martes, 31 de julio de 2012

En un crepúsculo desierto.



En un crepúsculo desierto.

 Entre pinceles y matices,
entre una mañana esperada,
ruiseñores en cantos apacibles
aún ante la luna clara.
 Una tela en donde pintar,
recordando a una dalia,
es como la estrella astral
de esta noche diáfana.
 Cogiendo un papel,
leyendo aquellos versos,
los tuyos de clavel
cuando inhalaba ese apego.
 No sé si era dilección,
de lo que vos escribías,
me enviabas aquel calor
entre las letras mismas,
cada letra era el albor
de una mañana distinta,
pero al recitar hoy
me doy cuenta que se marchita,
por desprender aquel olor
de un laurel de las hojas caídas.

 Solo y aquí en el vestigio,
y el viento toma mi mano
para vestir con el cariño
de un matiz encarnado.
 De lo que lleva como vestido
entre un poco negro y verde claro.
 Pintaros me lleva la noche,
entre aquella luna que alumbra,
viéndote entre brillazones
que hoy me da la ternura.
 Aunque los iris son azulejos,
la que me veía en la morada,
cómo olvidarme de ellos
si eran los que me hechizaban.
 Pintar es como acariciaros,
sintiendo la carne que amé,
pintar es recordaros
entre mi tela y pincel.
 Llorar lo hacen los que aman,
rocíos caen por tal añoro,
magia da a este gama
y alumbra como oro.
 Mis pupilas se alegran
por ver la magia de mi musa,
una obra inmortal refleja
aquella dulce ternura.
 Mejillas de suave grana,
perfume hoy siento,
es una misma dalia
entre sus mismos pétalos.
 Saber que no la tengo,
saber que se ha ido,
no sé a qué mundo o cielo
y aquel mismo idilio.
 Solo sé que te pinto,
solo sé que aquí sigo,
solo sé que te visto
y solo sé que te necesito.
 Las palabras son pinturas,
las notas son silencios,
por ser una historia que abruma
entre estos mismos versos.
 Si supierais que así os acaricio,
si vieseis esta pintura,
si contemplaseis el brillo
que tiene solo tú figura.
 Cabellera del verano,
volumen suave,
es un gama castaño
y la naturaleza ni sabe.
 Envidia diese a la naturaleza
por saber que así describo,
por ver a una damisela
que de tanto amor pinto.
 Llorasen y fuesen hojas secas
por no darle atención,
pero vivo en la pureza
de un recuerdo del horror.

  Pinto su boca como rosa,
siento que sus iris sonríen,
hago hablar a la loa
que mi alma pide.
 Quizá es la quimera,
quizá vivís muchas visiones,
pero adoras a la belleza
en que pintáis de amores.
 Tiene las cejas como su cabello,
la piel suave como dalia,
era así en noches de besos
cuando en su calor me abrazaba.
 Un sombrero galante pinto,
es azabache brilloso,
entre un bordado de plumas
que en la tela rozo.
 Ya está hecha mi musa,
solo falta el cielo,
nubes dan y ni hay luna
ante este alba fresco.
 Brilla tanto la pintura
que voy y la abrazo,
como si le mirase a sus ojos
que tengo en lo pintado.
 Quisiera que fuese real,
que me hablase un poco,
ahora dónde andará
y mi pincel solo sollozo.
 Hice más que una obra de arte,
una imagen que ni canta,
solo la imagino y hay romance
cuando me voy al pasado que me ama.
 Dómine, ángeles, pasión,
sentimientos y notas,
denme calma a mi rincón
con su mirada ahora.
 No hay señal en ésta aurora,
será que viviré así,
no hay ni una voz de la flora
que venga solo a mí.

 Usurera y pérfida vida,
solo recitar hay en pintura,
nada dúctil en la poesía
cuando vives en la dulzura.
 Sé que ya salió el sol,
y que tu figura deslumbra,
dais enrojecer al corazón
por ser tan hermosa epicúrea.
 ¿No sabéis cuánto añoro los besos?,
hoy solo os he besado solo,
quisiera mostraros este reino
que hoy es amoroso.
 Pienso tanto en el pasado,
pienso en porqué la perdí,
sé que cometí el pecado
de haberme ido sin ti.
 Pero tenía que irme,
mi familia se moría,
necesitaban dinero
y marché enseguida.
 Con mis pinturas,
con mis sentimientos,
pero falta la ternura
de este amor que quiero.
 De aquella vez no la vi,
por eso pinto y escribo,
solo recuerdo que fui feliz
teniéndote conmigo.
 Sonreías tan hermosa,
como cuando el sol sale,
cantabas tan sonora
como un soprano que arde.
 Me besabas tanto,
que sentía la flor que soñaba,
eras aquella flor soprano
que entre perfume amaba.
 Pero ahora porqué vivir solo,
y he buscado tanto a vos,
no la encuentro en ningún lado
y solo muriendo estoy.
 Solo contemplo la tela,
y solo siento que te veo,
viéndote ternura,
pero no te huelo.
 Porque es la realidad,
de fragilidad sin ti,
es toda tempestad
y así vivo aquí.

 Veo a lo lejos a luz del cielo
y veo llovizna ante el sol,
veo un arco iris en reflejo
y veo algo venir con una flor.


Parece tan igual a un recuerdo
que no sé si sea el amor,
pero quisiera que fuese eso
y así renacer a mí corazón.
 Baja entre alas,
pero no sé si sea un sueño,
pero escribo igual la aria
que hoy vivo en los versos.
 Hasta que llega su luz,
y mis ojos quedan ciegos,
dejo ahora de escribir
y ahora ya no pienso.

 El hombre anheló tanto
que la luz era su amor,
llega y le da en su mano
aquel perfume de su flor.
 Diciéndole que aún no es tarde,
y que ha comprendido lo ocurrido,
pero venía del cielo como ángel
porque había fenecido.
 Y él ahí elevando a su arte
que había hecho en su destino,
pero la amada ya sabía lo vulnerable
de lo que le había sucedido.
 Y le habla su romance
y renace de pronto su mismo amorío.

  La Chapeau di dalia: Buen día joven,
he sabido todo lo que ha pasado,
las heridas se han de curar conde
y bien a venturanza en su costado.
 E igual si pensáis que me iré,
no creáis que así será,
mi idilio os pertenece en su ser
y pasión se vivirá.
 Peter Paul Rubens: Quedo sin voz,
quedo ahora más enamorado,
os pinté algo amor
y quiero recuperar el pasado.
 No he podido vivir sin vos
porque en verdad os amo.
 La chapeau di dalia: Yo sufrí mucho,
pensé que me habíais abandonado,
 creí que conseguisteis otro amor
y me dejasteis sola y llorando.
 No soporté el dolor
y no conseguí a nadie,
sola estuve en mi nación
sufriendo en lo agonizante.
 Pero me fui a otro lado
para que no me buscases,
quería vivir sin veros
y así estar sin observarte.
 Peter Paul Rubens: Me fui,
porque mi familia estaba mal,
podrían haberse muerto
pero les di un poco de mi capital.
 Me fui sin avisaros,
sé que fue un error espantoso,
por eso me condené
por el resto de mis días lagrimosos.
 La chapeau di dalia: Yo comprendí,
cada frase veía del reino,
tanto me amáis a mí
que mi corazón vino por eso.
 Peter Paul Rubens: Mi hermosa dalia,
vivamos como antes,
seamos aquella magia
que se besaba en el romance.
 Recuperemos el pasado,
quiero amaros vida mía,
 daros un mismo cuadro
de mucha pintura escrita.
 La chapeau di dalia: Ya os dije,
que así será amor mío,
que viviremos sin lo triste
y reviviremos el vacío.
 Me gustará ver la pintura,
no hace falta que me enamore,
siempre os amé mi musa
de aquellas bellas entonaciones.
 Peter Paul Rubens: Pensé que del cielo lo vio,
entonces os mostraré la pintura,
es tan brillante como el sol
que da rayos y alumbra.
 Igual yo estoy enamorado,
pero más quiero arder,
más de vuestro ser amado
junto a la pasión y querer.

(Y le muestra el cuadro en donde pasó pintando)

 La chapeau di dalia: Este es el cuadro,
es tan hermoso y soy yo,
me deja sonrojada lo mágico
que a mí me hicisteis como flor.
 Más al recordar las palabras,
de todas las oí,
y ver la pintura es mágica
sabiendo que me queréis a mí.
 Peter Paul Rubens: Pero si aún lo queréis recordar,
todo eso que escuchasteis está aquí,
en estos papeles que hice
sembrando todo el amor de mí.
 En esperanza de una señal,
pero vinisteis ternura,
estoy tan feliz ahora
que quiero la dulzura.
 La chapeau di dalia: Rubens amor de mi alma,
fue por Domine que me mandó,
así pude venir en la magia
para estar contigo amor.
 Peter Paul Rubens: Entonces oyó mis palabras,
sintió que me hacía falta ese querer,
se compadeció de mi alma
y os trajo a mí en el ser.
 Ahora serán días felices,
será vivir el sueño de un amor,
estar de piel a piel
y de corazón a corazón.
 De gritar que existe la fe
porque vive en la pasión.
 La chapeau di dalia: Sí escuchó,
dijo que necesitabas vivir conmigo,
que no era justo perder el amor
y estar en ese abismo.

 Viviremos de esos días dilectos,
amarte será más que el siglo,
llegaremos al reino
con tanto amor conseguido.
 Peter Paul Rubens: Os amaré entre mi pintura,
os querré en los amaneceres,
siempre habrá pasión nocturna
entre nuestras pieles.
 La chapeau di dalia: Os consumiré como el fuego,
os dejaré en ceniza,
pero volveréis en apego
y así será de por vida.
 Peter Paul Rubens: ¡Oh amor que en pintura respiré!;
que ahora estáis junto a mí,
y que siento tanto querer
que jamás en mi lo creí.
 Lachapeau di dalia: Fue hermoso soñar,
siempre una caricia llega,
y esa soy yo mi ser pasional
que en vuestra carne anhela.
 Peter Paul Rubens: Os acaricio la espalda,
os aliento el cuello,
os consumo en besos con mi alma
y desnudo tu cuerpo.
 La chapeau di dalia: Me dejo consumir,
dejo que me hagáis todo este día,
los próximos serán igual así
con toda esa pasión que palpita.
 Sígueme besando,
estoy sin vestido amor,
sigue dejando tú hálito
entre mi piel en el ardor.
 Peter Paul Rubens: Os acuesto en el lecho,
me desvisto yo,
os doy flores y sahumerio
de mi boca a tú corazón.
 De carne a carne,
de vida a eterna vida,
de romance a romance
y de una lograda alegría.
 La chapeau di dalia: Qué perfume,
qué pasión ofrecéis,
qué locura vivo Rubens
ante este dulce querer.
 Peter Paul Rubens: Mientras hago el amor,
todo en un papel escribo,
tus recitaciones de pasión
entre este mismo libro.
 La chapeau di dalia: Qué dulce eres en la efusión
que siento hoy cariño,
es tan paradisiaco esta relación
que hoy aquí vivimos.
 Ahora siento el prepucio amor
que me exalta por completo,
es tan fogoso el ardor
que de mí algo desprendo.
 Peter Paul Rubens: Es tan cálido,
tan inmenso la exultación,
tan lleno mi miembro del orgasmo
que es el paraíso esta unión.
 La chapeau di dalia: No dejo de besaros los labios,
ni de acariciaros el cuerpo,
os amo tanto en mi costado
que me es feliz vivir del momento.
 Peter Paul Rubens: Igual yo ternura mía,
me agrada tanto igual besaros
que me siento en una melodía,
que sonase entre el piano
con tanta pasión en su armonía.
 Y suena tan mágico
que hoy os canto con delicia.
 La chapeau di dalia: Eres tan romántico
que vuestras palabras me gustan,
sois tan único y paradisiaco
que me hace sonreír de dulzura.
 Y estoy ya que no aguanto
por volver a emerger,
más que unos orgasmos
ante este idilio de querer.
 Peter Paul Rubens: Y yo estoy que acabo
ante mi glande de este atardecer,
y ahora lo hago
encima de vuestra piel.
 La chapeau di dalia: nos hemos saciado,
hemos revivido aquel amor,
 Dios nos mirase con entusiasmo
por haber revivido el ardor.
 Peter Paul Rubens: ¡Ay amor tanto os amo,
que llega hasta al firmamento!,
os amo con la fuerza de los mares
en todo este mismo pecho.
 La chapeau di dalia: Y yo a vos con la furia de la naturaleza,
con el ímpetu de las tormentas y huracanes,
es lo que a mí se apega en este mundo entrañable.
 Peter Paul Rubens: Mundo cándido y dulce,
el poeta canta hoy en la poesía,
siendo tú rapsódico Rubens
que te ama en esta vida.
 La chapeau di dalia: Hemos terminado,
hemos acabado el coito pasional,
ahora descansemos en el lecho
y así serán días de lo celestial.
 Peter Paul Rubens: Yo no descansaré,
Yo debo antes algo hacer,
Debo acariciar algo
Ante la magia de mi pincel.
 La chapeau di dalia: A qué os referís,
qué pintaréis amor,
qué se os ocurre hacer
mi amado pintor.
 Peter Paul Rubens: Voy  a pintar lo que hemos vivido,
voy acariciar ahí el idílico amado,
voy a escribir ese surrealismo
que hoy hemos pasado.
 La pintura de nuestra vida,
la pintura que no muere,
la pintura que renace en alegría
y que sigue y vence.
 La chapeau di dalia: Me habéis hecho tan bienquista,
y aún así más de vos ofrecéis,
me hacéis sentir tan viva
y ahora más si me pintaréis.
 Más el cuadro de nuestra pasión,
más el libro de poema,
más este jocunda ilusión
que hoy se vive en querencia.
 Peter Paul Rubens: Dormid y descansad,
yo me preocuparé de rozaros,
ante mi pincel en felicidad
en todo un amor realizado.
 La chapeau di dalia: Te amo amor mío,
te amo hermoso pintor de mi alma,
que con la pintura das vida
más esta relación que se ama.
 Peter Paul Rubens: Igual yo os amo cariño,
os idolatro más que mi pintura,
os siento tanto en mi delirio
que os pintaré y a mí de holgura.

 Se duerme la enamorada,
él se queda hasta el amanecer pintando,
hace una pintura tan mágica
que hace los mejores trazos.
 Respirando el perfume de su musa,
pintando lo que vivió,
ahora por fin en ternura
y con su sagrado amor.
 Su vida fue terrible,
pero ahora es diferente,
la tierna dama le calmó
y ahora vive felizmente.
 Hizo el cuadro mejor de su vida,
su amada en el aurora lo vio,
quedó tan rojita
por la obra que él pintó.
 Y siguió escribiendo en su poesía
toda aquella bella pasión,
sin dejar de vivir la armonía
que en sus corazones era amor.
 Así era y así vivieron,
así se amaron y así se quisieron,
 Jamás dejó atrás la pintura,
jamás dejó igual el poema,
siempre latía esa dulzura
que había entre ellos de pureza.
 Un mundo que no imaginó,
pero su flor era su centro de estar,
Jamás él se marchó
y por fin al tiempo hijo fue  a dar.
 La semilla de esa nueva vida,
de ese latir amado,
enseñó a su hijo la lira
que en su pecho había siempre sonado.
 Su hijo creció y consiguió una querida
que igual de tanto amor la amó.
 Donde sus vidas eran alegría
y hasta el reino del mismo Dios.

sábado, 28 de julio de 2012


 Un hombre en la mazmorra y sus preguntas a la vida.


En la mañana he escrito tantas cosas de ti que no sé si haya un milagro o señal de mi vida para conseguiros; he estado abandonado en este lugar oscuro, ya es de noche y el frío me acorrala sin vuestro calor.
 No cometí el crimen en que me acusan, solo defendí a una mujer de la cual unos felones la abusaban, era mi rosa, usé solo mi espada para protegeros y por esa evidencia ahora aquí me mantengo. Ahora por eso pago tal condena, no debe ser, si ni siquiera herí a nadie.
  Desde muy joven llevo aquí, dónde estaréis, cómo añoro verle su rostro, Dios porqué no me habéis ayudado, creéis que así deba vivir, dejar que la vejez me consuma y no sienta aquel amor. Si los santos viven en tu paraíso deja que por lo menos venga uno y me calme con sus susurros, quiero aún en esta mazmorra un pequeño alivio, noches vacías entre papeles de escritos, donde no dejo de nombrar su nombre, a veces quisiera ser el aura de la noche, para ir a buscaros, y así poderos sentir, por lo menos rozar y sentir tal cálida piel nuevamente en la noche, pero imaginaciones que nacen se vuelven disturbios. Quisiera a veces ser los ojos de Dios para miraros, para saber dónde estás y que andas bien, pero la única manera de calmarme fuese si escuchase nuevamente la voz vuestra, quisiera que hallar de vos aquel canto que me cantabas en las alboradas frescas, ser aquel hombre que os miraba cuando bailabas ante el piano que tocaba, perfumaros con el aliento de mis sonidos, volver a nacer aquel idilio, volveros a sentir entre mis labios dulcemente, que seáis aquella rosa aún, sí pero de mi árbol en donde queríamos dar fruto, pero la raíz es mustia, el paisaje se nubló, la luna ya no es luna llena, todo se desvaneció, y tan solo en lo arcaico estoy yo, cómo es posible, cómo es posible que viva un mundo así, si tan solo nos amábamos, porqué no deja el destino que sea feliz por última vez en esta misma vejez.
 El hombre escribió tal escrito,
donde vive su misma agonía,
anhela tanto a su idilio
que no sabe si vendrá en sus días.
 La mazmorra le acorrala,
solo sus escritos serán recuerdos,
será que sentirá el aura
de aquel mismo ser tierno.
 En su noche con sus papiros,
donde no come bien y ni duerme,
solo el vestigio da en su ser mismo
al pensarla tanto en su presente.
 Tanto ya ha escrito,
ha hecho el libro de su amor,
donde define tanto delirio
por no sentir ya la pasión.
 Describe como si pintase,
hace magia en sus prosas,
ama tanto a su romance
que quisiese tener en su aroma.
 Ningún hijo de Dios se debe de abandonar,
pero así ha pasado sus años,
¿será que algún día la encontrará
y le amará en su costado?.
 No existe un amigo,
no existe ni un ángel,
solo existe el  martirio
que martiria a su noche agonizante.
 Que vuele la pureza,
que alguien dé un parado,
que haya la nobleza
y sea su vida un hermoso cuadro.
 
 En la mañana he despertado, he escrito ya tanto por ti, no logro entender porqué la flor no tiene alas, si tan solo tuviera llegaría a mi alma, flor o mi rosa la añoro, no dejo de deciros eso en mis escritos, hoy le mando un beso, beso de mi poema de perfume, que la consuma, por si algún día llegas a leer esto. No sabes a dónde me han llevado, desde aquella vez solo recuerdo que dije, que así pase un siglo siempre en mi corazón estará escrito la palabra te amo, ese día tan solo llorasteis gritando, que no me lleven por favor, y los guardias y soldados no hicieron caso, tan solo estoy en este sitio encerrado, sin poderos decir que os quiero y que os necesito. Pero así sea eso hoy lo escribo, porque sé que algún día leerás mis papiros tan añejos. Hoy veo un pájaro cantando a las afueras de mi celda, canta y me recuerda a ti, y es un ruiseñor, ojala pudiese tener la magia de convertirle en ti, y así poderos escuchar y abrazar eternamente, o tener un pincel y pintar estas paredes y hacer mi salida, pero es mi vida en que vivo la real y no la fantástica quimera, pero si hubo una fantasía, esa que viví contigo, tan llena de ilusión y de amor, si tan solo recibiese de vos una carta, un aviso de algo, mi alma, mi corazón explotaría de llamas que hiciese encender esta celda y salir donde vos. Un poeta es aquel que vive la historia propia en su sangre al escrito, donde mancha en las hojas su mundo, el poeta que siente cada minuto del día, que deja expulsar todo aquello que en su interior vive, y más por oír de un piano aquella sonata de piano, claro de luna del movimiento uno, a las afueras la oigo, no sé quién la tocará o quizá sea mi imaginación, la música tiene el lenguaje de plasmar todo aquello en un pincel en las notas de lo que es mi escrito; suena y ya la noche se acerca, ojala sea como la obra, claro de luna, que en esa inmensa luna pueda ver sus ojos, su figura esfinge,  y que ya no sea oculta de mi mirar, milagro que no llueva hoy ante esta carta que escribo, la sonata no deja de latir en adagio en sus tonos, va lentamente en las notas y mi corazón va rápidamente como las olas, es lo contrario, por el desespero que tengo a querer llegar o sentir su mismo hálito.

 ¡Oh ahora compartiré unos versos!,
ya no aguanto y debo recitar,
porque sois aquel reino
en donde yo debería de estar.
 ¡Si las rosas hablaran!,
le diría a una que le diga,
que aún le añora un alma
y que por vos daría la vida.
 Si la luna con su luz cantara,
le dijera que le cante,
que mi corazón le ama
entre las mañanas y tardes,
no puedo vivir sin ti,
porque habéis sido mi primer amor,
no olvido el beso feliz
que nos dimos en mi nación.
 Era mi primer beso recibido,
no había tocado a nadie antes,
de ahí os amé en lo querido
sin haber sentido lo vorágine.
 La sonata aún sigue sonando,
me acompaña en esta noche clara,
me inspira para escribiros
con toda la pasión y añoranza.
 Las estrellas del firmamento brillan,
hay cometas y centellas,
todo en el espacio gira
y mi corazón por vos revienta.
 De cada rosa que hay en el mundo,
de cada fruta que existe,
será un beso profundo
que en mi será sensible.
 Espero que lo recibáis,
sé que no me leéis,
pero sé que lo harás
y esos besos sentiréis.
 La noche me canta,
el viento sopla suave,
ya no llueve en la lejanía
pero no veo a mi ave.
 Tantas cosas puedo deciros,
tantas metáforas podéis ser,
tanto amor hay en este idilio
que fulge hasta el amanecer.
 Pero que se apaga el delirio
cuando ya no hay querer,
porque eso lo da mi imaginación
cuando os imagino con tanta fe.
 A veces podemos llorar,
a veces podemos gritar,
pero hay veces que no,
donde solo quedas mudo y ya,
pero por dentro te destrozas
y sin imaginaros mucho más.
 Mi pincel, ha hecho magia,
magia de un dolor vasto,
 ha sido mi misma pluma
en donde he pintado este relato.
 Todo se tiñe en pintura,
como la misma rapsoda que vives,
todo es como la teúrgia
por una magia que no consigues.
 Como la sonata claro de luna
que en su tonada aflige,
que no ha dejado de sonar
ante el compás que sigue.

 El hombre se queda oyendo tal música en sus escritos,
vive rodeado de la música en su poesía,
quiere una magia o hechizo
donde tenga una misma salida.
 Será que la conseguirá,
será que ese amor en realidad vendrá,
ojala Dios le ayudase y así feliz sería más.
 Una sonata que suena y que lo consume,
donde deja expresar toda aquella magia,
donde la noche le da luces
y a su papel lo escribe con esperanza.
 Describe de tal manera a la pintura,
siendo realmente un Dios,
más de su lenguaje que abunda
entre su momento desolador.
 Será que del cielo celestial verá algo,
donde un susurro le pueda calmar,
o que se entere que anda ahí él
y así se puedan de nuevo amar.
 Sería la venturanza,
gloria a su espíritu,
aquella dama sería seráfica
y su corazón un paraíso.
 Bebería de su monada
y recitase poesía,
con toda su fuerza apasionada
que sintiese en su vida.
 El mundo se llenaría de colores,
los pastos volverían a florecer,
arderían sus corazones
y de nuevo se volverían a querer.
 Hay que tener fe cuando se ama,
ahí es cuando llega aquella pasión,
se valora y se idolatra
y se ama en esa dulce dilección.
 Un hombre que en su poesía lucha,
donde las lágrimas en su papel han caído,
pero que seguro está que alumbra
ante un esperar de su destino.
 La pasión de esa rosa le llenó,
jamás nadie amase tanto como él,
que escribiese en una celda al amor
en donde clama a su mismo querer.

 Parece que la obra ya termina,
y mis versos han sido silencios,
solo he imaginado en esa música tu sonrisa
de que nos amábamos tan eternos.
 Tu abrazo que aún me estima
entre la quimera de mi sueño,
de querer estar de nuevo en esa alegría
que aún abarca mi cuerpo.
 Sé que es muy curioso,
más imaginar algo que no hay,
pero si es algo que amo
aquí siempre va palpitar.
 Pintar o escribir,
es como acariciar a una flor,
 más si os pienso a ti
en esta carta de nuestro amor.
 Cuánto va durar,
cuánto va pasar,
cuánto hay que esperar
por volveros a besar.
 Cuánto oh mi vida,
cuánto por este anhelo llorado,
cuánto por vos mi poesía
que amo en mi corazón amado.
 Cuánto más destino,
cuánto más me condenas,
ternura hoy la necesito
para amaros en la tierra.
 Recuperar todo aquel tiempo perdido,
volver a rozarnos belleza,
sentir el perfume de tu ser sumiso
y no dejaros de querer mi condesa.
 Habréis visto oh la vida,
más cuánto he escrito,
más por una rosa que estimo
ante toda esta lira.
 No condenéis más os lo pido
y dejad a que entre a la vida nueva,
si es posible morir
y así sentir en el cielo a mi damisela.
 Porque ya no hayo qué hacer,
ya no puedo vivir así,
parece que es un infierno
estar ya en lo mismo aquí.
 He terminado,
hoy lo dejo así,
iré a descansar un poco
para ver si así se calma el vivir.
 Le dejo un beso a su carita,
un abrazo  cálido de mi aroma,
le dejo una caricia
con todo el amor que explota.

 El hombre descansa,
termina su carta que escribió,
siempre dejando algo a su amada
entre todo el pudor.
 Ella donde andará,
será que igual le recuerda,
o solo Rubens es soledad
o tiene otro ya ella.
 Será que se olvidó de su primer conde,
o igual debe de escribir,
recordará su mismo nombre
o ya no siente ese latir.
 En un amanecer hay una dama,
vestida como una condesa,
se llama la condesa Adriana
donde  escribe en su mesa.

 (Sola en su mesa y mirando hacia su ambiente que le rodea
Y lo que siente a su escrito asemeja).

 Condesa Adriana: ¡Ay tantos años!,
ya no puedo con este tiempo paupérrimo,
donde solo estoy vestida sin el canto
que recibía de su mismo aliento.
 Ya nada es igual y ni encantado
por ya no ver su mismo reflejo,
era tan dúctil en su espacio
que me llenaba de eso tierno.
 Hoy en esta mañana recordando,
dónde ha de estar el amor,
más si lo tenía de joven amando
y porque Dios me lo quitó.
 Si tan solo os viese de nuevo,
porqué conde a ti os llevaron,
porqué a esa mazmorra
si solo me defendías ante malos.
 Porque Dios nos has hecho esto,
porque en la vida juzgan,
porqué no vuelves a mi reino
y me dejáis vivir en su ternura.
 Si tan solo tuviera paz,
sé que él feliz estuviera,
pero eso es estando en su amar
y así esta desgracia desapareciera.
 Estoy hecha un mar de lágrimas,
rocíos mojan a esta hoja,
quisiera ofreceros en esta carta
por lo menos mi aroma.
 Son versos al ritmo de la tristeza,
donde este amanecer es rojizo,
donde en su color quisiera al poeta
de su mismo querer y su suspiro.
 Por ser el color de la pasión
y que hoy tanto necesito,
ojala sienta mi sentimiento
y le roce con un besito.
 Es todo, ahora sino os consigo
no sé qué haré,
solo os añoro mi gran Rubens
Entre todo este amanecer.


 La condesa pide tanto al amor,
entonces no le ha abandonado a su amado,
ella le añora en su corazón
y le sigue aún esperando.
 Ahora la vida puede cambiar,
solo falta ese encuentro,
ojala Dios se apiade de ellos más
y vivan de su añorado anhelo.
 Un día un santo siente
que ha llegado la hora,
decide ir a su mismo presente
e indicarle que hay gloria.
 Va e indica donde está su amor,
habla con la condesa Adriana,
ella sorprendida queda ante el santo
por haber sentido la gran magia.

 Santo: Joven condesa que penáis,
he oído tales penurias,
igual vuestro amor pena en donde está
y deberían de unirse en la ternura.
 Condesa Adriana: ¡Oh recitáis de mi querido amor!,
¡cómo sabéis eso santo!,
Lo he buscado por tanto tiempo en el dolor
Y no lo he encontrado.
 No lo he podido olvidar,
en dónde se encuentra él,
decidme ya
que lo quisiese ver.
 Santo: Él anda cerca de aquí,
Vos solamente sígueme,
Os llevaré a dónde él
Y prometo seros apacible.
 No habrá ni un anatema,
La vida solo ahora será paz,
Donde habrá una historia de poemas
Entre su misma vida ya.
 Cerrad los ojos,
Y sentid que está ahí,
Lo veréis con holgorio
Y estaréis feliz.

 La condesa cierra los ojos, y de repente de una va donde su amado,
Y lo observa y ahí se recitan hermosas palabras, más que añoradas y felices.

  Rubens: Musa de mi añorada tristeza,
Cuerpo de la misma deidad que añoro,
¡oh Adriana mi bella perla
qué veo y qué holgorio.
 Condesa Adriana: Me habló un santo,
Me dijo que vos igual andas triste,
Y si soy yo mi amor anhelado
Que he venido para seros apacible.
 Rubens (Con afectada ternura):
 Ternura, rosa, estos papeles son poemas,
Son escritos que hice para ti,
Son el día a día de la debla
En que he sentido al no teneros aquí.
 Condesa Adriana: Ahora noto por tantas hojas de escritos,
Pero ahora cambiarás la tinta,
Haréis a esa pluma pintar distinto
Y a rozar un mundo de sonrisa.
 Porque el amor perdido
Ya no estará en nuestra vida,
Si no va ser un amor renacido
Ante esta existencia de alegría.
 Rubens: Adriana, condesa,
amada, mi dulce poema,
vida mía, quiero la eternidad,
amor mío, quiero la felicidad.
 Condesa Adriana: Rubens mi poeta,
Mi pintor en la misma escritura,
Que dais con tal belleza
Por solo sentir a la ternura.
 Rubens: Diosa de mis noches,
rosa que de mi árbol no se desprende,
la luna sonreirá en la noche
y alumbrará por este querer enorme.
 Condesa Adriana: Ya no me iré de ti,
Aquella vez no pude detener nada,
Ahora de esta celda te sacaré
Y viviremos con toda la magia.
 Rubens: Es lo único que quiero,
Salir de esta prisión injusta,
Llegar a un paraíso contigo
Y vivir con toda afable ternura.
 Condesa Adriana: Saldréis amor,
cuando la vida da milagro,
siempre puede haber de todo,
cuando todo es esperanzado
eso puede llegar victorioso.
 Te quitaré estas cadenas,
pero qué manos tan lastimadas,
las perfumaré con mi aroma
para que no se sientan ya la llaga.
  Rubens: Sois muy tierna,
esperaba este momento,
te amo mi dulce condesa
y que quiero tener en lo eterno.
 Alguien viene,
no escuchas sus pasos,
no quiero que te encierren
y que te metan en lo malo.

 (Se acerca un guardia y no hace nada protervo,
Si no da la orden para que se vaya de la celda,
el hombre sintió que fue un milagro, algo ocurrió,
debe ser que el santo dio la sensibilidad a todos de esa prisión)

 Guardia: Señor Rubens queda liberado,
sentimos mucho por haberos metido preso,
os daremos este dinero en honra
para que se vaya contento.

 El guardia no pudo ver a la condesa,
era como si los ojos del guardia
hubiesen quedado ciegos ante ella.

 Rubens: No quiero dinero,
aquí me trataron mal,
ahora vienen siendo buenos
y porque si fueron más que bestial.
 Guardia: Hemos averiguado,
tal crimen fue del mismo hombre,
el mismo se mató
y no fue vos señor conde.
 Pero entre nosotros,
No sé, pero un santo vi
Y me dio miedo, pensé que era solo reflejo,
Pero me habló y me aclaró todo.
 Ahora quiero ayudaros,
Y perdonad todo el mal,
Que os vaya bien ante el campo
Y claro que con su amor que veo ya.

 Rubens: Oh, mi amor, la trajo el santo,
Entonces fue por él,
Me disculpáis mi rabia
Pero ahora entiendo su forma de ser.
 Condesa Adriana: Hola guardia,
agradezco que seáis tan noble,
ahora nos iremos con gracia
y viviremos del amor enorme.
 Guardia: Que os vaya bien,
Y que recuperen su idilio,
Que vivan de tal querer
Hasta llegar al paraíso.
 Rubens: Gracias por tal hospitalidad,
No olvidaremos esto,
Espero alguna vez verle
Y ser aquel amigo bueno.
 Guardia: No hay problema,
Yo estoy en calma,
Ahora no seré juzgado
Por dejaros ser feliz en alma.
 Ah, recibid el dinero conde,
Y otra cosa, haga de su vida
De lo que siempre quiso ser,
Jamás dejéis eso en marchito
Para así podáis  florecer.
 Rubens: Claro que recibo,
Y gracias por tal pensamiento,
Será publicar nuestro libro
Que de tanto amor hoy siento.
 Condesa Adriana: Claro así lo será,
Mi conde amado de mi alma,
Ese libro publicará
Y más las pinturas que hagas.
 Rubens: Claro que así será,
Y aseguro que de esta prisión pintaré,
Será la tristeza y felicidad
Donde mi alma hoy dio a florecer.
 Esa pintura tendrá dos significados,
Será inmortal en las que haga,
Será un poema relatado
Entre su sentimiento que en silencio canta.
 Guardia: Muy conmovedor sus palabras,
gran poeta sois señor,
Increíble forma de recitar a la amada
que amas con tanto amor.
 Condesa Adriana: Él siempre fue así,
Siempre será y persistirá,
No cambiará su mismo latir
Porque ama en lo inmortal.
 Rubens: Siempre seré mi rosa,
Ternura de mi vida,
Siempre os daré la poesía de loa
Que vive y duerme en mi querida.
 Guardia: Qué románticos,
vivan felices y amaos como lo hacen con ansias.
 Añoraré tal amor apasionado
que hoy he visto con gran magia.
 Rubens: Saldremos entonces,
Cuídese, hasta pronto amigo.
 Condesa Adriana: Cuidad de vos mucho,
habéis sido todo un buen guardia,
Dios le dará el mejor reino y a su alma.

 Salen de la prisión se van juntos a su paraíso, disfrutan del amor
Y escribe más ante su amor bendito, él pinta muchos cuadros,
Pintando a su misma rosa, la mujer que vuelve y que ama,
Renace en su corazón por tener a una diosa diáfana,
La que le brilló a sus ojos y que ahora son noches felices,
Noches de amor profundo e idolatrado en sus cuerpos,
Comparten la libidinosidad con toda ternura, se besan tanto
Que olvidan que es de noche. La luna brilla y a la vez canta,
Las estrellas igual, y hace el gran cuadro de su vida,
El cuadro que vivió en su cárcel, entre hojas escritas de poesías,
Donde su amada igual le cuenta que le escribió,
Donde toda esa carta él la lee, y así quedan sus últimos versos de amor.

 Condesa Adriana: Poeta de mi mundo,
Qué cuadros habéis hecho,
Os lleno de tal amor profundo
Que solo me pintáis en ellos.
 Rubens: Os pinto con la poesía que relato,
En cada día lo vivido
Es lo que en pincel plasmo.
 Sois aquella esencia de lo ritmo
Que me hace elevar lo mágico.
 Condesa Adriana: He visto cuadros
tan solo que de nuestra intimidad,
he visto cuadros donde flechas
toda aquella poesía inmortal.
 Donde lo veo y se trata de nuestras noches,
reflejáis tal amor en ese pincel,
tal ternura mi conde
que feliz me hacéis ser.
 Rubens: Vos me hacéis ser tan feliz,
Tan único en esta vida,
Tan divino a tu ser de jazmín
Que he consumido con caricias.
 Que he pintado como una diosa,
E igual a mí ahí como Dios,
Amándote con toda loa
Desde el fondo de mi corazón.
Condesa Adriana: La pintura es poesía,
nada más es lo que leo en la pintura,
tan solo reflejáis la maravilla
de nuestra relación que abunda.
 De ese amor buscado,
Pintáis del tiempo que nos quisimos,
Pintáis tan matizado
Para el reencuentro que sentimos.
 Rubens: Por siempre así pintaré,
Hasta he pintado estando en aquel paraíso,
Donde nos amamos en el edén
Con tanto divino idilio.
 Ahora debemos cantar,
debemos disfrutar,
debemos gritar
por esta pasión que es eternal.
 Condesa Adriana: Debemos sentir eso,
Debemos vivir lo eterno,
Debemos amar lo nuestro
Y que seguirá hasta el reino.
(le da un papel a su amada un canto escrito)
 Rubens: Cantemos esta aria,
Va ser con tanta armonía,
Cantemos con toda magia
Y sintamos aquella melodía.

 Rubens, Condesa Adriana:
  Aria

 El amor vence y crece,
El amor es libertad y eternal,
Cuando confías florece
Y llega para lo espiritual.
 Cantemos, cantemos en gloria,
Gracias a Dios tenemos el amor,
Fue mandado ante un santo en honra
Para salvar nuestra pasión.
 Que sea futura esta vida,
Que sea locura la pasión,
Que nos demos tanta caricia
En todo este divino corazón.
 Hasta el cielo Dios sagrado,
Hasta allá llegaremos,
Amándonos con lo mágico
De este amor que queremos.

 Terminan el aria y se duermen y felices quedan.

 Condesa Adriana: Feliz estoy contigo,
Qué aria más hermosa,
Todo ahora será amorío
Al teneros conmigo en la historia.
 Rubens: Igualmente mi gran delirio,
El fuego que no se apaga,
Nuestra ternura llegará al infinito
Por tanta pasión alabada.
 Condesa Adriana: Buenas noches amor mío,
Es hora de irnos a descansar,
Ya nos hemos dado tanto idilio
Para hoy dormir con la felicidad.
 Rubens: Sí mi dulce perla,
Mi rosa de mi corazón,
Diosa de mi piel azucena
Que te ama con toda pasión.

 Descansan y hacen la cópula nuevamente y el siglo termina
Y van al cielo perenne. Pinta más pintura para su condesa,
más poesía en ese perfume que se aman y donde la pasión jamás termina y ni fenece en sus almas,
sino que vive y existe y persiste.

lunes, 9 de julio de 2012

 La lucha de una vida.

 Dios inmortal del lenguaje,
obtuvo desierta vida,
consumía su mismo arte
hasta convertirlo en poesía,
era el único aliento vate
quien le calmaba en su día,
quién será como él,
quién vivirá con tal mundo,
quién entenderá el tañer
él como en sus notas de opus.
 Se aleja del mismo dantesco vivir,
no podía ya en su vida escuchar,
unos alegres otros cuitos
con una espera de un alegrar.
 La única forma era buscar el silencio,
y así encontrar aquellas notas,
oírlas por fin en su sentimiento
y escribir más rapsodas.
 Buscaba el silencio en su alma,
cuando la consigue se vuelve inmortal,
compone de una gran teúrgia mágica
ante su musa pasional.

 Los concierto para piano le gustaba,
compuso el número cuatro,
opus cincuenta y ocho en alma
para mostrar su mismo hálito.
 El movimiento dos,
andante con moto,
escrita en sol mayor
y en su memoria lloroso.
 Y se entona y así se vive,     
así se siente las notas,
así continúa su ser que aflige
entre ese mundo de la loa.
 Con violines rápidos sonando,
para luego sonar un piano sensible,
 para elevar su mismo costado
ante un movimiento que se extingue.
 La vida prometida no ha conseguido,
el humor jamás fue ante él,
nadie entendía su mismo espino
que en sangre había en tañer.
 Creían que él era la furia de la naturaleza,
que no podía ser domado por nadie,
porque de inmediato daba la fuerza
que hasta los hería como salvaje.
 Pero la música suena,
la música del concierto muestra su vida,
la parte en que no salió de la existencia,
sino que amando su misma alegría.

 Beethoven: Qué concierto ante mis alientos,
qué obra la mía de mi presente,
orquesta suena entre el mismo sendero
en donde hoy de tanto latir se siente.
 Bellas espirituales entonan,
cómo quisiera tener un alma,
que comprendiesen mi idioma
a donde no hay ida y ni espada.
 Si tan solo alguna me viese,
aún con su perfume de tentación,
que me mirase a todo mi ente
y se acercase y me diera su amor.
  Son como condesas en el aire,
yo las veo tan ansiado,
tocando con un ser tan vate
y esperando el milagro.
 Nadie me hace caso,
nadie me observa,
solo una de ellas alientan al piano
con su figura como la condesa.
 Condesa Raturateli: ¡Oh, no os desesperéis!,
os ruego que os calméis joven,
u os juro que pronto sentiréis
en vuestra alma un roce.
 Beethoven: Si tan solo la vida fuera poesía,
si en la vida el mal se alejase,
si tuviese tan solo más que alegría
comprendiera que existe lo grande.
 Como el amor indecible,
el amor de una fogosa caricia,
todo fuera apacible
y todo fuera una existencia comprendida.
 Condesa Raturateli: Así sintáis desprecio,
así os centréis a un orbe distinto,
os digo que veáis al cielo céfiro
que en vuestro calor cayese lirios.
 Beethoven: De qué me sirven flores,
de qué me sirven dalias,
de qué me sirven esos olores
si igual no me harán nada.
 Condesa Raturateli: No serán flores,
será tan solo que metáforas,
os hablo de forma de un inmortal roce
que os cambiará en la hipérbole soñada.
Beethoven: Me decís que será más que una flor,
que podré ante este piano que toco,
más que sentir un nuevo albor
de oler, besar en su espíritu loco.
 Condesa Raturateli: No será loco como pensáis,
será más que eso y que os ve,
no jugará sino amará más allá
del lenguaje que compusisteis.
 Beethoven: Gran armonía que hoy siento,
¡oh mis violines que tocan!,
cómo quisiera besar aquel cielo
que tanto hoy pide en la loa.
 Condesa Raturateli: Vendrá cuando acabe la obra,
vos quedaréis dormido,
 y os acariciará la rosa
y os dará aquel alivio.
 Beethoven: Que así sea hermosa condesa,
ya que habéis sido muy candorosa,
os regalo algo en ofrenda
que sea todas estas bellas notas.
 Condesa Raturateli: Qué noble es usted señor,
qué gentileza ofrecéis a mí,
os agradezco con enorme corazón
hoy aquí con el tocado violín.
 Beethoven: De nada noble condesa,
vos os lo merecéis,
por haber sido tan dulce de belleza
en este sendero del tañer.
 Condesa Raturateli: Sois muy ingenioso,
muy sapiente en vuestro vocabulario,
me dejáis con un amor sonoro
ante estos sonidos sagrarios.
 Beethoven: Tan solo son parte de mi corazón,
ellos fuesen más si llegase el hechizo,
diferente fuera mi pasión
y la amaría con tanto amorío.
 Condesa Raturateli: Ella dejaría que le consumieseis,
dejaría que entraseis vos en su seno,
 que os la devoréis en su ente
con lo más dúctil de vuestro apego.
 Beethoven: Al verla quisiera tocarle,
quisiera amarla y besarla,
y entonarle una obra de romance
que tiritara de mi alma.                         410
 Condesa Raturateli: El mundo celo será,
por contemplar la nueva pasión,
Dios alegre estará
por haber hechizado a la salvación.
 Creed en mis palabras joven,
sentid que cambiaréis,
que vos en otro mundo estaréis
viviendo Ludwig van Beethoven.
 Que todo se retornará en el ser
cuando la dócil caricia os toque,
qué alegría al cielo gritaréis
por solo palpar a un nuevo orbe.
 Beethoven: Os creo epicúrea condesa,
que con vuestra figura enamoras
hasta el mismo diantre por tal belleza.
  Y ya la obra termina en su coda
ante los versos que poco vibran,
ofreciendo mi alma la loa
para una nueva cantiga.
 Condesa Raturateli (aparte):
 Y que terminamos ya de tocar todas
ante esta naturaleza la armonía,
que calla su entonada ante el idioma
para la búsqueda de su misma alegría.
 Y que Beethoven termina la melodía armoniosa
ante el piano con su dulce rítmica,
y que pronto se dormirá en la alcoba
ante un misterio que tocará en vida.

                                II
 Después de que su alma termina de tocar,
de que pide un anhelo ante ellas,
 y que una condesa le ruega
a que espere que pronto vendrá.
 Que todo puede ser cereza
ante ese mundo de lo pasional.
 Creyó que la flor sería una hermosura,
quien le amaría en su entera vida,
que ese amor jamás se muriese
y que en su roce solo viviría.
 Que estaría en él siempre
y que sería su gran melodía.
 La condesa Raturateli,
le confió un gran apogeo,
que todo sería pingüe o fértil
en su nudo de su seno.
 Ahora la historia será o no,
si así lo es qué albor florecerá,
qué nueva tocadas se escuchará
en el seno de su corazón.
 Pronto el misterio se contemplará
ante el heno de la pasión.
 Condesa Raturateli: Se ha dormido nuestro compositor,
ahora gentiles espirituales,
os ordeno que entreguéis un nuevo atuendo
ante mi mismo cuerpo de ornamentación.
 Que dejéis la esencia que tanto anhela mi deseo.
 Que sea una inmensa belleza para el hombre que espero.
 Espirituales:  Pero para quién os vais a vestir,
no será para el que pensamos.
Condesa Raturateli: Será para nuestro gran compositor infeliz
a quién le llenaré de amor a su piano.
 Espirituales: Pero será que os recibirá,
cuando tan solo se despierte,
vos cree que así será
apenas cuando vos le bese.
 Condesa Raturateli: Su mirada se hechizará del amor,
su sordera desaparecerá,
mi alma le dará emoción
y besos él me dará.
 Espirituales: Que tan segura de eso,
os haremos un gran vestido condesa,
pero creéis que tendréis ese premio
y mundo diferente floreciera.
 Condesa Raturateli: Segura estoy,
segura en plenitud,
que mí amor es su corazón
y que será toda beatitud.
 Espirituales: Hacemos vuestro vestido,
lo tejemos con flores lirios,
tienen de un aroma tan celestino
que hasta brilla como el cielo infinito.
 Condesa Raturateli: Sigan vosotras,
sigan con tal ornamentación suntuosa,
 os digo que será una gran obra
lo que hagáis hoy de gran aroma.
 Espirituales: Lo hacemos con querer,
hasta tendréis lirios en vuestro cabello,
el vestido dará florecer
en los ojos del mismo caballero.
 Perlas tejemos en el vestido,
son diáfanas como estrellas,
un corso ponemos con zafiro
que alumbra hasta la luna bella.
 Condesa Raturateli: Qué hipérbole de vestido,
con esto danzaré con él,
seguro algo dará en sonido
que hasta en besos le socavaré.
 Le acariciaré como  una flor,
su pecho renacerá conmigo,
vivirá un mundo de amor
cuando le diga que es mío.
 Espirituales: Os pondréis tacones,
están tejidos de un gama dorado,
el vestido es doncel como horizonte
y de flores perfumado.
 A ese hombre enamoraréis,
más cuando os acerquéis a su presencia,
 al caballero ciego dejaréis
cuando le deis tan solo sonrisa esbelta.
 Condesa Raturateli: Si un reino es uno solo,
al cual solo van los de pura bondad,
ahora yo iré a un nuevo reino clamoso
que idolatra mi misma inmortalidad.
 Ahora me pongo el nuevo vestido,
lista para sorprenderle,
sé que me recibirá con tanto amorío
que su mirada en amor floreciese.
 Espirituales: Os veis tan igual que una galaxia,
tan frondosa de astros,
inigualable en toda esa gama
que poséis en vuestro espacio.
 Despertad al caballero compositor,
porque se ve bien dormido,
ansía el divino amor
que sois vos en destino.

                            III

 La mujer se acerca donde él,
le despierta cantando,
él apenas le ve y no le da rechazo.

 Se espera una nueva esperanza,
una nueva forma de vivir,
una nueva vida y gracia
en indivisible fortunio del existir.

 Condesa Raturateli: Despierta, he venido,
oí vuestras angustias del corazón,
no olvidé ni un dicho y estoy para daros amor.
 Beethoven: Creo que os conozco,
pero os veis tan agraciada,
si sois vos quiero ser señero amoroso
y vivir junto a vos mi cortesana.
 Os veis tan igual que una condesa,
tan divina y llena de dulzura,
quisiera amaros por la vida eterna
y daros palabras de ternura.
 Condesa Raturateli: Vivid conmigo,
pero os diré que soy Raturateli,
la condesa que os quiere amor mío
y que se enamoró tocando lo fértil.
 Beethoven: No puedo creeros,
si sois vos más quisiera acuciaros
quisiera amor ofreceros
y vivir de un amor inmortalizado.
 Espirituales: Así es, que viva el amor,
que viva el anhelo más milagroso,
que viva este poema de pasión
que es y será fogoso.
 Condesa Raturateli: Pensé que me rechazaríais,
pero veo que ahora me abrazáis,
jamás imaginé que me besaríais
hoy aquí con única felicidad.
¿Pero decidme, os gusto recién?
 Beethoven: Vos me gustasteis antes,
pero no os lo dije, como dijo que vendría el lirio
y que todo sería diferente.
 Pero jamás pensé que fueseis vos ese lirio
que me llenaría de tanto amor latente.
 Condesa Raturateli: Me conmueve que os haya gustado,
ahora en vuestra alma será vida,
a vos os llenaré de magia
y de mucho querer que habita.


