miércoles, 11 de abril de 2012

Antonio Lucio Vivaldi ante la sanación.



Antonio Lucio Vivaldi ante la sanación.

Adagio molto de un italiano músico,
entona en su sinfonía de si menor
en un ambiente de su ser lúcido
en lo fúnebre del compositor,
llamándose Antonio Lucio
que en Venecia nació,
siendo un escaldo rúnico
del Barroco de su pasión,
que en esa obra suena de lo único
que él sentía de su resquemor,
que usaba un rojizo túnico
como sacerdote de su devoción,
suenan tantos violines no rústicos
en esas cuerdas de su corazón,
por haber perdido a lo fústico
que tenía en su alma de amor,
ahora es un averno ligústico
que vive Antonio Vivaldi de dolor,
sin necesidad de lo acústico
él componía su obra de más vigor,
donde palpitan esos querúbicos
en esos violines de postración,
siendo su siglo diecisiete tan rústico
entre su mundo de lo nostálgico,
si amaba porqué quitar el anhelo,
y porqué sufrir en lo cefalálgico,
quería tan solo ese ser pleno
que en días había convivido de lo mágico,
y ahora solo es un estallido de ecos
que palpitan de lo trágico,
¿quisiéredes contener el beso
de aquel ángel que fue volando?,
aquel aroma que fue eterno
cuando dormía junto tus brazos,
solo y lúgubre es el sentimiento
que canta a ese adagio,
donde la vida de ese desespero
vendrá más en tonos atormentados,
una tiniebla se apodera de sus instrumentos
para solo de perfidia acorralarlo,
quiere la luz del mismísimo cielo
para que alumbre eso sacro,
pero es fusco por su devaneo
y solo es un ambiente de tétricos contrabajos,
qué locura son sus movimientos
cuando transmite en lo cabizbajo,
lo hiel mata en su duelo
y lo pérfido acaba a su ser sollozado,
solo en su noche negra componiendo
y tocando esa obra,
lo increíble sintiendo
y sintiéndose con tanto idioma,
porque en cada verso
de cada compás es la historia,
por tal pesar de su universo
que invade esas notas,
sabiendo que será de más miedo
por ver ya afuera algo que llueve,
entre rocíos del mismo cielo,
porque ya afuera cae nieve,
siendo ya un ambiente mesto,
donde aquella luz que anhelaba fenece
y donde comienza su otra obra del invierno,
está por terminar su otro presente
que vive en este aposento solo de duelo,
y por contemplar llovizna entre las relieves
y por cegar a sus ojos de su aposento,
donde no hay luz y solo velas se prenden
al no ver ya ese sol ardiendo,
su mismo ciclo de estación cambia,
antes era otoño muriendo
y ahora tan solo es frío que mata,
así como en notas gimiendo
por la vida disipada,
donde termina de tocar ese adagio molto
y donde toca sus otras palabras,
viviendo en su opus d`invierno sonoro
a su mirada más acongojada,
donde lo acompañan serafines entre coros
y que tocan los violines del alma,
y él toca la viola de lo loco
aunque llore de su vida matada,
siente ante esos violines su opus sin retorno
por su ambiente de vida llorada,
mesto su invierno sin retoño
sin ver una primavera matizada,
solo se siente frío al fondo
y un cantar de las patéticas tonadas,
donde toca un chelo un ángel entre los tonos
y un contrabajo una dócil hada,
Antonio Lucio Vivaldi no está solo
sino con sus amigos de las palabras,
aunque viva su música de lo fantasmagórico
ama aunque sea un desaire de cantadas,
sigue y sigue sintiendo su invierno formidoloso
entre su aposento de pérfida alma,
donde no hay un vivir que no sea postro
sino una ley que no exista la muerte en la amada,
donde ya no ve su fijo rostro
y donde ya no la besa en su alborada,
donde aflija sus ojos llorosos
y donde al tocar los violines lloran con su alma,
era el Domine de los tonos
y más de los instrumentos de cuerdas,
él podía hacer tal mundo luctuoso
que hacía llorar a su tema,
que hacía contemplar lo sonoro
de lo cual es un sombrío poema,
no hay fuga de esos ojos
que le miran en anatema,
son los ojos del felón fogoso
que vive en la vida que averna,
donde no hay paz y todo es espantoso
entre las almas que penan,
ahí cuando él tiene los tonos
se da cuenta que hubo una culpa,
observa la imagen de lo zozobro
donde se llevan a su ternura,
el mismo diantre tenebroso
a su infierno de injuria,
fue para él tan doloroso,
que despierta una ira de locura,
hace mover en sus cuerdas más acentos,
más compás de su sentimiento,
más ira como un Domine del instrumento,
lo que era él entre su mundo tétrico,
donde la magia suena de más chelos,
de más contrabajos y violines,
de más violas y ecos,
donde al mismo diantre le espera peores afines
por su obra del invierno,
será así hasta por los serafines,
por haber ensuciado su vida de truenos,
de desesperación y cicatrices
que no se desaparecían de su pecho,
ahora que sabe esa tragedia
solo va a derrotar entre su misma obra,
dirigiendo a su misma orquesta
los sonidos que son en su rapsoda,
así cambia tal ardid que flecha
más al dolor de su historia,
y que aparta a ese anatema
reviviendo a su luctuoso aroma,
dirige y dirige su cadencia
donde la armonía grita con gloria,
donde los instrumentos son belleza
y donde su fe vuelve a su idioma,
acaricia tal ardor en su alma poética
que convierte a su mundo de libre paloma,
donde el mismo Dios da unas azucenas
para que aromen a su alma de rosas,
lo perfuma tanto a su poema
que desprende aún mucho más de notas,
tan solo los serafines contemplan
un gran compositor de su vidorria,
como cambiar esas corcheas
entre los acordes de honra,
a su alma joven con terneza
y sin ya tener lo mesto de su obra,
hay tanto latir en su sapiencia
que siente amor ya a su invierno,
donde siente que va regresar su condesa
y que amará como en el lecho,
se siente florear y ya no llorar,
se siente una nueva imagen de su sentimiento
y un nuevo Antonio Vivaldi de cantar,
aunque hayan tañeres de lo mesto
será por la ganada lucha que anhela lograr.
Siguió tocando entre su aposento
ante los serafines entre lo amado,
seguía entre su noche y cielo
aunque había todavía nieve a lo lejano
pero que ya sentía amor a su invierno
por sentir un hermoso milagro,
no era aún eso a su aliento
y aún no se sabía de lo mágico,
tenía que esperar la orden de su cielo
y así poder ir a rescatarlo,
a eso que quiere en todo sus instrumentos
sin poder olvidar menos lo del pasado,
son recuerdos que viven en su seno
y son locuras que aún te aman demasiado,
por eso tenía que esperar la voz del reino
para poder ir en combate ante lo despreciado,
sabía bien que si iba con ojos abiertos
iba a sucumbir en ese infierno penando,
tenía que luchar sin ver al averno
y poder rescatar a su ser idolatrado,
¿sin ver iba a traer a su mismo apego
y así cómo buscar a eso adorado?,
¿no tendría que lidiar ante el felón maléfico
y así derrotar y traer a lo mágico?,
solo Dios sabía que quería hacer con él,
que el mismo se diese cuenta,
así como en su música fiel
cuando compone de nobleza,
cuando compone en lo hiel
para solo ver a la terneza,
y al seguir aún tocando la miel
de su composición logra conseguir la inteligencia,
y decide ir al mundo cruel
y así no mirar con sus ojos a ese anatema,
fue tocando con su viola a ese inframundo,
seguían tocando los serafines y hadas la pieza,
el sonido se oía hasta ese espeluznante mundo
que iba con ojos cerrados ante las tinieblas,
habían muchos demontres fuscos
que daban terror ante el sonar de las deblas,
aunque no viese veía a través de la música,
veía todo a través de ella,
sentía ya donde estaba su ternura
y que iba a derrotar fácil con su poema,
venció a los demontres de locura
y fallecieron ante las lavas negras,
seguían tocando en la noche nocturna
sus amigos en la orquesta,
ellos igual sabían que iba todo con holgura
por saber que era él la nobleza,
y la fe de la lucha
para traer a su bella condesa,
luego llegó a lo alto de la altura
y vio a su hermosa diadema,
el Rey Diantre se enfrenta con astucia
y le da por la espalda con fuerza,
Antonio Vivaldi no sintió nada en su túnica
y solo empujó al Diantre con fineza,
y tocó su lìnvierno con alma de música
aturdiendo al demonio con cadencias,
y el demonio se va de esa locura
y se vuelve loco por su presencia,
no sabía que era el Domine de la justicia
que venía a solo destrozarlo con ese tema,
el demonio vio todo en esa alma acústica
que se sintió mal por lo que hizo a ese con su condesa,
ya su mujer había sido violada en lujuria
y ya no era núbil en su apariencia,
al darse cuenta eso Antonio lo mata con su lucha
y lo manda a un mundo de dolencia,
solo y solo sin fuego de su liturgia
del mal entre otro mundo de más tristeza,
y su amada cae a los ojos de su teúrgia
que hizo ahí de magia inmensa,
su mujer lo mira con tanta ternura
que a sus labios ella solo lo besa,
sonriendo con una vida de holgura
por haber tenido el milagro de su naturaleza,
los instrumentos de su aposento seguían con finura
y su alma de él con una obra más que bella,
de una vida de amor por fin con dulzura
y con su hermosa diadema,
fueron a su aposento con alma casi gemebunda
porque no creían que iban a vivir juntos en la tierra,
el terror de su mundo no se abunda
y el invierno desaparece en su vida plena,
aunque sigue sonando ese lìnvierno de ternura
y de fe a la nueva condesa,
los que le acompañaban en su hogar de la música
cantaron más en los tañeres de grandeza,
sintieron tal emoción sin angustia
por haber tenido el amor Antonio de querencia,
no una vida de tonos de vida mustia
sino una vida de tonos en terneza,
qué mágico fue al derrotar al ruin,
qué bello fue que tenga a su amor,
qué noble Dios fue con su violín
que llegó a dar magia en su corazón,
a sus instrumentos de más sentir
y de más magia de la música de pasión,
había hecho cosas que nadie hace,
maravillas que van y que se recuerdan,
un idilio que es más que romance
más que poesía en su inmensa pieza,
donde dio un gran cambio y avance
entre los compases de su alma poética,
entre los instrumentos fragantes
que cambiaron a su vivir de cadencia,
era la hora de su eterno vivir,
de su felicidad perpetua,
de su giro interminable de su latir
ante la hermosa condesa,
donde los ríos dejaron de ser hielo,
donde los árboles dieron verdor,
donde ya nada había muerto
y donde nada ya era dolor,
sino una vida de un brilloso cielo
y a lo lejano con un sonriente sol,
con más luz su aposento
y con más armonía su amor,
aunque no iba a olvidar su invierno
porque sería una de sus obras de más inspiración,
y terminan de tocar L `invierno
y los músicos se va al cielo sin dolor,
por ver a un músico con su amor eterno
y no un mundo del mismísimo resquemor,
y ellos viven en su nueva primavera,
juntos amándose entre el lecho de amor,
queriéndose entre la cópula enérgica
y tocando el violín de pasión,
sin ver ya más anatemas
sino una vida de la dulce unión,
de ese éxtasis de su relación eterna
entre su lecho y su vida de la composición,
donde los dos juntos fueron al cielo brilloso
del año mil setecientos cuarenta y uno,
donde él había nacido en el año mil seiscientos setenta y ocho,
y ahí juntos estuvieron de fortunio,
él compuso setecientas setenta obras de lo loco
junto a su amor esas eternas u ocho opus,
fueron al cielo de lo ardoroso
y allá tuvieron la felicidad de su otro mundo,
juntos allá de lo meloso
y con su música de tanto amor profundo,
juntos con amor amoroso
y sin infierno en sus seres pulcros,
y se va con sus cuatrocientos setenta y siete óperas,
con sus cuarenta y seis conciertos,
y otras más dejando huella
de su vida y ante el amadísimo cielo,
un sacerdote que consigue un poema
y una vida con sus amados instrumentos,
una existencia con eterna terneza
y con su amor más que divino y eterno,
amándose felices allá entre la nobleza
y ante Dios que los ayudó,
y se consigue con sus amistades
en el paraíso de gran emoción,
entre las hadas y serafines y ángeles
cantando entre ellos de pasión,
y volviendo a tocar su invierno de romance
que en la tierra tanto lo salvó,
y sus otras inmensas obras apasionantes
que compuso de su alma y corazón,
sonriendo entre la chispa de la alegría,
por ver que era una hermosa relación,
cantando entre las vivas armonías
que tenían en su ambiente de canción,
y así vivieron de tanta emocionada melodía
que jamás se dejaron de amar en su ilusión.

Capítulo II
Un amor de Leansi que vuelve a la vida.

Después que falleció Antonio Lucio Vivaldi,
después que se fue con su amor sacro,
con su música y con su amor dandi,
un compositor tocó su Verano,
el allegro non molto por Leansi,
lleno de violines, chelos y contrabajos,
juntos ante una vida sin oasis,
tocando esa obra en sol menor en lo cabizbajo,
con su amada Merinos Arias Gilka ,
y entre seráficas duquesas,
viviendo el desaire de esa vida,
de esa obra en honor de esa tormenta,
que sonaba de los instrumentos de morriña
por la vidorria que le tocaba en su alma plena,
por la enfermedad que su esposa tenía
tan solo que de esquizofrenia,
aunque el instrumento tocaba con armonía
y alrededor tétricos por su alma del poeta,
sabían que ella era toda su completa alegría
y que así ame la música estaba enferma,
solo entregada a la hermosa caricia
de esos violines agitados de existencia,
y él ahí con desespero de su querida
por no tocar viéndole a él con querencia,
le ignoraba y para ella él no existía
y jamás en la vida pensó que iba suceder ese problema,
y hay un silencio entre el compás de la mitra
que luego decae a un asombro de la cadencia,
como los violines entre esa armonía
que son solo rápidas y estacato de la pieza,
sintiendo tal desgarrada ira
por no tener a lo que ama en su tierra,
como su alma entre la burlona risa
que mata a su sangre de su existencia,
y violines tan angustiados suenan
entre los compases de locura,
siguen esos instrumentos del tema
sin apartar su misma musa,
y tan solo ellos resuenan
entre el mismo Verano de su alma gemebunda,
entre esa pánica naturaleza
del juicio o cordura,
donde vive Leansi de un averno o invierno
como un poeta de lucha,
aunque el mundo sea tormento
el siente que quizá no haya más tortura,
y pueda vivir de más aliento
acariciando a su bella ternura,
y desciende lo agitato el violín de su movimiento
y cambia a más tranquilo de su alma mustia,
donde el ambiente va cambiar de ese Verano en más fuego
a un alma liquidada de su ruta,
cuando solo suene ese violín de lamento
entenderá que siente Leansi en su lucha,
sonando un violín más mesto
entre el ambiente de su vida que ni perfuma,
sintiendo así su ser honesto
que pide a gritos una paz en la ternura,
y así ame de lo bello
en su alma gemebunda,
pero locuras vienen en su aposento
y no sabe qué hacer ante la vida injusta,
le acompañan esas seráficas entre violonchelos
tocando como deidades de dulzura,
él las ve y sufre aún más de desespero
por verles tan esbeltas y hermosas,
pero resiste ante el idilio de frío momento
tocando ese violín con alma sufridora,
sintiendo mil cosas del languidezco
como el fuego que a su fe desborda,
y que en su silencio del mismo tiempo
deja que fluya las notas,
viviendo un desaire de su apego
a un orbe de mustias rosas,
donde ve caer el mismo universo
y a las centellas luminosas,
llora tanto en su sentimiento
que salpica lluvia sobre su aroma,
donde llueve en ese Verano tétrico
y donde ve un mundo de diferente idioma,
muere aunque está despierto
entre las partituras de su vidorria,
busca tanto él en el intento
de conseguir una luz brillosa,
y solo consigue Un verano de averno
que se marchita y se pudre con mazmorra,
de la misma naturaleza en truenos
que mata a su paisaje de su alma que llora,
todo se conecta en el pensamiento
que acaba a vuestras horas,
y llama al cielo a su aposento
para decirle que mire su alma loca,
que sufre por un amor
y porque la quiere de vuelta ahora,
pero nadie oye su cantor
y fallece más de las notas,
que tiene su mano el violín que más chilla de dolor,
más gime su historia
entre el ambiente desolador,
no sabe qué mundo sentir en su memoria
sino que esos violines de lo atormentador,
sin saber si en ese violín es rapsoda
o sino rapsoda sin lo romanceador,
porque vive en un silencio de vida biliosa
que martilla en su corazón.
Leansi por su Arias gemía
entre los violines de la cadencia,
enfurecido estaba con la elegía
por no conseguir el paso de la terneza,
aunque tocaran con más amor ante su Gilka
no iba a verlo jamás en la naturaleza,
el Verano de la obra más aturdía
más con soltura y fuerza,
de más temor entre lo allegro non molto,
que dejó Vivaldi en la tierra
para que suene ahora en un corazón lacrimoso,
que está viviendo en la vida desierta,
aunque cante Vivaldi en sus tonos
Leansi veía llorar a las cuerdas,
y las seráficas con tétricos ojos
por contemplar al romance sin pradera,
solo un desdén con lo luctuoso
que ni llueve y solo hace un sol que a su fe quema,
que no hay pasión de lo fogoso
ni una colorida pintada primavera,
no hay retorno en su amor meloso
sino un volcán estallando en la pieza,
con ese desaire tocaba L`estate quejumbroso
entre su fóculo de vida que no despierta,
y más ante la vesania de su amor amoroso
que ni se siente que es su realeza,
sino un árbol mustio sin tronco
que solo tiene aroma de maleza,
él aún sigue ahí con el tañer del verano,
viendo a las seráficas bellas,
pensando: “si dejo a mí ser amado,
y me voy con una de ellas,
pero es que a ella la amo
y no sé si pudiera,
me fuera más infierno no darle abrazos
y ni mirarla más en mi existencia,
no sé qué hacer hoy que toco este Verano,
siento que mi mundo es injusto en la tierra,
siento que solo hay un Dios malo
que me ha dado el amor de la peor guerra,
si pedí a ese gran y epicúreo regalo
porque me dais ahora lo que aterra
porque no me disteis el amor mágico,
y donde ya termino de tocar este allegro que me flecha
entre mi sentidos y mi corazón llorado.
Y sé que toca la música con tal belleza
que al verle me quedo enamorado,
pero ya hace dos años que ni me observa
y ni me ama en mi mundo acabado,
cómo quisiera a ella solo de nuevo tenerla
y que me diga solo te amo,
y que ya no ignore con su esquizofrenia,
extraño tanto esos besos y abrazos
que me daba en las noches tiernas,
ésa cópula del amor mágico
que disfrutábamos en noches de perseidas,
ahora solo es un universo fusco del espacio
cayendo meteoritos a mi alma de poeta,
añoro tanto eso de lo adorado
que siento mi alma partir ante las estrellas,
que me veo sin lo amado
como estar ahí ante ella,
un averno que me ha flechado
con fuego y simples tinieblas,
y al solo tocar este lúgubre Verano
siento mirar mi mundo de la tristeza”,
Leansi terminó lo que estaba tocando,
entendió que podía engañar a su belleza,
pero no pudiese vivir en un tártaro
sin besar más a su hermosa gema,
estaba en su concierto número dos tan trágico
entre las seráficas que gritó al cielo pidiendo una existencia,
algo que sea etéreo en su corazón blanco
que tanto necesita de las flores de su misma azucena,
Dios solo en su oasis callado
sin hacer caso a este hombre que insistía en su condena,
será que se lo tenía que ganar en lo honorado
y así recuperar a la imagen de su silueta,
de su amor de Gilka a la que ha llorado
hoy, ayer y siempre en esa parecida debla,
de ese movimiento tan acongojado
que se entona en su alma de tormenta,
y cambia al movimiento Presto adagio,
igual su amada sigue el ritmo,
suenan violines ante su santuario,
y las seráficas tocan más de lo cuito,
dando un sonar tan tranquilo llorando
en su compases de los sonidos,
donde los sonidos están arrodillados
pidiendo al mismo Dios la paz a lo compungido,
y chelos y contrabajos suenan con tanto desafío
entre el ambiente de lo estacato,
haciendo sentir el funeral de su Adagio,
por no ver ya los ojos de su paraíso,
sino a un cadáver tocando,
y chelos suenan con tanto desafío
entre el ambiente de lo estacato,
y suenan violines aún con chillidos
entre su alrededor de una espera a lo soñado,
aunque es imposible ese amorío
que vuelva con ojos alegrados,
y siguen esos sonidos tan aturdidos
que suenan de la obra de lo escatato,
de amarla cada segundo sin frío
y consumirla sin dejarle de amaros,
pero no hay voces del cielo infinito
y su vida sigue con lo desesperado,
con chelos con tantos gritos
entre el sonar de lo vesánico,
viviendo un momento que ha sido como un siglo
solo estar ahí con lo que ha venerado,
queriendo ver el sol mismo
pero sin que queme a su corazón destrozado,
y al fondo de la ventana a lo lejísimo
se contempla entre el sonar algo,
fuego y demontres del abismo
que vienen hacer fiesta por la venganza de lo no honorado,
de Antonio Vivaldi con lo enfurecido
porque él mismo fue el que los destruyó a lo malvado,
y vienen atacar a la obra y a ese idilio
sin tener miedo ante Leansi de lo aterrorizado,
y suenan chelos y estacato los contrabajos
ante ese miedo de lo infinito,
vienen con su fuego y ludibrio
para acabar a él ser que vive más de lo aterrado,
sin importarle a Leansi toca con lo cuito
así se acabe el mundo el no dejará de tocar,
así hayan llamas en su destino
el seguirá hasta morir por su amar,
le ama tanto al ser de su camino
que vive entre la locura de la tempestad,
las seráficas al ver los demontres mezquinos
siguen tocando con una magia magistral,
botan un sacro y férreo hechizo
a la entrada de esos diantres de maldad,
y cambian el movimiento del sonido
a una tormenta pertinaz,
para el mismo diantre terrorífico
que anhela entrar,
no pueden hacer nada en su delirio
que viven de poca felicidad,
los leviatanes al oír tantos sonidos
y recordar a Vivaldi se marchan nada más,
se aturdieron ante los silbidos
y ante la magia que dieron en la poca paz,
y siguen esos violines de tanto torbellino
que suenan en ese Verano sin estrella fugaz,
sin un anhelo en el ser de Leansi al amorío
sino un universo fusco de tempestad,
sintiendo esos violines de tanto martirio
que martillan a su misma soledad,
es como ver a su amada y no darle cariño
y sin sentir el perfume de la melosidad,
sino un mundo de escalofrío
que sufre en su misma tocada de desolación,
donde el movimiento es presto,
y donde el ambiente es más de terror,
de más miedo a lo mesto
que sufre y palpita el compositor,
donde Dios ni aparece para lo honesto
y donde su vida es una plena postración,
tanta alma patética en su sentimiento
que vive en su concierto de desilusión,
chillan muchos los violines del infierno,
de un averno que se fue y que sigue,
que no ve otro mirar sino ese,
donde lloran chelos y violines
y que ni alma poética tiene,
porque ni su amor lo mira que existe
y porque ni le acaricia dulcemente,
solo estalla con más sonidos febriles
ante su desesperada mente,
donde entona más al concierto terrible
entre la furia de su mismo ente,
entre el violín de cicatrices
que tiene en su mano fijamente,
que bota unas lágrimas lacrimosas,
que no ve ya su desdén con flores,
donde su amor se volvió más que vidorria
y donde ya no hay esas sumisas voces,
donde su amor ahora es ceniza,
donde no la ve y las seráficas más lloran en el roce,
como del violín por esa alma bendita,
y que solo desaparece ante los ojos llorones
de su Leansi con desierta vida,
y donde se pregunta Leansi: “¿dónde está lo noble
para que ayude a este suplicio que martiriza,
antes por lo menos sentía sus olores
pero ahora ya no siento ni su melodía?,
¿dónde se ha ido el amor de mis rincones
y porqué se volvió favila?,
si yo estaba aún con fervores
aunque sea horror esperar un milagro en la vida,
por ser tanto pedir esas visiones
que ni el mismo Dios concede a mi elegía,
y ahora solo es nada mis pasiones
si no la tengo ante mí tétrica armonía,
que suena de este Verano presto,
que no puedo más con la misma hipocondría
que clava tanto a mi hiel sentimiento,
no puedo más soportar ante esta injusta caricia
que me da el mismo vivir con el infierno
que siento fuego en el violín que crucifica
a mis manos y a mi anhelo;
a mi alma que ni resucita
ante este fóculo del mismo concierto,
creía que iba ser esta existencia distinta
pero viene a ser igual que hace tiempo,
con tortura que solo canta y que pinta
un cuadro de pintura con sufrimiento,
donde me veo yo con alma vacía
y con las seráficas con ojos gimiendo,
donde tocamos un Verano de lira
ante el sentir del desespero,
donde hasta mi amor se va en ceniza
y donde yo no siento su aliento,
y que termino casi de tocar el Verano
y solo estoy que fallezco.
Me es tan oscura esta lidia
que tengo en frente solo a mi instrumento,
que lo toco con alegría
aunque sea mendaz lo que expreso,
sino un caos de mi caricia
entre las cuerdas del violín y chelo,
así es ese cuadro y yo de agonía
que me invade con espadas y truenos,
tormenta se avecina
ya en mi terrible aposento,
por sentir tanta llorada melodía
entre los acordes de este Verano de lamento,
que gira a mi eterna vida
por si volveré a ver a mi amor eterno,
donde mis seráficas lloran en la melancolía
que vivo entre los mismos instrumentos,
donde los instrumentos ni respiran
por tanto funeral que hay de tormento,
y que termino de tocar el Verano de morriña
entre mi añoranza a lo más etéreo”.
Dios contempló su inmensa ruina,
y a su amada él se la había llevado al cielo,
para solo curarla y mandársela con vida
y así el renazca por lo mesto,
manda a Fréderick Chopeen y a su alegría,
su amor de su más tierno anhelo
como Merinos Arias Gilka,
y pone a tocar a Fréderick un nocturno de renacimiento,
el opus nueve número dos de armonía
donde renace a su mismo aposento,
donde las seráficas brillan
y donde su amor expresa de más aliento,
él toca esa obra bienquista
Chopeen con tanto amor y afecto,
porque desde los cielos había visto su elegía
en la cual había vivido de lo mesto,
siendo la obra de un nocturno dulce
entre el movimiento de lo allegro,
dando a sus espíritus beatitudes
entre su alcoba de apasionamiento,
dando del mismo piano luces
a su fóculo de poema bello,
cantando Chopeen ante una vida no lúgubre
sino armonía entre lo tierno,
canta y canta y él la besa a su amor de inquietudes
porque había sufrido tanto sin su cuerpo,
ella recuerda su pasado con virtudes
y nada se olvida de su amor benéfico,
se unen los dos con tantos besos de magnitudes
que llegan hasta tocar la voz de Dios en su reino,
viven de un romance que tanto esperaron,
que no creyó y que tiene,
que fue para él un milagro
y que ahora está en su presente,
que al ser un lúgubre Verano
los violines renacen entre lo dulcemente,
e igual en ese vivir cantando
por ser una armonía tiernamente,
y que Antonio Vivaldi manda unos rayos
en su imagen dando violines tenues,
y tocando ante ese nocturno amado
que tiene Chopeen en el piano felizmente,
y sintiendo que su música fue lo acongojado
ante su mismo Verano infelizmente,
que él vivió de un diferente pasado
donde en su mismo Invierno renace lujosamente,
pero que al ver que visión tuvo Leansi
le tiene admiración inmensamente,
por ver que fue igual que Antonio Vivaldi
al interpretar esa obra suya sentidamente,
y que no fue un don Giovanni
al traicionar a su mujer infielmente,
se sintió tan conmovido por lo dandi
que tenía Leansi en su ser lealmente,
y que manda del mismo oasis
unas flores para que perfumen alegremente,
nada más que del mismo jaborandi
para que renazca más a su idilio apasionadamente.
Leansi de tanta elegía le hace el amor a su mujer,
se besan y se acarician,
copulan tan divinamente de su enternecer,
y siente que su amor se entrega con toda delicia,
luego las seráficas sonríen a tal querer
se siente felices en la vida,
por solo ver magia en su arder
que viven de su hermosa armonía
sin más él ahí fenecer.
Leansi:”¡Qué sorpresa es veros nuevamente!,
pensé que vos ibais a desparecer.
Arias Merinos Gilka:”Jamás de ti me fuese,
vos tenéis el amor de mí ser,
no pudiese irme a otro presente
sino que con vos entre mi querer,
porque ya fui de vuestro ente
y no pudiera vivir en otra miel,
solo vos me dais lo felizmente
como en el pasado no hiel,
recuerda que os dije,
que así me pase algo jamás dejaría de amarte,
aunque estuviese perdida
siempre ibais a tener a mi corazón apasionante,
creéis que me olvidé de vuestras caricias
cuando dieron a mi carne,
¡no!, jamás me olvidaría
porque sois mi Leansi del romance,
¡no podría retirar vuestra vista
de mi corazón grande!,
vos estáis ahí como fuego y ceniza
que ni apartaría el mismo diantre,
vos me amáis porque he renacido,
pero seguro no estabais bien,
seguro al verme enferma sentíais martirio
pero aquí ya me tenéis,
no habrá más escalofrío
sino amor perpetuo que os daré
y paz ante vuestro ser ante los sonidos
que suenan de ese nocturno terminando de Chopeen;
que son tan sumisos
por tener esa dulce cantada de su fe,
que nos ofrece tal amor cariño
que me hace feliz junto a vuestro oler,
que el mismo Dios me mandó,
para que seamos felices sin alma gemebunda,
juntos los dos de pasión
entre los siglos de ternura”.
Y termina de tocar ese nocturno de amor
y Fréderick deja sonando al piano con locura,
solamente que con un nocturno de consolación,
expresando a la unión más pasión epicúrea
que transmitía en el opus sesenta y dos número dos,
dejando ahí esos acordes de la partitura
para que fluyan de más adoración,
entre esas dóciles ligaduras
de aquella bella enamorada composición,
que hace más feliz a su soltura
entre los besos del mismo lecho de amor,
y que sonríen besándose entre la noche y la luna,
extasiados ellos ante ese nocturno de pasión,
tanta pasión se daban en su noche nocturna
más con ese nocturno sonando de ilusión,
dando la imagen del ser humano,
de una romanza alegrada,
las voces de un piano
para cantar y explotar su alma,
y desierto con lluvia,
océano con sus mares,
pájaros con hogar y sin lucha,
querubines con más frases,
paraíso con afroditas y musas
recitándose entre el romance,
todo es amor y locura
cuando se ama a lo imaginable,
rocíos de rubíes del universo,
cosmos luminoso de los cometas,
rojizos para el lecho
y así pasión carmesí se observa,
como corazones en fuego
y meteoritos se alejan,
lobos aullando al silencio
de una noche que se queja,
beldad ante el aposento
por imaginar la belleza,
pianos y chelos
hacen la cópula como personas,
mujer es el violonchelo
y el hombre el piano de cola,
renace vida en el aposento
y se observa gran vida maravillosa,
todo solo está en tu sueño
cuando contemplas la paz suntuosa,
suena aún ese nocturno de apego
siendo un romance la gran obra,
por ser de la vida el dueño
de saber que amor poner a la zozobra,
lluvias santas de los seres violentos
mandan para cobrar de más gloria,
unión perpetua del universo
se une para cantar a la trova,
y suena en agitato el opus bello del movimiento
entre los compases de gran honra,
canto entre los versos
y veo como la quimera se desborda,
es tan indecible el sentimiento
que el romance no calla ni en la galaxia Andrómeda,
canta en esa galaxia con piano y chelo
y el nocturno de Chopeen de gloria,
mueren los demontres pérfidos
y Dios más almas tiene en su historia,
llorar los felones en su duelo
por última vez que irán con tranquila memoria,
arrepentidos y serán vuelo
para oler el cielo con aroma,
expresa tal ternura ese opus bello
que todo se vuelve paz como la nácar paloma,
símbolo de ese mismo lecho
en donde hay millones de rosas,
donde hay tan solo que deseo
entre la carne de la pasión rijosa.
Leansi:”Y feliz estoy por verte hoy, (sigue sonando el piano)
porque nos besaremos con locura,
y porque ante vuestras palabras feliz soy,
decís cada verdad con tanta dulzura
y de verdad lágrimas caen por ti amor,
es tanto la añoranza a vuestra ternura
que me sentía solo sin tu calor,
sin esas palabras llenas de holgura
que a mi alma dais hoy,
(cambia el movimiento y vuelve a su tempo lento del nocturno)
y que me arrodillo ante vos musa,
y que recito en frente de Dios,
en un altar que doy gracias por su misericordia,
que a mi alma deplorable dio,
pensé que ibas a ser siempre vidorria
y que jamás os iba a ver curada,
creí eso en mi misma mazmorra
que toqué del verano en alma,
pero fuisteis vos ahora otra
e igual que aquel lejano pasado con pasión amada,
que vivo con esta celeste gloria
junto a vuestro cuerpo y alma,
donde Chopeen se aleja de la alcoba
y se va al cielo en gracia,
donde las seráficas igual se van tirando rosas
y felices por nuestra pasión rescatada,
y nosotros con pasión hermosa
que vivimos en nuestra morada,
teniendo aromas de esas rosas
que nos dan las divinas seráficas,
y que no os engañé con ninguna de esas floras
cuando estabais mal en la casa”.
Merinos Arias Gilka:”No importa,
solo sé que pudisteis hacerlo,
pero vuestro corazón fue más de aroma
y preferisteis esperar por mi anhelo,
y eso es lo que tenéis ahora
solo que a mí eterno cuerpo,
para que en él os metáis con pasión libidinosa
y me socavéis con mares de besos”.
Leansi:”Qué divino y epicúreo amor,
me excitáis en alma,
hacéis mover a mi espíritu de sensación
y me hacéis sentir tanta llama,
que quema en todo mi corazón,
tanta lava que me acaba
encendido por vuestro amor,
que solo os desnudo en la cama
y con las rosas os acaricio el cuerpo,
beso vuestra espalda
y luego vuestros epicúreos senos,
mi lengua pasea por vuestra vulva,
y en ella dejo un perfume de rosas,
¡siento una primavera que perfuma
amor de un eterno aliento,

(termina de sonar el piano solo,
y empieza un nocturno que dejó Chopeen,
el opus treinta y siete número uno quejumbroso
para que recordaran que hay eso y fe,
una obra que hace ver lo lloroso
que existía en un desdén,
que Chopeen vivió igual de lo lacrimoso
en su vida de tanto doler,
por las perfidias que habían de lo horroroso
y que deja su fineza en ese tañer,
ofreciendo igual su desgracia y lo victorioso
que tuve en su alma Frederick Chopeen,
un artista tan poético y virtuoso
así del piano que hablaba en querer,
uno de las figuras más del piano armonioso
que existió entre el edén)

y gemís tan divina en la lujuria
cuando os introduzco mi miembro!,
vos sentís tal dulzura
como de mi misma carne del apasionamiento,
donde solo estamos en la ternura
recordando aquel pasado de amor completo,
aquí renaciendo en la eterna locura
entre el amar de nuestros infinitos besos”.
Arias:”Qué pasión hacéis vida mía,
me hacéis sentir tan tuya,
que os pido que me améis más de lira
y me deis al cuerpo más lujuria,
hacéis que pierda la razón misma
por sentiros en mi vulva,
tan solo que vuestra pasión querida
que me hace arder hasta de holgura,
amadme y entregaos,
más así de la relación profunda,
queredme y perfumaos
con mi olor de mi carne que de amor abunda,
os siento tan cerna de mi escaldo
que siento ya un amado lecho,
siento expulsar ya mis orgasmos
que caen ante este renacimiento,
es tan lunático y vesánico
lo que vivimos en este dócil y dúctil fuego,
es tan maravilloso y mágico
que tenemos el vivo apego,
donde ya no somos lo cabizbajo
sino un mundo de amor tierno,
amadme así que me hacéis sentir mujer,
hacéis que me sienta solo eterna,
solo de vuestro querer
cuando me besáis así con vuestra querencia,
solo porque es tanto enriquecer
que siento ante esta noche de estrellas,
y tan solo hoy vos ya acabáis en el ser
y han sido ya como tres veces,
y yo nada más que muchas en el arder
de nuestra relación fogosamente,
¡ah!, hay tanto amor,
¡oh!, os amo como de aquí al sol,
vivimos lo nuevo y dulce,
y ya llegaremos con esto hasta el cielo de beatitudes,

(la música suena de lo lastimoso
para luego sentir un aroma amoroso,
entre muchos acordes del piano,
juego de esas armonías vivas,
de un alma que siente lo amado,
por tener la calma en esa ira,
donde viven igual estos romanceados
entre su lecho de lujuria y vida,
donde se siente tal ardor copulado
sin dejarse de amar de alegría,
entre su idilio que se han entregado)

vos estaréis allá conmigo
no habrá dolor sino amor renacido,
tendremos juntos nada más que hijos
y allá igual de tanto amor y delirio,
así seremos en esa hermosa vida del paraíso
sin decir adiós a nada y ni al amorío,
somos la huella de la vida eterna
y somos siempre así hasta la locura inmensa,
os amo tanto en mi carne tierna
que ella tan solo ante vos amor expresa,
es una pasión tan hermosísima que amo
que hasta de tanto amor hoy lágrimas derramo,
os amo Leansi querido de mi vida
jamás escuchadlo bien tendremos una perfidia,
ya vivimos el dolor
ahora solos nos toca la felicidad que vive en el amor,
hasta mañana mi dulce ruiseñor
que ha cantado hoy de tanto querer y ardor,
y entre ese nocturno hace silencio
y mi alma a ti se cae de tanta pasión,
por sentir ese inmenso sentimiento
más con esa obra de que Chopeen dejó ”.
Leansi:”Vos tan fantástica entre las palabras,
tan dandi al quererme así del mismo amor,
hacéis que os mire con tanta magia
para que caiga solo rendido a vuestro calor,
os amo igual yo tanto a vos mi Merinos Arias
que feliz hoy aquí estoy,
por solo haber ya terminado la lujuria adorada,
quiero solo amarte siempre hasta Dios
y vivir ahí como decís con vástagos de presagia,
juntos solamente sin dolor
ante el mismo oasis de la hermosa romanza,
os quiero porque es lo que siempre sentí,
y os amo porque sois mi único existir,
os idolatro como Dios a la felicidad
y os amaré como Dios a la eternidad,
no hay más palabras que decir
sino que en esta noche junto a ti dormir,
junto a vuestro ser tan bello y sumiso
y tan dúctil de mi felicidad y de lo bendito,
que ahí solo viviré eternamente
amándolo con las músicas que tengo,
que sé y que haré tiernamente
amándoos entre todo mi pecho,
por ser ese milagro dulcemente
que tengo en mi como hermoso recuerdo”.
Arias:”De verdad vos no podéis dejar de amarme,
recordar que fui vuestro primer amor,
y que estaré en vuestro corazón apasionante
amándote entre la volcánica pasión”.
Leansi:”gracias por ser tan tierna
y por ser vos así conmigo,
de verdad me alegráis la existencia
cuando la necesitaba en mi destino,
y buenas noches mi hermosa damisela
que ya quiero dormir sintiendo tus respiros,
tu latir del corazón en mi alma de poeta
que os regalará inmensos versos de nuestros siglos,
y de ese nocturno que tan poético suena
para nuestro lecho de cariño,
y que está por terminar esa pieza
sin dejarnos espinos,
sino enseñándonos su misma existencia
que vivió Chopeen en su destino,
que todo no es querencia
y que también puede haber martirio,
y renovación a la vida plena
cuando se ama a un ser bendito”.
Arias:”Qué bello sois en alma tan tierna
durmámonos ya entonces en el lecho cariño,
buenas noches que soñéis feliz
por tenerme ahora contigo hoy aquí,
y que por siempre será ya lo sabéis,
mi gran amor que de mi alma amo de gran querer”. (se acaba el nocturno y duermen feliz).

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