viernes, 11 de mayo de 2012

El amor de una entelequia más que llorada.



El amor de una entelequia más que llorada.

                I

  Manifiesta su querer, y más por la música que toca
de Wolfang Amadeus Mozart. Y que describe, la obra completa,
como en trazos y notas de su noche enloquecida.

 Si la vida es tan solo vivir,
tan solo quiero vivir viéndote,
si la vida es hasta morir
contigo ahí quiero estar queriéndote,
si la vida tiene ese fin
deja que mi alma ahí llegue,
por ser vos mi existir
y a lo único que mi alma quiere,
si el piano tiene un cumplir
y es dar aquella pasión,
ahí yo quiero ser aquello feliz
que toca solo al corazón,
como al tuyo sinfín
con armonías y devoción,
si amor en una sinfonía es el violín
yo quiero ser de él la voz,
que solo toque y no sea infeliz
cuando te ame en el albor,
hay tantas cosas que quiero ser
que ni hoy se llega a ver,
por ser tanto amor
que hoy ha llenado a mi corazón,
solo quiero a ti amarte
vivir ahí y solo soñarte,
quizá del piano una obra tocar
y de ella a ti ahí solo imaginar,
hay veces que las palabras no llegan a decir
lo que uno de verdad anhela,
porque si lo veis en un concierto ese sentir
observaréis tanta imaginación de lo que no reflejas,
de aquel piano, chelo, oboe y violín
cuando en cada compás comienza,
y mi amor por vos va más que el fin
y de esa música del gran poema.


"Empieza cambiando la clave de fa a sol,
y su tonalidad es en re mayor
de su Kv docientos ochenta y cuatro;
vive aquel hombre de gran amor
por sonar en ese adorado y agitable piano,
desprendiendo a su alrededor
melodías que salen de su corazón volcánico,
por su sentimiento de ardor
que expresa lo más sensibilizado,
y que quiere a esa sonata de pasión
que le hace vivir de lo mágico,
con esa obra de tal humor
que le da en su toque acariciado,
solo un hombre que vive
y que solo a eso siente,
a la música de su ser apacible
y que a esa marea duerme,
y que toca en su noche sensible
sin ira sino amor que el tiene".

 Hoy en esta amada noche,
donde toco el adagio cantábile de Mozart,
sintiéndole entre corcheas las voces
que suenan ante un grupeto de bellas notas,
y en clave de sol con sus semicorcheas
que me dejan sentir el idioma,
donde cambia su clave de sol a fa
donde va creciendo las ocho semicorcheas
entre mis dos manos al tocar,
para luego volver a sonar un grupeto
al próximo dulce compás,
entre las notas "Calando" de su momento,
dando el reflejo de la paz,
que me da en mi aposento ese grupeto
con solo a eso de maravilla tocar,
entre semicorcheas de sus acentos,
donde sigue esas notas de gran sonar,
que lo siento entre mis dedos
con perfume de aquella deidad,
que ella es la calma de este eco
por imaginarla entre mi lira de cantar,
donde suena ese dócil arpegio
y luego un acorde de calmar,
y que vienen semicorcheas de lo tierno
y cambia su clave de fa
a sol entre las semicorcheas de su aliento,
que van entonando entre rítmica a un trino
para luego cambiar de clave de sol a fa,
donde suenan mordentes en el sonido
entre dieciséis semifusas al tocar,
llenándome entre ochos fusas de este cariño
que toco con tanto alentar,
para luego tocar un grupeto de lo bellido
entre semicorcheas de la melosidad,
y sigo entre semicorcheas y un trino
de un tiempo ante dieciséis notas de palpitar,
para luego tocar apoyaturas y trinos
entre semicorcheas del bello entonar,
que me enciende esos cuatro trinos
luego para las fusas entre la tonalidad
entre varios sostenidos,
luego sonando un acorde del arpegio
y cambiando de la clave de fa a sol,
entre el piano de notas y fusas y de silencios
que doy tan solo que hoy,
entre varias corcheas que toco de sentimiento
y corcheas entre mi pasión
para luego sentir semicorcheas del instrumento
y un acorde y silencio en clave de sol,
y que sigue en silencio al próximo eco
y tocando en la otra clave notas de consolación,
de si, la, la, la, la, y luego
a una octava más de la la la y sol,
en semicorcheas que tanto quiero,
entre corcheas y fusas apoyaturas de mi pasión,
suena para llegar en muchas de sentimiento,
donde cambia la clave de sol a fa cambió, de su ternura,
dejando un hermoso silencio
y dejando la libertad del trino de un tiempo de dos,
entre semicorcheas de la clave de fa,
donde suena luego un arpegio del acorde,
y hace un silencio de dos tiempos,
entre la clave de fa que cambia a sol,
donde me lleno de fusas,
para luego sonar en diez fusas de gran amor,
donde son tan jocundas
que dan a mi mi vida y corazón,
son tan llenas de su lucha
entre semicorcheas y tresillos,
tan solo que de puras fusas
que suenan entre mi destino,
que a ellos tanto les tengo ternura
por sonar en ese compás de cariño,
donde cambia al otro compás a clave de fa
y donde me regala luego una garrapatea de dieciocho sonidos,
entre semicorcheas de la clave de sol de dan
entre muchos bellos trinos,
que son mi latido de cantar
ante esa obra de amor bellido,
donde cambia su clave de fa a sol
que suenan solo semicorcheas en el piano querido,
y que me emociono tanto yo
por sentir esta obra de mi gran amorío,
donde suenan un quintillo de semifusas
ante el piano de esos cándidos sonidos,
que me llena el alma de ternura
para luego sonar rápido un sextillo
de cándidas y bellas semifusas,
donde me es todo es mi hermoso destino
entre esa musa de las fusas
que suenan en lo terminado y bendito,
para luego caer en una apoyatura
para que suene un hermoso trino,
como en mi y cambiando la clave de sol a fa,
donde es mi gran mirado paraíso
que duermo para leugo tocar ese arpegio de paz,
a otro acorde de la clave de sol del último sonido.

                     II

 Albinoni aparece y ofrece su adagio en su ambiente.

