martes, 20 de marzo de 2012

La pianista y el pintor

La pianista conoció el mismo infierno,
sola estaba en su horizonte,
solo se dedicaba a su sueño,
y solo soñaba con poetas y pintores,
el mundo no la oía tocar,
porque era ciega y sorda,
sabían bien que era infernal
si oían solo al piano de cola,
porque sonaba mal
y provocaba deshonra,
solo a los altivos de vanidad
que eran grandes en esa historia,
ella tenía defecto al tocar
pero jamás redujo su pasión amorosa,
se aisló de la tempestad
y consiguió componer sola,
aunque no viese ya
ni oyese tocaba en su alcoba,
así pasaba su intranquilidad
y su triste vida de vidorria,
tocando de Chopeen un estudio,
del opus veinticinco número doce,
llenando a su auge un infortunio
por haber sido rechazada del orbe,
pero al serlo así ya ahí tocaba de lo culto
y mostraba arte de sus acordes,
de ese estudio tan tétrico y furibundo
mostraba a su vida sus perfecciones,
ella tenía lo mágico oculto
y ahí se despertó el arte de sus elevaciones,
llegaron hacer tan pulcro
que era la dandi dama de esas modulaciones,
Dios no estaba pero si un fortunio
que al no saber ella sonaba de pasiones.
Ella del dolor aprendió a oír la música,
encontró el silencio de su alma,
y ahí estalló ese sonar de locura
que interpretó ese estudio de magia,
aunque soñaba aún con las musas
y con pintores de la vida romántica,
tenía la fe que iba aparecer la ternura
y que amaríais de tanta romanza,
por eso que tocaba más ese estudio de las fusas
en ese piano de una pasión vesánica,
en la música veía esa histórica aventura
que en su vida ya no iba ser disipada,
sino seguía en ese do menor de su lucha
aunque fuese tan quejumbrosa,
seguía en ese sonar de las semifusas
para luego llegar a otro estudio de su hora,
tocando y alentando su alma gemebunda
que había sido en el orbe con garrochas,
mientras la agitación en su alma se abunda
más la esperanza de lo lúgubre no destroza,
mientras tocaba en esa noche de luna
al fondo estaba un vate pintor,
quien al ver ese sufrimiento pintaba de esa musa,
veía en las notas ese desamor
que vivía en la vida tan injusta,
Dios le había mandado a ese pintor
para que en silencio renazca la dulzura,
pero ella tocaba el piano con tanto dolor
sintiendo por dentro ese movimiento,
tan veloz en las cuerdas sonaba,
tan eufórico su mismo sentimiento
que en ese piano ella amaba,
tan entregada a ese mundo ciego
que en la pieza ella lloraba,
por querer acariciar a un anhelo
que ella solo en su ser anhelaba,
tocaba tan fuerte y tan lleno de aliento
que se veía un arte entre sus manos mágicas,
tan rápidas entre ese movimiento
que soltaba solo música desesperada,
como si un océano estuviese tanto moviendo
entre sus mares de las marejadas,
era tan fugaz su desespero
que entonaba una imagen de su alma,
tan poderosa y tan llena de ser violento
que cantaba en sus acordes rápidos de su entonada,
que volaba entre su mismo alba
con una tocada de su infierno,
donde quería más que una magia
y pudiese solo respirar a ese dulce cuerpo,
era así tan vesánica
que se veía en su ojos caer destellos,
que eran tales lágrimas
que sentía por dentro,
en ese piano de luminosa alma
que hacía ver su pasión de fuego,
que no era una pianista que solo tocaba
sino con el sentimiento de su seno,
de su mismo corazón que ahí canta
entre el veloz piano de inmenso apego,
y seguía
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario