martes, 20 de marzo de 2012

Rachmaninoff vivió en Rusia,
se dio a conocer en su maestría,
aprendió a componer con astucia
para vivir en ese mundo de armonías,
tenía el anhelo de hacer música
entre obras como gran concertista,
compuso conciertos para piano en la locura,
estudios tableaus y sinfonías,
nació en mil ochocientos setenta y tres este compositor,
amaba la música como a una poesía,
se relacionó con Franz Liszt como su profesor,
le enseñó mucho a este artista,
quien luego iba a tener como a mentor
más importante de Peter Llich Tchaikovsky de su vida;
con quien se la llevó de lo mejor
entre charlas tocando como un dandi pianista,
de palabras tan románticas en el piano de gran amor;
compuso su preludio opus tres número dos de su lira
en mil ochocientos noventa y dos,
con un movimiento lento y fortísimo de su armonía,
dando a su obra en la tonalidad de do menor,
el cual es una historia que vivió en su mundo de agonía,
donde a veces el destino no está como quieres a esa flor,
donde solo es mustia sin risa
y pedís al cielo ese humor,
y solo trae melancolía,
a veces queremos vigor
y hay solo que perfidia,
suena lento de gran ardor
entre los acordes de lira,
teniendo su evasión
del mundo con su enigma,
que nadie logra entender su corazón
que canta en ese ambiente de morriña,
encendido de su pasión
sin irse a otro mundo de su agonía,
sintiendo el dulce olor
que le marca su poesía,
sintiendo el gran Rachmaninoff
su inmensa predilecta caricia,
que juega con sus acordes de iluminación
ante un paisaje de su vida,
saboreando el lenguaje de su cantor
que entona entre la noche vacía,
es y será su gran temor
cuando lucha entre sus tardes de elegía,
cantando el solamente con adoración
a su tonada que le dicta,
tan solo que su ardor
entre la llama que es ardida,
en esa noche de teror
entre la obra que él hace de armonía,
tan llena de pasión
entre su noche vacía,
y empieza a cambiar su movimiento a agitato
entre los compases de su pieza,
desprendiendo gran temor desesperado
cuando compone en su naturaleza,
y desprende gran ira de un vesánico
que vive en el piano de la tierra,
es así sus notas de tal pánico
que veis hasta un cielo sin vida bella,
un espacio entre fuscos astros
dando luz de tormenta,
donde él canta así de lo trágico
en su abundancia de su alma plena,
sino del arte de su ser amado
que canta en su cadencia,
no pudiese ver otro que ese ser mágico
que canta ahí con toda potencia,
que no está acabado
sino con ansias de salir a la terneza,
así es y luego sigue con lo más desgarrado
entre su tormento de su inteligencia,
de su alma misma que aún no está salvada,
que verá como qué vivir para acariciar eso,
solo ve ahora un infortunio que mata
a su obra de tanto dolor interno,
quiere ver a un rojizo alba
y solo ve a ese invierno negro,
no hay centellas rutiladas
sino un cantar de lloriqueo,
entre noche que es tan manca
que le lastima su corazón de desespero,
donde ninguno sabe que pasa
sino solo su melodía de aliento,
ella palpita solo a su alma
de lo que él está sufriendo,
con una venturanza sin gracia
entre un mundo de lamento,
donde luego al tiempo va venir una congoja
más que matará a su centro,
las melodías saben que es su hora
para que el exprese al mundo de miedo,
de lo que siente en su memoria
y que deje la huella de su momento,
es así ese paraíso que moja
entre acordes y rapidez de lo mesto,
que luego tranquiliza a su vidorria
con algo en el cielo,
es así su historia
que vive en su orbe de tormento,
se espera que sea así su gloria
y pueda dormir entre sus lamentos,
son tan mágicas las notas
que ellas solo hablan en el verso,
son la voz de su aroma
que desprende cuando toca en el sentimiento,
de su piano de cola
cuando en la noche muere ante el instrumento,
y que termina de callar esa obra
entre las notas de poco consuelo,
terminando así su zozobra
para luego empezar con otra de más sentir mesto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario