domingo, 14 de abril de 2013

Ansiedad de una ninfa


Ansiedad de una ninfa.


Oh cuánto desvelo sin amor de nadie en cierto herbaje mísero; que ni bandido aura escucha el ruego, porqué criatura de cántico sagrario no hace oír a un tierno ser, preferís orbe ver a tan legible ninfa asolada en pasto de alma árida, de sentimiento tan virgen  solo la dulce calma que alimenta mi universo a dichoso encanto a libros de idilios, en auroras sintiendo efluvios del astro dorado como besos del mismo amor de la historia...¿cuán ensoñación hace crecer a una esperanza que está mustia?, ¿alguien andará por este campo para poder hacer gozar a la ansiedad del ardor, volcán, explosión, locura, anhelo?, ¡oh al ser!, quien merezca, quien devore y para el sempiterno vivir, y sonrisas sin ya sollozar el violín de mi corazón. Acostumbrada de años a escribir en ciertas tardes como consolación a la vida; de pintar lo que tanto hace cantar una pasión, de sentir las mismas historias reales, quizá las nubes de esos ojos lloviendo, y llenando lagunas por lo inalcanzable, creando personajes y sintiendo benéfico sortilegio que vives, entrando a un nuevo mundo soñador, y las líneas son tan infinitas que son días sin poder dejar de acariciar, relatar al paraíso, cual os consume, siendo adorada, amada por el tibio y tierno pincel que retorne la pérfida vida, cuán libre seré si alma misma vuela hacia cúspide vaho y siente que puede respirar, que el canto de los ríos le roce y arulle profundamente, podré creer que ese amor de historias es visible, y sentido como se espera alumbrar y no eclipsar, oh metáforas que expresa condolecida y compungida alma, para tal profuso enorme vesania, que la tinta de este corazón no sea vano, oh por una postrera vez oye las súplicas, que ya no siga desnuda y acostada, ayuda que sienta aquella figura que abrace y le susurre en voz melódica, necesito que la venturanza y no un sino de condenación eviterna, podré vivir si logra un bandido roba corazones a mí llevar, y que a sus ojos embruje para la eternidad de la felicidad que llora y llora en mi libro del amor.

 Había un secreto para el apogeo de su agonía, un día por la mañana la dulce ninfa se durmió completamente y dejó de escribir con el color de las rosas que poseía, y su libro hojas secas de los árboles, tanto aroma había en su lid del amor, cómo sentía odalisca de beldad aquel sueño, nadie en su tierra había poseído ese hechizo, es como si su alma estuviera presa bajo las cadenas de un mundo negro, quería ver destello, de una efigie, imposible como se nota en su rastro que escribe. En misterio de un corazón buscaba de igual vesánica ilusión, antes que se durmiese un bandido escondido oía sus relatos que ella pronunciaba al viento, de tal tormento, de tal angustia, oh su mismo sentimiento se había acelerado, temía decirle algo, esperó que terminara, al verla dormir empezó a pintarla en una manta, ella acostada y el asomado viéndola, la pintó con tanta dulzura que a su imagen la esperaba conquistar, para un pintor una dama es una historia, una divina poesía, a cual se recita con la pintura del corazón, cómo olvidar aquel audaz una tentación de querer poseerla, la veneraba que ni era posible de tocarla, solo esperaba que la hermosa ninfa se despertase, ahí podría por fin aparecer y contarle lo que ha sentido. Logra la tierna ninfa despertar en aquel pasto, y queda sorprendida cuando su mirada voltea y ve al hombre, se asusta, y se cubre el cuerpo de un manto rojizo, y el hombre sin más timidez le empieza a contar todo.

 -Cómo ha sido para los tormentos que se escuche tal inmenso grito de un corazón, mirad y sentid que el anhelo de años ha llegado para regocijaros, no soy mala espina que sentiréis en los días, soy más que un abandonado más del destino, de la familia hipócrita que tuve, todos engañan y abusan de ti, crees en aquellos y son la espada, podéis verme, lleno de pintura en cuerpo, no más que un pintor solitario que pinta su corazón para alegrarse, pero más al saber qué buscáis vos dulce ninfa. 

 La ninfa al ver su relato quedó callada, y sorprendida al oír tales palabras que él le decía, sintió aquellas sensaciones en todo su cuerpo, y un indudable querer pero de mala forma le responde:

 -Cuán ha de saber de mi, me habéis vigilado y espiado durante toda la noche?, qué valor tenéis para ser descubierto en vez de aparecer frente a mis ojos, parecéis un truhán, o pensabais hacer algo peor, y más al verme tan desnuda. 

  -No os vigilaba ni os conocía, solo caminaba por estos campos en busca de lirios y adelfas, dalias para pintar, y una voz tan cálida oí bajo los árboles, sentí voces de una ninfa perfecta, única de cierta tierra, soy tímido, me asomé y le vi, pero ir ahí me daba vergüenza  pocas veces he conocido bellezas tan astrales,  no sabéis cuán me gustó más al oírle relatar todo lo que decía cada vez más y más, pinto para el amor invisible, soñador, poco real para un hombre, sentí que al amor vos necesitabas, me pregunté podré ser aquel reino?.

 La ninfa cambió de parecer, conmovió más su alma y sintió que este era un hombre noble, y que estaba muy solo, pero muy solo como ella misma.

 -Esa decisión no puedo responder, hay en este mundo muchas apariciones que debes conocer, no quiero ser consumida y desierta a un despertar, debéis ganártelo, una vez dije que cualquier hombre podría escoger pero mi alma así esté ansiosa por los labios, por una lujuria, más prefiero esperar y ser correspondida que llorar peor.

 - Os juro que por vos conquistaré hacia entera felicidad. Os comprendo, respetaré vuestra desición, tenéis en mí la palabra.

 -Qué es lo que tenéis en vuestras manos envuelto?.

 -Es una pintura que hice cuando vos dormíais, no sé si enseñarla, me daría mucha pena.

  Se la muestra a la ninfa.

 -Es una pintura que hice con el aroma de las flores, pinté sintiendo una ambición inmensa, os veis tan igual, a cualquier inmortal podríais enamorar, sois tan odalisca, tierna, dulce, con mis manos os besé, cómo quisiera que no sea un sueño, que si hay un corazón es aquel que pronuncia tu amor, me enamorasteis, me hicisteis sentir olas, tornados, una pasión volcánica, mis manos desesperadas de daros cariño, sobre vuestra tibia espalda, de acariciar vuestro cabello, de veros a esos ojos como hoy los veo, ansías de todo, de verdad queréis esperar la confianza, si tuviera una cinta de mi vida os la mostrara, para que conozcáis de donde vengo, y que siento. 

 El hombre contaba tanto de lo que pintó y sintió, que a la ninfa pudo convencer, le dio en su corazón ese amor, y al ver la poética obra de gran valor, llena de vida, le dio un beso y pudo sentir aquel hombre una mujer en su calor, sus labios cantaban que el paraíso es aquel paisaje en que vives, no muere si lo consigues, es real, si sabéis esperar, así haya aquellos diluvios, de los ojos sí de los ojos y del violín triste del corazón.

 -Ahora es este nuestro nuevo mundo que viviremos contando más y más, sin las sombras de las tinieblas del amor, puede más la confianza hacia los ojos que veis dulcemente.

 -Así lo es tierna ninfa, hoy que mi espíritu siente perfume de una vida buena, jamás creí acariciar vuestro cuerpo, sentirlo junto a mi carne plena, aquí acostados vos y yo, sintiendo la serenidad, placidez, pasión, felicidad, unión, sonrisas, besos, caricias, ansiedad, y el más heroico querer que existe, y que vibra de emoción.

 -Hoy por fin merecida, gracias a vos puedo sentir lo que tanto en mis libros de idilios había rogado, o de otras historias leídas, por fin puedo sentir que somos esa historia que vivimos, que vamos a poder relatar, que conocerán, que es, y perdurable hacia el empíreo  sacro, y sin la muerte misma, oh amor, abraza más mis muslos, regazos, engendrad más este placer, jocundo, nítido, dulce, fuerte, ola son tus impulsos a mí océano, devorad, y hazme explotar como un volcán, los orgasmos que jamás han salido del coito interior.

 -Un día sabía que el infortunio iba fenecer y aquella gloria iba parecer en algún milagro, que sois vos, que podría dar arrumacos, poseer, ¡oh quién iba ser que hoy?, y ser mía a una mujer, hoy doncella me es al sentir, ¡oh ninfa querida!, ¡oh mía, mía!, que canta hoy feliz el amor, puedo sentir eterna vuestra caricia a mí carne completa, desliza mi glande suavemente en la cavidad de la miel de la pasión, tan dulce me es consumiros, senos en aroma de mujer de flores, labios como tenue dalia, quien besa y me hace feliz, oyendo vuestros gemidos hacia entera noche, más sagrada que el pan de Dios sois vos, al cual hoy como cada parte, pies, muslos, labios de la libidinosidad extrema, eterna, de un caballero soñador, hoy sonriendo de vasta felicidad, a su ninfa hoy pidiendo el intenso gozo excitante, que acaricio vuestro clítoris, pedís más, mi legible cuerpo encima de la manta sagrada, vos con las piernas abiertas, entregada a más libre pasión férvida, de un mundo erótico como hoy os siento mía, mía en el lecho de flores, estáis cubierta de fresas, cremas, bañada de éxtasis, climax, senos tan dulces, oh mis labios y lengua sápida consume a las partes más íntimas sin la aversión de comeros, sentiros, al pubis, perineo, ano, clítoris y a quien hago disfrutar de ardiente sensualidad de más coito romántico.

Enseguida la ninfa exultante explota:

 - oh amor qué Dios sois en esta cama de flores y fresas derramadas, oh amor, me encendéis la piel, oh qué divino dais, me hacéis gemir, mis latidos son fuego, me quema el cuerpo, vos hombre mío, perfumaos de mi carne, ya siento mi cavidad de orgasmos intensos, nuestra carne sudada de emoción y de lo que siempre quise conocer.

 -Mi pintura ha sido un hecho que iba regocijar ambos corazones perdidos en la penuria de un infierno; me gustáis profundamente, ¿cómo a mi tibia carne tenéis de ese sabor sexual?, ¡oh mujer!, ninfa que para mi escribiros hoy es un sueño magistral a vuestra figura de diosa, vuestra piel tan fina de creación que a mí poder llegó, a mis brazos para devoraros, amaros, consumiros, sentiros, gozaros, besaros, alegraros, haceros sentir viva, cálida con mis besos, hacia vuestros íntimos sentimientos que brotan deseo en mirada tierna, ¡oh ninfa mía!..

 -Caída y entregada rendida, una noche placentera, y decidida a que me toméis en tal hechizado y prendado calor, un libro de amor, que hoy se relata para la historia, ¡oh! de clemente heroísmo junto a vuestras dulces manos que me acarician aún mucho más el pubis, que desmayo a gemidos, y que me hacéis sentir el prepucio más meloso y fogoso, ¡oh me hacéis ir más que al reino de los inmortales!, mi saciado y dúctil cavidad aún está ávida, estimuláis mi cuerpo muy intenso, de varios movimiento y posiciones de la locura vivida, que nos hemos bañado de orgasmos en nuestra piel, y del divino sabor pasional, que solo amando realmente se logra sentir este idilio inmortal.

 -Cuán excitación se vive en la lujuria que hoy es deleite magnífico, si es posible tocaros el monte de Venus vida mía, pronunciad mi nombre, y dejad que os bese aún más la mejor ambrosía de las mujeres del mundo mortal e inmortal ante hadas.

 -Haz lo que queráis de mí, soy quien ya sus líneas no tienen qué decir sino que sentir, y dejar que vos toméis más el poder, y podáis hacer que solo la mandolina hoy cante, a gemidos al cielo, y podáis dar un vástago que tanto en un amor se implora, a la nueva vida, al nuevo comienzo, y al amor que se esperó para querer, romántico, armonioso, que vuele hacia la cara del universo, que brille, rutile, cante, llueva, calme las olas, y se manifieste como el único y postrero que existirá.

 -Ya la noche con el viento bisbisea nuestros nombres, "amaos inmensamente, pintura sagrada de un amor y de huerto a un nuevo frutecer de su rama, y quizá más astros, son un idilio que se debe confiar y jamás recuerda olvidar, porque es él quien estará sollozando oh violín o piano en alcoba sin canto, ámense", somos nosotros... a vuestro cabello respiro, beso y abrazo más a vos de tal ensoñado y arrullado querer de dilección. 

-Jamás se irá, no hace falta ver un presagio porque él está aquí en el corazón, el que ama llega a lo vetusto de la vida.

- Venid a mí nuevamente, siento un tornado dentro de mí, energía vital, hacia vos, oh musa divina, pintura bañada de mis besos, oh qué empapada aún estáis, divina, exquisita, sibarita entregada a mí, y oigo que gemís dulcemente, más movimiento al sonero de vuestra voz.

 -Hambre de esta ambición que en la soledad no había conocido jamás; hoy he conocido, lo haría toda la entera vida, todas las noches, todos los albas, y amanecería, como hoy lo hacemos, bajo la luna cristalina, quien nos sonríe, y que hacia entero  universo nos encontramos, ¡oh bandido y caballero mío!, ¡oh amor!, da más que ya siento que vos vais a estallar al magma, ¡oh mí caballero!, ¡seguid!, ya he derramado y manchado las flores de más transparente orgasmo, qué gemido, ¡oh amor!, oh sois mi Dios de la lujuria ardiente, oh te alabo, mi momento más emocional, en este amanecer sin contar cuan ha sido, es vasto lo que he sentido, con vos, de magia.

 -Así os hago sentir qué bien mi ninfa amada, ya amor he podido daros el beneficio a la nueva luz de esta relación en la polución, ya a la espera será, hoy oh amor, seréis por siempre aquel libro que esto se contará al mundo que hemos vivido, y de qué manera, no hay amor así en otra esquina, de milagro, de centello, somos los dos, los dos una poesía interminable de la historia.

 -Me encanta oíros, y todo lo que decís escribís en mi espalda, romántico, quiero que así siempre sea este delirio inagotable, y amor inmortal que soñamos los que de verdad a un amor veneran, hoy solamente ante los ojos de la virtud nos decimos que hemos vencido, la penumbra, una sonata menor, que oscurece un alma llena de vigor, sino una oda de canto libre al compás, eso somos de aquel verso libre, de la prosa que se relata, sin aquella métrica de la esclavitud de un amor no conseguido.

 -Así mismo es, así mismo somos, un obra musical que sin publicarse siempre sonará, de tantos sonidos que ni los poetas conocerán de donde viene aquel estallido de voces. Puedo deciros que Dios no existe, tanto suplicio del pasado que ni oía la virtud que estaba yo creando, siempre ignorado, y creyendo en mi fortaleza que me ha hecho vivir. Cuán no caminé perdido, ni una voz, ni una imagen, nada, solo yo, y al camino fue que os oí, fui yo quien os encontró, nadie más.

 - Así lo es, así es la historia, así la perplejidad de un ser que vivió, que creó estas mismas aguas, esta herbaje, la vida, los animales, la tierra, el universo, pero alguna vez nos ha hablado?, porqué ignora todo lo que a veces pedimos, si ya no creemos dime, ¿cómo vamos luego a vivir?, ¿a don iremos mí amor?, o quisieras ser solo polvo, favila, la nada, ¿no os ponéis a pensar don quedaríamos nosotros?, ¿se perdería todo lo que buscamos?.

 -No lo sé, y no quisiera perderos, lloraría inmensamente, mejor me arrepentiré a las banales palabras que dije, me siento el hombre más feliz e infeliz del mundo, mi único pecado fue haberos pintado, haberos dibujado tan desnuda y sensual, mi ilusión, pero de aquel pecado me siento feliz, porque fue hecho real hoy.

 -Me es tan poético escucharos, me ennoblecéis mi alma, vamos a confiar en Dios, él nos salvará en aquel día, más bien sentid que fue él quien nos hizo encontrar, tarde pero no sois feliz?, divertíos conmigo, celebrad, acariciad, besadme hasta dormirnos, oh de este amoroso y milagroso amor, rendimos ofrenda de amarnos siempre y que el reino nos cuide  de todo mal.

 -Poseemos almas en esta vida, cuales volarán hacia el mundo eterno que en la biblia se hace llamar, la vida de los buenos, quienes brindan a su mismo prójimo y amor aquella bondad de amar, de cuidar un forraje como fue creado así mismo de la mano de Dios, nos encargaremos de cumplir aquellas palabras sagradas, y de hacer vivir este querer sin sucumbir en las llamas del averno... oh u os beso toda entera mi grácil ninfa que de cantos me ha llenado la dulce vida que ahora oigo más, mi mágica maravilla.

 -Las palabras de un libro son reales cuando las expresáis con la sangre que corre de cada rincón del más poderoso amor; así como hoy vivimos hoy vos y yo, todo será como está escrito y hasta la eternidad, aquí de este paisaje que nos dio Dios, hogar de fresca naturaleza que hoy soy su diosa que este forraje cuidará con vos mi buen amor, sin más palabras que decir en este anochecer de rutilante luna, las palabras de una historia que hoy se pintó y se vive.

 El amor tan inmenso que se esperaba palpitó, pero una ambigua creencia pudieron tener fe, la sonrisa prevalece bajo la luna radiante, estrellas resplandecientes, besos y de libidinosidad en cada anochecer y amanecer, disfrutando del nuevo fortunio, cada mañana juntos caminando los campos, bañándose en los ríos, cantando ninfa a su amor, devorándose entre los ríos, que su amor es tan casto como los ojos de la madre de María, tan noble como la voz de Dios, tan dúctil como el cántico de un ángel, beato como los mandamientos de la vida. Así se aman, así viven, de risas y emociones en sus ojos que alumbran al campo en que están, siempre unidos en aquel nidal del amor cálido en carne desnuda, ilusionado, apasionado, fogoso, bendito, eterno, vivo, sonriente, triunfador, noble, e inmortal por el sueño más milagroso que en la página de rosas existe.

viernes, 5 de abril de 2013

Idilio indefinido


 Idilio indefinido

  Feligrés luchador en su creyente y apacible idioma del humano, cuan a versos cantasteis, de loable fortunio a la virtud del ente para dibujar lo que no se ha pintado, y mostrar lo que en clandestinidad está sin darse a ver en aquellos auroras de un nuevo día, conteniendo todo el estado mental a la legible tierna adelfa, cual en efluvio de sol acariciáis mas de infinita escritura, arrulláis  dais creación, una historia, fantasmagórica del alma, para hacer brillar a prosopopeya vencida, en vuestros alientos, como si el mismo índole personaje fuese el mismo autor, cuán no vivir de soñador amor, más si en misma vida propia a veces no la encontráis, mas a veces para conseguirla en el relato es posible de besar... ¿Quién juzga al alma de un sentimiento más por un soneto y su línea romántica, lírica de su verso, no entiende nada, aún el alma es esclava del canto al amor, aún no sois libres, están presos bajo cadenas, la existencia será oh gloria de su eterno vibrar cuando el día juzgado o de mortuorio vivir os deis cuenta ¿a don ha de ir vosotros?.
 Podréis ver a entero autor de una obra que escribió, del mismo que manifesté.

  Tembloroso mar, naturaleza sin el matiz verdejo, manta sacra desaparecida que abracé, anhélito que rogué, mustias océanidas de una que soñé, de aquellas Nereidas, ríos de penurias ya sin oírle a una solfear... ¿genocidio de un diantre en torbellino del fuego?... hogar y en desvelo desde mi llegada, en un lecho añejo de ramas y maderas duermo, el perfume que respiré que siempre había envejeció, jamás imaginaba que la esclavitud iba ser aquí, pero de quién, ¿será de un fenómeno de la misma existencia que quiso herir o de quien nombré?. El navío soportó apenas los torrentes vientos del océano, mi búsqueda fue traer ante largos años semillas y nuevos propósitos para esta isla perdida, mas ante el desafío perdí todo lo que traía en años, una ola dio al bajel y las prendas de gran valor se fueron al naufragio, el mar furioso, temía mucho, pero arriesgué la vida para buscar mis pertenencias, me lancé al mar, logré hallar el cuadro de una mujer que había pintado y con el cual había ganado, pero las monedas de oro que obtuve se perdieron, todo se fue, todos mis sueños, en un solo día, volví a la tripulación, veía cerca la isla en el mapa, sentía porqué ha de cambiar tanto este océano si era tan sereno en tiempos pasados, más el viento era quien me susurraba cantos, y ni ahora un encanto dócil al oído, sino lo contrario, e indomable, me preguntaba, ¿será que está embrujado para tratar a su navegante así?, llegué a la isla, grité, ¡Isla, oh isla de tiniebla entre brumas, y forraje desierto y ni un soplo de vida!, y de aquella musa que pinté en mi pintura, le había prometido que iba llegar pronto, cómo había sollozado ante mi hombro que no me fuese, que aquí no iba a vivir a ese grácil amor que recibía en cada noche y alba de sonrisas y de mágico querer, le dije siempre en mis memorias estaréis pintada de vuestro hermoso rostro,, más en el corazón la lluvia de besos de las noches fogosas que vivimos, y sentire vuestro aroma de mujer pura, que solo enloquecía mi sensación, aún lo suspiro y me es un dolo quereros así. La única virtud es que no existe ni un redentor que me haga entender la injusticia que hay para un poeta muerto, hubiera preferido no haberme ido y que sucumbir a vuestro lado, y no morir así ante los días que me toca soportar, de llantos, tormentas, miedo, pérfido destino, oh amor paupérrimo que me engañasteis hacia dicho fortunio, no existe la virtud del humano, ni lenguaje que calme a un ánima que en tragedia se encuentra, de qué hubiese servido traer todo lo que creía, si la natura deidad iba desaparecer.

