viernes, 3 de diciembre de 2010

¡El mago de la pasión!



El romanceador venturoso de la magia y del amor.

Iré a visitaros mañana para que así acortéis o reduzcáis vuestras iras de la coraza
que adquirís en vuestra íntima alma, de vuestras zozobras floreceré de calma,
necesitaré que vuestras cuitas amen mi santidad de piano que no manca,
por si os salvarais de ese resquemor que os maltrata,
paz abría en el entorno de ángeles cantando de magia,
por haber quitado de ese mundo que os desgarraba.

¡Superadlo entonces mujer qué vos hacéis en lo mesto zozobrando
sin saber que mi ser os está entre flores a tus sentíos amando!.
¡Amadme condensa! y así alentaréis a mi ente de vuestros sentimientos de poemas,
solo por mis tocadas del alma que alimenta entre cuerdas,
que es el piano de tocada que embelesa y que os acaricia tan tierna.
Encariñados mis sentidos serán por vuestros labios que a mi alma le besa;
y que se siente beatitud por ver que cambiáis ante la vida tan bella,
por solo dejarte acariciar de mi alma que ofrece dulzura inmensa,
como a los corazones tétricos, lóbregos de esta vida que penan.
 Quisiéredes contemplar mi entorno del alma que solo ama,
tendríades que volar entre la magia más loca de un universo,
a la entrada que está en la puerta de mi sacra alma,
y veáis ahí la pulcra sonada del sentimiento,
sí de mis meticulosos trazos que a vuestra boca de oasis tocó.
Idos de hace poco cuando hubisteis luctuosa del ser desolador
y más de vuestro corazón;
moveos entonces ahora que os veo en mí de explosión,
no os vayáis de la beldad de lo adormecedor,
y engendrad vosotros ante ella de mi voz, mis caricias a su adoración.
Vosotras sin hacedle daño en su sentimiento de poemas del amor,
que le he visto siempre en su mágica voz,
que ¡tanto mi vida le he de amaros!
sin dejar de arrullaras en mis idas de un sueño que la veo yo;
siempre estáis ahí con vuestra figura de un Dios,
que me tenéis vesánico en la gira de tu contemplación,
sois entre maravillas la sideral de mi ida apasionante,
la que junto a vuestra dulce y tierna carne
se ha posado ante liras de mis caricias de romance,
la he salvado y la he traído a este sol de valses:
“Románticos de mi alma en alas a vuestros ojazos siderales”,
porque no fundirte en él y ahora de luz ¡amadlo!,
flores de lucha a su espinada sin mancharos
de mendaz a su alma que a vos ha pintado,
de magia, salvación y fantasías de lo alegrado,
y calmado entre su voz soprano
de vuestras noches en el lecho de aromas amando;
por siempre, por salvador a su ente que te ha iluminado,
los sentidos y armonías de vuestra alma a su ser que le ha besado.
 Antes no se miró un ser así en la noche que ella estaba triste,
y pidiendo en ruegos a un Dios que ayude a su vestigio hundible,
que le atacó en el camino de lagrimas sufribles,
la razón fue es que no teníades la paz del amar de la soledad,
nadie a vuestra alma visitaba para ofrecer la castidad de amar,
y he llegado mis sentidos ante su ser salvando de tenuidad,
más con mi alma de tonos que a vuestro ser salvó de lo angelical,
rutilándoos vuestro orbe de majestuosidad,
y haciéndola reír en mi vida y ojos de felicidad,
nadie había hecho esto, pero si existe un chelo
que os vea y que acaricie de tiernos tonos y besos,
por eso que el instrumento he sido yo de los cielos
que a vuestra pureza ha caído para dar de lo bello,
no se rinda ahora jamás porque tenéis un poema de sentimiento
que ha tocado su alma, vida como destellos,
¡qué hermoso es amaros así a su ser de dulces versos!
que tocan su intimidad de vuestro cuerpo;
y llegan hacer de cisne un níveo cuello.
 A lo lejos de estos cielos, un sideral entre flores durmiendo,
vuestra beldad entra al entorno de lo verdadero,
hace ver que esto es el romance de lo franco y de mil universos,
porque entre ellos se dá mi armonía de tener a lo más bello.

¡Ya si miráis oh mundo, oh vida mía tengo los alientos más que enamorados,
que de una dama del pasado llegó para convertir en lo dulce y romántico!.
 Violines a lo lejos de mis ojos observo sonando,
son azabaches de ángeles tocando entre numerosas de escalas,
suena tan tiernamente y suave, igual que vuestras voces apasionadas,
vosotras alentáis a mis armonías de mi piano del alma,
y convirtáis lo que quisiéredes en la calma
de mi vida junto a ella de lo que siempre ama;
y que he gritado siempre entre la vida pasada
que pasará en la eternidad cuando consiga esa dama,
pero alientan mi fóculo azabaches ante lo que cantan,
y de qué forma lo hacen vosotras de magia.
Vengáis angelicales a mi y déme sus violines de sonada
que de ellos serán ante la cortesana refinada;
el brillo de este mundo en violines sonando de la belleza
y se verá grandiosa naturaleza; y vosotras si quieren vivan de lindeza,
como en este fóculo de sus aromas que dejan, y hacer de ellos amor a mi damisela.
Habríades contemplado estas azabaches mi bella,
no sentís gentileza con todas ellas,
son tan divinas de pulcra esencia, que han dejado amor a vuestra belleza.
Amaríades ahora mi ente a vosotras azabaches tiernas,
y pido permiso a mi hermosa esbelta,
si puedo dirigirme a ellas como mujeres mías de lo que quiera.
Condesa: Veréis amor si han venido y nos ha dado su guapeza,
porque no vivir una vida de amor y belleza.
 Venidos a este fóculo con mi hombre vuestras
almas y amaros de mucha esencia,
como lo he hecho yo en su ser de vihuelas.
 El romanceador: Gracias amor, sois grandiosa ojos de velas,
has dejado en mi alma una divina huella
que seréis el pecado hasta de Satanás en esta historia de lemas".
  "Tocarte sería morir los mismos demonios de sapiencia,
astuta de hacer lo que quiera, pero sucumbieran entre la fría huella
ellos por siempre de la no benevolencia ,
otro:  No entrar a sus óculos sino seréis piedra,
y no hay otra solución hacia vuestro ser de penas”.

La dama mía es tan indecible ante los demonios,
ni porque vengáis a este entorno,
podréis hacer vosotros maldad con mi amor que adoro.
Es inmortal como nuestro apasionado matrimonio,
idos entonces ni penséis venir sino morir en el lodo.
Sonrío entre la noche junto a mis hadas que imploro,
¡un amor loco!, y tanto en su piel de besos de melodías amoroso.
Y así la vida en esta noche en el lecho con ellas es ardoroso,
os ama mi vida tanto que exploto, como entre el llanto luctuoso,
porque antes de mi vida no era esto de lo maravilloso,
solo era en mi vida del piano y de poema que amo,
solo escribía para mí, y mirad que he conseguido de lo hermoso,
ahora todo es frondoso entre pinceles dibujando mi corazón de piano melodioso;
¡soy feliz!, sí, soy tan inalcanzable en la beatitud que reposo,
que ni Dios viera lo que hoy tengo en el sueño de los versos armoniosos,
que a estas damiselas ineludibles de mi corazón que les adora de lo fastuoso;
vivo tan venturoso en mi vida de lo godesco,
que hasta el ambiente de esta naturaleza que me acaricia es fresco,
y sentidos mis amoríos a ellas de los cielos,
que amará entre la felicidad de sus ojos de destellos,
y que este amor ante su almas es entre la quimera lo perogrullesco,
o que del agua que cae de las rocas son mis tonos del sentimiento
que van hacia ella, la cortesana de miles de besos;
os amaré siempre en lo más romántico que pueda imaginarme ojos de destellos.

Meliflua en su mirada siempre en noches que duermo,
la veo así, viéndome y sonriendo,
y por dentro feliz siendo, sabiendo que es mía del sueño,
y que no he abandonads vuestro aliento que amo en la noche de silencio,
al cual en miles de segundos observo, mis violines de sentimiento,
que aman tu tormenta de lluvia que acaricia mi cuello,
sois la magia de mi inspiración del momento,
y que será por siempre hasta el reino de los cielos,
os amará mi voz a vuestro ser de chelos,
y no abandonaréis jamás mi centro, el que es tuyo mi amorío tierno,
porque siempre en mi tu semblante y óculos contemplo,
y es como si estuviese viéndoos y oyendo,
la voz de Dios de aquella ves que estuve en el templo,
y os lo pongo como ejemplo, porque eso me pasó de enrojecimiento,
por dentro de mi sintiéndoos del corazón hasta que os conocí mis ojos serafines,
que hacéis levantar al cielo mis violines,
y a tocarte de pasión a tu ser ellos felices,
sin dejarte ya más en tu interior cicatrices.

Pinto así de esta manera a este cuento de matices,
y le lleno de amorío inmenso e invisibles,
sin ser ante mi vida vuestra alma triste.
Junto a las azabaches respiro sus jazmines,
y entre sus aromas de flores les beso entre el fóculo libre,
vivimos en esta vida para amar,
y llegamos aquí entre versos para soñar
lo que nos incita para siempre besar,
y vemos que si es posible luchar y a esa dama acariciar.

¿Por qué somos así los poetas enamorados?
que escribimos el sentir de lo explayado,
y que a ellas no analizamos, ni pensamos,
sino que al escribir las letras salen volando,
como estrellas del inmenso espacio,
y que si ven que entre esos versos las acaricio tan despacio,
sus labios jugosos, como frutas y rosas de lacio.
Vivo así y soy feliz, vivo con la belleza de un poema,
vivo con la realidad de mi quimera,
y ante otros mundos que observen no hay problema,
porque soy yo el que vive esa vida de gemas,
y las cuales son ante mis bellas,
son divinas de besar como al ser que observas,
pero siempre entre cada estrofa que cuentas,
y que en esa imagen tu a ella la besas.
La llenáis de un amor que alimenta
cada vez a tus versos de felicidad y lengua,
lengua que te vais alimentándoos de fónica,
hasta ser de tu historia bellas glorias,
y llega un momento que quieres gritar ¡victoria!,
y os dais cuenta que eso es lo que buscáis de la historia,
que amaréis a tus estrofas como a ellas de no vidorria.
Y adormeceré junto al regazo de vosotras en caricias de notas,
las cuales son de mi alma armoniosa y gritona.
A ellas de amorío que les adora.

Una voz sacra de las cascadas de la naturaleza
vino y le dijo de mucha tenuidad y poca fuerza:
“Amadlo y cuidadlo bellezas a vuestro esposo poeta,
veáis es un hombre que les quiere hacer ver su íntima belleza,
que os ha daos de grandiosidad de poemas,
sus liras entre estrofas han dicho la quimera,
y así vive el con vosotras de gentileza,
y les queréis tanto que entre los sueños les besa,
vivan regodeadas y ámenlo de la vida que no juega,
sino con el a vosotras enseña, la pasión que no niega,
ni en lo más lejano de este mundo que le lleva,
siempre tratáredes a él de la luz divina que deja
a sus corazones de cálida arena”.
Y en ella deja escrita:”soles de mis astros,
os dejo mis alientos amados,
y mi alma, sentimiento y versos se sienten estupefactos,
por ver que tal amor les tengo en sus seres delicados.
Amaréis vosotras a mi ente que le deben de adoraros,
y dejar en la vida de oriundos y a ellos idolatraros,
como a mí queridas que les quiero de lo apasionado”.
Ellas se quedaron con el alma iluminada,
vieron que su esposo si les quería en el alma,
su romanceador se había ido a otro lado.
Y les había dejado solas pero sabiendo que les ama,
y que estará allá buscando un vestigio o una remembranza,
la cual a vuestro orbe iluminará
más del amor que le tiene a vosotras de inmensidad;
¿a dónde habrá ido su esposo encantador?,
fue al inframundo a buscar un collar de perlas y de rojo color,
ellos son la remembranza que a vuestro mundo florecerá
de luces en su cuerpo ángeles de prodigiosidad;
¿pero por qué al inframundo y no a otro lugar?.
El inframundo tiene entre lo más fondo de su mundo lo celestial,
observáis ahora lo que es un romanceador amando a sus diosas de felicidad;
veréis que puede hacer un enamorador por hacer lo más grande
e indecible y convertir en diosas sus damas de mágica deidad,
y les llevaréis a vuestras damas lo apasionante
y convertiréis sus seres de lo más obsesionado de un hombre de verdad;
como vosotras seréis en la naturaleza de este enamorador de envidia,
y su cortejador así en su ser de deidad dará caricia,
y le amaréis con su vestigio del collar que da alegría,
un collar o joya convertido a vosotras de liras,
a deidades majestuosas que les querrá de dicha.
Y el poeta les dijo: ¡Hola dulcineas de mi naturaleza!,
he venido y he traído a vosotras la íntima e ineludible belleza,
estas joyas de perlas, y rubíes a vuestros ojos de esta gema,
colocárselo dulcineas de mi alma de cuerdas,
he ido al inframundo y mire vuestro vestigio,
de ese mundo traje y esto he conseguido,
les dije que iba a venir con lo más mágico de un destino.
Si se ponen eso serán deidades de lo dicho,
y su seres azabaches serán más de delirio,
y mi cortesana será de lo refinada a lo sacro divino.

