lunes, 14 de marzo de 2011

El surrealismo de las almas en el piano.



El surrealismo de las almas en el piano.

La historia en esos tiempos eran de la dulce lira,
entre caminos e imaginaciones solo escribían,
sabiéndoos vosotros que en el alma está la caricia
de leer los labios que entonan a una hoja para las cantigas,
que siempre entre segundos de violines sus voces oían,
sentíais lo que les decía su misma semejanza en dicha o morriña;
tantas cosas sabían vosotros escuchar,
que de cada ser humano de vosotros son la identificación de la vida,
el mundo está ciego o alejado de su entonar,
y solo yo aquí estoy sentado sabiendo de sus líneas,
de sus sentimientos que tenéis en el arrullar,
y que solo quedaron en esos libros de las hojas níveas,
las cuales huelo y respiro de profundidad,
sin dejar las historias alejadas de lo que quisieron dar,
vivo en ellas y en los sonidos de los poetas,
escritores, novelistas que dieron el alma eterna,
y pianistas como Franz Liszt que dio el sueño del amor a huellas,
y que ahora escuchamos en nuestra lengua,
húngaro músico sentado en el piano de una pasión inmensa,
acariciando con sus manos las rosas de su ¡misma alma de las teclas!,
y oyéndoos al entorno su voz entre las beldades cuerdas,
y teniendo a lado suyo a una escritora romántica de esa época,
siendo Maria Catherine una dandi condesa,
con la cual no se casó Lizst sino disfrutó de esa reina,
estando en el lado derecho y aromando con su cabellera
hacia el compositor de una arrullada manera,
apoyada en el piano sin nublase sus ojos de ese poeta,
brillando sus ojos por ver esta vasta quimera,
y escuchando ella lo que toca en esa noche fresca,
oyéndoos el idioma del alma humana que esta joven amaba,
y que amará el recuerdo que tuvieron en aquel pasado la azucena,
y que no olvidará en lo que pasaron entre sonrisas y tonadas.
Lizst disfrutaba mucho con esta querida francesa,
su comunicación era entre poesías de sonidos que llevaban de terneza,
así vivieron y que aquí se da ha descubierto de grandeza,
mientras esto cuento en mis deíficas letras,
esto queda en el recuerdo aún de ellos de esa apariencia,
qué gloria fue el pasado entre la dulzura de ese poema,
¡cómo quisiera suspirar o vivir en ese olor que embelesa!,
de ser ese amigo de vosotros y de los otros como el poeta.
Pero está Beethoven en frente de Franz en blasón,
figura que formó parte de ellos en música de alegrías y deblas,
el cual en sus ojos y semblante fue el que dio pasión,
como en sonatas, sinfonías y óperas de su lengua,
sólo siendo él lleno de su inspiración,
el alemán que vivió de una sordera funesta
solo amaba sus sonidos que hablaban en su corazón,
así este no escuchara casi en su vida sin aullido de orquesta
la esperanza en una Oda a la Alegría le hizo escuchar en amor,
y morriñas desaparecieron y vivió feliz en su entonación,
casi ya terminando el tiempo de sus sonidos
fueron los últimos que dieron ante la pluma en su hoja de color,
entre los recuerdos de su cavatina y sonatas de amorío
fueron lo que el amó en esa cama en las hojas del amor,
hojas eran las partituras, eran ellas la que daban a él dulzura,
qué vida fue en la cual vivieron y recordamos en una pintura.
Sentada está George Sand, era una dandi duquesa,
vivía en la tierra en donde nacieron muchos poetas,
y a esa razón era la novelista escritora francesa,
muy sublime ante el entorno de su dúctil belleza,
en lo que era en ella y en sus historias de terneza.
Se inspiraba en los músicos de aquella época,
“los maestros soñadores” novela que escribió ella,
cuenta tanto del soñar en un ser por una quimera,
soñamos tanto con acariciar los labios de eso que es tan sagrado,
nada más que él, el que recita bellas letras,
y también con el soñar de una pasión en tu ser ilusionado,
manifestabais tanto vos duquesa
hasta que de redactarte hoy me dais lo entonado.
Andabais enamorada del aliento en el que no está observado,
sólo su magia recorre entre las almas en caricias,
como los nocturnos dóciles que os dan delicias,
era el poeta del piano no Liszt sino el de las poesías,
el que hacía ver solo en sus tonos fantasías,
y es lo que hizo a vos sentir más qué amor a su vida,
os paseabais con él a lugares sin tener alma cariacontecida,
todo era en vos glorioso hasta que vos andaba con un amante,
al serlo así jamás vuestra relación fracasó con el ser apasionante,
con el que andabais era Alfred de Musset como poeta del romance,
el que escribió a vos la confesión de un hijo del siglo enamorante,
era una historia de amores pero el que más sonaba era del polaco afable,
de Fréderyck Chopán en tu alma de soles y divinos valses,
al que vos bailabais en reuniones amorosas sin ahogarse,
y los momentos eran en sonrisas sin enojarse,
era así este poeta del piano que dio su corazón en el arte,
y a su país que es Polonia a lo grande,
