miércoles, 1 de febrero de 2012

Franz Joseph Haydn.



Franz Joseph Haydn.
En aquel siglo ya existían dioses de la música,
entre ellos estaban Antonio Vivaldi,
el que hablaba al violín como su musa,
y en los palacios tocaba de lo dandi
quería tanto a esa pasión de su locura,
que desprendía aroma del jaborandi
a todo ese inmenso siglo de su ternura.
Johann Sebastián Bach era otro compositor,
clavecinista y cantor del Barroco,
tocaba el órgano de un gran vigor,
tocaba el violín como un loco
y también en ella vivía de gran amor,
igual que en la viola de gamba,
amaba a su arte de ardor
que llevaba en su corazón y alma.
Georg Friedrich Händel era el gran maestro de la homofonía;
el más indecible dentro de la ópera seria italiana,
y de eso en su infancia hacia delante componía,
tocaba el clavecín a su corta edad de niño con vesania,
era un perito de las voces sumisas,
quería a su orbe que en el cual cantaba,
no se apartaría de esa vida
hasta el momento de su muerte que se alejara.
Pero cada compositor vivió en aquel siglo divino,
nacieron en el Sacro Imperio Romano Germánico,
cada uno hacía según su ambiente del destino,
porque así era la música de lo volcánico,
cada compositor escribía según su desafío,
así vivieron en tanta agua de ese mar oceánico
donde se bañaban de esas notas de lo apasionado y trágico.

Franz Joseph Haydn en Rohrau nace
el treinta y uno de marzo de mil setecientos treinta y dos,
una población cerca a Viena de cantares,
en aquella época capital del Sacro Imperio Romano Germánico,
se llenaba desde longevo de ese romance,
sus padres no sabían música en aquel espacio,
y lo tuvieron que mandar con un pariente de arte,
llamándose Matthias Frankh en clases de canto,
y de ahí, no vivió más nunca con sus padres,
desde los seis años se fue a ese mundo sagrado
pero la vida no fue tan viable
porque luego iba ser en el mundo humillado;
por el estado de su ropa durante las clases,
e incluso comenzó los estudios apasionados,
así en la música empezó a tocar el clavecín,
sufrió un tiempo en esa casa de hambre
pero aún así aprendió el violín,
así como cantar en el coro de la iglesia con lo apasionante,
en Hainburg casi de la pieza todas las partes;
luego Haydn atrajo al maestro de la capilla de San Esteban de Viena,
a Georg von Reutter que buscaba idoneidades,
maravilló su canto en esa audición de su cantilena
donde permaneció nueve años como corista apreciable,
y su hermano Michael también se incorpora al orfeón;
Haydn vivió en la casa de Reutter junto a otros cinco jóvenes del coro,
apreciaba el canto con tanta pasión
que se llenaba entre noches de un sueño amoroso,
el cual iba a lograr en su vida de ilusión
siendo entre sus ensueños el padre de lo sonoro.
Recibió lecciones en latín,
así como las clases de teclado,
igual aprendió mucho del violín
igual que del canto,
amaba tanto como un serafín
a un instrumento de lo apasionado,
amando así a esos instrumentos sin fin
como en su vida moza de entusiasmo.

Reutter fue de poca ayuda para Haydn en clases de teoría,
igual que de composiciones,
por el poco tiempo que ofreció de doctrina
que dio solo dos lecciones,
durante el tiempo que estuvo de corista
pero aprendió con tanto fervor,
cuando a los músicos profesionales él servía;
como en la catedral San Esteban de ilusión,
donde se llenaba de mucha alegría.

Teniendo ya diecisiete años no pudo seguir en el orfeón
que él tanto amaba con dulce ternura;
por no poseer ya esa voz
porque ya no cantaba con voces agudas,
y entre esa rabia fue lo que le acabó,
siendo despedido de su gran holgura,
y se quedó en la calle con ningún labor
pero más adelante consigue ayuda,
teniendo la suerte de encontrarse con un amigo,
como Johann Michael Spangler ante su quebradura,
le dio un cuarto por unos meses sin ser enemigo
y decidió iniciar independiente en la música,
a pesar de ser los más difíciles años de sus horas,
fue profesor de la modulación,
acompañando a Nicola Antonio Giacinto Porpora
quien le había dado lo conspicuo de la composición,
y Haydn fue asistente de él con gloria
sin olvidar esa gran ayuda que le ofreció.
Cuando fue corista no tuvo una buena doctrina,
estaba, pero no era su centro de crecer,
menos mal que su voz lo hizo elevar a otra sima
donde ahora él iba a cantar en notas de querer.
Para paliarla trabajó con ejercicios contrapuntísticos,
sobre el texto de Gradus ad Parnassum de Johann Joseph Fux;
se llenaba en el fondo de su ser de lo romancístico,
él era un compositor del último Barroco en la luz,
su lengua del contrapunto era tan dístico
que en esas notas se recitaba ante una cruz,
y era para los compositores lo heurístico
de algo que en la historia poco frecuente había de virtud,
gracias a su maestría lo valoraron como Beethoven y Haydn de lo artístico,
así era igual que Mozart y Bach ante su genialidad de doctitud,
por eso que más adelante Haydn iba ser el padre de lo operístico
asombrando a tal cúmulo con su beatitud,
estudió tanto que fue aforístico
viviendo en este arte de gratitud,
se volvió entre las lidias de su pasión un líder agonístico
al batallar entre las duras cadenas de su inquietud,
fue así hasta leía óperas en lo helenístico
para alimentarse de esa ideología de salud,
y no era un compositor silogístico
sino componía obras de una gran luz,
como sus primeros cuartetos de cuerdas,
era ya una gran absoluta virtud,
su primera ópera Der Drumme Teufel,
escrita para Johann Joseph Felix Kurz,
así su Bernardon de lo fiel,
pero pronto fue retirada por los censores,
fue estrenada en mil setecientos cincuenta y tres,
y por dentro no tenía malas reacciones,
estaba feliz porque se vendían en las tiendas musicales,
la condesa Thun al ver sus composiciones,
lo citó y contrató como su cantante,
y profesor de teclado en ese entonces,
era la renovación de su arte
al cual amaba en su paisaje de flores.
El barón Carl Josef Furnberg recomendó a Haydn al conde Morzín;
quien se convirtió en mil setecientos cincuenta y siete,
en el primer mecenas a tiempo pleno de su seguir,
era increíble las ayuda para este jovenete
que se convirtió en el maestro de capilla del conde Morzín,
en el año mil setecientos cincuenta y nueve,
es decir en director musical,
al mismo tiempo componía sus primeras sinfonías para orquesta,
y dirigía el conjunto del conde de lo pasional,
sin olvidar que ahí iba a dar verdor en esa naturaleza.
En mil setecientos sesenta Haydn se casó
con Maria Anna Aloysia Apollonia Keller,
pero esa relación no funcionó,
era la hermana de Therese,
de quien Haydn había estado enamorado en su corazón.
Haydn no tuvo un matrimonio feliz siempre,
y ante eso no pudieron separarse en esa relación,
por las leyes de aquella época
fueron las que en su romance les impidió,
no tuvieron vástagos en su vida plena
y ambos tenían amantes,
así como Joseph Haydn a una damisela,
de Luigia Polzelli como cantante,
de Esterházy su romance sentimental del amor.
El conde Morzín sufrió en la economía,
por lo que a los dos años a los músicos despidió,
menos a Haydn quien fue asistente del maestro de capilla,
de la familia Esterházy de lo mejor,
una de las más ricas del Imperio austríaco donde residía,
en invierno en Viena y en verano en dos palacios de su propiedad,
uno al sur de la capital y otro en Hungría,
era el momento de su cantidad,
cuando el viejo maestro de capilla
Gregor Werner muere, lo ascienden a dicho cargo de alegría.
Los Esterházy dieron a Haydn todo el apoyo que necesitaba para su labor;
incluso su propia pequeña orquesta,
trabajó para el príncipe Pál Anatal Esterházy en mil setecientos sesenta y dos;
con toda pasión entera,
luego fallece y trabaja con su hermano Nicolás Esterházy en el próximo año con más ilusión;
llamado el magnífico durante casi treinta años de esa época,
y componía música para cada ocasión,
dirigir la orquesta, interpretar música de cámara con toda terneza,
a pesar del intenso trabajo Haydn se consideró un hombre afortunado.
Transcurrieron treinta años en los que Haydn trabajó en este cargo,
y en los que compuso un sinfín de obras,
su música fue creciendo a lo largo,
como sus sinfonías de París en gloria,
entre mil setecientos ochenta y ochenta y seis,
o las siete últimas palabras de Cristo en la cruz de su historia,
fueron compuestas en aquellos años de fe,
sintiendo que es el padre de la sinfonía y de las obras,
era tanto así que quería a su dócil querer.

Haydn conoció a Mozart en mil setecientos ochenta
y tres y ochenta y cuatro;
quizás en una interpretación de ritorno di Tobia,
en esta época era el más célebre compositor apasionado,
el que llevó una gran amistad afectuosa,
así como su gran amigo entre los cantos,
sentían los dos la música con una sumisa gloria,
no eran los dos compositores tan solitarios
siempre se hablaban entre cartas con notas,
y le dedicó cuartetos de cuerdas de lo mágico
solamente que su gran amigo Mozart,
Haydn tendría unos cincuenta y dos años de edad,
Mozart alrededor de veintiocho,
igual Haydn admiraba cómo era el arte de él de verdad
cuando Mozart expresaba su música de lo glorioso.

Viaja a Londres y en mil setecientos noventa y dos
el compositor alcanzó una amplia fama y de considerables ingresos,
Charles Burney describe que su concierto impresionó,
que era mágica e increíble en Inglaterra de su seno,
que no había nadie como él en esa tierra de su gran modulación,
que ojala pasase más así para recordar que existe el cielo
y que su música agranda las almas en un mundo de amor.
Había compuesto increíbles sinfonías,
como las sinfonías de Londres,
la sinfonía que recitaba en su alma sumisa,
se llenaba cada vez más de pasiones,
como la sinfonía Militar y la sinfonía Redoble de timbal,
tenía un gran arte en esos vocablos de voces,
que al mundo impresionaba cada vez más,
también el Cuarteto Reiter o el Rondo gitano para trío de piano,
y la ópera de Orfeo y Eurídice que es en lo artístico,
que canta en aria el genio de lo apasionado
sintiendo en violines y voces lo paisajístico,
como la diosa que canta en lo soprano
dando la entonación de lo no cabalístico,
porque era una historia que se vivió al final llorando
entre una dura picada de un demontre cronístico,
el cual se lleva a las llamas del tártaro
y Orfeo busca la esperanza de ir a su centro místico,
para traeros a vuestro ser amado
y viviros en lo que amáis de lo romancístico,
que lo anheláis con vuestro corazón ya encarnado
y conjeturaros en un mundo no camelístico,
sino en un mundo verdadero de lo apasionado
y así trayéndola en el mundo de lo humanístico,
y así de poesías os habíais llenado
cuando llegó lo más hermoso y sofístico,
era vuestro mundo haberos traído a lo mágico
con quien viviríais en lo más sacro de lo eucarístico,
y en otra deidad no hay lo detallado
porque ella es ahora en su paisaje lo más característico,
así como de su corazón ya no congojado
sino en un ambiente con lo más estilístico,
así hacía ver en esa ópera del amor llorado
que antes estuvieron en ese paisajístico,
Haydn escribe una historia en ópera de lo mágico,
mostrando luego sus sonatas de lo místico,
que hace llenar al mundo más de lo musicastro
sin dejar de entonar su poesía en lo romancístico,
porque era uno de los padres de los astros
quien componía de lo más organístico,
entre las sonatas la obra cuarenta y nueve de lo mágico,
y número cincuenta y nueve de lo sofístico,
mostraba en el adagio cantábile la alegría y lo mesto,
era así su ambiente de lo operístico,
como si cantara en esa obra de su sentimiento,
atrayendo en la segunda página los tresillos,
es un momento donde frena su aliento
y se invade a un mundo de lúgubre mezquino,
no soportaba quizás en sus iras el recuerdo
por tal odio que apartó en su vida a Mozart en lo fenecido;
quien había sido su mejor mecenas de su aposento,
con quien había tanto compartido
y ahora no teneros es como solo hubiese silencio,
por eso su sonata canta en lo dolido
y renace luego al saber que fue un anhelo,
así como en la vida mostrarlo en el destino,
y así termina su sonata de muchos ecos
los cuales ahora harán entender su sonido
y al mundo de lo que él habla en ese consuelo.

Enseñó a Ludwig van Beethoven,
pero sus clases ante él eran muy banales,
su relación no fue tan buena en ese entonces,
se sentía insatisfecho en sus clases,
y buscó la ayuda ante otros profesores,
era bien indomable,
Beethoven buscaba las mejores visiones,
cada compositor vive como ve el romance
y a eso llegó esta conclusión de su avance.
Mantuvo con Rebecca Schroeter una relación romántica;
pero de esa relación no se supo si siguió,
pero en el amor él era noble como la aria,
y en su ser siempre bombeaba el amor,
así como a la música apasionada
que daba en notas su profundo olor.

Regresa finalmente a Viena en mil setecientos noventa y cinco;
donde se hizo construir una gran casa en el suburbio de Gumpendorf,
y decidió dedicarse a la composición de obras sacras,
como para coro y orquesta de su gran estimación,
escribió dos grandes obras como las estaciones de magia,
los oratorios y la creación,
así como seis misas para la familia eszterházy de gran amor;
también compuso música instrumental,
como el concierto para trompeta y orquesta,
y los últimos nueve cuartetos de cuerda de lo magistral,
aún sentía por dentro esa pasión de terneza,
en los que se incluían Quintos, Emperador y Amanecer,
los cuales asombraron tanto en su vida de su naturaleza,
así era Haydn en su vida de su gran afanado querer.
A partir de mil ochocientos dos, una tormenta le acababa;
no fue capaz de componer más en su vida,
esto fue realmente para él contristo en el alma,
no poder hacer lo que más en su ser quería,
a pesar de estar bien cuidado en su casa,
se consolaba tocando el piano en su día,
como el Gott erhalte Franz den Kaiser,
que fue compuesta por él mismo en mil setecientos noventa y siete;
como un gesto patriótico de romance,
esta melodía fue posteriormente usada en himnos nacionales,
así como de Austria y Alemania,
fue una gran obra de su artístico arte
que mostró en su dulce y cándida alma.

Y en mil ochocientos seis escribe algo,
“todas mis fuerzas se han ido de mi ente,
soy viejo y estoy cansado”,
y fallece el treinta y uno de mayo de mil ochocientos nueve,
a los setenta años de edad su ser volcánico,
era un padre de la música de lo más excelente,
entre sus últimas palabras se encuentra:
“Mis niños no tengáis miedo,
donde está Haydn, no puede haber daño,
porque estaré ahí con mis ecos
y no habrá en sus seres ningún balazo”.
Fue enterrado en el cementerio Hundsthurm en Gunpendorf,
dos semanas después el quince de junio
él tuvo en mil ochocientos nueve una misa de horror,
el Réquiem de Mozart se interpretó de infortunio,
el cual era elevar a su alma al mundo del amor,
así con su música y estar con la gloria del fortunio,
y no sucumbir en las llamas de él felón,
así se entonó y se recordará en el mundo,
por lo que pasó este gran compositor,
fue el que enseñó a muchos
y el cual amaba a la música como un piano a una composición,
como una ópera a esos instrumentos profundos,
como la vida humana al mismísimo Dios,
así de grande es en su ser de ese sonido nocturno
que entona hacia las alas de él Señor,
así como Mozart compuso
así es ahora la vida a la cual va Joseph Haydn ante el amor,
así con su música ante el sepulcro
para pasar al reino de la salvación,
y así no sucumbir y renacer en lo pulcro
y poder gritar con gloria a la absolución,
de no fenecer y volar con todo lo puro
y entrar y oler el paraíso de la pasión.
Era un compositor tan romancístico,
el padre que hablaba en la absoluta vida,
mostrando en notas lo sofístico,
y que hacia Dios solo él iría,
ahí el con su sonido operístico
cantando hacia su Réquiem que predestina,
el mundo de los vivos
para renacer y seguir con sus cantigas,
el fóculo al cual quiero sentiros
ante los tres rocíos del firmamento de la vida,
como el amar de mis escritos
y así llegar igual ante un Réquiem de armonías,
saber que fui cantado en lo bendito
para llegar en alma a la paz de mis poesías,
y oler ese inmenso paraíso
que tanto mi alma anhela con sus melodías,
veros a muchos de ese siglo
y estar ahí cantando igual con las sinfonías,
es así mi ardiente destino
que solo observa a ese mundo de alegría.
A veces anhelo, a veces quiero,
tan solo a vosotros oíros,
saber que fueron el aliento
de los mismos sonidos,
de aquellos queridos instrumentos,
a los cuales adoraban de delirio
y que ahora dan al mundo su sentimiento,
y que fueron en mi ser consumidos
para crear la historia en que vivían de su momento,
en la forma en que fueron sus escritos
y que a mí solo lo llenan de lo mesto,
me hacéis vivir hasta en lo bienquisto
escuchándolos a vosotros de lo eterno,
es así una composición de idilio
cuando dan su fervor a su cielo,
y cuando duele tanto en tu ser caído
mostráis un orbe al cual vivís de lo tedio,
siempre cuando toco y escucho en mis sentidos
vivo la historia de su recuerdo,
y cuando compongo mi surrealismo
tan solo ando en mi templo,
en aquel mundo de lo paisajístico místico
amando a mis notas de mis ecos,
siendo tan solo que mi ser lo operístico
mientras toco cantando mis embelesos,
es así de profundo ese arte artístico
que os hace hacer maravilla del sentimiento,
como me iría de este cielo místico
si es aquel que me abraza y me acompaña de chelos,
saber que soy su rapsoda romancístico
quien le escribe en versos,
y que le idolatra en los sonidos
cuando su vida se consume de ese cielo,
y que la pasaría así en lo infinito
hasta llegar el momento de irse al reino,
nada más así su alma no fuera condena
y no estaría en el averno,
sino acariciando a su música tierna,
a su poesía de muchos tonos eternos,
los cuales ama en su alma de melopeyas
y quien canta en toda la vida de lo tierno,
que es toda su prosopopeya
y que no quiere ser favila sino tiene a su aliento,
así es el rapsoda que anhela a su naturaleza
y así vivir con sus hermosos recuerdos,
los cuales cantan en su alma eterna
reflejando su identificación de su sentimiento.

Día de aquel día,
cuando todos sean cenizas,
nada de de los males se salvará,
seguro la muerte vendrá,
ahí quiero vivir,
o si no estoy al cielo quiero subir.
Ahí entonando la misa del Réquiem,
mi descanso hacia ese mundo,
no sé si así la vida me comprende
pero ahí quiero vivir con mi fortunio,
no hay otro mundo que me quiere
solo que ese que es mi amor profundo,
que de pasión solo me llene
porque es totalmente todo mi arrullo.
Haydn hablasteis a través de unos meticulosos trazos
por vuestra sonata con un movimiento adagio cantábile,
sintiéndoos ahí el holgorio y lo quejumbrado
para salir a la gloria de vuestro amigo estimable,
que era Mozart el reflejo cantado
con quien habíais desfilado en lo afable,
por eso elaborasteis tales sonidos llorados
para recordaros que fue el feligrés apreciable,
donde empezáis a tocar en los latidos del piano (empieza a tocar el piano)
entre apoyaturas y varias semicorcheas,
y corcheas en cada compás de lo alegrado,
y siguiendo esas apoyaturas sensibles de cadencia
que suenan en vuestra alma de lo amado,
sintiendo un fulgor en vuestra existencia
que observáis a un mundo cándido,
donde solo vivís vos con aquella sonata
entre un mundo totalmente mágico,
el número cincuenta y nueve de tonadas
que giran a vuestro alrededor,
amándoos a la lira mágica
que expresa tal querer y amor,
donde el mundo no se derrama
entre la sangre del mismo cantor,
sino un latir de la llama
que sale en melodía de vuestro corazón,
explotando ahí de tanta pasión vesánica
sin irse de vuestro interior,
vestido vos con atuendo de esa época cándida
entre el piano de lo sonador,
acariciando esas corcheas del alma
a vuestro risueño enloquecedor,
esas voces que vuelan a vuestra mirada
con sonrisas de la pasión
que duerme entre la cantada
de ese Adagio de amor,
y recordando lo alegre de Amadeus Mozart
que estuvo junto a ti de lo conocedor,
que pasan en sonrisas entre esas notas
que explotan de lo alegre del compositor,
aunque un poco de cambio hay ahora
en esos sonidos pocos tétricos de su corazón,
recordando un poco su imagen de su alma que lo devota
entre su inmensa y tierna composición,
donde su llama quizá un poco llora
al sentir un poco lo entristecedor,
entre acordes de sus notas
que dan en el piano llorador,
y que sigue ahora en otro ritmo de las notas
mostrando algo poco diferente de su modulación,
donde él siente y palpita sus voces,
entre ese piano como su refugio de sentir,
de combinar lo que quiera entre acordes
de sus apoyaturas de su vivir,
aunque sea lo que sea que cante
siempre será su latir,
donde nadie lo contempla de lo sonante
entre su oscuro y tétrico existir,
y que sigue sonando de lo apasionante
entre ese piano de su noche del convivir,
con un amigo afable
que lo recuerda de lo feliz,
y mostrando la imagen de sus horas
cuando paseaba con gracia ante él,
entre enseñanzas rítmicas con Wolfang
compartiendo ese arte de lo fiel,
que ahora lo recuerda en esas fusas sonadoras
que suenan en el piano un poco hiel,
aunque sean así las tonadas explotadoras
quizás vendrá algo peor en repetición de él,
entre los compases de su si bemol mayor de su obra
saboreando lo amargo y la misma miel,
pero que seguirá su recuerdo en su memoria
recordando lo feliz que pasó como en su nota buriel,
donde son negras y rojas
encendidas entre la partitura de querer,
que retorna un poco lo luctuoso de las notas
entre los compases de su poca fe,
y ese fuego rojizo es lo buriel que desborda
en la pasión que se tenían entre el tañer,
así lo muestra en su sonata de gloria
cuando su amistad era de lo bien,
pero que en su visión es así de historia
que no soporta en esa tonada de su desdén,
de una noche fría y de alma sola
tocando ahí entre sus acordes de lo bren,
que seguro al irse escuchará Mozart
lo que compuso del tiempo aquel,
que sentirá admiración a su obra
por sentir tal sonata de su ser,
que es tan mágica de la zozobra
que cantan hasta ángeles en su tañer,
y que Dios manda un divino aroma
para que toque el piano de más querer,
donde muestra luego algo que explota (En el piano cambia su ambiente de la clave fa y sol
seguidamente)
donde la clave de sol son los tresillos en clave de fa,
y entre su armonía de clave de sol no cambia,
sino en notas y corcheas cambia a clave de sol,
y sucede en cada compás de su magia
cuando toca en el piano de postración,
con la mano izquierda sentimiento de lágrimas,
donde se contempla tal inmensa desolación
que su corazón siente en ese piano de tocada,
por la ira de su amigo de su admiración
al no tenerlo en su mirada
que fue el único con quien compartió
y que al no verlo llora el piano de la sonata,
para volver a repetir su misma entonación,
que vuelve al principio de entonada
para volver a llorar en el piano desolador,
que siente más sus inmensas lágrimas
que derrama en el piano con dolor,
hace sentir un paisaje de tal cantada
donde se ven demontres en el horror,
queriendo salir de las lavas
para una calma de su humillación,
y que sigue en ese ritmo de su alma
que entona en esos compases de resquemor,
y sigue entre su locura que mata
entre su poco holgorio de su corazón,
que sigue tocando con tanta desgarra
en esa noche de su entonación,
y que luego algo en su sonata cambia
ante una siguiente tonada de elevación,
donde renueva su vida y llama
para sentir un nuevo color,
de que su amigo no estará solo
sino que con él tocando en el piano,
sin nada ya luctuoso en su piano sonoro
que da en su obra de lo rescatado,
y sigue así en su vivir de su desdén,
gritando gloria a lo añorado,
que fenecerá e irá a ese edén
para compartir de partituras y sinfónicas,
que en su alma ha hecho y solo amando,
donde gritará gloria
por ver a su amigo entrañado,
que lo percibe en sus divinas notas
que será un paraíso ganado,
porque es un ser de alma de honra
que da a su mundo lo mágico,
esa chispa de las mil notas
que hace en su noche de lo trágico,
que toca el piano con voces locas
cuando siente su mismo sentimiento llorado,
hace tantas cosas en su alma maravillosa
que transforma la tristeza en dulzura,
donde mueve montañas y océanos,
por sentir su ser con tal poética musa,
que tiene en sus mil sensibles trazos
que hace y toca con alma de holgura,
entre su tributado piano
que con él estará como su imagen y lucha,
hasta que llegue al cielo sacro,
ahí cantando con su ternura
y besando su gran arte explotado,
durmiendo allá entre su mágico volumen,
que tiene de gran magnitud,
de sus susurros que salen de su numen
para un mundo de inquietud,
donde los lagos y paisajes se sumen
para pintar a su beatitud,
todo se puede ver en sus versos de luces
para que aromen a su gran luz,
y que seguirá en esas apoyaturas sin cruces
entre corcheas y semicorcheas de gratitud,
por sentir un aroma diferente
que tiene en su obra de doctitud,
que lo hizo ahora en su ente
para mostrar una vida de salud,
que se puede renovar el presente
para ver un futuro de virtud,
y así lo hace en su obra tiernamente
donde ofrece amor y lo congojado,
entre su obra de dos sentimientos latientes
que suenan en lo más entregado,
donde entrega su amor a un Dios eternamente
para ver el cielo y ver a su mecenas que añora,
porque sabe que llegará dulcemente
viendo a sus amistades y a Wolfang Mozart,
donde sintió tal ira y su mismo ente
entre un vacío de sus notas,
que renacieron en su último soplo tenue
que recorrió en alegría de su obra,
cantó así y es su legítimo presente
que no se irá de su alma loca,
donde vive en su obra felizmente
tocando con toda pasión romanceadora,
con una fe inmensamente
que tiene su espíritu de pasión ganadora,
que lo hace tan fugazmente
en ese piano de pasión admiradora,
como de los ojos del mundo aladamente
entre su espíritu de gran rapsoda,
que habló en su cantiga tiernamente
donde pobló y pintó su paisaje de acariciadas notas,
lo fue así en su sonido evanescente
que no calló sino cantó con predilección de su gloria,
y que está por terminar de tocar su sonata
en ese piano de efusión querida,
donde ha respirado a su misma alma
con frases de su poesía,
que ha cantado como vate de la llama
entre la locura de su cantiga,
con pasión vesánica
que ha tenido en su alma querida,
donde siente tanta pasión amada
entre su misma matizada melodía,
donde luego suena trece notas de fusas de su sonada
para así mostrar su alma tranquila,
entre notas suaves de su sonata
que entonan en su misma vida,
y que es tan fantástica
que leo sus notas como la rima,
y es tan cándida y entregada
que respiro su vaho en mi alegría,
por ver un compositor de la pasión festejada
que tiene solo en su querida armonía,
y que termina esa obra mágica
entre sus notas y acordes de caricia.

Aunque ofrecisteis esa obra sin que viese el mecenas admirable,
ya antes os habían compuesto algo
vuestro amigo Mozart una sonata en adagio cantábile,
su kv doscientos ochenta y cuatro
que estaba de asonancias tan apacibles y cantables,
tan solo que para vos esa alegría en el piano
dándoos su honradez para un compañero memorable,
que no olvidaría hasta en el reino sacro
para estar con él y con obras manifestarse,
así seguro fuera el padre de lo apasionado
ante su bien amigo de la música de un don musicable,
Mozart ofrecisteis vuestra pieza de aria
que está en re mayor vuestra composición
al cual amáis la luz de vuestra alma
para que vos Haydn veáis y sintáis su canción,
que compuso para vuestro ser de cantada,
sintiendo ahí una lluvia de inspiración
que mojaba a toda su noche y alba
para ver más allá de la constelación;
su mundo mágico que en esa pieza regalaba,
así de esos tonos disteis de iluminación
hasta que él en el vuelo escuchó esa dócil magia
donde él recordaba cuando era orfeón;
lo bello que era cantar como en esa pieza de calma,
se conmovió antes de morir Haydn por esa creación
que solo Mozart le dio a su profunda alma,
quería tan solo quizás escuchar a su voz
para verle cantar como en esa obra delicada,
era una sonata tan dulce de oír en el amor
el cual entre besos de unos enamorados se daba,
de dioses y diosas se fulgían en ese tono de pasión
sin dejarse de amar en ese paisaje que de magia sonaba.
Así veía Haydn los sonidos de su amigo Amadeus Mozart,
al escuchar agradecía a la vida por dares esa sonata,
solo que de las manos de un rapsoda
para manifestares las imágenes de su tonada,
era para él, el cantar de una amigable gloria
sus voces bisbiseas entre las palabras,
que rozaban a su cuerpo de una historia
de enamorados amándose en una noche de estrellas rutiladas;
sabiéndoos que lo iba tener ahora como memoria
sin alojaros de vuestras notas cuando escucharas,
era así el Padre de la sinfónica
cuando él oía ese adagio desde su sumisa alma,
era como oír sopranos de una ópera
esas voces dóciles que en esa pieza hablaba,
era entonces para su oír tan histórica
que de vesania y romance se llenaba,
así vivía después de su muerte su fónica
que de esa belleza no se apartaba,
solo escuchaba sus obras romanceadoras
sin abandonaras de su mismísima alma,
seguro ahora vosotros estáis en los cielos,
llenándose los dos de la música clásica,
riéndose y compartiendo de lo eterno,
y en Réquiem con las obras de su alma.

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