miércoles, 13 de octubre de 2010

poesías


¡Los vi otra vez amigos mendigos!
En este amanecer otra vez los vi en el suelo con ese sombrío
aterrador ante el reflejo de sus ojos caídos;
por el abandono y el rechazo
de la comunidad durante su camino,
y quizás otros no les den ese flechazo,
sino amor en su destino,
sin tenerles la maléfica aversión
en su bondadoso corazón.
Dejándolos por lo menos con ninguna lágrima caída
ante la vidorria de su dolorosa vida.

Minutos más tardes vi un mendigo con un cartón
marchándose con una migaja de pan; ¡y le grité!,
¡no te vayas que aquí estoy para ayudarte!
hermano de mi corazón,
porque voy a enseñarte con toda la indudable razón,
el valor que tiene la vida así la tengas perdida,
te ofreceré una comida para que no sufras más
amigo y hermano de mi alma,
donde te pido que no dejes atrás
la esperanza, porque en ella tendrás,
vida eterna de la gloria de Dios
que es el paraíso donde feliz vivirás.

¡Ahora me despido amigo de mi corazón!.

El brillar de mi ilusión
Cuando el sol te da el gran resplandor,
contemplo tu grandiosa belleza
que enamora todo mi interior;
¡y despierta un idilio de amor!
soñado siempre de gran terneza.

Ahora mi mundo te pertenece,
donde yo siempre te voy a querer,
¡y no me dejes sino se envejece,
mi cuerpo! al no poderte más oler,
el aroma meloso de tú pelo,
que es tan bonito como mira el cielo.





Una entelequia ya creada
El popol-Vuh es la creación de la literatura
Maya quiche de mayor valor en la producción de su cultura.

La obra resume una serie de leyendas,
a la creación de los dioses, y de los seres vivos,
en ese mundo desierto, como verlo afligido,
que solo existe un cielo azul, y no la tierra.
Pero los dioses que eran ante esta historia
los creadores, pensadores. Iban hacer victoria,
porque ellos conversaron sobre una luz misteriosa
que cuando ella emergiera sería maravillosa;
porque sería el florecer de los seres en la vida,
del orbe que existía lleno de la soledad.
Luego a eso fracasaron y no tuvieron salida,
que hacer sufrir a los seres sin la serenidad,
¿ y los condenaron, porque a los creadores?,
¡no les adoraban! y todos los progenitores
de los animales fueron castigados;
a vivir temerosos, de ser comidos y despedazados
en su vidorria, sin respiros ante su agonía
penetrante a cada segundo sin alegría.

Los dioses tan solo querían crear
un ser perfecto, de un buen pensar,
de una magnífica increíble memoria
para que así recuerden a sus dioses y tengan gloria;
ya sin obstáculos que los ha perjudicado tanto
durante sus poderes de encanto.

El hombre fue en la tierra creado,
de barro y lodo pero su cuerpo deformado,
y ni siquiera tenían movimiento,
ni fortaleza y llegaron a un entendimiento.

Crearon un hombre que fuera superior,
que los idolatrara e invocara y fuera mejor.
Luego a esta sostenida cavilación
crearon un hombre de madera con la esperanza
que conversara con toda la razón;
si no sería su terrible matanza.
Y así fue, fueron plenamente destruidos
por un diluvio que les había caído
en venganza de los mismos objetos
como plantas, animales sin secretos,
aunque algunos se salvaron
y de ellos en monos se transformaron,
y se conoció como “única semejanza,
la generación elemental de los seres humanos”
de la tierra Quiche.

En la primera parte narra a la creación
del hombre hasta su consumición.
Pero existía un hombre maléfico y muy vanidoso;
Vacub- Caquix, creyéndose el Dios de la claridad,
sol y luna, sin ser realmente amoroso.
Fue derrotado con sus hijos sin la piedad
del derivador de montañas muy espantoso,
porque no tenía esa venerable bondad
que caracterizara en un Dios virtuoso,
ante los dioses hunahpú e ixbalanque que eran filántropos;
no como el Dios de la luz que era misántropo,
vencieron al vanidoso Dios maléfico,
siendo ellos dioses benéficos.

La segunda parte cuenta de una doncella
que era atraída por un árbol fabuloso,
porque no daba frutos, pero generó un huerto,
por la cabeza de Hun-Hunahpú muy horroroso,
que habían colgado, pero no había muerto,
porque su calavera se formó en fruto hermoso,
y el árbol dejó de ser un frutal desierto.
La doncella estaba interesada por esto misterioso,
entonces acudió al árbol y se preguntó,
¿me extraviara si corto una fruta de este árbol maravilloso?;
y la calavera tan solo le contestó:
estos frutos redondos están cubiertos de calaveras.
Y la virgen damisela tomó una fruta entera,
y floreció de repente un embarazo,
por la calavera que dejó un salivazo.
Y tuvieron ese hijo,
pero la que iba ser abuela,
la mamá de Hunahpú estaba sin ese regocijo;
porque había perdido esa estela
de toda su alma,
sin tener la calma.
Entonces Humbatz y hunchavén sometió a prueba
a esta persona manceba,
para que fuera su nuera,
y al fin la acepto, como nuera.

