lunes, 6 de diciembre de 2010

Hadas y el hombre íntegro escaldo.



Hadas viviendo de un íntegro escaldo.

Hadas etéreas entre ese fóculo de tenuidad,
escucho sus voces que dan claridad,
como al hogar entre las flores eviternas y el pasto,
que son su parte delicada de esa verdad
y que estarán entre su aliento y esperándoos al Papa lo beato;
que vendrá entre el astro,
para decir quien es esa persona de tono eclesiástico,
y así vuestras hadas adoraros a él de lo sagrado,
vosotras os fijaréis en él, y os enamoraréis ante lo epicúreo de sus versos letrado.
 Buscará después él lo hedonista,
como de sus cuerpos sumisos de vida,
flores de ojos rutilantes de su pantomima,
por ser tan indecible ante su mudez de su fraseología;
que llevará ante vosotras de la romanza que le estima.

Se cuenta lo que podrá ser y es enigma,
y el Papa llega de ese inmenso astro de alegría,
y reposado seáis en ese pasto de eviterna vida,
y el hombre de esta historia que va ser por él beato,
aparece entre la luna y baja como estrella fugaz ante su vista,
observáis Papa a él y le da las palabras de un santo,
“convertido has sido ante vuestras hadas para amaros,
y darle la bienvenida de los versos que el ha dado,
si esos versos no lo han visto están es reventando
de romanticismo ante su cuerpo que ha besado,
entre esas frases romanzas de su alma palpitando,
¡y qué sibaritas son que dan el deleite de lo estupefacto!.
Ellas observaron que era un hombre muy esbelto,
sus monadas quedaron hasta los astros y el cielo,
porque en él se atraparon de lo gallardo y pasional de versos
que jamás pensaron que el Papa diese eso tan inmenso;
que les llevó a estar incitadas, enamoradas de su ente tierno,
se observa el amor de la lira de los ojos de unas hadas de enamoramiento;
y llevan tanto entre ellas ese glorificado sentimiento
que seguro brindaréis vosotras de amor bello y no lastimero.

Les queda un sueño, y ese es a este hombre pulcro de versos,
hada de vestido blanco y de cuerpo eviterno,
representáis la mujer del pasto en lo centello
de las flores a su noche del azabache cielo,
vosotras notáis que al tener a este hombre besaréis,
fijados vosotras que a él en delicadeza acariciaréis,
sin dejaros ir, venir y denle indecible aroma
que lo lleve hasta su intimidad que apasiona,
y su boca solo de él transmitirá cuerdas de vocablos que enamora;
el hablaría a vosotras, de una voz tan hermosa,
que sus entes y ojos alumbraran de la luz que les entona:
caricias de un hombre que es él y deja de existir lo malo que borda,
solo vosotras ahí y él haciéndolas suyas como diosas,
y caen del cielo más bienquistas rosas, alegres a su lecho de aroma,
ven que es un hombre que deberían de hacerlo sentir su piel blancota,
que es ante mis ojos una maravilla que me relaciona
a una incitación de lo férvido y que explota,
y que no me resisto sumisas mujeres de mi pasión que les adora,
soy otro y no él que cuenta lo que veo en vosotras,
que me llevan hacer lo que imagino de la vida loca,
y el hombre habla y dice: ¡Veréis el amor es mío,
el cual fluye como un sideral de estrellas fugaces del destino!,
a ellas he dado versos que hacen sentir lo del idilio,
¡ni otro delirio ni enamorado vendrá a quitarme lo mío!,
que ha estado ya en noches entre el aliento fundido,
y que ha sido tan erótico y dulce de lo bendito,
os diré que se aleje de mi historia la cual es mía de amorío,
y que romántica de esta no estaréis vos y solo en lo afligido.
No veis que mis voces son sumisas y muy soprano para mi camino,
que de ellas vuelan a los cuerpos sumisos,
que les amo tanto y porque fui por el Papa comedido
para ellas que me amen y así es,
así que retirarte y dejadme con mis hadas de mi corazón ardiente que ama su nido..

Las palabras se habían ido de ese que contaba la historia,
enamorado de las damas que eran para el diosas,
y el hombre lo retiró y quedó solo el con la gloria,
de que al ser tan adorado y de sus aromas
por fin dar a estas hadas de pasión fervorosa.
Las hadas hablan y dicen: Porque os portáis así, si igual os queremos,
no sentís confianza en que os vamos a tener a todo derecho,
si el Papa os eligió fue para quererte en lo verdadero,
pero no queremos un hombre que le trate mal a otro que cuenta de sentimiento;
nos admira él pero deja que escriba la historia como siente en su sueño;
nos hacéis sentir mal y no queremos eso,
queremos que vos os sintáisde beatitud con nosotras siempre en lo eviterno;
que no juzguéis de palabras maléficas a ese ser que vive de versos,
sabemos que tu tenéis magia en las voces que nos gusta de embeleso,
pero no cargáis el derecho de ofender así en el cuento,
nosotras queremos que esto sea flor como mi piel de florecimiento,
y así podernos llenar de paz que queremos,
y así a vuestro cuerpo nosotras os llenaremos
de pasión sumisa y de unos inolvidables besos,
a ver ¿habríais comprendido nuestro pedido?,
solo buscamos la gracilidad de tu corazón empedernido,
y así ofrendas dará el Papa a tu ser de lo aplaudido, que es del destino.

El hombre quedó atónito a lo que dijo sus hadas de lo bendito,
y solo al sentirse tan, neurasténico, hipocondríaco y de sombrío,
recitó unas palabras de perdón en música de su rapsoda,
“Hombre que has venido a contar en versos de la historia,
os pido del alma perdón antes mis actos de vanagloria,
quería vanidad y tenía celos antes mis diosas,
no quería perderlas solo amaros como a rosas.
Veréis ahora os ruego que vengáis y tengáis las trovas
que hacíais y amabais en ellas de pasión amorosa”.
Palabras muy dolidas y apasionadotas en perdón,
para que así él venga y cante nuevamente a sus diosas,
que se explayaron de mucho dolor
y que vendrá a recitar de forma grandiosa.
Y se aparece entre el viento las voces del rapsoda,
y cuenta solo esto: Son el firmamento de la historia
que entonaré de armonías en mis versos de victoria,
os relataré de una pasión que no termina en la escala,
sino entre otra empieza de besos el sonido de sus almas,
hasta ver ustedes a Dios y que les acaricie con sus manos milagrosas;
que les deje de una imagen de mucha sonrisa y de rosas,
su paraíso en la tierra será por él de majestuosa,
luces al cielo irán de sus tonos de trinos de besos que se dan del aroma,
que le lleváis dentro tanto a la historia, y que está mojada de coplas,
de un lenguaje casto que a lo lejos en mis versos enamora,
y que no se irá del mundo sino existirá de la voz de vosotros que moja.
Las hadas y el hombre dicen: Jamás pensamos que hicierais magia,
escribís y nos hacéis sentir lo que vivimos en el alma,
todo eso que decís en cada línea es lo que nos pasa,
eres el mago de las palabras, eres la persona que da la venturanza,
hacéis que nos sintamos regodeados, jarifo, jocundo en la vida encantada.
El hombre de la historia dice: me equivoqué en realidad esa vez que os maltraté,
tan maremágnum a vuestro ser que solo contaba de querer,
de querer a esta vida que nos llevamos de fe, y de mucho nacer en flores,
como los azahares de mi hada de olores,
y de fárrago amor en los ardientes corazones
que está colmada de nuestras cuerdas de inspiraciones;
tan sabias de voces, tan lunáticas del amor del entonces,
tan sonadas y tan acabadas de sublimación,
y de la vida esto es de la indecible pasión,
que llega hacernos en la memoria del amor,
tan solo que personas de remanso del retozón,
que ahí es cuando sonáis nuestras cuerdas de voz,
como del piano hermético de su entonación,
así nosotros hablamos en lenguaje de pasión,
cuando nos tocamos en la cama de amor,
somos vesánicos y enamorados,
¿por qué no vivir esto en lo inmenso y adorado?,
sentimos júbilo en el aliento del corazón explayado
entre caricias de ese lecho que ya llevamos,
lo de un querer tan unido y excitado.

El nocherniego es el momento de sentarme a escribir,
todo eso lo que me pasa con ellas del vivir,
y cada una de ellas me es lo estro de lo feliz,
y no lo cabizbajo del existir,
siempre perenne en el sonreír,
como sus semblantes a los míos,
eso es lo que me alboroza a escribir,
tenerlas ahí entre mis ojos de idilio,
como no escribirles el poema del destino,
que sus seres significan la identidad de mi amorío,
que si no hubiese ese Papa venido,
no me hubiera enamorado de lo más deífico y divino,
que un hombre quisiera tener las mil noches de lo bendito,
rozar vuestras pieles con el aire de besos de lo silfo,
y hacer de él su poder de Dios y amaros de lo inmortal,
que no se iría mis vistas de sus óculos de zafiros,
y tuviese siempre en mi piel vuestra intimidad,
se es tan jocundo en esta vida de apasionar
lo que son ustedes en la vida de mi alma del amar.
La hada de vestido blanco dice en tono a ellas:
somos lenidad a tu alma,
somos esas flores que a vos encanta,
y sobre todo con nuestras pieles blancas,
exultantes con vuestro ser de magia,
os damos amor y vos dais besos que ardan
hasta hacer de nuestras pieles lluvia santa,
y que bueno que esto es así vida y no manca,
hasta en sueños mis sentidos son de romanza
a caer a vuestro ser de miles de arrumacos a tu pecho de llamas;
que no son cobas sino verdaderas alabanzas,
sonrío amor porque os amo de verdad en el alma,
antes como hada esperé un hombre que me escuchara,
y aparecéis así por un Papa, y soy la digna de vuestra cama,
igual que mis dos amigas que os adoréis de gran delicia del alma,
la pasión crece y crece a lo lejos siempre que llega hasta la montaña,
para hacer de ella una luz misericordiosa del amor que se ama,
y también llega a lo inmenso de los cometas que vuelan de magia,
solo cuando ese romance vuela y se da contra la luna rutilada,
se desprende destellos que no se olvidaran,
porque se vería desde la tierra esa transparencia diáfana,
de lo que es el amor que hemos vivido esperanzado,
para solo recibir ese brillo que dice: “Son ustedes amados,
son lo que en este cielo será universo de luz sagrada y entregado,
como a los dioses que existieron y que están en lo alto,
como de cada astro unidos en formas de su figura,
ellos darán el aliento que a su destino llenara de ternura,
una ternura de sagrada suavidad de los dioses de la noche nocturna,
y que sonreirán felices a lo que a su magia se acostumbra,
las cuales desde sus lápidas de tumbas,
tienen aún la magia de hacer a ustedes la luz que alumbra,
que brilla horita de majestuosidad y ¡véanla qué blancura!,
y levantado vuestros seres a su místico poder que les apunta,
y que les llena de amorío y de la tenue flor que le acaricia de dulzura”.

Viváis felices estos seres en esta tierra de la pasión que siempre perdura;
como en ellos al cuidarla tanto en su vida de la noche nocturna,
se besan entre el lecho del amor que le apunta,
las hadas junto a su piel gritan que os amáis de la dulzura,
las melodías a los cielos se escucha,
son tonadas de los mismos dioses de las estrellas que tocan de blancura;
llenáis este sitio del lecho de frutas,
de mucho amor que abunda,
sus seres se acarician más y más con la música,
sus pieles de las hadas despiertan más de la lujuria,
y los dioses al ver eso no le es injuria,
sino tocan y tocan como grandes en la noche nocturna,
mientras las hadas con él hombre se entregan de ricura,
viven la noche de magia y de besos que arden y brillan como luna,
que maravilla es el amar de vosotros de la noche que suma
un aroma lleno de la belleza,
entre vuestros seres que se quieren en esta naturaleza,
no es la tristeza sino la férrea madera de un poeta,
como del hombre de sus liras a ellas,
que tiene de pasión en sus cuerdas,
las cuales son sus voces que explaya de belleza,
como el sonar del piano que alienta,
sumisamente a todas esas hadas esbeltas,
que el quiere y que teníades por siempre de grandeza,
y que besaréis en la rijosidad que aumenta
el regocijo de tu ser a ellas de la vida eviterna,
y que a su destino no es el infierno que averna,
no hay esa febril lastimera,
sino regodeo que en sus ojos a ellas en mirada besa,
y que grita ¡por fin tengo lo que en el inmenso pedía de acaricia tierna!.

Al amarse tanto así termina y comenzáis sus voces,
hadas con él se reúnen y deciden cantar de ilusiones,
juntos cantar porque esta vida ha sido como canciones,
y que necesitan enfocarse en algo
que les haga pasar el momento de emociones,
para tener un corazón enamorado
y saber que es su vida un sitio de amores,
y que entre el lecho han dado explosiones,
como la divina palabra de concupiscencia,
que se han saboreado durante su existencia,
como lo incitador del deseo de su vida que truena,
como de los besos, del sentimiento que no frena,
sino sigue como las palabras que hoy siguen de grandeza,
como lo anacreóntico de palabras de amor de su fineza,
así son estos seres como ese Poeta Griego de sutileza,
al cual compartió en su vida Griega,
todo eso del placer del amor unido y de belleza.
-Así es la vida mía con vuestras hadas que pega,
y que no se desune en la vida de lo que embelesa,
y como de sus versos a ustedes en caricias besa,
o como en silencios de una música a ustedes ahí les eleva;
y cuando suena, a ustedes ahí tanto la besa,
como de mis labios de los tonos de sabrosura mis damiselas,
no se puede ir mi ser de ustedes hadas de mi existencia,
están en todos lados vuestros alientos que me gusta,
y que de mis sonidos ante ustedes no asusta,
y no son en mi relación mustias,
son de mis sonidos el desespero de angustia,
de quererlas tener y besaras de lujuria,
de no dejaras ir mis amores de ternura,
las amo y les alentaré mis hadas de dulzura,
viviré en su lecho de blancura,
despertará el hijo ahí algún día ya verán,
y será la vida tan ardiente de volcán,
seré vuestro guardián de cuidar,
y serán el amor que de mi poesía florecerá
hasta ese universo de los Dioses de tenuidad,
de entrega y amor inmenso de la vida de paz.
¡Sí, así es el amor! que sentimos mis damiselas de mi alma de verdad,
que está colmada de magia y de divinidad,
y tan gloriosa que el cielo no se ve por nuestra luz celestial.
Así vivimos, así somos, y así estaremos
de esta pasión que jamás lo dejaremos,
siempre será nuestro aliento,
que acariciará todo nuestro cuerpo,
y que entre flores dormirá del lecho,
ya el amor vive en lo inmenso,
como junto a los dioses de lo bello,
y ellos aún sigue tocándoos sus instrumentos, como el violonchelo,
un piano y violines de maestría de sentimiento,
el amor es así y será de lo nuestro,
y porque soy vuestro escaldo que os ama en todo lo eterno,
mis hadas de mi amado sueño.

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