Después de lóbregos
días de la tempestad que vi ante mis perlas ennegrecidas, hoy para mí ya al
saber que para mi lo que tanto quizá esperaba, confiaba, aunque había tanta
equivocaciones en sus costumbres, mujer sin virtudes bondadosas que guarde, no más
que a un mismo joven quiso exigir sus pedidos, y el buen hombre que compartía
para no verle si quiera molesta, cumplía sus órdenes que él se sostenía
sujetado, cada día era así, no se podía hablar de otra charla agradable no más
que a la agitación de su anatema ser para vestirse en su silueta del placer que
existe en la tierra por la humanidad creada, martirizaba en las salidas, porqué
no podía ser diferente y pedir más que amor que el que daba cuando a sus ojos
miraba, es cierto había la distancia que ella misma había puesto, no para más
tocarle y ni rozar esos labios que besé la primera vez, me era un manjar de
Dios en el desierto sin poder tocar, me era lo prohibido a causa de que era
diferente a ella, pero en qué no he podido comprender, si el amor es como un
comienzo de un piano, construyendo esa magia que suena y se baña de ese perfume
que enamora, sentimiento en cada leída de la historia que canta en ella, pero
tú misma hiciste que esa pieza fuera completa cuando te fundiste al lecho en
mis brazos, ardiste, quisiste, amaste, lo vi en esos ojos, sentí que a pesar de
la velocidad del tiempo en ese día, nos estábamos enamorando, podía creerlo,
podía sentirlo, te tenía ahí, tan entregada al olor de mi cuerpo y sudor que se
derramaba sobre ti, y tus gemidos claros a mí oído que suspiraba amor que era
solo suyo, y tú igual mía me decías, que no se iba a terminar, nos bañamos sin
haber terminado la sed mía en ti, te llevé a la ducha, caminaste conmigo,
abrimos la regadera, te bañaba con mis manos, mi lengua corría por su cuerpo
desnudo, el agua estaba tórrida, tan rico se sentía, que en ese momento había
más cópula fogosa, cómo olvidar aquel día, si hoy recuerdo cómo fue que
sucedió, ya que me he dignado a escribir, ya que tuve días sin hacerlo, porque
la tortura que vivo al enterarme ante tu partida, de ese centello que no creí que
volvería encontrar, pero te vi por un escrito, (además hay algo peor que en estos
papeles se quedará y borrado en el olvido), e igual de mi pasada primera pasión
que tuve y amé, había pasado solo el 24 y 31 días que aspiraba a tu cálido ser
y de cómo habíamos prometido antes los dos, y fue soledad, mustia alma, y
pensándola sin poderle olvidar. Recuerdo que su mensaje fue que habías estado
hospitalizada y que luego me contarías, no supe de qué se trataba, imaginaba
que le había pasado algo grave, hasta que el primero de enero me cuentas a las
4 de la madrugada que me olvide de ti, y que ya nada entre los dos había, y lo
peor que estabas embarazada, enseguida pensé que había copulado con otro roce,
a una semana sin haberle visto más ya su desgracia de no haber sido
correspondida por sus exigencias que no quise de último dar, ya que quería que
vendiese algo de mí para darle a ella un lujo a su figura, quería tener bellos
soles en su centro, que alumbraran y sea sensual, que para su vivir de casa tan
solitaria pedía una mascota, y no debía consentir aquello si el dinero se podía
usar para algo más importante que algo banal, pérfido, donde le herí al decirle
toda aquella verdad y realidad, tú no eres princesa o condesa de un palacio,
mirad en la vida que estamos viviendo, no somos de alta sociedad o riqueza
misma, y si ha de tener es por una lucha que hice de ahorros de mí mismo, pero
no para usarlo para un beneficio de ti misma, la vida que llevas es de un ruin
ser, podrido, así jamás encontrarás la felicidad, tan ofendida, que por aquel
enlace sin cohesión se fue al universo mi alma en polvo, extinguida, todo se
había terminado, donde ella no me escribió más, donde en esa semana sin ella
hizo su locura, y quedó en estado simplemente, ahí fue donde al enterarme me
dejó sin voz, sin ánimos, sabía que ya no estaba conmigo, pero cómo ha de
olvidar o ser inmaduro quizás, porque yo aún la quise, tal vez no la quiera, o
la quiero o no sé, pero sé que el primer día no podré borrar de un corazón que
a mal gusto a su ambición se destrozó, como un mismo obrero oyendo al jefe, o el
mismo humano obedeciendo la ley de Dios, así me sentí, y a su belleza me dejé
llevar, ciego y a la final no sé si ella me quiso igual, porque no vi una
acción de bondad que estuviese en ella, que me hiciera ver ella es pura, que
puede que tuviese alas de ángel, pero no fue así como imaginé, fue vil como una
víbora negra, y hoy su mirada la veo, verde agua, claro rojizo cabello, piel de
alba con pecas de montaña, suave como lo eran sus besos, que alguna vez quise
sentir otra vez, y eso me destrozaba cada vez que andaba con ella, perdido, en
el olvido, así estuviera ella, me sentía solo, así como hoy, oh aquí en este
papel que se derrama el sentimiento de un vesánico poeta, aprendió que puede
ser tan débil, ya que no conocía mujeres así, y se lo lleva de experiencia por
si una flor negra llegase a querer dar aroma, dejase que se volviese más de
mácula que florecida, o si el mismo Dios de su templo sacro contempla aquella
figura que ha de buscar mi interior tan similar a mi vida, sabría él que podría
reír de alegría, sentirme con el universo que he querido besar, sentirlo en la
palma de mis manos así sea muy grande, pero saber que es mío, y no de nadie,
así se siente un bardo verdadero para su misma gran beatitud, sin falsos pasos,
cuales estos serían la gracia de sus poemas escritos, la reencarnación del
luctuoso diario de mi profundidad, se liberarían, se gritaría, y no más que
besarle en mi boca grana y alzar mis manos sobre su entero cuerpo de magia
hecha realidad, hermosa, por cual los días serían los cuales llegaría y llegase
a la vetustez existente, y de ahí volando nos iríamos a la eterna vida, ya sin
suplicio que coexista en la vida misma.
No estás ya, he cometido errores sí es verdad
haber confiado y creído un amor no más que estúpido fue, ya he de conocer cuál
es la verdadera flor tan bella pero desde que desprende su aroma que uno mismo
huele que es pudor del cielo; que hace cantar a la naturaleza, su misma voz que
expresa, tan solo por valles junto a mi cántico ser que le cantase, versos
recitase, fuera un poema de una relación grande, cúspide, confiada, amada, y
pródiga de vivir humildemente sin olvido sin dolor y con eternidad, así podría
tocar en las noches o tardes correspondientes aquel instrumento para ti y
componer, oh mi sueño, al solo saber que estoy con el mayor de mis sueños en mi
mirada enamorada. Tú mujer transparente, invisible que aún no veo, pero has de
llegar pronto, estás de viaje, cuando vengas dirás que me conocías de años
antiguos, que me habías leído en libros, porque solo ha de hablar mi interior aún
dirás, oh estás aquí y bendecir con tu indecible creación a nuestra historia en
bienaventuranza y realidad, que se puede tocar y amar sin tormenta que avecine
en los rincones de una crecida pasión, que implora el sol en el amanecer de
nuestra naturaleza entonada de amor y si hay lluvia bañémonos los dos y así a
sentir que existe Dios, cerca de nosotros en salvación y que bendice nuestro
corazón.
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