miércoles, 24 de agosto de 2011

Fantasía impromptu retornándoos a su mismísima alma por Dios, y por el narrador.



Fantasía impromptu retornándoos a su mismísima alma por Dios, y por el narrador.

Compositores que coexistieron de lo garbo,
de esa bizarría de su arte a lo apasionado,
y que solo de su interior al amor ilusionaron
de que iban hacer más en esa destreza de lo escarbo.
Y hay uno de todos ellos que cohabita en lo sonoro,
uno que ve más allá que la normalidad de su alma,
la cual transformáis en lo decoroso y formidoloso
por sonar esas notas en vuestra fantasía impromptu descalabrada.
Con un movimiento allegro agitado ante el piano de tonos,
sintiéndose fugaz ante los sonidos que transportan alma desesperada,
como si huyeseis del mundo para solo encontrar un trono,
y es al que contenéis el sonido de tu obra sesenta y seis agitada,
que suena y suena tan entonada por recibir el aroma de tu alma.
Lo que has convertido en esas notas magistrales,
por vivir en ese movimiento loco de ida del romance,
al que no queréis observar ni escuchar,
solo que en la soledad vivir, sólo de lo que no os asiente mal,
solo paralizaros es como os aliviáis,
sin concebiros a una damisela que os ame aún más,
ninguna perfidia vendrá sino le esperáis ni amáis
y así floreceréis de la pérfida soledad,
sin la nobleza de un amor que os cure de amenidad.
Así vuestro mundo avanzad sin arrullos,
no ambicionáis nada en toda la magia y lealtad,
preferís viviros con todo el duro infortunio
de vuestra obra como el impromptu,
al que contenéis ni siquiera lo benedictus de lo pulcro,
a eso os reunís para seros y estaros de lo rudo,
no andáis bien, solo que a través de una obra viviendo,
es como si ella fuera tu alma a la que componéis,
y es lo que os toca del inmerso sentimiento,
y es a lo que acariciáis y ennoblecéis sin desbordamiento,
a eso os trasladáis tanto y tanto de eso sin moveros,
no lo alejáis ni renunciáis de tu cuerpo
porque a eso es lo que vuestro ser va ir en cada crepúsculo a oleros,
y amaros sin abandonaros de vuestra vida que tenéis de luceros,
como a esos tonos que suenan desesperado del allegro agitado,
de ese impromptu ante el mundo de alejamiento,
y es lo que posee vuestra vida ante ese movimiento desesperado.
Hasta que termina el movimiento y empieza el ennoblecimiento,
algo suena tan tranquilo siendo: “moderato cantábile” de lo retornado,
algo cambió a esos tonos a dulces y sensibles,
que suena cantadísimo en voz tenue de lo increíble.
Componer una ruda composición para cambiar a su alma,
a la que convivía de un destrozo atroz de lo sufrible,
sin tener vida ante las gráciles damas,
que ahora explaya solo que tenuidad alabada.
Prefirió componer una obra cambiándoos su loca llama,
su arte a un movimiento que revienta de alabanza,
con su cántico a Dios y laureándoos en toda su alma,
teniéndolo presente por haberle hablado a él en un sueño el salterio,
sintiéndoos Fryderyck Chopin a Dios el amor de sus sonoros florilegios,
el cual ha sido todo su apego y que manda el mismo Dios un ser insigne y tierno;
una preclara que lo hará feliz en su composición aún más de lo bello,
y que al sentir las voces de esa ornamentada y suntuosa dama,
que solo dice La Preclara: “Hola Fryderick he venido para ayudaros y enamoraros con mi fragancia,
os digo la verdad y os querré como un árbol quiere a sus plantas,
a ese gama verdoso que es de esperanza de mí amor a tus notas blancas,
que lo serán ahora por ver que creasteis ese movimiento de elegancia y romanza,
como si hubieseis combinado sensibilidad mágica,
qué hermosa suena, sois tan digno de componeros de gracia
que nada más que solo escucharos me siento enamorada,
qué beldad sois amado de mí, que será; si me permitís besarte la boca con mis labios granas,
y que no serán mudez todos mis sentidos,
solo serán más que inmersos e infinitos sonidos
que explotarán de muchos indecibles latidos,
el cuál manifiesta de tanto delirio e idilio,
que crece y creced de ilusión por vos de amorío e infinito”.
Se acercad y le mirad con loca manera,
había quedado tan loco por su Preclara de indecible belleza,
se había enamorado igual que ella,
era noble, era su célebre como el nombre que tiene la doncella,
con sus palabras que dictó quedaba más sin palabras Chopin ante la terneza;
vivía de lo que no esperaba y ni quería en su senda,
pero ahora si lo iba a querer en su apasionada naturaleza,
por ser ella nada más que el aroma feliz en su vida repleta.
Chopin sintiéndose del vivo fortunio
ante su obra sesenta y seis del impromptu,
sentía pasión tanta pasión de lo pulcro
que sonaba en pureza su corazón de arrullo,
por cohabitar ese amor que le da tanto orgullo.
El piano aún sigue sonando ante ese movimiento que no termina,
y que él toca y a su dama con besos y caricias,
sin rechazaras sino amarla de la alegría
y magia que vive en su pieza de fantasía;
algo tan vesánico y hermoso es su vida
que solo contiene en ella la poesía.
Sois el rapsoda de la alegría bellida,
así vivís solo vos Chopin con la loca fantasmagoría
que expresa tanto en vuestra obra de fantasía.
Cambia su movimiento en lo presto,
sin ser ya esa obra de lo atroz y mesto,
en esa tarde aún él componiendo,
teniéndoos a su dama ahora con alegría de regodeo.
Un fugaz movimiento suena en el piano de sentimiento,
esta vez siendo rápida pero de la felicidad de sus alientos,
corre con su amada en el sonido de esa pieza, se siente eso,
y ya no huye del miedo
sino vive del hermoso sueño.
Ahí las notas rápidas os hablan y os hacen ver los momentos,
es tan romántico su surrealismo que da ganas hasta de llorar por el amor de vencimiento
que consiguió ante una noche él durmiendo;
gracias a Dios de lo bueno,
de bondad que dio el glorificado Señor a este hombre de lo honesto,
como a esta dama Preclara de lo célebre en su destino,
en su obra que suena sin lo mesto.

Nada hiel pasa ante el hidalgo,
solo viven con mucho entusiasmo,
y al terminar la pieza,
duermen juntos enamorados,
sonando esa pieza en su lecho de flores aromados,
tranquilos de la hermosa belleza,
viven y viven años
hasta que Chopin jamás olvida esto de grandeza,
que al tener el arte de crear su historia,
puede cambiaras con un pincel de aroma a gloria,
y es lo que conseguisteis vos de la pasión ganadora,
nada más que eso que explota
en vuestra alma sonadora,
no os vais de eso ni de vuestra preclara que adoras,
vivís bien y de sonidos que entonan a la paz de victoria,
sin dejar atrás el tormento que vivisteis,
solo que ahora sintiéndoos de lo que concebisteis,
y que tenéis y amáis hasta el desdén ante tu memoria,
bien contento por haber dado tantos rezos de jaculatorias
a Dios aquella vez de esos años de dulce vida que de pasión exhortas.

Así vivió y vive en el mundo de la vida silenciosa,
pocos conocen de él y de su pasión que era tan honrosa,
pocos saben a qué mundo fue al que se centró,
o a que caricia fue a la que se enamoró,
solo que a su aromada introspección
que contenía los sonidos del apasionado amor.

¡Oh la pieza de él fue tan habladora!,
que veía imágenes de ellos en esa historia,
veía como os amabais de gloria,
como convivíais sin tener desprecio en las notas,
y sentía que su mundo era la ilusión sonadota,
que ahora suena y remueve a mí alma de su pasión amorosa.
Es tan cándido veros vivir en un mundo así,
y paradisiaco lo que vi
en cada nota del piano sin fin,
tan iluminado de ese dulce amor,
¡oh qué explosión fue la que sentí!,
no se vería antes esto o después del mundo iluminador,
solo ellos convivís del hermoso vivir.
Así es y su pieza de fantasía,
la que suena de miles de melodías,
la que al fondo de sus almas llenó caricias,
y que tocan juntos en el piano de alegrías,
los dos sintiéndoos que el piano es su vida.
Es solo que esa pieza que amanece en cada albor,
y que resuena tan hermosa de lo soñador,
¡ay que beldad expresión suena!,
es la historia del dulce amor
y que les deja como una historia de poemas
escuchándose los versos de esa composición,
la cual proyecta mucha imaginación,
y que no se iría de su eterno y heroico ardor,
porque es la fantasía impromptu que vive de amor,
hasta verse violines cantando en esa vida de extensiva pasión
y que lo es por ser tan unidos vosotros de esa relación.

Termino de relataros a vosotros en esa sacra pasión,
y de repente del cielo aparece entre mi entorno
unos sonidos de un mágico piano de entonación,
sin saber son de una obra cuarenta y ocho
número uno con un movimiento lento de aflicción,
como de la plañidera vida dándoos su enfoco,
sin saberos es un nocturno que suena luctuoso,
solo sentado, mirando a ese piano en mi forraje solo,
y sintiendo su sabor de Chopin que entona lo lloroso,
como que si de las letras hubiese renacido su piano,
pero ¿porqué a un sonido así si lo dejé en la historia feliz?,
¡cómo puedo observaros con un sentido de lo cabizbajo!
si tanto entonaba en ese paraíso con su Preclara de su vivir,
¿por qué me mostráis esto solo que a un piano sin lo salvado,
no llego a comprenderos a vos y a qué manera viene a mí ese piano?
sin dejar de sonar el nocturno de lo apasionado y luego agitado,
en todas esas teclas de esa pieza enigma ante mis sentidos atados.
Pienso y pienso hasta que una voz sale de las cuerdas de él poeta adulado
y apareciendo así mismo en ese ambiente su silueta,
y termina de tocar esa obra grandísima de lo sonado
entre lágrimas de sus ojos veo caer de forma plañidera,
¡no lo entiendo!. Y toca un preludio número veinte cuatro de tragedia,
de su obra veinte y ocho empezando a contar en lastimera.
Chopin: “si supierais cómo fue que cayó mi pasión,
sí vieseis a qué figura u horror enfrenté de apariencia,
si hubieseis visto lo que vi a lo que más idolatro de ilusión,
como si una centella se hubiese ido de mis ojos de esa noche que aterra,
y que no pude estar más así solo que creando piezas de lo atroz,
porque se desvaneció una estela y sin sabor solo viví de la tristeza,
por haber dejado vos de narrar más nuestro amor,
por haberte ido y sin abrir más el libro de nuestra poesía,
no sentimos más la esencia de esa entonación
y nuestro vivir no fue igual de alegría,
solo porque un demontre vino en defunción
y sintió ella que no estaba protegida
y del desespero ella con una lanza se desnucó;
tuve miedo, solo escuché gritos y cuando llegué había elegía.
Vos al irte dejasteis permiso al dolor
para que nos quitara la eterna y divina vida,
y por eso fue que hice estas piezas de gran ardor
para recordar cada segundo la existencia abatida,
tocaros al piano es como si en él hablara lo que me pasa de resquemor
y es lo que hago ahora y haré de mi alma vivida”.
Narrador: “os entiendo y perdonadme por lo que hice,
no fue mi intención haberme ido,
lo que sucedió fue que sentí que eran felices,
y me doy cuenta ahora que estás abatido,
que se os fue lo más bellido.
No sé que hacer solo sé que la dama vendrá con mis jaculatorias,
porque una vez recé y vino la magia milagrosa”.
Chopin: ”¿Lo que decís es verdad?
Narrador: “Sí así es y será para vuestra felicidad,
ella llegará y de esa dura matanza en alegría florecerá,
confía en mí y bendiciones tendrás,
nada malo os pasará ni lastimará”.
Chopin: “Me diese mucho regodeo volveros a ver a mi dama angelical,
qué triunfo fuese si la vuelvo a tocar
a su rostro como flora de mi eternidad,
Dios sería tan grande y bondadoso si a ella manda
porque de verdad mi alma sonada a ella la idolatra,
tanto y tanto que en mis piezas veo siempre su bondad
y al ver vivido esto así, solo veo por el momento lacrimosidad”.
Narrador: “No os preocupéis más, que solo iré ahora al monasterio,
iré a pedir a Dios que nos mande la alma perdida,
tranquilo que él os mandará ese roce a vuestro cuerpo,
y que seguro os levantaréis de tanta armonía
y que abrasaréis a su figura entre vuestros acentos,
acentos armónicos de un nocturno que regodeará a su vida”.

El narrador se aleja de Chopin y va a rezar al monasterio,
estaba seguro que Dios lo iba ayudar,
y mientras reza con tanto amor y fe para lo bueno,
se duerme en aquella noche de silencio,
y Dios escucha sus jaculatorias de rezos,
sintió que ese amor tenía que triunfar de lo eterno,
porque provenía de un hombre tan honesto,
y tan digno de recibir entre armonía de su música su aliento,
a su Preclara que idolatra en su música sin lo mesto,
porque ahora tenía fe de que iba a ser mandado por Dios a lo más bello.
Y manda a su dama que estaba sola en el infierno,
y cuando es medianoche aparece una luz a lo lejos,
una radiación tan diáfana y hermosa se contempla,
que Chopin estando acostado observa solo eso,
y se levanta y dice: “ ¿Preclara sois vos mi perdida estela?,
has venido a mí ante esta noche que os esperaba,
has llegado para florecer mi tonta tristeza,
has llenado en sorpresa a mí alma en tonos de esperanzas”.

Y el narrador a lo lejos vio eso que estaba pasando,
que Dios si escuchó sus rezos y qué bien se sentía ante lo pasado,
que sus rezos valieron la pena para esperar el milagro,
para ver a su amigo Chopin con sonrisas de lo salvado.

Preclara: “sí soy yo y he venido para hacerte feliz mi romántico apasionado;
y os abrazo el cuerpo como tanto lo quería hacer,
qué romance siento dentro de mí por vos mi Chopin amado,
qué fortunio percibo ante mi alma de querer,
y por veros a vos que sois mío solo mío como la cuerda del piano”.
Chopin: ”Os compuse algo mientras un amigo iba a rezar
en un monasterio para que vos venga hoy y me deis felicidad;
y fue así como pasó y como lo dijo él de gran verdad,
mientras él se marchó, yo me quedé componiendo la esperanza de mí entonación;
y esa composición tan solo era por si veníais vos,
y como si vinisteis, ahora poseed esto que os compuse un nocturno,
obra sesenta y dos, número dos,
ved las partituras con un movimiento lento de fortunio,
que mientras lo observáis yo os tocaré en el piano la pieza de gran amor,
y viviréis lo que transmito yo de lo pulcro y puro,
y que ha sido por vos mi Preclara que amo de efusión,
de delirio ante este idilio que cohabitamos de nuestro mundo”
Mientras él toca y estando yo lejos, solo me voy,
ya son felices y este narrador lo que tiene que hacer es irse,
son más que felices, él ahí tocando esa pieza de amor,
viviendo los dos tan unidos y sonrientes,
que seguro ahora ni un mal vendrá en sus entes,
porque el libro de su poesía está cuidado por Dios,
él ahora protegerá ese amor que tienen de ardor,
y que a lo lejos de su cielo solo ellos al reír dan fulgor,
y de ese piano que toca Chopin solo da romanza de entonación,
entonación que ahora lo siento y me siento muy bien por su amor.
Preclara: “Chopin quisiera conocer al amigo que me salvó.
¿Dónde está él y porque no ha venido aquí ante los dos?,
porque no lo vemos justo hoy cuando sucede el milagro,
será que se fue o nos abandonó a nuestro reino amado.
Puede que estemos felices y que vuestra pieza sea portentosa,
y claro que a mí alma ella sonando es enamoradora,
pero algo faltad aquí para estar conmovida,
para sentir que si puedo estar con alma tranquila”
Chopin: “me parece raro que no haya venido,
él se había ido a rezar como os dije al monasterio,
pero seguro estaba que iba a venir aquí en cualquier momento;
pero no ha venido estoy que enfurezco,
por no veros más porque lo considero
como un buen joven que me salvó cuando estaba en lo plañidero”.

Una voz a lo lejos viene y dice: “Jóvenes enamorados,
no estéis así con el corazón y alma desesperado,
él se fue dejando un mensaje ante el ambiente,
al cuál yo escuché y que ahora les diré plenamente,
él dejó su libro de poesía y de vida
bajo mi poder para cuidaros desde mi mundo;
no estaréis en peligros de vuestras caricias
solo viviréis de la armonía y fortunio,
y claro que con vuestro hermoso nocturno,
al cuál compusisteis a vuestra Preclara de lo pulcro,
tan sonoro y vivo que vivís ahora de lo profundo,
soy Dios quien les habla desde toda bondad,
el que quiere que ahora vivan vosotros de felicidad,
y que dejen a un amigo imaginario en su mundo,
que él viva y viváis vosotros de lo dúctil y de tonos profundos,
así como vuestro hermoso nocturno”.
Preclara: “¡Ah, sois vos Padre mío desde los cielos,
sois el gran vasto e indecible que me mandó al mundo de mí amor eterno;
me siento de verdad tan contenta con mi pianista,
que estoy tan viva y feliz ante su ser que en todo sonido es alegría;
su música tan romántica de sus composiciones clásicas,
tan verdaderas y de sonadas mágicas,
las que llenan al alma una flor como esperanza
siendo azahares de lo bren que provienen de su misma alma,
esas melopeyas que son epopeyas y que suenan tan eternas,
y que somos nosotros ahí Dios viviendo de dulces poemas.
Lo amo, y lo amaré con mis fervientes caricias a su cuerpo de belleza;
y es lo que me rodea en esta noche que tengo aquí y que a mí me quema,
quema de un amor tan cúspide y arduo de entender por lo que representa;
esta pasión que él a mi me da y que en las noches seguro me anhela,
tanto que su cuerpo de adonis a mi vida hará la copulación de dulce manera,
y siempre viviremos de la música y de la vida lasciva,
por ser dos uniones inseparables lo que nos venera,
y que estaremos amándonos entre ella de la dócil armonía”.
Chopin: “¡Oh amor mío qué palabras ofrecéis al entorno,
y que de pena al oíros me siento fogoso,
qué dulzura de palabras tenéis que siento mi ser tan amoroso,
tan enamorado de vos hermosa deidad de mi alma,
que despertáis a mí mundo de lo sonoro
por tenerte solo que conmigo a mi lado amando Preclara;
¡ay deidad mía de mi melopeya amada!,
¡ay sois solo vos que lo estro de la epopeya inspirada!,
solo vos lo que dais alegría a toda mi apasionada alma.
Solo sé que el narrador amor, fue un gran lozano,
que lo tendremos en nuestro recuerdo por lo salvado,
jamás olvidaremos eso de lo que pasó de ese milagro,
y que por cierto ahora somos felices ante el piano,
ante esa pieza que compuse a vos y que oís de lo enamorada,
y qué me bisbiseáis en mi alma con una voz tan baja,
de lo feliz que os sentís ante la romanza alabada,
y qué bien estamos abrazados y besándonos ante la noche mágica,
que hacemos el amor ante la luna rutilada,
ante las estrellas de una noche tan diáfana y romántica,
que os digo hasta versos de mi corazón de llama,
que os idolatra con toda la apasionada melodía del alma,
dormimos luego y así es nuestra unión del amor,
así de feliz que vivimos en este paraíso de fulgor,
nada malo pasará ya, porque Dios nos cuidará,
y fue por el gran amigo narrador,
porque dejó todo en las manos de Dios en verdad y de bondad”.

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