nubes y del sol
que ha estado viéndote de ilusión,
y te das cuenta que el aroma de la flor
contiene toda mi vida, y recitadora de poemas,
más de eso te enamoras
dejando desde las nubes a mi alma ciega,
por ser tanto el ardor
que a mi alma en besos, tú la despierta,
y entre los labios míos junto a tu pecho
de todo ese paraíso se llena,
y huele tanto como el luello,
que me doy tan solo cuenta
que tú, eras la reina de las flores
que sabe de la vida eterna,
al solo respirar la flor de pasiones,
y por eso que entre esa magia se incrementa
lo que trata de hacer otro entre su ser de azucena;
la cual de toda esa inmensa arena,
llena su piel de espuma, y eres tú que la manejas,
hasta que la semilla de las plantas sean viejas,
mustias, sin vida, siendo solo hojas secas,
eres tú quien ordena
todo lo que tú quieras en esa cálida arena;
de querer disfrutar y sonreír a tú manera,
por ser la diosa de las azucenas,
la que llenó de viva esencia,
y la que ganó a todo el mal del Dios que vino
a dejar este lugar de tristeza,
fue ella quien destruyó a ese Dios de magia negra,
por eso es que ella manda en este paraíso
por su magia de pureza,
y para todo hay permiso
si hacen bien las cosas en este mar de infinita arena,
pero al saber que desde las nubes
¡lo veía un hombre encendido de amor,
por su cristalina belleza!,
y pelo de aroma de azucena,
¡que por eso de allá tiro una flor,
para ver si él podía llenar a ella de su olor!,
pero la diosa cuando solo respiró,
se dio cuenta que ese ser era un poeta,
quien vivía la melodiosa pasión,
y la diosa ante su azahar besó,
y dejó a este hombre con el alma de ardor,
por ser tanto el tañer de su corazón,
la diosa se enamoró
de este poeta romanceador,
vivieron en la isla del sol
juntos amándose de dulzor;
el poeta decía poesía viva
que hacía poner a esta mujer activa,
y llena de paz y sonrisas,
por su amadísima poesía
que era tan igual como la melodía
que el recitaba a su mujer enamorada;
y que la ha tenido en cama
saboreándola de magia,
y a su cuerpo de azucena de fragancia,
haciéndola volar por las nubes y aguas,
y concibiéndola el anhelo del amor,
que es serle melódico en poesía de ardor,
y serle armónico en sus besos de pasión,
es serle meloso y fermoso al quererla,
y ser la voz del viento a su sueño acariciador,
ser su aliento que acaricia su alma y pubis de calor,
sumergirse en su vientre con besos y amor,
no irse de su lecho, ni de su pecho,
ni de su olor, por ser la musa de su inspiración
que ha llegado, y que ha amado en la isla del sol.
¡Qué cosas es a veces las historias
que vivimos de emoción,
y que en ellas tenemos glorias,
y tañendo el corazón!
con rezos de jaculatorias
a nuestro sagrado Dios,
que está allá lejos mirándonos de amor,
que sabe que nuestro querer es fulgor de su voz,
es sacra y divina de su aliento,
que no dejaremos en el infierno,
si no estará ardiendo
por la melodía y el amor tierno
de nuestra poesía hecha, de este amor eterno,
que en sueños no olvidaremos,
porque es ahí cuando más lo olemos,
como nuestras caricias que encendemos,
por ser tan loco nuestro sentimiento,
y no será de otro, de otro este alba
que sentimos hoy al escribir los dos de enamoramiento;
que truena como un trueno
al tocarnos y llueve, por ser el amor honesto,
y que en imagen del amor no se ve funesto,
sino en el mundo dulce y de violonchelos,
ellos; ¡agitándose de inmenso sentimiento
que vivimos nosotros de pasión
a su sonido de enloquecimiento!;
¡sí así es el amor!
tan hermoso que a esto llega su ardor,
su alegría y fantasía
de nosotros viviendo en este paraíso de adhesión,
y que no se olvida,
porque nos acompañan las elegantes rimas
en el viento de su hermosa melodía;
que es nuestra pasión de fantasmagoría,
y entre ese tañer melodioso que giman
los sonidos, por haber conseguido
un amor eterno de maravilla;
que ha dado a nuestro destino,
y que en él siempre brilla,
por ser armonioso y bendito,
por la amada poesía
que huelo y beso en mi día,
y que no dejo por ser mi vida,
y que ha estado en mi risa
como de una noche de mirar las estrellas,
que son la dulce esencia
de elevar mi alma a su melodía que centellea
siempre en el cielo de grandiosa belleza.
Te amo melodía que ha estado en mi alma escrita,
te amo hermosa azucena, que ha dado magia entera
a mi inspiración de ser a la vida verdadera,
de mi amor a ti en par de letras,
de todas ellas, llena de poemas,
llena de la tranquilidad que vive un poeta,
llena de la sexualidad que a mí tu cuerpo me besa,
llena de tu hedor que a mi cuerpo respeta,
llenas de la armonía que a mi alma embelesa,
por tu boca dulce e inquieta
al besarme boca de princesa,
y que ante mí ser no queda quieta,
por ser tu pasión alentada de fresas,
y de no haber otra cosa secreta,
solo tú eres de mi carne deliciosa azucena,
a quien consumo como todas las estrellas
consumen, las galaxias con su luz inmensa.
Así enajeno yo a tu cuerpo y a tus labios
cada noche que quiera,
comerte o socavarte divina belleza,
oliéndote como a olor de primavera,
a ese cuerpo tuyo de pureza,
me gustas azucena de mi amada alma,
eres la que dio la dulce magia
a todas mis latidas letras,
que tañeron en nuestra cama, llenas de melodías bellas.
Te amo amor de mi poema que alienta
dulzura y de paz inmensa,
eso es el amor que sentimos en este hermoso poema,
y que no dejaremos de sentir por la vida eterna,
mi dulce amada azucena.

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