viernes, 22 de octubre de 2010

Estrofas contando diosas del amor.



Estrofas de una historia de demiurgos.

En esta historia las diosas seréis mí liturgia,
a vosotras llenaré de mi pulcra teúrgia,
cual comienza con las oceánidas ambrosías,
viven en ese mar cada una del umbroso amor,
piden en sueño una alegría o caricia
para que el mar deje de ser fusco del dolor,
su sueño es así cada pero ¡cada noche!,
mi magia bendita entra en los sueños
y dejará de ser nocturno sus soles.
Pintados de la magia diáfana,
teñidos ninfas en su noche manca,
que le aseguro que será blanca.
Volé como un audaz a su noche del sueño;
y vosotras amaréis ahora a mi alma;
porque se acabará el duelo,
porque besé al dolor que maltrata,
y al despertar vieron mi cuerpo en su agua de cama,
acostado en ella y vosotras desnudas ardiendo en llama;
porque han sido beatitudes del sueño que les mataba,
y al verme dijeron: “ Has hecho la bendita magia de taumaturgia;
has hecho de nosotras enamorarnos de tú ternura.
-Ahora en letras vosotras seréis mi dramaturgia,
y en cada cuerpo entregaré eterna dulzura,
viviremos en esta cama de agua
como antes entre noches siempre anhelaba,
porque de lejos de donde vengo,
de ese inmenso e infinito mundo ciego,
es el astro rutilante más pequeño,
que muy difícil sabrían saber de él,
ahí miraba cada noche su sueño cruel,
pero cada ¡cada vez queriendo ir alguna vez;
no podía ir!, mi magia no era infinita,
y a ese obstáculo no pude viajar a la tierra prometida;
me era la distancia y la causa de mi magia viperina,
deseaba ir, en ir y ayudarles oceánidas,
porque al verlas a vosotras así me enamoraba;
soy enamorador de la tristeza,
y de ella ayudar y así a ver si puedo tenerlas,
todo era un fortunio en mi esencia,
la que se convirtió de magia inmensa,
y por esa amada razón fue que el poder mío
cuando entró a su sueño tornó a otras mozuelas;
y ahora saben ¡cuál fue la causa de mi huella
en su sueño en la noche de estrellas!.
Mi alma ahora las embelesa,
¡abrácenme que les pido en mi boca de poemas!;
la beatitud viene dulce y en el agua que me besa;
así es, ahora la mar será el lenguaje demiurgo;
mostrará mi sacra alma al mundo,
y de los soles con mi aliento espurgo,
habéis hecho en mí lo profundo
a este sitio de lo taumaturgo,
y ya no me he sentido furibundo,
porque he tenido en mi sangre el latir fortunio;
y que de los meses él cantará en junio,
porque ese fue el mes en que tuve mi magia de poder;
cantará al cielo y a las damas diáfanas,
y si en un mundo muy lejano sería la presagia,
como el amor juntos felices de esa magia.
-Nos has contado muchas maravillares,
y para ser tan solo que tuyas en estos pulcros mares;
tan solo queremos amado de nosotras,
que vos digáis si nos vais a dar vuestro nombre,
y así por fin saber de ti más en esta noche lumbrosa;
-me llamo como todas las mañanas,
veréis de este pensamiento e ida de pasión loca,
ustedes sintieran mi nombre en su alma,
y subirá en aliento mío a su boca,
y el nombré será dicho,
no os ofendáis ni os sorprendáis,
mis palabras serán en amor,
y así ustedes me amaréis,
sí cada noche entre la sábana del ardor
vosotras ahí a mi cuerpo saciaran,
y para florecer a la noche incitación,
besaré vuestras intimidades de pasión,
encendéis ustedes mi vida al amarlas,
han hecho de mi una vida romántica,
y de mi boca de poema una crisálida
suave como mariposa de las alas
a su cavidad en matiz al besarlas;
y ha de eso les señorearé su vida de amor,
floreceréis ustedes en mi carne de castidad
por copularnos de la tenue ovulación,
que manará mi ser en su divinidad
de la santa relación
que es la lujuriosa cavidad.

Pasan muchos días en nuestra vida,
hasta que mis diosas fenecen,
mi fortunio no fue eterno de alegría,
había creído que iba ser vaticinio el amor,
pero no fue así, sucumben en la mar ellas,
¡y por dentro yo, de mucho rencor!
eran personificas de los mares,
pero una ola inmensa las mató,
ellas no pudieron salvarse,
su aire tan solo de mi alma desapareció,
no estaba con las ganas de hacer magia
hacia este mar entre sus olas malas,
para así cobrar venganza
por haberme quitado a mis damas.
¡Se puede llorar cuando no se tiene lo pulcro!,
como entre tus ojos todas las noches diáfanas,
que pensando y soñando que iban a ser mi futuro,
y terminaron siendo otra cosa en mi vida eclipsada,
ahora mi vida es flébil y mis ojos lacrimosos,
no veo en la mar paz y menos en el alma
por haber arrancado ola en la mar lo fermoso;
o cual a mí daba mucha caricia a mi piel de sol grana,
sí y que sigue esmirriada
por ellas al no tenerlas en las mañanas;
ni olerlas y darle lo que tanto a ellas les gustaba,
y que en piel encendían enamoradas,
y las cuales eran de mi cama de agua
las gráciles y dulces diáfanas,
y que entre mi sueño de noche eran la poesía loada,
vosotras habríais hecho de mi orbe luz blanca,
y caricia a mis entrañas de pasión que soñaba,
por vosotras me sentía así, no se pero era el amor,
pero al volar e irse así quedó el resquemor,
no sé si un milagro ocurriera
para así sanar y elevar mi tristeza
que desgarra mi vespertina entre poemas;
y voláis letras entre la palabra injuria,
este anochecer destruye su belleza,
y solo queda el recuerdo de la lujuria
como cuando en estas noches hacía de mil partituras;
tocándolas a las diáfanas de mis manos musas,
porque amad de esa forma mis fusas
que a vosotras en esa caricia no daban fuga,
idolatrado eran al amor diáfanas de luna,
será que el anhélito de mi se irá,
para que mi espíritu pueda respirar
de esa anhelada paz,
sea o lo que sea, os amaré,
cómo recuerdo de este mar,
y que os escribo de fe,
o por si viene o sucede esté bien.

Nadie sabía quién era yo,
sólo al caminar por estas vías
respiraba siempre ese olor,
y a eso evadía siempre mis elegías,
porque olvidar a unos amores
era en tu aliento de rencor,
y todos esos olores
hacían perder mi razón,
pensé en la jurada liturgia
que había dicho a ellas de ternura,
y recordaos quedáis en teúrgia
de mi noche de locura,
así vosotras andaríais
en mi alma de dulzura,
así vuestras en silencio amaríais
mi corazón que tañía de partituras,
abandonado ya la penumbra
y quedará su olor divino de natura.

Mi vida cambiaba mucho de lo que posaba,
el aire volvió a mi alma,
las diáfanas de mi calma habían dejado
unos hijos en una cuna de flor amarrado,
estaban en un lugar muy ocultos,
porque venían de un ser tan pulcro,
esa era la más majestuosa de taumaturgia,
volvieron a dar en mi apasionada escritura
unas hijas y a mí a ellas la liturgia,
habido visto eso, que era el divino embeleso,
pensé en llevarlas a mi palacio y darle un mejor lecho;
y a cada una de ellas les di un beso,
pero cayéndoos lágrimas en sus pechos,
porque eran ellas la remembranza
de los rostros que amé en el corazón,
y con esta gran sublime esperanza
las llevé y les di de comer y mucho calor.
Habríais la mar lo que hace el amor.

En mi palacio en la costa del mar
las tenía a ellas de profusa paz,
mi hogar era por dentro de flores,
habitaba ahora muchos corazones,
era un sitio de despertar las pasiones,
habían ahora instrumentos de furores
por esta llegada de frenesíes
que daban al amor mil olores,
instrumentos como piano de acordes;
que al tiempo mis hijas crecieron
y tocaban ese armonioso piano en bemoles,
lo tocaban acompañada de un chelo
para tañer el sitio de mil soles,
y disfrutaba viéndolas en el lecho,
eran virtuosas las ninfas de mis amores,
y que amaría como a sus madres de ardores.