Tendréis poder amor de mi corazón ardiente.
Azabaches, vosotras haréis ver a las montañas de lo bendito,
harán que ellas canten como vosotras de lo lindo,
con esa voz muy soprano a esta naturaleza de lo que necesito.
Y las damiselas del romanceador dijeron: ¡Oh que mágico sois amor,
has hecho de nuestros seres que de ardor y pasión!.
La cortesana dijo: Miradme como soy ante ti hoy,
soy toda una deidad del amor que quisiéredes con tú corazón
entre suaves mariposas volando a mi pecho de amor;
volaríades entre árboles cantándoos ese ruiseñor,
tan melodioso a mi ser por ti de ilusión.
Que le quiera mucho como el ama su voz,
sí y así di mi amada alma a mi romanceador,
que es ante este collar de rubí brillador,
y besándoos sus hojas de los versos de mucha pasión,
porque mientras todo lo que nos pasa,
el está ahí viéndonos y escribiéndoos del amor,
y así al ser el así me llena de la lira amada
que me dejáis entre la montaña de voces cantadas.
Soy feliz contigo amor de mis mil noches,
y se despiertan los divinos soles,
y hacen ver en vos historia tonos de la armadura de bemoles,
y solo de él despierta pasiones
para que de eso arda, enamore
todos nuestros iluminados corazones.
El cual tiene por dentro mil voces,
que dicen: ”Os amo, hombre de mi entonces,
que será hasta lo sempiterno de los acordes,
y duraréis sin retirar de él mis tonos de flores”.

Queda el amor de estos historiadores
que comienza y no termina en sus ardores,
sino se besan de esa vida bellida que viven de emociones,
si así es el amor entre hojas de sus olores,
porque vivir con las amadas que debéis de amaras,
y en vuestro mundo en flores acariciaras.
Tratáredes de mostrar un mundo más angelical,
pero lo hacéis tanto que convertís más allá de la inmensidad,
y vuestras deidades a vuestra alma, sentidos amáis,
tus óculos, caricias, piel de hombre ellas idolatráis.
De tu ida ellas no se retiráis,
sino siempre pero siempre están ahí amándote,
y entre besos a vuestro poema están iluminándote,
del ardor de ellas de sol que os ama del amor,
y que no se retiran de vuestro divino olor,
¡qué maravilloso es la ilusión de un querer!
que crece y nunca envejece del ser,
sino siempre vuela entre nubes y el cielo de fe,
de que esta relación será un huerto de divino frutecer.

