jueves, 11 de agosto de 2011

Siempre hay tormentos al cual fenecen y se vuelve a vivir.



Siempre hay tormentos los cuales fenecen y se vuelve a vivir.

¡Oh escandalosa obra diez del número doce!,
de ese etude que marca las míseras elevaciones,
que rodean entre tonos tocándoos a vuestras ensoñaciones,
como para mostrar lo que dice en cada tañer vuestras voces,
y que son tan enaltecidas y elevadas,
pero en ese sonar teniéndoos los fugaces acordes,
que son la desesperación de vuestra tocada
del allegro con fuoco o fuego de vuestras entonaciones
que dieron y dan hasta la melosidad divina de tu alma.
Por ser tan vuestra que ellas os dejáis mostrar
como en el viento las notas de ese ambiente espectral,
son tan luctuosas en el alma y las noches lúgubres,
que no se puede con nada mesto comparar,
solo una senda de poca libertad de lo que cruces
es lo que vos haréis entonar,
así son las tocadas del numen
que hoy ha dado las mágicas verdades de su arrullar,
sin importar qué mundo os toque solo vos haréis mirar,
es solo eso lo que hace una música de disturbio,
para decir en ella todas las palabras de infortunio,
y así de ella quizás absorber lo que vive de su mundo.
Palpitaréis alma mía ante esto de tonos profundos,
que os conmovéis al oíros a él del estudio,
conoceros a él en silencio de su etude o quizá un preludio,
cuando suena en el viento las voces del iracundo,
cuando solo absorbe una vida disipada sin lo pulcro.

Pero una dama aparece a lo lejos vestida como una duquesa,
ojos de zafiros, tiene joyas y cuerpo de gemas,
tiene aroma frondoso de naturaleza,
flores en su cabellos como dalias de gran belleza,
y solo alguien al observaras le parece un hermoso poema,
como para leerla completa, de su vida de lo que se refleja,
solo que en ese ente de curiosidad a su vida que lleva,
y que solo es por haber mirado Chopin su silueta,
que parece unas miles de centellas, que asemeja a una lluvia de perseidas
en frente de sus óculos la duquesa que lo deja sin alma patética;
con su inmensa belleza que lo deja con alma de poeta,
con ese perfume de la musa poética
que es ella tan rutilante ante esa noche de estrellas,
viniéndoos por una pieza que solo vos en paz lo absueltas,
que por vuestra venida de amor lo liberas,
quedándoos con alma enamorada de esa dama esbelta,
y es tanta cúspide la pasión que os queréis como un poema,
y más porque llega a tus ojos en terneza,
que con ansías va y sin decir una palabra solo la mira y la besa,
ella sin rabia solo por él se deja, y es un paraíso que al mundo emplea,
solo que esa cohesión de divina grandeza.
Y al solo darse el beso de ser solo ellos en ese mundo de locura,
solo los dos idos por el amor de la ferviente dulzura,
os enamoráis y vivéis de regodeo y sin alma nocturna,
por lo que traía Chopin en su música a veces de la lucha,
de la fría tormenta injusta de sus piezas como gemebundas,
sollozándoos quizás a veces en su averno que dibujaba
con un pincel las pintadas notas de su historia,
lo cual a su ente le apedreaba
pero ahora retornando con un estudio número tres de gloria.
Él le compone con todo su corazón a esa diosa,
que era para él, George Sand la dama que aparece de honra,
a la que quería él como una melodía quiere a un piano,
él daba en esa pieza romanza y tonadas romanceadotas,
es lo que llevaba en su corazón arrullado,
solo porque ella lo atrapó en la melodía del amor,
y que ama por ser el milagro hallado
que consiguió para ser fortunio de lo vencedor,
y que ahora la besa entre violines de la tristeza de la pasión,
y la abraza dulcemente en su ente de ilusión,
sus ojos brillando por la regodeada vida que llevan ahora de lo historiador;
que será por siempre en preludios y estudios,
por ser tanto la explosión de la efusión,
y que seréis más dulces los benignos nocturnos
que hasta se nota como da énfasis en su introspección,
y que toca el piano con la pieza que le compuso,
así de fortunio, a ella, por ser la llegada más lumbrosa en perseidas de su ilusión,
y por ser ese sentimiento del surrealismo hacia ella y hacia su gran amor.

Fréderyck Chopin vive con su dama maravillosa de lo luchador,
que consiguió la paz en sonrisas de notas de fascinación,
y qué placentero toca y adora a su dandi diosa,
que la tendréis hasta en vuestros labios amando de felicidad,
y qué benévola es la belleza ante nobles notas que compartís a tú hermosa,
que la queréis más y más de lo eternal,
donde vos estáis tan enlazado ante su cuerpo como un piano de sus notas,
envueltos entre una noche sonando las mágicas armonías,
vivís vosotros entre el paraíso de su aposento de historia,
entre cascadas y montañas y una paz inmensa de cantigas,
y os besáis y os arrulláis tanto que el cielo da brillo de la pasión amorosa,
el mismo amor entona a una visión enamoradora,
como de querer vivir en ese mundo que vivís vosotros,
de ser aquel que en alma no se es hiel sino alma sonadora,
y no hay un averno que lastime de mazmorra,
sí así tiene que ser y qué hermoso es, sentir una vida como lo es,
eso tan pulcro y sonador de la belleza de eso,
de las cuerdas de un piano o violín de amor creciendo,
y por dentro solo sintiendo que es amor lo de vosotros en flores durmiendo,
en paraíso libre los dos ahí consumiéndose de la magia,
y sin ir de eso solo que en alma oliendo
de que su vida es una hermosa tonada
que suena en los versos de mi universo,
solo que ahí vosotros reflejados y por la pasión que he creado,
solo para veros como fluyen de lo enamorados,
y qué bien fluye que hasta los veo en mi sueño,
juntos ahí solo que viviendo apasionados,
y sonando a lo lejos el piano de sentimiento
con su pieza del estudio número tres romanceado,
sonando tan historiador de su vida de lo enamorador,
que ofrecen al cielo gritos y melodías de la pasión,
imploran tanto que el mismo cielo les da encanto,
están en todas partes, hasta en mis sueños sin llantos,
aparecéis en las líneas de esta aventura de lo realizado,
vivan felices del fortunio que les ha tocado,
es una vida gloriosa del amor,
no hay porque irse de lo vencedor,
si se ganó hay que viviros de ilusión y paz,
jamás irse de la romanza de la pasión
sino olerla y vivirla de amenidad.

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