 Había tanta alegría ante este joven adonis,
que la pasión lo deja sordo y cegado,
y suena un adagio por Tomaso Giovanni Albinoni,
de la obra para orquesta de cuerdas y órgano,
que suena en la tonalidad de sol menor que hiere
más a su corazón congojado.
 Nació este italiano terminando el siglo XVII
entre mil seiscientos setena y uno su ser mágico;
y toca por lo lúgubre de este ente,
que era injusto vivir en lo malo,
entre violines, violonchelos tristemente,
entre violas y contrabajos,
dando así a este esas violas que hieren
al corazón de este ser lastimado.

 El hombre pianista:"Quisiera que el adagio de Mozart,
sea aquel regodeo en mi,
que el alma sea ambiciosa
para no llegar a un sucumbir.
 Apócrifo es la historia
cuando solo hay esperanza,
preferís iros a la deshonra
y solo crucificar el alma,
porque el mundo ni entiende qué es poesía,
que es un anhelo que explota,
ni sabe que es el lenguaje de una misa
cuando en violines lloran,
ni saben qué es la tirria
cuando un compositor zozobra,
solo saben decir que es magnífica
sin saber qué fue lo que vivió,
y así ni siquiera termina
cuando apenas es su inicación".

 Entre su mundo solo llueve,
entre óculos al vorágine cielo,
por no tener lo tenue
y al mundo por ver lo zopenco.
 Y se pregunta, de porqué él, si amaba eso que quiere,
que lo deja muerto al oír ese adagio.
 Por Albinoni con maestría que tiene
en transparencia de esa orquesta de lo entonado,
y que bañan violines más a su ser que zahiere
ante la oscuridad de su corazón atado,
entre una cima con serpientes
que envenenan a su gemido palpitado,

 El hombre pianista:"¿Qué haréis culebras,
queréis picarme y matarme?,
 creéis que importa a mi silueta
si terminan de una vez a mi carne.
 Culebras:"Envenenamos con la vida,
dejaos que os piquemos,
somos la energía y malicia
pero a vos diferente dejaremos".
 El hombre pianista:"Así es entonces,
soy la elección de vuestro veneno,
que podré sentir más a los acordes
cuando oiga más al adagio pleno".
 Culebras:"Así mismo va ser,
somos la magia de la protección,
de esta naturaleza o edén
que damos con la salvación".
 El hombre pianista:"Os concidaría en lo noble,
por tal veneno que ofrecéis,
siendo como la analogía de tótem
que hoy aquí recibo a mi ser,
sentirme más fuerte en los acordes
oyendo esa magia en el tañer,
que proviene de Albinoni
entre su magnificiencia de poder,
que lo toca con lo apoteosis
y que me tranquiliza el condoler.
 Aunque sea teñido necrosis
que me mortifica en el organismo,
todo por sentir lo adonis
entre todo sus sonidos.
 Culebra:"Concededlo así,
ahora nos marcharemos,
espero que podáis ser feliz
y que no olvidéis este acto bueno".
 El hombre pianista:"Hasta pronto viperinas nobles,
fue un gusto ser picado por vosotras,
dieron más fuerza a un hombre
que ahora les recordará con honra".
 Tomaso Albinoni:"He de oír tales palabras,
he de entender la locura,
tal horror hay en el alma
y más por lo que es la premura,
de querer tener a una llama
a que acaricie en la ruta.
 He de dar más a mi orquesta de magia
para que os conduzcáis,
entre una esperanza llana
que recita hoy con palpitar".
 El hombre pianista:"He de oíros compositor,
miradme como he de estar,
sin fuerza y ni un calor
que pueda levantarme hacia la paz.
 Si todo fuera diferente en un sol
y de más rayos sea cantar,
pero como nada es igual en el corazón
todo hoy siento ante veneno lo letal.
 Aunque me sienta con tal voz
pronto la obra vuestra me terminará.
 Tomaso Albinoni:"No es una obra de hoz
sino una lanza que os flechará,
hasta un lugar con una canción
que ahí ella solo será".
 El hombre pianista:"Sí así ha de ser,
podré morir en paz,
así entre cuchillas que den
e ir y oler a su santidad".
 Tomaso Albinoni:"Os juro por esta orquesta,
más que dirigo entre los tonos,
os juro por mi alma y las damiselas
que será otra historia lo que invoco".

 De porqué él, si amaba eso que quiere,
que lo deja muerto al oír ese adagio.
 Por Albinoni con maestría que tiene
en transparencia de esa orquesta de lo entonado,
y que bañan violines más a su ser que zahiere
ante la oscuridad de su corazón atado,
entre una cima con alejadas serpientes
que envenenaron a su gemido palpitado,
y que lo renacieron en el ente
aunque poco entre lo más congojado.

 El hombre pianista:"¡Oh qué vida la mía,
entre locuras y vesanias!,
aquí entre una cima
con sonidos y solo la llama.
 La cual suena en esa armonía
que a mí me devasta,
quisiera salir a la lira
de sus destellos que brillaban,
pero ahora están compungidaS
las expresiones de la aria.
 Cómo quisiera ser Dios,
para poder solo verle,
y así ser ya un dandi compositor
para que ella sienta mi presente".

 Tomaso Albinoni a parte:"Solo susurros percibo,
entre todo ese ente,
que salen de su ser mismo
ezperanzado a un Réquiem.
 Así se afinque en el campo,
así esté en una tétrica pieza
así no sienta un hálito
algo habrá en su existencia".  

 El hombre pianista:"Entre la orquesta de sol menor,
donde ruego la cantada a su ser,
que no me deje más así por favor
y que vuelva con sus sentidos de fe,
y que tenga ese anhelo de su corazón,
así no fallezca en lo hiel.
 Fuese un paraíso ante el tétrico cantor
que entona ante mi vida de lo infiel,
acariciaría la felicidad de su pasión
que hoy entre esta cima siento fallecer,
que Dios en bondad dé a su única adoración
para poder levantarme ante la tocada de doler.
 Porqué la vida es así,
si era un buen hombre que tenía alegría,
donde está la venturanza de lo lis
y renazca ante la dicha,
o no ven las lágrimas entre ese fin
de las cuerdas de elegías,
donde solo estoy en la vidorria
y pidiendo a gritos una vida,
que aparte la mala rapsoda
que canta en lo clandestino,
que manifieste Dios a esa obra
más de ardor y paraíso".
 Tomaso Albinoni:"Sereno joven que al dolor moja,
angustiado no conseguiréis nada,
pedid que os quiten esa rabia loca
que hoy a los violines más matas".
 El hombre pianista:"Perdonad por ser tan dramático,
es que el vivir es injusto,
aunque haya tenido lo mágico
hoy ha terminado en lo fútil e impuro.
 Que devuelvan mi magia de honra
y sienta que es otra vez el mismo,
pero nadie oye las congojas
que expresan del mismo sentimentalismo,
solo ando en ese infierno de mazmorra
que martiriza entre el mismo abismo,
 Tomaso Albinoni:"Seguid como queráis,
no soy quién para deciros qué hacer,
si os sentís bien en ese mal
os dejaré que así estéis.
 Ya he de faltar poco en la tonalidad
para que fallezca junto a ti,
e irme así al cielo celestial
y estar esperando hasta el fin.
 Donde me he dado cuenta,
que hay que llorar hasta que no se pueda,
y de ahí solo gritar
cuando ya se haya ido la tristeza,
y así de lo atroz levantar
a la misma alma que anduvo en guerra.
 El hombre pianista:"Pero vuestros violines que entonan
con tal morriña de su surrealismo,
que anhela una voz de Diosa
para verla y darle en esos violines amorío.
 Pero ni aparece esa increíble moza
donde los instrumentos suenan de lo más ferido,
lozana su alma entre la obra
que palpita de tal angustiado sonido,
y que sigue así entre los compases de su hora
que gritan en violines y fagotes un amor querido,
que lo sientO tocar Tomaso Giovanni
entre lo más luctuoso de mi mundo teñido,
que solo vos ahora muestra lo más dandi
entre tus fagotes en lágrimas que salen de su sentido,
entre violines que me miran en el jaborandi
con más lágrimas cayendo de lo vivido,
donde Dios ni canta ante esa vida
y que está ido de este mundo abatido,
donde no se sabrá si será alegría
ante ese adagio de lo sufrido".746
 Tomaso Albinoni:"Donde ya calla mi alma,
entre las damiselas que terminan,
donde sueltan el último adiós
entre la composición de mi armonía,
y yo he de alejarme con Dios
para irme y así ver las favilas,
y así ha de ser en la composición
cuando llegue tan solo ese día,
que nos veremos ante la nación
más inmortal que es la misma vida".
 El hombre pianista:"Fuisteis un gran compositor,
que dio en órgano y orquesta,
tanta estupefacta visión
que hoy me ha dejado en vida plena,
aunque igual en el resquemor
que no puedo liberar de mi existencia,
y nos veremos en ese albor
cuando todo sea con alma y la condesa".
 
  Termina de sonar ese órgano de elegía
ante su ser de lo más contristo,
sin saber porqué es así la armonía
que llora a través de los sonidos,
que anhela en esos violines más melodía
donde palpite a un hermoso paraíso,
pero callaron esos violines de vida cuita
a su joven lozana alma de lo cuito.

 Fue tanto el dolor de una fría vida
que lo deja sucumbiendo de lo más compungido,
y que luego ya esa orquesta termina
dejando un ambiente entre su noche de lo herido,
entre violines y violas de más morriña
y a él en esa cima en ese árbol de lo mezquino,
de una vida tan pérfida que dicta
solo palabras de lo más adolorido,
y que prefirió una esperanza en la rutina
que entonaron de esos espantosos sonidos,
y donde esa obra es un vestigio
y donde Albinoni se va a su paraíso,
y no puede hacer nada en esa vida
donde lo deja solo y más que ciego y contristo,
creyó que podía con esa lira
a su mundo cambiar a otro sonido,
pero ni Dios escuchó su melodía
y lo deja así en esa vida ensordecido.
y esa obra calla en violines de melodías
y él queda así en su mundo perdido.

                   III

 J.S.Bach presente en el piano, toca su adagio,
y el hombre solo entristecido,
más oye en su corazón, y solo en el aurora destruido.
 será que esa obra le ayudará, ya que suena en su lenguaje
y escrito de lo más igual que la partitura.


Johhan Sebastián Bach aparece en su albor,
entre todo ese ambiente de ese hombre abatido,
de igual manera toca un Adagio en re menor,
donde la vida se fenece más a ese hombre perdido
en pura melodía de tono re, re, re, re, re, re en su voz (empieza a tocar Bach)
dando luego a la armonía corta de su sonido,
entre el piano que toca de dolor
y el hombre sin decir nada la obra solo siente esos sonidos.

 J.S.Bach:"Veo que más zozobra hay en su corazón,
no oye pero si en su profundo ser sumiso
esas melodías del compás y un mordente
que entono del piano vencido;
y que sigue una melodía en su mordente
que salpican del arte fallecido,
y luego bellos acordes presentes
y melodías en semicorcheas y fusas
que suenan al final en mordente.
 Sigue así esa cadencia de su tétrica musa
para el alma que sufre solamente,
y suena al final del compás un mordente de ternura
dejando un sombrío ambiente.
 Vuelan veinticuatro fusas
entre el compás de locura,
y estalla en un hermoso mordente,
donde cambio la clave de fa a sol en su premura,
entre acordes en la tocada dulcemente,
dejando al próximo compás un mordente,
semicorcheas y fusas,
suenan ligeramente
entre otro mordente,
luego varias fusas mojan en su dulzura
que llora ante el piano para un mordente,
entre acordes de corcheas que exhorta
para más adelante caer en una nota negra de un mordente,
un silencio luego para tocar doce semicorcheas que lloran
más en esas cinco corcheas siguientes,
donde baila un mordente que tanto ahí zozobra
entre su mundo de melodías y mordentes,
y que suena y suena esas melodías en su alborada loca
para el alma de un hombre que solo tristeza tiene,
ni se aparece ni siquiera Dios en sus horas
donde suenan melodías en semicorcheas, fusas y mordentes,
tan sutil suena en su piano de honra
donde solo siente un vivir que lastima solamente,
que quiere a una gloria
y no esa vida que solo zahiere,
así en ese adagio que tanto explota
ante su cima de un mundo que pierde,
así como Dios en su historia
las almas en la vida que fenecen,
¿donde está el que ayuda a la mazmorra
y que lo libera a una santidad?,
no existe en esta misma obra
donde solo ve melodías de infelicidad,
entre mordentes que suenan
y solo ve una terrible tempestad,
esperando un milagro a su alma que pena
ante esa vida que ni ve con claridad,
pero que oye en su corazón esta cadencia
aunque su oído esté en la soledad,
entre fusas y mordentes esa melopeya
entre el viento a su misma tempestad,
y sigue la melodía entre fusas de su etopeya
que doy como Johhan Sebastián Bach,
entre el murmullo más tétrico de su tema
ante esos muchos mordentes,
que tan solo en ese piano suenan
para un tórrido volcánico ambiente,
donde las flores y árboles se queman
por la elegía de este piano que de ira crece,
y siguen así esos inmensos mordentes en la pieza
entre los compases de su ente,
donde entona una sensible apoyatura
y una nota blanca en tono sol de dos tiempos,
para luego sonar acordes y un mordente de ternura
lleno de ese lagrimeo,
que toco entre una lucha
para cambiar nuevamente a clave de fa de su apego,
entre este piano de semicorcheas de una mañana oscura
donde suenan mordentes de su mismo aliento,
queriendo darle a una dama jocunda
y que la bese sin ya más mundo pérfido,
donde luego entono once fusas
ante el piano y dos semifusas de sentimientos,
y luego cuatro fusas
que suenan de su amartelamiento,
una semicorchea y dos fusas
entre ese dulce fuego,
para luego sonar nueve fusas
y un mordente en el piano de tedio,
y luego varios acordes en ambas claves,
sin dejar de palpitar esa tonada,
sintiendo que ya se va el romance
en ese piano de su dicha aterrada,
donde Dios no aparece en el arte
y donde él sucumbe más en la lava,
donde siente podrir su misma carne
en esa cima de vida llorada,
y que sigue así hasta terminar sin chance
de lo que soy en la tocada,
y que el hombre siente un adagio tan apasionante
y a la ves luctuoso en su alba,
que no puedo creer que no tenga un ser salvable
ante esta vida que de ira le mancha,
ante las tonadas del avance
que solo tiene un mundo de vida matada,
y que busca tanto su ser a un mundo de vates
y que consigue soledad en su íntima alma,
que ve caer tanto las estrellas fugaces
y que de todas ellas pide y nada le dan a su magia,
y que terminé de tocar este romance
ante la ira y dolor de su misma llaga".

 Se va Bach al mismo cielo que igual que se fue Albinoni,
deja al hombre sordo y cegado,
no sabe qué hacer en su mundo este joven adonis,
que era tan epicúreo en su mundo lastimado,
y donde imaginaba el sueño de una deidad
pero que jamás llegó en su corazón,
solo imaginaba este pianista en la inmensidad
esa diosa que quería con tanta pasión,
pero jamás estuvo ella en su melosidad
donde solo vivía de postración,
(solo al tocar y recitar
veía a su dama que adoraba de fe y amor),
pero al pasar esta soledad
no se sabe si aún sigue esa imaginación,
solo sabe que está acabado en la tempestad
sufriendo sin ver a más de su albor,
(porque antes lo veía a esa deidad
que veía más que al universo de efusión,
esa imagen de su alma en melosidad
donde escribía hasta poesía de su corazón).

              IV

 Pero las locuras en la vida suelen cambiar,
y suena un nocturno del opus treinta y dos número dos,
tocándolo Fréderick Chopeen en su soledad
donde es un sonido en la bemol mayor,
que empieza con un arpegio de lo magistral
y luego corcheas alentando a su corazón,
pero está ciego y en la sordedad
sin saber qué hacer en su mundo de lo atroz,
y Chopeen mientras toca emociona a su cantar
en recitadas palabras de pasión.

 Fréderick Chopeen:"Vos no estaréis más en la injuria de la vida,
mis cantos entonan de un gran sabor,
vos queréis tanto un sueño en la alegría,
no todo va ser ya en la elegía
sino fe y pasión
de lo que mi alma hoy os dará,
aprenderéis a sentir mi corazón
que canta en esos acordes de paz,
no todo es flor mustia en la desazón
sino un paisaje con cantar,
así como hoy toco en mi piano de lo magistral
que hago por lo menos sentirte mejor.

 El hombre pianista:"Solo al no ver y ni oír,
siento quizá un poco del amor,
más de lo que oigo en sí
en un piano con tanta modulación".

Fréderick Chopeen:"No os sentís de diferente manera,
no hay poeta o músico que no sienta esto,
y sois aquel pianista de belleza
que tocó el adagio cantábile de sentimiento,
eso no está muerto sino vivo
y ahora más con este nocturno que toco de delirio,
de una fuerza que sale de mis venas
para solo dejarlo encima de vuestro destino,
son armonías que tan solo suenan
para levantar vuestro soñado delirio".

 El hombre pianista:"Si tan solo pudiese ver,
y no tener ya esta tortura,
si Dios me hiciera florecer
ante un valle entre holgura".

 Fréderick Chopeen:"y donde reflejo paz
a vuestra cima con terneza
que desprendo de mi nocturno bendito,
donde pinto vastas queridas letras
que recitan a vuestros sentidos,
donde todo será paz y belleza
ante esta mañana ya no oscura de tu vacío,
creed en mí y ve al cielo en nobleza
por mis cálidos y sencillos sonidos,
son la obra que de mi doy maestra
para vuestra vida de un mejor camino.

 El hombre pianista:"Qué más me puede suceder,
qué más Dios a mi mismo ente,
solo que dejar que sea vencer
todo el sentimiento que me pertenece". 153

 Fréderick Chopeen:"donde la cólera se irá al anatema
y donde renaceréis de más cariño,
así yo soy en esta mañana de terneza
por veros hoy y daros este nocturno de amorío,
es así mi fe ante el piano o espineta
que entrego toda mi esperanza en vuestros sentidos.

 No sentís que si la oís aún mejor,
podréis ver y oír mi sonido,
que están llena de entrega y de pasión
que os mando entre mis tañeres queridos,
que os acarician el corazón
y que os hacen sentir más fuerte y no vencido.

 El hombre pianista:"Aunque trato de oír sus palabras,
son tan blancas y bondadosas,
vienen ante sonidos que aman
de sus manos que solo hoy tocan".

 Frédercick Chopeen:"dejáis a un lado el infierno
y decid bienvenido seáis amor,
y adiós al anatema de vuestro centro
y gritad os amo imaginada pasión,
así la diosa vendrá a vuestro seno
y le socavaréis de tanta ilusión,
que tanto ha gritado vuestro sentimiento
entre el comienzo de vuestra entonación,
y así os lo doy ante estos ecos
que toco de mi profundo amor,
no soy aquella persona que solo tiene lo perfecto
sino aquella persona que os cambiará,
que os dá ahora tantos sonidos poéticos
que de mi nocturno yo doy de mi entonar".
 El hombre pianista:"¡Oh gracias por tal gracia,
gracias por ser un poeta ayudante,
que ahora siento más la magia
que a mi interior seguro en lo entrañable".

 El hombre sintió tanto la música en su corazón,
que a segundos después pudo ver,
el milagro era en su visión
y luego en su sordera de querer,
Chopeen no había mentido en su entonación
y fue por Dios mandado ante su fallecer,
y así de pasión tanto creció
que el nocturno sonaba de tanto tañer,
de esas corcheas en su albor3  17
que todo se pintaba de enternecer,
ya no había más dolor
sino que alegría en su desdén,
todo por ese nocturno que suena de pasión
y por la mágica obra de Chopeen,
era así el nocturno un milagro,
una vida y entrega,
es así una composición de lo mágico
cuando se oye con el alma plena,
cuando se siente tal amor ganado
cuando pierdes hasta la cabeza,
donde él ahora solo ha anhelado
esa diosa en su plena existencia,
donde luego eso vendrá
para que viva de enorme belleza,
y así sigue esa tonalidad
que de pasión refleja,
sin dejar de sentir esa vida pasional
que del piano solo despierta,
lo ama tanto en su felicidad
que el piano de melodías suenan,
y se florece su corazón
y su vida de esa bella espineta,
donde siente tal regocijo de su pasión
por sentir el halo de la presencia,
de frederick chopen de canción
que obra a su vida de querencia,
donde la perfidia se va al dolor
y donde ve a lo lejos a una diosa bella,
fue como lo dijo Chopeen en su cantor
que será milagro y una existencia,
así lo es en su poema de amor
que expresa amor y belleza,
y sigue sonando ese nocturno de tal ardor
que el pasto es más naturaleza,
donde todo es verdor
y su corazón una paz entera,
y sigue ese nocturno de ilusión
alimentado a su centro de nobleza,
donde se oyen tanta bella modulación
sonando en ese piano de cándida pieza,
donde sale mucha entonación
entre bellas y nobles corcheas,
notas negras y blancas de amor
que dan a su alma en su existencia,
que parecen violines en ese piano sonador
que a su alma tanto de amor le llena,440
entre los acordes de la agitación
que de pasión tanto refleja,
y que se contempla una gran iluminación
que del cielo baja como condesa,
tan hermosa su silueta de resplandor
que al pianista entre los trinos y melodías observa,
su pecho y su desaire dan ardor
ante la locura de esa mañana contenta,
Fréderick le dá el milagro de su visión
y de su alma que canta ante él de la pieza,
donde el cielo resplandece a ese amor
y donde ya ni hay a lo lejos tormentas,
y que no hay ni en el universo colisión
ante millares de los planetas,
solo hay más que creación
entre la vida de la vida eterna,
todo se colorea de predilección
y más su ser al ver bajar a esa condesa,
tanta pasión tiene en su corazón
que llora ante las armonías de grandeza,
y donde suenan arpegios al terminar lo romanceador
que palpita de ese nocturno de gran belleza.
 Y que sintió tales rocíos de lo enternecedor
que sonó del piano de terneza,
donde su alma vuela con gran pasión
por tener ya sus sentidos en la tierra,
donde ve todo de otro color
y con su alma de pasión entera,
que anhela esa diosa en su albor
y que del cielo se refleja,
y donde la imagen de Fréderick se va Con Dios
y el pianista con tanta alegría ve aún bajando a la damisela.

 El hombre pianista:"Acuciosamente diré que el nocturno
en el piano fue de milagrosos sonidos,
en esta mañana de Frederick Chopeen
como el opus treinta y dos número dos,
que acarició ante este desdén
entre mi alma como ella de arriba del amor,
porque es aquel ente sacro y bren
que en sus ojos dá pasión,
y donde digo en su ser
estas palabras ante la ilusión.
 Esta obra es un milagro del tañer
tan solo que en la mayor,
la felicidad sonando de nuestro ser
y que espero besarte sin más poder corazón,
a veces siento que mi alma es un florecer
ante las melodías que fueron flores,
las cuales sonaron de tanto querer
entre el nocturno de bellos acordes,
que es nuestro lenguaje sin fenecer
por la locura de nuestras imaginaciones,
vemos tanto allá del allén
que llega a decir que somos inspiraciones,
que hemos de alcanzar para no llorar de dolores.

               v

 Aparece Gustavo Malher, el checo, llenando de su sinfonía,
a la cumbre de sus almas.

 El hombre pianista:"Pienso tantas cosas mientras ahora oigo
a Gustavo Malher en su sinfonía número cinco,
donde plasma la alegría y lo luctuoso
entre violines, chelos de sus miles de sonidos,
Gustavo Mahler dirigiendo el Adagietto,
así a este amor que solo me afinco
y que de la magia de esos ecos,
suenan de violines tan sumisos
y un arpa tan suave entre chelos,
con serafines mandado por Dios mismo
que tocan de lo más diáfano y etéreo,
era como si cayera lluvia del cielo bendito
ante este amor que baña de ese concierto,
es en verdad este amor un paraíso
por aquellos cánticos que tocan de sentimiento,
por eso que compondré así un escrito
para recordar este momento,
donde aún la condesa está en el cielo zafiro
contemplando este hermoso concierto,
y mi composición será casi como estos sonidos
que en ese aire suenan de tales alientos,
¡tan hermoso y bonito!
que a mi alma dá de esos instrumentos,
que amo ciegamente a mi destino,
dirigido por Gustavo Malher ante serafines
llenándonos de amor entero,
es tan hermoso esa recitación de mi corazón encendido
que entrego a esta deidad que tanto quiero,
y que miro a una diosa de lo divino
como hoy a sus ojos azulejos,
que tanto rogué en mi poesía del destino
que siento tanto amor de este milagro bello,
es tan solo que el cielo mismo
mirar a mi gran obra que tengo,
es ella esa obra y poesía de surrealismo
que suena en esos violines de mi corazón que tan solo quiero;
es una felicidad tan divina de mi sentimentalismo
que en esos sonidos yo muero,
se me va la vida al oír esos sonidos
por ser tan gloriosa aquella obra de sentimiento,
no puedo más con este sentir infinito
que llega a rozar a la voz de Dios en el cielo,
qué obra es y tan igual a mi obra es,
solo dice las palabras en su mismo sonido,
esas notas que abrazan a mi ser
y a la de mi amada de tanto idilio
que no se explica en palabras lo que es,
la música va más allá que la poesía,
no tiene límite esa gran creación,
solo Dios sabe y mi alma esa obra escrita
donde nos estallamos de su visión,
por ser aquella amadísima sinfonía
que suena entre nosotros aún de consolación,
sus voces tan sumisas, sin idas
que van a nuestro fondo del corazón
ese arpa tan delicado y tan poético,
esos violines de pasión sonando
tan solo que en ese ambiente feliz y patético,
donde mi corazón está bombeando
y quizás hablando en chelos,
solo sabe mi espíritu ese santuario
que besa a la voz de mis alientos.
 Mi idioma será igual que esta obra de lo mágico
la que es a ese concierto,
un poeta de su corazón entonado
como de mis tonadas de lo cierto,
viviré ahí con mi dama de lo enamorado
sin irme a otro mundo de lo mesto,
solo que amándote de lo apasionado
y siempre en alma en lo divino y honesto,
siendo aquel amor puro y poetizado
que sonará en sus obras de lo poético,
y que feliz estoy con Dios por lo bueno
que manda a este amor en mi centro,
que me hace dar felicidad
y ante este divino concierto,
que lo siento en mi corazón
tan solo esos violines de lo benéfico,
donde no hay postración
y donde renazco de lo más eterno,
a lado de mi dama con toda pasión
por sentir su querer y amor pleno".


El hombre pianista charla con su amada que del cielo baja,
contándole de unas visiones que vio al futuro,
pero de las cuales que jamás imaginó
que iba a pasar ante un ambiente tan oscuro,
como quedando sordo y ciego
sin sentidos ante su corazón de infortunio,
solo imaginó a una condesa de apego
y que consigue ante su luctuoso mundo.

 El hombre pianista:"Oh anhelo más inmortal,
la rama que me pertenece,
más del árbol celestial
para dar frutos en valles verdes".
 Condesa:"¡implorasteis tanto este milagro!;
que hasta escribíais en hojas desechas,
pero ahora he visto todo lo cabizbajo
en que pasasteis solo en la tierra".
El hombre pianista: "Conseguiros fue milagro,
y que imaginé esa visión en mí,
estaba tan solo en un piano
cuando contemplé el existir,
pero no ante esos tétricos adagios
y ante esta sinfonía de tanto latir,
donde expresa mi mismo vocabulario
que he pasado en mi vivir,
de la tristeza a lo regocijado
que ahora tengo junto a ti,
pero no contemplé que iba a quedar sordo y cegado
sin ver nada en lo que viví.
 Estaba en ese tiempo solo con lo más ilusionado
de conseguiros entre el mismo cielo de rubí,
pero a pesar de haber sentido lo trágico
Dios me dá una esperanza ante mi,
me dá el halo de mis sentidos adorados
ante un nocturno y ante el cielo a ti,
me siento tan sensible y alegrado
por sentiros hoy a vos aquí".
  La condesa:"Yo misma supe todo lo que os tocó,
del cielo contemplé los adagios tristes,
donde os sentisteis en un infierno de terror
por lo que os tocó pasar en ambientes febriles,
pero mi alma de vos se enamoró
por ver ese anhelo que pedíais,
y aquí vos me tenéis en vuestra visión
y es a lo que vos tanto amaríais.
 Así que no os alejéis de mi corazón
y devoradme con versos de poesías,
dame el mundo que os da pasión
y donde solo soy yo de vuestra alegría,
y qué bien se siente oír ese concierto de amor
que entonan entre violonchelos de la sinfonía,
entre esa arpa que entona de dulzor
entre los varios compases de gran magia sumisa".
 El hombre pianista:"Siempre os recitaré poemas de amor,
en el día, en la noche y en el amanecer,
siempre leyéndote palabras de mi corazón
que son afinación de mi eterno ser,
por ser tan hermoso esta pasión
que vivo ante vos de tanto florecer,
donde hubo un bondadoso Dios
para que mi mustia alma dé a crecer,
y que no quede en esta cima de pudrición
de lo que imaginé quizás tener,
pero al ver que todo retornó
hoy tan solo veo un rojizo amanecer.
 Condesa:"Siempre me daréis todo amor,
por ser yo vuestro querer,
y me amaréis tanto en corazón
que yo misma a vos mi piel daré".
El hombre pianista:"Seré más feliz contigo,
amándote entre este sueño,
al cual es real de idilio
y que me enciende hasta el mismo pecho.
 Y que observo un castaño claro cabello
que perfumo con mis besos infinitos
y que estáis a lado de mi cuerpo,
os abrazo con amorío
y con mi mano acaricio su cuello,
tiene un azulado vestido
que parece al mismo claro cielo,
tiene una piel tan clara como el aurora bendito
que en el piano de esta cima resplandece como universo,
 Condeas: Me sonrrojáis pianista,
por tales palabras que decís en versos":
El hombre pianista:"Soy único de vuestro destino
que amará en enseñanzas de lo poético,
sonriendo ante lo querido
en las lecciones de mi ser frenético,
queriendo al piano de los sonidos
como el a nosotros de este romance que ahora tenemos,
y que de mi alma a su ser tan solo recito
el poema de nuestra vida en versos,
y donde suenan esos bellos sonidos
de ese arpa y violín del concierto".
Condesa:"seguid más con las palabras,
solo quiero escucharos amor".7113333333333333333333333
 El hombre pianista:"Jamás imaginé ese dolor,
de verdad creí que estaba fenecido,
pero vos me dais hoy tanto ardor
que siento que todo es un mundo querido,
más en ese Adagietto de lo sonador
que me acaricia como vos de vuestro amorío,
solo hoy en mi espalda y en mi pecho de calor
que lo dejáis con tanto amor encendido,
¡ay amor de mi vida y de mi corazón
le entregáis tanto querer infinito
que siento la paz inmensa de esta ilusión!,
¡oh todo será ahora de versos y sonidos
que entonen en nuestro fóculo de lo romanceador".
La condesa:"Así y por los siglos será,
donde me consumiréis,
paz y audacia a mi cuerpo darás,
alegría y melodía me ofreceréis,
cópula y entrega me haréis palpitar,
locura y amor en violines me daréis,
astros tan solo del universo más brillarán
poetas y músicos alegres estaréis,
ante el amar de nuestra cima de paz,
os amo tanto en este desdén
que solo siento un amor de tal felicidad,
que quizás provoca en esos violines,
como olvidarse de lo triste y solo cantar,
como de amor ante los serafines
que tan solo tocan en chelos de gran arrullar,
donde yo a ellos les veo en lo que existe
por esta pasión que nos damos de melosidad".
El hombre pianista:"Es tan hermoso y a la vez tan luctuoso,
donde siento las mil palabras en ese Adagietto,
por esa historia que viví de lo lloroso
cuando estaba solo y desierto.
 Diciendo que fui aquel hombre presagio
donde el enigma fue otro de lo que vi,
para no caer en el océano naufragado,
pero me doy cuenta que hoy renací,
por vuestro sahumerio perfumado
que siento ante este soñar feliz.
 Cuando se vive de lo romanceado,
se quisiera quizás llorar,
por tal sinfonía que entona
de tristeza y de cantar,