El romanceador de esta historia vive de lo más imaginario,
pero entre noches el se esconde y reza un rosario,
y le pide al grande Dios de todos lo apasionado,
que no lo abandone nunca y que le de lo mágico,
que el sea el mago, si de hacer cosas de lo amado
como a sus deidades que el ha idolatrado,
como de tanto romance entre noches de mil tonos,
tocándoos con su instrumento de lo loco,
que ama como a ellas en su corazón fervoroso,
y Dios de los grandes le da la magia de lo apasionado,
y al tenerla vive feliz y regodeado,
¡qué virtuoso es en verdad con el instrumento este mago!,
hace cosas con ese instrumento que hace blanquear los pastos,
hace mover los cielos y nubes y al sol arder de iluminación
para que de a su fóculo pasión, y vivan del grandioso hermético amor,
que nadie entenderá como fue que creció,
y si los que entiendan como fue, así será lo mucho que crea esta pasión,
porque es como el comienzo del primer compás,
hasta que de ellos fundan entre las notas de la vida real,
besándose vosotros y escuchando la tonada del amor,
sacro momento entre la gira del vuelo de su vida del poderoso compás;
porque estáis entre corcheas y tonos su voz de amar,
y una nota cambia para hacer ver que os quieren de verdad,
como sus palabras que comparte de los labios a sus damas de amenidad;
para hacerlas sentir que les amáis de lo pulcro y celestial.
Así es su historia que viven ellos en su música de poesía,
la cual es miles de liras escritas de maravilla,
y que será ante el entorno su amada melodía,
la cual suena y sonará del romance de su vida.

Esto es la vida que muchos creen que es mentira,
esto comparte la parte íntima de la lira,
sentís lo que pasa en sus meticuloso trazos,
que ha trazado el romanceador a su pasión que ha amado,
lo que es de su melodía que tañe de lo enamorado,
que se nota hasta en sus ojos brillando.
Por su esbeltas que tiene en su corazón besando,
es solo esta pasión que estará en su ser agitado
hasta en el lecho de besos y mil flores adorando;
¡qué viva el amor de estos seres que se dan tan glorificado,
antes en el universo no se sintió algo tan romántico,
que de este enamorador nació tan mágico.
Y vivís con vuestras dulzuras de lo dulce,
y hacer de ellos mucha luces,
y dejar entre las montañas o cumbres
rutilancia de melodía sonada de alegría.
Veis como siente el amor en su poema,
porque es tan indecible su forma de amar a sus esbeltas,
porque se engendra tan profundo junto a sus dulcineas
que son diosas ante él junto a sus joyas o gemas.
Porque esto es el amor que ellos tienen de mil tonadas de poemas;
y que no se irá de su vista o presencia,
estaréis llena de esas flores de esencias
para hacer ver lejos que este amor es lo más sacro que exista en la historia de un poeta;
y que ha fundido a su amor entre su lengua
para hacer ver que amar así es una riqueza,
y que se saborea en la boca como fresa.
Si como a ellas que son sus divinas princesas,
a quien devora en noches en el lecho de delicadeza,
y de inmenso querer a vuestros seres de grandeza.

Beethoven aparece entre esta historia de benevolencia,
y ofrece su surrealismo ante esta pasión que incrementa,
para tocar el concierto para piano número cinco opus 73 del “Emperador”,
el cual comienza con sumisos sonidos de violines y chelos de iluminación;
dejáis ante el ambiente de ellos lleno de belleza y amor.
Toca en su piano luego tonos de gran divina modulación,
se siente tan felices los romanceadores de esta historia,
que gritan a Beethoven: !Gracias por venir y dar vuestra gloria!,
como a esta naturaleza de gran música apasionadota,
y tan sublime ante nuestros seres que nos acariciáis las notas tan maravillosota.
Tenemos el alma tranquila y eso es lo que vos has dado pianista,
llenas nuestras vidas de regodeo de vuestro sonido que nos dan lira.
Sois increíble Beethoven, tocáis así de maravilla,
que nos hacéis sentir beatitudes en esta vida,
y dulces como los ruiseñores cuando cantan de dicha,
vivimos ahora con vuestra presencia ante mi poema
de lo que quería de un genio como vos de la naturaleza;
que le dierais matiz a mis versos de las estrofas de belleza,
y con tu sonido es lo que has dado. ¡Qué noche de estrellas!,
tocáis ante esta noche junto a mis dulcineas,
porque no vivís aquí Beethoven del arte que enseña,
y que da grandiosidad en su sonido de la vida que lleva su voz de profeta;
Beethoven seguía tocando ese concierto hermoso en esa naturaleza,
y dice: “Mirados y palpitados mis sentidos a vuestros seres de grandeza,
he venido ante su naturaleza y vuestra presencia,
para ofrecer de mi lo que ante mí antes viví de poema,
este concierto como mucho de los míos es este la que representa
como el amor hacia una mujer que amé tan entera;
y tan frondosa y matizada de primavera.
Era ella un amor inmortal de mi existencia,
pero sucumbí y ella jamás supo de mi amor que ofrecía,
como el verdadero; que son de ustedes en carne de alegría,
cuando sucumbí ella leyó luego mi carta del amor,
ella al leerla lloró, porque jamás supo que la amaba así en mi corazón.
Y este concierto es tan igual como ella que tañe entre trinos de quererla amar;
y de mi vida cuando estaba vivo quererla abrazar.
Así como los trinos juntos se abrazan yo quería a ella besar,
pero nuestro mundo era tan desunido aunque me quería,
pero yo por motivos de celos me apartaba de ella y sufría,
y más por mi vida de cómo era sorda y dolida.
Así era como yo vivía, así era mi existencia de antes,
pero si he venido he ofrecido mi arte, que es lo dulce y apasionante,
lo que dice la música mía le ofrezco lo del romance,
y en ella vivirla seáis ustedes de lo realizable,
y felicidad a vuestros seres que me ven en su vida de ángeles,
y si vosotros queréis que viva con vosotros viviré,
y si es posible aquí en alma en paz descansaré.
Así no vea a mi amada inmortal del amor,
jamás la vi aunque está en mi corazón,
pero ella así donde esté la quiero con todo el ser y del otro yo.
Es todo amigos, venid y vivamos felices,
no quiero más tristezas que estar de cicatrices,
y mejor que ver en mi música divinos matices”.
Dice el romanceador de las damiselas:
“pero esa dama si leyó vuestra carta no creeréis
que debe de estar en el oasis, ¿esperándote?,
-¡no!, no creo, ella aún debe de estar en el inframundo del infierno,
-¿por qué decís eso así tan espantoso y feo?.
-porque ella al leer la carta de dolor no tuvo otra que matarse,
y al serlo solo su alma va al averno,
y vive en esa pena dolida y despreciable,
-¿Y cómo vos sabéis eso?
-La vi desde el paraíso como lo hizo,
y Dios no tuvo otra alternativa que mandarla al infierno.
 Y bota lágrimas Beethoven al decir eso,
no lo soportaba en su ser la realidad esa del averno.
-Entiendo Beethoven y por eso es que esta música a pesar
de ser tan profunda y dolorosa,
en ella decís que vos la amáis tanto como a una diosa,
y que quisiéredes encontrarla para amarla,
-sí así es, pero ya no se puede, ¿quién podrá de allá sacarla?,
¡es triste vivir así!, a alguien que vos améis y no la tengas,
-sabes amigo yo tengo magia y puedo traerla,
yo fui a ese mundo del inframundo y traje gemas,
la puedo buscar y no será difícil, ¿confías en mí?,
-ve entonces y te lo agradecería tanto
que a cada poema tuyo llenara de lo apasionado,
hiciera sentir vuestra poesía de mi piano.
Tus estros fuesen melodía y así fuera todo alegría.

El romanceador va al infierno con su magia,
y observa entre las tinieblas del inframundo a esa dama,
Beethoven le dijo todo como era ella.
Y cuando la ve, la rescata y la trae tan rápido que enseguida vuelve a su naturaleza;
y ve Beethoven a su belleza, y Beethoven grita: ¡amor de mis melodías de mil poemas!.
¡Estáis aquí amor de mi naturaleza!, os quiero tanto que me muero por ti amor amado. La amada inmortal le dice: “amor quiero llorar, quiero gritar que no puedo creer esto en verdad, ¡cómo puedo verte aquí si estaba en lo infernal!, me maté porque no aguanté
el dolor que tenía, lo hice con un cuchillo por mi cuello, como vos ya estabais muerto,
y no tenía ya a nadie, lo hice para ir con vos y amarte, pero nada fue así, fui a otro mundo y viví de dolencia; fue horrible, pero veo que me trajo un mago rápido, ¿él quién es?”. Y dijo Beethoven: el es el hombre a quien he tocado el piano, porque tiene unas damiselas que el ama tanto, y que a través de mis tonos fui contándoos la historia que tuve contigo, y contándole sabes ¿qué?.- ¡No!, ¿qué?. - Qué tenía un amor en mi vida, a quien yo tanto quería, pero mucho entre mis melodías, pero que al final no se pudo hacer nada, y me morí sin decirte que os quería. Pero vi que moristeis en la tierra, que tú misma te matasteis de tristeza. Pero el romanceador vio que estaba muy lóbrego que me dijo: yo mismo rescataré de ese infierno a vuestra amada, y la traeré a este sitio de paz iluminada, porque yo tengo la magia que me dio Dios, y que pedí y que ahora seréis la salvación, para que vos tengáis a vuestro gran ineludible amor. Y dice Beethoven: Pero lo importante es que vos estáis aquí
y me amáis ahora de mil centello,
a mi ser e iluminado de ti y siempre de amor floreciendo.
Las rutas de este camino se volvieron duelo
para llegar ahora a la lucha de un sueño,
¡que eres tú! mi amada inmortal de lo verdadero,
y que viviremos aquí de lo hermoso y apasionado,
que junto a vuestro cuerpo amaré como amo al piano.

