miércoles, 29 de febrero de 2012

El mundo se convierte en la poesía que quería tener.



El mundo se convierte en la poesía que quería tener.

Porqué a veces al pensar os haced olvidar tantas cosas del mundo, y entra solamente esos cosmos en vuestro razonamiento, al cual percibís mis sentimientos, que solo anheláis a un etéreo sueño, aquel sentimiento vuela tan solo en un aire de tañeres, viviendo ahí fuera de este orbe, pero cuando os despertáis, estáis solamente en frente del tonto vivir y os veis entre aquel cúmulo de muchedumbre, caminando y aún pensando, y a veces me pregunto ¿porqué mejor no apartar este mundo de mis ojos?, y solo existir ante una vida del clasicismo, del romanticismo, y de aquel dandi surrealismo de un sonar que mi espíritu siente, como entre una composición de piano, de sinfonías, óperas sonando, de aquel virtuosismo escuchando, entre sopranos y tenores, contemplándolos entre ese indecible y mágico teatro, de aquellas melodías, armonías, y cándidas polifonías que van encima de la poesía, que no son falorias sino esa sacra musa que mis ojos entre el risueño mundo adora; donde hay deidades amándose, él amor, la vida de un mundo que de mis pensamientos no olvida, solo permanece cuando pienso y sueño. Y porqué no olvidarse de que hay en el orbe aquella astucia de las cucas económicas, y mejor irse de ahí, y volar en un fóculo al cual acariciéis a vuestra alma, donde todo sea amor y modulación, y sonidos de aquellos chelos, violines, clarinetes y oboes, pianos, obras sonando y nada más que tocando, amando, como de Frederick Chopeen y Beethoven, de Amadeus Mozart y Bach, de Haydn y Franz Liszt, de Franz Schubert y Rachmaninoff, y entre ellos Gustavo Malher y, Debussy, Robert Schumann, Antonio Vivaldi entre otros. De aquellos compositores de aquel siglo romántico, si ellos hubieseis vivido como el paraíso, donde no coexistía aquella economía, seguro vosotros seríais felices, amaríais a vuestras obras sin cualquier angustia, que suele ser entre la historia de cómo hayáis vivido vosotros, solo que regodeado o mustio, donde tenéis que buscar el con qué comer, aunque vosotros lo hacíais con sus opus mágicas, pero si el mundo fuese diferente, no hubiese habido pobreza ni riqueza, donde la nutrición hubiese sido aquel frutal del huerto, nuestro espíritu fuese otro arrullo, los cantares no fueran mestos sino viviríais de una paz de orgullo, pero antes de Cristo ya se veía la adoración del oro, contemplabais vosotros hasta dioses a través de mil historias, y había solo uno en el orbe, pero nadie entendía quizá eso, mientras sino hubiese Eva con Adán comido aquella manzana prohibida, todos no viviríais de esa condena, donde la malicia existe, donde la mujer tiene a dar a un vástago resquemor, si estuviese aún el paraíso, seguro que todos fuesen a un solo arte, y de ese arte solo vosotros dormiríais y sentiríais la palabra de calma, como en profunda alma, vida y solo pasión, sonrisa y solo amor, cariño, quizá a una deidad, aquella dama entregada al lecho del férvido amor, noble y plácida, sin ser en rostro pálida, se conjeturara ilusión y más efusión, fuera un destino célebre, un sonar cantado, obras ante su amor reventando, sería el siglo romántico, sin malicia de un mongol leviatán o Lucifer, sin tentación del pecado, todo sin ese demontre, sería el siglo romántico sin guerras de lo que sucedía en aquel tiempo de batallas, donde la belleza de la vestimenta aún se permaneciera, y así del siglo XXVIII donde había: arte, amor, poesía, y lujuria ante el romántico sincero querer, donde se copulaba hasta en la fantasía de un clavicordio, al cual se pintaba belleza de damas desnudas ante un paisaje, en la tapa de aquel piano, donde se consumía ese sabor glorioso, junto al sonar tañendo, y mientras sonaba, él besaba con tanto amor poético, y si sonaba más, era el sentimiento de más besos y más pasión en el lecho de la pasión, donde las notas aceleraban su tono, y donde el mismo corazón de cada quien palpitaba de más notas del amor, de más anhelo de su aposento sonador, dulce y apasionado, loco y enamorado, era así, sí así lo era, una vida de una historia soñada y aventurada sin elegías.
En aquel tiempo existíais tantos escritores, poetas y músicos, de la gloria de una pasión, si aún estuviese esa era pero con aquel paraíso no existido, así el mundo fuese solo pasión y cantos alabados, cantaríais los astros, los mismos serafines y querubines del reino santo, Dios apareciera y hablaría con nosotros, veríamos la vida de otro siglo poético y romántico, pero recién ahora todo es diferente, y el mundo a lo de antes no entiende de nada, tan solo son distintos entre el gusto inmenso del profundizo amor, hasta en lo libidinoso ante una cópula ardiente, donde en ese ambiente se escribía música, donde escribíais hasta poesía ante la espalda de vuestra amada, donde vos respetabais los valores sentimentales, por ser vuestra musa inseparable, donde de verdad la queríais, pero ya ha dejado en este orbe de existir, y solo coexiste la infelicidad. Hubo un Don Giovanni pero el cual solo en pocos romances fue, pero el arte de un caballero dandi estuvo en aquel mundo venerado de su sentimiento ante lo más sano de una flor, a la que se olía y se consumía en su aroma, que se acariciaba entre las notas de una composición, amando sin engaño, y solo a ella llenando del amor cantado. Es mejor ser como uno quiere ser, y vivir hasta que llegue el día, y hacer lo que en la vida se debe cumplir, y si hay una flor y es ella no sucumbir, sino subir con ella solo con el aroma de vuestra poética música bañada de la historia de los tonos del gran amor; y seguir sintiendo hasta en la misma alma, ser vos mismo, solo así el arte de vuestro sentimiento será cumplido, y no perfidia habrá en tu destino, algunos son alegres y otros tétricos, pero la verdad del destino se lo hace uno mismo, no otros, y si ya no se está en aquel tiempo, solo crecer en la alegría de las notas para solo crear en hablabas notas, lo que de verdad quisisteis decir y dar a conocer vuestra forma de vivir. Así es y así será, solo puedo vivir enteramente contigo, sino, he de fallecer, las notas de mi sagrado piano se cumplirán hasta que vea la luz de mi tranquilidad, ahí sé que estaré y sé que en el pecado me limpiaré, porque sé que quizás peque, nadie es perfecto, y nadie es Dios, solo seré un mundo donde roce el amor y a la cortesana mujer, donde estará siempre unida de mi querido ser, ya todas las palabras de un poema de prosa se dice, de la imagen del mundo que anheláis decir, solo que vuestra alma y a vuestra lis.

II

Un día en la mañana me levanté pensando en las cosas que quería hacer, eran quizás pocas cosas pero en el sentido del más allá eran muchas glorias, quise solo seguir la introspección de mi ilusión, fui a donde tenía que ir, estuve ahí, aprendí muchas cosas, amé el tiempo que estuve ahí, soy lo que soy y lo que quería ser, lo había pedido tanto, y entre el mejor milagro de los sueños conseguí a un sahumerio de lis, viví respirándola, era lo que quería, los años habían pasado ya, y solo sostuve la fe de florecer y el de venerar, la fantasía de una noche de luna como en un clavecín sonando, creció tanto la rijosidad de ese honesto amor, viviendo en aquella noche y noches de la vida, al contemplar tan solo que óculos astrales, nácar y como la perla su misma carne, cabello como el crepúsculo del sol y rojizo, vestida de gemas, zafiros y berilos, entre su vestido blanco y carmesí como la misma flor, tan maravillosa que al verla se me iba la respiración, al verla me olvidaba de que existía Dios, era más que una obra de arte, era más que una poesía, era más que una música clásica feliz, era más que la felicidad verle. Mientras esa noche os tenía, os besaba y tocaba el clavicordio, sintiéndoos vuestros senos en mi pecho, vuestra cavidad íntima en mi glande, vos en dúctil belleza tocabais igual el piano, conmigo ahí, los dos, felices, un sueño, un amor, una pasión al mundo adorado, solos, en una noche, el paraíso, la vida querida, el amor que vence a los anatemas, a las tristezas pérfidas, era aquel amor una lluvia de perseidas acompañando del firmamento, en la costa los delfines cantando, Dios del inmenso firmamento sonriendo, entre la quimera de mí visión veía todo eso, así fuese entelequia qué hermoso fue, pero si fue hermoso besar y consumir hasta quedar sin fuerza a la condesa, algo que mi alma entre noches no olvida aquellos recuerdos de mi remembranza, como aquella damisela o una duquesa, una cortesana, una dandi, era todo para mí aquella lis, aquel perfume anhelado, y aquel sueño de crecer, solo que con música y poesía, era ella más, si así era, y así vivía de mis mil noches hasta amanecer amándonos, donde nuestra forma de vivir fue, y solo fue hasta estar añejos, vetustos pero sin irse ese mismo amor, él crecía siempre cada segundo más, nuestra figura era feliz, donde el mar era nuestro refugio de amor, en aquel fóculo de un aposento, donde no había nada de ciudad, sino un paraíso del amor, una música que cantaba a Dios, mis músicas y las de ella que escribía, nuestras poesías, nuestra alma que jamás olvidaba de la memoria, el amar, nuestra historia juntos, de un amor honesto y noble, y donde estaba tan relacionado los compositores, de aquellos tiempos, de aquellos, como lo más sobresalientes ante nuestro vivir, Bach, Mozart, Haydn, Beethoven, Chopeen, y Liszt, de esa ternura vivíamos, vivíamos en el piano tocando, y entre chelos, violines, oboes, amando, sintiendo las sinfonías, sonatas como el claro de luna de Ludwig van Beethoven, número catorce, de sus tres movimientos, y vivíamos el primero en mis sentidos, por no haber podido conseguir aquella vida que gritaba, del segundo movimiento ya la alegría crecía al ir conociendo más música, y el tercer movimiento ya es cuando mi corazón explotaba de esas mágicas melodías en el piano de mi misma alma, y de sus sinfonías la chispa de esas inmensas obras siendo nuestra nueve composiciones, y de Haydn sus sinfonías poéticas y esbeltas que daban la imagen de un hombre luchador, pero la sonata número cincuenta y nueve del adagio cantábile de su segundo movimiento, donde expresa tal apasionamiento y tal lúgubre vida de su sentimiento, y que renace luego de su vida de esa tonada, donde así me pasó en la tonada del vivir, como al no poder tener vástagos, y luego renace, de Mozart sus óperas, su adagio cantábile de la sonata Kv doscientos ochenta y cuatro que es sumisa en sonidos y cantada en alegría inmensa, es lo que hacía reflejar a esta vida nuestra, su Réquiem, misa de difuntos, en ella nos involucramos para llegar al paraíso en almas, y felices del pecado para no yacer en el infierno mustio y congojoso, de Chopeen, sonatas, preludios, hasta estudios, polonesas como la opus cincuenta y tres de la heroica, del heroísmo de este amor que jamás murió entre las escalas y acordes de su entonación sino creció y solo en ese fóculo de eufonía vibró, y la opus veintidós igual, es así y será, impromptus compuso, como la fantasía opus sesenta y seis donde empieza agitato en aquel piano, dando así nuestra imagen de esos besos apasionados, y al cambiar baja la aceleración de lo cantábile, sino ahora en ese querer cantando en el piano, y luego acelera y aumenta más el volcán de nuestra erupción de esa relación fogosa. Valses alegres compuso como el Vals número diecinueve, tan romántico es que me hace ver flores de nuestro paraíso de paz, de sus conciertos para piano, del romance largueto y del largueto del opus veintiuno, de todos ellos que fueron romance de nuestro idilio férvido y más que amadísimo, igual que de Beethoven su emperador opus setenta y tres, número cinco, de sus tres movimientos maravillosos que suenan a nuestro sentimiento calmando entre piano y violines de predilecta beldad, de cada sonido su amor para nuestra paz de cantar, igual que aquellas fugas sonadas del mismo Bach o de Beethoven, y los poéticos nocturnos de Frederick Chopeen, que eran el lenguaje alegrísimo y lúgubre, pero siempre siendo una musa muy refinada de su alma, donde la veíamos nosotros como esa lluvia que nos mojaba mientras nos besábamos en aquellas noches nocturnas, de sus nocturnos anochecidos como nosotros al tocar sus obras magistrales, como lo era mi lis, así de igual manera entre la noche, más tocábamos en el bello piano a Chopeen por sus nocturnos que compuso en esa noche romántica, como lo era nuestro amor, y de Liszt sus obras sinfónicas y estudios transcendentales, como la ricordanza entre otras obras, como la rapsoda escandalosa y caprichosa de alegría inmensa, fue lo que nos alegró en querer tocar en una noche porque era el gran amigo de Chopeen, así como sus consolaciones como la número tres que despierta poca alegría así como al escalofrío que viví de mi sendero pertinaz, pero que renací a más opus de aquellos compositores clásicos del amor como Liszt, su nocturno número tres sueño de un amor, como nuestro sueño de estar al final sin sucumbir del existir, sino amar como a nuestro sueño verdadero de esas notas apasionadas y enamoradas de nuestra forma loca de vivir en el amor, tanta poesía junta que era peligrosa, porque aquellas músicas nos hablaban en verso, y nos decía que hagamos lo que nuestro corazón oye, que siente y ama, de esos sostenidos y bemoles, de aquellos mazurcas y scherzos de música cantada de Chopeen, de mozos hasta rancios, tantas locuras de la pasión volcánica hicimos, que ni siquiera tuvimos vástagos, no importa que este amor no haya podido dar familia, solo crecimos en la aventura y el anhelo de un romance hasta arcaicos, no lloramos, pero hubo un milagro, Dios engendró, emanó dos vástagos en la cavidad íntima de mi obra de arte, nacieron dos composiciones, mi mundo se maravilló y sentí ese amor como progenitor, y aún estando así, dejé las enseñanzas de aquel orbe que vivía con mi poesía. Ahora escribo desde los cielos, y a lado de mi poesía, aunque la beso igual como antes, la devoro igual de apasionante, la amo porque no existe otro ente o vida para amar, solo son tres, y de esos tres es, mi familia, nuestra música, y nuestra poesía, ahora debemos descansar, hemos vuelto a vivir lo de aquel pasado, entre pocas palabras pero imaginándonos tanto amor de aquellos días y años, que hasta lloramos y nos abrazamos, hasta tocamos el piano y nos alegramos, solo mis ojos vieron a una visión y de esa visión crecieron tres bienquistas pasiones, ahora debo irme ya, yo os amaré siempre, y recuerda que estas letras y palabras son de cada sílaba un beso, una flor, y un abrazo para ti en vuestra desnudez, y el gozo poético del amor en el deseo pasional, hasta pronto vida mía, amor mío, eternidad mía, fuego mío, locura mía, ¡ay amor, cómo te amo, ay qué soñar, qué feliz, feliz soy!, sigue amándome, amadísima mía, diosa y lis mía, sois todo para mí, siempre tuyo, siempre mía, para siempre.

lunes, 27 de febrero de 2012

el heroísmo y romance de una magia del sonar.




el heroísmo y romance de una magia del sonar.

Era una pareja de amor,
donde vivían el sentido de la poesía,
de música y de la pasión
entre su lecho fogoso ante melodías,
mientras él tocaba sentía ardor
por solo sentir la presencia de su querida,
mientras tocaba la polonesa de la opus cincuenta y tres,
solo con su mirada llamaba a su dama bienquista,
donde él con sus brazos la socavaba de querer
a su alma de deliciosas caricias,
solo amándola sin irse de ese ser
que solo amaba como un amor a una poesía,
no dejaba de tocar esa obra de la mayor,
mientras tocaba la consumía,
era solo que el divino compositor
que hacía magia en ese ambiente de alegría,
era tanto el fuego del amor
que sus ansias en la noche más crecían,
seguíais tocando de pasión
y luego la polonesa iba ser fantasía.
Dejasteis de tocar la modulación
y simplemente el piano cobró vida,
solo él sonaba de esa ilusión
para alentar a vosotros de esa caricia,
vivían con un férvido corazón
amándose de tanta sonrisas,
mientras os consumíais más,
más la noche brillaba de su ambiente,
mientras os queríais con tanta paz
el piano cantaba entre sus entes,
habían perseidas y estrellas fugaces
y él pidió mil anhelos,
había pedido que su amor fuese eterno romance
y así su corazón sería fuego,
se cumplía el deseo que arde
donde su mujer expresaba más enamoramiento,
esa noche se amaron a lo grande
donde su heroísmo era eterno,
así como de la polonesa apasionante
que sonaba en sus corazones de aquel lecho,
su piano siempre fue vate
y en eso fueron vosotros sin juegos,
donde os acariciáis entre la carne
sin decir adiós a lo que vivís de apego.

Eran una correlación tan de iguales gustos
donde los dos tocaban el piano,
estaban enamorados de los nocturnos
como de las obras de Chopeen de lo romántico,
así como de sus polonesas
que era el lenguaje de su mismo mundo en que vivían,
el heroísmo de un amor que revienta
ante el ardor de sus poesías,
no solo eran músicos en la existencia
sino también escritores,
entre ellos os escribíais su poema
de lo que sentíais de sus entonaciones,
cada día que pasaba eran etopeyas
de esa historia que tenían de ardores,
sin alejarse del mundo que aman de querencia.
Al pasar esa noche de su polonesa férvida,
durmieron entre la lujuria apasionada,
pasaron una noche de pasión eterna
donde fue una relación sincera y entregada.
Os levantáis de vuestro lecho,
que es el terreno de sus melodías,
y el hombre toca un romance largueto
que es de Frederick Chopeen de lira,
el segundo concierto para piano de aliento
que permite a que su relación sea más poesía,
la mujer no aguanta y besa a su pecho,
sus caricias de sus labios son sumisos,
el hombre queda solo ardiendo
por la cálida dama de su destino,
por tal música que tocaba del romance largueto
era lo que a la mujer le despertaba el amorío,
era tan hermoso ese concierto
que él expresaba pasión a su único idilio,
vivían de un romance de ensueños
que veros quisiera ir ahí sin martirio,
eran así aquellos poetas del momento
que se adoraban en su mañana de cariño,
sonaba imaginariamente chelos,
oboes, clarinetes violines de sonidos,
era ese santuario como el cielo
donde solo eran la magia de un delirio.
Eran hasta océanos y volcanes,
llenos de esa fuerza de amar,
eran así ante lo apasionante
que se agitaba en sus corazones de cantar,
era un mundo no despreciable
sino un mundo de solo fantasear,
habían solo óperas y cantares
en aquel fóculo de arrullar,
era fabuloso ver su tal arte
en donde se poblaba solo paz.
Se dieron cuenta que amar es más que el cielo,
que no tiene límite en la galaxia,
que es una magia que hechiza hasta el firmamento
por ser solo que romanza,
y que de todo ese universo
enamora a las estrellas y soles de alabanza,
por eso que poemas son aquellos alientos
ante una melodía de magia,
que hacen ver a otro mundo de sueños
como en ese romance de gracia.
Es así y siempre lo será,
sin poder el amor irse,
por ser ese gran romancear
que en su corazón existe.
Es así y vencerá
hasta que Dios abra sus alas,
hasta que se llegue allá
y se pueda entrar en almas,
solo que con ese entonar
de lo que es el piano de pasión amada,
solo que con ese arrullar
se llegará para la calma.
Es lo que todo amor espera,
es lo que un corazón anhela,
solo que ese mundo de amor
solo que con aquella condesa
para respirarla como flor,
sin poder irse de ahí,
y sin poder dejar de quererla,
por ser su amado vivir
que tiene en su corazón de poemas,
eso es el amor que llega simplemente,
como en el corazón que ama,
para la entrada esperanzadamente
sin llorar sino ahí amarla,
es y lo es apasionadamente
en su dulce remembranza,
que no olvidaría de su ente
lo que ha pasado con su dama,
que es esa pasión de sonidos tenues
entre la noche hasta la gloriosa mañana,
donde disfrutaron alegremente
sonriendo entre su relación de romanza.

sábado, 25 de febrero de 2012

El amor de un violinista ante una pianista.



El amor de un violinista ante una pianista.

Claude Achille Debussy existió en el temple mundo,
y sin saber se enamoró de ese fortunio,
era tan solo que un compositor francés
y sin darse cuenta en la ternura pobló su ser,
nada más que en el siglo diecinueve y veinte,
del año mil ochocientos sesenta y dos,
que componía durante su vida alegremente
hasta que sucumbe en Francia el compositor.
Compuso en aquellos tiempos de su vida,
un sumiso claro de luna;
el que despertaba en su alma esas cantigas
que son versos en su música,
y que está en el ambiente de la lira
que absorbéis vosotros de su aventura,
y que lo toca Merinos Arias Gilka,
y su prometido Leansi Jarol en un violín de locura,
viviendo así su alegría,
que solo viaja en las ligaduras,
así como del piano de melodías,
de esos acordes que triunfan,
en el fondo de ellos de armonías,
y aquella cortesana sin tumba,
donde solo en ese sonido vivían
y entre miradas os mirabais sin injuria,
era un amor que era más que poesía
donde tocabais juntos con ternura,
os besabais en el piano llenos de vida
por amarse en su romance de dulzura.
Estabais siempre juntos agarrados de las manos;
os acariciabais cuando tocabais,
como el claro de luna en el piano
entre la noche entera de su idilio que amabais,
erais vosotros aquellos compositores mágicos
que queríais a ese idilio en el que os romanceabais,
no coexistía nada trágico
porque en el amor siempre os abrazabais,
ni siquiera se veía entre sus cantos un tártaro
sino una lluvia de millones de cantos,
flores al escucharos cantaban,
había hasta vela en su piano,
había belleza en aquella cortesana,
belleza hacia el amor puro y apasionado,
la obra de claro de luna aún sigue en almas
en esos acordes y melodías cantando,
los ama Debussy en su tumba de Passy,
por saber que vosotros tocáis enamorados,
y que son en la tierra el mundo dandi
que dan asombros en lo honorado,
así como lo era Antonio Vivaldi.
A Debussy le gusta que améis a su canto
para así sentir que aún vive con perfume del jaborandi,
vestida Merinos Arias de un atuendo dorado
qué maravilla a los ojos de su violinista,
su cabello fusco como el espacio
que mira él a ella como su cortesana pianista,
tiene un cabello tan adorado
que el al tener el violín siente su perfume amado,
viven de lo feliz que gustan hacer,
entre tardes tocando,
entre su risueño querer
que solo canta poesía de lo arrullado.
Pero toda esa pasión que os teníais,
ese vasto e inolvidable amor,
y que en el fondo vos siempre amaríais,
tan solo en una enfermedad todo feneció,
aquella dama se convirtió en elegía,
tan solo que para él,
su pasado en su memoria quedó fenecida
en los recuerdos de aquella mujer,
no os abrazabais los dos más,
él no soportó y salió de esa vida,
aunque doliéndole como un puñal,
iba corriendo de su corazón que quería,
mientras corría lloraba,
no soportaba que su amada fuera trueno,
quizá un anatema de su alma,
no entendía el porqué de su amor eterno.
Mientras tenía toda esa congoja desesperada
sonaba en el fondo un piano de Franz Liszt,
la consolation número tres en re bemol mayor,
sonaba y su mundo al correr era gris,
se volvía su alma un poema de dolor,
no imaginó que su amada iba ser sufrir
solo pensaba que su amar iba ser amor,
su tristeza duró mucho hasta que fue cicatriz,
el alma de su piano fue resquemor,
aún ese anatema no se aparta de su vivir,
y no supo más en donde quedó su flor,
no la vio más en su existir
solo sabe que en su corazón la amó,
se perdió esa unión y eso que andaban juntos,
tanto cambió esa enfermedad a su cortesana,
que no lo creía en su mundo
porqué él si la amaba tanto en alma,
porqué si tenía ya el fortunio,
no pudo atacar esa enfermedad vesánica
a otra mujer en vez que a su ser jocundo,
para dejarlo ahora solo en la vida disipada
viviendo nada más que el inframundo,
pudo ser a otra pero no lo fue,
ahora solo toca el piano solo,
todo le parece en las notas fenecer
y cantan lágrimas del piano luctuoso,
insistiendo porqué él
y no otro amor del mundo loco,
compone muchas obras Leansi,
amando en lo lúgubre lo amoroso,
recordando quizás a su cortesana dandi
cuando la amaba en su corazón fogoso,
o cuando le hacía el amor este Don Giovanni
que era solo de su ser el poético sonoro,
que se vestía como un pianista dandi
así como del siglo dieciocho,
que gustaba tanto a ella ver a su enamorado
que hasta se exaltaba de su ser adorado.
Lloraba aquel hombre musicastro,
una noche solo en su dormitorio,
viendo las flores que hace mucho cantaron,
viviendo quizá un poco del holgorio,
pero en realidad tan solo que llorando,
no soportaba la depresión,
que fue al piano y tocó de amor,
se olvidó que se había perdido o muerto
y empezó a crear obras con su recuerdo,
ya nada de una vida triste
decidió que en la otra vida volvería a verla,
y ahí entregarle esas obras felices
y así de las tristes ya no estuviera,
seguro allá en el cielo habrían violines
y cantaran a su relación no funesta,
su memoria volvería sin cicatrices
y vivirían del amor que floreciera,
así fuese su existir,
así fuese su inmensa alegría,
así nada fuera sucumbir
y de gozo te llenarías,
fueras tan feliz
que en el beso de una nota fuera vida.
Así vivió aquel hombre,
hasta que feneció,
y llegó a ese horizonte
y a su amor tan solo vio,
se abrazaron en ese sacro monte
e hicieron el amor,
tocaron música de tanta emociones
que estaba bien ella en su corazón,
sonreían junto a esos acordes
que sonaban del piano de pasión,
y él tocaba el violín de fervores
que miraba a su amada de ilusión,
tocando la campanela del estudio número tres,
que sonaba en el violín y piano de amor,
que era de Franz Liszt de tanta fe
que en su mundo del paraíso vivían de lo mejor,
así sonó tanto que su amor dio florecer
y su mundo angelical tan solo de amor creció,
del fortunio vivieron en el desdén
y durmieron tocando esa obra de consolación.

viernes, 24 de febrero de 2012

Beethoven en una vida indecisa



Beethoven en una vida indecisa.

Suena un piano, la sonata patética número ocho,
es mi obra del movimiento dos,
del adagio cantábile sonando de lo honroso
para luego descubrir que no era el amor.

Soy a veces terrible y a veces noble,
y en el amor sensible como mis composiciones,
solo hay un amor que existe que es de mi alma joven.
Un día a ella la miré y me vio y dijo: “Beethoven”.
Mis ojos tontos tan solo quedaron
por tal belleza que mis ojos observaron.
Dorado su cabello como el mismo efluvio del sol,
mis ojos ciegos y se enamoraron,
no aguantaba mis ganas hacia el amor,
quería tan solo tener sus ojos que me miraron,
Pensé, ¿Dios mío esto es lo que es una pasión,
o tan solo son memeces que suceden?,
banales cosas en una inquietante visión,
pero esos ojos hablaron a mi piano siempre
y por eso que en ella me relacioné de ilusión.
Pero crecí en Alemania ante un soñado ente
y fue ella quien a mi alma de melodía enamoró,
fue ella quien a mí me hizo componer más,
ella fue la lira y definitivamente mi creación
que ante un piano de armonías y escalas agitó de cantar.
Estaba contento hasta por los momentos,
sentía que nada iba a terminar,
porque ella me amaba en su corazón de fuego,
y la quería como mi alma a su paz,
era tanto el amor que me volvía ciego,
así como entre los sueños sin ser pertinaz,
por ver tal belleza en su divino cuerpo
que me regalaba la estrella fugaz,
y que se lo había pedido en el deífico anhelo
para que viniese en mi aquella dama angelical,
fue así y qué hermoso fue,
viví de un hermoso amor,
hasta que no hubo más amanecer
por la enfermedad que a ella la mató,
creí que mis obras eran florecer
pero hoy me di cuenta que al perderla fue fallecer,
¡no sé de qué habrá muerto!
pero lo que sé que mi corazón ella tuvo en su centro,
a veces quisiera tanto llorar
pero hay momentos que me toca solo cantar,
quisiera a veces decirle a Dios
¿por qué fuiste así para dejarme solo en el dolor?,
si nos amábamos los dos tanto
porqué me dais ahora tan solo que el llanto,
puedo repetir mil veces mi desolación
pero no repetiría lo hermoso que nos pasó,
porque es aquel recuerdo que duerme
y aquí en el destino está como en mi corazón,
y así solo verte será en el piano que fenece
en aquel idilio que en mi perfumó.
Cómo os amó este pianista poético,
que en cada noche os cantaba,
vos ahí acostada en el lecho,
con plenitud os acariciaba,
y que quería junto a mi pecho,
y que no me iba ir de vuestro alba,
si no estaría ahí para amarte entre besos,
era aquella vida que en ti solo viajaba
consumiéndose así el momento del sueño,
me di cuenta que es una sonata alegre y tétrica,
donde solo río y lloro por no ser dueño,
ya, porque estáis en los sonidos de la patética,
solo de vos son los sonidos risueños
que suenan por teneros en su recuerdo que pena,
mi vida será ahora un infierno
que soportaré no recordándote,
para poder llegar así sin menos duelo
hacia vuestros brazos amándote,
no me queda de otra mi ángel,
así debe ser para no sufrir,
aunque duela tan grande
mi alma allá ha de subir.

Durmieron las notas por muchos años,
durmieron en mi alma de poeta,
se adormecieron y despertaron
entre una sinfonía nueve de querencia,
había sufrido un tiempo de mí oído,
no oía a nadie en las sendas,
vivía después del dolor más lo contristo,
quería retar al mismo Dios,
el era injusto en mi mundo perdido,
a veces sentía que solo era mi música y yo,
que nadie más estaba en mi destino,
solo mi sordera y mi fe hacia su corazón,
que era aquel ángel que me dejó solito,
me eché al abandono,
nadie entendía mi razón,
saber que sois sordo
y que ni oís solo quieres irte a la desolación ,
estaba en el mundo caduco y solo
que solo la música era mi aliento de consolación,
pero fue aquella sinfonía nueve que creé,
que soñaba que ningún ser humano debe sucumbir,
que todos somos hermanos en el ser
y que por la luz de Dios somos vivir,
que tantos años a esa obra soñé
y que ella fue la que me hizo seguir,
a pesar de mi sordera tuve fe
y ahora solo tengo a mi alma y a mi violín,
que me acompañan en la lobreguez
y en mi respiración sin sucumbir,
llegue a presentarme ante el cúmulo de la gente,
me vieron y sonreí,
nada de un Beethoven era muerte
sino en el desaire un virtuoso querubín,
el que toca el instrumento que vence
hasta la hora cuando amáis a un clavecín,
es así y no debe retroceder el tal ente
cuando anheláis luchar hasta el fin,
ahora desde el cielo escribo,
tengo a mi lado el perfume más dandi,
tengo el aroma de mi destino,
soy feliz y ahora es una sonata como sinfonía de Vivaldi,
la cual suena en este paraíso
y que respiro hasta aroma del jaborandi,
es una vida tan hermosa que vivo
que jamás pensé que iba a tener este camino,
ahora solo sé que Dios existe,
que a pesar de todo me ayudó,
y fue él, el que me hizo volar libre
como a mis notas sin decir jamás adiós,
sino aquella alegría no extinguible
ante el edén que me toca vivir hoy,
no solo sino ante un ser sensible
que mi alma ama ahora de tanto amor,
ante mi ángel no invisible
sino en alma y cuerpo que amo yo.
Gracias a la vida por levantarme;
gracias a vos por amarme,
agradezco a mi fe por hacerme compositor,
y no hay languidezco ya ante mis obras de gran amor.

martes, 21 de febrero de 2012

Rachmaninoff entre sus obras más cuitas.



Rachmaninoff vivió en Rusia,
se dio a conocer en su maestría,
aprendió a componer con astucia
para vivir en ese mundo de armonías,
tenía el anhelo de hacer música
entre obras como gran concertista,
compuso conciertos para piano en la locura,
estudios tableaus y sinfonías,
nació en mil ochocientos setenta y tres este compositor,
amaba la música como a una poesía,
se relacionó con Franz Liszt como su profesor,
le enseñó mucho a este artista,
quien luego iba a tener como a mentor
más importante de Peter Llich Tchaikovsky de su vida;
con quien se la llevó de lo mejor
entre charlas tocando como un dandi pianista,
de palabras tan románticas en el piano de gran amor;
compuso su preludio opus tres número dos de su lira
en mil ochocientos noventa y dos,
con un movimiento lento y fortísimo de su armonía,
dando a su obra en la tonalidad de do menor
el cual es una historia que vivió en su mundo de agonía,
donde a veces el destino no está como quieres a esa flor
donde solo es mustia sin risa,
y pedís al cielo ese humor,
y solo trae melancolía,
a veces queremos vigor
y hay solo que perfidia,
suena lento y luego cambia a lo agitato,
su preludio que toca de su alma,
donde nada fue lo enamorado
porque zahiere la ardiente espada,
donde solo en un piano nos centramos
para ahí vivir y componer las palabras,
donde nos enfurecemos entre acordes,
donde vivimos las vistas de una historia mágica
y el cual solo damos las mejores voces,
es así y debe ser así en la vida,
donde solo somos poetas de un escrito,
donde a veces es vida y morriña
y donde a veces morimos y sucumbimos,
es así la locura de un pianista
que existe y está en su paraíso,
no hay otra marea en su mar,
solo existe un océano que llora,
como en sus notas de sollozar
los cuales están centrado en unas hojas,
es así el infortunio y la felicidad
que vive en su Rusia de mazmorra,
donde su alma es presa sin libertad
y que pide a gritos a una diosa,
y vuelve a su tempo primo entre muchos acentos;
fortísimo en los compases sonando en su piano,
volviendo al mundo de miedo,
como su estérico sonido calmado,
de su espíritu de tan poco aliento,
donde solo hay flores de lo fenecido,
soportando su sonido los truenos
donde suenan las tonadas de lo fallido,
y que luego disminuye su ser pleno
para sucumbir al final de su sonido.

Es un momento de tal depresión de su ente,
que a más tardar compuso otra similar voz,
un estudio Tableau del opus treinta y nueve,
del número dos en la menor,
donde es un sonido tan tenue
y tan congojoso de su dolor,
donde vivía lo de siempre
a veces decepciones en su amor,
que no disfrutaba tiernamente
en sus mañanas del albor,
donde pintaba su mundo simplemente
con un pincel su paraíso este pintor,
así fue su ser en ese estudio sencillamente
donde evacuó su gran debilitado amor,
a veces queremos gritar en la alegría
y no hayamos ese mundo en el sonido,
solo corremos a uno de su simpleza cantiga
de las deblas para las notas de lo vivido,
son así a veces los sopranos en espinas
que cantan en mis notas de lo sufrido,
lastimando sus tonadas las morriñas
y que no apartamos sino en el vivimos.
Este compositor sabía qué sentimiento plasmar,
sabía que aliento o destino escribir,
él solo sabía de qué manera era su cantar,
o de qué manera se debía de sentir,
o de qué sentimiento al piano tocar,
él solo sabía su mundo del existir,
nadie más que su alma al entonar,
su alma en el sonido de fluir
como gotas de lluvia de su amar,
era así su locura de ser en sí,
así como una ópera de su felicidad,
así como una pasión ante un violín,
así como lo es y será sin llorar,
pero en su caso fue solo un mundo gris
donde fue abatido al deleitar,
y fue su sentimiento que lo escribió así
para ahí hablar y suspirar.
Así era mientras tocaba a su alma,
era así solo que las rosas que olía,
el perfume de su íntima tocada
al cual el solo se hundía,
conoció tanto de la música clásica
que su obra ya era legítima,
así de ese tiempo del barroco de magia
como en sus notas de una simpleza fina,
era así oírlo tocar desde su alma
como lo que daba siempre de sus melodías,
era como el rapsoda de sus palabras
para contar de su vesania que vivía,
era así este señor de la poesía de las mañanas
para pintar lo vesánico de su polifonías,
siempre estaba entre sus noches en calma,
velándose para escribir en su pieza,
donde respiraba el aroma de su noche mágica,
como inspirándose entre la luna y las estrellas,
su mundo mágico que vivía de las tocadas
y que recitaba hasta con su música poemas,
imaginaba hasta mujeres apasionadas
que lo acariciaban entre la noche fresca,
que él las besaba en el sonido que cantaba
a esas hermosas diosas que eran doncellas,
quizá en el insomnio él las desnudaba
y se entregaba en ese ensueño de su pieza,
era así de profunda su tonada que hacía el amor,
tanta pasión en su ser de poeta
que lloraba cuando despertaba sin la pasión,
así vivió él de gran quimera
que solo soñaba en ese mundo de su ensoñación
para hacer lo hermoso de una música de su naturaleza,
era así su ser lleno de efusión
el cual no se alejaba de esa entelequia,
en mil novecientos cuarenta y tres murió,
fue un gran compositor y director de orquesta,
a eso solo en su profundidad amó,
por ser su gran vida eterna
que no se alejaría ni hasta en el paraíso de Dios,
y que disfrutaría componiendo de su poema
para cantar a las diosas de su imaginada ilusión,
sin decirles que son solo quimeras
sino reales en ese cielo de tanta pasión,
y que olerá y disfrutará como sus condesas
sin dejarlas de amar entre su corazón,
fueran su tiempo de su alma tierna
tenerlas y amarlas sin desolación,
no fueran esas diosas de dolencias
porque no les diría jamás adiós.

sábado, 18 de febrero de 2012

La diosa Andrómeda de su rogado amor.



La diosa Andrómeda de su rogado amor.

Ojos tiene aquella dama,
vestida de un níveo atuendo,
la veo tantas veces en la mañana
que por pena no me acerco,
quisiera que esta inquietud ella perciba
que no sea mi pensar más tedio,
pero no percibe lo que me martiriza.
Mi corazón tan solo es un trueno,
truena entre las noches sombrías,
por no saber llegar a ese cielo,
porque es Andrómeda la afrodita,
que pido en paranoia ese anhelo,
que descienda su figura am i alma cuita
y así tenga el amor que ruego,
se fuera el resquemor que crucifica
como a mi espíritu de languidezco,
fuera un milagro en la vida
si Dios me ofrece a lo que quiero.
Pero los días son solo refugios,
así como en esta noche,
la esperanza de ese fortunio
para que me acompañe ante este monte,
pero no viene y me es un lúgubre nocturno
sonando un piano con dolor de Frederick Chopeen,
tañendo la obra nueve número uno
en el forraje de mi entristecer,
como en esta noche de infortunio
que suena lapidando a mi orbe,
no sé qué hacer sin lo puro,
porque es una magia que me ha hechizado,
quisiera que fuese humana,
que me mirase en los ojos desesperados,
y así fuese mi vida encantada.
Pero un día fui al río angustiado,
y una voz me susurró desde las aguas,
habían chelos, violines y contrabajos,
y sonaban junto a las voces de la hada,
ese aliento quizá apartaba lo cabizbajo,
y me renacía por sus brillantes palabras.
Quería esa deidad de los tiempos pasados,
me enamoraba por su beldad que rutilaba,
su figura se formaba en los astros,
tan dandi que observaba,
su atuendo dejaba mis ojos cegados,
era tanto esa hermosa esmeralda,
que quería ir a rozar sus labios,
pero estaba lejana,
y solo en ese río vino ese vaho,
que quería ese sol junto a mi alma,
para tocarle el melodioso piano
aquí ante la diosa que me calmara,
junto a este herbaje del santuario,
y así la vida sea un amor que canta,
y la ame en mi corazón volcánico,
seguro fuera cálida su manta
que rozara a mis brazos,
fuera un milagro si me abrazara,
si llega y me ama en lo sacro.
Y las palabras fueron llenas de magia,
cuando vino aquella hermosa hada,
aunque sonaban violines y arpas,
sonó también un nocturno de un piano,
de la obra sesenta y dos número dos de magia,
alentando así al hombre que moría por aquella dama.
Hada:”Dios os mandará ese regalo,
y renaceréis en la vida con la diosa amada,
no habrá dolor en vuestro costado
y vuestro existir será un vals de magia,
esperad un poco más que Dios es blando,
vos cantaréis a aquella diosa mágica,
perfumaréis con vuestra romanza,
los cielos de demencia será por su amor franco,
y no lloraréis más en la pasión vesánica,
y viviréis de la locura con lo amado,
pronto la desesperación desapareciera,
y estaréis con lo más deseado,
fuera amor vuestra existencia
si estáis vosotros en lo abrazado,
va ser más que la querencia
si copulan en lo enamorado,
tan solo bienquistos fueran
si vuestro existir es un tono de piano.

Los observo y son un gran poema
que tañe del amor más volcánico,
son de mis ojos desde las aguas la gran belleza
que tendréis vosotros lo más calmoso y eternizado.
Por tener el amor que revienta
hasta en las olas de lo oceánico,
arde tanto como un volcán su poema
que hasta en las letras arde de lo volcánico,
es así que hasta hace llover y dar tormenta
en el inmenso cielo con lluvia santa de lo vesánico,
y esa lluvia cayese en sus siluetas
y haréis vosotros ver al averno pánico,
por ser tanto su amor que expresa
hasta lo más imaginado,
porque él no tiene ese ensueño que besa
en almas el diantre de lo enamorado,
y como él ni puede amar en su silueta
vosotros seréis esa magia que me ha flechado,
con palabras más que eternas
que viviréis vosotros en su orbe de lo dulce y perfumado.

¡Qué milagro hubiese!,
¡qué tristeza de vuestros ojos derramaríais!
por el fortunio que fuese,
por el ser que amaríais”.

Y se fue la imagen de ese reflejo,
su pensamiento y sentimiento brilló,
y al tiempo llega desde el firmamento
la diosa Andrómeda que el tanto rogó,
era su felicidad vivir con ella cabalmente,
nada de postración hubiese en su corazón,
sino paz con ese ente,
y así de la vida dura y mezquina fue un milagro de pasión,
que él ahora tiene
y que hace el amor con ilusión.
Estáis vosotros tan alegremente
que os abrazáis en ese lecho de amor,
suena el piano tan felizmente
por quererse tanto en el ardor,
os besáis en el lecho tan dulcemente
que en el cielo de la noche dan fulgor,
y en el firmamento hay tan solo más luz
por quererse vosotros.
Son tanta alegría y beatitud
que arden al besarse de lo fogoso.
Son en el amor tanta entera plenitud
de amarse hasta en el sonido armonioso,
que suena de ese piano de una vasta virtud
como en esa noche de bellos tonos.
Los ojos de Andrómeda habían dejado de ver a Perseo;
y terminaron de ver a este ilusionista,
ganó y tuvo su mejor premio
que ama y amará ahora en su vida,
por ser el más hombre poético
que valiente ante su misma poesía,
que vive y vivirá con lo del firmamento
ahora amando entre las noches de alegría,
y que será su más inacabable aliento
que socavará en deseo hasta su piel consumida,
por ser un hombre tan honesto y sincero
tiene la libertad de decir que le ama sin elegía,
duermen felices en su aposento
gritando él entre sueños su victoria vencida.
Se entiende cuando se ama a una diosa del cielo
que solo a eso el hombre anhela tener,
no hay otros ojos para otro anhelo
sino que ese que le dio la hada y su poema de querer.

Y él con ese amor la liberó de su infierno
en donde estaba presa para fenecer,
siendo hija de Casiopea y Cefeo
donde Casiopea había proclamado que era el embellecer
más que las Nereidas ninfas,
así era de hermosa Andrómeda en su ser
que era alabada en su belleza infinita.
El poderoso Rey del mar llamado Poseidón
quería extinguir al reino de Cefeo,
había provocado a Cetus un horrible dragón,
ordenándole que destruya a ese reino,
infierno de los mares con terror,
por la envidia a ese pueblo,
ya había devorado a muchas personas de pavor,
y de acuerdo con un oráculo consultado por los asustados monarcas;
la matanza continuaría hasta que fuese solo extinción,
menos que a su hija Andrómeda fuese sacrificada
por el dragón Cetus y así se podría aliviar la cólera de Poseidón.
La muerte al final no se hizo ante Andrómeda,
porque la magia del poeta ayudó,
hizo que viese su destino con gloria
al ver dado su perfume de amor,
sus palabras sin derrotar en espada fue honra,
y Cetus al ver que existía una pasión
no quiso matar a la diosa,
veneró el afecto del hombre en su corazón
y escuchó las palabras de una hada con vidorria,
a eso se ennobleció el dragón
y la paz del mar empezó en esa historia,
y el Rey al ver tal querer se conmovió,
sintió que era mejor el amor que la deshonra,
se calmó y vivió de paz Poseidón.
Fue difícil pero con victoria
ante el corazón que moría en el herbaje de pasión,
agradeció tanto la diosa Andrómeda
por esa magia de tanta poética ilusión,
que veía al firmamento esa diosa
y que no resistía cómo rescatar,
pero que con palabras lo hizo ante su rapsoda
que en poco la trajo ante su hogar,
todo esto pasó así en su alma,
al ver tanta música de piano,
al ver tanto ruego para su amada
viniendo lo mejor para su corazón enamorado,
duerme feliz de verdad en la cama
besando a un ángel seráfico,
que le acaricia y que tanto ama
a ese ser con lágrimas y con amor mágico.

El amanecer de una gloriada unión.


El amanecer de una gloriada unión.

En esta mañana siento frío,
el aurora está sin sol a lo lejos,
y vos estáis conmigo
calentándome con vuestros besos,
y tintineáis eternales sonidos
por un nocturno diecinueve de sentimiento,
de Frederick Chopeen en el amorío
ante nuestro refugio de apasionamiento.
Su sombra aparece en el piano enardecido
por soñar este amanecer que tenemos,
todo es melodía en este paraíso
al cual alimentamos con versos,
de palabras románticas,
son aquellas que son eternas,
que viven en el alba,
nos besamos y vuelan
esos vahos de palabras,
recitando por lo que sucede en la naturaleza;
son las deidades que cantan
entre oboes, chelos y espinetas,
llenan a nuestros cuerpos la magia
de ser exultación entre las estrellas.
Luces damos hasta en la alborada
por sentir esa magia de perseidas,
que no dejan de caer a nuestras almas
porque somos bendecidos en el poema,
por ser el villancico de las diosas sanas
que florecen en cantos en la tierra,
la miramos mientras nos socavamos,
les gritamos por ser la exultación,
nos amamos por sentir sus voces sopranos
que vivimos en el fóculo de amor.

Os acaricio con mis férvidas manos,
me siento como un volcán de erupción,
por sentiros que sois mi piano
a quien toco en armonías de pasión,
y exploto con lo apasionado
por sentir tan solo vuestro olor.
Me es tan grande amaros
que por eso en esta tierra soy vuestro compositor;
quien ha compuesto una melodía de lo romántico
que vivimos en esta tierra de ilusión;
y que en el fondo es una tonada de lo poetizado,
que somos en el verso de la poesía lo perfumador.

No os podré jamás de mi apartaros
porque ya sois la esencia de mi rincón,
os lo digo con todo lo más dúctil
que está aquí en mi corazón,
porque aún sois lo núbil
que está en este ambiente de sazón,
pero ahora dejaréis de seros
porque tendremos la copulación,
porque os besaré los senos
y os desnudaré por completa,
seréis mi ser pleno
que devorará este poeta,
poeta de este terreno
que os quiere con riqueza,
cómo me gusta oíros gemir
en tanta la libidinosa pasión,
por ser nada más que el centro de mí.

Y os amo sin desolación,
por ser del violín el latir
que suena en desafiante ardor,
que me hacéis feliz vivir
como en este amanecer de tanto amor.

¡Qué amor tenemos vida mía!,
¡qué locura somos cariño!,
ardor hay en ese piano de melodía
que suena del amor bendito,
de Frederick Chopeen de alegría
en ese piano de ese nocturno querido.
Es un amor que brilla,
que Dios cuidará hasta su paraíso.
Es una pasión que maravilla
hasta los seráficos del mundo divino.
Es una romanza que excita
por ver solo a mi gema de berilos,
Que es una dulzura que me acaricia
entre esta tarde ya del destino,
Es un fuego que me quema
cuando la consumo en el idilio.
Es tan solo un poema
a quien adorno con bellas palabras.
Es tan solo mi rutilante gema
que con beldad a nadie se compara.
Su piel es como la azucena
y su cabello como el rojizo alba,
es tan dulce su carne plena
que cuando la beso descubro una hada.
Es así tan mágica mi belleza
que jamás en el mundo dejara.
Contigo quiero vivir eternamente,
quiero disfrutarte,
quiero que seáis el violín dulcemente,
y quiero a vuestro cuerpo siempre amarle,
contigo mi alma es alegre,
hacéis magia hasta en las estrellas rutilantes,
es un sueño quererte,
soy dueño de vuestro amor fragante,
en ti voy a envejecerme
y no lloraréis como antes,
cuando andabais sola tristemente,
porque aquí estaré para amarte,
no quiero que me dejéis,
quiero que me queráis,
quiero que me améis
y por siempre en la vida apasionante.
No soy infierno,
soy cielo amor mío,
soy vuestro sentimiento,
soy así del mejor amorío
que escribe hoy unos versos
los cuales os abrazaran de cariño,
sois la más beldad del universo
entre los astros mi amada inmortal,
eres así en ese firmamento
con toda la sincera magia pasional.

Una noche del sahumerio apasionado.



Una noche del sahumerio apasionado.


Me estimula vuestro sahumerio
cuando apenas os acercáis a mí,
cuando os abrazáis de pecho a pecho
me hacéis vivir lo feliz,
porque sois aquel reino
al cual solo mi alma anhela vivir,
vuestro perfume entra en mis anhelos,
es tanto vida mía,
que me es una sensación oleros
que me dais ansias de vos afrodita,
estar de corazón a corazón,
de ojos a ojos codiciada mía,
desnuda vos y yo,
solos en la noche nocturna de alegría,
saber que sois mí amor,
así como el piano de las cuerdas de melodías,
y que no os alejaréis de mí olor
porque a donde vayas estaré en vuestra ida,
no os preocupéis que jamás pasará primor
por ser esa sangre que he consumido de por vida,
entre noches y alboradas del albor
amándonos desnudamente sin elegía.
Vuestro perfume entra y no me esfumo,
gran sahumerio que me da sensación,
sensación de mi cuerpo al tuyo,
ahí estando de corazón a corazón,
viviendo nuevamente con lo puro
que me mira de ojos a ojos de amor,
que brillan sus ojos de fortunio
y su piel suda por el anhelo de la pasión,
de su carne me lleno y me perfumo,
mi carne queda en su piel de emoción
y solo a su oído poemas susurro.
Dios nos ve y sabe que somos ese amor
que hasta hace sonar un piano más y más de murmullos
para alentar con una obra veinte siete número dos
de Frederick Chopeen de su poético nocturno;
llenándonos de lujuria e ilusión,
por andar entre una noche de lo pulcro
amándonos apasionadamente en el ardor.
Me gusta tanto oleros y besaros el cuerpo desnudo,
y me gusta que me améis vos,
porque siento que este será nuestro oriundo
donde nacerán proles de la copulación,
porque os entrego mi cuerpo desnudo,
y ahí a vuestro vientre daré polución,
y resplandecerá este querer hasta el firmamento por lo jocundo
por amarnos en lo vasto de la unión.
Y terminará de sonar en seis minutos
solo que la obra de la poética entonación,
es así de tanto fortunio
que amo a mi afrodita en la cama de la pasión,
saber que su piel es mía en este mundo.
Saber que soy su poeta,
saber que es de las palabras solo una,
y que es tan solo en las letras,
ella nada más que en la noche de luna,
solo que mi mundo en un: “Poema”
a ella definiendo inmensas ternuras,
oscureciéndose quizás los cometas
por absorber tanto de lo que deslumbra,
para poner a la poesía que es ella
y llenar de lo mejor en mi noche de locura,
que es solo que del universo las estrellas,
como de sus ojos que da holgura,
el reflejo de una deidad en belleza
que me incita entre mi noche de lujuria,
si amarte no es pecado y yerro
quiero solo amar,
si engañarte es infierno
ahí no quiero llegar,
pero si la santidad es solo querer a ese cielo
daré hasta la existencia con tan solo ahí volar,
y que sois aquel ser que canta como chelo
al cual oiré y amaré tocando con tanto amar,
sin dejar de hacerte el amor en el lecho
y sin dejar de saciarte en la eterna sed de mi arrullar.

viernes, 17 de febrero de 2012

El insomnio del amor

“Sentís mis caricias
que abrazan a vuestra piel,
sentiréis que es la alegría
de este brilloso amanecer,
como entre hadas bienquistas
que os alegraréis de este tañer,
son tan divinas
que de pasión me llené.
No es un idilio de espinas
sino un romance de florecer,
amaros es como la poesía
que ama a un querer”.

Hablando en el insomnio,
acariciando a un árbol,
imaginando a lo fantasioso
que vive aún en su costado.
Acompañado de un piano luctuoso
que suena entre lágrimas por lo amado.
Él no quiere entender lo espantoso.
Aún la ve como en ese árbol.
Él aún siente lo amoroso,
y el ambiente se transforma en lo congojado,
por saber que anda loco
y sólo de la defunción enamorado.
Su mujer era como el sol lumbroso,
y sus ojos como astros,
un día fue al mar rojo
y desapareció por el diablo,
fue al orbe por lo más hermoso
y se llevó a lo más encantado.
Ahora el amor es solo polvo,
y ceniza en la poesía de lo llorado.
Ninguno vio lo horroroso,
solo saben que puede que haya muerto,
y en la tierra él es tan solo
que ama solo a ese huerto,
donde está el árbol frondoso
imaginando a la damisela en ese cuerpo.
Dios nada puede hacer,
solo la vesania de ese querer está en sí,
cree que imaginando a su amor va volver,
y sin saber vive así,
en ese ambiente Chanson triste de su ser,
sonando Tchaikovsky de su Sad Song infeliz,
porque el árbol es una bella mujer,
él está ciego y ve solo ahí
a los senos , ojos y a sus pies,
siente que es feliz,
y en realidad a lo que acaricia es a su fe,
cada día que pasa suena de eso el piano y un violín,
llorando por el insomnio de su ser.
El árbol por consolar su cicatriz
le acaricia al hombre con sus ramas,
le abraza con su cálida raíz
para que sienta que es su seráfica,
para que no sea infeliz
y viva sin la pasión mágica.
Le aroma con su flor jazmín,
y el hombre se siente en calma,
aunque sea un loco existir
ella le acaricia con magia.
Dios no soportó lo injusto,
Y mandó al tártaro la justicia
Mandó a su poder puro
y rescató a la mujer marchita,
vivía de la lujuria en ese mundo,
los demontres solo la querían
para copular de su cuerpo desnudo,
y así para ella era la injusticia
y por eso Dios hace lo justo,
así los leviatanes sucumben en la vida,
la mujer vuelve a su fortunio,
y al hombre se le aparta la elegía
la cual dormía en lo profundo,
como en su alma cuita,
el hombre despertó de lo oscuro
cuando vio a su afrodita,
estaba ya sin lo rudo
y abrazó, y amó a su poesía,
la cual no era humo
sino ahora la real vida,.
Él árbol se sentía alegre
por haber aparecido el amor.
Él hombre agradeció a ese ente
por haberle dado cariño y pasión,
así haya estado loco su mente
iba a olvidar a su consolación.
Agradeció a Dios eternamente
por haberle mandado a su ilusión.
Vivía tan felizmente
que besaba en el lecho a su calor,
y hacía el amor dulcemente
que desprendía al cielo iluminación.
El infierno ya no existía,
solo había paz,
no había nada de morriña,
solo las ganas de cantar,
solo que el piano de armonía
entre piezas de Frederick Chopeen,
así todo fuera un vals de alegría,
de su historia que llega a enamorar,
que es una tonada que no termina
como en ese forraje de arrullar.
Así es el milagro.
Así es cuando hay un Dios amado,
y ayuda para la gloria,
y de eso no olvidaros
por ser vuestra sacra memoria,
por ser lo más sacro
ante una vida del insomnio de vidorria,
por ser Dios el amigo del ser humano
que da luz y victoria,
que hace magia como el piano,
y que da al alma aroma,
paz y lo más apasionado
en toda la vida de la poética historia,
el cual tocáis con vuestras manos
sin olvidar que existe en vuestra alma loca.
Una noche cuita pero con holgorio.

Terminó el año,
comienza otro,
y miro a los astros
en esta noche de tonos,
por ser el musicastro
que toca hoy el clavicordio,
que dejará rastro
como en la vida de holgorio.

Anhelé tres rocíos,
magia de mi fantasmagoría,
llenos de idilio
por lo que es mi eterna vida.

Me estás volviendo en esta noche loco, la poesía más que loco, porque de ti no he podido olvidarme, ¡oh ayúdame Dios!, has que regrese mi romance, que venga el aroma de mi libro, que me acaricie lo apasionante, seré más que regocijo, y la luna será más rutilante, y los versos se recitaran, y mi corazón cantara por ese sentimiento, por aquellas líneas lejanas, vuelvan a mí aposento, para que así mi alma sea un rojizo alba, apasionante en ese cielo, por añorar las letras blancas, las que hoy no veo, porque se llevaron a mi alma, alma de esos mil versos, estoy sin esa lira que me calmaba, Dios hazme ver esos luceros, y os aseguro que escribiera más arias, por ser mi sangre y mi cielo, mi libro de palabras, mi dúctil amor y mi anhelo, que no puedo olvidar en mis mañanas, has que vuele mi aliento, mi ser está sin romanza, has que vengan esos sonidos que quiero, de esas obras mágicas, de Mozart, Beethoven y Chopeen, que me llenaron en la vida de magia, de aquellas partituras que aprendí, quiero que vosotros aparezcáis, que me deis ese vivir, como en esta noche consternada, y así no sucumbir como un corazón sin esperanza. Mi corazón quiere solo latir, sintiendo a su vida entonada, de sus versos del existir, de aquellas óperas cantadas, que es su refugio de sentir, nada más que a su alma, que es su gran amor, su gran efusión, su vida, la locura, su otro yo, otra melodía, la que le habla y la que le hace dar vida, como el piano de aria, que sin él no es poesía, sino un corazón de lágrimas, como el polvo de las cenizas, truenos en las mañanas, asteroides que giran buscando destruir a mi galaxia, sino vuelve mis líneas, así será mi alma llorada. Tengo la fuerza y valentía de enfrentar al mismo infierno, ser eternal en la vida, poseer el espíritu de efebo, de ser el deidad de la lira, y luchar como Perseo. para llegar a esa iluminación, donde está el cielo, así con mi libro de mi poético amor, con mis rocíos de anhelos, por ser este arte mi pudor que me hace pintar en letras mi sentimiento; escribiendo encima del clavicordio entre velas. Una noche de mágicos versos, tocando sacras piezas, como de los compositores de aquel tiempo. Vestido por el aroma de las melopeyas, de las inspiraciones de mi sueño, de esas sacras etopeyas que me quieren en lo eterno, que es, mi florecida naturaleza y que no habrá averno, solo paz a mi alma entera. Vendrán esos violines y chelos, oboes y trompetas, esos bellos instrumentos, clarinetes y espinetas que cantarán junto al libro de mis versos, que estarán junto a mi alma tierna, y viviré sin colisión en mi universo, nada de desastre habrá, sino amor más qué amor, y mi historia por fin cantará, por la pasión que es ilusión, ¡oh Dios mío, oh Dios de mi alma!, vos que veis desde los cielos quien soy, debéis saber mi historia entonada, solo dame esos tres rocíos de amor, y así en este orbe viva de esa magia, solo así en esa paz divina de pasión, y que hoy en este clavicordio me acompaña. No puedo irme de esa inmensa adoración, porque es mi fe de la esperanza, que con el estaré de lo gladiador, que entre mi corazón es su cantada, contigo moriré, contigo hasta el edén voy a volar, así hasta allá viviré con ese sueño tan vasto y pasional.

“Así es el poeta del querer,
cuando sueña en el idilio del amar,
que hoy toca con todo enternecer
en ese clavicordio de regocijar.
Así es el destino de la locura.
Que hoy canta con amor,
el que despierta a la ternura,
y que desprende un gran ardor
en esta noche de luna,
y que brilla su corazón,
el que confía en su escritura,
que te llena de ilusión,
como en esta noche nocturna
que le abraza los tañeres de dulzor.
El compositor solo escucha
entre su noche un violín y un tenor,
por ser su noche tanta dulzura
que siente el compositor.
Amanece escribiendo,
amanece tocando,
y su vida seguirá con ese aliento
en la vida de su poesía, de su plebeya y de su piano”.
Un demonio consigue la magia en un malvado piano.

A veces soy un demonio,
un poeta que vive solitario
como en un herbaje frondoso
pidiendo un ser sagrario.
A veces soy un demonio
que escribe bajo un árbol,
escribiendo por lo milagroso
para que llegue a mis brazos.
A veces anhelo ese matrimonio
parar respirarla en este pasto,
pero como soy demonio
no viene ese amor casto,
por ser tan horroroso,
no hay luz en el espacio,
en frente de mis ojos
hay una cascada y pájaros,
no sé si estoy quejumbroso
pero lo que sé que anhelo lo mágico,
para ser victorioso
y dormirme en sus regazos,
solo que sea el amor meloso
y así esta soledad no me haga daño.
Imagino sus besos fogosos,
ella sentada aquí a mi lado,
sintiendo lo amoroso
que me quiere en lo imaginado,
pero cuando la quiero besar
solo vuelvo otra vez,
aquí con mis letras sin tener la paz ni hogar,
sin poder sentir su tez,
y me es tan infernal
vivir como un demonio sin el querer
de esa dama angelical.
Un anhelo es, una cantada de amar,
pero es un oscurecer, cuando termina sin poderla acariciar;
árida queda tú piel, por no romancear,
y muere tú ser, por no sentirle que es real.
Contristo quedan mis poemas,
inspiración llorada de mi hogar,
por querer esa dúctil miel
para que endulce mi soledad,
fueras de esto la fe,
tuviera fe en el arrullar
si tomaría con ella te,
y la amaría sin desolar,
fuera la flor del amanecer
y la endulzaría con mi cantar,
como en todas las mañanas del florecer,
por si llegara esa estrella celestial,
mi carne y mi amor diera hasta el anochecer
sin dejarla de abrazar,
siempre fuera del herbaje el frutecer,
y los pájaros cantaran de melosidad,
feliz fuera mi corazón del edén
por si llega a este ambiente mi felicidad,
que he pedido en mi libro esa mujer
escribiendo de tanta enfermedad,
por lo que es el amor de un ser,
para que llegue y sonríes sin llorar,
acompañado con nocturnos de Frederick Chopeen;
cantándome en poesía por esa paz,
rodeado de eso tan bren
como lo es mi pasión de inmensidad,
sonáis con un dócil tañer
que me calma en este bosque de soledad,
sintiéndole por dentro como una magia de llover
que llueve y llueve de ese entonar;
que me acaricia por esa cálida mujer
que me mandas ese piano de recital;
el amigo que me dará el embellecer
como a mi vidorria de eternidad,
así va a resplandecer
y así mi alma de amor cantará,
y mis manos podréis tañer
en ese milagroso piano de mi amar,
será más que el renacer
que tenga en mi mundo sensacional,
así fuese mi eterno querer
que viviese de la magia pasional.

Se hizo de noche,
aún seguía en ese forraje,
quería el anhelo entonces,
el piano sonaba sin callarse,
nadie hizo caso en sus voces,
pasó y no hubo romance,
en el amanecer estaba triste en el bosque;
pasó el día sin avance,
solo me dormí en esa noche.
“Sonó el piano en nocturnos de alcance
como al cielo en muchas pasiones,
llegamos a rozar a una diosa fragante,
ella sintió esos acordes,
solo entendió el lenguaje
por lo que era de ese solitario hombre,
y Dios le manda a ese paisaje,
ella baja y resplandece el horizonte,
hay más aroma en el herbaje,
se despierta el solitario hombre
por oír tanto el piano apasionante,
y contempla acostado en el monte
a una mujer desnuda y hechizante,
la locura es en los corazones
de él y de su escritura apreciable,
no pensó que iba a llegar en sus visiones,
tiene ahora a lo no imaginable.
Brilla su alma de canciones,
gracias al piano de su romance,
ahora vivirá de esas ilusiones
que había querido en lo deseable,
no son polvos las inspiraciones
son y serán ahora el vuelo sonante
que vivirá sin dolores
en ese ambiente con esa dócil carne.
Es un hogar de amores,
él ahora la besa,
ella a él le acaricia,
es una vida de grandeza”.
Hombre:”Os quiero en mi vida,
no os apartéis en mi naturaleza,
sois la viva alegría
que tendré en esta tierra”.
Diosa:”Jamás por esas melodías
que cantaron de nobleza,
que necesitan sonrisas
en vuestra vida desierta,
escuché vuestras plegarias de liras
que me llenaron de riqueza,
por eso vine a vuestra vista
que he llenado de belleza”.
Hombre:”Si de esa maravilla
habéis dejado de perseidas,
llegasteis como una poesía
aromando de terneza,
os quiero diosa bendita”.
Diosa:”Y yo a vos en esta primavera”.
Hombre:”Así viviremos de armonías,
Como tocando en el piano de la naturaleza”.
Diosa:”Os amaré en el lecho,
no dejaré de amarte,
por ser ese hombre tierno
y dueño de mi carne,
desnuda estaré en vuestro tiempo,
besadme si queréis,
devoradme con vuestro cuerpo,
de paz me florecéis,
sois la ternura de mi seno,
de amor me llenáis,
qué rico es besar vuestro pecho,
de locura me abrazáis
y mi mundo es violonchelo,
porque así me dejáis
cuando me amáis en mi centro”:
Hombre:”Qué bien que os guste mi diosa,
este amor que doy como lo eterno,
porque fuisteis la magia milagrosa
que llegó por nocturnos de sentimientos,
que no creía por una noche luctuosa,
pero a la próxima brilló el cielo,
me iluminasteis con gloria,
viví mi mejor anhelo
y lo había mandado las notas,
as de un piano de consuelo
para vivir de una mágica historia,
y eres vos el aire que siento
que abrazo y consumo,
eres el bello chelo
que en mis manos de amor perfumo,
os hago feliz en el lecho
y de tristeza n abrumo,
sino del aroma de vuestro pecho,
de vuestras dulces cuerdas
que es al que beso
de dulzura eterna,
para que suene de sentimiento
y seáis mi romántica belleza,
me olvido del infierno
y nazco con la naturaleza,
mi corazón es un trueno
que explota en esta noche de estrellas,
que suena como un chelo
así como vos de terneza,
del cariño inmenso
que abraza a vuestra carne de cera,
siempre estaremos juntos,
existiendo en entre las cascadas,
entre el bosque de fortunio
y seréis mi melodía romántica,
sonriendo entre este mundo
donde hay un piano de romanza,
que entona profusos nocturnos
cuando nos besamos en las mañanas,
es un divino fóculo
al cual vivo de gracia,
y por ser mis brillantes óculos
al cual absorbo de magia,
y porque soy un alegre demonio
que tiene la inmensa pasión,
que contigo hay más que matrimonio,
como ante este forraje de la naturaleza de ilusión”.
Diosa:”Lo hay mi hombre amoroso,
y eternos somos en el amor,
nada de lo nubloso
sino un universo de constelación,
versos recitados de holgorio
en este paisaje de amor.”
Hombre:”Cabello como el universo infinito,
piel como la flor blanca,
ojos de zafiro,
y boca de dulces palabras,
corazón de amor teñido
cuando os amo en la cama”.
Diosa:”Es así de dulce amorío,
todo esto sentís en el alma”.
Hombre:”Así es nuestro paraíso,
y hay que llenarlo de alabanza.
Os amo en mi poema que pinto,
un paisaje de nuestra romanza,
y ahí no somos extintos
sino una bulla de palabras”.
Diosa:”Un cuadro de idilio
en lo que pintáis de nuestra aria.
Y yo igual os amo amor mío,
sin dejar de cantar en esta historia recitada”. (y se abrazan)

jueves, 16 de febrero de 2012

La guerra en un pianista Polaco.

En aquellos tiempos de la guerra
no había paz en la humanidad,
todo era miedo y tormenta
como en los felones de maldad,
querían tener más tierra
y destrozar a los judíos su dignidad,
para los polacos era una condena
esperando su libertad,
los alemanes mataban sin tristeza
como animales sin piedad,
gozaban de su poderío
con repleta amenidad,
hacían tantos ludibrios
como a los ancianos de verdad,
eran ante ellos mezquinos
que asesinaban con su rifle,
eran unos soldados malditos
que se sentían invencibles,
creían que era su destino
sin saber que iban a entonar los violines.
Por la libertad de los Rusos
que llegaron solo ganando,
liberando al fortunio
como de los polacos congojados.
Destrozando a sus tanques,
venciendo en lo honorado,
aunque haya habido sangre,
serán honorables soldados,
luchar por una patria grande
por los corazones de Polonia,
luchar y dar hasta la carne
por esa patria de gloria.
En ruina quedó su país,
no había ya nada feliz,
se lo buscaron por viles,
ahora solo hay cicatrices.

En el corazón de Polonia
un piano suena con un nocturno,
por el ambiente que se vivió de memoria,
como el nocturno número veinte de lo oscuro,
del compositor Chopeen de esa obra
que desprende lo arduo,
por ser los rocíos de la zozobra
que cayeron de los óculos,
como mustia rosa
en ese país de lo rudo,
pero ese piano suena
para mostrar el ambiente que vive,
por ser una tragedia
ese pasado triste,
donde mandaba la grandeza
para humillar a los sensibles,
pero murieron las penas
y florecieron jazmines,
se desataron las cadenas
y cantaron violines,
y ese nocturno de conciencia suena
por saber lo que existe,
como en aquel ayer de querella
a seres infelices.
Y se toca de una manera
tan dulce y delicada,
para no destrozar la fonética
que recita en tristes palabras,
viven con almas tranquilas,
ni se ven más favilas
nadie viene a bombardear,
ni en balas a nadie aniquilan,
si no es en el año mil novecientos cuarenta y cinco de paz;
que viven de una nueva vida,
donde estuvo un joven Polaco,
llamándose Wladyslaw Szpilman,
y que tocaba el piano
en esos tiempos de armonía,
que sobrevivió en esa historia del año,
en miedo y en melancolía,
donde esa guerra hirió a su sueño anhelado
de querer ser un pianista,
porque no sabía si iba a vivir a la soñado,
de querer tocar en alegría
y no fenecer en ese tártaro,
tenía mucho miedo en esa elegía
de no saber si iba a seguir tocando con sus manos,
como obras de Chopeen de melodía
en tdo ese dócil piano.
En esa historia toca la ballade veintitrés,
en un sitio ante un noble soldado
que lo ayudó con comida y te,
no lo mató por milagro,
era bueno con él,
que Szpilman toca con tal amor destrozado,
por todo lo que había pasado en su ser,
que volvía a nacer en el murmullo sacro,
de las voces de esa obra de lo hiel,
que fue como un concierto de piano,
como para él tocar de querer,
dejando atrás el olvido amargo,
y viviendo el sonar del llover,
como en notas de lo agitado
en ese piano de dulce tañer,
sintiendo su mundo soñado,
ahí de esperanza y de fe,
y se siente que ama al seno arrullado,
del piano sin ya entristecer.
El soldado lo miraba como tocaba,
sintiendo esa música mágica,
la cual era tan trágica,
por lo que se vivía en esa penuria,
como de la guerra llorada
en corazones de locura.
Termina esa inmensa balada,
y lo mantiene vivo hasta su fuga,
le da un abrigo el alemán
para el frío que hacía,
y le trajo el último pan
y se pierde de su vista.
Pasaron semanas y vino la paz,
el soldado sabía el apellido del pianista,
Szpilman ve tropas con banderas polacas,
salió con gran alegría,
y vieron que tenía un abrigo que enojaba,
y era un traje alemán lo que tenía
y tiraron tiros con rabia,
y gritó:” Soy polaco no me maten”,
dejaron de disparar,
“Y porque tienes ese maldito traje”,
“porque tengo frío”.
Los alemanes habían perdido,
y era la paz en el destino,
los polacos pasaban por un campo o herbaje
e insultando, y un hombre con ludibrio
a esos presos que estaban sin lo honorable
diciendo:”Le quitaron a un músico su violín y alma,
mírense ahora como están malditos,
que van hacer ahora en sus mañanas,
será que sufrirán sin lo bendito”.
Un soldado se levantó y le dijo,
“Tú conoces a Szpilman,
yo le ayudé con comida y abrigo”,
“si él es pianista”
“dile que me ayude a salir de aquí te lo pido”,
“¿cuál es tu nombre?”.
El alemán le dijo,
pero no escuchó bien el hombre,
y así se queda solo en la mazmorra y quizá abatido.

Wladyslaw Szpilman vuelve a la radio de la música,
y toca el nocturno veinte de amorío,
un amigo lo ve que toca de dulzura,
y Szpilman sonríe entre los sonidos,
de alegría por amar a su ternura,
que le hace feliz a su corazón de cariño.
El amigo lo llevó al campo donde estaba el alemán,
le dice:”esto fue horrible,
yo los insulté con tanta maldad,
y uno se me acercó con ojos sufribles,
que si te conocía en la vida real,
al final le pregunté su nombre sin entender en verdad”.
Szpilman:”Que mal le hubiese podido ayudar”.
Tenía ojos luctuosos,
porque sabía que todo podía mal terminar,
era su amigo alemán del hoyo
quien le dejó vivir con libertad,
un amigo así no hay en lo formidoloso
quien dé a un alma la posible felicidad.
Va a un concierto melodioso
y toca la polonesa brillante de la obra veintitrés;
empiezan chelos y violines amorosos
en ese ambiente de tranquilidad,
y toca Szpilman el piano glorioso
sintiendo en esa pieza la paz,
una polonesa de un país victorioso
que es todo ese sonar,
así de la guerra a lo milagroso
de por fin a eso acariciar,
con sus manos de holgorio
que tocan a ese soñar,
y que ama en su seno fogoso
sin decir adiós a su felicidad,
que creció la naturaleza y los tonos
en el país sin lo infernal,
y esa obra renace en lo grandioso
a la patria en sonadas del cantar,
que es tan poético eso armonioso
que entona sin poder callar,
que somos el espíritu luminoso
que alumbrará como una huella eternal,
que será una memoria de dolor,
una historia de muertes,
donde hubo una guerra sin compasión,
sin piedad entre los seres,
pero que al final floreció
y se recuerda con victoria que no fenece,
y porque tocas el piano con la pasión
en esa obra que vence,
como al infierno de humor
y en alegría del cielo llueve,
en esa polonesa del amor
que toca Szpilman y que quiere,
por ser el sentimiento de su corazón
que habla de lo que siente.
Su amigo el soldado sucumbió,
y en esa prisión de delincuentes,
fue lo que se buscó,
quizás no por inocente,
ya Dios obrará por su corazón
para ver si lo salva plenamente,
mientras que Szpilman seguro está con Dios,
y seguro está con el alemán amigablemente,
abrazándose Szpilman con gratitud
al alemán y en perdón,
por no haber podido ir a esa luz,
y sacarlo de esa prisión,
pero deben de ser beatitud
como la polonesa de pasión,
viviendo en ese paraíso.
“¡Cómo quiero llegar yo
ahí con mis anhelos sumisos,
y dormir en esa eterna ilusión
que es esa mujer y mis poéticos libros,
mi música en huella como el mismo autor de Ismael Castellón;
y que no se envejezca por lo bendito,
y sigan esas poesías de mi noble corazón
en la vida hasta el edén de amorío,
sin fallecer mi eterna definición
que recita en la vida de lo más bonito,
y que llegue allá por favor
con esa mujer que tanto en amor suplico”.
Pasión en una naturaleza de noche eterna.

Dueño de ti,
pasión de tu ser,
dueño de tu alma.
Porque hasta lo comprendí,
porque eres el querer
en este cuentos de hadas,
porque eres el violín
que sonó a un tañer
lleno de magia,
como a mi existir
de ese embellecer
que despertó mi romanza,
me has hecho feliz
con esa dulce piel
entre la noche rutilada,
que no hay cicatriz
sino vida en el anochecer,
que te abrazo de vesania,
y podemos sonreír
hasta el amanecer
amándonos de la pasión soñada,
que te respiro como lis
como en este desdén
en que vivimos de alabanza,
en esta naturaleza sinfín
sino con proles y florecer,
dentro de tu vagina sacra,
juntos sin sucumbir
como en este anochecer
que hay unión apasionada,
donde siempre te voy a escribir,
así sea en tu corazón o en un papel
apoyada esa hoja en tu espalda,
desnudos sin morir,
dándonos tanto querer
en esta rijosa cama,
escribiendo todo el sentir
donde hay fe
en estas hojas de pasión grana,
que no es la historia gris
sino un esplender
que despierta esperanza,
y porque a tu lado voy a seguir
sin que haya entristecer,
abrazándote con mis palabras,
como en esta noche de frenesí
sin ser nada hiel
entre mi boca recitada,
hoy junto a ti
con voces sumisas del querer
que perfumo para tu alma necesitada,
así es el amor,
se sueña entre la poesía,
la cual vuela.
Así es mi corazón,
que abraza con esa caricia
en su dulce silueta.
Así es la ilusión
que besa en alegría entre la historia del poema,
así es mi inspiración
que llena de melodía
a su corazón de etopeyas.
Así es mi color
que tiene de vida
a su alma inmensa.
Así es la palpitación
que solo se agita
cuando se ama y se besa.
Así es el ardor
que solo brilla
cuando en el lecho amor se entrega.
Así es el amor
que solo maravilla
en escritos a un poeta.
Así es el tenor
que enamora a la afrodita
cuando en noches la besa.
Así soy solo yo
que a ella recita
con melodiosa terneza.
Así en noches soy,
que a ella resucito
con palabras tiernas.
Así en el lecho estoy,
sin estar cuito
porque tengo a mi belleza.
Sé a dónde voy,
a un mundo de amor infinito,
que me da la condesa.
Viste como un albor,
ojos de zafiros,
que tiene mi gema.
Cabello como un sol,
que en noches respiro
de mi fresca naturaleza.
Sus palabras como un ruiseñor
que canta a mi oído
de gran nobleza.
Hace tan divina la copulación
con su cuerpo enfebrecido
en las noches de estrellas.
Soy aquel soñador
que escribe versos en sonidos
desde una espineta.
Soy así por su interior
que brilla de berilos
para alegrar de melopeyas.
Por eso soy su compositor
quien compone lo vivido
en frases de mi prosopopeya.
Porque es mi introspección
a quien solo describo
de la mejor manera.
Es así la eterna unión
que nosotros sentimos
en esta noche fresca.
No sé donde está Dios,
solo sé que es mi amigo
que ayudará a mi esencia.
Todo por esta relación,
todo por este destino
que es mi plebeya.
Te amo como un loco,
vesania es esto
lo que hay en la holgura.
Te amo en lo hermoso,
nada será funesto,
por lo que hay en mi ruta.
Te amo en lo glorioso
cuando toco lo honesto
bajo la brillada luna.
Te amo hasta en lo luctuoso
por ser el sentimiento mesto,
que os pasa a veces en la ternura.
Te amo y te lloro,
por ser ese amor eterno
que buscaba en la dulzura.
Te amo y te imploro
a que sigas en mi aliento
para que no sea la mañana nocturna.
Te amo en lo melodioso
como de un piano de anhelo
a querer amar a la locura.
Te amo así de lo honroso
para que no sea invierno
sino una ganada lucha.
Te quiero como Dios al ser humano.
Te quiero como el alma al edén.
Te quiero tanto en mi romanza historia.
Te quiero como la melodía al piano.
Te quiero como la raíz al frutecer.
Te quiero por ser mi gloria.
Te quiero por ser la caricia de mis manos.
Te quiero porque somos la memoria
como del pasado
en la tierra de un bello querer.
Por no ser vidorria sino una vida de lo amado
que nos damos en el anochecer.
Te quiero tanto que quiero llorar;
porque antes no creí que iba a tenerte.
Te quiero tanto así,
porque eres mi amar
en la vida que esperé siempre,
para vivir feliz.
Te quiero y no quiero que seas centella fugaz,
ni una misa de Réquiem
para no ser ceniza en el vivir,
sino una eterna felicidad
que cantaran en sopranos dulcemente,
ángeles en el existir.
Mandados por María de santidad
para no ser una melodía que fenece
con una tonada del piano infeliz,
sino una composición de paz
de ese concierto para piano que no envejece
si no suena feliz,
como de Frederick Chopeen,
de la obra veintiuno del larghetto que florece
sonando a esta historia de piano y violín,
al fondo de nuestro hogar
entre la noche que crece
de eso dulce como un querubín,
que tañe de serenidad
amando a esa voces que enrojece
a mi corazón sin cicatriz,
que de regodeo en el lecho está,
junto a mi plebeya que siente
amor a ese concierto de lis,
mientras suena ese entonar
nos besamos ahí enteramente
sin dejar de reír.
Por vivir lo más pasional
que está en esa obra dulcemente
que llega sin destruir.
La alegría llega en lo más puro,
así como el paraíso,
es el sonido del infortunio
que tenemos en el amorío.
Es hermoso ese sonar del concierto.
Es así glorioso como nuestro sentimiento
jamás acabará esto amor mío,
porque eres mi eterna alma y carne,
porque en Dios yo confío
que alentará a que siga el romance,
por ser mis besos como un río,
que corren a tu seno hechizante,
al cual no hay frío
sino un ardor existente,
al cual he consumido
por ser lo más apasionante,
así como mi poema que escribo
donde tiño el amor cantable.
Cómo separar esa música,
así de mi noche,
no puedo hacerlo.
Cómo si es mi ternura
que no es reproche
solo lo quiero.
Cómo si es dulzura
que brilla hasta en los soles
solo es mi sentimiento.
Cómo decir que es penuria
si son sonidos de amores,
solo es mi consuelo.
Idolatro a esa beatitud
por ser la paz de mis rincones,
que entona ese larghetto .
Idolatro a esa dócil luz
que brilla en esas modulaciones
de violines y chelos.
Idolatro a esta juventud
que tengo ante las dos pasiones
como a la música y a mi cielo.
Idolatro por ser tú
que recita amor en tus voces
de lo más tierno.
Idolatro a tu ojo azul
por ser el mar de mis visiones
tan portentoso como el cielo.
Idolatro por ser mi plenitud
como del amor noble
que necesitaba en mi sueño.
Idolatro por ser mi inquietud
de hacer el amor en la noche
en lujuria dulce e tu desnudo cuerpo.
Es tanto el amor a esa mujer
que vivo enamorado.
Es tanto el querer
que ni Dios sabe que es lo imaginado.
Es tanto mi tañer
que suena en mi corazón apasionado.
Como el vals del amor,
por lo que es él,
es así lo que vive,
por ser mi inspiración
mi vals de querer,
mi amorío,
por ser ella mi canción,
mi nocturno de tañer,
así de idilio,
por ser la historia,
mi poema eterno,
y las notas de un nocturno,
por ser mi rosa,
mi paz y no un infierno,
sino la gloria de mi mundo,
por ser el violín mi mariposa
que suena en su cuerpo
cuando yo la perfumo,
por ser mi aroma
ese dulce instrumento
cuando canta de fortunio,
por ser todo el idioma
ese sonar de su eco
cuando recita de lo puro,
por ser mi pasión amorosa
ese ángel que es mi sueño que esperé en el infortunio,
por ser mi alma milagrosa
donde soy su dueño
de su amor y amor profundo.

Un rancio querer resucita por Dios.

Un rancio querer resucita por Dios.

¡Oh viejo querer!, ¡oh vetusto amor!,
¡oh añeja piel os extraño en mi albor!,
¡oh era tan fiel!, que quería a ese calor,
tenía tanta fe que íbamos a vivir siempre los dos,
pero el destino fue cruel y eso a mí me destruyó,
no hay aroma de ese clavel no hay para mi corazón,
solo tengo el recuerdo del ayer,
solo para llorar de esa bella ilusión,
así en mi tarde empiece a llover,
cada gota será el beso de vuestro adiós,
así lo siento en mi ser,
como si lo hubiese hecho Dios,
si fuera como él
hoy estuvieseis conmigo amor,
andaríais aquí vuestra tez
para besarla sin dolor.
Cómo quisiera a vuestro lado volver,
olvidar vuestra ida de terror,
poder otra vez renacer,
y así no llorar y tener esplendor,
dar luces a tu edén
para que vengáis a mi llorado corazón.
Si os amaba en mí querer
porqué la vida a ti te apartó,
siento tanto entristecer
porque no hay alegría sin vuestro cantor.
El recuerdo queda ahora
como en las estrellas y en el sol,
cuando os veía en el aurora,
dulce de ese resplandor,
y a todo eso se llora
por recordar el amor.
Feneció la raíz y la rosa,
por eso es el llanto de mi dolor,
un amor que mi alma aún honra,
así porque no fue cualquier cosa,
sino para mis ojos una diosa.
Su Réquiem está en los cielos,
no puedo vivir sin ella,
mi corazón es un frío invierno,
necesito su cálida terneza,
estoy en un infierno
al recordar a esa belleza,
ven como sea ante mis besos,
no soporto el adiós de mi tristeza,
si que fuese un milagro
por si llegarais en silueta,
os amaría en lo más romántico
por las palabras de este poeta.
Dios dame a los ojos míos,
viviré dedicándome a vuestro santuario,
no quiero más sombríos,
quiero amar a lo apasionado,
y así podré sonreír,
si tengo a lo glorificado,
quiero de eso vivir
para poder gritarle que le amo,
que ha dejado un ser lúgubre,
un vacío desesperado,
y que ha estado sin beatitudes,
que vive sin lo mágico,
que no hay magia y ni luces,
sino un maldito tártaro,
por eso quiero que me escuches,
¡oh Dios por lo trágico!,
y así mi alma por eso luche
y no sucumba en lo abandonado.

“Dios no pudo soportar su agonía,
mandó el renacer de su alma,
descendió del cielo su alegría,
volvió con él y hubo calma,
se fue la desesperación maldita,
y no vio más la nostalgia.
Ahora cumple todo lo que dijo,
ser un hombre dedicado a Dios,
orar y ayuda a los niños,
a enfermos como un padre del amor,
les da tal cariño
que renace como una flor.
La mujer lo ama sin suplicio,
dos corazones viviendo de ardor,
sin tener por dentro lo cenizo,
sino la romanza de la pasión,
felicidad inmensa tienen,
locura en sonrisas crece,
y suena un piano de Franz Liszt,
como su obra de él romance,
que está en mi menor, y que llena a su existir
para que convivan de lo apasionante,
que solo ahí habla a su vivir
y su caricia de su alma,
para que estéis felices
y vivan de esa dócil aria,
que cruza en sus cicatrices
y les entona de magia,
por haber sido infelices
y que sonará en su morada".
llena a esa pasión de lo feliz,

Hombre: “Siempre viviremos de este amor”.
Mujer: “Claro que sí y por siempre”.
Hombre: “Sin que haya dolor”.
Mujer:”Sino alegría eternamente”.
Hombre:” Os amo mi clavel de Diosa”.
Mujer:” Y yo a ti igualmente,
cómo esperé eso oír de vuestra boca”.
Hombre:” De seguro y os lo repetiré más de mil veces,
por ser la mujer que mi alma devota”.
Mujer:” Soy feliz como nunca lo he sido,
desde el cielo quería ir a vuestro lado,
pero no sabía cómo ir contigo,
no vivía bien sin vuestro ser amado,
me di cuenta de vuestros suplicios,
igual estaba yo, llorando,
quería darte un aliento mío
para que acaricie vuestro ser mágico,
pero no pude poeta querido,
y Dios me vio sollozando”,
dijo:” ¿Qué tienes?”,
Mujer:” Me duele no ver a mí amor ya de muchos años”.
Dios:” Sé cómo te sientes”.
Mujer:”Lo amo y a la vez la separación hace daño”.
Dios:”Me pidió un anhelo,
voy a cumpliros para que seáis vosotros felices,
y no viváis ese infierno,
y así no tengáis cicatrices,
y viváis de lo tierno,
y florezcáis el pasado sin lo triste,
por ser el amor eterno,
y venzáis lo terrible”.
Mujer:”Gracias Dios”.
Mujer con el hombre:”y así me mandó aquí”.
Hombre:”Qué noble corazón
para poder vivir feliz”.
Mujer:”Sí qué bueno fue,
qué gracia tenemos
aquí en el renacer,
y por eso que os quiero
tan dulce como clavel,
la que tos llenará de besos”.
Hombre:”Os amo tanto a vuestra piel,
que devoraré en el lecho,
ahí nos vamos a encender,
olvidaremos el tiempo,
centrados a una dulce copulación,
os querré entre chelos
y será una unión,
así entre nuestros cuerpos
vibrando solo de la pasión,
hermoso es hacerte mía,
saber que viviremos de él amor,
y me enciende más en la alegría
por quererte así sin dolor,
por no ser ya una existencia cuita”.
Mujer:”Qué rico es sentirte,
amarte así en la vida,
saber que hasta suenan violines,
y que es nuestra noche una melodía,
que acompañan esa armonía,
porque cantan felices,
porque nos amamos sin medida,
y porque hay la paz”.
Hombre:”Si así es en esta sinfonía,
la cual tañe de cantar,
que cuidaremos entre sonrisas,
por ser ese milagro de llorar,
tuve fe y así es,
no tengo ya la soledad,
sino a mi aromado clavel,
tengo más que la eternidad,
tengo a mi dócil querer
que amo hasta la galaxia de inmensidad,
que es mi ternura,
la que me da en la lujuria,
que es mi verdad,
que es mi venustidad,
que llegó nuevamente calma,
y que toco su cuerpo,
que respiro su alma,
que soy un hombre nuevo,
por la gracia de Dios,
amo a mi ser pleno
que no hay ya un adiós,
sino un eterno te quiero,
que canta un corazón
por sentir lo bello
que es ante sus ojos de fulgor,
y que es mi violonchelo
que suena cuando la acaricio,
es como tocar el cielo
y sentir que es lo bendito,
así es, tus manos, eso tierno
que amas y amaréis a lo infinito,
ya sin penurias en el tiempo,
que abrazaréis con amor,
que es mi renacimiento,
la que me da por fin la feliz inspiración,
como en mi vida de miedo,
porque crecía que no la iba a tener,
y fue lo contrario,
ahora la tengo en mi ser,
es como un santuario,
ella tan sacra en mi querer,
erais como un llanto
al cual se nubló,
tengo ahora lo esperanzado
que me da ternura y ardor”.
Mujer:”Qué palabras dices,
hermoso mi poeta,
seremos tan felices,
como es esta historia de poema”:
Hombre:”Si mi vida así será,
Y lo es de belleza”.
Mujer:”Te amo hasta la magia celestial,
por ser mi grandeza”.
Hombre:”Te amo con serenidad,
por ser eso y mucho más de mi etopeya”.
Mujer:”Esta historia que no termine”
Hombre:”Que siga hasta el cielo”.
Mujer:”Que ahí suenen pianos y violines”.
Hombre:”Por la bienvenida de lo nuestro”.
Mujer:”Que bombeen ante nuestra alegría”.
Hombre:”así será de anhelo”.
Mujer:”Qué hermoso será ese día”.
Hombre:”te lo aseguro sin lo mesto”.
Mujer:”te haré el amor ahí tan dulce”.
Hombre:”Cuando hayamos muerto”.
Mujer:”Ahí renaceremos entre santos y luces”.
Hombre:”así de hermoso mi amor eterno”.
Mujer:”ya quiero en la cama dulce dormir,”.
Hombre:”Duérmanos ya en los sueños,
porque te haré el amor feliz”.
Mujer:”Ya quiero eso y muchos besos”.
Hombre:”Buenas noches querida de mí”.
Mujer:”Buenas noches amado de mí”.