sábado, 22 de septiembre de 2012

La descendimiento de la cruz.



Madre acompañó a su hijo al final,
oh entre disturbio en alma,
por una misión infernal,
infernal que no dio calma.
 El cuerpo divino de la vida,
lo descienden de la cruz,
ahora está muerto,
y ni siquiera hay luz,
luz en la misma pintura,
pintura se refleja en él,
él en manto de liturgia,
liturgia de lo hiel.
 Hiel en sangre encarnada,
encarnada por látigos,
látigos que dieron al alma,
alma de cielo casto.
 María Magdalena acompaña,
acompaña la furcia bendita,
bendita de una vida mala,
mala en que se daba sibarita.
 Donde querían matarla,
matarla por ser una meretriz,
meretriz sin ley santa,
santa donde vivía feliz.
 Feliz por disfrutar,
disfrutar de las cucas,
cucas en su alegrar,
alegrar en piel desnuda.
 Unos hombres la llevaron donde Jesús,
Jesús vio que tenían piedras,
Piedras querían lanzar la multitud,
Multitud esperó la respuesta.
 “lanzar el que esté libre de pecado”,
Todos quedaron sin lanzar,
La mujer quedó libre del acto,
Acto que fue para ella infernal.
“Gracias señor por salvarme”,
“no volváis a pecar,
Si queréis acompáñame
Y así me escucháis”.

 Mujer furcia bendita,
Alumbrada estuvo por él,
Por ver tal humano en vida,
Entre un mundo de poder.
 Ahora hasta su muerte fue,
fue porque le quería,
quería por ser un gran ser
ser entre enseñanza y alegría.
 Oh cuerpo de gloria,
ay que en vida disteis todo,
ahora posáis en muerte meritoria
entre una pintura de enfoco.
 Tríptico de gamas confusos,
solo la verdad ha de conocer,
de un cielo tan oscuro,
oscuro por el mismo pincel.
 Pincel que llenó Rubens,
Rubens entre amor de lo fiel,
fiel a Jesús Cristo puro,
puro entre su religión de él.
 De idolopeya renacentista,
renacentista de su siglo barroco,
barroco de epopeya vista,
vista entre su pintura de enfoco.
 Enfoco de sentimiento,
sentimiento en magia,
magia trazó en su lienzo,
lienzo entre misma presagia.
 Cómo marcharse de ello,
ello que es su religión sagrada,
sagrada en que pintó centello,
centello eterno de luz amada.
 Cómo apartar el pintor,
pintor un inmortal ser,
ser de su pintura en pudor,
pudor que dio al edén.
 Edén de almas merecidas,
merecidas en existencia,
existencia da la caricia,
caricia por su epopeya.
 Naciente virtud,
virtud del matizar,
matizar a Jesús,
Jesús en amohinar.
 Os dedicasteis al poema,
poema de inmenso escrito,
escrito entre el tema,
tema ante el mismo Cristo.
 Cristo fue la mayor diadema,
diadema que alumbró,
alumbró en parábola sin anatema,
anatema más que él advirtió.
 Si miráis el cuadro,
Cuadro canta en lo mesto,
Mesto entre el halo,
Halo de un mismo averno,
Averno que él desciende,
Desciende su mismo cuerpo,
Cuerpo que es llevado a Réquiem,
Réquiem de su mismo silencio,
Silencio en su mortuorio,
Mortuorio de su funeral,
Funeral entre aceites tónicos,
Y donde en roca tapado está.
 Se alejan todos,
Todos luego se van,
Guardias romanos se quedan
y Vigilan el lugar,
lugar nadie visita por dos días,
hasta que luego se van.
y pasa algo que extraña en el tercer día
porque la misma roca no está.
 Nadie supo que había sido removida,
Hasta Pedro se asombra al no estar,
El cuerpo del maestro desaparece,
Corre y corre donde todos están,
Cuando llega informa la peste
Que tan solo fue a mirar,
Nadie creía sus palabras
Y luego María Magdalena fue a mirar,
Ella misma se postra a llorar
Por no ver al maestro ya,
 Tanto dolor fue para ella
Que luego oye la voz de alguien más,
“Mujer porque lloras”,
Se han llevado el cuerpo del maestro,
“él dijo que iba resucitar
al tercer día de los muertos”
 María se voltea
Y ve el reflejo del mismo ciervo,
Y le abraza a él alteza
Y se siente feliz al verlo,
“Anda a contarles a todos que me viste,
Decidles que el hijo de Dios viviría,
Id y contad lo que sentiste
Y anda y corre en alegría”.
 María corrió fuerte,
Llegó ante los apóstoles,
Nadie creyó que de la muerte,
Muerte iba a resucitar en orbe.
  “Cree le he visto,
He visto al maestro,
No estoy mintiendo,
vi su rostro se lo prometo”.
 Tomás: No te creo,
Creo si ahora le veo,
Veo sus huecos,
Huecos de las manos y pies,
Pies que tuvo en clavos fieros,
y si le meto mis dedos a él.
 No creía Tomás,
Tomás estaba poseído,
Poseído por la verdad,
Verdad de algo no creído.
 Dijo que muchos profetas,
Profetas ahora pueden haber,
Haber creyéndose el,
Él ante el camino en poder.
 Que mejor tengan cuidado,
Cuidado de lo que pueda pasar,
Pasar en el mismo acto,
Acto de cualquier andar.
 Qué el mismo fue a enterrarlo,
enterrarlo entre ellos,
ellos que le vieron agonizar,
agonizar entre la cruz muriendo.

