miércoles, 21 de marzo de 2012

el heroísmo y romance de una magia del sonar.

Era una pareja de amor,
donde vivían el sentido de la poesía,
de música y de la pasión
entre su lecho fogoso ante melodías,
mientras él tocaba sentía ardor
por solo sentir la presencia de su querida,
mientras tocaba la polonesa de la opus cincuenta y tres,(tocando el piano)
solo con su mirada llamaba a su dama bienquista,
donde él con sus brazos la socavaba de querer
a su alma de deliciosas caricias,
que tocaba en ese piano de tanto tañer
y de tal férrea pasión que le consumía,
esa polonesa tan brillante de su querer
que desprendía inmensa vida,
sintiéndola entre su inmenso ser
que solo a su querida de amor veía,
y ella le miraba con tal pasión
que él en ese piano entre acordes recitaba poesía,
una fuerza se apoderaba de su modulación
que despertaba al mundo alegría,
qué magia hacía en su entonación
que tocaba de una gran velocidad merecida,
sintiendo aquel hombre gran ilusión
al solo interpretar esta obra magnífica,
entre apoyaturas de entonación en ese piano de magia bellida,
una obra más que prometedora
que le hablaba de pura poesía,
sintiendo la magia merecedora
que imaginaba mil maravillas,
viviendo en su cándida rapsoda
que de pasión le acaricia,
entre tantas mágicas notas
que viven entre su tocada de las armonías,
y luego de esa cadencia de su vastas notas
que toca en el piano con sus dos manos de melodía,
entre muchos sonidos tan perfectos
que dieron en el compás,
de un toque tan lleno de aliento
que vive en el heroísmo de su paz,
que ahí mantiene de apasionamiento
cuando sucumbe la tristeza de su toque fugaz,
que no coexiste un halo mesto
que un ardor que quema de lo pasional,
consume a tras de los sonidos y apoyaturas su sentimiento
para amar más a su damisela angelical,
donde los árboles cantan en su centro
y donde afroditas aparecen de cantar,
donde ruiseñores y chelos
vienen solo para acompañar
por ser tan dulce y eterno
esa obra que toca de tanto palpitar,
que su corazón palpita de esos ecos
que suenan entre acordes de ese entonar,
son tan vastas esa cadencia en ese instrumento
que suenan de nuevo entre sus dos manos de magia astral,
amando la pureza de su movimiento
que expresa a su alrededor armonía y paz, (Cambia de movimiento)
llena de locura en su centro
que solo siente la música que ama de verdad,
que muriese por ella como por su apego
que es aquella damisela de felicidad,
todo en la música es para él de lo inmenso
cuando ama en su inmensidad,
todo se vuelve junto al ritmo tañendo
un orbe de una vida de santidad,
solo por esa polonesa que explota de su momento
entre alegría y melosidad,
moviendo hasta su mismo cuerpo
que está en ese piano de recital,
siente tanto la música como fuego
que su mismo ser se enciende de lo magistral,
un hombre que idolatra a su apego
que ni dejaría de amar,
viviendo ahí su mismo sueño
entre notas de tanta paz,
que le desprende un sueño tierno
para ver un paraíso de puro cantar,
así es su ruta de sus ecos
que entona entre el piano de su polonesa, (vuelve a su tempo)
no ve a otro idilio que a esos dos alientos
que son su vida y poema,
donde se vuelve vesánico entre lo tierno
que está en ese piano de vida eterna,
que no fallece en esas apoyaturas de un averno
sino las flores le perfuman entre las cuerdas,
que el respira ese cielo
que le acompaña en su naturaleza,
donde todo es tanto amor enérgico
que siente en esa dulce y apasionada espineta,
oyendo voces sacras de un reino
que vienen ahí para cortejar a su damisela,
donde ella no les hace caso a ese momento
sino que oye a su amado de pura terneza,
donde entona esa cadencia de notas de aliento
que toca en sus dos manos de gran belleza,
está tan enamorada de su hombre poético
que daría seguro su alma a Dios para vivir en su vida entera,
donde suena estacatíssimo el sentimiento
entre su piano de notas plebeyas,
dando una visión de su mundo entero
que el de desespero corre en amor a su bella,
y que no es un simple desespero
sino la agitación que cae a los brazos de su damisela,
donde la consume con miles de besos
así como los que suenan en la espineta,
así de tanta pasión da a su embeleso
con mucha magia que él da de cadencia,
donde su orbe es una tonada ardiendo
entre su amor y su hermosa belleza,
que él estalla en ese eterno fuego
que toca en lo estacato de gran tormenta,
un amo y señor de los sonidos frenéticos
que él toca en su alma entera,
donde dice que la música no es relajación
sino una vida que no dice de lo que es,
y que no es justo que sea sí su definición
por solo parecer que te hace bien,
no es así ese volcán de erupción
que explota en su mismo ser,
e igual que el creador
que hizo esta obra de Frederick Chopeen,
si no es como su sentimiento de elevación
que lleva la imagen de su eterno querer,
no uno que solo representa una relajación
tan pérfida que sino un vivo tañer,
que canta a su heroísmo de su nación
entre sus acordes y melodías de querer,
desprende tanto fuego en su pasión
que se ve a la naturaleza de amor florecer,
se ve tanta energía en esa entonación
que toca el hombre aquel,
donde vive su gran euforia de palpitación
entre su piano de tanto arder,
donde es él mismo de un predilecto amor
que se ve ahí y a su damisela de nacer,
tanto y tanto de su mirada a su corazón
con la música que solo eso es,
una chispa que cae del universo de iluminación
para indicar qué está viviendo su tañer, 520
que solo es un lenguaje de animación
cuando vive lo que se anhela de un querer,
que él no muere ante la pasión
sino que más explota de locura,
que es una hermosa cadencia entre su voz,
que él cantó entre su noche de holgura,
como Frederick Chopeen de emoción
entre su gran obra de sus partituras,
que no dejó de escribir esta entonación
entre los acordes de una locura,
donde no dormía en su nación
sino componiendo su más fiel ternura,
y donde el hombre lo toca con tal efusión
que siente tanta viva musa,
es así esa estupenda palpitación
que late en su corazón de dulzura,
que ama tanto en su cándido corazón
y a su hermosa dama entre el anhelo y la lujuria,
sintiendo su gran estimación
entre la viva y poética música,
más de esa polonesa de predilección
que explota entre esa noche de luna, 551
y su amada lo ve con tanta conmoción
que grita a su amado que la obra es única,
que siente tan hermosa vibración
que a su desnudez sus tonadas perfuman,
y que le excita de tal cálido amor
que a su alma deja muda,
si no le deja un aroma de ardor
que a su cuerpo acaricia de holgura, (cambia al tempo del principio)
siente un oasis de esa polonesa de calor
que a su intimidad y vulva
le dejan entre orgasmos de exaltación,
por sentir tanta voz junta
que va hacia su estimada sensación,
y que ella al solo oír se llena de ternura
y hace magia el sonar que es excitación,
es como si las notas le hicieran lujuria
él sin tocarle en su carne de impresión,
es así de mágica la música
que esta damisela eso desprendió,
y él toco de más cordura
entre ese piano que de sus vastas cadencias en el coito explotó,
algo vivo y de hermosa pintura
lo que se ve en ese cuadro de seducida entonación,
que a ella las notas le hacen caricias a su divina vulva
para que ella más muera en esa inmensa copulación,
que viene a ser tal quimera sin disculpa
donde ella se deja entre la dulce ilusión,
que vive entre su noche de locura
por tener a un hombre de tal amor,
donde termina de tocar aquella música
y que va donde su querida y le hace más la copulación.

