miércoles, 11 de abril de 2012

El amor de una entelequia más que llorada.




El amor de una entelequia más que llorada.

Si la vida es tan solo vivir,
tan solo quiero vivir viéndote,
si la vida es hasta morir
contigo ahí quiero estar queriéndote,
si la vida tiene ese fin
deja que mi alma ahí llegue,
por ser vos mi existir
y a lo único que mi alma quiere,
si el piano tiene un cumplir
y es dar aquella pasión,
ahí yo quiero ser aquello feliz
que toca solo al corazón,
como al tuyo sinfín
con armonías y devoción,
si amor en una sinfonía es el violín
yo quiero ser de él la voz,
que solo toque y no sea infeliz
cuando te ame en el albor,
hay tantas cosas que quiero ser
que ni hoy se llega a ver,
por ser tanto amor
que hoy ha llenado a mi corazón,
solo quiero a ti amarte
vivir ahí y solo soñarte,
quizá del piano una obra tocar
y de ella a ti ahí solo imaginar,
hay veces que las palabras no llegan a decir
lo que uno de verdad anhela,
porque si lo veis en un concierto ese sentir
observaréis tanta imaginación de lo que no reflejas,
de aquel piano, chelo, oboe y violín
cuando en cada compás comienza,
y mi amor por vos va más que el fin
y de esa música del gran poema.
todo será feliz y no zozobra
porque sois mi amorío,

"Empieza cambiando la clave de fa a sol,
y su tonalidad es en re mayor
de su Kv docientos ochenta y cuatro;
vive aquel hombre de gran amor
por sonar en ese adorado y agitable piano,
desprendiendo a su alrededor
melodías que salen de su corazón volcánico,
por su sentimiento de ardor
que expresa lo más sensibilizado,
y que quiere a esa sonata de pasión
que le hace vivir de lo mágico,
con esa obra de tal humor
que le da en su toque acariciado,
solo un hombre que vive
y que solo a eso siente,
a la música de su ser apacible
y que a esa marea duerme,
y que toca en su noche sensible
sin ira sino amor que el tiene".

Hoy en esta amada noche,
donde toco el adagio cantábile de Mozart,
sintiéndole entre corcheas las voces
que suenan ante un grupeto de bellas notas,
y en clave de sol con sus semicorcheas
que me dejan sentir el idioma,
donde cambia su clave de sol a fa
donde va creciendo las ocho semicorcheas
entre mis dos manos al tocar,
para luego volver a sonar un grupeto
al próximo dulce compás,
entre las notas "Calando" de su momento,
dando el reflejo de la paz,
que me da en mi aposento ese grupeto
con solo a eso de maravilla tocar,
entre semicorcheas de sus acentos,
donde sigue esas notas de gran sonar,
que lo siento entre mis dedos
con perfume de aquella deidad,
que ella es la calma de este eco
por imaginarla entre mi lira de cantar,
donde suena ese dócil arpegio
y luego un acorde de calmar,
y que vienen semicorcheas de lo tierno
y cambia su clave de fa
a sol entre las semicorcheas de su aliento,
que van entonando entre rítmica a un trino
para luego cambiar de clave de sol a fa,
donde suenan mordentes en el sonido
entre dieciséis semifusas al tocar,
llenándome entre ochos fusas de este cariño
que toco con tanto alentar,
para luego tocar un grupeto de lo bellido
entre semicorcheas de la melosidad,
y sigo entre semicorcheas y un trino
de un tiempo ante dieciséis notas de palpitar,
para luego tocar apoyaturas y trinos
entre semicorcheas del bello entonar,
que me enciende esos cuatro trinos
luego para las fusas entre la tonalidad
entre varios sostenidos,
luego sonando un acorde del arpegio
y cambiando de la clave de fa a sol,
entre el piano de notas y fusas y de silencios
que doy tan solo que hoy,
entre varias corcheas que toco de sentimiento
y corcheas entre mi pasión
para luego sentir semicorcheas del instrumento
y un acorde y silencio en clave de sol,
y que sigue en silencio al próximo eco
y tocando en la otra clave notas de de consolación,
de si, la, la, la, la, y luego
a una octava más de la la la y sol,
en semicorcheas que tanto quiero,
entre corcheas y fusas apoyaturas de mi pasión,
suena para llegar en muchas de sentimiento,
donde cambia la clave de sol a fa cambió, de su ternura,
dejando un hermoso silencio
y dejando la libertad del trino de un tiempo de dos,
entre semicorcheas de la clave de fa,
donde suena luego un arpegio del acorde,
y hace un silencio de dos tiempos,
entre la clave de fa que cambia a sol,
donde me lleno de fusas,
para luego sonar en diez fusas de gran amor,
donde son tan jocundas
que dan a mi mi vida y corazón,
son tan llenas de su lucha
entre semicorcheas y tresillos,
tan solo que de puras fusas
que suenan entre mi destino,
que a ellos tanto les tengo ternura
por sonar en ese compás de cariño,
donde cambia al otro compás a clave de fa
y donde me regala luego una garrapatea de dieciocho sonidos,
entre semicorcheas de la clave de sol de dan
entre muchos bellos trinos,
que son mi latido de cantar
ante esa obra de amor bellido,
donde cambia su clave de fa a sol
que suenan solo semicorcheas en el piano querido,
y que me emociono tanto yo
por sentir esta obra de mi gran amorío,
donde suenan un quintillo de semifusas
ante el piano de esos cándidos sonidos,
que me llena el alma de ternura
para luego sonar rápido un sextillo
de cándidas y bellas semifusas,
donde me es todo es mi hermoso destino
entre esa musa de las fusas
que suenan en lo terminado y bendito,
para luego caer en una apoyatura
para que suene un hermoso trino,
como en mi y cambiando la clave de sol a fa,
donde es mi gran mirado paraíso
que duermo para leugo tocar ese arpegio de paz,
a otro acorde de la clave de sol del último sonido.

