domingo, 6 de mayo de 2012


 No se sabe qué pasará, solo el misterio de su latir sabe, o a que orbe viaja,
es tan solo él, la amistad en compañeros, tan afables es a su mirar, que tiene un solo anhelo.
                                                 
                                      I

 (En una noche de luna, en un concierto e interpreta La Rapsodia
número dos en do menor, de Franz Liszt, un pianista)

 Pianista: Lento a capiccio entono,
mundo mío a marcato toco,
locura mía a callada vida,
vivo y vivo en cada amor e ida,
por solo hoy dar
tan solo entre apoyaturas del tonar.
 Condesa: Miradlo conde,
no notáis mirada profunda,
por solo tocar su acorde
que despierta más que a la luna.
 Conde: Noto condesa mía,
toca con alma de un poeta,
sintiendo a la misma lira
que por el mar marea. 32
 Pianista: Entre acentos y melodías,
llueve el alma a notas,
caminar entre las giras
que ve Dios mi historia,
y andante mesto en el tirita,
un accompagnamento pesante,
entre lo molto expressivo
que voy entre el viaje,
aunque bisbiseo hoy mismo
ante las notas de mi avance,
siendo un arte de mi perito
que abrazo entre notas cantables,
en adagios tan dichos
que diré ante mi combate,
y que ha de escuchar el suspiro
que manifiesto en vate.
 Conde: Seguid con misterio,
trato de oír poco sus palabras,
una obra que dá sahumerio
por la simple y noble alma.
 Condesa: No solo eso,
sino por su forma de tocar,
con qué énfasis dá consuelo
ante un mundo arduo de imaginar.
 Conde: Solo ha de saber él,
aunque su metáfora sea poca de oir,
o de su expresión del ser
poco se puede entender su latir.
 Condesa: Así lo es como decís,
aunque llueva perseidas,
como de sus óculos a mi
 es en la lúgubre lo que refleja.
 Conde: Tenebrosa cantada se oye,
con tal perito maestría,
aunque tocando con expresiones
sabe qué es su misma vida.
 Pianista: Canta y abraza,
somos uno en el vivir,
podemos hacer todo en magia
así haya el mismo ardid,
que poseo en mi aria
y bailad y vivid,
así colme las espadas
que vienen a mi.
 Condesa: Qué estará diciendo,
toca y bisbiseo oigo,
no logro comprender su lamento
que da en sus mismos tonos.
Conde: Debe ser su momento
su forma de tocar el piano,
pasando caminos de tormentos
que ni aún comprendemos su canto.
 Condesa: Así debe de ser,
pero me gustaría saber su dilema,
o porqué un pianista es lobreguez,
clandestino entre la pieza.
 Conde: Esperad y mejor observad,
entre notas a la luna,
más sigue su luz allá
y en estrellas dá su escritura.

(Con admiración, por tal utopía)

 Condesa: Palabras dan a mis ojos,
ahora leeré qué dice,
se ve tan brilloso
que es algo que predice.
"vivo, pero nadie sabe que estoy,
porque tan solo voy al parnaso
y ahí en liturgia voy
siento el ambiente cándido
que en mi siento hoy".
(ambos al leer tal estrofa entre estrellas)
 Conde, condesa: Entre tal alma,
ha de ir a un lugar lejano,
y sin saber aún su llama
que siente en su mismo costado.
 Condesa: Qué sentimiento contiene,
solo toca y va un mundo,
qué visión a un mundo tiene
entre vates y amor jocundo,
aún sin saber que es lo que siente
por tal mirada en el piano profundo.
 Conde: Ni yo mismo entiendo,
su lenguaje abstracto,
que da en corcheas latiendo
como en su concierto tocando,
quisiera estar en su seno
y leer su mismo adagio.
 Condesa: Así fuera tan óptimo,
pero por el momento esperar,
tratemos de ver lo misterioso
durante su alma que suele recitar,
será desesperación por lo sonoro
que dé en cada compás,
pero si logramos entender el tono
ayudaremos sin dejarlo mal,
somos sus amistades en el todo
y tenemos que ahí estar.
 Conde: Así mismo ha de ser,
es nuestro amigo de años,
y obra de Liszt que da a ofrecer
puede ser un lenguaje no razonado,
hasta el momento de él
que toca en todo su piano,
pero que sabremos entender
mientras ahí nos metamos,
así no acabará este esplender
que en su fijación está dando.
 Pianista: ¡Oh qué notas van al anhelo!,
entre acordes que doy,
buscando un lóbrego sueño
que no olvido de un corazón,
recuerdo solo un apego
entre papiros de la nación,
abrazaba al mismo fuego
que en su seno era un sol,
mas solo es un fútil deseo
que fallece en el orfeón,
más de las notas y aliento
que aún siento de ese candor,
más cuando fui himeneo
y su mismo adonis del amor,
en deidad era epicúrea
beldad extrema del apogeo,
ahora no hay ni una teùrgia
que de señal ni del cielo,
ahora ni caricia profunda
que venga de aquel beso,
solo compases en injurias
que son tan cadavéricos,
vorágine sin la ternura
que consume la tormenta el sentimiento.
 Papiros con las notas de una relación,
entre cartas de un idilio,
pero ahora solo son dolo desamor
que veo en cada sonido,
por eso he de tocar en tal expresión
poniendo a mi mismo delirio,
así no sepan esta pasión
solo ha de vivir en un corazón dolido.
 Conde: Qué estará diciendo,
quisiera oírle,
toca con tanto sentimiento
que cierra sus ojos febriles,
qué maestría tiene en el concierto
que no comprendo ni que es rifle.
 Condesa: Si sois tonto o zopenco,
ni yo tampoco pero quiero que os tranquilices,
creo que el poder descubrir el duelo
será cuando él termine.
 Conde: ¿Seguirá así en el piano?,
o no veis al cúmulo de personas,
de cómo se ponen pasmados
por tal pianista en el dogma
que toca en todo el escenario,
pero sin preguntarse nada en el idioma
de qué significa el acto,
pero solo a nosotros nos importa
porque su forma de ser no es garbo.
 Condesa: Quedaos quieto amor,
no os preocupéis más,
esperad a que termine lo sonador
e iremos a preguntares con serenidad,
pero dejad de poneros así
que vais a hacer a que nos miren mal,
y yo no he de querer así aquí
para poder estar bien al final,
sé que le van a alaudir
por ser un gran pianista en verdad,
pero no olvidéis que somos su vivir
que en familia somos y amistad.
 Conde: Tenéis mucha razón,
me quedaré mejor tranquilo,
pronto charlaremos con el compositor
para saber de su sino,
o qué ha de pasar en su corazón
que no deja de dar latidos,
si es tan grave, estaremos,
si es un romance, no lo dejaremos,
sino quiere comentar,
no le obligaremos,
si quiere solo callar
así será en el momento.
 Condesa: Sí en eso por fin decís lo que es,
es nuestro objetivo,
sin dejar caer rosas en mustio ser
que van al lejano otracismo,
mas si os fijáis al infinito cielo
podréis contemplar un brillo,
es como un denuesto
entre palabras de lo maldecido.
 Conde: Quién escribe eso,
se lee tan espantoso lo escrito,
quién ha de ser tan maléfico
que parece un desafío.
 "Jamás has de encontrar nada,
ni porqué luchéis,
su alma ha de estar en llamas
entre diantres de placer,
¡buscad cuál fue la daga
que en sueños disteis,
entre una lozana dama
que diste en insomnio por fenecer,
pero ha de vivir con la magia
que he de dar en el enriquecer,
es presa del mismo terror,
no podrá irse a otro hogar,
ni ante el mismo Deus o Dios
porque aqui ha de estar,
entre el complacer de obseción
de nuestras lavas de rijosidad,
tan divino y epicúreo su olor
que nos roza entre la sensualidad,
aunque llore de dolor
soy el Hades de su libidinosidad.
 Hasta pronto pianista,
ha de sufrir como castigo,
no podréis tener la vida
que vos mismo disteis en olvido,
como a la misma dandi afrodita
a la cual tuvisteis en sino,
por Dios Zeus mandado a vuestra cima
para ahora tendréis escalofrío,
ni ha de venir ex esposo Hefesto
nadie para ayudaros,
porque estoy en el averno
que nadie viene y ni un santo".
 (Al tocar el pianista contempló el denuesto,
su alma eso no creía cuando vio eso)

 Conde, Condesa: No podemos creer que haya hecho eso,
cómo  es que feneció,
por sus mismas manos en el fuego
que ahora entendemos la definición,
pero estaba en insomnio su momento
y ahora será que eso él leyó,
fueron palabras sin ayuda de un Perseo
para que ayudase a su atención,
venido de un mundo tan negro
del mismo tártaro a un resquemor,
pero que termina de tocar el concierto
y que ahora vamos ante su blasón.

 Pianista: No puedo creer que sea cierto,
cómo o cuando fue que la maté,
no recuerdo nada de eso funesto
que haya dado al ardor de mi ser,
solo recuerdo que desperté y la ví en el sendero
con sangre en su mismo brazos y pies,
era mi aliento eterno
que siempre amé,
no sé si podré vivir en esto
al saber que así la dejé.

 Conde: Parece que el pianista está más mesto,
parece que leyó las palabras,
y la pérfida gente aún le ve con esmero
por la obra que terminó más desesperada,
con más energúmeno sentimiento
que no aguantaba en su vesania,
sin saber que será de su aliento
al vivir una vida tan disipada.
 Condesa: Me siento mal por el pianista,
tan noble que se ve,
y ahora tiene esa culpa con ira
y en su consiencia sin fe,
donde ve más un parnaso con cenizas
donde todo es ennegrecer,
arcaicos los árboles de cimas
y cielo, alma en el condoler.
 Conde: Transmitió de una manera tan cruel,
tan brusca con el dolo dolor,
de no poder solo seguro él creer
que haya hecho un acto tan atroz,
trataremos de charlar con él
ahora condesa mía,
al saber ya lo que es
sin decirle palabras viperinas.
 Condesa: si así ha de ser,
para que no sienta que somos malicia,
aunque somos sus amigos ante él
iremos con toda ayuda infinita,
para ver si logramos algo hacer
y así traer a su hermosa afrodita,
que ni sabíamos que era su ser
entre la vida de sus días,
lo tenía tan guardado,
que tenía a una diosa tan bendita.

                            II
 Al fondo suena un preludio, por Fréderick Chopeen,
la gente se había ido, charlan con él, y el ambiente se vuelve más tétrico,
confieza sus metáforas, y entienden quién era ella, y sus amistades le ayudan)   viene Zeus y él mismo
                                                 con hefesto y perseo, van a averno y derrotan a hades,
hermano de zeus,
                    aunque zeus le pide que tenga bondad, y dice que de a la diosa, el se opone y ataca,
            con el tridente, cuando ataca, el mismo cronos, manda a su padre urano dios del universo, a que
 destruya a hades, por enterarse de lo que hacía con la afrodita,lujuria y así pueden sentirse bien,
 y todos van        a la vida terrenal y el tiene a su afrodita y vive feliz con su vida entre tonos alegres.

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