miércoles, 13 de octubre de 2010


Vuestro santo caído del cielo.

Me he sentido tan regocijado
desde que vuestras manos tan blancas
acariciaron mi ser aquel día que no he olvidado.
Mi cuerpo una mujer arrullando, por primera vez,
¡oh amor mío! dejadme hoy decirte
que ni el mismo universo
sabe que tan inmenso
e infinito es él; siendo más, mi amor
a ti. Entre rayos del cielo caído
luminosos son al reflejo del universo,
llegando la luz viva de nuestro querer,
por tan solo tocarnos esos rayos de luces
del cielo a nosotros dos,
con el florecer de un gran amor del corazón.

 Vuestras manos hoy son el manto
inmaculado de hacerme feliz,
de no dar mal, sino encanto,
y jamás os haré infeliz.
Seré vuestro espléndido santo,
quien os llevará por rutas buenas,
sin dejar en vuestros ojos llantos,
y borraré siempre vuestras penas
con el amor de mi indecible encanto;
de mirarte solo a los ojos
y decirte: "Amada mía
hoy el alba es el matiz rojo,
el cual es amor y alegría,
inmortal de pasión
que hoy nos acaricia,
a esta gloriosa ilusión
que vive entre melodías.
 De no perder tan santa,
¡Oh mi ángel por la fe quien nos abraza!".

 Entre nuestros caminos
conversamos de la dolida sangraza,
corrompida en nuestros pesares del destino;
de nuestra piel o corazón que ardió
al no soportar eso que nos dolió,
pero hoy soy el santo que os ama,
que fue convertido
y enviado del reino de Dios en alabanza,
para levantar vuestro ser dolido
y por una oportunidad borrando mis pecados;
con serte fiel, y entregarte un regalo,
que es el anillo hecho, de hojas a vuestro ser idolatrado;
para unirme eternamente contigo
por lo que siempre había antes soñado;
cuando yacía aquí en la tierra castigo
de una vida dura y no esperanzada,
pero Dios me recogió, y me elevó a su cielo,
siendo la morada: celestial, serena y de paz iluminada,
su reino y yo sin cuerdas de violoncelo,
sin sonido para estar ahí en su entrada,
el vino y me dijo: "no temáis amigo";
con decir amigo se me salió una lágrima,
Dios:"Vos yacisteis en la tierra en castigo
¡y he aquí vuestro hogar sin tener lástima!
solo os he traído del orbe en misión
que busquéis una dama en la tierra y deis amor,
porque solo al hacerme caso os enamoraréis en pasión;
y esa dama ha consternado tanto de dolor,
y os digo que la miréis en sus ojos de ilusión,
y sembraréis en ella una verdadera semilla
de la cual crecerá en fruto
en su vientre una hija de maravilla;
y su vida de ella no tendrá ya luto
y vos no estaréis igual de esa pesadilla".
Respondí:"¡Oh mi Dios santísimo gracias por ser el olor
que ha salvado mi alma de mi desolación!,
y por darme esa felicidad en el amor
cuando creía que estaba en destrucción".
Dio:"Os ayudo porque vuestros pecados no son tan malos,
y porque he visto como has caminado,
vuestro laberinto de dolor. Ahora sed feliz con este regalo;
y sed feliz a esa dama que os he premiado".
Respondí:"eso haré y seré su santo
sin dejarle en sus ojos llantos,
y la acariciaré hasta quedar sin aliento,
por su cuerpo de mi único sentimiento
amado de gran pureza;
cuando ejecute esa grandiosa belleza".

 Amor, así fue como conocí a Dios
mi ángel maravilloso,
y para que nos formemos los dos
como su voluntad de salvarnos
con solo nosotros amarnos;
y al decirme esas palabras hermosas
tuve una fe por dentro melodiosa,
que sonaba y curaba mi ser;
¡ay amor entonces vamos a tener
una hija por la primera mirada
que nos dimos en esa noche apasionada
donde nos acompañó las estrellas
y la luna, siendo vos la doncella;
porque jamás fuisteis de otro ser
y así florecerá el digno fruto del querer
en vuestro vientre el cual es inmaculado,
bendito y por haberme de vos enamorado.
La dama:"¿Cómo surgió sin darme cuenta?".
 Santo:"quedé entre vuestros brazos regocijado
siendo vos por fin contenta
y mi corazón vertiginosamente bombeando;
y sintiendo en vuestro pecho el corazón
por mi cabeza que está apoyado.
 Sintiendo melodías por esta eterna pasión
que siempre había esperado,
en la vida que ha sido obsequiada
por mi Dios, siendo el salvador
de mi alma devorada
por la soledad y el dolor.
 Ese dolor colmaba de frío
mi piel cada aurora,
y estaba siempre sin sol
y por lo sufrido
hasta llorar en mi noche sola;
mas con el alma más que cuita
por no hallar un cariño apasionante;
o agitador de una damisela bendita
a este dolor vorágine,
y que consume cada día más
de lo lúgubre y mortal;
siendo mi elegía y enfermedad
e incurable y fatal,
pero llegasteis vos damisela mía
que llenasteis de inmensa alegría
como a mi vida miserable,
sin ser ella hermosa
pero mi Dios consolable,
fue quien dijo que vos seríais la rosa
florecida en fruto respetable,
entre nuestras miradas mi dama maravillosa,
él fue quien nos salvó del dolor,
él fue quien nos curó y nos dio el amor
que nos faltaba siempre
mi dama más romanceadora
que amaré eternamente;
y bebiendo de vuestra piel sabrosa
hasta quedar sin saliva mi diosa;
que sería mi último movimiento de vida
siendo ya arcaico, igual vos, y en alma unida,
fuéramos volándoos junto a Dios
y sin decirnos a nuestro querer adiós,
ahí seguiría nuestra unión
palpitando en ese paraíso de la “eterna pasión”.

 Por el amor renacido,
por una unión que se imploró,
por un cariño conseguido
fue el más indecible en el amor.

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