 Cuan postración para individuo que idolatra en todo corpúsculo a soñadora pasión; jamás en un sendero es la flor eterna que vive sin sus hojas y gama, y ni deja el vástago que se clama. Hoy la consolación es para el mismo elogio hablar con misma existencia de lo que en mi se contiene, no se puede ocultar, no ser recóndito al orbe, sé que las letras son poderosas, inmortales, y que de ellas un héroe queda, así sea en lágrimas perennes, vive y más si es hacia los berilos en centellos que rutilaba, siendo tez entera de tenue y dulce olor de adelfa, o dalia y sus pétalos de brillante universo de su cabellera que envolvía dulcemente en noches y auroras más hoy es desierto sin su aroma. Preocupado si el andar de un roncal por el viento ha de cantar siempre, solo lóbrega arias al ambiente zurrusco, oh a cielo fusco del inmenso, temible espíritu, queriendo rozar con su tibio vaho al lugar en que existe, que ya no es el mismo ruiseñor que era sonrisa y de ánimo grato, todo retorna en legible sentimiento, sin saber qué ha de suceder con él, vuela, vuela y seguid hacia donde debáis volar, respira ese aire que aún puedes hacer, luego no se sabrá si podrás hacerlo. Cómo confiar en la ley de la humanidad que dictó en misma montaña sagrada en mandamientos, y que todo buen ciervo iba seguir su mandato y ha de tener fortunio, más cuando no existe ni misma gratitud, qué habré hecho, cuán noches no os oré, no puedo entender, y que el mismo gozo viperino de la oscuridad abrume y sea más fuerte que la virtud de la beatitud, y me haga tener miles de preguntas... no me siento feliz, cómo quisiera olvidarme de todo lo que me ocurre cada día, y así poder sentirme en lo que soy realmente, hacer lo que siempre me ha gustado hacer, seguir tal bondadosa emoción, de explayar al mismo orbe o más la pluma que llora, de un personaje inmortal, jamás que de tierra se haya emotivado por un indecible rincón, si una vez tuve el amor, que logré besar, acariciar, escucharle hablar, aprender sus nuevos relatos, sus nuevas novelas, a cándida escritora, de dar lo mismo que el mismo enamorado, juntos abrazados, agarrado de las manos entre risas, entre miradas brillantes, en un mismo lugar, una chispa ardiente que no se apaga, un destello por la eternidad, ni una tentación maligna, de un coito pasional y fervor, entre pieles calientes, sabiendo que no va engañar ni pecar hacia milagroso amor. Cómo quisiera que me oyeras, ojala este memorial algún día podáis leer, al lugar lejano que estéis, vos es para mí, y yo soy para vos, vivo aún en el olor de vuestros senos, clítoris, labios, caricias, monte de Venus, la virtud de poseeros, me hace decir vesánicas palabras, de poder levantarnos juntos en una odalisca alborada, de otra vez entregarme a la carne predilecta más divina que diosa de un reino, llenar de esta hambre que me tiene pálido, oh en esta noche de luna, como vuestros ojos, ahí os veo, de que me podáis mirar, soy tan inocente de la vida, tan humillado y solo, solo vos era lo que tenía más noble y tierno en el corazón, me dabas fuerza a seguir creyendo en mí, en la musa porque ella erais vos, y sois porque aún me persigue, hoy de noche, hoy al canto silencioso de mi voz, que hoy se desvela en esta vándola y vorágine alma, de vidorria a vos, sabéis dulce amor, no creo en Deus, solo es la espalda de este hombre abandonado, más honor y plegaria del mortal, ni un soplo y ni lo que ha de merecer ofrece, la historia es injusta, la vida os zahiere como quiere, hay que ser uno el mismo hombre porque no hay nadie, ni manto imaginativo que os cubre de fe, de eso que está muerto, las virtudes que se logran, son nada más que placer del que lo genera, construye, mas hoy no se entiende, qué fue lo que ha ocurrido oh a buen tétrico romanceador, con sueños, me estoy durmiendo en la mesa, que ni agua y alivio hay, tortura y más odio, rabia se siente, o imaginar a la mujer que adoráis amándola en las letras, que os volvéis loco, que no podéis vivir en paz, hasta saber la verdad de la peor situación que ocurre en los males a un escritor. Se repite cada vez más mis incertidumbres al horror de la vida, ya más de dos veces que mi corazón arde en llamas, debo descansar, me siento cansado, mis ojos se cierran, qué frío siento, apenas las velas resisten, nadie en este hogar, qué negro tan oscuro cielo, y ni una estrella fugaz, para un pérfido anhelo, ya que ni ánimo y de buen carisma siento, ¿he nacido para esto, vine a la vida para ser así?, ¿por qué es la existencia?, fue la creación, si es él, porque deja el infierno a los buenos, y los males siguen en la cima de uno, si me veis o me oís o si de verdad existís dame una señal, no sé pero dame un efluvio, así podré creer y hacer lo que vos me pidáis y realizar en lo que anda mal de mí, y seguir buen camino para esa única alegría a cual lloro, sino podéis decirme nada, no volveré a pediros jamás nada, y si ha de morir en las cenizas de un tártaro he de ir o reencarnar en un ave para ser libre de este dolor... me dormiré diario querido, conocéis perfectamente a vuestro amigo, solo vos me leéis y me entendéis, sois mi espejo inmortal, siempre doy la imagen y de esta historia que termine a donde tenga que llegar, mañana buscaré más tinta, para seguir esta línea que no termina del sentimiento arduo del corazón.

 Bienaventuranza a los cánticos dúctiles del viento que sopla de milagro; hoy me encuentro en amanecido día, oh no sentí un aviso de tal pedido, solo entre semblante de inquietud, violines se oyen atrás de una montaña, ¿de quién será?, ¿será una alucinación, o es con quien podré dialogar al fin?, voy hacia el otro lado de la cima, y es una caja que había tenido de música, la que había regalado a aquella criatura, aún sigue con su misma belleza, pero ¿porqué habrá sonado?, porque solo para que suene debe de cantarle alguien, don está ese misterio que me hace perder mis razones, angustias, no entiendo estas vesanias, recuerdo, sí, así es, cuando entre una noche brillante, de luna plateada, sin brumas, y más que cerúleo divino, céfiro de su voz hacia mis labios, dichos de encantos, prendada al más fiel de la carne, cohesión, y de vital energía, que prometimos no lloras, que prometimos seguir hasta que un asteroide desapareciera dicha existencia, cómo mirábamos cada estrella entre sus figuras abstractas, pintábamos con la mirada a nosotros dos en un corazón de mil estrellas, escritas en esos cosmos nuestros nombres, juramentos, sueños, roces de eterna noche, sonrisas de armonías cálidas, como los besos, que en este viento ya no ríen, de inmenso tono... vencido entre este aurora sin el calor del abrazo y aroma de cuerpo entero... pinta y pinta pluma el sendero que de la tierra no hay verdor, desierto y desierto... espectral, es un corazón, lágrimas de sangre con mareas que desangra a la flor... La única consolación de entero ser es dibujar esas imágenes que se muestran en el ahonde de un centro, poder decir cada segundo de lo que realmente os habla, y consumes, "aún os amo y salvaos del terror que viene a destrozaros", pero a la vez oigo esa voz en el viento, roza mi oreja, qué locura, su dulzura, su crema, odalisca de esta isla, arullado a sus dulces palabras, pero es extraño, no había pasado esto, pero ¿por qué esa advertencia?, si me pudo decir tales dichos, ¿dónde está ella?,  ¿por qué no me explicó?, ¿cuán rabia es para mi no teneros y besaros, amaros que es así a un poeta muerto?. Todo es tan ambiguo, indeciso, porqué no me dijo que la salvase. Su tierna voz, aceleró mis ansias, ilusiones, de poder confiar que hay una posibilidad, pero fue tan fugaz que no pude decirle nada, ¿quién comprende esto?, vivo solo y sin nadie. Remembranza solo en una habitación se contiene, y las lluvias que mojan de pensamientos del sonero latir de un corazón, por una efigie inmortal, así se guarda en gritos de euforias en un muerto, inútil paupérrimo, de creer en la libertad, de un sueño absurdo, de voces que quieran hablar, o hacerme soñar perdido, enferma mi estado, mi imaginación, esmirriado, con el viento soplando, siendo de día y parece ser de noche, pero las palabras se empiezan a escribir solo, y descifro que es de unas palabras muy extrañas, que dicen: "¿cómo pensáis en pensamientos absurdos de lo que sentís?, si de verdad a ternura conocéis y queréis, no os rindáis y sentid que la flor aún necesita agua y luz eterna e un cariño que no olvida; recuerda que un idilio prevalece por juramentos que un amor canta y no desafina así haya desaparecido en vuestros ojos, vence e ir con pureza y podréis entender a don fue y porqué desapareció, o la causa que solo en quien pensabas más y menos en lo que creíais pintor, que a zoncera razón un torbellino de volcán hizo su juego, y más llevando lo postrero más amado, no habrá dicho tal perfume nada por no haceros molestar pero ya en el delirio menos había para su figura clemente, gloriosa que al pleo genocidio a isla fue a exterminar". Ese mensaje de acusación, de un olvido, y que más a una virtud concedía, más preferí salir, y no que mejor que estar hacia entera beatitud, pero si ha de encontraros cómo, sino me habéis dicho qué lugar, sigo en la misma, me siento enojado, no soy un Dios para ver todo el orbe y buscar al honor de mi alma, ¿cómo, dónde?. Quiero pensar que por un momento me estoy volviendo loco, que lo que vi solo lo escribí yo, ya de tanta imaginación, la escritura me está haciendo mal, no sé qué pensar, no sé ni ya cómo te llamabas, debo descansar, miro el cielo y ni el sol ya está, el tiempo es extraño, el mar sigue violento, cómo choca las olas contra las rocas, se oye su rabia, así ando yo, el forraje pocas hojas verdes tiene, es tan árido de fruto, que nada me entretiene, más cuchillas siento, nadie me ablanda mi corazón, me quiere, nadie me oye, odio esta vida, qué futuro me espera, o mejor sería no escribir más, ya no tengo liras o inspiraciones hacia alguien, ya todo cambió, escribir a la tortura hace daño, no sirve de nada, a quién le importará una historia de un mismo personaje que sus estímulos son olvido, muerte, sueño del que jamás existe, una vida real falsa, que del buen vivir son solo fantasías que son en cuentos, leyendas, y mi memoria es una flor en llamas, favilas desaparecen, deja de vivir el mismo yo, todo un fondo blanco, ni sabré don ha de encontrarme, desaparecido y un menos humano más, nadie lo conoció, solo dejó unos libros de amor que eran para ella, y pinturas, y peor desilusión de mi estancia del viaje, ahí comprendo todo, yo busqué la muerte, de la vida, fui el culpable, he de morir, sí, así será, ya mis páginas se llenaron, ya ni hojas tengo, mi postrero escrito, a vuestro amor, a un reino he de ver, o no lo sé, y perdóname si os llego a ver, y vuelve y hazme volar libre sin el más cuito amor, y he de botar unas lágrimas, a mi sensible y tierno papel, vuela libre y suspira a aquella flor, y jamás vueles de ahí, jamás, jamás por haber entendido y haber llorado tanto sin el querer que había soñado.

 A veces en el amor puede ser una historia sin saber porqué es y la razón en que sucede tal anatema; para el infortunio de este navegante hacia dicho destino fue lo que le enseñó a entender, las extrañas apariciones de cosas que oía o veía, más cuando escribía, solo fueron imaginaciones de él, cual de su conciencia dictaba cada vez lo que había hecho, la verdad resulta, que esta isla desierta y oscura del miedo, fue que un terrible día fue naufragio, del mismo océano, y pudo quedar poca parte de la isla habitada, su amada, a quien llamaba flor, murió al tal tempestad, no pudo salvarse, ni un animal, nada, ni los habitantes ni las mismas Nereidas que cantaba en los ríos sagrados, pero ella dejó una carta a su amor, donde él mismo poeta no pudo leer, murió en las preguntas e intriga de un destino pérfido y sin alma, y, la carta decía de esta manera.

  Lunes por la mañana, 8 de abril de 1782.

 Para un saludo y ni un adiós eterno.

 "¡Oh grande entre los más bardos que he conocido!, que de vuestra tierna voz enamorasteis a mis sentidos, mis cánticos se desmayaron aquella vez en el huerto, caí a vuestros brazos, era mi confección hacia vos, mi declaración, enamorada, entregada, dulce, desnuda enteramente, para ser consumida, y bebida de mi agua eterna, jamás sentí ante reyes de mis pasados conocidos tal caballero noble, que en su voz dijese la oda en estribillos, de sonetos tan pulcros de admirar, de esa rima esclava a su medida, por no sentiros libre en alma, pero cuando conseguís lo que buscáis, y misma sonreíd es permitido decirle adiós, por haber encontrado el glorioso amor, así fue que dejasteis de decir versos, y empezasteis a decir poemas de línea inacabable, me perfumabas con vuestra voz de hombre, mi cuerpo hacíais arder, mi piel convertíais caliente  mis labios íntimos húmedos, mi clítoris enfebrecido, llena de un jocundo enriquecer, de vos, y vos de mi, cada noche con la poesía que a mi espalda escribíais en pluma, era vuestra totalmente, me sentía la más bienquista de las mujeres mortales, qué vate tan romántico, pocas veces me recitabas versos, fui yo quien os liberó de esa tiranía al alma, ojala algún día retornéis el destino y podamos seguir bajo los árboles besándonos, sin sentir la amargura de esta lejanía, ¡oh, mí amor!, ¿cuánto es para mí no sentir aquellos besos siempre?, quisiera que alguna vez pudierais entender lo que hicisteis, siempre el sempiterno amor habrá para mí, jamás podré borrar de la memoria aquel mozo que cambió una isla a sonrisas, como lo es hoy, la muchedumbre entre libros de amor, de epopeyas, pero para mí fuisteis vos mi hazaña, que no puedo olvidar, hay veces que en mi cama dejo flores, como me decíais, sois de tantas flores la más fuerte para vivir, y de divina húmeda intimidad, de aroma, única entre ellas a la sensualidad, de beldad extrema, suprema, y hoy entre el lecho me acaricio con las flores recordando, como vos con ellas a mi piel acariciabas, a mi mejilla besabas, labios, cuello, senos, piernas, y que de tierna manera me incitabas, y me consumíais en dicho lugar, veía que no hay mejor amor perfecto que este que tenemos, me hacíais sentir un libido ardor, qué lujuria teníamos, hasta la luna rutilaba más que otras noches, los lobos cantaban en esa noche, las estrellas fugaces más habían, tantos anhelos, tantas maravillas veíamos, que ahora siempre de mi algún lugar y rincón inmenso vais a tener, a donde lleguemos a volvernos a ver, mi fiel y venturo Monsuir Vandoluí, mi bardo español, siempre tuya Serafilia sagriari".

 Una carta de todo lo que vivió con él, pues ahora queda todo claro a cúspide amor, la gloria he de teneros, por fin se descubre que así haya sido un viaje jamás iba abandonar su mismo amor que le conoció, así son los inmortales amores, como de la sensible Serafilia Sagriari, como mismo nombre disputa una diosa casta, que cantaba, y mejor que a ese amor dibujado, y en frente de sus ojos, para quererlo y por fin sentir lo que es aquel amor que buscan tanto los poetas, quien este al final de todo, no estuvo muerto, así termina, así acaba, así se conoce, lo que vive en la eterna llama.