donde anhelan un amor tan pulcro y etéreo
que viven en ese amor de primavera,
donde él ve a su ser con sus ojos negros
donde ella se hipnotiza más de su ojos diademas,
más cae en ese refugio de lo bello
que él expresa a su hermosa gema,
es una pasión que tiene amor tierno
y donde es tan apasionada la polonesa,
que acompaña con sus mil alientos
para levantar a sus corazones de candela,
de tanto e inmenso fuego
para que despierten más a su pasión frenética





solo amándola sin irse de ese ser
que solo amaba como un amor a una poesía,
no dejaba de tocar esa obra de la mayor,
mientras tocaba la consumía,
era solo que el divino compositor
que hacía magia en ese ambiente de alegría,
era tanto el fuego del amor
que sus ansias en la noche más crecían,
seguíais tocando de pasión
y luego la polonesa iba ser fantasía.
Dejasteis de tocar la modulación
y simplemente el piano cobró vida,
solo él sonaba de esa ilusión
para alentar a vosotros de esa caricia,
vivían con un férvido corazón
amándose de tanta sonrisas,
mientras os consumíais más,
más la noche brillaba de su ambiente,
mientras os queríais con tanta paz
el piano cantaba entre sus entes,
habían perseidas y estrellas fugaces
y él pidió mil anhelos,
había pedido que su amor fuese eterno romance
y así su corazón sería fuego,
se cumplía el deseo que arde
donde su mujer expresaba más enamoramiento,
esa noche se amaron a lo grande
donde su heroísmo era eterno,
así como de la polonesa apasionante
que sonaba en sus corazones de aquel lecho,
su piano siempre fue vate
y en eso fueron vosotros sin juegos,
donde os acariciáis entre la carne
sin decir adiós a lo que vivís de apego.

Eran una correlación tan de iguales gustos
donde los dos tocaban el piano,
estaban enamorados de los nocturnos
como de las obras de Chopeen de lo romántico,
así como de sus polonesas
que era el lenguaje de su mismo mundo en que vivían,
el heroísmo de un amor que revienta
ante el ardor de sus poesías,
no solo eran músicos en la existencia
sino también escritores,
entre ellos os escribíais su poema
de lo que sentíais de sus entonaciones,
cada día que pasaba eran etopeyas
de esa historia que tenían de ardores,
sin alejarse del mundo que aman de querencia.
Al pasar esa noche de su polonesa férvida,
durmieron entre la lujuria apasionada,
pasaron una noche de pasión eterna
donde fue una relación sincera y entregada.
Os levantáis de vuestro lecho,
que es el terreno de sus melodías,
y el hombre toca un romance largueto
que es de Frederick Chopeen de lira,
el segundo concierto para piano de aliento
que permite a que su relación sea más poesía,
la mujer no aguanta y besa a su pecho,
sus caricias de sus labios son sumisos,
el hombre queda solo ardiendo
por la cálida dama de su destino,
por tal música que tocaba del romance largueto
era lo que a la mujer le despertaba el amorío,
era tan hermoso ese concierto
que él expresaba pasión a su único idilio,
vivían de un romance de ensueños
que veros quisiera ir ahí sin martirio,
eran así aquellos poetas del momento
que se adoraban en su mañana de cariño,
sonaba imaginariamente chelos,
oboes, clarinetes violines de sonidos,
era ese santuario como el cielo
donde solo eran la magia de un delirio.
Eran hasta océanos y volcanes,
llenos de esa fuerza de amar,
eran así ante lo apasionante
que se agitaba en sus corazones de cantar,
era un mundo no despreciable
sino un mundo de solo fantasear,
habían solo óperas y cantares
en aquel fóculo de arrullar,
era fabuloso ver su tal arte
en donde se poblaba solo paz.
Se dieron cuenta que amar es más que el cielo,
que no tiene límite en la galaxia,
que es una magia que hechiza hasta el firmamento
por ser solo que romanza,
y que de todo ese universo
enamora a las estrellas y soles de alabanza,
por eso que poemas son aquellos alientos
ante una melodía de magia,
que hacen ver a otro mundo de sueños
como en ese romance de gracia.
Es así y siempre lo será,
sin poder el amor irse,
por ser ese gran romancear
que en su corazón existe.
Es así y vencerá
hasta que Dios abra sus alas,
hasta que se llegue allá
y se pueda entrar en almas,
solo que con ese entonar
de lo que es el piano de pasión amada,
solo que con ese arrullar
se llegará para la calma.
Es lo que todo amor espera,
es lo que un corazón anhela,
solo que ese mundo de amor
solo que con aquella condesa
para respirarla como flor,
sin poder irse de ahí,
y sin poder dejar de quererla,
por ser su amado vivir
que tiene en su corazón de poemas,
eso es el amor que llega simplemente,
como en el corazón que ama,
para la entrada esperanzadamente
sin llorar sino ahí amarla,
es y lo es apasionadamente
en su dulce remembranza,
que no olvidaría de su ente
lo que ha pasado con su dama,
que es esa pasión de sonidos tenues
entre la noche hasta la gloriosa mañana,
donde disfrutaron alegremente
sonriendo entre su relación de romanza.

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