domingo, 18 de marzo de 2012

Antonio Lucio Vivaldi y su sanación.



Adagio molto de un italiano músico,
entona en su sinfonía de si menor
en un ambiente de su ser lúcido
en lo fúnebre del compositor,
llamándose Antonio Lucio
que en Venecia nació,
siendo un escaldo rúnico
del Barroco de su pasión,
que en esa obra suena de lo único
que él sentía de su resquemor,
que usaba un rojizo túnico
como sacerdote de su devoción,
suenan tantos violines no rústicos
en esas cuerdas de su corazón,
por haber perdido a lo fústico
que tenía en su alma de amor,
ahora es un averno ligústico
que vive Antonio Vivaldi de dolor,
sin necesidad de lo acústico
él componía su obra de más vigor,
donde palpitan esos querúbicos
en esos violines de postración,
siendo su siglo diecisiete tan rústico
entre su mundo de lo nostálgico,
si amaba porqué quitar el anhelo,
y porqué sufrir en lo cefalálgico,
quería tan solo ese ser pleno
que en días había convivido de lo mágico,
y ahora solo es un estallido de ecos
que palpitan de lo trágico,
¿quisiéredes contener el beso
de aquel ángel que fue volando?,
aquel aroma que fue eterno
cuando dormía junto tus brazos,
solo y lúgubre es el sentimiento
que canta a ese adagio,
donde la vida de ese desespero
vendrá más en tonos atormentados,
una tiniebla se apodera de sus instrumentos
para solo de perfidia acorralarlo,
quiere la luz del mismísimo cielo
para que alumbre eso sacro,
pero es fusco por su devaneo
y solo es un ambiente de tétricos contrabajos,
qué locura son sus movimientos
cuando transmite en lo cabizbajo,
lo hiel mata en su duelo
y lo pérfido acaba a su ser sollozado,
solo en su noche negra componiendo
y tocando esa obra,
lo increíble sintiendo
y sintiéndose con tanto idioma,
porque en cada verso
de cada compás es la historia,
por tal pesar de su universo
que invade esas notas,
sabiendo que será de más miedo
por ver ya afuera algo que llueve,
entre rocíos del mismo cielo,
porque ya afuera cae nieve,
siendo ya un ambiente mesto,
donde aquella luz que anhelaba fenece
y donde comienza su otra obra del invierno,
está por terminar su otro presente
que vive en este aposento solo de duelo,
y por contemplar llovizna entre las relieves
y por cegar a sus ojos de su aposento,
donde no hay luz y solo velas se prenden
al no ver ya ese sol ardiendo,
su mismo ciclo de estación cambia,
antes era otoño muriendo
y ahora tan solo es frío que mata,
así como en notas gimiendo
por la vida disipada,
donde termina de tocar ese adagio molto
y donde toca sus otras palabras,
viviendo en su opus d`invierno sonoro
a su mirada más acongojada,
donde lo acompañan serafines entre coros
y que tocan los violines del alma,
y él toca la viola de lo loco
aunque llore de su vida matada,
siente ante esos violines su opus sin retorno
por su ambiente de vida llorada,
mesto su invierno sin retoño
sin ver una primavera matizada,
solo se siente frío al fondo
y un cantar de las patéticas tonadas,
donde toca un chelo un ángel entre los tonos
y un contrabajo una dócil hada,
Antonio Lucio Vivaldi no está solo
sino con sus amigos de las palabras,
aunque viva su música de lo fantasmagórico
ama aunque sea un desaire de cantadas,
sigue y sigue sintiendo su invierno formidoloso
entre su aposento de pérfida alma,
donde no hay un vivir que no sea postro
sino una ley que no exista la muerte en la amada,
donde ya no ve su fijo rostro
y donde ya no la besa en su alborada,
donde aflija sus ojos llorosos
y donde al tocar los violines lloran con su alma,
era el Domine de los tonos
y más de los instrumentos de cuerdas,
él podía hacer tal mundo luctuoso
que hacía llorar a su tema,
que hacía contemplar lo sonoro
de lo cual es un sombrío poema,
no hay fuga de esos ojos
que le miran en anatema,
son los ojos del felón fogoso
que vive en la vida que averna,
donde no hay paz y todo es espantoso
entre las almas que penan,
ahí cuando él tiene los tonos
se da cuenta que hubo una culpa,
observa la imagen de lo zozobro
donde se llevan a su ternura,
el mismo diantre tenebroso
a su infierno de injuria,
fue para él tan doloroso,
que despierta una ira de locura,
hace mover en sus cuerdas más acentos,
más compás de su sentimiento,
más ira como un Domine del instrumento,
lo que era él entre su mundo tétrico,
donde la magia suena de más chelos,
de más contrabajos y violines,
de más violas y ecos,
donde al mismo diantre le espera peores afines
por su obra del invierno,
será así hasta por los serafines,
por haber ensuciado su vida de truenos,
de desesperación y cicatrices
que no se desaparecían de su pecho,
ahora que sabe esa tragedia
solo va a derrotar entre su misma obra,
dirigiendo a su misma orquesta
los sonidos que son en su rapsoda,
así cambia tal ardid que flecha
más al dolor de su historia,
y que aparta a ese anatema
reviviendo a su luctuoso aroma,
dirige y dirige su cadencia
donde la armonía grita con gloria,
donde los instrumentos son belleza
y donde su fe vuelve a su idioma,
acaricia tal ardor en su alma poética
que convierte a su mundo de libre paloma,
donde el mismo Dios da unas azucenas
para que aromen a su alma de rosas,
lo perfuma tanto a su poema
que desprende aún mucho más de notas,
tan solo los serafines contemplan
un gran compositor de su vidorria,
como cambiar esas corcheas
entre los acordes de honra,
a su alma joven con terneza
y sin ya tener lo mesto de su obra,
hay tanto latir en su sapiencia
que siente amor ya a su invierno,
donde siente que va regresar su condesa
y que amará como en el lecho,
se siente florear y ya no llorar,
se siente una nueva imagen de su sentimiento
y un nuevo Antonio Vivaldi de cantar,
aunque hayan tañeres de lo mesto
será por la ganada lucha que anhela lograr.
Siguió tocando entre su aposento
ante los serafines entre lo amado,
seguía entre su noche y cielo
aunque había todavía nieve a lo lejano
pero que ya sentía amor a su invierno
por sentir un hermoso milagro,
no era aún eso a su aliento
y aún no se sabía de lo mágico,
tenía que esperar la orden de su cielo
y así poder ir a rescatarlo,
a eso que quiere en todo sus instrumentos
sin poder olvidar menos lo del pasado,
son recuerdos que viven en su seno
y son locuras que aún te aman demasiado,
por eso tenía que esperar la voz del reino
para poder ir en combate ante lo despreciado,
sabía bien que si iba con ojos abiertos
iba a sucumbir en ese infierno penando,
tenía que luchar sin ver al averno
y poder rescatar a su ser idolatrado,
¿sin ver iba a traer a su mismo apego
y así cómo buscar a eso adorado?,
¿no tendría que lidiar ante el felón maléfico
y así derrotar y traer a lo mágico?,
solo Dios sabía que quería hacer con él,
que el mismo se diese cuenta,
así como en su música fiel
cuando compone de nobleza,
cuando compone en lo hiel
para solo ver a la terneza,
y al seguir aún tocando la miel
de su composición logra conseguir la inteligencia,
y decide ir al mundo cruel
y así no mirar con sus ojos a ese anatema,
fue tocando con su viola a ese inframundo,
seguían tocando los serafines y hadas la pieza,
el sonido se oía hasta ese espeluznante mundo
que iba con ojos cerrados ante las tinieblas,
habían muchos demontres fuscos
que daban terror ante el sonar de las deblas,
aunque no viese veía a través de la música,
veía todo a través de ella,
sentía ya donde estaba su ternura
y que iba a derrotar fácil con su poema,
venció a los demontres de locura
y fallecieron ante las lavas negras,
seguían tocando en la noche nocturna
sus amigos en la orquesta,
ellos igual sabían que iba todo con holgura
por saber que era él la nobleza,
y la fe de la lucha
para traer a su bella condesa,
luego llegó a lo alto de la altura
y vio a su hermosa diadema,
el Rey Diantre se enfrenta con astucia
y le da por la espalda con fuerza,
Antonio Vivaldi no sintió nada en su túnica
y solo empujó al Diantre con fineza,
y tocó su lìnvierno con alma de música
aturdiendo al demonio con cadencias,
y el demonio se va de esa locura
y se vuelve loco por su presencia,
no sabía que era el Domine de la justicia
que venía a solo destrozarlo con ese tema,
el demonio vio todo en esa alma acústica
que se sintió mal por lo que hizo a ese con su condesa,
ya su mujer había sido violada en lujuria
y ya no era núbil en su apariencia,
al darse cuenta eso Antonio lo mata con su lucha
y lo manda a un mundo de dolencia,
solo y solo sin fuego de su liturgia
del mal entre otro mundo de más tristeza,
y su amada cae a los ojos de su teúrgia
que hizo ahí de magia inmensa,
su mujer lo mira con tanta ternura
que a sus labios ella solo lo besa,
sonriendo con una vida de holgura
por haber tenido el milagro de su naturaleza,
los instrumentos de su aposento seguían con finura
y su alma de él con una obra más que bella,
de una vida de amor por fin con dulzura
y con su hermosa diadema,
fueron a su aposento con alma casi gemebunda
porque no creían que iban a vivir juntos en la tierra,
el terror de su mundo no se abunda
y el invierno desaparece en su vida plena,
aunque sigue sonando ese lìnvierno de ternura
y de fe a la nueva condesa,
los que le acompañaban en su hogar de la música
cantaron más en los tañeres de grandeza,
sintieron tal emoción sin angustia
por haber tenido el amor Antonio de querencia,
no una vida de tonos de vida mustia
sino una vida de tonos en terneza,
qué mágico fue al derrotar al ruin,
qué bello fue que tenga a su amor,
qué noble Dios fue con su violín
que llegó a dar magia en su corazón,
a sus instrumentos de más sentir
y de más magia de la música de pasión,
había hecho cosas que nadie hace,
maravillas que van y que se recuerdan,
un idilio que es más que romance
más que poesía en su inmensa pieza,
donde dio un gran cambio y avance
entre los compases de su alma poética,
entre los instrumentos fragantes
que cambiaron a su vivir de cadencia,
era la hora de su eterno vivir,
de su felicidad perpetua,
de su giro interminable de su latir
ante la hermosa condesa,
donde los ríos dejaron de ser hielo,
donde los árboles dieron verdor,
donde ya nada había muerto
y donde nada ya era dolor,
sino una vida de un brilloso cielo
y a lo lejano con un sonriente sol,
con más luz su aposento
y con más armonía su amor,
aunque no iba a olvidar su invierno
porque sería una de sus obras de más inspiración,
y terminan de tocar L `invierno
y los músicos se va al cielo sin dolor,
por ver a un músico con su amor eterno
y no un mundo del mismísimo resquemor,
y ellos viven en su nueva primavera,
juntos amándose entre el lecho de amor,
queriéndose entre la cópula enérgica
y tocando el violín de pasión,
sin ver ya más anatemas
sino una vida de la dulce unión,
de ese éxtasis de su relación eterna
entre su lecho y su vida de la composición,
donde los dos juntos fueron al cielo brilloso
del año mil setecientos cuarenta y uno,
donde él había nacido en el año mil seiscientos setenta y ocho,
y ahí juntos estuvieron de fortunio,
él compuso setecientas setenta obras de lo loco
junto a su amor esas eternas u ocho opus,
fueron al cielo de lo ardoroso
y allá tuvieron la felicidad de su otro mundo,
juntos allá de lo meloso
y con su música de tanto amor profundo,
juntos con amor amoroso
y sin infierno en sus seres pulcros,
y se va con sus cuatrocientos setenta y siete óperas,
con sus cuarenta y seis conciertos,
y otras más dejando huella
de su vida y ante el amadísimo cielo,
un sacerdote que consigue un poema
y una vida con sus amados instrumentos,
una existencia con eterna terneza
y con su amor más que divino y eterno,
amándose felices allá entre la nobleza
y ante Dios que los ayudó,
y se consigue con sus amistades
en el paraíso de gran emoción,
entre las hadas y serafines y ángeles
cantando entre ellos de pasión,
y volviendo a tocar su invierno de romance
que en la tierra tanto lo salvó,
y sus otras inmensas obras apasionantes
que compuso de su alma y corazón,
sonriendo entre la chispa de la alegría,
por ver que era una hermosa relación,
cantando entre las vivas armonías
que tenían en su ambiente de canción,
y así vivieron de tanta emocionada melodía
que jamás se dejaron de amar en su ilusión.

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