 Beethoven: Os ofreceré una sonata para piano y violín,
número cinco del opus veinticuatro,
os lo tocaré con tanto latir
en mi adagio molto expressivo cantado.
 U os ofrezco porque os lo merecéis,
y porque sois la magia de mi teúrgia,
os siento ante este ser
como si fueseis toda mi liturgia.
 Espirituales: Tocaremos nosotras el violín,
así sea uno en la composición,
ofrecemos más latir
ante todo este canto de amor.
 Condesa Raturateli: Así espirituales divinas,
tocad con toda euforia de la pasión,
sentid cada nota como la magia bendita
que nos ha poseído de tanta emoción.
 Beethoven: Empiezo con el piano,
ahora vosotras tocad con ilusión,
mientras beso a mi ser apasionado
que amo en el indiviso corazón.
 Espirituales: Qué aroma y mundo,
qué lenguaje se transmite en el cielo,
qué locura somos en el fortunio
que se siente en este momento.
 Condesa Raturateli: Sigan que, siento dulzura,
más de los besos de mi caballero,
que me da con tanta locura
aquí en todo mi endeble seno.
 Beethoven: ¡Oh condesa de mi piano!,
¡oh qué diástole siento amor!,
¡ay no os alejéis de mi halo
porque os ama con tanta ilusión!.
 Condesa Raturateli: ¡Oh que forraje soleado!,
¡ah que Dios contemple tal amor!,
que bendiga este lugar santo
en donde nos damos efusión.
 Beethoven: Que la melodía jamás acabe,
que siempre suene en esta vida,
que se colme el heno de tal paisaje
que es nuestra unión querida.
 Espirituales: Os veis tan siderales,
os veis tan dúctiles en el fuego,
os sentís tan únicos en este forraje
amándose de pecho a pecho.
 El amor de una vida,
el amor que tanto hacía falta,
más en el alma de una elegía
que vivía en toda la falla.
 Que no oía en su oído,
que ahora oye con emoción,
que no siente tal  abismo
sino la beldad de su amor.
 Condesa Raturateli: Se oye tan increíble el piano,
tan lleno de esa belleza compuesta,
solo que de vos en lo apasionado
que dais en las notas inmensas.
 Beethoven: Son notas que son de ti,
oigo gracias a vuestra presencia,
vivo de un hermoso vivir
gracias a toda la paz que expresas.
 Espirituales: Jamás vosotros os apartaréis,
siempre estaros hasta el final del ciclo,
vosotros siempre os amaréis
entre el mundo de amor sentido.
 Que Dios bendiga siempre el amor,
que ni diantre venga jamás,
que la santidad sea en corazón
por siempre y que lo será.
 Condesa Raturateli: Siempre de amor se vivirá,
más sintiendo vuestros besos ardientes,
más ante mi pecho este gran palpitar
que es de esta esencia que crece.
 Beethoven: mas con tu perfume
que tan solo me llena de inspiración
con vuestra fragancia espurre
que me ha dado en todo el corazón.
 Condesa Raturateli: Os gusta mi aroma,
aquí en donde a lado de vos que estoy,
donde veo como tocas
y tan sensible los besos que me das hoy.
 Beethoven: Os beso como una diosa,
y me gusta lo entero de vos,
sois como la reina de las rosas
que hoy me alegra en mi entonación.
 Condesa Raturateli: Esta obra es perfecta,
tan llena de ese amor innato,
que siento solo las corcheas
que suena con tanto amor agitado.
 Beethoven: Son corcheas de dulzura,
llenas de un amor que habla,
lo que me sucedió en la lucha
y que revivió a vuestra gracia.
 Jamás lo hubiese creído,
pero así lo es y se lee,
ante los versos que son escritos
en todo mi único querer.
 Condesa Raturateli: Amadme amor mío de mi cuerpo,
quiero ser solo vuestra en la eternidad,
que me deis un dulce beso
pero ahora y que signifique la eterna felicidad.
 Beethoven: Os beso los labios,
saben a la flora más de las diosas,
respiro mientras os beso en halo
en este forraje de la historia.
 Con estos besos estaremos siempre rozando,
llenando al alma esa dicha,
y esa alegría que me había faltado
cuando más me imaginé solo y acabado.
 Condesa Raturateli: Las personas no deben caer en un hoyo,
deben de salir a lo más lejos del cielo,
ahí conjeturarse y vivir frondoso
y no dejar de amar a su reino.
 Beethoven: Reino que sois vos eternamente,
aquella mujer que llegó como estrella,
la que alumbró a mi concierto tenue
y que inundó de esa paz plena.
 Condesa Raturateli: Os amaré, os amaré,
porque  sois lo más indecible de mi unidad,
y porque con esta historia solo rociaré
hasta el mundo de aquel corte celestial.
 Beethoven: Os cantaré, os cantaré,
entre estas notas de santidad,
con un amor que solo idolatraré
de mi eterna afabilidad.
 Condesa Raturateli: Os adoro, os adoro,
más sintiendo esta divinidad,
os amo, os amo
más al vivir toda esta felicidad.
 Beethoven: Ámame, sí amor ámame,
jamás dejéis de querer a mí corazón,
cántame, sí mi flor cántame
como si fuese el último día de mi adiós.
 Condesa Raturateli: Arómame, sí mi rey arómame,
os quiero siempre cerca de mi alma,
entóname, sí mi rey entóname
ante tal obra que hay en la calma.
 Beethoven: Canta, sí mi obra canta,
ella solo os acaricia el corazón,
como mis besos que van y cantan
y que son solo que llenos de pasión.
 Condesa Raturaleti: Felicidad, ¡oh qué felicidad!,
dulzura, ¡oh qué dulzura!,
eternidad, ¡oh qué eternidad!,
musa, ¡ay qué escrito en la musa!.
que no se aleja,
no y no de nuestra musa.
 Por no ser tan confusa,
 porque solo se refleja.
 Beethoven: Ella y única,
la que abunda de belleza.
  Y no suele ser oscura
ante estos últimos latidos de cadencia.
 Espirituales: Y que terminamos ya casi
ante los sonidos de la sonata,
sonando ante lo más dandi
de esta obra escrita del alma
ante un caballero tan grácil
que dio su gran amor en la obra terminada.

                       



                             IV

 Beethoven radiante con su condesa,
vegetaron un siglo del amor,
luego partieron a la otra tierra
a seguir con su dilección.
 Ya el inmortal no vio el ocaso,
agradeció a la vida cuando sucumbió,
feneció junto a los tórridos brazos
de su gran indecible predilección.
 Ahora ahí vive en esa cima,
ahora nada le zahiere,
ahora el mejor aroma respira
junto a su amadísimo presente.

 Pasan varios años,
y en la tierra nace una nueva semilla,
se engendra ante el piano
y se enamora de esa vida.
 Toma clases con su profesor Jósef Elsner,
le encanta a Fréderick las clases,
caracteriza que tiene un buen temple
ante el piano de buen arte.
 La música se abre en su horizonte,
extraordinario a su corta edad,
enamorado de esos acordes
en donde llega a componer nada más.
 Le compone una sonata para su maestro,
en do menor opus cuatro,
ofreciendo su más fiel afecto
ante su amigo con garbo.
Y sus variaciones opus dos,
sintiéndose los dos amigables,
entre tardes y enseñanzas
se volvieron inseparables.

 A Chopeen, Elsner quería llevarlo
junto con el Francés Joseph Pleyel,
para que conociese al polaco
y le ayudase en su vida de florecer.
 Al principio no quería,
porque años antes quería un prodigio,
pero al oír una armonía
algo atrajo al mismo oído.
 Diciendo Joseph Pleyel: Quién ha escrito eso,
vamos y veamos quién lo toca,
¡oh Liszt es vuestra composición
porque suena muy maravillosa!.
 Fréderick Chopeen al oído a Elsner:
es mi obra maestro,
 la he estado componiendo recién,
esta inconclusa hasta el momento
pero le digo de quién es.
 Elsner: Esperad muchacho,
solo dejadlo que se emocione,
nadie dirá de quién es el acto
hasta que se desespere a montones.

 Sin esperar Fréderick,
tan solo a lado había un piano,
y de una empieza a tocar lo fértil
ante el piano el polaco.
 Al ver Franz Liszt que lo toca,
dice: oh es del compositor,
lo toca como un patriota
y como la habéis titulado señor.
 Fréderick Chopeen: Se llama la polonesa,
 Franz Liszt: el espíritu de Polonia,
le dais con una gran fuerza,
la sentís con gran gloria
ante la musicalidad del poema
que se transmite en las notas.
 Joseph Pleyel: Cuándo puede empezar,
ya mismo tiene que dar recitales,
ya mismo le deben observar
y debe componer obras magistrales.
 Elsner: Qué dijo Joseph Pleyel,
qué barbaridad decís,
si vos mismo dijo que era tarde
y ahora venís eso a decir.
 Joseph Pleyel: ¡Ay olvidad eso!,
disculpadme por tonterías,
ahora conozco a un genio
que en su magia da la melodía.
 El mundo le conocerá,
mostrará gran taumaturgia
no solo en eso brillará
sino que hasta la misma luna.
 Fréderick Chopeen: Gracias señor Pleyel,
mañana mismo empezaré con recitales,
empezaré a componer
y a entregar mi pasión por los paisajes.
 Franz Liszt: Sois un gran pianista,
futuro en vos veo,
sed que seríais gran magia que indivisa
a toda la fuente y el cielo.
 Elsner: Estoy agradecido por vuestra gentileza,
sed que mi alumno será la magia,
no hay como él en la melopeya
más siendo su maestro en alma.
 Fréderick Chopeen: Os agradezco maestro Elsner,
haremos del mundo la libertad,
más por la música que dé en tañeres
entre toda jovialidad,
haciendo vivir un sentimiento
y la fe de la melodía que sonará.

   Da varios recitales,
conoce a una mujer llamada George Sand,
con ella viaja por el mundo apasionante
y se enamora en toda felicidad.
 Escritora novelística,
francesa de un amor al arte,
enamorada de las opus pianísticas
que escribía el mismo vate.
 Escribía inspirada en el músico,
cuando en Mallorca lo oía oír,
 se amaban tan profundo
que no dejaban de latir.
 Compone muchas mazurcas,
polonesas y nocturnos,
llenándose de la gran musa
que había en su mundo.
 Componía valses,
componía Scherzos,
viviendo ante el romance
de su mundo tan poético.
 Compuso baladas,
compuso preludios,
significando su alma
y ante los mismos estudios.
 Compuso conciertos para piano,
compuso impromptus,
 cada uno de su rincón sacro
del mismo romántico músico.
 George Sand le amaba,
pero era celosa si se iba a parís,
no quería que regresase
sino que viviese ahí.

 Pero llega el frío y la humedad,
y no se siente bien en salud,
Sand llega de un vendaval
y él tocando el piano aún.
 Fréderick Chopeen: Amor donde habéis estado,
porque no estuvisteis hoy aquí,
no me he sentido bien en este frío congelado
me gustaría irme a París.
 George Sand: Si os sentís mal,
podemos ir tan solo a Nohant en Francia,
tengo una finca allá y podemos estar.
 No quiero que más estéis del tozudo piano,
porque a mí me tenéis olvidada,
más amor dais a ese instrumento
que a vuestra misma amada.
Fréderick Chopeen: no es más que un estado de ánimo.
 George sand: Creí conocer todos,
solo recibo evasivas y sentimientos ambiguos,
ya ni sé si os importo a vos
o sino vos a ese piano mísero.
 Fréderick Chopeen: Quiero irme contigo amor,
os prometo vivir a vuestro lado,
sois aquel perfume que adoro en corazón
y que no quiero aparte de mi costado.
 George Sand: Si vais a ser así,
juradme que solo me miraréis a mí,
que cumpliréis mis reglas
y que solo a mí amor os fijaréis y amaréis.
 Pero que podréis componer más,
pero no olvidaros de mí corazón,
recordad que os quiero para mí
y en Nohant felicidad va ser amor.
 Fréderick Chopeen: Vamos que así será,
vos tenéis mi alma en la vuestra,
vos es mi eterna divinidad
a la cual besaré bien eterna.

 George Sand se apoderó de él,
él en su corazón le amaba a ciegas,
y olvidó a su maestro del ser
y a su misma amada tierra.
 Van a Nohant pero se enferma,
al tiempo más no soportaba el dolor,
aún así componía sus notas plenas
y su maestro esperaba una carta de pudor.
 Cuando su profesor se entera que vuelve,
de inmediato corre a Nohant,
y sube al palacio que yace
para conseguirlo y hablar.
 Cuando sube charla con Sand.
 Elsner: Cómo está su merced.
 Han tenido un viaje grato espero.
George Sand: Sí, gracias.
Elsner: Se acuerda usted de mí.
 George Sand: El profesor Elsner.
Elsner: Tenía mis dudas.
 Y bien cómo está Fréderick.
George Sand: Creíamos que había vuelto a Polonia profesor.
 Elsner: ¿En Polonia?.
 No, no se lo aseguro no me he ido de Francia.

 Suena el piano de Fréderick.
 Elsner: ¡Fréderick!, no sabe usted lo que significa oírle
después de tanto tiempo. Querrá decirle que he venido.

George Sand: Jamás le interrumpo cuando trabaja
Elsner: Excelente regla. Puedo esperar. Aunque se trata
de una interrupción que a Fréderick no le molestaría.
George Sand: Yo no estaría tan segura. Por decirlo de otro modo.
  Fréderick sería más feliz que usted se haya ido a Polonia.
  Elsner: Disculpe su merced,
pero creo que es una idea tanto extraña
George Sand: es muy sencillo, Fréderick detesta las esperas.
 De hecho siempre procura evitarlas.
 Y lo que necesita usted decirle
sería desagradable.
Elsner: ¡Eso cree!.
George Sand: Desde la última vez que le vio
han pasado muchas cosas.
 Sus ideas han cambiado mucho.
 En este lugar ha encontrado su vocación.
 Y su deseo es vivir como la ha hecho ahora.
Se ríe Elsner: Si no le importa,
Quisiera que fuera él quien me lo dijese.
 George Sand: Si así lo deseas.
 Elsner: Con permiso.
George Sand: Profesor Elsner,
qué opinión da a lo que Fréderick ha compuesto
en Mallorca.
Elsner: Es una música deliciosa.
George Sand: Solo eso.
Elsner: Es preciosa. Conozco muy bien el talento de Chopeen,
esperaba lo que dijese exactamente
George Sand: Esperaba que diga que se ha convertido
como el mejor compositor Europeo.
ELsner: Sí, y también del que más cosas se dicen,
cosas que nunca creí que pudiesen decir de él,
en todo caso ahora hay otras cosas que hacer,
cosas más serias, tanto en su música, como en sus conciertos.

George Sand: No dará más conciertos,
Elsner: ¡Ah no!,
George sand: Está demasiado débil.
 Estuvo enfermo en Mallorca.
 No soportaría la tensión de los conciertos.
Elsner: Bien de inmediato no.
George Sand: Ni en cualquier otro momento.
 No tiene el temperamento adecuado.
Elsner: Es lamentable. Pero con un pequeño esfuerzo de Fréderick,
estoy seguro que tendrá el temperamento adecuado.
 Sobre todo porque estos conciertos tienen unos objetivos.
George Sand: Su único objetivo es su propio trabajo.
 Y el mejor modo de lograrlo es tal cual como lo hace.
 Elsner: Y con ellos su propio y nada recomendables objetivos.
 También serán satisfechos, claro que naturalmente es lo que usted desea.
George Sand: Y lo que Fréderick desea.
Elsner: Sí, desde luego. El ejemplo de su vida es muy
de gente sin duda como para el lugar de Chopeen.
 El artista alejado del mundo. Trabajando para sí mismo,
para su propia gloria, todo el mundo le ofrece regalo,
pero no se les permite entrar, tienen que dejarlo junto a la puerta.
 Lo siento su merced, usted es una mujer de una gran voluntad,
acostumbrada a que todos cumplan sus órdenes.
 Pero no consentiré que decida el futuro de Fréderick.
George Sand: ¿Lo decidirá usted profesor?
Elsner: Siempre he sido yo que lo ha hecho,
y haré valer mi opinión en este asunto.
George Sand: Sigue siendo el de siempre.
Elesner: en lo que concierne a Fréderick, sí.
 Durante veinte años, desde que aprendió su primera lección
conmigo, desde que escuché su primera pieza,
desde que le animé a que sea el mejor músico de nuestro tiempo,
lo hice en las razones en que ambos creíamos, sí, esa es mi
opinión.

 Jósef Elsner grita Fréderick dos veces, y le dice
soy Joséf Elsner. Fréderick hace un silencio,
 y luego sigue tocando sin salir.
 Le ignoró y así se va tétricamente
y decepcionado. Y la víbora apoderado del joven Fréderick.

 Termina por regresar a parís Chopeen,
da varios recitales en toda Europa.
 Su maestro le ve como un cadáver en el ser
cuando su alumno le recibe del concierto en la alcoba.
 George Sand: Josef Elsner ha venido a verte.
 Elsner: Buena noches Fréderick, estás más enfermo
de lo que imaginaba.
Fréderick Chopeen: Dígame porque ha venido profesor.
Elsner: Ambos hemos estado muy ocupados,
pero habría un día indispensable que hablásemos.

Fréderick Chopeen: Este no es el lugar ni el momento indicado.
 George Sand: Si es importante para el profesor Elsner,
como parece serlo, porqué evitar la conversación. Qué importa
el lugar y el momento. Para ahorrar tiempo ya que los invitados esperan.

 Últimamente ha habido revueltas en Polonia Fréderick.
 Me temo que es eso lo que desea decirte el profesor.

Fréderick Chopeen: Lo lamento de veras.
George Sand: Naturalmente como todas las personas
civilizadas son males de este mundo que todos lamentamos,
y que se remedian o se agravan con el tiempo.
 Elsner: Permita que me sienta con la lucha de los pueblos.
 George Sand: Son ellos quienes deben luchar, no Fréderick,
ni nadie como él se deba enteramente a su talento, él es un artista
Elsner: Es muy curioso, como han cambiado tus ideas, creías que el
talento era un don poco frecuente y que muchos hombres normales
deberían de ser espoliados para que surgiese un genio. Y que el hombre digno
de aquel don debía acercase más a su pueblo cuanto más mayor fuese su grandeza
y luchar con la fuerza de su talento, pero porque desperdiciar ese don en un hombre
que pierde todo sentido de la decencia y honor para convertirse en un ser aislado
y egoísta y vivir con una furcia. 
 George Sand: ¡Fréderick!, no hagamos esperar a los invitados.
Elsner: Espera Fréderick, será solo un momento, Constancia, te acuerdas de ella,
Constancia ha venido a París a pedir ayuda para hombres como Karl y Titus,
que están presos en Polonia, prometí darle una promesa.
 George Sand: Ya tienes su respuesta. (Realmente en silencio y callado y confuso)
Fréderick Chopeen: Les ayudaría si pudiese.
Elsner: Con un poco de dinero obtendrían la libertad.
Fréderick Chopeen: No hay nada que yo pueda hacer.
George Sand: Al menos que quieran la vida de Fréderick.
Elsner: En mi opinión su merced,  Fréderick está sin vida.

 El profesor Elsner deja un bolsito pequeño,
y más tarde en casa Fréderick revisa y bota a su mano
tierra, y se recuerda “La tierra de su país (Polonia)”.

 Y entra Pleyel: Hola Fréderick, qué ha ocurrido.
 Fréderick: Discúlpeme que le haya hecho
venir a estas horas. Aún se interesa porque toque
en Londres, Roma, Viena.
 Pleyel: Desde luego.
 Fréderick Chopeen: Prepare una gira en las ciudades que quieran verme.
  Y un precio bien alto, saque hasta el último franco. Usted sabe cómo hacerlo.
 Pleyel: ¿Pero Fréderick, está usted seguro?
Fréderick Chopeen: Entregue el dinero al Profesor Elsner.
 Él sabrá lo que debe de hacer con él.
 Pleyel: Porque no me lo medita un poco,
tiene que pensar en su salud.
 Fréderick Chopeen: Quiero empezar de inmediato.
 Se encargará usted de todo.
 Pleyel: Pero.
 Fréderick Chopeen: Se lo agradezco de todo corazón Pleyel.
 Se acerca Georg Sand y le dice: Es una locura Fréderick.
 Sed que estás muy impresionado, pero es tan infantil tomárselo
de a pecho.

 Frñederick va y se sienta al piano.

George Sand: No puedes hacer imposibles.
 No te das cuenta, no entiendes que hacer
esa gira literalmente es un suicidio.
 Le diremos a Pleyel que has cambiado de opinión. (sonriendo)
 Fréderick Chopeen empieza a tocar una polonesa,
 la heroica opus 53, en tiempo lento, ignorando sus palabras mezquinas.

  Constancia le esperaba en la casa de  Elsner,
esperaba una respuesta de Fréderick.

 Constancia: ¿En dónde estabas?.
 Elsner: Estaba hablando.
Constancia: A estas horas.
Elsner: Sí, no, no he paseado un poco. Y ni que decir
que hará algo, los conciertos serían la solución, pero él está
muy mal. Dudo que pueda dar conciertos, pero lo pensará.
Constancia: ¿Lo hará?
Elsner: ¡Eso he dicho!, si es humanamente posible.
 no me crees verdad, para ti yo soy un embustero,
vuelve y ensucia a su nombre, no me creas
pero te juro que Fréderick, es Fréderick, no ha olvidado nada,
si tuviera una pisca de bolsa sé que él.
 Llega alguien a la puerta de su casa.
 Elsner: ¡Adelante!.
 Pleyel: Elsner, acabo de hablar con Fréderick,
 me ha pedido que organice una gira de conciertos,
ha oído lo que he dicho,
una gira de conciertos.
 Elsner: Porqué se asombra mi querido Pleyel,
ahora mismo le decía a esta joven que estaba seguro de Fréderick.

 Aparece George Sand ante Fréderick en el piano.
 Y empieza nuevamente a tocar la polonesa en tiempo lento.
George Sand: Crees que en eso consiste la fuerza,
la nobleza, yo a eso le llamo debilidad,
pon tu vida en las manos de los demás
y solo quedará aquello de ti que generosamente
decidan conservar, nadie conocerá sobre los humanos mejor que yo,
nadie ha luchado tan amargamente para sobrevivir,
mi talento y ambición no tenían alguna importancia ante los ojos
de los hombres, por primer hecho de ser mujer, yo enterré a la mujer,
y con nombre de barón y me puse pantalón para ser como ellos, sí,
y tenía su misma moral, ni más y menos,
tal vez no creas que pagué un precio por ellos, año tras año tuve
que soportar el desprecio y la calumnia,
pero tenía que pensar en la recompensa,
yo me marqué mis propias reglas,
y todo lo que me propuse lo conseguí,
tú siguiendo mi ejemplo has llegado hacer grande,
aunque miles de infelices viniesen a suplicarme
para que me uniera a sus causas perdidas,
o a pedirme que salvara sus miserables y tristes vidas
a cambio de la mía, no movería ni un solo dedo por ayudarles,
ahí recibe la fuerza y la dignidad, Fréderick.
 No le hace caso y sigue tocando su piano,
hasta que aparece tocando en el concierto
el estudio opus 25 no 11 con gran fuerza y virtud,
tocándolo con gran pasión por la vida de su corazón,
Toca un preludio, opus 28 no 15 en el piano otro día en otro concierto,
la cual compuso en Mallorca en las gotas de aguas que caían,
él ese lenguaje leía, en la lluvia, más el frío en mesto cohabitaba,
esa humedad era su misma obra, entre sus acordes, reflejando
el estado de ánimo que él sentía, la pintura se dibujaba en notas,
y era en lo que él vivía. Su sentimentalismo caduco y solo,
una mujer quien de su alma se había alejado, hoy recordaba,
como una hoz en su cuello ceñudo, donde la prisión del amor
era vivir ahí, por no querer perder la beatitud, sino sentir
que vives ante el aliento divino como el de Dios,
pero que se fue como la raíz de su árbol,
como el centello del firmamento, vida ahora realiza,
por solo un pedido en bondad a su corazón,
quien se le reconocerá como el patriota del romanticismo.
 Toca un preludio opus 28 no 4 en otro concierto de gran auge magnífico,
la gente se sorprende por su magia que despierta.
 Otro día toca la fantasía impromptu, sin dejar de sentirlo en el piano
esa fuerza férrea que caracteriza de un pianista por un pueblo.
 Otro día toca el rovolucionario opus 10 no 12,
y recuerda en el piano que le dice Constancia,
esto es tierra polaca no lo olvides, cuando lo recibe en las manos
antes de partir de Polonia dándole un abrazo a su hermana.
 Ante la fuga que sucedió por haber suspendido un concierto
ante los carniceros rusos por el Emperador que había metido
presos a todos los polacos. Las imágenes aparecen,
por cual razón recapacita y sigue el ejemplo de su maestro.
 En su allegro con fuoco entre acordes fuertes,
acentos que viajan por el pentagrama,
aliento que recoge el aura de su ambiente,
que suena entre su alma y suda por solo sentir su mundo paisajístico;
la velocidad son su vorágine sentimiento,
por la rabia de un pasado no justo,
del porqué en el amor todo no es unido,
sueño que se invade en un mar naufragado,
cuánto no anheló la diva en su musa, cuánto no rogó
las palabras en su misma existencia, para que llegase
pero sin que fuese condenación.
 Toca  el piano con tal pasión vesánica por recordar todo,
y la gente le mira su sentimiento, transpirando en el piano,
sin dejar de recordar aquellos momentos que ahora
en su alma cambia y que botaba sangre
de la tuberculosis o tisis que sangraba de su nariz al piano.
 Y toca en otra gira el Scherzo opus 31 no 2,
recordando las palabras de su maestro. “Y que el hombre digno
de aquel don debía acercase más a su pueblo cuanto más mayor fuese su grandeza
y luchar con la fuerza de su talento”. Sin dejar de latir sus sonidos en el piano Pleyel,
que no dejaba de sentir ese ardor por su patria;
más con su interior para una meritoria ayuda.
 Donde recuerda a George Sand, “no crees que hacer esa gira literalmente
es un suicidio”, no le hizo caso y su voluntad gana ante el piano en su gira,
con tanta fuerza y la termina de tocar.
 Empieza en otro concierto con su inconclusa polonesa opus 53,
la Heroica, donde la terminó, y  donde la toca con tal pasión a su tierra amada de su mismo corazón, en donde las notas eran sus mismas venas, donde dio hasta el último toque y adorno con  indecible e inexplicable obra de su latido, y mundo de su calma ya lograda y donde el público le ofrecen aplausos vastos ante un asombro heroico de su presencia radiante. Gritando bravo, bravo,
y en donde Elsner estaba muy alegre entre ojos sollozos, por su gran profunda y patriótica obra,
que sabía que sería una de las más milagrosas y de su gloria.

 Fréderick sale del escenario y se dirige dentro de una habitación, y ve a su maestro y le sonríe.
 Y le dice profesor, y le tiende la mano y se cae al suelo todo débil y ya terminado.

 Aparece Fréderick en un lecho acostado, y le pregunta
 a Constancia: Constancia y el profesor?,
Constancia: Llegará pronto,
Fréderick Chopeen: y Franz.
 Constancia: Está en la habitación de al lado.
Fréderick Chopeen: Quisiera escuchar el piano,
 Dile a Franz que toque para mí.

 Elsner va donde Sand en donde se ve que un pintor
le está dibujando. Y dice: No quisiera interrumpir Señor,
pero es sumamente necesario.
 Pintor: Descansamos un momento.
 George Sand: No señor pintor, continuemos.
  Sí, señor profesor.
 Elsner: Fréderick se está muriendo su merced,
ha pedido verla.
 George Sand: Está usted satisfecho.
 Conoce algo que pueda reemplazar algo
a una vida tan extraordinaria.
 Elsner: Sí, la fuerza que él ha sembrado en millones de corazones su merced;
querrá venir a verle.
George Sand: Creo que no. Comete un error queriendo verme. Yo siempre fui un error,
y ahora ya no le merezco, buenos días profesor. Continúe pintor.

 Suena el opus 48 no 1 en el lecho de Chopeen. Tocándolo Franz Liszt.
 Y entra Elsner y le dice.
 Elsner: Estaba demasiada enferma para venir.
 Fréderick Chopeen: Entiendo. Siempre tiene razón.
 Puede que sea mejor así.

 (entre un último suspiro)

 Es como volver a casa.

Elsner: Sí Fréderick estamos en casa, el viaje a parís fue maravilloso.
 No te lo había dicho.
 Gira la cabeza Fréderick y fenece, feliz por haber cumplido
la salvación de su alma a la vida de su patria que tanto amaba
desde chico, y que ante los conciertos se sanó, así haya llegado su
misma defunción a los dos de la madrugada, tuvo un hálito de paz.

 Presentes estaban su hermana Constancia a lado de Josef Elsner, y Joseph Pleyel,
y Franz Liszt en el piano.

     A Fréderick le enterraron en París su cuerpo, y entonaron la misa
 del Réquiem de Mozart, y también su marcha fúnebre ante el entierro.
  Y su corazón lo llevaron a Polonia como su última voluntad del compositor.
  Y que quemasen todas sus obras no publicadas.

  Después de que feneció Fréderick Chopeen,
va al oasis sagrado a respirar el nuevo mundo,
Dios se compadece de su ser y le muestra un fortunio.
 Le da a una nueva pasión, a un nuevo amor en su alma,
se llama la Condesa Madoni de von que a su música ama,
enteramente se conocen, es una dama delicada en su sentimiento,
ofrece un nuevo vivir en su orbe, diferente y dúctil en su seno.

 Fréderick admiraba a Beethoven inmensamente,
y ahí se encuentra con él. Y por tal obsequio de Dios,
tan solo toca dos nocturnos de sus obras,
y llena de una alegría la cual es revivida en el paraíso del amor.
 Jamás pensó que al luchar por una patria
iba a tener tal gloria en el cielo pulcro y candoroso de su interior.

 Fréderick Chopeen: He llegado a la santidad,
mi pasado fue el amor y la angustia,
Dios me dejó venir  a la puridad
y a vivir por mi  heroica lucha.
 Por pensar en mí pueblo,
por dar dignamente mi alma,
por no importarme el cuerpo
sino que a mi tierra amada.
 Dios: Os ofrezco un regalo hijo mío,
os lo habéis ganado,
es una condesa de gran sentimentalismo
que os admira y ama en su costado.
 Vivió en la tierra pero jamás os buscó,
pero os tenía un gran apego,
leía vuestras obras con amor
y las entendía con el sentimiento.
 Os la presentaré, os admira hijo mío,
os idolatra como al edén y dale cariño.

 Condesa Madoni de von: Hola soy admiradora vuestra,
he tocado vuestras obras,
jamás imaginé que sucumbiera
para no seguir oyendo las notas.
 Fréderick Chopeen: ¡Oh lo lamento dandi condesa!,
ahora si queréis oiréis mis nuevos escritos,
para perfumaros con toda belleza
y engendraros un nuevo sonido.
 Condesa Madoni de von: Cuánto me gustaría escucharos,
cuánto no quise veros tocar,
pero jamás pude ir a miraros
y ni a encontraros ante un recital.
 Era muy pobre para pagar,
no me alcanzaba el dinero,
cobraban muchos francos más
y lo que tenía era para el alimento.
 Fréderick Chopeen: Ahora tendréis un nuevo concierto,
ahora solo vos me miraréis querida,
ahora vos seréis el nuevo cielo
a quien yo ofreceré mi melodía.
 Condesa Madoni de von: Sois tan dulce poeta,
que vuestras palabras me halagan,
me sonrojáis toda entera
que hasta quisiera daros mi alma.
  Fréderick Chopeen: Qué gentileza sois vos mi flor,
vuestras palabras perfuman,
 sois tan  hermosa como el albor
que quisiera leeros en mi musa.
 Condesa Madoni de von: Explicadme la vida que tuvisteis,
quiero conoceros mucho más,
me permitís eso por favor
para entenderos en este paisaje de paz.
Fréderick Chopeen: viví en un mundo de amor confuso,
me dejé llevar por una amadísima dama
y lo que recibí fue un orbe fusco
por sus órdenes que me daba.
 Aunque componía sintiendo,
pero a la vez en la vida dolido,
queriendo salir del infierno
en donde me había ido.
 Condesa Madoni de von: Ella fue viperina en órdenes,
a veces el amor es a ciegas,
pero no de esa manera en el orbe
cuando con el poder flechas.
 El amor es a veces una flor,
si no le alimenta fenece,
el amor es a veces el olor
que cuando no respiras se pierde.
 Fréderick Chopeen: el amor aquel se perdió,
desde que mi maestro me alentó bien,
me hizo recordar desde el corazón
aquella vez desde la niñez.
 Condesa Madoni de von: Os hizo recordar la libertad,
 liberación de la música como el alma,
os hizo sentir la humanidad,
misericordia que hay en la esencia soberana.
 Fréderick Chopeen: Sí eso mismo,
cambié por completo,
sentí que valía la pena dar un mundo distinto
y dejar a lo que no era bueno.
 Aunque quisiese o llorase,
aunque fuese el amor ambiguo,
aunque añorase o amase
sé que viviría por mis sonidos.
 Condesa Madoni de von: Me entristece,
me ponéis un poco mal,
sé que alejarse de un ente hiere
y os mata en la felicidad.
 Pero quiero ayudaros,
quiero ser ese amor curable,
quiero mi corazón entregaros
para que solo os ame.
 Fréderick Chopeen: La vida fuese diferente,
mi corazón respiraría un nuevo amanecer,
 mi melodía fuese tiernamente
por acariciaros solo una vez.
 Condesa Madoni de von: Vivid conmigo,
uníos junto a mi alma pura,
u os amaré con el vasto idilio
que en mi hay dulzura.
 Fréderick Chopeen: Viviré contigo,
dormiré en vuestro regazo,
amaré a vuestro cuerpo sumiso
y os acariciaré con mi piano.
 Condesa Madoni de von: Cómo me acariciaréis,
cómo a mí eso me harás,
espero que en magia me rocéis
con tanta musa pasional.
 Fréderick Chopeen: Con mis notas que volasen,
ellas a vuestra silueta besarán,
como si fuesen mis labios apasionantes
que en vuestra alma arderán.
 Condesa Madoni de von: Qué romántico sois amor,
así como la pasión en el violín,
qué poeta del piano sois
que hoy me ha hecho feliz.
 Un sueño que esperaba,
y que se ha cumplido,
ahora os acaricio la cara
con mis manos y besos míos.
 Fréderick Chopeen: Me gusta el aliento divino,
es como si respirara a una flor,
me agrada estar contigo
y sentir que hoy tengo el amor. (en lágrimas)
 Condesa Madoni de von: Igual yo ando en lágrimas,
porque este anhelo llorado quería,
ahora que vivimos en unida alma
vamos a querernos en nuestra melodía.
 Fréderick Chopeen: Siempre ¡oh vida mía!,
siempre ¡ay perfume dulce!,
¡ay por la inmortalidad querida!
amándonos en estas luces.
 Condesa Madoni de von: Hasta que el cielo no exista,
hasta que Dios algún día desaparezca,
los siglos se consumiesen en dicha
y con la paz eterna.
 Fréderick Chopeen: Nos amaremos como mis obras
que se aman por una pasión en su alma,
como esta palpitación de loa
que en este edén se abraza.
 Condesa Madoni de von: Fréderick mirad a Beethoven,
él no pudo conocerte,
queréis conocerle al conde
ya que seguro le admiras al ente.
 Fréderick Chopeen: Por supuesto,
lo admiro por su gran fuerza de vida,
ya que compuso gran sentimiento
y grandiosas sinfonías.

 Llega Ludwig van Beethoven y saluda junto a su
Condesa Raturateli.

 Beethoven: Hola Sr. Fréderick,
he oído que sois un gran pianista,
os presento a mi amada Raturateli
para que os la llevéis bien en este día.
 Raturateli: Un gusto conoceros Sr. Fréderick,
qué elogio es para mí hoy miraros,
Dios nos ha comunicado de su ser fértil
ante la agonía de su mundo ocaso.
 Condesa Madoni de von: Un jocundo agrado conocerles,
espero que nos la llevemos sublime,
ya ante este paisaje tiernamente
ante el gran pianista índole.
 Fréderick Chopeen: Un encanto a vosotros conoceros.
 Ahora os dedicaré un nocturno,
y en especial para mi condesa Madoni de von,
 el opus 15 número uno
por vivir esta vida ante el corazón.
 Beethoven: es una obra en fa mayor,
gran nocturno se siente,
en su andante cantábile de amor
que expresa en sus corcheas tenues.
 Raturateli: Con gran inefable sentido entona el piano,
nos hace sentir la musa de su alma,
mostrando una felicidad en su costado
ante este paraíso con gracia.
 Condesa Madoni de von: Qué deliciosa pieza,
qué hermosura su musa,
me hace sentir una naturaleza
en donde me dejo que me consuma.
 Que me llene cada vez de la cadencia
y me haga de él suya,
donde olvido que existe la existencia
y solo me dejo de su locura.
 Fréderick Chopeen: Os amaré condesa,
así como la obra a la pasión,
así como mí ser que os desea
Entre la vida y el dulzor.
 Pero descuida que os rozo los labios,
la espalda con mi obra,
más tocando del piano
a vuestra belleza con las notas.
 Beethoven: Qué apasionados estáis,
qué pasión del amor viven,
os amáis con tal felicidad
en este paraíso apacible.
 Raturateli: Os queréis como nosotros,
nosotros como romance ardiente,
os acariciáis con lo más amoroso
como en nuestra vida de tañeres.108
 Condesa Madoni de von: Nos amamos como Dios a su reino,
nos entregamos la felicidad eterna,
por haber él pasado un infierno
y que ahora vive de otra manera.
 Fréderick Chopeen: Infierno que sucumbió,
que ya no existe mujer injusta,
solo ahora hay un amor
al cual amo ante esta teúrgia.
 y donde vivo ahora la pasión
con lo más cúspide de la vida,
Que amaré con toda ilusión
por toda esta hermosa melodía.
  Beethoven: Y que no abandonases,
que solo a ella daréis el alma,
que en ella solo idolatrases
ante el paraíso de la magia.
 Raturateli: Pero cambia su movimiento,
lo entona de manera rápida,
agitato con fuoco en el sentimiento
ante una agitación de su entonada.
 Condesa Madoni de von: Es un cambio que más me hace de su amor,
donde me consume la lujuria entera,
donde lo lascivo se apodera de mi ardor
y que me devore ante la melopeya.
 Fréderick Chopeen: Consumíos ante mi pieza,
os beso toda la piel desnuda,
os conjeturo hasta la pierna
con mis labios en toda locura.
 Os siento tan mía en la pasión belleza
que aliento a vuestra dulce vulva,
mis notas que vuelan en azucenas
para sentir a una efusión no confusa.
 Beethoven: Quñe pasión se siente en ellos,
se consumen en su lava del amor,
sin dejarse de sentir lo poético
ante su nocturno de la palpitación.
 Raturateli: Que sigan con su fuerza,
que se entrguen con tal emoción,
que vivan de la tormenta
En su nido de su ardor.
 Condesa Madoni de von: Qué locura vivimos,
qué vesania hay en nuestra vida,
qué visión sentimos
ante este paisaje de bellas melodías.
 Fréderick Chopeen: Esto es vida y estimación,
jamás fenecerá algo que existe,
siempre Dios nos bendecirá
ante el querer indecible.
 Beethoven: Amaos siempre,
idolatraos como dos poetas,
amaos por siempre en sus entes
y de la musa sea su melopeya.
 Raturateli: Que todo este santísimo hogar,
que todo esta vida del amor,
más ante esta obra pasional
que se enciende del corazón.
 Condesa Madoni de von: Más ante el heroísmo,
más ante vuestra vida Fréderick,
donde resultasteis un ser sensitivo
y por lo último débil,
lograsteis salir al cielo con amorío
y salvando al pueblo  por siempre.
 Fréderick Chopeen: Por ser nuestra composición,
por ser nuetra historia el poema,
por ser nuestro libro del amor
que está escrito en etopeya.
 Que no dejaría de ser esto pasión
por querernos con tanta prosopopeya.
 Beethoven: Os queréis como la paloma a su nido,
como el árbol a su raíz,
como el sol al amanecer bendito
 y como la noche a la luna feliz.
 Raturateli: Alegres por esta obra,
alegres por oír a un nuevo compositor,
contentos por conocer tal loa
que se entona en la composición.354
 Condesa Madoni de von: y tan delicado ya suena,
tan dúctil en su obra,
donde me enciende la parte interna
para besarlo con tanta gloria.
 Fréderick Chopeen: Besadme amor mío,
os quiero en toda mi alma,
quiero que estéis siempre conmigo
viviendo del a pasión encantada.
 Beethoven: Viviendo del amor y hechizo,
así como yo con mi mujer,
que amo con todo lo tenue del sonido
ante este oasis de tanto querer.
 Raturateli: Y yo a vos amor mío
que tanto en mi haces arder,
más ante el lugar santo y bendito
ante lo más férvido del tañer.
 Condesa Madoni de von: y que seguirá amigos,
que seguirá hasta no más poder,
hasta que nos cansemos en este sitio
por tanto amor en el desdén.
 Fréderick Chopeen: Así amor mío
que amo tanto en mi querer,
que no puedo imaginar a donde llega el delirio
por ser tan apasionado de mí ser.
 Y que termino de tocar los sonidos
ante el piano en un arpegio de mi tañer.
 Todos: Bravo Fréderick podéis entonar otro,
otro que tengáis de tal beatitud.
 Fréderick Chopeen: Sí así lo haré,
es un nocturno opus 15 número dos.
es en fa mayor sostenido.

 Dios: Qué obra suena del piano,
como la sensibilidad más pura de su alma,
así en como luchó en su pasado
para vivir ante el dócil mundo de magia.
 Pero en que se equivocó,
pero que en la vista de un futuro mísero ayuda,
donde su alma devota a su pasión
y que se eleva en su poética literatura.
 Las letras se elevaron. La vida de su espíritu polaco.
 Fréderick Chopeen: Sí mi señor mi Dios,
hoy aquí con una alegría inmensa,
que rozo el piano y más por el regalo
con una hermosa y dulce condesa.
  Condesa Madoni de von: Con la que caminaréis,
más ante este cielo de Dios,
donde nos besaremos entre la piel
entre todo el perfumado amor.
 Dios: Qué viváis como la nota musical,
que os unáis como el amor eterno,
más ante este nocturno pasional
que suena de las cuerdas y aliento.
 Beethoven: ¡Oh qué nocturno se siente!,
¡ay que obra en su palpitar!,
¡oh qué pieza tan dulcemente
y bellísima en su obra musical!.
 Raturateli: ¡Ay qué romance despierta al corazón!.
 ¡Ay que murmullo de lee en sus versos!.
 ¡Oh que siga así en su pasión!
para besar y amar en el cielo.
 Condesa Madoni de von: Poesía divina musa.
 ¡Oh letras que se entonan en corcheas!.
 ¡Oh palabras que se entienden en ternura!
 A través de su mismo lenguaje que llena.
 Dios: Fréderick amad siempre al alma pura,
entregaos a la pureza más codiciado del reino,
ella os amará hasta en toda lujuria
y un vástago saldrá en el terreno.
 Fréderick: Haré lo que vos decís,
viviré de un nuevo amor,
es lo que he querido en mí existir
y que ahora he besado con tanta dilección.
 Beethoven: Dios ellos se, aman mucho,
estoy seguro que su amor seguirá,
jamás se apartarán del mundo
porque se han querido en lo musical.
 Dios: Que así sea joven,
Que así sea su inmensa predilección,
Que así sea Beethoven
Para que vivan de gran veneración.
 Raturateli: Se han amado como dos locos,
Han recitado tal devoción,
Se ha escuchado su único amor sonoro
En esas corcheas de su entonación.
 Dios: Se deben de querer cumpliendo las leyes,
Aquí hay leyes en mi santidad,
Si así lo hacen vivirán siempre
En toda la hermosa felicidad.
 Condesa Madoni de von: Siempre cumpliremos,
Siempre los mandamientos,
Siempre nos amaremos y veneraremos
Ante el amor que late en el pecho.
 Fréderick Chopeen: Os amo amor mío,
Siempre busqué mi felicidad en las obras,
Pero lo he conseguido en lo más querido
Que sois vos en mi alma rapsódica.
 Siempre la había buscado,
y sois esa obra majestuosa.
Ya que estáis enfrente del piano
Os doy las dulcísimas notas.
 Beethoven: Se sienten gloriosas,
Se vive en un espacio vivo,
No hay mal en este paisaje
Sino devoción en el sino.
 Raturateli: siempre brillará,
La guerra no estará,
Siempre humor hay en corazón
Y por ser toda ella la emoción.
 Condesa Madoni de von: Sonrisas bellas,
Nadie estará ante los inmortales en su altura,
Siempre habrá uno que ame la belleza
Y que quizá crezca en la música.
 Fréderick Chopeen: Que lea mis sentimientos,
Que pueda comprender todo,
Que se merezca ser aquel genio
Y que al mundo despierte lo sonoro.
 Jamás le daría la espalda,
Siempre mi alma ahí estaría,
Sus obras en magia se cantaran
Y sería su música la poesía,
Plectros fuesen más su etopeya,
No abandonaría su vivir,
Viviría dentro de esa melopeya
Componiendo en su existir.
 Dios: El que anhela un sueño lo hace,
El que lucha por sí mismo consigue,
Más cuando avanza con el arte
Sintiendo y escribiendo existe.

 Termina de tocar su obra musical y empieza con un
Preludio op 28 no 16

 Fréderick Chopeen: El que sueña y ama su pasión,
Más ante este preludio que toco,
Tan brillante y rápido en mi corazón
Y que así hago el libido fogoso.
 Condesa Madoni de von: Que tocáis con gran magia amor,
que me llenáis de tanta riqueza,
comedme el vientre en el ardor
que estoy encima de concupiscencia.
 Fréderick Chopeen: Oh amada mía que siento,
En mi cuerpo a vos dulzura,
Os lleno de tanto fuego
En vuestra carne desnuda,
 Oh paraíso eterno contigo,
Oh un vástago florecerá,
Oh ante este mundo idílico
Que de pasión brillará.

 Beethoven: que buena obra suena,
pero el que vive solo de ese mundo,
El que no ve otro delirar,
En donde respira ese fortunio
Y entrega su eterna mortalidad.
Raturateli: La persona que aún ama,
A las obras que se dejan escritas,
Que logra componer de su alma
Y lo que hace es esa melodía.
 Logra el objetivo que le perseguirá,
No podrá dejar de escribir,
Ni tampoco abandonase su misma poesía
Cuando a ella la dibujase en su vivir.
 Condesa Madoni de von: El mundo no conoce,
A veces creen que es ya olvidado,
Pero cuando muestra su gran orbe
Recién admiran al astro.
  Fréderick Chopeen: Luchad y encontraréis,
Confiad y lo veréis,
Engendrad el alma y será fruto,
El árbol eso florecerá
Y en vuestra alma solo habrá un mundo
Cuando eso solo consigáis.
 Y termino de tocar mi preludio
y empiezo con otro más.

 Empieza a tocar un preludio opus 28 no 9.

 Dios: Que viva este mundo hijos míos,
Todo se logra cuando sois bueno,
Cuando a la vida veis cariño
Y a lo que amáis en todo pecho.
 Beethoven: viva la gran obra tocada,
Viva esta pasión de felicidad,
Viva todo este amor que se canta
En el ambiente que es melosidad.
 Raturateli: Amor me siento cansada,
Quisiera irme a dormir,
Hemos estado despiertos toda la mañana
Y nos toca al lecho ir.
 Beethoven: Calmaos amor mío,
Dormid en mis brazos belleza,
Esperemos a que termine la obra
Y os juro que descasaremos condesa.
 Raturateli: Que así sea compositor mío,
y gracias gran amor de mi vida.
Condesa Madoni de von: ¡Oh qué obra tan alegre!,
No se compara con la oda de la alegría,
Por ser una obra que florece
Al amor y a la dulce vida.
 Fréderick Chopeen: No digáis eso,
Que se molestará Beethoven,
Es solo un nocturno poético
Que canta ante los ruiseñores.
 Dios: Obra musical de un Rey,
Obra musical que se entiende,
Obra inmortal que se lee
Ante los tonos lentamente.
 Beethoven: No me molesto,
Tranquilo Fréderick amigo,
Lo dice ella por ser una mágica obra.
  Solamente cautiváis a su sentido y corazón.
 Ofrecéis lo que nadie en el paraíso hizo.
 Espero que sigáis así con tal ternura y composición.
 Seguro estoy que estaréis en los aromas más aclamados.
 Fréderick Chopeen: Os agradezco por vuestras palabras,
Me habéis dejado alegre, sois generoso y dandi en lo fino.
 Y Donde termino mi obra del preludio.
 Condesa Madoni de von: Que viva la amistad,
Que viva toda esta gran viva pasión,
Que viva la noche y la paz
Que hay en nuestro mismo corazón.
 Que viva las obras que tocó,
Que fueron tan divinas de su alma,
Que las cantó de su entonación
Ante esta vida de magia.
 Dios: os bendigo el alma a cada uno,
Vivid del amor eterno,
Ahora vayan a dormir en su fortunio
Y amarse en todo lo sincero.
 Beethoven: amor mío vayamos,
Ahora descansemos en el lecho,
Os quiero abrazar en mis brazos
Y dormir junto a tu pecho.
 Raturateli: Yo haceros el lascivo amor,
Estar junto a vos en lo divino,
Dormirme siempre en el ardor
Y acabar y despertar en lo bendito.
 Ambos: Hasta pronto amigos,
Que os cuidéis bien,
Ahora nos vamos al dulce recinto
Para copular y estar bien.
 Fréderick Chopeen: Que tengáis una linda noche,
Que la paséis bien dúctiles,
Que os devoréis entre su roce
Y seáis siempre beatitudes.
  Condesa Madoni de von: Qué sueñen siempre en fortunio,
Que sus anillos sean infinitos,
Que su amor sea profundo
Y se amen en todo el destino.

 Se van a dormir.

 Fréderick Chopeen: ¡Oh amor mío!,
¡ay qué felicidad vamos a tener!,
Os amo con todo mi ser sensitivo
A toda vuestra dulce piel.
 Condesa Madoni de von: Una vida de frutos,
Hoy mismo me hicisteis lujuria,
Gran pasión nos dimos juntos
Ante el piano en ternura.
 Vayamos a dormir amor,
Vayamos a descansar,
Vayamos a darnos más pasión
y vayamos a querernos en el nido eternal.
 Fréderick Chopeen: Será un dulce vivir,
Siempre esperé una vida como esta,
Ahora que la tengo soy feliz
Junto a vuestro lado mi condesa.
 Buenas noches amor, os amo en mi corazón.
 Condesa Medoni de von: Buenas noches mi fiel amor,
Os amo e idolatro en mi alma eterna.

 Los dos se fueron a dormir,
e hicieron el libido férvido,
durmieron con lo más feliz
que hayan podido tener en el seno.
 Elsner al tiempo se consigue con Fréderick,
viven todos en ese paraíso en felicidad,
él en su polución fue fértil
y ofrece vástagos en toda santidad.
 Beethoven igual obtiene dulces frutos
Ante toda la vida pasional,
Su amada dio tantos lirios jocundos
Que se alegraron en su eternidad.
 La paz hubo en sus almas,
Jamás un mal más se asomó,
Todo fue en toda la gracia
De ese mundo de su gran pasión.