sábado, 18 de febrero de 2012

El amanecer de una gloriada unión.


El amanecer de una gloriada unión.

En esta mañana siento frío,
el aurora está sin sol a lo lejos,
y vos estáis conmigo
calentándome con vuestros besos,
y tintineáis eternales sonidos
por un nocturno diecinueve de sentimiento,
de Frederick Chopeen en el amorío
ante nuestro refugio de apasionamiento.
Su sombra aparece en el piano enardecido
por soñar este amanecer que tenemos,
todo es melodía en este paraíso
al cual alimentamos con versos,
de palabras románticas,
son aquellas que son eternas,
que viven en el alba,
nos besamos y vuelan
esos vahos de palabras,
recitando por lo que sucede en la naturaleza;
son las deidades que cantan
entre oboes, chelos y espinetas,
llenan a nuestros cuerpos la magia
de ser exultación entre las estrellas.
Luces damos hasta en la alborada
por sentir esa magia de perseidas,
que no dejan de caer a nuestras almas
porque somos bendecidos en el poema,
por ser el villancico de las diosas sanas
que florecen en cantos en la tierra,
la miramos mientras nos socavamos,
les gritamos por ser la exultación,
nos amamos por sentir sus voces sopranos
que vivimos en el fóculo de amor.

Os acaricio con mis férvidas manos,
me siento como un volcán de erupción,
por sentiros que sois mi piano
a quien toco en armonías de pasión,
y exploto con lo apasionado
por sentir tan solo vuestro olor.
Me es tan grande amaros
que por eso en esta tierra soy vuestro compositor;
quien ha compuesto una melodía de lo romántico
que vivimos en esta tierra de ilusión;
y que en el fondo es una tonada de lo poetizado,
que somos en el verso de la poesía lo perfumador.

No os podré jamás de mi apartaros
porque ya sois la esencia de mi rincón,
os lo digo con todo lo más dúctil
que está aquí en mi corazón,
porque aún sois lo núbil
que está en este ambiente de sazón,
pero ahora dejaréis de seros
porque tendremos la copulación,
porque os besaré los senos
y os desnudaré por completa,
seréis mi ser pleno
que devorará este poeta,
poeta de este terreno
que os quiere con riqueza,
cómo me gusta oíros gemir
en tanta la libidinosa pasión,
por ser nada más que el centro de mí.

Y os amo sin desolación,
por ser del violín el latir
que suena en desafiante ardor,
que me hacéis feliz vivir
como en este amanecer de tanto amor.

¡Qué amor tenemos vida mía!,
¡qué locura somos cariño!,
ardor hay en ese piano de melodía
que suena del amor bendito,
de Frederick Chopeen de alegría
en ese piano de ese nocturno querido.
Es un amor que brilla,
que Dios cuidará hasta su paraíso.
Es una pasión que maravilla
hasta los seráficos del mundo divino.
Es una romanza que excita
por ver solo a mi gema de berilos,
Que es una dulzura que me acaricia
entre esta tarde ya del destino,
Es un fuego que me quema
cuando la consumo en el idilio.
Es tan solo un poema
a quien adorno con bellas palabras.
Es tan solo mi rutilante gema
que con beldad a nadie se compara.
Su piel es como la azucena
y su cabello como el rojizo alba,
es tan dulce su carne plena
que cuando la beso descubro una hada.
Es así tan mágica mi belleza
que jamás en el mundo dejara.
Contigo quiero vivir eternamente,
quiero disfrutarte,
quiero que seáis el violín dulcemente,
y quiero a vuestro cuerpo siempre amarle,
contigo mi alma es alegre,
hacéis magia hasta en las estrellas rutilantes,
es un sueño quererte,
soy dueño de vuestro amor fragante,
en ti voy a envejecerme
y no lloraréis como antes,
cuando andabais sola tristemente,
porque aquí estaré para amarte,
no quiero que me dejéis,
quiero que me queráis,
quiero que me améis
y por siempre en la vida apasionante.
No soy infierno,
soy cielo amor mío,
soy vuestro sentimiento,
soy así del mejor amorío
que escribe hoy unos versos
los cuales os abrazaran de cariño,
sois la más beldad del universo
entre los astros mi amada inmortal,
eres así en ese firmamento
con toda la sincera magia pasional.

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