Pero llevaron una vida dura
sin tener esa dulzura,
llena de suplicios, tétrico y atormento,
por estos que tenían buenos sentimientos,
por ser maléficos ante estos mancebos benéficos.
Por ello estos hermanos los hicieron
a ellos subir a un árbol y lo convirtieron
en monos malvadamente;
y ellos a través de un mosquito inteligentemente
enviaron; que cada vez que picara
a los malos seres se castigara,
y así vencieron a los dioses infernales,
y vengaron la muerte de sus padres.
Y luego al cielo subieron, uno al sol y otro a la luna,
y la tierra más la resplandecieron,
vencieron a toda la maldad,
y triunfó la bondad
que había en sus corazones,
ante este orbe ya sin desolaciones.

La tercera parte, nuevamente
se relaciona sobre la creación
del hombre esperanzadamente,
para que no vuelva ser decepción,
ante los dioses que tanto han anhelado
crear una humanidad perfecta;
ante su magia cuando es presentado.
Esta vez con perspectiva correcta.

Al cavilar esta situación
los dioses antes del alba conversaron,
sobre el hombre de su formación
para que fuese su siervo y así lo crearon,
gracias a unos animales que trajeron
de Paxil de una alejada región,
flores blancas y amarillas,
¡con excelente creación!
donde así sería “la maravilla”,
y quizás una mínima pesadilla,
porque habían convertido los granos
de las plantas con sus maravillosas manos;
en masa y bebida que se transformaron
en carne y sangre, creación final de los humanos,
de una planta convertida ante una reproducción
de pasmo, por los humanos de maíces,
pero pronto iban a tener ¡los dioses cicatrices!.
Porque los humanos se transformaron
en personas; teniendo una mágica sabiduría,
y los dioses no estaban contentos, por lo que ocurría,
¡y al pasar esto!, echaron un vaho o aliento
convirtiéndolos en seres inferiores,
permitiéndoles tener su necesario pensamiento,
de no exceder ante los dioses, que eran mejores,
porque serían unos de los fracasos más peores.

Las primeras cuatros personas se llamaban
con extraños nombres: Balam-Oultzé,
Balam-Acab, Machucutah e Iqui-Balam, de los quiché,
siendo los progenitores,
pero iba a suceder algo inesperado,
por los dioses ante estos cuatros hombres
estando casi abandonados;
crearon unas esbeltas esposas
a estos hombres, para amar a sus diosas,
cada día de regocijo
y así generar hijos,
quizás ante esta fantasiosa “historia Maya”
a cualquier rincón del mundo que vaya,
tan hermosa como el paisaje de una playa,
con el sol dando resplandor, a cada costa de su mar,
es ante esta escritura mí idolatrar.

Parte de la historia cuenta,
que poseía fuego un Dios llamado Tohíl,
y sostenía en su gen la renta
de condiciones siendo hostil,
por su poder. Pero las tribus morían
del frío pernicioso que vivían,
y solo recibían respuestas,
que se lo daría si le adoraban,
si tan solo ellos sacrificaban
animales u otra cosa ante el Dios en honor;
para que así él de parte de su calor
a esta tribu que padece del sombrío
de su tierra con bastante frío.
Pero ocurrió una calamidad,
una tribu se retobó
¡al Dios Tohíl en maldad,
el fuego y se lo robó!
cuyo Dios Chamalcán,
siendo murciélago, ¡así lo tomó!
volando como un huracán,
sin dejarse por los cielos ver,
y apoderarse del fuego en su ser,
avanzó y avanzó hasta llegar
a su tribu y así poder dejar
el fuego para salvar a sus amigos;
con el fin de no recibir más castigos
del mismo ambiente en su destino,
y por esa extraordinaria rapidez,
no fue su tribu sacrificada,
por la razón de ser a su vez:
volador y apego a su tierra amada.

Días más tardes las tribus se dispersaron
a otros bosques para proteger
a sus dioses, después de todo lo que avanzaron;
y así en ellos reposaron,
esperando el brilloso amanecer,
como estrella de la mañana el sol,
y en el cielo inmenso apareció,
así inundando de regodeo como las gotas de un llover
a los sacerdotes y los animales con amor;
pero la tierra se secó, por la calor del sol,
pero también petrificó a los dioses, por el calor,
y así el dios Tohíl se salvó,
siendo Dios de la lluvia, ¡que ganó¡.

Es una historia realmente
que hay que saber
cada verso minuciosamente,
en su leída entender.
Porque te vincula tanto
cada parte y su mito de fantasía,
hasta llegar en el encanto
de cada leída, en énfasis de manto
buriel, al ser su historia de tristeza y amor,
clasificándolo el negro en tristeza
y el rojo, por ser la pasión
en los momentos que ocurrió,
en su lectura de la generación
humana de esta composición;
de versos blancos de efusión,
la historia quiché en plena definición.

Elisa

Tus ojos, tú amor y tú pelo
es lo que más me paraliza
por ser lo más bonito que el cielo
y nubes mi doncella Elisa;
que veneraré como mi anhelo
volcánico que caracteriza,
mi amor indecible y benéfico
ante tu amor, sin ser maléfico.

Agradezco al mundo por encontrarte
damisela virgen de mi ilusión
única que siempre mi ser va amarte
en cuerpo y alma de mi pasión.
¿Virgen no serías al penetrarte
el orgasmo digno de nuestra efusión?,
y de ahí florecería nuestro hijo
que los llenaría de regocijo.


Pétalo fúnebre
Hoy recogí del forraje
entre muchas flores,
una flor caída del herbaje
perdiendo casi sus colores.
Tenía un aroma tan divino
que recordé aquella dama de mi destino;
entre estas megaforbias de mi paisaje,
la cual era tan parecida,
el pétalo dócil como su masaje,
que solía dar en mi vida.

Al ver estado sentado
en este sublime verano
recordé lo más amado;
lo que no tengo hoy en el olor ya de mis manos.
Solo sus caricias del pasado
que en mi piel se perfumaron,
¡todavía hasta hoy!,
¡al solo recoger una flor!
de este forraje soleado,
a lo lejos por un sol;
donde brinda sus rayos
a mi ser solo de calor
fuerte, haciendo recordar
el abrazo cálido de mi amor;
a la que no tengo ya hoy,
¡es triste lo sé!, pero qué más puedo hacer,
no más que tenerla en mi aliento,
¿cómo el olor de su cuerpo?,
qué tenía en noches de apego,
y sonando siempre en nuestro lecho
una música agitadora de sentimientos;
como de ellos el instrumento
armonioso, llamado violonchelo;
y también un piano
a nuestra relación más arrullando,
de sonidos tan tenues
que agitaba más la pasión
de nuestra cama de lujuria;
con caricias férvidas de amor,
esperado ante mí de calor,
pero quedaba vesánico,
porque tenerla a ella,
era como comer un fruto
dulce que alimentaba
más él orgasmo de esa esperada unión;
que teníamos los dos,
donde terminó libidinosa la relación,
cubierta de excitante pasión.

Me dejaba mudo,
los ojos cegados
por ver su cuerpo desnudo
y con el corazón palpitando,
por sentir esa carne
que era tan suave
en la noche apasionante;
y feliz por ese romance,
donde consumía de ella cada parte
de su cuerpo con agitantes
besos de mi deseo tan penetrante.
Y tenía un orgullo
tan indecible de esa relación,
¡que por fin se logró
esa esperada cohesión!,
¡qué tuviste un cuerpo!,
qué amaste. Y que era suave,
como los pétalos de una flor
en las noches de inevitable amor.
¡Sí cómo olvidarlo!,
sí era como una flor
que al solo besarla me llenaba de su olor;
que sin mentir está en el viento
de este sublime verano
abrazando mi cuerpo,
y del cielo va cayendo
pétalos sobre mi ser cubierto,
y de todos ellos,
como señal que no olvide ese amor
que añoras tan fuerte,
en donde solo deja dolor.

Al sentir estas cosas,
fue nada más qué un despilfarro
de ahogante llanto,
que viví del pasado
al recordar lo que amo,
y ya lo que no abrazo.

“Ahora explayaré,
cómo siguió el día del verano,
¿qué sucedió esa flor en mi mano?,
¿Qué acciones hice después de estar aterrado?,
¿Qué cosas dije del idilio consternado?”.

Pasó todo esto:

Flor caída de mi estío eternizado,
de este atardecer flor que haya agarrado,
y por ser ella en parte lo triste,
ya una flor con pétalos marchitados,
porque ya hoy no existe,
por eso ha perdido ya sus matices,
la flor que he tenido en mis manos,
siendo la dama que murió en cicatrices
la vez que no la vi más en mi verano,
como este que solo estado en desvelo
desde anoche idilio apasionado,
que estoy ya que me congelo
por no hallar un halito que borre lo apenado;
de mi lágrima elegía en mi pañuelo
que son los pétalos de la flor,
¡donde ya ella perdió!
el aroma del meloso amor;
y sintiendo en mis mejillas que murió
tan solo al secarme las lágrimas, por el desamor,
con sus pétalos y que han caído
inundando en las plantas en maleza,
por ser tan grande el dolor de mi destino,
por no cautivar ya en mis redes esta belleza.

Mis esperanzas son vivir,
en la vida poder seguir,
y así no sucumbir en sombrío
de mi tarde de frío,
ahora me despido,
flor de mi corazón partido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario