miércoles, 29 de febrero de 2012

El mundo se convierte en la poesía que quería tener.



El mundo se convierte en la poesía que quería tener.

Porqué a veces al pensar os haced olvidar tantas cosas del mundo, y entra solamente esos cosmos en vuestro razonamiento, al cual percibís mis sentimientos, que solo anheláis a un etéreo sueño, aquel sentimiento vuela tan solo en un aire de tañeres, viviendo ahí fuera de este orbe, pero cuando os despertáis, estáis solamente en frente del tonto vivir y os veis entre aquel cúmulo de muchedumbre, caminando y aún pensando, y a veces me pregunto ¿porqué mejor no apartar este mundo de mis ojos?, y solo existir ante una vida del clasicismo, del romanticismo, y de aquel dandi surrealismo de un sonar que mi espíritu siente, como entre una composición de piano, de sinfonías, óperas sonando, de aquel virtuosismo escuchando, entre sopranos y tenores, contemplándolos entre ese indecible y mágico teatro, de aquellas melodías, armonías, y cándidas polifonías que van encima de la poesía, que no son falorias sino esa sacra musa que mis ojos entre el risueño mundo adora; donde hay deidades amándose, él amor, la vida de un mundo que de mis pensamientos no olvida, solo permanece cuando pienso y sueño. Y porqué no olvidarse de que hay en el orbe aquella astucia de las cucas económicas, y mejor irse de ahí, y volar en un fóculo al cual acariciéis a vuestra alma, donde todo sea amor y modulación, y sonidos de aquellos chelos, violines, clarinetes y oboes, pianos, obras sonando y nada más que tocando, amando, como de Frederick Chopeen y Beethoven, de Amadeus Mozart y Bach, de Haydn y Franz Liszt, de Franz Schubert y Rachmaninoff, y entre ellos Gustavo Malher y, Debussy, Robert Schumann, Antonio Vivaldi entre otros. De aquellos compositores de aquel siglo romántico, si ellos hubieseis vivido como el paraíso, donde no coexistía aquella economía, seguro vosotros seríais felices, amaríais a vuestras obras sin cualquier angustia, que suele ser entre la historia de cómo hayáis vivido vosotros, solo que regodeado o mustio, donde tenéis que buscar el con qué comer, aunque vosotros lo hacíais con sus opus mágicas, pero si el mundo fuese diferente, no hubiese habido pobreza ni riqueza, donde la nutrición hubiese sido aquel frutal del huerto, nuestro espíritu fuese otro arrullo, los cantares no fueran mestos sino viviríais de una paz de orgullo, pero antes de Cristo ya se veía la adoración del oro, contemplabais vosotros hasta dioses a través de mil historias, y había solo uno en el orbe, pero nadie entendía quizá eso, mientras sino hubiese Eva con Adán comido aquella manzana prohibida, todos no viviríais de esa condena, donde la malicia existe, donde la mujer tiene a dar a un vástago resquemor, si estuviese aún el paraíso, seguro que todos fuesen a un solo arte, y de ese arte solo vosotros dormiríais y sentiríais la palabra de calma, como en profunda alma, vida y solo pasión, sonrisa y solo amor, cariño, quizá a una deidad, aquella dama entregada al lecho del férvido amor, noble y plácida, sin ser en rostro pálida, se conjeturara ilusión y más efusión, fuera un destino célebre, un sonar cantado, obras ante su amor reventando, sería el siglo romántico, sin malicia de un mongol leviatán o Lucifer, sin tentación del pecado, todo sin ese demontre, sería el siglo romántico sin guerras de lo que sucedía en aquel tiempo de batallas, donde la belleza de la vestimenta aún se permaneciera, y así del siglo XXVIII donde había: arte, amor, poesía, y lujuria ante el romántico sincero querer, donde se copulaba hasta en la fantasía de un clavicordio, al cual se pintaba belleza de damas desnudas ante un paisaje, en la tapa de aquel piano, donde se consumía ese sabor glorioso, junto al sonar tañendo, y mientras sonaba, él besaba con tanto amor poético, y si sonaba más, era el sentimiento de más besos y más pasión en el lecho de la pasión, donde las notas aceleraban su tono, y donde el mismo corazón de cada quien palpitaba de más notas del amor, de más anhelo de su aposento sonador, dulce y apasionado, loco y enamorado, era así, sí así lo era, una vida de una historia soñada y aventurada sin elegías.
En aquel tiempo existíais tantos escritores, poetas y músicos, de la gloria de una pasión, si aún estuviese esa era pero con aquel paraíso no existido, así el mundo fuese solo pasión y cantos alabados, cantaríais los astros, los mismos serafines y querubines del reino santo, Dios apareciera y hablaría con nosotros, veríamos la vida de otro siglo poético y romántico, pero recién ahora todo es diferente, y el mundo a lo de antes no entiende de nada, tan solo son distintos entre el gusto inmenso del profundizo amor, hasta en lo libidinoso ante una cópula ardiente, donde en ese ambiente se escribía música, donde escribíais hasta poesía ante la espalda de vuestra amada, donde vos respetabais los valores sentimentales, por ser vuestra musa inseparable, donde de verdad la queríais, pero ya ha dejado en este orbe de existir, y solo coexiste la infelicidad. Hubo un Don Giovanni pero el cual solo en pocos romances fue, pero el arte de un caballero dandi estuvo en aquel mundo venerado de su sentimiento ante lo más sano de una flor, a la que se olía y se consumía en su aroma, que se acariciaba entre las notas de una composición, amando sin engaño, y solo a ella llenando del amor cantado. Es mejor ser como uno quiere ser, y vivir hasta que llegue el día, y hacer lo que en la vida se debe cumplir, y si hay una flor y es ella no sucumbir, sino subir con ella solo con el aroma de vuestra poética música bañada de la historia de los tonos del gran amor; y seguir sintiendo hasta en la misma alma, ser vos mismo, solo así el arte de vuestro sentimiento será cumplido, y no perfidia habrá en tu destino, algunos son alegres y otros tétricos, pero la verdad del destino se lo hace uno mismo, no otros, y si ya no se está en aquel tiempo, solo crecer en la alegría de las notas para solo crear en hablabas notas, lo que de verdad quisisteis decir y dar a conocer vuestra forma de vivir. Así es y así será, solo puedo vivir enteramente contigo, sino, he de fallecer, las notas de mi sagrado piano se cumplirán hasta que vea la luz de mi tranquilidad, ahí sé que estaré y sé que en el pecado me limpiaré, porque sé que quizás peque, nadie es perfecto, y nadie es Dios, solo seré un mundo donde roce el amor y a la cortesana mujer, donde estará siempre unida de mi querido ser, ya todas las palabras de un poema de prosa se dice, de la imagen del mundo que anheláis decir, solo que vuestra alma y a vuestra lis.

II

Un día en la mañana me levanté pensando en las cosas que quería hacer, eran quizás pocas cosas pero en el sentido del más allá eran muchas glorias, quise solo seguir la introspección de mi ilusión, fui a donde tenía que ir, estuve ahí, aprendí muchas cosas, amé el tiempo que estuve ahí, soy lo que soy y lo que quería ser, lo había pedido tanto, y entre el mejor milagro de los sueños conseguí a un sahumerio de lis, viví respirándola, era lo que quería, los años habían pasado ya, y solo sostuve la fe de florecer y el de venerar, la fantasía de una noche de luna como en un clavecín sonando, creció tanto la rijosidad de ese honesto amor, viviendo en aquella noche y noches de la vida, al contemplar tan solo que óculos astrales, nácar y como la perla su misma carne, cabello como el crepúsculo del sol y rojizo, vestida de gemas, zafiros y berilos, entre su vestido blanco y carmesí como la misma flor, tan maravillosa que al verla se me iba la respiración, al verla me olvidaba de que existía Dios, era más que una obra de arte, era más que una poesía, era más que una música clásica feliz, era más que la felicidad verle. Mientras esa noche os tenía, os besaba y tocaba el clavicordio, sintiéndoos vuestros senos en mi pecho, vuestra cavidad íntima en mi glande, vos en dúctil belleza tocabais igual el piano, conmigo ahí, los dos, felices, un sueño, un amor, una pasión al mundo adorado, solos, en una noche, el paraíso, la vida querida, el amor que vence a los anatemas, a las tristezas pérfidas, era aquel amor una lluvia de perseidas acompañando del firmamento, en la costa los delfines cantando, Dios del inmenso firmamento sonriendo, entre la quimera de mí visión veía todo eso, así fuese entelequia qué hermoso fue, pero si fue hermoso besar y consumir hasta quedar sin fuerza a la condesa, algo que mi alma entre noches no olvida aquellos recuerdos de mi remembranza, como aquella damisela o una duquesa, una cortesana, una dandi, era todo para mí aquella lis, aquel perfume anhelado, y aquel sueño de crecer, solo que con música y poesía, era ella más, si así era, y así vivía de mis mil noches hasta amanecer amándonos, donde nuestra forma de vivir fue, y solo fue hasta estar añejos, vetustos pero sin irse ese mismo amor, él crecía siempre cada segundo más, nuestra figura era feliz, donde el mar era nuestro refugio de amor, en aquel fóculo de un aposento, donde no había nada de ciudad, sino un paraíso del amor, una música que cantaba a Dios, mis músicas y las de ella que escribía, nuestras poesías, nuestra alma que jamás olvidaba de la memoria, el amar, nuestra historia juntos, de un amor honesto y noble, y donde estaba tan relacionado los compositores, de aquellos tiempos, de aquellos, como lo más sobresalientes ante nuestro vivir, Bach, Mozart, Haydn, Beethoven, Chopeen, y Liszt, de esa ternura vivíamos, vivíamos en el piano tocando, y entre chelos, violines, oboes, amando, sintiendo las sinfonías, sonatas como el claro de luna de Ludwig van Beethoven, número catorce, de sus tres movimientos, y vivíamos el primero en mis sentidos, por no haber podido conseguir aquella vida que gritaba, del segundo movimiento ya la alegría crecía al ir conociendo más música, y el tercer movimiento ya es cuando mi corazón explotaba de esas mágicas melodías en el piano de mi misma alma, y de sus sinfonías la chispa de esas inmensas obras siendo nuestra nueve composiciones, y de Haydn sus sinfonías poéticas y esbeltas que daban la imagen de un hombre luchador, pero la sonata número cincuenta y nueve del adagio cantábile de su segundo movimiento, donde expresa tal apasionamiento y tal lúgubre vida de su sentimiento, y que renace luego de su vida de esa tonada, donde así me pasó en la tonada del vivir, como al no poder tener vástagos, y luego renace, de Mozart sus óperas, su adagio cantábile de la sonata Kv doscientos ochenta y cuatro que es sumisa en sonidos y cantada en alegría inmensa, es lo que hacía reflejar a esta vida nuestra, su Réquiem, misa de difuntos, en ella nos involucramos para llegar al paraíso en almas, y felices del pecado para no yacer en el infierno mustio y congojoso, de Chopeen, sonatas, preludios, hasta estudios, polonesas como la opus cincuenta y tres de la heroica, del heroísmo de este amor que jamás murió entre las escalas y acordes de su entonación sino creció y solo en ese fóculo de eufonía vibró, y la opus veintidós igual, es así y será, impromptus compuso, como la fantasía opus sesenta y seis donde empieza agitato en aquel piano, dando así nuestra imagen de esos besos apasionados, y al cambiar baja la aceleración de lo cantábile, sino ahora en ese querer cantando en el piano, y luego acelera y aumenta más el volcán de nuestra erupción de esa relación fogosa. Valses alegres compuso como el Vals número diecinueve, tan romántico es que me hace ver flores de nuestro paraíso de paz, de sus conciertos para piano, del romance largueto y del largueto del opus veintiuno, de todos ellos que fueron romance de nuestro idilio férvido y más que amadísimo, igual que de Beethoven su emperador opus setenta y tres, número cinco, de sus tres movimientos maravillosos que suenan a nuestro sentimiento calmando entre piano y violines de predilecta beldad, de cada sonido su amor para nuestra paz de cantar, igual que aquellas fugas sonadas del mismo Bach o de Beethoven, y los poéticos nocturnos de Frederick Chopeen, que eran el lenguaje alegrísimo y lúgubre, pero siempre siendo una musa muy refinada de su alma, donde la veíamos nosotros como esa lluvia que nos mojaba mientras nos besábamos en aquellas noches nocturnas, de sus nocturnos anochecidos como nosotros al tocar sus obras magistrales, como lo era mi lis, así de igual manera entre la noche, más tocábamos en el bello piano a Chopeen por sus nocturnos que compuso en esa noche romántica, como lo era nuestro amor, y de Liszt sus obras sinfónicas y estudios transcendentales, como la ricordanza entre otras obras, como la rapsoda escandalosa y caprichosa de alegría inmensa, fue lo que nos alegró en querer tocar en una noche porque era el gran amigo de Chopeen, así como sus consolaciones como la número tres que despierta poca alegría así como al escalofrío que viví de mi sendero pertinaz, pero que renací a más opus de aquellos compositores clásicos del amor como Liszt, su nocturno número tres sueño de un amor, como nuestro sueño de estar al final sin sucumbir del existir, sino amar como a nuestro sueño verdadero de esas notas apasionadas y enamoradas de nuestra forma loca de vivir en el amor, tanta poesía junta que era peligrosa, porque aquellas músicas nos hablaban en verso, y nos decía que hagamos lo que nuestro corazón oye, que siente y ama, de esos sostenidos y bemoles, de aquellos mazurcas y scherzos de música cantada de Chopeen, de mozos hasta rancios, tantas locuras de la pasión volcánica hicimos, que ni siquiera tuvimos vástagos, no importa que este amor no haya podido dar familia, solo crecimos en la aventura y el anhelo de un romance hasta arcaicos, no lloramos, pero hubo un milagro, Dios engendró, emanó dos vástagos en la cavidad íntima de mi obra de arte, nacieron dos composiciones, mi mundo se maravilló y sentí ese amor como progenitor, y aún estando así, dejé las enseñanzas de aquel orbe que vivía con mi poesía. Ahora escribo desde los cielos, y a lado de mi poesía, aunque la beso igual como antes, la devoro igual de apasionante, la amo porque no existe otro ente o vida para amar, solo son tres, y de esos tres es, mi familia, nuestra música, y nuestra poesía, ahora debemos descansar, hemos vuelto a vivir lo de aquel pasado, entre pocas palabras pero imaginándonos tanto amor de aquellos días y años, que hasta lloramos y nos abrazamos, hasta tocamos el piano y nos alegramos, solo mis ojos vieron a una visión y de esa visión crecieron tres bienquistas pasiones, ahora debo irme ya, yo os amaré siempre, y recuerda que estas letras y palabras son de cada sílaba un beso, una flor, y un abrazo para ti en vuestra desnudez, y el gozo poético del amor en el deseo pasional, hasta pronto vida mía, amor mío, eternidad mía, fuego mío, locura mía, ¡ay amor, cómo te amo, ay qué soñar, qué feliz, feliz soy!, sigue amándome, amadísima mía, diosa y lis mía, sois todo para mí, siempre tuyo, siempre mía, para siempre.

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