 Peter Paul Rubens eso no reflejó,
Solo refleja la oscuridad del cordero,
Cordero que se va a un adiós,
Adiós que luego revive en reflejo.
 Vivo Cristo de la mejor inmortalidad,
Jamás como él nadie en vida,
Vida que enseñó como nadie,
Nadie entre la verdad y la ceniza.
 Fuisteis la estrella fugaz del cielo,
Cielo que miraba hasta moisés,
Sabiendo que ibais a ser el cordero,
Cordero que iba a dar paz en Jerusalén,
 Que ibais a librar el libertinaje,
Libertinaje que yacía en Roma,
Roma ciudad de lo salvaje,
salvaje y en Israel sin aroma.
 Rey de los judíos os hicisteis llamar,
Llamar ante el mundo mismo,
Mismo fuisteis el purificador,
Purificador del sentimentalismo.
 Donde Juan el Bautista esperaba la llegada,
Llegada de la luz divina,
Divina ante la misma morada,
Morada de la tierra vacía,
Vacía por pecados de lacra,
Lacra que tanto había,
Había entre adulterio y matanza,
Matanza de la empatía,
Donde hacían caso a Rey Cesar,
Cesar rey del imperio,
Imperio que fue su mandar,
Mandar entre su fuego.
 Un día en el templo vendían,
Vendían animales en venta,
Venta entre monedas malditas,
Malditas que la gente venera.
 Jesús al entrar y ver eso,
Eso a él le enfureció,
Enfureció tanto que tumbó al suelo,
Suelo las monedas en rencor,
Rencor por primera vez tuvo,
Tuvo entre su vida,
Vida que fue enseñar lo puro,
Puro aquí no había,
Había uno que solo dijo,
“cuál es la moneda que aparece,
El Cesar, entre ludibrio a él”,
 Esta es una casa de oración,
oración que se viene a orar,
orar y no a hacer lo peor,
peor entre sus ventas más.
  Denle al cesar de lo que es del Cesar,
y adiós de lo que es de Dios.
 Arrojando más las cosas que habían,
enojado estuvo Rabino,
no aguantó la burla a su padre,
por ver tal acto tan mezquino,
 Entre látigos a todos sacó,
sacó fuera del templo,
templo dejó de ser horror,
horror a su fuerza del seno.
 Era la casa en donde siempre vino a orar,
orar desde niño,
niño que hablaba en parábola,
parábola a todos en idilio.
 Pintura del descendimiento de la cruz,
Cruz que sangró por su piel,
Piel lastimada de Jesús,
Jesús donde vivió al final cruel.
 Pero que vive luego a la luz
Cuando todo es la miel,
Miel de la gracia y beatitud
Beatitud de no haber lo hiel.

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