Había tanta alegría ante este joven adonis,
que la pasión lo deja sordo y cegado,
y suena un adagio por Tomaso Giovanni Albinoni,
de la obra para orquesta de cuerdas y órgano,
que suena en la tonalidad de sol menor que hiere
más a su corazón congojado,
nació este italiano terminando el siglo XVII
entre mil seiscientos setena y uno su ser mágico;
y toca por lo lúgubre de este ente,
que era injusto vivir en lo malo,
entre violines, violonchelos tristemente,
entre violas y contrabajos,
dando así a este esas violas que hieren
al corazón de este ser lastimado,
de porqué él si amaba eso que quiere
y que lo deja muerto al oír ese adagio,
por Albinoni con maestría que tiene
en transparencia de esa orquesta de lo entonado,
y que bañan violines más a su ser que zahiere
ante la oscuridad de su corazón atado,
entre una cima con serpientes
que envenenan a su gemido palpitado,
entre la orquesta de sol menor,
donde ruega la cantada a su ser,
que no lo deje más así por favor
y que vuelva con sus sentidos de fe
y que tenga ese anhelo de su corazón,
así no fallezca en lo hiel,
y fuese un paraíso ante el tétrico cantor
que entona ante su vida de lo infiel,
acariciaría la felicidad de su pasión
que hoy entre esa cima se siente fallecer,
que Dios de bondad de a su única adoración
del porqué se volvió así,
si era un buen hombre que tenía alegría,
donde está la venturanza de lo lis
y renazca ante su dicha,
o no ven sus lágrimas entre ese fin
de las cuerdas de elegías,
donde solo está en la vidorria
y pidiendo a gritos una vida,
que aparte la mala rapsoda
que canta en lo clandestino,
que manifieste Dios a esa obra
más de ardor y paraíso,
que le devuelvan su magia de honra
y sienta que es otra vez el mismo,
pero nadie oye sus congojas
que expresan de su mismo sentimentalismo,
solo anda en ese infierno de mazmorra
que lo crucifica entre el mismo abismo,211
pero esos violines de que entonan
con tal morriña de su surrealismo,
que anhela una voz de Diosa
para verla y darle en esos violines amorío,
pero ni aparece esa increíble moza
donde los instrumentos suenan de lo más ferido,
lozana su alma entre la obra
que palpita de tal angustiado sonido,
y que sigue así entre los compases de su hora
que gritan en violines y fagotes un amor querido,
que lo siente tocar Tomaso Giovanni
entre lo más luctuoso de su mundo teñido,
que solo él ahora muestra lo más dandi
entre sus fagotes en lágrimas que salen de su sentido,
entre violines que lo miran en aquel hombre del jaborandi
con más lágrimas cayendo de lo vivido,
donde Dios ni canta ante esa vida
y que está ido de ese mundo abatido,
donde no se sabrá si será alegría
ante ese adagio de lo sufrido,
donde suena luego ese órgano de elegía
ante su ser de lo más contristo,
sin saber porque es así la armonía
que llora a través de los sonidos,
que anhela en esos violines más melodía
donde palpite a un hermoso paraíso,
pero siguen esos violines de vida cuita
a su joven lozana alma de lo cuito,
es tanto el dolor de una fría vida
que lo deja sucumbiendo de lo más compungido,
y que luego ya esa orquesta termina
dejando un ambiente entre su noche de lo herido,
entre violines y violas de más morriña
y a él en esa cima en ese árbol de lo mezquino,
de una vida tan pérfida que dicta
solo palabras de lo más adolorido
y que prefería una esperanza en la rutina
que entonan de esos espantosos sonidos,
y donde esa obra zozobra ya termina
y donde Albinoni se va a su paraíso,
no pudo hacer nada en esa vida
donde lo deja solo y más que ciego y contristo,
creyó que podía con esa lira
a su mundo cambiar a otro sonido,
pero ni Dios escuchó su melodía
y lo deja así en esa vida ensordecido.
y esa obra calla en violines de melodías
y él queda así en su mundo perdido.

Y Johhan Sebastián Bach aparece en su albor,
entre todo ese ambiente de ese hombre abatido,
de igual manera toca un Adagio en re menor,
donde la vida se fenece más a ese hombre perdido,
en pura melodía de tono re, re, re, re, re, re en su voz
dando luego a la armonía corta de su sonido,
entre el piano que toca de dolor
y el hombre sin decir nada solo siente esos sonidos,
y ve que más zozobra hay en su corazón,
no oía pero si en su profundo ser sumiso
esas melodías del compás y un mordente
que entonan de su piano vencido;
y que sigue esa melodía de su mordente
que salpican de su arte de lo fallecido,
y luego bellos acordes presentes
y melodías en semicorcheas y fusas
que suenan al final con un mordente,
y sigue así esa cadencia de su tétrica musa
para el alma que sufre solamente,
y suena al final del compás un mordente de ternura
dejando un sombrío ambiente,
y viene luego veinticuatro fusas
entre el compás de locura
para luego caer en un hermoso mordente,
donde cambia la clave de fa a sol de su ruta
ante acordes de su tocada dulcemente,
dejando al próximo compás un mordente,
semicorcheas y fusas
que suenan en el piano ligeramente
entre otro mordente,
luego varias fusas entonan en su dulzura
que llora ante el piano para terminar con un mordente,
entre acordes de corcheas que toca
para más adelante caer en una nota negra de un mordente,
y un silencio para luego tocar doce semicorcheas en su alcoba
que llora más en esas cinco corcheas siguientes,
donde entona un mordente que tanto ahí zozobra
entre su mundo de melodías y mordentes,
y que suena y suena esa melodías en su alborada loca
para el alma de un hombre que solo tristeza tiene,
ni se aparece ni siquiera Dios en sus horas
donde suenan melodías en semicorcheas, fusas y mordentes,
tan sutil suena en su piano de honra
donde solo siente un vivir que lastima solamente,
que quiere a una gloria
y no esa vida que solo zahiere,
así en ese adagio que tanto explota
ante su cima de un mundo que pierde,
así como Dios en su historia
las almas en la vida que fenecen,
¿donde está el que ayuda a la mazmorra
y que lo libera a una santidad?,
no existe en esa misma obra
donde solo ve melodías de infelicidad,
entre mordentes que suenan
y solo ve una terrible tempestad,
esperando un milagro a su alma que pena
ante esa vida que ni ve con claridad,
pero que oye en su corazón esa cadencia
aunque su oído esté en la soledad,
entre fusas y mordentes esa melopeya
entre el viento a su misma tempestad,
y sigue la melodía entre fusas de su etopeya
que da Johhan Sebastián Bach,
entre el murmullo más tétrico de su tema
ante esos muchos mordentes,
que tan solo en ese piano suenan
para un tórrido volcánico ambiente,
donde las flores y árboles se queman
por la elegía de ese piano que de ira crece,
y siguen así esos inmensos mordentes en la pieza
entre los compases de su ente,
donde entona una sensible apoyatura
y una nota blanca en tono sol de dos tiempos,
para luego sonar acordes y un mordente de ternura
lleno de ese lagrimeo,
que toca entre una lucha
para cambiar nuevamente a clave de fa de su apego,
entre ese piano de semicorcheas de una mañana oscura
donde suenan mordentes de su mismo aliento,
queriendo tener a una dama jocunda
y besarla sin ya más mundo pérfido,
donde luego entona once fusas
ante el piano y dos semifusas de sentimientos,
y luego cuatro fusas
que suenan de su amartelamiento,
una semicorchea y dos fusas
entre ese dulce fuego,
para luego sonar nueve fusas
y un mordente en el piano de tedio,
y luego varios acordes en ambas claves,
sin dejar de palpitar esa tonada,
sintiendo que ya se va el romance
en ese piano de su dicha aterrada,
donde Dios no apareció en su arte
y donde él sucumbe más en la lava,
donde siente podrir su misma carne
en esa cima de vida llorada,
y que sigue así hasta terminar sin chance
de lo que toca Bach en la tocada,
y que siente un adagio tan apasionante
y a la ves luctuoso en su alba,
que no pudo creer que no tenga un ser salvable
ante esa vida que de ira le mancha,
ante las tonadas de su avance
que solo tiene un mundo de vida matada,
y que busca tanto su ser a un mundo de vates
y que consigue soledad en su íntima alma,
que ve caer tanto las estrellas fugaces
y que de todas ellas pide y nada le dan a su magia.

Se va Bach al mismo cielo que igual que se fue Albinoni,
deja al hombre sordo y cegado,
no sabe qué hacer en su mundo este joven adonis,
que era tan epicúreo en su mundo lastimado,
y donde imaginaba el sueño de una deidad
pero que jamás llegó en su corazón,
solo imaginaba este pianista en la inmensidad
esa diosa que quería con tanta pasión,
pero jamás estuvo ella en su melosidad
donde solo vivía de postración,
solo al tocar y recitar
veía a su dama que adoraba de fe y amor,
pero al pasar esta soledad
no se sabe si aún sigue esa imaginación,
solo sabe que está acabado en la tempestad
sufriendo sin ver a más de su albor,
porque antes lo veía a esa deidad
que veía más que al universo de efusión,
esa imagen de su alma en melosidad
donde escribía hasta poesía de su corazón.

Pero las locuras en la vida suelen cambiar,
y suena un nocturno del opus treinta y dos número dos,
tocándolo Fréderick Chopeen en su soledad
donde es un sonido en la bemol mayor,
que empieza con un arpegio de lo magistral
y luego corcheas alentando a su corazón,
pero está ciego y en la sordedad
sin saber que hacer en su mundo de lo atroz,
y Chopeen mientras toca emociona a su cantar
en recitadas palabras de pasión:
"Vos no estaréis más en la injuria de la vida,
mis cantos entonan de un gran sabor,
vos queréis tanto un sueño en la alegría,
no todo va ser ya en la elegía
sino fe y pasión
de lo que mi alma hoy os dará,
aprenderéis a sentir mi corazón
que canta en esos acordes de paz,
no todo es flor mustia en la desazón
sino un paisaje con cantar,
así como hoy toco en mi piano de lo magistral
que hago por lo menos sentirte mejor,
no os sentís de diferente manera,
no hay poeta o músico que no sienta esto,
y sois aquel pianista de belleza
que tocó el adagio cantábile de sentimiento,
eso no está muerto sino vivo
y ahora más con este nocturno que toco de delirio,
de una fuerza que sale de mis venas
para solo dejarlo encima de vuestro destino,
son armonías que tan solo suenan
para levantar vuestro soñado delirio,
y donde reflejo paz a vuestra cima con terneza
que desprendo de mi nocturno bendito,
donde pinto vastas queridas letras
que recitan a vuestros sentidos,
donde todo será paz y belleza
ante esta mañana ya no oscura de tu vacío,
creed en mí y ve al cielo en nobleza
por mis cálidos y sencillos sonidos,
son la obra que de mi doy maestra
para vuestra vida de un mejor camino,
donde la cólera se irá al anatema
y donde renaceréis de más cariño,
así yo soy en esta mañana de terneza
por veros hoy y daros este nocturno de amorío,
es así mi fe ante el piano o espineta
que entrego toda mi esperanza en vuestros sentidos.

No sentís que si la oís aún mejor,
podréis ver y oír mi sonido,
que están llena de entrega y de pasión
que os mando entre mis tañeres queridos,
que os acarician el corazón
y que os hacen sentir más fuerte y no vencido,
dejáis a un lado el infierno
y decid bienvenido seáis amor,
y adiós al anatema de vuestro centro
y gritad os amo imaginada pasión,
así la diosa vendrá a vuestro seno
y le socavaréis de tanta ilusión,
que tanto ha gritado vuestro sentimiento
entre el comienzo de vuestra entonación,
y así os lo doy ante estos ecos
que toco de mi profundo amor,
no soy aquella persona que solo tiene lo perfecto
sino aquella persona que os cambiará,
que os da ahora tantos sonidos poéticos
que de mi nocturno yo doy de mi entonar".

El hombre sintió tanto la música en su corazón,
que a segundos después pudo ver,
el milagro era en su visión
y luego en su sordera de querer,
Chopeen no había mentido en su entonación
y fue por Dios mandado ante su fallecer,
y así de pasión tanto creció
que el nocturno sonaba de tanto tañer,
de esas corcheas en su albor
que todo se pintaba de enternecer,
ya no había más dolor
sino que alegría en su desdén,
todo por ese nocturno que suena de pasión
y por la mágica obra de Chopeen,
era así el nocturno un milagro
una vida y entrega,
es así una composición de lo mágico
cuando se oye con el alma plena,
cuando se siente tal amor ganado
cuando pierdes hasta la cabeza,
donde él ahora solo ha anhelado
esa diosa en su plena existencia,
donde luego eso vendrá
para que viva de enorme belleza,
y así sigue esa tonalidad
que de pasión refleja
sin dejar de sentir esa vida pasional
que del piano solo despierta,
lo ama tanto en su felicidad
que el piano de melodías suenan,
y se florece su corazón
y su vida de esa bella espineta,
donde siente tal regocijo de su pasión
por sentir el halo de la presencia,
de frederick chopen de canción
que obra a su vida de querencia,
donde la perfidia se va al dolor
y donde ve a lo lejos a una diosa bella,
fue como lo dijo Chopeen en su cantor
que será milagro y una existencia,
así lo es en su poema de amor
que expresa amor y belleza,
y sigue sonando ese nocturno de tal ardor
que el pasto es más naturaleza,
donde todo es verdor
y su corazón una paz entera,
y sigue ese nocturno de ilusión
alimentado a su centro de nobleza,
donde se oyen tanta bella modulación
sonando en ese piano de cándida pieza,
donde sale mucha entonación
entre bellas y nobles corcheas,
notas negras y blancas de amor
que dan a su alma en su existencia,
que parecen violines en ese piano sonador
que a su alma tanto de amor le llena,
y que siente tales rocíos de lo enternecedor
que suena en ese piano de terneza,
donde su alma vuela con gran pasión
por tener ya sus sentidos en la tierra,
donde ve todo de otro color
y con su alma de pasión entera,
que anhela esa diosa en su albor
y que del cielo algo se observa,
entre los acordes de la agitación
que de pasión tanto refleja,
y que se contempla una gran iluminación
que del cielo baja como condesa,
tan hermosa su silueta de resplandor
que al pianista entre los trinos y melodías observa,
su pecho y su desaire dan ardor
ante la locura de esa mañana contenta,
Fréderick le da el milagro de su visión
y de su alma que canta ante él de la pieza,
donde el cielo resplandece a ese amor
y donde ya ni hay a lo lejos tormentas,
y que no hay ni en el universo colisión
ante millares de los planetas,
solo hay más que creación
entre la vida de la vida eterna,
todo se colorea de predilección
y más su ser al ver bajar a esa condesa,
tanta pasión tiene en su corazón
que llora ante las armonías de grandeza,
y donde suenan arpegios al terminar lo romanceador
que palpita de ese nocturno de gran belleza,
y donde la imagen de Fréderick se va Con Dios
y el pianista con tanta alegría ve aún bajando a la damisela.

"Y acuciosamente dice que el nocturno
en el piano fue de bellos sonidos,
en esa mañana de Frederick Chopeen
como el opus treinta y dos número dos,
que acarició ante ese desdén
entre su alma como ella de arriba a su amor,
porque es aquel ente sacro y bren
que en sus ojos da pasión,
y donde dice su ser
estas palabras ante la ilusión:
"Esa obra es un milagro del tañer
tan solo que en la mayor,
la felicidad sonando de nuestro ser
y que espero besarte sin más poder corazón,
a veces siento que mi alma es un florecer
ante las melodías que fueron flores,
las cuales sonaron de tanto querer
entre el nocturno de bellos acordes,
que es nuestro lenguaje sin fenecer
por la locura de nuestras imaginaciones,
vemos tanto allá del allén
que llega a decir que somos inspiraciones,
que hemos de alcanzar para no llorar de dolores.

Pienso tantas cosas mientras ahora oigo
a Gustavo Malher en su sinfonía número cinco,
donde plasma la alegría y lo luctuoso
entre violines, chelos de sus miles de sonidos,
Gustavo Mahler dirigiendo el adagietto,
así a este amor que solo me afinco
y que de la magia de esos ecos,
suenan de violines tan sumisos
y un arpa tan suave entre chelos,
con serafines mandado por Dios mismo
que tocan de lo más diáfano y etéreo,
era como si cayera lluvia del cielo bendito
ante ese amor que bañaba de ese concierto,
era de verdad este amor un paraíso
cuando aquellos cánticos tocan de sentimiento,
por eso que compondré así un escrito
para recordar este momento,
donde aún la condesa está en el cielo zafiro
contemplando este hermoso concierto,
y mi composición será casi como estos sonidos
que en ese aire suenan de tales alientos,
¡tan hermoso y bonito!
que a mi alma da de esos instrumentos,
que amo ciegamente a mi destino,
y que observo a su castaño claro cabello
que perfumo con mis besos infinitos
y que ella baja a lado de mi cuerpo,
y le abrazo a su ser con amorío
y con mi mano acaricio su cuello,
tiene un azulado vestido
que parece al mismo claro cielo,
tiene una piel tan clara como el aurora bendito
que en el piano de esta cima resplandece como universo,
que soy su único amor de su destino
que amará en mis enseñanzas de lo poético,
sonriendo ante el ser querido
en las lecciones de mi ser frenético,
queriendo al piano de los sonidos
como el a nosotros de este romance que ahora tenemos,
y que de mi alma a su ser tan solo recito
el poema de nuestra vida en versos,
y donde suenan esos bellos sonidos
de ese arpa y violín del concierto,
dirigido por Gustavo Malher ante serafines
llenándonos de amor entero,
es tan hermoso esa recitación de mi corazón encendido
que entrego a esta deidad que tanto quiero,
y que miro a una diosa de lo divino
como hoy a sus ojos azulejos,
que tanto rogué en mi poesía del destino
que siento tanto amor de este milagro bello,
es tan solo que el cielo mismo
mirar a mi gran obra que tengo,
es ella esa obra y poesía de surrealismo
que suena en esos violines de mi corazón que tan solo quiero,
es una felicidad tan divina de mi sentimentalismo
que en esos sonidos yo muero,
se me va la vida al oír esos sonidos
por ser tan gloriosa aquella obra de sentimiento,
no puedo más con este sentir infinito
que llega a rozar a la voz de Dios en el cielo,
qué obra es y tan igual a mi obra es,
solo dice las palabras en su mismo sonido,
esas notas que abrazan a mi ser
y a la de mi amada de tanto idilio
que no se explica en palabras lo que es,
la música va más allá que la poesía,
no tiene límite esa gran creación,
solo Dios sabe y mi alma esa obra escrita
donde nos estallamos de su visión,
por ser aquella amadísima sinfonía
que suena entre nosotros aún de consolación,
sus voces tan sumisas sin idas
que van a nuestro fondo del corazón,
ese arpa tan delicado y tan poético
esos violines de pasión sonando
tan solo que en ese ambiente feliz y patético,
donde mi corazón está bombeando
y quizás hablando en chelos,
solo sabe mi espíritu ese santuario
que besa a la voz de mis alientos.
Mi idioma será igual que esta obra de lo mágico
la que es a ese concierto,
un poeta de su corazón entonado
como de mis tonadas de lo cierto,
vivo ahí con mi dama de lo enamorado
sin irme a otro mundo de lo mesto,
solo que amándote de lo apasionado
y siempre en alma en lo divino y honesto,
siendo aquel amor puro y poetizado
que sonará en sus obras de lo poético,
y que feliz estoy con Dios por lo bueno
que manda a este amor en mi centro,
que me hace dar felicidad
y ante este divino concierto,
que lo siento en mi corazón
tan solo esos violines de lo benéfico,
donde no hay postración
y donde renazco de lo más eterno,
a lado de mi dama con toda pasión
por sentir su querer y amor pleno".

El hombre pianista charla con su amada,
contándole de unas visiones que vio al futuro,
pero de las cuales que jamás imaginó
que iba a pasar ante un ambiente tan oscuro,
como quedando sordo y ciego
sin sentidos ante su corazón de infortunio,
solo imaginó a una condesa de apego
y que consigue ante su luctuoso mundo.

El hombre pianista: "Conseguiros fue milagro,
y que imaginé esa visión en mí,
estaba tan solo en un piano
cuando contemplé el existir,
pero no ante esos tétricos adagios
y ante esta sinfonía de tanto latir,
donde expresa mi mismo vocabulario
que he pasado en mi vivir,
de la tristeza a lo regocijado
que ahora tengo junto a ti,
pero no contemplé que iba a quedar sordo y cegado
sin ver nada en lo que viví.
Estaba en ese tiempo solo con lo más ilusionado
de conseguiros entre el mismo cielo de rubí,
pero a pesar de haber sentido lo trágico
Dios me da una esperanza ante mi,
me da el halo de mis sentidos adorados
ante un nocturno y ante el cielo a ti,
me siento tan sensible y alegrado
por sentiros hoy a vos aquí".
La condesa:"Yo misma supe todo lo que os tocó,
del cielo contemplé los adagios tristes,
donde os sentisteis en un infierno de terror
por lo que os tocó pasar en ambientes febriles,
pero mi alma de vos se enamoró
por ver ese anhelo que pedíais,
y aquí vos me tenéis en vuestra visión
y es a lo que vos tanto amaríais.
Así que no os alejéis de mi corazón
y devoradme con versos de poesías,
dame el mundo que os da pasión
y donde solo soy yo de vuestra alegría,
y que bien se siente oír ese concierto de amor
que entonan entre violonchelos de la sinfonía,
entre esa arpa que entona de dulzor
entre los varios compases de gran magia sumisa".
El hombre pianista:"Siempre os recitaré poemas de amor,
en el día, en la noche y en el amanecer,
siempre leyéndote palabras de mi corazón
que son afinación de mi eterno ser,
por ser tan hermoso esta pasión
que vivo ante vos de tanto florecer,
donde hubo un bondadoso Dios
para que mi mustia alma de a crecer,
y que no quede en esta cima de pudrición
de lo que imaginé quizás tener,
pero al ver que todo retornó
hoy tan solo veo un rojizo amanecer.

Jamás imaginé ese dolor,
de verdad creí que estaba fenecido,
pero vos me dais hoy tanto ardor
que siento que todo es un mundo querido,
más en ese Adagietto de lo sonador
que me acaricia como vos de vuestro amorío,
solo hoy en mi espalda y en mi pecho de calor
que lo dejáis con tanto amor encendido,
¡ay amor de mi vida y de mi corazón
le entregáis tanto querer infinito
que siento la paz inmensa de esta ilusión!,
¡oh todo será ahora de versos y sonidos
que entonen en nuestro fóculo de lo romanceador".
La condesa:"Así y por los siglos será,
donde me consumiréis,
paz y audacia a mi cuerpo darás,
alegría y melodía me ofreceréis,
cópula y entrega me haréis palpitar,
locura y amor en violines me daréis,
astros tan solo del universo más brillarán
poetas y músicos alegres estaréis
ante el amar de nuestra cima de paz,
os amo tanto en este desdén
que solo siento un amor de tal felicidad,
qué quizás provoca en esos violines
como olvidarse de lo triste y solo cantar,
como de amor ante los serafines
que tan solo tocan en chelos de gran arrullar,
donde yo a ellos les veo en lo que existe
por esta pasión que nos damos de melosidad".
El hombre pianista:"Es tan hermoso y a la vez tan luctuoso,
donde siento las mil palabras en ese Adagietto,
por esa historia que viví de lo lloroso
cuando estaba solo y desierto.
Diciendo que fui aquel hombre presagio
donde el enigma fue otro de lo que vi,
para no caer en el océano naufragado,
pero me doy cuenta que hoy renací,
por vuestro sahumerio perfumado
que siento ante este soñar feliz.
Cuando se vive de lo romanceado,
se quisiera quizás llorar,
por tal sinfonía que entona
de tristeza y de cantar,
por lo que en mi vida tanto explota
pero ahora tengo tan solo delirar,
que todo se olvida ante esta historia,
sino sintiendo esos violines de arrullar
que a mi alma hoy tan solo roza,
igual que a mi dama de palpitar
y ella de más pasión me toca
entre mi cuerpo en esta cima de amar.
El vivir de esa obra es fantasía,
y tan solo con alegría quiero estar,
y solo estar ahí con las melodías
amándote condesa angelical,
debo más amarte ahora de mi mañana bienquista
entre esos violines y arpa de lo pasional,
como viviendo en esa sinfonía de vasta fantasía
e imaginando tanto querer y amar,
en la vida veo esa vida
y de seguro os amo de tanto palpitar,
como lo es simplemente las armonías,
esa historia que te hace ver a lo celestial,
os idolatraré siempre en mi corazón
que jamás terminaría de decir que la amo más que a Dios.
La condesa:"¡Oh adonis pianista de mi alma,
qué expresión en mi dais,
dejáis mis ojos con luz rutilada
por vuestras palabras que pronunciáis,
hacéis que sea más de vos enamorada
por solo escucharos de lo magistral,
¿os habéis enamorado de mi?".
El hombre pianista:"Sí, y por siempre en la eternidad,
por formar parte de lo feliz".
La condesa:"Me alegra escucharos en la verdad
porque así no sufriré con vos aquí".
El hombre pianista:"Jamás vos llorará,
sino siempre fortunio os daré,
por ser esa condesa de mi palpitar
donde lo llenáis de ese amor y de fe,
os juro ante el sol y las galaxias,
os juro por el mismo Dios,
os juro en el nombre de mi alma
y lo juro por todo mi llorado corazón,
si pedí el anhelo y sufrí en la vida llorada
creéis que se me ocurre engañaros,
jamás os haré un mal en la morada
siempre os amaré con lo más amado,
y os juro ante ese Adagietto de magia
que entona entre violines, chelos y contrabajos,
tan sonoros y hermosos más con esa arpa
que canta ante nuestra cima de lo mágico,
donde ha dirigido Gustavo Malher con la misma alma
para solo a nuestro fóculo alegrarlo,
para llenarlo de ese lenguaje de sus palabras
que se recitan de ese concierto amado,
aquel compositor Ruso entre idioma de magia
que a mí me tiene ya hechizado,
por oler y sentir los murmullos que cantan
y más al sentir los besos de mi amor apasionado,
las caricias de esa misma hada
que tengo en mi acariciando,
entre mi cuerpo y dócil espalda
donde me deja ardiendo el mismo costado,
tan tierna y dúctil es mi dama
que es una monada al amarme de lo volcánico".
La condesa:"Gracias, gracias pianista de mi corazón;
gracias, gracias por vuestra bondad de amor,
sois tan dulce y mágico,
que enamorada hoy de vos estoy,
por sentiros tan poeta y apasionado
que de amor me lleno tanto hoy,
por vuestra sensibilidad en lo recitado
donde me alegráis en cada verso de amor,
donde me decís que me amaréis
y que no dejaréis de pasión llenarme,
donde soy de vuestro ser
y de vuestra eterna carne,
y donde falta casi dos minutos para terminar,
ese Adagietto en la sinfonía,
llena de pasión pasional
que nos llena de pasión infinita,
de un vivir de lo más fenomenal
que tenemos hoy en nuestras vidas".
El hombre pianista:"Condesa mía,
miro a vuestra belleza pura y cándida,
que me hace feliz en lo loco,
que es en el amar tan mágica
como el concierto sonoro,
ese sortilegio que vos dais a mi alma
para solo fijarme más en vuestros ojos,
solo de su eterna vida apasionada
para fallecer y estar en su pecho glorioso,
dormir y solo ahí dormir,
amar y solo ahí amar,
querer y solo ahí vivir
y sin irme de mi ilusión de paz,
así será como el nocturno feliz
que sonó en mi felicidad,
y donde termina ese Adagietto infeliz y feliz
entre violines, chelos de mi melosidad.
Y jamás las partituras os volaríais,
porque sois esa eterna composición,
siempre en vuestra alma vosotras estarías
porque son aquellas obras de mi corazón,
y en ese aroma vos siempre viviríais
sonando y amándote de la modulación,
es así y siempre poesía seríais
ante mi eterno amor,
de esa melodía os llenaríais
por darte todo el indecible pudor,
es así mi espíritu del vivir,
es así él tan puro que no puede dejar de reír,
ama tanto en la vida,
solo así sabe que no está en alma fenecida,
que os regala la mejor aria de composición,
solo así sabréis que es llena de inspiración,
que en la vida de ese amor vive
gracias porque aparecisteis vos,
y que por eso este poema de amor escribe
porque no puede dejar esta historia de emoción,
porque solo en su sentimiento y piano existe
porque estáis ahí en frente de la cima de estimulación,
y poque somos en la rapsoda tan felices
que no dejamos de agitar esa pasión,
y las partituras no tienen cicatrices
solo tienen el perfume de nuestra relación,
tendrán recuerdos como violines
que suenan ante nuestro albor,
hasta de aquellos cánticos serafines
que nos llenan de tanto amor,
así con sus voces y hasta delfines
de lo soprano como el ruiseñor,
hasta Dios igual mandó clavecines
para que ellos toquen de honor,
Es todo y ahora he de dormir,
ya saben como debe de terminar,
solo quiero a ese amanecer feliz
que veré y no dejaré de acariciar,
así repita mil veces lo mismo,
no importa porque el amor es así,
por ser tanto en el corazón surrealismo
aquel sueño en la fe de ti,
por ser tanto aquel sueño del paraíso
que anheláis en el existir,
y os beso en lo más sumiso
como en ese chelo, arpa, piano y violín,
y que sonaré para aquellos ojos berilos
así como esos instrumentos tan feliz,
simplemente que fantasioso en el idilio
cuando veis que ya no hay sufrir".

“Pasaron cien años y llegaron juntos al paraíso,
aquella bella condesa en su corazón,
su pasión fue con tanto delirio
que de la fuerza de los mares fue su amor,
vivieron juntos de ese amado paraíso bendito
y estaban junto a Bach, Albinoni y Chopeen ante Dios,
se alegraron esos compositores por su destino
que salió feliz ante este reino de pasión,
y su poema fue en música del sueño el escrito
y lo que vivió jamás olvidaría de su albor,
por tener a ese milagro de su destino
que solo de esa condesa felicidad en la tierra vivió,
por ser su amor sacro de los sonidos
en donde ilusión y paz tuvo en su corazón”

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