por lo que en mi vida tanto explota
pero ahora tengo tan solo delirar,
que todo se olvida ante esta historia,
sino sintiendo esos violines de arrullar
que a mi alma hoy tan solo roza,
igual que a mi dama de palpitar
y ella de más pasión me toca
entre mi cuerpo en esta cima de amar.
 Condesa:"Os amo amor, os amor y siempre será,
os amo en mi corazón que late tanto por la eternidad.
 Jamás dejemos de sentir el idilio,
vos tanto buscasteis,
y aquí estoy contigo
amándote con todo querer.
 Las espadas filosas envejecieron,
retorno hubo en el mundo,
más por vos en el sentimiento
y por sentiros amor profundo.
 Porque somos dos parejas eternas,
que tenemos ahora la mejor vida,
escuchando una obra tan poética
que nos rinde culto y alegría".
El hombre pianista:"El vivir de esa obra es fantasía,
y tan solo con alegría quiero estar,
y solo estar ahí con las melodías
amándote condesa angelical,
debo más amarte ahora de mi mañana bienquista
entre esos violines y arpa de lo pasional,
como viviendo en esa sinfonía de vasta fantasía
e imaginando tanto querer y amar,
en la vida veo esa vida
y de seguro os amo de tanto palpitar,
como lo es simplemente las armonías,
esa historia que te hace ver a lo celestial.
 Os idolatraré siempre en mi corazón
que jamás terminaría de decir que la amo más que a Dios".
La condesa:"¡Oh adonis pianista de mi alma,
qué expresión en mi dais,
dejáis mis ojos con luz rutilada
por vuestras palabras que pronunciáis,
hacéis que sea más de vos enamorada
por solo escucharos de lo magistral,
¿os habéis enamorado de mi?".
El hombre pianista:"Sí, y por siempre en la eternidad,
por formar parte de lo feliz,
por ser esa entrada especial
que hoy he devorado junto a mi".
La condesa:"Me alegra escucharos en la verdad
porque así no sufriré con vos aquí,
amándonos ante la dulzura astral
entre besos y amor de tanto latir.
 Vos siendo aquel roce eternal
que hoy descubro vivir,
más que la locura infernal
entre un diantre ante el existir,
de querer solo allá llegar
y olvidarse que es vil,
así como almas sufren,
así como hay quizá esperanza,
así somos sin lo lúgubre
que hoy ha cantado de romanza".
 El hombre pianista:"Jamás vos llorará,
sino siempre fortunio os daré,
por ser esa condesa de mi palpitar
donde lo llenáis de ese amor y de fe,
os juro ante el sol y las galaxias,
os juro por el mismo Dios,
os juro en el nombre de mi alma
y lo juro por todo mi llorado corazón".
 Condesa:"Jurad con toda plenitud,
que a mi solo dais un amor que ahora canta,
entre tañeres de beatitud
que me acarician con tanta magia,
donde siento hasta la luz
de los ojos del mismo Dios,
que observo de tal magnitud
y que es por nuestra pasión alada".
 El hombre:"Así tan inmenso va el querer,
puedo asegurar que somos únicos,
que a nadie le he de suceder
así con tanto amor profundo,
y que termina de tocar el tañer
Gustavo Malher en el fóculo,
y se queda observando nuestro querer
ante los serafines de lo pulcro,
llenándonos de más enternecer
que sentimos en lo jocundo".
 condesa:"Gracias por si no me traicionaréis,
amaré así más a vuestra carne,
que en ella tan solo vos me socavaréis
entre todo el dúctil romance,
donde callan los mismos sonidos de fe
y que nos observa Gustavo Malher,
y más ardor se enciende en mi
por tener a mi pianista con todo arte".
 El hombre pianista:"si pedí el anhelo y sufrí en la vida llorada
creéis que se me ocurre engañaros,
jamás os haré un mal en la morada
siempre os amaré con lo más amado,
y os juro ante ese Adagietto de magia
que entonó entre violines, chelos y contrabajos,
tan sonoros y hermosos más con esa arpa
que cantaron ante nuestra cima de lo mágico,
donde dirigió Gustavo Malher con la misma alma
para solo a nuestro fóculo alegrarlo".
 Condesa:"Más que arte y poesía,
y gracias por ser un ángel,
os amaré en mi piel seducida
que os quiere en lo palpitante,
y que está tan lasciva
que os quiere que le beséis con arte,
donde vos seáis libido en dicha
y me hagáis gemir por lo apasionante".
 El hombre pianista:"Venid ante mis brazos amor,
que os quitaré el vestido celestial,
y os introduzco el miembro del ardor
que siente una vulva de tenuidad".
 Condesa:"¡Oh pianista qué sensación,
estoy tan ardiente en el lecho,
desnuda para la palpitación
que hoy en la lujuria siento,
besadme más en la copulación
que siento tanto anhelo,
¡ay qué placer dais!,
¡ay qué amor es!,
sois mi hombre de verdad
que vive entre mi ser".
 El hombre pianista:"Os devoro entre lo más epicúreo,
siento solo de vos cálidos orgasmos,
donde todo es un rijoso fortunio
que hoy entre mi carne ha explotado":
 Condesa:"Bañados de la esencia del amor,
juntos entre lo libidinoso,
dándonos lo sibaritismo del olor
que está en lo íntimo y fogoso,
que derramo más del coito calor
que sale en lo mágico,
que son una cálida expulsión
por tanto anhelo de los orgasmos".
 El hombre pianista:"Y os acaricio la vulva,
como si fuese un mismo violín,
donde es la excitante ternura
que hoyu he sentido junto a mí,
cómo os amo en mi lecho de locura
donde brilla tanto vos aquí".
 Condesa:"Y donde vos me ha llenado de holgura
por ser todo un Dios junto a mí,
donde dejé que de mi comieras la piel desnuda
que hoy ha estado ardiente de frenesí,
y que seguirá entre noches de luna
copulándonos con tanto idilio del vivir".
 El hombre pianista:"Malher llenó en lenguaje sus palabras
que se recitó de ese concierto amado,
aquel compositor Checo entre idioma de magia
que a mí me dejó hechizado,
por haber olido y sentido los murmullos que cantaban
y más al sentir los besos de ti amor apasionado,
las caricias de mi misma hada
que tengo en mi aún acariciando,
entre mi cuerpo y dócil espalda
donde me deja ardiendo el mismo costado,
tan tierna y dúctil es mi dama
que es una monada al amarme de lo volcánico".
 La condesa:"Gracias, gracias pianista de mi corazón;
gracias, gracias por vuestra bondad de amor,
sois tan dulce y mágico,
que enamorada hoy de vos estoy,
por sentiros tan poeta y apasionado
que de amor me lleno tanto hoy,
por vuestra sensibilidad en lo recitado
donde me alegráis en cada verso de amor,
donde me decís que me amaréis
y que no dejaréis de pasión llenarme,
donde soy de vuestro ser
y de vuestra eterna carne.
 Y ese Adagietto de la sinfonía,
llena de pasión pasional
que fue una pasión infinita,
de un vivir de lo más fenomenal
que tendremos hoy en nuestras vidas".
 El hombre pianista:"Condesa mía,
miro a vuestra belleza pura y cándida,
que me hace feliz en lo loco,
que es en el amar tan mágica
como fue el concierto sonoro,
ese sortilegio que vos dais a mi alma
para solo fijarme más en vuestros ojos,
solo de su eterna vida apasionada
para fallecer y estar en su pecho glorioso,
dormir y solo ahí dormir,
amar y solo ahí amar,
querer y solo ahí vivir
y sin irme de mi ilusión de paz,
así será como el nocturno feliz
que sonó en mi felicidad,
y donde ese Adagietto es infeliz y feliz
entre violines, chelos de mi melosidad.
 Condesa:"Es grandiosa que ni dejamos de hablar de ella,
por ser tan arduo en el significado,
que nos hace hablar con tal epopeya
por habernos hasta copulado,
por habernos hecho la hazaña plena
de este amor tan ardiente y mágico".
 El hombre pianista:"Y jamás las partituras os volaríais,
porque sois esa eterna composición,
siempre en vuestra alma vosotras estarías
porque son aquellas obras de mi corazón,
y en ese aroma vos siempre viviríais
sonando y amándote de la modulación,
es así y siempre poesía seríais
ante mi eterno amor,
de esa melodía os llenaríais
por darte todo el indecible pudor,
es así mi espíritu del vivir,
es así él tan puro que no puede dejar de reír,
ama tanto en la vida,
solo así sabe que no está en alma fenecida.
 Condesa:"Os beso tanto amor,
por ser tan Dios en el querer,
por decir tales palabras de adoración
que me dejáis roja en él,
que solo pido que estemos entre este sueño
y que sigamos sin que nadie nos separe,
que vivamos con lo más benéfico
que somos entre el romance".
 El hombre pianista:"Mi alma  os regala la mejor aria de composición,
solo así sabréis que es llena de inspiración,
que en la vida de ese amor vive
gracias porque aparecisteis vos,
y que por eso este poema de amor escribe
porque no puede dejar esta historia de emoción,
porque solo en su sentimiento y piano existes
porque estáis ahí en frente de la cima de estimulación;
y poque somos en la rapsoda tan felices
que no dejamos de agitar esa pasión,
y las partituras no tienen cicatrices
solo tienen el perfume de nuestra relación,
 Condesa:"Qué poético y dulce,
os amo mi caballero perfecto,
donde esto es el reino de las beatitudes
donde nos damos amor eterno".
 El hombre pianista:"Las partituras nuestras,
las que luego haré,
más como la de ese concierto
perfume y amor indecible escribiré.
 Tendrán recuerdos como violines
que sonarán ante nuestro albor,
hasta de aquellos cánticos serafines
que nos llenaron de tanto amor,
así con sus voces y hasta delfines
de lo soprano como el ruiseñor,
hasta Dios igual que mandó clavecines
para que ellos toquen de honor,
Es todo y ahora he de dormir,
ya saben como debe de terminar,
solo quiero a ese amanecer feliz
que veré y no dejaré de acariciar,
así repita mil veces lo mismo,
no importa porque el amor es así,
por ser tanto en el corazón surrealismo
aquel sueño en la fe de ti,
por ser tanto aquel sueño del paraíso
que anheláis en el existir,
y os beso en lo más sumiso
como en ese chelo, arpa, piano y violín,
y que sonaré para aquellos ojos berilos
así como esos instrumentos tan feliz,
simplemente que fantasioso en el idilio
cuando veis que ya no hay sufrir".
 Condesa:"Y que me duerme ante lo más bendecido
que es tan solo este vivir,
lleno de un amor infinito
que suena como un violín,
y dormiremos ya amor mío
porque fue un amanecer de tanto frenesí,
donde hubo tristeza, amor y lujuria
hasta llegar a lo más feliz,
donde hubo tanta pasión que aún abunda
entre nuestro cuerpo de tanto latir":

 Pasaron cien años y llegaron juntos al paraíso,
aquella bella condesa ante  su corazón,
su pasión fue con tanto delirio
que de la fuerza de los mares fue su amor,
vivieron juntos de ese amado paraíso bendito
y estaban junto a Bach, Albinoni y Chopeen ante Dios,
se alegraron esos compositores por su destino
que salió feliz ante este reino de pasión,
y su poema fue en música del sueño el escrito
y lo que vivió jamás olvidaría de su albor,
por tener a ese milagro de su destino
que solo de esa condesa felicidad en la tierra vivió;
por ser su amor sacro de los sonidos
en donde ilusión y paz tuvo en su corazón.

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