jueves, 16 de febrero de 2012

Pasión en una naturaleza de noche eterna.

Dueño de ti,
pasión de tu ser,
dueño de tu alma.
Porque hasta lo comprendí,
porque eres el querer
en este cuentos de hadas,
porque eres el violín
que sonó a un tañer
lleno de magia,
como a mi existir
de ese embellecer
que despertó mi romanza,
me has hecho feliz
con esa dulce piel
entre la noche rutilada,
que no hay cicatriz
sino vida en el anochecer,
que te abrazo de vesania,
y podemos sonreír
hasta el amanecer
amándonos de la pasión soñada,
que te respiro como lis
como en este desdén
en que vivimos de alabanza,
en esta naturaleza sinfín
sino con proles y florecer,
dentro de tu vagina sacra,
juntos sin sucumbir
como en este anochecer
que hay unión apasionada,
donde siempre te voy a escribir,
así sea en tu corazón o en un papel
apoyada esa hoja en tu espalda,
desnudos sin morir,
dándonos tanto querer
en esta rijosa cama,
escribiendo todo el sentir
donde hay fe
en estas hojas de pasión grana,
que no es la historia gris
sino un esplender
que despierta esperanza,
y porque a tu lado voy a seguir
sin que haya entristecer,
abrazándote con mis palabras,
como en esta noche de frenesí
sin ser nada hiel
entre mi boca recitada,
hoy junto a ti
con voces sumisas del querer
que perfumo para tu alma necesitada,
así es el amor,
se sueña entre la poesía,
la cual vuela.
Así es mi corazón,
que abraza con esa caricia
en su dulce silueta.
Así es la ilusión
que besa en alegría entre la historia del poema,
así es mi inspiración
que llena de melodía
a su corazón de etopeyas.
Así es mi color
que tiene de vida
a su alma inmensa.
Así es la palpitación
que solo se agita
cuando se ama y se besa.
Así es el ardor
que solo brilla
cuando en el lecho amor se entrega.
Así es el amor
que solo maravilla
en escritos a un poeta.
Así es el tenor
que enamora a la afrodita
cuando en noches la besa.
Así soy solo yo
que a ella recita
con melodiosa terneza.
Así en noches soy,
que a ella resucito
con palabras tiernas.
Así en el lecho estoy,
sin estar cuito
porque tengo a mi belleza.
Sé a dónde voy,
a un mundo de amor infinito,
que me da la condesa.
Viste como un albor,
ojos de zafiros,
que tiene mi gema.
Cabello como un sol,
que en noches respiro
de mi fresca naturaleza.
Sus palabras como un ruiseñor
que canta a mi oído
de gran nobleza.
Hace tan divina la copulación
con su cuerpo enfebrecido
en las noches de estrellas.
Soy aquel soñador
que escribe versos en sonidos
desde una espineta.
Soy así por su interior
que brilla de berilos
para alegrar de melopeyas.
Por eso soy su compositor
quien compone lo vivido
en frases de mi prosopopeya.
Porque es mi introspección
a quien solo describo
de la mejor manera.
Es así la eterna unión
que nosotros sentimos
en esta noche fresca.
No sé donde está Dios,
solo sé que es mi amigo
que ayudará a mi esencia.
Todo por esta relación,
todo por este destino
que es mi plebeya.
Te amo como un loco,
vesania es esto
lo que hay en la holgura.
Te amo en lo hermoso,
nada será funesto,
por lo que hay en mi ruta.
Te amo en lo glorioso
cuando toco lo honesto
bajo la brillada luna.
Te amo hasta en lo luctuoso
por ser el sentimiento mesto,
que os pasa a veces en la ternura.
Te amo y te lloro,
por ser ese amor eterno
que buscaba en la dulzura.
Te amo y te imploro
a que sigas en mi aliento
para que no sea la mañana nocturna.
Te amo en lo melodioso
como de un piano de anhelo
a querer amar a la locura.
Te amo así de lo honroso
para que no sea invierno
sino una ganada lucha.
Te quiero como Dios al ser humano.
Te quiero como el alma al edén.
Te quiero tanto en mi romanza historia.
Te quiero como la melodía al piano.
Te quiero como la raíz al frutecer.
Te quiero por ser mi gloria.
Te quiero por ser la caricia de mis manos.
Te quiero porque somos la memoria
como del pasado
en la tierra de un bello querer.
Por no ser vidorria sino una vida de lo amado
que nos damos en el anochecer.
Te quiero tanto que quiero llorar;
porque antes no creí que iba a tenerte.
Te quiero tanto así,
porque eres mi amar
en la vida que esperé siempre,
para vivir feliz.
Te quiero y no quiero que seas centella fugaz,
ni una misa de Réquiem
para no ser ceniza en el vivir,
sino una eterna felicidad
que cantaran en sopranos dulcemente,
ángeles en el existir.
Mandados por María de santidad
para no ser una melodía que fenece
con una tonada del piano infeliz,
sino una composición de paz
de ese concierto para piano que no envejece
si no suena feliz,
como de Frederick Chopeen,
de la obra veintiuno del larghetto que florece
sonando a esta historia de piano y violín,
al fondo de nuestro hogar
entre la noche que crece
de eso dulce como un querubín,
que tañe de serenidad
amando a esa voces que enrojece
a mi corazón sin cicatriz,
que de regodeo en el lecho está,
junto a mi plebeya que siente
amor a ese concierto de lis,
mientras suena ese entonar
nos besamos ahí enteramente
sin dejar de reír.
Por vivir lo más pasional
que está en esa obra dulcemente
que llega sin destruir.
La alegría llega en lo más puro,
así como el paraíso,
es el sonido del infortunio
que tenemos en el amorío.
Es hermoso ese sonar del concierto.
Es así glorioso como nuestro sentimiento
jamás acabará esto amor mío,
porque eres mi eterna alma y carne,
porque en Dios yo confío
que alentará a que siga el romance,
por ser mis besos como un río,
que corren a tu seno hechizante,
al cual no hay frío
sino un ardor existente,
al cual he consumido
por ser lo más apasionante,
así como mi poema que escribo
donde tiño el amor cantable.
Cómo separar esa música,
así de mi noche,
no puedo hacerlo.
Cómo si es mi ternura
que no es reproche
solo lo quiero.
Cómo si es dulzura
que brilla hasta en los soles
solo es mi sentimiento.
Cómo decir que es penuria
si son sonidos de amores,
solo es mi consuelo.
Idolatro a esa beatitud
por ser la paz de mis rincones,
que entona ese larghetto .
Idolatro a esa dócil luz
que brilla en esas modulaciones
de violines y chelos.
Idolatro a esta juventud
que tengo ante las dos pasiones
como a la música y a mi cielo.
Idolatro por ser tú
que recita amor en tus voces
de lo más tierno.
Idolatro a tu ojo azul
por ser el mar de mis visiones
tan portentoso como el cielo.
Idolatro por ser mi plenitud
como del amor noble
que necesitaba en mi sueño.
Idolatro por ser mi inquietud
de hacer el amor en la noche
en lujuria dulce e tu desnudo cuerpo.
Es tanto el amor a esa mujer
que vivo enamorado.
Es tanto el querer
que ni Dios sabe que es lo imaginado.
Es tanto mi tañer
que suena en mi corazón apasionado.
Como el vals del amor,
por lo que es él,
es así lo que vive,
por ser mi inspiración
mi vals de querer,
mi amorío,
por ser ella mi canción,
mi nocturno de tañer,
así de idilio,
por ser la historia,
mi poema eterno,
y las notas de un nocturno,
por ser mi rosa,
mi paz y no un infierno,
sino la gloria de mi mundo,
por ser el violín mi mariposa
que suena en su cuerpo
cuando yo la perfumo,
por ser mi aroma
ese dulce instrumento
cuando canta de fortunio,
por ser todo el idioma
ese sonar de su eco
cuando recita de lo puro,
por ser mi pasión amorosa
ese ángel que es mi sueño que esperé en el infortunio,
por ser mi alma milagrosa
donde soy su dueño
de su amor y amor profundo.

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