miércoles, 24 de agosto de 2011

La poesía idolopeya de una pieza, para que una vida melopeya en paz florezca.



La poesía idolopeya de una pieza, para que una vida melopeya en paz florezca.

Un poema en la tonalidad de sol menor,
sonando esa balada de la obra veinte tres,
comenzándoos con un movimiento de dulce amor
a lo lento de suavidad que tenía Fréderick Chopén.
Luego a un movimiento moderado de lo tranquilizador
entre los compases con notas de lo bren,
como a su alma de esa vida que tenía de resquemor
para salvaros con su entonación del ser.
Así lo vivía el mágico bardo de Fréderick Chopén,
porque ante las sumisas notas era el lirismo de lo bardo,
que absorbía ese embeleso de florecer,
y porque al escucharos estoy que ardo
de tanta armonía al razonar vuestra obra que me hace enternecer,
porque a través de ella respiro flores del nardo
que me dan calma y me hace cantar ante tu tañer,
y viéndoos un cielo entre celajes de gama pardo,
ante un sol del lejano horizonte que me hace comprender
que vuestra tonada es amor de un tañer tan gallardo,
y solo que eso lo que vos expresáis de vuestro aparecer
como en esas palabras que entonan en esa balada de lo apasionado,
y que se apasionaban tanto en aquel tiempo, que escucho sonidos de lo ilusionado,
como entre mi hoja observando a vuestro ser tocándoos el piano con prosopopeya y amándolo.
Y a través de estas letras escribiéndoos en esta tarde de lo arrullado,
como a las letras, versos, tañeres de lo mágico,
saber que significa cada compás en su ser,
que eso es rimbombancia y la esperanza de su fe,
el seguir caminando ante vías sin fenecer,
y así es como escucho y siento el vencer
ante locuras y dulzuras que me entonan
al saber tanto su valorado idioma,
y que son en esa balada que se desprended tan iluminadota
y sonora de su pasión imaginadota,
a la cuál vivíais y como yo entre versos de historias
los cuales guardo y amo en mi memoria.

¡Sigo escribiendo y relatando mi prosopopeya!,
y que me he dado cuenta en el fondo de mi sentimiento
que todo lo que hago cada vez de mi vida es idolopeya,
describir a cada persona ya fenecida de mis versos,
los hago revivir, renacer en toda la delicadeza melopeya,
sintiendo ahí que aún viven de este universo
que es en el poema de la dúctil alma plebeya,
que aún los mira y siente que son eternos
y que no se irán de sus sonidos como del piano en mi epopeya,
y que él en heroísmo los levantará al orbe de etopeya.
Así vive mi sentimiento de la descripción
a vosotros del pasado en hermosos poemas,
los cuales son romanceados de amor
sin irse de esta felicidad eterna.
“Y alegraos estaréis por haber existido una persona que los describa;
o que toque vuestras piezas en sus tardes o noches,
o amaneciendo de ese tañer en su vida
y haciéndoos cosas que nadie en el mundo hace de amores.
Él único índole observa sus melopeyas de elegías
u otras de emoción en esa tarde hasta los albores,
pasando la noche y sintiendo que vive de las melodías
que ama en su ser como voces de sopranos y tenores.
Así es como vive tanto y tanto de su fantasmagoría
que no puede apartar esa pasión de sus rincones,
ni de su sueño porque anda ahí sonando ese piano de alegría,
sin cantigas plañideras sino sonando de emociones”.

¡Oh melopeya vida mía! que sonáis con la ballade, obra veinte y tres,
qué pieza es la que anida en mi alma de ese tañer,
es tan jocundo que el mundo lo veo de florecer,
como ante este amanecer, por la pieza de Fréderick Chopén,
que no ha dejado de sonar su alma ante mi naturaleza,
sigue sonándoos sin ser ella en el fondo plañidera,
sino heroica y jactanciosa de la enorme belleza,
cada sonido de su gran melopeya,
de esa ballade que despierta hasta en heroísmo mi epopeya,
¡oh así vivimos los vates ante la ternura fresca!,
ante la mañana que de serenidad me lleva,
y solo que escribiendo lo que me gusta ¡más hacer!,
de eso en las líneas de mi eterno llover
cayendo al mundo por las hojas de lo que hago en mi edén,
que vivo y vivo cada vez más de mi dúctil querer,
y que es tan rutilante mi fóculo que acaricio hasta lo bren,
por ser tan sagrario esta vida que me dicta desde antes hasta este amanecer.
No sé porque nadie me entiende,
no sé si alguien me comprende,
sólo como único aliento de saber es mi misma alma,
ella sabe lo que hago en la existencia siempre
y es lo que me da tenuidad a mi calma,
de seguir componiendo lo que es a mi remembranza,
la cual ahí disfruta de lo que hace de esperanza,
y luego poder dormir en la paz de mi tonadas,
y sin dejar de sonar la obra de Chopén de la balada,
la que me tiene a este momento escuchando el piano de romanza,
así de profunda y cautivadora es a mí mismo,
que siento solo que sus tocadas
para sentir que es mi amado surrealismo
el cual tirita de la pasión salvada;
y que me enfoca de sentimentalismo
sin dejaros sino romancearos de mi alabanza
que tengo por saber que sois el sonido
más que contento que alegró a mi añoranza
de haber estado en el tártaro fundido
sin búsqueda y fuisteis vos que apartó esa lanza;
en aquel mundo que no sabía lo que era lo bendito
sino hacía cosas que no eran de lo más querido,
y gracias por haberme hablado beato sonido,
y por haber glorificado mi vida en lo que jamás pensé,
pero que ahora sé que es este mi destino
y que con él hasta el oasis existiré
para tocar piezas de piano y tener mis plectros en ese paraíso,
que vivo regodeado por habitar la vida que jamás pensé que iba a oler;
pero que ahora tengo y que radiante me siento en todo mi profundo ser,
así vivir cada vez y entonar una vida sin enfermedad,
sino habitar una vida de esta gracia de mi paz,
sí así consiente a mi mismísima alma sin mendaz
siendo una señal tan prosopopeya que no se va de mi jamás;
y que ante el cielo siento observar una estrella fugaz
a la cuál pido que me deje vivir hasta la eternidad
solo que con mi honrosa vida que es esta de felicidad.

¡Es de noche Dios! y ese anhelo ante la estrella es lo único lo que os ruego en alma por favor;
dejadme que llegue, y sienta vuestro desdén de serenidad,
de respirar ese fóculo que fuera en el fondo todo amor
que viviera sin molestias ni infelicidad
sino con lo más dulce, eterno que es mi pasión;
quizás allá vaya con un amor celestial
si consigo aquí en la tierra con la misma semejanza Dios,
así con ella viviese de la magia pasional
o escribiese con ella aquí y allá de lo historiador ,
que hayamos vivido sino tener allá una venustidad y justa deidad;
así lo fuera, sueños que solo mantengo,
es tan fogoso lo que en mi ser siento,
cosas más allá de lo normal,
y es por lo que en verdad anhelo
para vivir de la tenuidad,
como ante mi alma por siempre a vuestro reino
que describo como lo más magistral
que pudiese en mi mundo imaginar.
¡Sólo vedme Dios como he sido!,
¡vos lo sabéis muy bien en vuestros ojos!.
Sabéis como camino y veo el surrealismo,
¡hacedme solo ese favor que devoto!
como lo más grande igual que a ti de cariño,
aunque a veces en mente no lo haya tenido,
pero en mis versos siempre os he nombrado
de los muchos que hago.
Sois lo más indecible de mis letras,
el que haya podido hacerme así de terneza.
De tener este don que vos me dio para vivir de grandeza,
grandeza a mi pasión que tanto mi alma en historia besa.
Y que a mi profundidad tanto esto embelesa,
embelesa como jamás lo creí y sentí como luces en el cielo de perseidas,
tan hermoso y luminoso en esta noche de belleza
es lo que observo y siento a través de un poema.
Tan gladiador soy de esta historia de mi vida a lo que me lleva,
para hacer cosas así tan eternas y portentosas que me dan sin anatemas,
sino pasiones y entonaciones de beatitud en todo mi epopeya,
que beso y amo en toda mis historias plebeyas.
Solo así vivo y estaré gracias a esta pasión sin ofensa,
por siempre hasta esperar la llegada de esa damisela
y vivir por lo menos con alguien que pueda darme su belleza
de adormecerme en ella y estar tranquilo ante esta ilusión que mi alma espera;
y poder triunfar con ella sin ludibrios sino con una vida sonada en historias de poemas.

Fantasía impromptu retornándoos a su mismísima alma por Dios, y por el narrador.



Fantasía impromptu retornándoos a su mismísima alma por Dios, y por el narrador.

Compositores que coexistieron de lo garbo,
de esa bizarría de su arte a lo apasionado,
y que solo de su interior al amor ilusionaron
de que iban hacer más en esa destreza de lo escarbo.
Y hay uno de todos ellos que cohabita en lo sonoro,
uno que ve más allá que la normalidad de su alma,
la cual transformáis en lo decoroso y formidoloso
por sonar esas notas en vuestra fantasía impromptu descalabrada.
Con un movimiento allegro agitado ante el piano de tonos,
sintiéndose fugaz ante los sonidos que transportan alma desesperada,
como si huyeseis del mundo para solo encontrar un trono,
y es al que contenéis el sonido de tu obra sesenta y seis agitada,
que suena y suena tan entonada por recibir el aroma de tu alma.
Lo que has convertido en esas notas magistrales,
por vivir en ese movimiento loco de ida del romance,
al que no queréis observar ni escuchar,
solo que en la soledad vivir, sólo de lo que no os asiente mal,
solo paralizaros es como os aliviáis,
sin concebiros a una damisela que os ame aún más,
ninguna perfidia vendrá sino le esperáis ni amáis
y así floreceréis de la pérfida soledad,
sin la nobleza de un amor que os cure de amenidad.
Así vuestro mundo avanzad sin arrullos,
no ambicionáis nada en toda la magia y lealtad,
preferís viviros con todo el duro infortunio
de vuestra obra como el impromptu,
al que contenéis ni siquiera lo benedictus de lo pulcro,
a eso os reunís para seros y estaros de lo rudo,
no andáis bien, solo que a través de una obra viviendo,
es como si ella fuera tu alma a la que componéis,
y es lo que os toca del inmerso sentimiento,
y es a lo que acariciáis y ennoblecéis sin desbordamiento,
a eso os trasladáis tanto y tanto de eso sin moveros,
no lo alejáis ni renunciáis de tu cuerpo
porque a eso es lo que vuestro ser va ir en cada crepúsculo a oleros,
y amaros sin abandonaros de vuestra vida que tenéis de luceros,
como a esos tonos que suenan desesperado del allegro agitado,
de ese impromptu ante el mundo de alejamiento,
y es lo que posee vuestra vida ante ese movimiento desesperado.
Hasta que termina el movimiento y empieza el ennoblecimiento,
algo suena tan tranquilo siendo: “moderato cantábile” de lo retornado,
algo cambió a esos tonos a dulces y sensibles,
que suena cantadísimo en voz tenue de lo increíble.
Componer una ruda composición para cambiar a su alma,
a la que convivía de un destrozo atroz de lo sufrible,
sin tener vida ante las gráciles damas,
que ahora explaya solo que tenuidad alabada.
Prefirió componer una obra cambiándoos su loca llama,
su arte a un movimiento que revienta de alabanza,
con su cántico a Dios y laureándoos en toda su alma,
teniéndolo presente por haberle hablado a él en un sueño el salterio,
sintiéndoos Fryderyck Chopin a Dios el amor de sus sonoros florilegios,
el cual ha sido todo su apego y que manda el mismo Dios un ser insigne y tierno;
una preclara que lo hará feliz en su composición aún más de lo bello,
y que al sentir las voces de esa ornamentada y suntuosa dama,
que solo dice La Preclara: “Hola Fryderick he venido para ayudaros y enamoraros con mi fragancia,
os digo la verdad y os querré como un árbol quiere a sus plantas,
a ese gama verdoso que es de esperanza de mí amor a tus notas blancas,
que lo serán ahora por ver que creasteis ese movimiento de elegancia y romanza,
como si hubieseis combinado sensibilidad mágica,
qué hermosa suena, sois tan digno de componeros de gracia
que nada más que solo escucharos me siento enamorada,
qué beldad sois amado de mí, que será; si me permitís besarte la boca con mis labios granas,
y que no serán mudez todos mis sentidos,
solo serán más que inmersos e infinitos sonidos
que explotarán de muchos indecibles latidos,
el cuál manifiesta de tanto delirio e idilio,
que crece y creced de ilusión por vos de amorío e infinito”.
Se acercad y le mirad con loca manera,
había quedado tan loco por su Preclara de indecible belleza,
se había enamorado igual que ella,
era noble, era su célebre como el nombre que tiene la doncella,
con sus palabras que dictó quedaba más sin palabras Chopin ante la terneza;
vivía de lo que no esperaba y ni quería en su senda,
pero ahora si lo iba a querer en su apasionada naturaleza,
por ser ella nada más que el aroma feliz en su vida repleta.
Chopin sintiéndose del vivo fortunio
ante su obra sesenta y seis del impromptu,
sentía pasión tanta pasión de lo pulcro
que sonaba en pureza su corazón de arrullo,
por cohabitar ese amor que le da tanto orgullo.
El piano aún sigue sonando ante ese movimiento que no termina,
y que él toca y a su dama con besos y caricias,
sin rechazaras sino amarla de la alegría
y magia que vive en su pieza de fantasía;
algo tan vesánico y hermoso es su vida
que solo contiene en ella la poesía.
Sois el rapsoda de la alegría bellida,
así vivís solo vos Chopin con la loca fantasmagoría
que expresa tanto en vuestra obra de fantasía.
Cambia su movimiento en lo presto,
sin ser ya esa obra de lo atroz y mesto,
en esa tarde aún él componiendo,
teniéndoos a su dama ahora con alegría de regodeo.
Un fugaz movimiento suena en el piano de sentimiento,
esta vez siendo rápida pero de la felicidad de sus alientos,
corre con su amada en el sonido de esa pieza, se siente eso,
y ya no huye del miedo
sino vive del hermoso sueño.
Ahí las notas rápidas os hablan y os hacen ver los momentos,
es tan romántico su surrealismo que da ganas hasta de llorar por el amor de vencimiento
que consiguió ante una noche él durmiendo;
gracias a Dios de lo bueno,
de bondad que dio el glorificado Señor a este hombre de lo honesto,
como a esta dama Preclara de lo célebre en su destino,
en su obra que suena sin lo mesto.

Nada hiel pasa ante el hidalgo,
solo viven con mucho entusiasmo,
y al terminar la pieza,
duermen juntos enamorados,
sonando esa pieza en su lecho de flores aromados,
tranquilos de la hermosa belleza,
viven y viven años
hasta que Chopin jamás olvida esto de grandeza,
que al tener el arte de crear su historia,
puede cambiaras con un pincel de aroma a gloria,
y es lo que conseguisteis vos de la pasión ganadora,
nada más que eso que explota
en vuestra alma sonadora,
no os vais de eso ni de vuestra preclara que adoras,
vivís bien y de sonidos que entonan a la paz de victoria,
sin dejar atrás el tormento que vivisteis,
solo que ahora sintiéndoos de lo que concebisteis,
y que tenéis y amáis hasta el desdén ante tu memoria,
bien contento por haber dado tantos rezos de jaculatorias
a Dios aquella vez de esos años de dulce vida que de pasión exhortas.

Así vivió y vive en el mundo de la vida silenciosa,
pocos conocen de él y de su pasión que era tan honrosa,
pocos saben a qué mundo fue al que se centró,
o a que caricia fue a la que se enamoró,
solo que a su aromada introspección
que contenía los sonidos del apasionado amor.

¡Oh la pieza de él fue tan habladora!,
que veía imágenes de ellos en esa historia,
veía como os amabais de gloria,
como convivíais sin tener desprecio en las notas,
y sentía que su mundo era la ilusión sonadota,
que ahora suena y remueve a mí alma de su pasión amorosa.
Es tan cándido veros vivir en un mundo así,
y paradisiaco lo que vi
en cada nota del piano sin fin,
tan iluminado de ese dulce amor,
¡oh qué explosión fue la que sentí!,
no se vería antes esto o después del mundo iluminador,
solo ellos convivís del hermoso vivir.
Así es y su pieza de fantasía,
la que suena de miles de melodías,
la que al fondo de sus almas llenó caricias,
y que tocan juntos en el piano de alegrías,
los dos sintiéndoos que el piano es su vida.
Es solo que esa pieza que amanece en cada albor,
y que resuena tan hermosa de lo soñador,
¡ay que beldad expresión suena!,
es la historia del dulce amor
y que les deja como una historia de poemas
escuchándose los versos de esa composición,
la cual proyecta mucha imaginación,
y que no se iría de su eterno y heroico ardor,
porque es la fantasía impromptu que vive de amor,
hasta verse violines cantando en esa vida de extensiva pasión
y que lo es por ser tan unidos vosotros de esa relación.

Termino de relataros a vosotros en esa sacra pasión,
y de repente del cielo aparece entre mi entorno
unos sonidos de un mágico piano de entonación,
sin saber son de una obra cuarenta y ocho
número uno con un movimiento lento de aflicción,
como de la plañidera vida dándoos su enfoco,
sin saberos es un nocturno que suena luctuoso,
solo sentado, mirando a ese piano en mi forraje solo,
y sintiendo su sabor de Chopin que entona lo lloroso,
como que si de las letras hubiese renacido su piano,
pero ¿porqué a un sonido así si lo dejé en la historia feliz?,
¡cómo puedo observaros con un sentido de lo cabizbajo!
si tanto entonaba en ese paraíso con su Preclara de su vivir,
¿por qué me mostráis esto solo que a un piano sin lo salvado,
no llego a comprenderos a vos y a qué manera viene a mí ese piano?
sin dejar de sonar el nocturno de lo apasionado y luego agitado,
en todas esas teclas de esa pieza enigma ante mis sentidos atados.
Pienso y pienso hasta que una voz sale de las cuerdas de él poeta adulado
y apareciendo así mismo en ese ambiente su silueta,
y termina de tocar esa obra grandísima de lo sonado
entre lágrimas de sus ojos veo caer de forma plañidera,
¡no lo entiendo!. Y toca un preludio número veinte cuatro de tragedia,
de su obra veinte y ocho empezando a contar en lastimera.
Chopin: “si supierais cómo fue que cayó mi pasión,
sí vieseis a qué figura u horror enfrenté de apariencia,
si hubieseis visto lo que vi a lo que más idolatro de ilusión,
como si una centella se hubiese ido de mis ojos de esa noche que aterra,
y que no pude estar más así solo que creando piezas de lo atroz,
porque se desvaneció una estela y sin sabor solo viví de la tristeza,
por haber dejado vos de narrar más nuestro amor,
por haberte ido y sin abrir más el libro de nuestra poesía,
no sentimos más la esencia de esa entonación
y nuestro vivir no fue igual de alegría,
solo porque un demontre vino en defunción
y sintió ella que no estaba protegida
y del desespero ella con una lanza se desnucó;
tuve miedo, solo escuché gritos y cuando llegué había elegía.
Vos al irte dejasteis permiso al dolor
para que nos quitara la eterna y divina vida,
y por eso fue que hice estas piezas de gran ardor
para recordar cada segundo la existencia abatida,
tocaros al piano es como si en él hablara lo que me pasa de resquemor
y es lo que hago ahora y haré de mi alma vivida”.
Narrador: “os entiendo y perdonadme por lo que hice,
no fue mi intención haberme ido,
lo que sucedió fue que sentí que eran felices,
y me doy cuenta ahora que estás abatido,
que se os fue lo más bellido.
No sé que hacer solo sé que la dama vendrá con mis jaculatorias,
porque una vez recé y vino la magia milagrosa”.
Chopin: ”¿Lo que decís es verdad?
Narrador: “Sí así es y será para vuestra felicidad,
ella llegará y de esa dura matanza en alegría florecerá,
confía en mí y bendiciones tendrás,
nada malo os pasará ni lastimará”.
Chopin: “Me diese mucho regodeo volveros a ver a mi dama angelical,
qué triunfo fuese si la vuelvo a tocar
a su rostro como flora de mi eternidad,
Dios sería tan grande y bondadoso si a ella manda
porque de verdad mi alma sonada a ella la idolatra,
tanto y tanto que en mis piezas veo siempre su bondad
y al ver vivido esto así, solo veo por el momento lacrimosidad”.
Narrador: “No os preocupéis más, que solo iré ahora al monasterio,
iré a pedir a Dios que nos mande la alma perdida,
tranquilo que él os mandará ese roce a vuestro cuerpo,
y que seguro os levantaréis de tanta armonía
y que abrasaréis a su figura entre vuestros acentos,
acentos armónicos de un nocturno que regodeará a su vida”.

El narrador se aleja de Chopin y va a rezar al monasterio,
estaba seguro que Dios lo iba ayudar,
y mientras reza con tanto amor y fe para lo bueno,
se duerme en aquella noche de silencio,
y Dios escucha sus jaculatorias de rezos,
sintió que ese amor tenía que triunfar de lo eterno,
porque provenía de un hombre tan honesto,
y tan digno de recibir entre armonía de su música su aliento,
a su Preclara que idolatra en su música sin lo mesto,
porque ahora tenía fe de que iba a ser mandado por Dios a lo más bello.
Y manda a su dama que estaba sola en el infierno,
y cuando es medianoche aparece una luz a lo lejos,
una radiación tan diáfana y hermosa se contempla,
que Chopin estando acostado observa solo eso,
y se levanta y dice: “ ¿Preclara sois vos mi perdida estela?,
has venido a mí ante esta noche que os esperaba,
has llegado para florecer mi tonta tristeza,
has llenado en sorpresa a mí alma en tonos de esperanzas”.

Y el narrador a lo lejos vio eso que estaba pasando,
que Dios si escuchó sus rezos y qué bien se sentía ante lo pasado,
que sus rezos valieron la pena para esperar el milagro,
para ver a su amigo Chopin con sonrisas de lo salvado.

Preclara: “sí soy yo y he venido para hacerte feliz mi romántico apasionado;
y os abrazo el cuerpo como tanto lo quería hacer,
qué romance siento dentro de mí por vos mi Chopin amado,
qué fortunio percibo ante mi alma de querer,
y por veros a vos que sois mío solo mío como la cuerda del piano”.
Chopin: ”Os compuse algo mientras un amigo iba a rezar
en un monasterio para que vos venga hoy y me deis felicidad;
y fue así como pasó y como lo dijo él de gran verdad,
mientras él se marchó, yo me quedé componiendo la esperanza de mí entonación;
y esa composición tan solo era por si veníais vos,
y como si vinisteis, ahora poseed esto que os compuse un nocturno,
obra sesenta y dos, número dos,
ved las partituras con un movimiento lento de fortunio,
que mientras lo observáis yo os tocaré en el piano la pieza de gran amor,
y viviréis lo que transmito yo de lo pulcro y puro,
y que ha sido por vos mi Preclara que amo de efusión,
de delirio ante este idilio que cohabitamos de nuestro mundo”
Mientras él toca y estando yo lejos, solo me voy,
ya son felices y este narrador lo que tiene que hacer es irse,
son más que felices, él ahí tocando esa pieza de amor,
viviendo los dos tan unidos y sonrientes,
que seguro ahora ni un mal vendrá en sus entes,
porque el libro de su poesía está cuidado por Dios,
él ahora protegerá ese amor que tienen de ardor,
y que a lo lejos de su cielo solo ellos al reír dan fulgor,
y de ese piano que toca Chopin solo da romanza de entonación,
entonación que ahora lo siento y me siento muy bien por su amor.
Preclara: “Chopin quisiera conocer al amigo que me salvó.
¿Dónde está él y porque no ha venido aquí ante los dos?,
porque no lo vemos justo hoy cuando sucede el milagro,
será que se fue o nos abandonó a nuestro reino amado.
Puede que estemos felices y que vuestra pieza sea portentosa,
y claro que a mí alma ella sonando es enamoradora,
pero algo faltad aquí para estar conmovida,
para sentir que si puedo estar con alma tranquila”
Chopin: “me parece raro que no haya venido,
él se había ido a rezar como os dije al monasterio,
pero seguro estaba que iba a venir aquí en cualquier momento;
pero no ha venido estoy que enfurezco,
por no veros más porque lo considero
como un buen joven que me salvó cuando estaba en lo plañidero”.

Una voz a lo lejos viene y dice: “Jóvenes enamorados,
no estéis así con el corazón y alma desesperado,
él se fue dejando un mensaje ante el ambiente,
al cuál yo escuché y que ahora les diré plenamente,
él dejó su libro de poesía y de vida
bajo mi poder para cuidaros desde mi mundo;
no estaréis en peligros de vuestras caricias
solo viviréis de la armonía y fortunio,
y claro que con vuestro hermoso nocturno,
al cuál compusisteis a vuestra Preclara de lo pulcro,
tan sonoro y vivo que vivís ahora de lo profundo,
soy Dios quien les habla desde toda bondad,
el que quiere que ahora vivan vosotros de felicidad,
y que dejen a un amigo imaginario en su mundo,
que él viva y viváis vosotros de lo dúctil y de tonos profundos,
así como vuestro hermoso nocturno”.
Preclara: “¡Ah, sois vos Padre mío desde los cielos,
sois el gran vasto e indecible que me mandó al mundo de mí amor eterno;
me siento de verdad tan contenta con mi pianista,
que estoy tan viva y feliz ante su ser que en todo sonido es alegría;
su música tan romántica de sus composiciones clásicas,
tan verdaderas y de sonadas mágicas,
las que llenan al alma una flor como esperanza
siendo azahares de lo bren que provienen de su misma alma,
esas melopeyas que son epopeyas y que suenan tan eternas,
y que somos nosotros ahí Dios viviendo de dulces poemas.
Lo amo, y lo amaré con mis fervientes caricias a su cuerpo de belleza;
y es lo que me rodea en esta noche que tengo aquí y que a mí me quema,
quema de un amor tan cúspide y arduo de entender por lo que representa;
esta pasión que él a mi me da y que en las noches seguro me anhela,
tanto que su cuerpo de adonis a mi vida hará la copulación de dulce manera,
y siempre viviremos de la música y de la vida lasciva,
por ser dos uniones inseparables lo que nos venera,
y que estaremos amándonos entre ella de la dócil armonía”.
Chopin: “¡Oh amor mío qué palabras ofrecéis al entorno,
y que de pena al oíros me siento fogoso,
qué dulzura de palabras tenéis que siento mi ser tan amoroso,
tan enamorado de vos hermosa deidad de mi alma,
que despertáis a mí mundo de lo sonoro
por tenerte solo que conmigo a mi lado amando Preclara;
¡ay deidad mía de mi melopeya amada!,
¡ay sois solo vos que lo estro de la epopeya inspirada!,
solo vos lo que dais alegría a toda mi apasionada alma.
Solo sé que el narrador amor, fue un gran lozano,
que lo tendremos en nuestro recuerdo por lo salvado,
jamás olvidaremos eso de lo que pasó de ese milagro,
y que por cierto ahora somos felices ante el piano,
ante esa pieza que compuse a vos y que oís de lo enamorada,
y qué me bisbiseáis en mi alma con una voz tan baja,
de lo feliz que os sentís ante la romanza alabada,
y qué bien estamos abrazados y besándonos ante la noche mágica,
que hacemos el amor ante la luna rutilada,
ante las estrellas de una noche tan diáfana y romántica,
que os digo hasta versos de mi corazón de llama,
que os idolatra con toda la apasionada melodía del alma,
dormimos luego y así es nuestra unión del amor,
así de feliz que vivimos en este paraíso de fulgor,
nada malo pasará ya, porque Dios nos cuidará,
y fue por el gran amigo narrador,
porque dejó todo en las manos de Dios en verdad y de bondad”.

miércoles, 17 de agosto de 2011

El benedictus cántico de Orfeo venció al resquemor de Eurídice y de él.



El benedictus cántico de Orfeo venció al resquemor de Eurídice y de él.

Una historia de aventura hasta llegar a la defunción apasionada.
Un rescate habrá sin la honrosa alabanza,
así será y sucumbirá y solo ella estará con su musa remembranza
la cual suena seguro en su tártaro de tonadas.

Orfeo, hijo de Apolo y de la musa dandi Calíope de terneza.
Nació en aquella antigua y romántica Grecia,
como en una noche ante brillantes perseidas,
acompañando en su alma la llama de la enorme belleza
que iba a ofrecer a su mundo pronto de nobleza,
esa llama era aquella poesía de este poeta,
aquella ornamentada y fachendosa lira en notas de poemas,
iba a nacer un sensualista en las palabras del hombre,
un vate músico lleno de surrealismo en aquella época,
conociéndoos millares de leyendas o imaginaciones
era lo que iba a sorprender en su mundo de su pasión fonética.
Tocaba para los animales de aquel forraje con sus dulces cuerdas,
el que cargaba siempre entre sus manos esa arpa de ferviente amor,
a los dioses embelesabais de gran fortunio en vuestros poemas,
como sonoros que ofrecíais a ellos llenos de ilusión,
creándoos vos mismo en esa vida historias en letras.
Vida a tú momento de lo que estabais de radiación,
solo que eso cuando sentíais tú benedictus en aquel ecosistema
respirabais vuestra esencia que aromaba de imaginación;
y así era que hasta la madre naturaleza
detenía su fluir para escucharos a vos de calma y terneza.
Os conmovíais todos por vuestra historia que dabais de quimera,
de que sois el regodeo de cualquiera en ese forraje de primavera,
con vuestros cantos y tonos hacíais despertar a almas un poema,
una inspiración que cargabais en vuestra arpa de cuerdas,
eso era, aquel hombre del hermoso lirismo, llamado Orfeo,
el que calmaba a un mundo su interior apasionado,
sin dejar entre el cielo nubes con truenos
sino seguir cantando en ese herbaje de lo ilusionado.
Muchas musas, diosas, damiselas y condensas,
solo sabían de su historia empleada de grandeza,
¿cuántas de esas no queríais contener su canto?,
¿cuántas solo querían oíros a vos entre un albor?,
y amaros a vos entre la eternidad del encanto
y de ser despertadas entre su lecho de amor,
¿cuántas de acariciaros y de copularos
hasta perder el movimiento en una noche de lo soñador,
eran así las mujeres más esbeltas de aquel tiempo,
hasta que vos era tan ciego que todas fueron tembo,
y preferisteis obtener a una menos vista de enamoramiento,
era aquella dama no muy común y audaz ante los ojos de Orfeo,
como la sonrisa brillante, sus ojos como el diáfano destello,
su belleza oculta que expresaba, era como un silencio,
y eso fue lo que a su imagen en días de su cerebro
no se pudo nublar ni eclipsar, sino enamorarse más de su ser bello,
estaba enteramente con un corazón de apasionamiento
de eso etéreo que contempló como un hermoso chelo,
sonando en sus días sin dejaros, sino enamorando de lo poético,
y así su inspiración en su vida creció hasta casarse con Eurídice de lo hermético,
Zeus reconociendo el valor que había dado al reino,
otorgó la mano de su ninfa para que estuviese con ella de lo eviterno,
por ser una relación que llegó ante él sin entendimiento
porque la vio y se enamoró como si una flecha diera a su corazón un florecimiento
y sin decir nada embrujaos por la ilusión de su Eurídice de sueño.

Pero pasaron y pasaron juntos mucho tiempo y del amor conviviendo,
designios hermosos teníais en su vida de hacer juntos, y seguir sonriendo,
ya que os amáis y vivís del entonado ensueño.
Pero en la vida amada, no todo acostumbra a ser fortunio en alma,
suceded una tragedia que ahora los iba a desgarrar,
y lo lúgubre iba a entonar por males que venían del más allá.
Una tarde el destino quiso que un Pastor Aristeo quedara prendado,
lleno de la lujuria en una belleza como Eurídice de lo malvado,
obligó a esta dama y sin más fuerza se dejó socavar hasta los orgasmos,
parece que gustó hasta que él se va y ella llora en llantos,
corre y huye sintiéndoos el engaño de burla a su Orfeo amado.
Pero que termina viniéndoos del lejano tártaro
una clandestina serpiente que muerde y mata a Eurídice en el pasto,
hasta que se entera su enamorado, y queda sollozando sin lo casto.
Orfeo tocándoos a vuestra belleza músicas de consternación,
sin verla solo sabiendo que no podríais vivir sin su pasión,
por haber perdido de esa manera sin saber porqué fue la ocasión,
estabais tan desesperado que ante las cantadas los dioses y ninfas lloraban,
era tan febril lo que os había pasado, que luego os iban a decir unas terribles palabras:
“porque no bajáis al tártaro y encontráis a tu amor que amas,
buscadla y haber que podéis hacer y tráela con vuestra alma,
hacedlo vos que podéis haceros, sois muy romántico y luchador en tu llama
que arde aún en las músicas que tocáis de esperanza;
a pesar de ser febriles son únicas vuestras entonadas,
vos tenéis el poder del amor que aún brota de la dulce romanza”.
Voces de su gente que le apreciaban con todo el amor,
por saber ellos que él era tan noble y enamorador,
decidió irse al infierno y rescatar a su romance
y saber porque fue la causa de ir a ese mundo despreciable,
si era tan casta en su vida que amaba en su música y valses.
Y que iba a enfrentar a Hades al Dios del averno,
y cuando llega se encuentra a él en todo ese vasto fuego,
lleno de gritos y lágrimas al final de ese mundo de ciegos,
de vidas sin memorias en su vida que tenían de lo tierno.
Un mundo que no era sincero sino con lanza en sus seres añejos.
Cerberus estuvo punto de atacares, pero él toca su música de consuelo,
se sentía tan funesto, que tocad hasta que esa música ablanda a ellos,
y a Perséfone también que estaba ahí en el infierno,
sintieron ellos que él cantaba por su amada que quería como una cuerda a su chelo;
que no podía vivir más así sin ella que era todo su perpetuo sueño,
les hizo llorar a los demonios por única vez y última vez por sus tormentos;
y quedaron felices Hades y Perfésone por el canto dulce de Orfeo,
hasta que decidieron mandar al mundo terrenal a su amor con una condición,
que caminase detrás de Orfeo sin poder él miraras a ella,
durante todo ese caminar hacia el mundo de los vivos sin ver a su ilusión,
fue duramente un camino para él complicado que lo mella,
un camino lleno de penurias y dolor,
si el descenso fue ante Hades complicado ante su música bella,
el ascenso ante esta senda sería aún peor,
Eurídice estaba ferida y cansada,
y las lobregueces os cerníais sobre ellos de terror,
les lastimabais a ambos con llamas,
el frío venía hasta en sus huesos de resquemor
no podían soportar esa batalla
entre miedos y demonios de rencor.
Llegaban ya al final del centelleo amable,
a la tierra de los vivos los dos,
y a Orfeo se le olvidó la orden de Hades,
y volteó la cabeza mirando a su amor.
Ella iba desvaneciendo poco a poco ante su romance,
y diciéndole: “mi engaño fue estar con un hombre inmemorable,
que me sujetó a la fuerza y no aguanté e hice el amor despreciable,
no me sentí bien, y por eso que la serpiente me mató en lo salvaje,
y que yací al averno sin decirte nada de lo que hice con el Pastor Aristeo,
solo lo conocía pero jamás pensé que me hiciera eso,
así lo único que os pido que me perdonéis mi poético Orfeo,
estoy agradecida que hayáis venido mi único amor bello”.
Esas fueron las últimas palabras de ella ante su amor,
porque termina de desaparecer en sus ojos azulejos,
¡y apenas cuando el abraza para retener a su pasión
para que no se vaya! viene estrechando en sus brazos solo respiración,
viviendo ahora el austero dolor, desapareciendo lo más amado de su vida de entonación,
que viene y escribe estas palabras de resquemor.
Orfeo: “Lo que hicisteis no fue correcto,
seguro no podíais hacer nada en vuestro momento,
y por eso fue que pasó eso de sufrimiento,
aunque de esa vez no os vi más mí ángel tierno,
no supe la verdad hasta hoy que os alejasteis de mi destello,
así a ese mundo del averno.

¿Cómo decís? si fue traición sino había,
e injusto con ella el infierno,
de llevársela solo por eso que hacía,
y fue por culpa de ese Pastor Aristeo,
y que ahora ya no tengo esa inmensa alegría
ante mi ser porque que ya a ella no la veo”. (Con lágrimas en la hoja)

Orfeo decidió descender de nuevo donde Hades,
cuando llega, Caronte el barquero de la laguna Estigia
le niega la entrada a ese mundo que ahora le lastima,
y solo se despide entre miradas por las aguas en dura alegría,
y vive por los días de su vida con ese error que cometió,
no pudo resistiros pero pudo saber la verdad de su amor.

Y una música suena al fondo de su terreno,
el concierto para piano número dos de la obra veintiuno del largueto,
de Federico Chopén que toca para darle a este hombre consuelo,
así se arrulla entre ese noble y dúctil concierto,
oyéndoos la apacibilidad que desprende esa poesía a Orfeo,
tranquilo, acostado y escuchándoos en esa música a su dama entre besos,
recordándoos lo que hacíais con ella cuando tocabais a ella de embelesos,
viviendo el pasado ante esa pieza que oís de dulzura del piano bello,
y acompañando con vuestra arpa de enamoramiento,
y botando unas lágrimas por la remembranza del recuerdo,
sabiendo que hasta en los ríos veis su ente y sus movimientos.
Sentís, amáis y vivís ahora solo de un mundo con silencio,
la música sigue sonando del largueto con la añoranza de tu apasionamiento,
hasta que termina esa grandiosa pieza de la pasión que necesitáis de renacimiento,
hasta que lo conseguiréis o no será el destino que os toque vivir de lo injusto o justo de los sueños.

Termináis de oír y os vais por los desiertos,
a tocar vuestra música que teníais de amor inmenso,
como aquella dama que aún queréis como sino se hubiese muerto,
acompañado solo de su lira, su música y su recuerdo,
así vivía y vivía hasta que llega su peyorativo momento,
acabaría siendo descuartizado y los trozos de su cuerpo,
divididos y esparcidos, pero su cabeza llegó a las musas costas de los Lesbos,
navegando por los ríos su cabeza que estuvo llamando a Euridice de lo tierno,
cosas que pasan a un amor hasta el extremo de enamorarse en lo eterno.
Las musas recogen su cabeza y lo llevan a un florecido cementerio,
lo ponen ahí y se nota que su perfume vuela con su música hacia el cielo,
transformándose en la constelación que lleva por nombre la lira en el firmamento,
en una estrella Vega de las más rutilantes como era los ojos de su amor eterno,
y que aún le seguid Eurídice esperándole en el infierno,
acompañada por el recuerdo de la remembranza de su canto de sentimiento,
así será o no, solo la vida de ellos ya saben como es,
y que vivan de ese florecido consuelo,
y que el mismo Hades al yacer ahí los mandará al mismísimo cielo,
por saber que en verdad os queréis y amáis como una cuerda a un chelo,
sí así debe ser un amor cuando se lucha hasta en lágrimas del recuerdo.
Vuelve Orfeo con su hermosa, se aman y se besan,
no se alejan, sino conviven en el paraíso de Dios,
vivos ellos en almas de noble terneza,
y enamoraos viviéndoos de ese apasionado amor,
sin decir jamás en alma de fe al querer adiós,
siempre juntos estaréis sintiendo entre la música paz,
y qué hermoso termina de pasar y os veis ahí de amenidad,
besándose, amándose entre la lira de felicidad,
abrazándose, arrullándose entre la poesía del tono celestial.

domingo, 14 de agosto de 2011

Cómo un estudio transcendental logra una magia después de tantas



Cómo un estudio transcendental logra una magia después de tantas.

La transcendental del Estudio número nueve,
la pieza que se comunica en sus mismos tonos
como al mundo de lo que este lleve
como de entelequia va a decir en ese sonido que siente,
a través de su hermoseado y poetizado ente
que canta alegremente solo que en los tañeres,
sin ser ellos de vuestra composición los derramaplaceres,
sino que unos buenos romances de esa ornamentada de traeres,
que son los adornos de vuestra composición de tonos alegres,
cuando vos tocáis y acariciáis en ese piano esa pieza,
solo se observa a lo lejos del cielo diosas,
solo que la beldad se expresa en vuestra musa belleza
ofreciéndoos lo que una música hace ver de historia.
Nadie en el entorno calla sino que los ruiseñores cantan,
solo que ante el aurora del hermoso embellecer,
de vuestro transcendental que tocáis del alma
y solo es así ante el alba de vuestro ser,
y es tan sabia vuestra obra sacrosanta
que con sus entonaciones enamoran a la rojez
del corazón de los dantas,
animales como cérvidos en esa mañana santa
que os acompañáis ellos y un cielo rojizo de la alborada,
y al fondo del horizonte observándose el sol dando sus rayos,
sus efluvios bellos ahí en esa cándida mañana,
sabiendo vos que es la felicidad de vuestro ser amado,
solo que tocando lo que compusisteis,
y que de felicidad las deidades os acercáis para romancearos,
cortejaros y besaros, porque a ellas contenéis,
las oléis y besáis su carne para luego a ellas vos amaros,
viviros vos de lo paradisiaco y ornamentado,
las queréis tanto por su beldad inmersa ante este mundo perfumado,
os dormís ante la sensación de sus aromas,
mientras que vuestras manos tocáis a sus cuerpos y al piano,
una unión de un amanecer con ruiseñores y gaviotas,
las contenéis y les decís tanta romanza que caen tan apasionadotas,
cómo la música ante ellas, la cual hace milagro a ella de traerlas,
y sin pensaros vos son más que lumbrosas perseidas,
efluvios de un sol venido a vuestro alba de gran terneza,
vivís con su olor lascivo de una mañana del amor,
y es ante una pieza la grande belleza
por haber maravillado y traído diosas de lo triunfador,
solo las romanceáis y solo las amáis de puridad en tu poema,
al cual también tenéis en esa mañana de dulce olor
que escribís lo que os ha pasado en el interior
de esa música entonada a ellas de una bella entonación,
y que no abandonaríais vos por ser tu bella mágica ilusión
de lo que es el bellido, esotérico y arduo amor,
y que escribís con una pluma toda la tarde
ante ellas en un lecho que del amor arde,
y claro que cerca está el piano como lo vate,
el cual sois mismo en él de lo apasionante
y que escribís en sus cuerpos de ellas las palabras memorables,
y más que dulces y llenas de ese vasto romance.
Así vivís Franz Liszt ante el día hasta que llega la oscuridad,
y prendéis unas velas encima del piano de lo pasional,
y dejáis unas flores para que den aroman a esa noche magistral,
termináis el poema y de ser tan grande el amor vuelven hacer la libidinosidad;
os despertáis tanta pasión en ese lecho de sonidos del romancear,
que jamás vosotros imaginaron que iba ser así de exquisitez,
y por eso que Franz Liszt en esa noche grita a sus amores que son la paz,
y es por lo que vive, siente, ama y besa a cada una su tez,
a sus semblante regodeados y devorados de su amor,
que solo piden más que romance de su cuerpo que da brillantez,
así como las melodías que suenan en su noche de ardor
de ese transcendental que expresa ante las deidades la dulce rojez
de su gran y enorme y dúctil pasión
que solo duerme en su corazón
para entregaros a sus amores que idolatra con toda exaltación.

Después de hacer el amor y disfrutar de la romanza o aria,
amanecen en su dulce y paradisiaca mañana,
con ganas de vivir y seguir lo que su pasión manifiesta de magia,
se van a caminar juntos charlando de la vida hermosa,
de los animales, habla Liszt: “de lo que a un hombre le hace falta en su alma loca,
que todo no es como uno piensa que es su destino de mazmorra,
hasta que conseguís un flechazo de una diosa,
o por un milagro que aparece a través de las notas melodiosas”.
Os sorprendéis ellas a tales palabras que dice el músico de su camino de flora,
siguen caminando ellas vestidas como duquesas fabulosas,
él va vestido como todo un pianista que habla del amor en sus notas,
en sus poemas que son sonidos de historias,
y les cuenta que iba a componer algo que iba a explotar a sus almas,
y que al solo oír el sonido iban a sentir todo lo que habían pasado,
solo que en las armonías de un allegro que iba a componer lo más apasionado,
y al escuchar eso las deidades quedaron sonrojadas por palabras del rapsoda,
por ser en ese camino de esa naturaleza el que habla la verdad del amor en su oda,
así fue que estaba este compositor enamorado de sus diosas,
que iba a componer el sueño de un amor,
nocturno número tres lleno de un gran e inmerso dulzor.
Decide componer tranquilo en la noche ante las estrellas,
las diosas están durmiendo en esa noche de serenidad,
y empieza a ver imágenes en esa noche de terneza,
a él con ellas lleno de melosidad y felicidad,
de todo lo que pasó en su amaneceres,
sin ser ningún minuto en su vida los derramaplaceres.

Vivíais en esa pieza del sueño de un amor tan felizmente,
que componíais y tocabais tan hermoso en su piano enamoradamente,
seguíais tocándoos que ni las deidades oíais nada,
nada pero nada y él seguía componiendo donde pone cadencias,
explaya notas del verdadero amor de su alma,
y es tan deífico componer así a sus damiselas,
que anda con holgorios de buenas maneras.
Ya está terminando su composición de lo poeta
con el sabor de bellas tonadas y clandestinas letras,
así lo es y vienen siendo tres páginas su nocturno,
tan acabada ella con ningún error,
escribía como si fuera inspiración del fortunio
sin parar colocaba las notas de su gran deífico amor,
qué ilusión vivía este gran compositor,
y que amaba solo que a su mundo
por supuesto que eran ellas de pasión
ante la vida de las noches y albas de lo jocundo,
por ser solo que su pulcro sonido del amor de lo profundo.

Termina y llama a sus hermosas damas,
ellas van y sin entrar, ni abrir la puerta,
él ya había empezado a tocar su magia
y ellas escucharon más que el sonido como un poema,
leyeron los labios de su compositor,
estabais tan sonrojadas de esa dulce pieza
que gritaron: “os amamos Frans Liszt de mí gran amor,
has creado esa pieza sueño del amor,
que nos dejáis vesánicas ante tu ser de ardor”.
Él al oír decide deciros que es una pieza,
que en ella solo vio a sus seres viviendo con él de pasión,
que es una obra escrita como vasta inspiración,
que tuvo la lira de sus cuerpos para tener más locura,
más entrega a esa bella tonada que entona,
por sus fervientes seres que dieron caricias en su noche oscura,
y fue lo que hizo despertar más la pasión de su idioma,
hasta sentir que sus tañeres son solo que holgura
por incitar ellas a su pasión que es llena de aroma,
y que es pura y cándida como ellas de la romanza febrilota,
por haberse conseguido la ilusión apasionadota.
Y que ahora al ser la relación de tanto holgorio,
solo se observa a lo lejos de este mundo en la mañana lo glorioso,
lo bueno y lleno de tonos en esa vida de lo maravilloso.
Las deidades felicitan a su gran compositor por una obra milagrosa,
la cual tocaréis vosotras con Liszt de dulce amor en el piano de historia,
y que viviréis de gran fortunio ante ese nocturno tocado de la pasión amorosa,
de eso hermoso que a veces está en sonidos de lo piadoso,
que él compuso y que hará seguro ahora más con sus deidades de miles de tonos;
habéis conseguido vuestra alma la libertad de un mundo al cual anduvisteis solo.
Habíais compuesto ya antes, pero mirad en que pieza vino las damas magistrales,
qué bien es cuando se da algo en el milagro de no creer,
pero que aparece y al cual se puede florecer,
y más que vivir con diosas que se ama como a floras,
como si fueran entes intocables en la historia,
solo que por sus manos de pianistas tocando y amando,
y así de felicidad viviéndoos vos regodeado.
Como tu alma, piano, tañeres y tu amor rescatado,
con ellas siempre en ese mundo donde no se ve lo malo,
sino lo calmoso y piadoso como un reino de Dios en lo salvado.
Estándoos ahí cada mes y año componiéndoos de lo enamorado,
así es, así viven vosotros hasta que la pasión muera y siga,
siga allá en el paraíso con sus dulces cantigas.
Así será y vivirán de la hermosa poesía
que entona en sonidos sus vidas.
Así de hermosa ella que vosotros siempre tocarán y leerán de alegría
como la poesía y las armonías; que son una sola en su eterna fantasía,
la cual es su dicha, su mundo y lo que es el renacer ante el pianista,
que solo ha vivido para amaras y anhelaras con la pasión renacentista,
con su sensualismo poético y surrealismo de su eterna vida,
que lo es y será ante vosotras deidades que viven con su alma de poesías y de liras.

sábado, 13 de agosto de 2011

Beethoven rescatado ante un preludio a su obra de lo más bellido.



Beethoven rescatado ante un preludio a su obra de lo más bellido.

Era un artista de la efusión y postración os convertisteis,
¿quién será como vos de eso que vivisteis?,
pero de la palabra oculta del ser humano,
a través de tañeres en violines, chelos y de un piano,
pero esta vez mostrándose en este segundo movimiento de lo apasionado,
como del andante con moto rondo, de la obra cincuenta y ocho,
sonando fa mi do, en violines, chelos del tono expresado,
y bajando unas notas más de lo lento de lo trovo,
que son las palabras en la cuál vivisteis de lo sonoro,
pero se enfoca al final de los violines sonando los contrabajos,
suenan como si fueran lacrimosazos,
sintiéndoos ellos que venga una salvación por lo cabizbajo.
Pero aún no llega y ni anida en este fóculo ni con la señal de un flechazo.

Y aún siguen así sonando los violines y luego enmudecen,
y entran hermosos sonidos que muy poco de la alegría florece.
Sonándoos el piano fluido de vuestras manos,
que son delicados esos sonidos del Orfeo piano,
como si en él dijerais: “esta composición es así por mi pasado,
en el cual se vive y se habla en melodías del ser humano,
no veréis vosotros en el mundo, lo que mi alma anhelaba vivir del amor,
en lo que sentía cada crepúsculo de los albas enamorado
con la nostalgia de una seráfica dándome pasión y su fulgor,
pero es así como vivo y lo que he sentido aquí tocando,
pero ante la tarde ya casi noche solo con violines y contrabajos,
solo que ellos sonando, y acompañándome de lo cabizbajo,
pero si esta noche llega y me enfoca a lo desilusionado,
será mi obra cincuenta y ocho lo eterno de lo sollozado”.
Quiere un alma dúctil o un sonido que lo mande al amor.

Suena y sonad más esas notas de lo delicadísimo de la pasión,
y siguen los violines fuertes enfocando a tu alma de lo relacionado,
y retoma nuevamente las cuerdas del piano para sonar a tu corazón,
muy delicadísimas y diáfanas de lo que es tu vivir de vuestra modulación,
¿no sabéis las personas lo que os sucede?,
solo vos sentís en él lo que en realidad os acontece,
viviros por ahora así, sin iros de ahí,
es tú mundo por ahora de ti,
no escapéis, esperad que pronto llegará,
eso que buscáis y qué hermoso será.
Los cielos se abren, se ven perseidas,
es algo brillante, y llenas de terneza,
son lluvias de estrellas, lágrimas de Lorenzo,
pero más son de él artista en busca de un consuelo,
son preludios pero iluminado él ahí de ese destello,
es el preludio en sonidos que cae a esa noche,
vienen del cielo y de un piano esas entonaciones,
como de notas dulces en esa salvación de su sueño,
de una seráfica en ilusiones para expresares en amor los chelos.
Y el preludio suena siendo la obra veintiocho número quince de renacimiento,
se siente tan contento, solo que Ludwig van Beethoven,
abraza a esos sonidos con chelos, y da gracias a fryderyck Chopen
por haber dado una pieza tan apasionada de su sentimiento,
para solo dejaros a él con una dama mandada en esos sonidos su iluminación,
y que ahora la tiene y ama y vive de regodeo
y el andante con moto rondo se convierte en una pieza junta a la salvación;
como de este preludio dado del enamoramiento
que a ella la mira y le da enseñanza de la música de este gran amor,
y que no apartaréis jamás su beldad seráfica que contiene de tentación,
la amáis tanto que la besáis encima del piano a su cuerpo desnudo,
la acariciáis como a un piano su cuerpo tenue de lo pulcro,
os hace sentir que sois el hombre renacido del mundo,
que por un pedido en lo cabizbajo o música se llega a lo salvado,
y no será ya su obra lo eterno de lo sollozado,
sino un mundo donde se siente tan enamorado y regodeado,
pero la contenéis tanto que la Seráfica os dice:”sois tan apasionado,
que yo viviré solo de vuestro mundo romanceaos;
dais inquietud a mi rincón para ser más tuya de la vida,
mi carne, mi perfume de vuestras manos en caricias,
qué holgura vivo con vos Beethoven de mi cariacontecida
por haber visto desde antes como vivíais de la morriña,
de la nostalgia y no pude aguantarme para venir,
dije a Chopen que me gustabais como el árbol a su jazmín,
como una romanza de una cuerda a su violín,
o como de tú mismo piano a tu alma que no tiene fin,
estaba desesperada por vos que me enamorasteis,
y por eso que aquí a mí me tenéis,
solo quiero que me améis y que me devoréis,
soy solo tuya Beethoven mío,
que amo como si vos fuera lo que da historia a mi idilio,
anduve sola allá entre mi paraíso,
no hay un ente como vos que haya visto de surrealismo,
sois el mismo que he querido, amadme como si fuera mi último destino.
Beethoven:”No estéis así querida mía, salvadora de mi espíritu,
me disteis ahora lo que esperaba en mi ser fallido,
no tenía fuerzas solo acabado por la música con lo peor del sonido,
pedía anhelos y si vos me escuchó, estoy feliz contigo,
así que no exageréis como si fuera el último destino,
sino será eterno y tan enamorador ángel mío,
Seráfica dama os amaré siempre en melodías del idilio,
¡oh alma mía que contengo en mi lecho de flores,
¡Oh! solo siento vuestro cuerpo evanescente,
y cantáis con esa voz soprano de bellas voces,
estoy que os acaricio más el cuerpo dulcemente,
con mis labios sin dejaros ir de mis sensaciones,
y qué bien me siento así contigo haciendo lujuria del bendito amor,
tan lasciva vos que con melodía me duermo en tus pezones
y disfruto de esta noche ante el lecho de la naturaleza de la pasión,
qué ambrosía os ponéis conmigo tan abrazada,
sintiendo vuestra carne en cópula de lo apasionante,
solo sé que esta noche es de las bellas tonadas
de ese preludio que aún suena de romance”.
Seráfica:”¡ay amor, ay amor cómo eres de luchador!,
de un hombre tan férreo y noble ahora en el amor,
¡cómo os expresáis ante mí de ilusión!,
¡cómo os siento en mi carne de pasión!,
duermo tan deífica ante esta dulce noche,
¡Oh amado de mi dulzura que consume sin reproche!,
solo besáis en lo digno ante todo este monte,
¡Oh qué feliz es la vida así que vivimos de soles!,
y qué bueno se ven las perseidas cayendo del cielo entonces,
que fueron las que vinieron conmigo ante ti de iluminaciones,
es tan real y digno vivir contigo Beethoven,
que siento que desde joven
siempre quise así a un hombre”.
Beethoven:”y yo a una dama como vos de ilusiones,
de ese amor que va más allá que las perseidas de evasiones,
y es así porque lo es, solo que contigo entre mi eterno y entonado ser,
y que hasta en las noches compongo composiciones,
solo que hablando con alma de hombre,
a vos misma en arias de tonadas mágicas de amores,
que dice: amar no lo es todo sino vivir en lo trovo,
entre acopladas notas del vivir de lo sonoro,
entre cantigas de la música a la historia,
por el cual se anida y se ama desde que se consigue la gloria”.
Seráfica: “Me parecéis un hombre que siente el amor
a otra dimensión de lo que es la pasión de vuestro corazón”.
Beethoven:”sí así lo es hermosa mía y es de entonación”.
Seráfica:”de entonación que son en sonidos describiéndoos lo romanceador,
sintiéndoos que ahí sentís que es la historia del amor,
es ahí hermoso hombre de mi eterna paz y de mi iluminación
que he conseguido para viviros así tan deífica de la pasión”.
Beethoven:”sí seráfica diosa de mi moza vida,
así es esta vida que se entona de miles de alegrías,
hasta en los desiertos se vuelven campos,
por el amor que entona de nosotros a ellos sin lo cabizbajo,
y al ser tú dulce llegada, a ellos les entono los contrabajos,
y violines, romanceando de paz y más por mi piano,
y que a vos tocándoos de maravilla armonía de lo enamorado
de nuestra historia con inmensa entonación de lo ilusionado”.
Seráfica:”sí amor nuestro amor convierte todo en brillo,
convierte en la vida lo que anda ferido por nuestro idilio,
es tan bonito que en nada coexiste martirio,
solo que aromas y perfumes de tu ser bendito,
así como el aroma de tu cuerpo como lirio,
duermo tan bien así que os amo y quiero más de este paraíso,
que es así este oasis de lo ganador de este amor querido”.
Beethoven:”y yo a vos seráfica de mi corazón en melodías de lo bellido,
que os amaré siempre de lo sempiterno de mi corazón florecido,
siempre, jamás lo olvidéis ¡oh amor de mi eterno y dulce destino!”.

Fue un gran artista que solo vivió a través de la música,
hasta de fantasías y realidades pudo ver,
como en tonos y visiones tuvo el florecer,
y de ese amor que no lo hizo al final fenecer.

jueves, 11 de agosto de 2011

Siempre hay tormentos al cual fenecen y se vuelve a vivir.



Siempre hay tormentos los cuales fenecen y se vuelve a vivir.

¡Oh escandalosa obra diez del número doce!,
de ese etude que marca las míseras elevaciones,
que rodean entre tonos tocándoos a vuestras ensoñaciones,
como para mostrar lo que dice en cada tañer vuestras voces,
y que son tan enaltecidas y elevadas,
pero en ese sonar teniéndoos los fugaces acordes,
que son la desesperación de vuestra tocada
del allegro con fuoco o fuego de vuestras entonaciones
que dieron y dan hasta la melosidad divina de tu alma.
Por ser tan vuestra que ellas os dejáis mostrar
como en el viento las notas de ese ambiente espectral,
son tan luctuosas en el alma y las noches lúgubres,
que no se puede con nada mesto comparar,
solo una senda de poca libertad de lo que cruces
es lo que vos haréis entonar,
así son las tocadas del numen
que hoy ha dado las mágicas verdades de su arrullar,
sin importar qué mundo os toque solo vos haréis mirar,
es solo eso lo que hace una música de disturbio,
para decir en ella todas las palabras de infortunio,
y así de ella quizás absorber lo que vive de su mundo.
Palpitaréis alma mía ante esto de tonos profundos,
que os conmovéis al oíros a él del estudio,
conoceros a él en silencio de su etude o quizá un preludio,
cuando suena en el viento las voces del iracundo,
cuando solo absorbe una vida disipada sin lo pulcro.

Pero una dama aparece a lo lejos vestida como una duquesa,
ojos de zafiros, tiene joyas y cuerpo de gemas,
tiene aroma frondoso de naturaleza,
flores en su cabellos como dalias de gran belleza,
y solo alguien al observaras le parece un hermoso poema,
como para leerla completa, de su vida de lo que se refleja,
solo que en ese ente de curiosidad a su vida que lleva,
y que solo es por haber mirado Chopin su silueta,
que parece unas miles de centellas, que asemeja a una lluvia de perseidas
en frente de sus óculos la duquesa que lo deja sin alma patética;
con su inmensa belleza que lo deja con alma de poeta,
con ese perfume de la musa poética
que es ella tan rutilante ante esa noche de estrellas,
viniéndoos por una pieza que solo vos en paz lo absueltas,
que por vuestra venida de amor lo liberas,
quedándoos con alma enamorada de esa dama esbelta,
y es tanta cúspide la pasión que os queréis como un poema,
y más porque llega a tus ojos en terneza,
que con ansías va y sin decir una palabra solo la mira y la besa,
ella sin rabia solo por él se deja, y es un paraíso que al mundo emplea,
solo que esa cohesión de divina grandeza.
Y al solo darse el beso de ser solo ellos en ese mundo de locura,
solo los dos idos por el amor de la ferviente dulzura,
os enamoráis y vivéis de regodeo y sin alma nocturna,
por lo que traía Chopin en su música a veces de la lucha,
de la fría tormenta injusta de sus piezas como gemebundas,
sollozándoos quizás a veces en su averno que dibujaba
con un pincel las pintadas notas de su historia,
lo cual a su ente le apedreaba
pero ahora retornando con un estudio número tres de gloria.
Él le compone con todo su corazón a esa diosa,
que era para él, George Sand la dama que aparece de honra,
a la que quería él como una melodía quiere a un piano,
él daba en esa pieza romanza y tonadas romanceadotas,
es lo que llevaba en su corazón arrullado,
solo porque ella lo atrapó en la melodía del amor,
y que ama por ser el milagro hallado
que consiguió para ser fortunio de lo vencedor,
y que ahora la besa entre violines de la tristeza de la pasión,
y la abraza dulcemente en su ente de ilusión,
sus ojos brillando por la regodeada vida que llevan ahora de lo historiador;
que será por siempre en preludios y estudios,
por ser tanto la explosión de la efusión,
y que seréis más dulces los benignos nocturnos
que hasta se nota como da énfasis en su introspección,
y que toca el piano con la pieza que le compuso,
así de fortunio, a ella, por ser la llegada más lumbrosa en perseidas de su ilusión,
y por ser ese sentimiento del surrealismo hacia ella y hacia su gran amor.

Fréderyck Chopin vive con su dama maravillosa de lo luchador,
que consiguió la paz en sonrisas de notas de fascinación,
y qué placentero toca y adora a su dandi diosa,
que la tendréis hasta en vuestros labios amando de felicidad,
y qué benévola es la belleza ante nobles notas que compartís a tú hermosa,
que la queréis más y más de lo eternal,
donde vos estáis tan enlazado ante su cuerpo como un piano de sus notas,
envueltos entre una noche sonando las mágicas armonías,
vivís vosotros entre el paraíso de su aposento de historia,
entre cascadas y montañas y una paz inmensa de cantigas,
y os besáis y os arrulláis tanto que el cielo da brillo de la pasión amorosa,
el mismo amor entona a una visión enamoradora,
como de querer vivir en ese mundo que vivís vosotros,
de ser aquel que en alma no se es hiel sino alma sonadora,
y no hay un averno que lastime de mazmorra,
sí así tiene que ser y qué hermoso es, sentir una vida como lo es,
eso tan pulcro y sonador de la belleza de eso,
de las cuerdas de un piano o violín de amor creciendo,
y por dentro solo sintiendo que es amor lo de vosotros en flores durmiendo,
en paraíso libre los dos ahí consumiéndose de la magia,
y sin ir de eso solo que en alma oliendo
de que su vida es una hermosa tonada
que suena en los versos de mi universo,
solo que ahí vosotros reflejados y por la pasión que he creado,
solo para veros como fluyen de lo enamorados,
y qué bien fluye que hasta los veo en mi sueño,
juntos ahí solo que viviendo apasionados,
y sonando a lo lejos el piano de sentimiento
con su pieza del estudio número tres romanceado,
sonando tan historiador de su vida de lo enamorador,
que ofrecen al cielo gritos y melodías de la pasión,
imploran tanto que el mismo cielo les da encanto,
están en todas partes, hasta en mis sueños sin llantos,
aparecéis en las líneas de esta aventura de lo realizado,
vivan felices del fortunio que les ha tocado,
es una vida gloriosa del amor,
no hay porque irse de lo vencedor,
si se ganó hay que viviros de ilusión y paz,
jamás irse de la romanza de la pasión
sino olerla y vivirla de amenidad.