y que vuestro aliento está en ese país en los pianos sin dejar de amarles;
todo es así de amor a la vida de su romance,
a lo que hace arder en su alma desde el oasis como ángel,
y que hace dar luz a los campos que toquen sus piezas siderales,
Alfred está sentado a lado de George Sand la escritora,
y a lo lejos de esta pintura en la ventana se ven las notas,
volando en imaginación de la pasión romanceadora,
las cuales voláis de Fréderyck en armonía que explotan,
como a los corazones de nosotros de dulce aroma,
de caricias que nos da sus voces de historias,
hasta del piano en que toca,
toca Liszt suena su sonido de gloria,
qué pasión es la de esa pintura que despierta el sonido del idioma,
qué noche la de hoy por vivir metido en esa victoria,
sin dormir y solo sentir las palabras de mi rapsoda,
que son como nocturnos que escucho en esta hora
la cual me lleno de mucha pasión sin vidorria,
qué visiones contemplo mi Dios por esta pintura portentosa,
es tan delicada del surrealismo que dio la honrosa,
el pintor austriaco Josef Danhauser a un aroma de rosas,
de sonidos que sonaban en su pincel de trovas. Berilos
Están de pie tres hombres que formaron parte de esta historia,
Hector Berlioz compositor de Francia inspirado por la literatura,
admiraba mucho a Beethoven por su magia que hacía en su música,
lo imitó y en sus sonidos sentía como si el Maestro estuviese de musa,
aparece apartado de los otros dos este compositor de sinfónica locura,
por sus trazos que hacía en sus noches nocturnas,
en sus partituras dejando siempre la voz de su ternura,
a lado de él está el italiano Niccoló Paganíni,
gran violinista en esa época de virtuosismo,
el cual en sus cuerdas tenía mucho romanticismo,
el hacía ver alrededor de los ojos quién era el que tenía el idilio;
el dominio de su mundo ante muchos ojos de clasicismo,
hacían brillar sus cuerdas como berilos,
mostraba la paz de sus cantos en sonidos,
sólo vivía de la música este gran ser del violín,
qué música ofrecía en los momentos de festín,
atraía damas pobres, condesas en sus violines alentadores,
locuras venían a sus dóciles voces,
nada se apartaba de este genio del entonces,
de ese siglo donde habían diosas que se alababan con flores,
con veneraciones en el amor que se adoraba en violines romanceadores.
A lado de él abrazado está Gioachino Rossini,
era el mago de las óperas de ese entonces de explosiones,
italiano el compositor que sorprendía al mundo de sus creaciones,
era tan lírico el sonar de los cándidos oboes,
que se veía paz alrededor de los tonos de las voces de las pasiones,
mezzosoprano tanto era en las óperas de este genio de amores,
tan ligeras voces se oía cada vez en el ambiente,
tanta paz había que ahora oigo sus sonidos,
era el mago de las óperas dulcemente,
y que Dios le debe de escuchar ahora de lo silfo,
que aventuras eran en aquellos tiempos,
qué ardor era entre la vida de aquellos,
cómo no dejaban de escribir en sus momentos,
de eso comían y vivían de sentimiento,
lo que nos da vida en el alma de aliento,
lo que no es dinero sino enamoramiento,
apego, lucha y guerra en la historia de los versos,
entrega, dulzura y el único universo,
así somos y seremos hasta saber que formamos de ese sueño,
que fuimos en letras el dueño,
en tañeres de esas sonatas lo tierno,
que vivimos respirando ese cielo
y amando tanto ese inmenso anhelo,
que duerme en mi joven alma de pequeño,
que suena y resuena sin dejar de amarme en lo inmenso.
Acompañado de lo que jamás dejara en el vivir,
saber que cuando a vos os leáis sonaréis de violín,
que nada a ti os desviará en los sonidos,
siempre tañeréis en mis caminos de lo vivido,
que estaréis en mis miles de libros,
que brillaréis como hermosos berilos,
y que aromaréis al amor como lirios,
es mi pintura del sonido en letras que despierta,
y despierta al mundo de la dúctil terneza,
y que en mi su alma se convierta
mi ópera de grandiosas tonadas de letras,
que se oiga mi nombre a lo lejos de la naturaleza,
del cielo de Dios mi sonada que embelesa,
y que a mi me lleva en pasión de la quimera,
¡oh amada poesía de mi alma que suenas!,
amadme siempre en la vida eterna,
y tendremos ternura sin los malos anatemas,
besadme siempre poesía loada de mi alma inmensa,
que a vos adorará siempre de loquera,
qué tranquilidad es vivir con este poema,
saber que de mis ojos no os desapareceréis,
y que en mi aliento vos de paz viviréis,
que vos a mi de tanta locura en pintura me amáis,
como en ese cuadro de pintura que me embelesáis,
y que nada más de pasión esto incrementa,
e incrementa al orbe de mis poemas,
vamos a dormir poesía en esta noche de alegría,
que juntos hemos hecho ver lo que viven en esa vida,
ellos los compositores y escritores de lira,
que son la fantasía de las líneas,
como de sus composiciones que jamás terminan,
y que ha sido mi calma de escribir en noche tranquila.

jueves, 10 de marzo de 2011

Sonando en una noche su alma y la mía.




Sonando en una noche su alma y la mía.

Es el momento de componeros,
así no sonéis, lleváis mi tañer de plectros,
como quisiera que mis palabras fuesen óperas de sopranos para el cielo;
para los amigos que son en el imaginario sueño.
Los cuales escribo siempre en noches de aliento,
acariciándoles solo entre arias de mi afecto,
usándoos vuestras músicas en expresión del momento
para hacer ver lo que hay en ella de ese calmado sentimiento,
haciéndoos igualmente que historias que pasan de apego,
dándoles vida, muchas cosas hago en lo que es de mi enamoramiento.
Consideremos que nadie había hecho en la vida esto,
porque soy solo una identidad que existirá en los siglos de eso,
como sentándome y entre muchas hojas versos escribiendo,
tomándoos de ellos y entre el tañer de su alma a ellos sintiendo,
como si fuesen lo más sagrado de la vida que haya tenido latiéndoos.
Mientras escribo escucho a lo lejos de mi aposento
algo tan apasionado en sus ojos de las cuerdas ante esa mirada,
sonando nada más entre el paradisíaco viento
las voces que agitan de esa cavatina de su alma,
tres violines y un chelo de ese hombre que hizo ese cuarteto,
de esa pieza que a mis poesías y vida llenan de magia
con un acariciar de sus mismos plectros
que a mi me dejáis para mostrar en las tonadas,
y que son solo en el vocablo del recital del sentimiento
que se oye cuando reciten esta dulce aria,
y de las otras las cuales he hecho
para tener en la vida refugio de lo que son estas palabras.
Y viene siendo Beethoven el señor y dueño,
por sonar a lo lejos de esta noche diáfana
su obra magistral que está en tres violines y un chelo
la paz de su pieza tan honrosa y cándida;
yo sé que en este mundo él no me acompaña
pero si sus sonidos que alientan mi noche,
que la pasión está ahí de sus voces
y me dejan el idioma de su alma.
A veces la música nos hace ver cosas que sentiríamos
en cada nota la voz de Dios de los trazos de esa mano,
de él para manchar de algo tan dulce que oleríamos
viniendo de este hombre que es tan apasionado.
Carácter brusco, fuerte, fue la vida de él,
muchos no comprendieron el motivo de su forma de actuar,
pensaron que era un loco cuando pasaba solo su ser,
él era la fuerza de las notas que caminaban latiendo en su piel,
solo de eso vivió y se alentó,
de eso comió y se trasnochó,
como a veces yo hago en las poesías,
cada vez escribiendo arias de amor
y llenándome de júbilo y sonrisas,
y tocando piezas de él que me dan caricias,
viendo en ellas las imágenes que el romanceó,
y dejando que vuelen a mi de ese mundo a mi corazón..
Le soñáis tanto a esas piezas hechas de amor,
os embelesáis las romanzas que en él vivió,
hacéis lo mismo con vuestras letras de pasión
para hacer ver al mundo lo que está hecho una música del corazón;
solo que un joven que sueña con volar más alto que el santo cielo,
que traspasar esa barrera sagrada,
y oler ahí ante afroditas sus dúctiles cuerpos
y solo ofrecer las poesías que lleváis sonándoos en vuestra alma,
solo que un jovenete más que audaz de la pasión
que suena en voces dulces de lo soprano,
como en sus letras de la vida de su ilusión
que lleva en los caminos la gloria de lo eclesiástico,
el cual quiere estar en casa de Dios
sin ser enviaos al averno del tártaro
sino sufriera tanto que no hubiese más sonidos en su interior.
Así son mis palabras tan bisbiseas del amor,
yo quiero dejar lo que nadie hiciera,
quiero mostrar lo que está en el sonaos poema,
y así la cavatina sonará tan lenta
entre lo adagio sin espantosas cadenas,
las cuales aten a lo que me alienta
de la pasión que en mi en cada crepúsculo me besa,
suena, me maneja y me eleva,
eleva a lo más dulce de unas letras,
que son aquellas en estrofas de el sonado poema.

Qué música se escucha aún de la cavatina,
mostráis pinturas en vuestros tonos,
diosas desnudas se ven en las escalas clandestinas,
dibujadas ellas y moviéndose ante mi entorno,
cada nota a vosotras en mi sentimiento pintan
de un amor al que me he vuelto hasta vesánico de lo loco,
por su vasta belleza que en mi gira
y que no les quito si quiera la mirada de vuestros ojos,
les necesito tanto diosas de mi alma que no se divisa
solo fuese de cada una que adoraría en lo melodioso,
solo vosotras a mi me han dado sonrisas
lo cual ha hecho este corazón amoroso,
de tocar el reino de sus bocas
comer de eso cada noche de lo hermoso
y no dejaras por ser lo que me apasionan
de esta alma que le mira entre la cavatina de lo milagroso.
Tanta magia hace ver nuestro amigo Beethoven del alma,
tanto que sentimos las voces de diosas de lo sonoro
sonando como el violín sus voces apasionadas,
y que bebo entre ese sonido en mi poesía amada.
Es verdad no son reales esas pinturas,
solo son imágenes en tu mirada
pero así me divierto de las dulzuras
y amo más la pasión que en esta noche me idolatra,
que las constelaciones me acompañan.
Me dan su magia de su rutilancia
para hacer cosas mágicas en esta noche de luna brillada.
¡Qué cuerpo fue ver el de esa diosa!,
¡qué locura vi en ese sueño de las notas!,
fue como oler a esas damas como a rosas,
y que hoy a mi poesía dejaron en pasión oledora.
!Cómo a un poeta le pueden impedir el anhelo de amar!,
si con eso nació para hacer magia en las letras ardorosas,
y para no desviar la mirada al ser que va a adornar,
de prendas, gemas hermosas,
y de olores del amor de lo que nunca dejara respirar,
porque siempre será esa flor que va amar,
a lo más piadoso de su ente,
y que en las nubes de los cielos es plebeyamente,
mejor deciros es una noble diosa,
es una melodía a la cual uno pone las mejores notas,
y la cual desprende en el mismo piano aromas,
aromas que calman de nuestra misma composición
que está hecha de esa melodía maravillosa,
la cual ella es el piano quien nos toca o roza,
roza entre caricias de nuestra partitura que es ella de gloria,
lo cual esa diosa son las dos arias de mis idiomas,
porque es el sonido y es mi poesía a quien da la dulce oda.

