viernes, 24 de febrero de 2012

Beethoven en una vida indecisa



Beethoven en una vida indecisa.

Suena un piano, la sonata patética número ocho,
es mi obra del movimiento dos,
del adagio cantábile sonando de lo honroso
para luego descubrir que no era el amor.

Soy a veces terrible y a veces noble,
y en el amor sensible como mis composiciones,
solo hay un amor que existe que es de mi alma joven.
Un día a ella la miré y me vio y dijo: “Beethoven”.
Mis ojos tontos tan solo quedaron
por tal belleza que mis ojos observaron.
Dorado su cabello como el mismo efluvio del sol,
mis ojos ciegos y se enamoraron,
no aguantaba mis ganas hacia el amor,
quería tan solo tener sus ojos que me miraron,
Pensé, ¿Dios mío esto es lo que es una pasión,
o tan solo son memeces que suceden?,
banales cosas en una inquietante visión,
pero esos ojos hablaron a mi piano siempre
y por eso que en ella me relacioné de ilusión.
Pero crecí en Alemania ante un soñado ente
y fue ella quien a mi alma de melodía enamoró,
fue ella quien a mí me hizo componer más,
ella fue la lira y definitivamente mi creación
que ante un piano de armonías y escalas agitó de cantar.
Estaba contento hasta por los momentos,
sentía que nada iba a terminar,
porque ella me amaba en su corazón de fuego,
y la quería como mi alma a su paz,
era tanto el amor que me volvía ciego,
así como entre los sueños sin ser pertinaz,
por ver tal belleza en su divino cuerpo
que me regalaba la estrella fugaz,
y que se lo había pedido en el deífico anhelo
para que viniese en mi aquella dama angelical,
fue así y qué hermoso fue,
viví de un hermoso amor,
hasta que no hubo más amanecer
por la enfermedad que a ella la mató,
creí que mis obras eran florecer
pero hoy me di cuenta que al perderla fue fallecer,
¡no sé de qué habrá muerto!
pero lo que sé que mi corazón ella tuvo en su centro,
a veces quisiera tanto llorar
pero hay momentos que me toca solo cantar,
quisiera a veces decirle a Dios
¿por qué fuiste así para dejarme solo en el dolor?,
si nos amábamos los dos tanto
porqué me dais ahora tan solo que el llanto,
puedo repetir mil veces mi desolación
pero no repetiría lo hermoso que nos pasó,
porque es aquel recuerdo que duerme
y aquí en el destino está como en mi corazón,
y así solo verte será en el piano que fenece
en aquel idilio que en mi perfumó.
Cómo os amó este pianista poético,
que en cada noche os cantaba,
vos ahí acostada en el lecho,
con plenitud os acariciaba,
y que quería junto a mi pecho,
y que no me iba ir de vuestro alba,
si no estaría ahí para amarte entre besos,
era aquella vida que en ti solo viajaba
consumiéndose así el momento del sueño,
me di cuenta que es una sonata alegre y tétrica,
donde solo río y lloro por no ser dueño,
ya, porque estáis en los sonidos de la patética,
solo de vos son los sonidos risueños
que suenan por teneros en su recuerdo que pena,
mi vida será ahora un infierno
que soportaré no recordándote,
para poder llegar así sin menos duelo
hacia vuestros brazos amándote,
no me queda de otra mi ángel,
así debe ser para no sufrir,
aunque duela tan grande
mi alma allá ha de subir.

Durmieron las notas por muchos años,
durmieron en mi alma de poeta,
se adormecieron y despertaron
entre una sinfonía nueve de querencia,
había sufrido un tiempo de mí oído,
no oía a nadie en las sendas,
vivía después del dolor más lo contristo,
quería retar al mismo Dios,
el era injusto en mi mundo perdido,
a veces sentía que solo era mi música y yo,
que nadie más estaba en mi destino,
solo mi sordera y mi fe hacia su corazón,
que era aquel ángel que me dejó solito,
me eché al abandono,
nadie entendía mi razón,
saber que sois sordo
y que ni oís solo quieres irte a la desolación ,
estaba en el mundo caduco y solo
que solo la música era mi aliento de consolación,
pero fue aquella sinfonía nueve que creé,
que soñaba que ningún ser humano debe sucumbir,
que todos somos hermanos en el ser
y que por la luz de Dios somos vivir,
que tantos años a esa obra soñé
y que ella fue la que me hizo seguir,
a pesar de mi sordera tuve fe
y ahora solo tengo a mi alma y a mi violín,
que me acompañan en la lobreguez
y en mi respiración sin sucumbir,
llegue a presentarme ante el cúmulo de la gente,
me vieron y sonreí,
nada de un Beethoven era muerte
sino en el desaire un virtuoso querubín,
el que toca el instrumento que vence
hasta la hora cuando amáis a un clavecín,
es así y no debe retroceder el tal ente
cuando anheláis luchar hasta el fin,
ahora desde el cielo escribo,
tengo a mi lado el perfume más dandi,
tengo el aroma de mi destino,
soy feliz y ahora es una sonata como sinfonía de Vivaldi,
la cual suena en este paraíso
y que respiro hasta aroma del jaborandi,
es una vida tan hermosa que vivo
que jamás pensé que iba a tener este camino,
ahora solo sé que Dios existe,
que a pesar de todo me ayudó,
y fue él, el que me hizo volar libre
como a mis notas sin decir jamás adiós,
sino aquella alegría no extinguible
ante el edén que me toca vivir hoy,
no solo sino ante un ser sensible
que mi alma ama ahora de tanto amor,
ante mi ángel no invisible
sino en alma y cuerpo que amo yo.
Gracias a la vida por levantarme;
gracias a vos por amarme,
agradezco a mi fe por hacerme compositor,
y no hay languidezco ya ante mis obras de gran amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario