domingo, 12 de febrero de 2012

Dos nocturnos en una historia del amor.



Dos nocturnos en una historia del amor.

Os acordáis que esa tarde sonó un piano infeliz,
al fondo del agua sin tranquilidad,
el nocturno dos de la obra cuarenta y ocho con sufrir
por lo que estaba sucediendo a mi alma de mortalidad,
y aún seguro lloráis al destino con esa cicatriz
el cual daña a vuestra vida de intraquilidad,
y que al veros es como no tener vivir
así tenga el espíritu en la santidad.
Recordáis aquel día que el cielo fue gris,
donde hubo más que infelicidad,
donde el mismo árbol dio a morir
y no renació ni en la vida vital,
así como el beso que os dejé al partir
cuando estaba acostado frente a vuestro mirar.
El veneno de una fruta comí
y de ahí no volví a veros más,
yazco en el reino carmesí,
luego podré ir a la paz,
si las cenizas en alma suben de ti
y así pueda vivir de esa serenidad.

Cuando rozáis el tronco con vuestra mano,
tan solo del recuerdo siento,
como en las favilas que dejé llorando,
vuestro rozar que me da aún ese aliento.

A veces miráis el cielo a lo lejano
y solo pedís anhelos que son desconsuelos,
que quizás queráis ir con el ser y darle la mano
así como rozáis a mí con vuestro reflejo.

Sonaba ese piano luctuoso sin callar,
esos acordes tan tétricos de mi partir,
fueron lenguajes para mi triste cantar
que sonó antes de irme y sucumbir.
La noche anocheció y sin amor quedó,
vive una tormenta de rayos,
su corazón solo mira al sol
pidiendo tonos que den al piano,
y no sea su corazón una mustia flor
sino un cantar de milagros,
para que así venga su amor
y vuele y le de abrazos.

Mi deidad una noche durmió,
pidió tanto al sol y tuvo luz,
cuando ella solo despierta,
renace su corazón
y Ya no hay inquietud,
porque la tengo sin tristezas.
No es un vivir del dolor
siempre llega la beatitud
para besar con toda riqueza;
y vivir en la fantasía del milagro
que yo mismo hablé con él en nobleza
y ofreció su calor a lo grato,
para que me envíe en alma a la belleza,
ahora quiero solo despertar con lo amado,
veros y besarte en vuestra pierna,
acariciarte el pecho y los senos deseados,
comeros de lo núbil en la naturaleza,
el cual fue nuestro infierno,
ahora nos pertenece como la vida nueva,
es ahora este nuestro cielo
que viviremos como Adán y Eva,
no tendremos ante Dios duelos
porque este es nuestra paz y divina tierra,
de tanta alegría un nocturno feliz tañe,
es de la obra treinta y siete número dos,
suena tan hermoso que nos acaricia la carne,
igual que a nuestro indecible amor.
Se disfruta escuchando al fondo ese piano de romance
mientras nos besamos y hacemos la copulación
en el árbol donde es un florecido abundante
por vivir nosotros de tanta pasión;
que no estamos muertos sino vivos,
que nos llenamos en el querer ardor,
que somos solo de la vida los elegidos
para estar viviendo hasta en la modulación.
Así como del piano que suena de sonidos
acompañando nuestra paz del corazón,
que por completo no ha fallecido
sino ahora en el entorno cantando de pasión,
juntos gritamos que nos amamos,
juntos nos besamos y solo vivimos,
juntos ahora al estar así es milagro
ya no hay frutas con venenos de peligro
sino un enjambre de romance apasionado.
Ahora solo iremos a dormir,
ya nuestra pasión no murió,
sino en la existencia va vivir
y nuestra fe al estar separado creció,
a pesar de esperaros no fue el fin,
sino en esta naturaleza es nuestra canción,
dos nocturnos de nuestro violín
fue lo que nos da la vida de sensación
para sentir que somos la historia de un existir,
que viviremos hasta que vayamos ante Dios,
siempre queriéndonos ante este paraíso feliz.

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