Y las damiselas del romanceador dijeron: sois increíble mago,
que de esta historia eres lo más estupefacto,
tenéis eso que hacéis feliz a ellos en lo alto.
Son felices y por fin somos todos beatitudes de lo apasionado;
vivimos todos aquí en esta naturaleza de lo enamorado,
y que estará en el romance entre voces de santos,
este sitio llenándoos de lo más sagrado
que llega el amor de nosotros al cielo de Dios volando.
El romanceador dice a Beethoven: ¡gracias por venir,
gracias por venir aquí, me gustó ayudarte!,
me gusta ser tu amigo y darte
lo que un amigo debe de dar a un hombre admirable;
y gracias por el trabajo que has hecho de melodías a mis poemas adorables;
mis poemas ahora al leer suenan de esa armonía apasionante,
me siento feliz en verdad Beethoven de esta naturaleza de arte,
que vos ha pintado con dulzura con tú música agitable
a todo los rincones de este mundo de lo mágico;
sois un genio cúspide ante los sonidos amados.
Beethoven le dice: “No es de nada, tú disteis y yo doy lo que merecéis,
no creéis que eso debe de ser a tu alma de mi melodía de fe,
lo hice con mucho amor hombre romanceador y espero que lo ames;
como yo amo a mi música y a mi amada inmortal de lo delirante.
Veréis ya esta pasión ha crecido de amistad,
y veremos que nuestro mundo será mucha tranquilidad.
Esto si es vivir de la vida de lo que se pide más y más,
no se dejará de observar esto que tenemos de majestuosidad.
Y Beethoven habla a su amada:
¡Todo es amor! y es lo que tú me has dado ahora mí amada inmortal,
sois la grandiosidad de mis notas inmortales que te amarán.
Así no la veas, ellas en mis tonos te besan ya,
y arden tanto como el volcán,
y de ellas soy tu Rey de reyes como el guardián,
que os quiere y ama de verdad, y nunca os escondáis de mí,
porque mis sentimientos siempre volarán hacia ti,
mi amada inmortal; unos son felices y otros tristes,
pero hoy ha sido mis sentidos contigo felices.
Vivamos este ameno momento de lo amado,
te amo mi amor adorado y agitado,
-Igual yo mi Beethoven de mi corazón de rosa,
sois lo que ha dado a mi vida ahora de alma maravillosa.
Vivo tranquila, os amo mi único ser de la pasión apasionadota,
y que sonaréis en mis aromas, como tus divinas palabras de idioma,
las cuales entran en mí tanto de la vida milagrosa.
Que vos has dado hasta hoy y siempre de la historia gloriosa,
os amaré Beethoven de mi vida loca, sois mi amor de las notas.

La historia es así lo dice el romanceador.
“Así es nuestra historia que se vive en cada compás de iluminación.
Así yo veo la vida de un músico de amor,
y por eso es que antes mis dulcineas yo he dado igual el ardor,
nuestro mundo estará latiéndoos en él de fuerte canción.
Hasta ruiseñores vendrán a cantarnos de pasión,
y sentidas mis palabras serán de mi introspección,
por ser vosotras mis amoríos que encienden mi alma de ilusión.

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