Pasa pero mucho tiempo y vienen unas Néfeles,
eran unas divinidades de los ríos y mares,
vienen a mi costa muy diosas y défeles,
nadan en el agua y los ojos son pasmares.
Las Néfeles me miraban y yo del palacio me exaltaba;
antes había vivido algo así pero diferente,
pero esto me hacía arder simplemente,
eran ellas como unas diosas de lujuria,
me tiraban del mar de su boca besos,
hacían despertar mi menuda lluvia
para caer en ellas de muchos embelesos,
y así quedarme con ellas de ternura,
pero pensando tantas cosas en respeto
por las diáfanas que eran mías en sueño
que soñaba del amado recuerdo,
pero una voz del paraíso bajó diciendo:
“Podéis agarrar a ellas y ser feliz,
nosotras de aquí os amamos,
pero seríamos más vivas si vos quitáis esa cicatriz;
y dais bienvenida a ellas sin rechazo,
y así de una venida del herbaje fuese lis
una deidad que amaréis igual de Artemisa,
que tendréis en expurgo de la luna en risa,
y querréis por ser la divina y dueña natura,
y vos de ella respirando su alentada brisa,
y entregado a ella en cavidad de ternura,
y floreceréis más que mi regodeada sonrisa,
y sus pieles de ellas tendrán mi alma sumisa,
y amaríais como me amasteis “Dios del astro”,
y compartís mis hijas con ellas como Réquiem de misa;
y mi vida será de allá de un color entusiasmado,
mis “y” son porque comparte mucho la pausa de lo amado.
Es todo nos veremos amor,
todas aquí os amamos astro de nuestro esplendor,
que veremos al universo como recuerdo tuyo
que nos salvasteis del resquemor,
sois grande en el alma que ni cabe el orgullo,
y que hacéis mover a otros mundos
por amarte así de lo profundo,
y por haber traído a nuestras vidas fortunio”.

Presagia dijo mis amadas encantadas,
me habló de una diosa natura que estará posada
más que en toda mi vida y alma,
me ha dejado conjeturar mi ser así de llama,
me da la entrada de la beatitud inmensa,
y así ha de eso hace florecer mi paz completa,
que ella estará en piel de las divinas azucenas,
cómo no amarlas si ella estará ahí acompañándome,
y de seguro a esas pieles estaré besando y excitándome
de mi vida como astro hoy da más luz al espacio,
y así de esa luz recibirá mis diosas que amo.

Bajo del palacio para ir con las Néfeles,
les cuento toda mi historia que he vivido,
pero al verles bien a los ojos me doy cuenta que son défeles;
y ellas al escucharme todo lo de mi corazón herido
y hasta el renacer de mis hijas en delirio,
quedan alumbradas y me aceptan como su amor;
me acerco a ellas y vivo pero tan feliz
que el mar se da cuenta y no volverá hacer más loquera;
respeta ahora mi vida y lo señoreo con mi magia bendita;
vienen mis hijas del palacio,
y todas ellas se presentan ante estas diosas,
y las Néfeles aceptan ser su madre de encanto,
mis hijas desean serlo para vivir de muchos cantos,
y así ellas enseñar a ellas de piano,
y así tocar todas de armonía y paz en el palacio,
y ante este mar que hoy ha sido de paz,
pero a vosotras Néfeles llevaré a mi lecho
y ahí las consumiré de rijosidad,
que dejaran al cielo la imagen del amar,
como un corazón de melodías amándose más y más,
como junto a sus notas en el piano el sonar,
como el violín junto a sus cuerdas besándose de felicidad,
así es nuestro amor mágico de la inmensidad,
y que no se dejaría de amar en el alma jamás.

Han pasado profusos longevos
y de todos ellos hemos tenido sueños,
nuestra piel sigue igual sin envejecernos,
hemos vivido junto al piano y el violonchelo,
hemos compuesto tanto junto a las Néfeles,
y entre su composición son tan défeles,
¡y queremos hacer hablar al mundo de lo que hemos hecho!;
¡queremos hacer ver en nuestra música lo que significa el amado sueño!;
y que no ha dejado de sonar en nuestra alma de sentimiento;
¡porque es grande!, ¡ésta pasión que es tan agitante!
y que ni otro ser podrá saber qué es lo que decimos en ella de apasionante;
lleva tantas cosas que ni Dios podría saber que digo en su historia,
y ni porque elegí querer esa amada gloria,
solo en nuestro mundo ella
es nuestra gritadora de jactancia y vanagloria.
Vivimos en el palacio difundiéndoos nuestra historia,
que a todo el mundo no quedará en derrota,
ella se invocará y dejará color de rosa,
haría ver a otros lo que suena en mi alma cariñosa,
siempre, siempre en mis sueños de pasión enamoradora;
pero a veces otros no entienden que es lo que siento en mi alma tronadora;
¡sólo yo sé lo que es ésta divinidad en mi vida virtuosa!,
y que está llena de la palabra surrealismo de las notas,
¡me duele, ay decir esto, porque es tan delicado como flora!,
y suena tan dócil los sonidos tenues en mi alma de rosa,
y que desde el palacio hacia la profundidad del mar
se oyen delfines, ballenas y violines a lo lejos de ellos de aroma,
cantan tan dóciles que me llenan de su melodía cariñosa,
tan hermoso es vivir y escucharlos a ellos de gloria,
como si cantaran en el silencio del mar sus historias,
sus voces o tañeres de sopranos en su pasión que adoran,
y qué cosas se preguntarán sobre el lenguaje que dan en esa oda,
solo dan lo que en mis notas doy siempre de lo que me apasiona,
eso es lo que dan ellos en la vida oceánica de las olas.
Pero que me alientan a mi mucho ante esta costa,
costa la cual es mi tierra sacra de mi vida sonadora,
y el alimento en las mañanas como mis hijas y diosas.

Al tiempo; aparece por la noche muchos silbidos de la naturaleza,
pero muchos que no podía aguantar,
venían tan solo de una dama bella y dueña,
dueña de la naturaleza del más allá,
pensé en lo que me había dicho mis esposas,
ellas hicieron presagia y ahora es cierto,
es lo más milagroso que apreciaba la voz de ese momento,
salí pero antes dejé una carta diciendo:
“Acuérdense de mi historia que conté,
tengo que salir llegó la natura,
ella hará algo que yo quiero saber,
¿por qué el silbido tan fuerte suena en mí
y no en ustedes?,
debo salir ya es como una llamada,
tengo que verla a esa bella dama,
que me describieron mis esposas de las diáfanas”.

Salí corriendo y corriendo hacia el forraje,
ella estaba ahí y me dijo: sois el astro Dios,
no sabéis como he visto vuestra historia,
has sido muy encantador con vuestras diosas,
y al ver eso he venido aquí así y me he hecho dueña
de esta naturaleza y de los animales;
soy la diosa virgen de la caza de ellos en la vida,
soy así y seré en la tierra querida,
soy su diosa Artemisa,
y he visto como vos ha dado tu alma sumisa
a ellas de un amor que a todo verso rima,
es armonioso vuestro amor a ellas hasta en brisa,
-así vivo, así soy, así me siento y así seré,
así a ellas las amaré,
-conmovedoras tus palabras astro,
porque no me dices si ¿os gusto?.
-Primero al verte es como dijeron mis esposas,
que seríais una luz ante mi tan lumbrosa,
una belleza deidad que se enamora
uno al solo mirar su profundo ser de diosa,
dijeron ellas que me enamoraría y así de rápido pasa,
no sé si vos podáis dejarme estar contigo,
y compartir el aliento de mi alma,
saber que mi vida tendrá otro idilio,
al cual será convertido en sol de delirio,
y esa seríais tú en mi destino florecido,
¡ah y sí me gustas, y de tu hermosura no asusta!,
hacéis ver mi pasión más dulce y llena de la ternura.
-Os acepto amor, yo quiero ser tu calor,
quiero darte de esta naturaleza mi corazón,
y me dicen “Artemisa y Diana”,
pero me podáis llamar como quieras en las mañanas,
o en las noches cuando os tenga en mi cama de magia,
iré a visitaros al palacio para conocer a vuestras Néfeles
y a sus hijas de vuestras esposas défeles,
-gracias Artemisa de pulcro nombre de Diana,
has enamorado en melodía mis entrañas,
habéis visto mis ojos lo dulce de una noche tan blanca.

Al llegar la alborada ya mi familia sabía de Diana,
había contado que había pasado en esa noche encantada,
y llega la diosa de la naturaleza y dice: He venido para ver si
vosotras me dan su entrada,
y el pase para estar también en vuestra casa,
y ha de ser de eso vivir con su astro en cama.
¿Qué dicen ustedes?.
- Que vos se quede y de más entusiasmo en nuestro palacio
que hace más falta para el astro enamorado;
porque nosotras ya sabemos quién es usted,
y sabemos que sois lo noble de lo purificado.
-Gracias Néfeles e hijas de él astro,
han dado calma de entrar a vuestras almas,
me quedaré aquí a vivir; y de la naturaleza daré frutas de magias
que harán avivar más el amor y nuestra divina cama,
y las hijas ante el astro querré como a mí misma alma.

Los días pasan y su relación había crecido de mucha calma,
el astro le hacía el amor con todo respeto en su piel venerada,
porque era virgen, pero ante esta historia él la hizo suya cómo sagrada;
su piel sacra era al hacerle el amor de divinidad soñada,
se respetaban tanto en el lecho del amor que difundían de ardor,
las Néfeles compartían igual su cuerpo de pasión,
vivían en un mundo del que no es igual al de ahora,
en aliento se recorrían todas en caricia romanceadora,
la cópula pulcra de ese entonces era sin juego,
se amaban como vinieron al mundo en fuego,
en ese ardor se desataban de adhesión,
hacían ver a sus hijas con entusiasmo de tocar el piano del amor;
así si se hace lo lúbrico sin pecado del gran olor.

Después a tanta aventura amorosa ,
la hermosa diosa Diana pasa hacer la luna,
era el ciclo de la vida de ella en su historia,
muchos de la familia no quisieron esa pena dura,
porque era luctuoso ver irse una dama tan cariñosa,
dijo ella: de allá daré el brillo de mi castidad,
estaré en símbolo de la paz,
ya viví con ustedes y fui feliz,
pero ahora debo irme a otro lugar,
donde me pertenece la vida y que me toca realizar;
-mujer que te conocí y que viví contigo años,
te vas así de mi corazón que te ha amado,
-tengo que hacerlo no seáis así, es mi deber vivir así,
nací para eso y viviré así, pero recuerda que siempre os amaré.
Lo decía botando lágrimas en sus ojos diáfanos,
porque eran tan igual como la luna su ser.
-Yo igual os querré amada de mi alma,
si lloro es porque os amo y no es malo,
si hoy lo hago no me importa,
pero siempre saberlo que mi aliento os amará
mirando cada noche tu brillo de luna de paz.

Ahora quedáis el astro con vuestras Néfeles e hijas,
y de ellas vivir de lo défel y de caricias,
y de la pasión del piano revivir más en sus vidas,
y así la pasión crecerá en ella de alegría,
y no se irá la felicidad jamás en sus días,
todo será flor en sus partituras latidas,
y que dan al corazón de mucha magia vivida.
Explayaremos ahí la historia que hemos vivido ahora
junto a la diosa Diana de dicha,
y que en luna la tendremos en la hoja de rimas,
que entre odas se dará entre los compases de sonrisas,
y acompañaos entre chelos sonando y alimentando la vida,
la vida que nosotros vivimos de inmensa y enamoradora beatitud,
que besaremos hasta la hoja del canto de la virtud,
que nos conduce a cantarla de pasión
por ser tan grande la vida del amor,
encariñado quedaría los sonidos en luz al canto de explosión,
que haremos de dulces voces,
por ser lo que la partitura apasione
durante el latir de sus acordes,
sí así debe ser la pasión de mis olores,
para ser elevado a la luna de melodías,
y de ellas yo compartir lo soprano
que es esta frase de lo romanceado,
y que llega a su figura en lo rutilado,
muy soprano de mi verso amado,
será a mi dama del canto,
que entre ópera he dicho entre el llanto,
porque a veces es así lo ilusionado
que cantamos de lo entusiasmado,
las Néfeles entonan sus voces igual,
en el aire a la luna como amiga íntima de soprano,
y así entre todo eso se va el día completo del canto,
la oda ha durado entre las frases
del destino a su brillo rutilado,
y mis hijas solo tocaron el piano y el chelo,
y así nosotros entre el canto dimos sentimiento,
es una armonía inmensa este que depositamos
para el querer de una diosa liturgia,
que entre ella dimos en la oda más que la teúrgia,
porque nos fue una diosa loada
entre la poesía romanceada,
para cortejar entre la vida a ella amada,
viviréis lejos allá y de aquí vos recibís alabanza,
entre el sonido del piano fue dulcísimo,
y lento ante trinos de los alientos de mi destino,
y cayeron cadencias ante el piano de idilio,
haciendo ver nuestro mundo tan distinto,
y el chelo daba sonidos de cuatro tiempos melodiosos,
y nuestro palacio y la mar brillaba de armonía por lo cariñoso,
y apoyaturas en el piano se daba en corcheas
haciendo ver en el piano de; de dulces cuerdas
una pasión que engendra y que da mucha terneza,
y que a mi alma ella le besa, y hace ver mi oda de paz eterna,
vivo tan feliz en esta composición que creamos de belleza,
nadie habría visto esto que tenemos como poderoso poema
entre nuestro aliento de vida que embelesa,
y que besamos hasta quedar sin aliento en la hoja
de partitura que alimenta, y suena a veces tronante como una tormenta,
y hace llover en las lluvias y a dar truenos de nuestra composición poética,
somos grandiosos prodigiosos de la música que enseña,
como la pasión que siempre besará en nuestra alma de terneza.

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