sábado, 12 de febrero de 2011

Deidades ante el ser que vivió esperando el milagro.



Deidades ante el ser que vivió esperando el milagro.

¡Oh la vida mía de las liras!,
porque en cada sonido de la melodía
¡te tengo el dulce amor que me estima!;
¡no hay otra pasión! que me llene de vida,
solo esa que me deja en sonrisas,
solo con ella que a mí alma la acaricia.
Es todo lo que estaría hasta el oasis de la triunfada alegría;
y cantaría las cantigas
muy dúctiles de la armonía.

Entre la noche del sueño,
cielo etéreo de estrellas,
tengo mi enamorado sentimiento
que vive por ella;
solamente de ese sonido de los versos
que cada vez suena,
suena en mi corazón del poema;
¡y las letras se vuelven magia de mi existencia!.
Todo cambia hasta las estrofas de cadencia,
en mi alrededor sintiéndoos los sonidos de mis bellas letras;
y se abre el cielo mirándoos ángeles amándoos mis poemas,
solo con sus cantos sopranos de belleza.

Cada vez soñándoos de lo que amo,
es como hoy en la música sus labios,
que me hacéis hacer esto apasionado,
como la de esta noche de eso amándoos.
Sois en realidad de mis historias de versos teúrgia de lo alegrado;
¡cómo dejarte violines, letras si estáis en mi corazón enamorado!,
si vivo sintiéndote en mi ente ilusionado,
¡amaros ente y vivid con el de lo soñado,
solo así vos verás al paraíso aromado,
como de tú amor a esta historia entusiasmado.

Cantos gregorianos y afroditas
se ven llegándoos,
como al fóculo de la noche más alegrándoos,
y veros es sentir que me acompañan entre mi noche de lo beato;
tan celeste ellos de mi rincón solitario.
Al llegar dan a mi espacio
por sus cantos y violines el encanto,
y la paz que necesité en los versos de compañía era de lo sagrado;
siempre grité en el silencio esas deidades de cantos,
y aparecieron para darme lo encariñado,
que ahora disfruto de ambrosía a las afroditas en el lecho del manto.
Siento sus pieles por la mía de lo encantado,
y es una cohesión tan divina del amor al estar en esa sensación de lo apasionado;
y escuchándoos los bellos cantos sopranos,
como de sus voces en esa noche de lo sagrado,
y me encariño a esas voces y las consumo de lo más incitado.
Vesánico de el momento fogoso
de tenerlas de lo sonoro,
y amaras de lo hermoso,
solo a lo lejos se escucha cantos gregorianos
y hay un piano dulce afuera sonándoos,
solo a eso convierten de la relación lo melódico y apasionado.
Nuestras almas vuelan de regodeo,
así desnudos de dulce sentimiento,
enamorados del sacro momento,
porque ha sido como un sortilegio
y un milagro la aparición de sus alientos,
y de sus cantos sacros de enamoramiento.

¡Recordad el amor hay que alimentaros!,
porque él es tan delicado,
como mi alma ante la música de lo sacro,
y que ama sus cuerdas del piano
cual explaya lo de mi sentimiento lo arrullado.
Mis palabras de ahí salen dejándoos rastro,
vida del amor que amo,
como a vosotras diosas hasta el astro,
junto a valses bailamos,
y se expande lo musicastro
de este que no es un poetastro,
sino un melodioso escaldo,
que en esta noche ha escuchado,
como la voz de Dios del santuario,
en que estuve rezándoos un rosario,
de fervor a él y a mi pasión del corazón romanceado,
y de la venida de vosotras a mi ser ilusionado,
de Venus Vesta a mí entonces purificado,
y fue así que apareció lo dócil ante mi piel de lo entonaos,
así dulce y melodioso como metáfora del piano.
No hay nada más que decir de lo que me pertenece,
que hasta los males se envejecen,
y solo tengo en esta noche Réquiem,
paz con las diosas enteramente,
es grandioso amándoos él mi ente
y ellas de lo dúctil mi cuerpo ardientemente,
amadas de mi vida,
viviremos así hasta que nos toque la otra gira,
estaremos allá y nos amaremos de mucha melodía,
en ese oasis de alegría,
y vamos a enseñar nuestras virtudes de poesías,
jamás olvidarán lo que nos ha pasaos de la vida,
nos vemos bellas liras,
vamos a dormir queridas mías,
dormir y soñar con la pasión que nos estima.

Unos quieren escribir y otros solo dejar que sonéis,
dejar que se contemple su poesía y otros en notas aparecéis,
así como he dormido en la poesía besándoos,
acariciando y sintiéndoos que eres de mi abrazándoos.
Demostráis alma que eres lo que a nada más amaréis,
la voz del poeta heroico en piano os romancearéis,
viviera de ese sonido solamente amándoos,
y en semblante con sonrisas al cielo elevándoos,
violines de un suite de Bach apareciera,
el air suite sonando de ternura a mí misma alma fuera;
qué mundo se viera en mi calma de lo romanceado,
y así esté durmiendo amares es lo calmaos y amaos.
Mis aventuras con mis deidades ha sido victoria,
milagro de la paz que buscaba de mi historia,
puedo gritares al Dios que soy tranquilidad,
que vivo ahí en un sueño melifluo de amenidad,
y que dormiré de ese sueño que siempre huelo,
que quiero y siento aquí en mi corazón hasta más que el amor del cielo;
por todo este mismo romance que amaos seáis en mi corazón,
alma y mi otro yo sin dejares de mi amadísima del sueño de mi pasión.
Y me voy a tocar antes de dormir el nocturno nº tres de Franz Liszt;
para llenarme de ese amor del sueño que quiero de mi vivir,
solo de mi vivir el aliento plácido que me hace feliz,
de esa romanza que suena de caricias en mí de lo apasionado,
y mis poesías se alentáis de su sonido acariciado,
¡es tan Dios esta pasión! que duermo por fin en la cama con las diosas enamorado;
y sintiéndoos que mi sueño de lo eterno está logrado,
la imagen de mi a los ojos del mundo ilusionado,
vencedor de las cosas que venero en lo dulce y purificado,
cierro los ojos y ya no hablo,
como en mi pensamiento sino descanso,
pero diciendo en lo último ¡eh vencido la meta de lo soñado!,
que en días siempre olemos de lo romanceado
ante las melodías dóciles del romántico piano,
a la cual yo toco con mis enamoradas manos,
y a lo que veo mis sentimientos en versos recitando,
y de una mirada tan apasionada y sentida de lo endulzado,
son metáforas del surrealismo de pintura en silencio ellos sonando;
y por fin de tan pocas palabras es mejor ver en el sueño en que estoy rozando,
y dándoos ósculos a mis versos y cuaderno de poemas de melodías palpitándoos,
y viéndome sonriéndoos y bailándoos con la pasión que me ha acariciado.

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