Que definiciones dais alma mía y tierna,
tan joven y que en la lejanía quema,
mostráis junto a mi surrealismo mi sagrario poema,
contenéis las voces de un escaldo que revienta
por la vida de la pasión inmensa,
que hasta los árboles de esta noche romancean,
romancean conmigo en la fantasía de mis letras,
por el Réquiem de mi alma a esa nueva vida que me espera,
muy pronto allá estaré pero dejándoos mi favila de huella,
huella que del silencio estaréis hasta los ojos de las reinas,
apasionados de esa misma carne que en mi suena,
a veces escribir e invocarse es tan real,
que vuestra imagen estará así pronto en lo celestial,
que nada ya vos veréis en lo que habíais luchado en la tierra,
y que el infierno se pudra entre el fuego de la miseria,
que el alma vuele en la dulce fragancia de la gloria de esa paz eterna,
y así dormiré por fin en tranquilidad mi alma en la vida de huellas,
tocando piano entre almas sanas de lo que mi sentimiento hoy reza,
tanto entre la fe de lo que en mi ante él da su eterna terneza.
¡Oh mi Dios que pocas veces e invocado!,
¡miradme como estoy aquí arrodillado!,
os pido desde lo más poderoso de vos que me deis la paz a vuestro reino,
que estén allá mis alientos junto a mi espíritu plenos,
que nada se aparte de mí ante vuestra entrada,
siendo aún pecador seguramente, os rezo del alma
con miedo ante las palabras, porque sois el que manda,
sois el que tiene el derecho poderoso de decidir quien es el que vive de venturanza.
¡No quiero anatema en aquel día cuando llegue al sepulcro!,
desde joven siempre he deseado vivir la vida de lo pulcro,
que ha sido escribir poesía y solo tocar el piano amado,
lo que me da paz aún así no tenga una diosa a mi costado,
que he buscado tanto entre los días de mis cantos,
que se han ido y no han venido ante mi llanto,
busco y busco y nadie aparece,
solo vivo la fantasía de mis versos que hasta ese día conmigo vuelen,
si aparecéis os daré pasión como doy a mis versos,
vuestra vida será más inmensa que el universo,
no habrá dolor sino amor de mi sentimiento,
y mi poesía hablará en vuestro lecho,
no sentirás jamás un abandono ante mis besos,
todo de mi será de vos el amor que espero,
no habrá cuchillas ni anatemas en tu cuerpo,
todo será ternura cuando nos acariciemos,
hasta de tanto amarnos, al besarnos sonaran chelos,
que armonía fuera vivir con ella en ese sueño,
si vienes viviera feliz y si no vinieseis; seguir,
seguir en el camino esperándoos ese dulce violín,
todo ahora como en las letras descansan,
mis sentimientos igual en la noche ahora en la cama,
he amanecido hasta el alba, viviendo en lo loco de mi alma,
pidiendo rezos sacros en mi vida para la calma,
y ahora cerrándoos los ojos para dormir en la pasión inspirada,
tranquilo y escuchando el Réquiem de Mozart que canta,
tan lumbroso el latín en las estrofas habladas,
contando las cosas que pasará en la profecía de las almas.
Sintiendo al dormir sus voces como las mías que gritan,
que van de aquí en los versos y que tiritan,
de tanta locura por lo que dice ese canto de morriña,
y a la vez de paz a las almas benditas.
Lacrimosa de ese día,
los que estén vivos verán la verdadera vida,
miedo habrá en los óculos de la mayoría,
porque estará el Juez sentado ante las mentiras.
Los locos que vivieron, viven de esa gloria de alegría,
los vesánicos que dieron cada vez la magia de sus liras,
que se sentaron a escribir dúctiles composiciones,
ahora gozan del fortunio de esa sagrada vida,
los cuales en sus agonías tuvieron ilusiones,
por ser personas índoles tienen ese sagrado monte,
las cuales no malgastaron su tiempo en maldiciones,
quienes vivían de la virtud de su entonces,
igual que los romanceados escritores,
como los poetas que dieron la voz del orbe,
que en sonidos los míos sonarán de odas y voces,
no voces las cuales conocen,
sino una voz muy sacra de mis plectros de inspiraciones,
llenas de regodeo y pasión vasta que a mi acaricia de tañer y voces.