viernes, 13 de septiembre de 2013

La noche clara de luna


  Cada nota, cada frase,
De Lenguaje misterioso,
Más por cuán él explayase  
Leo su carta sonora,
De lúgubre orbe espantoso,
De lágrima que ahí llora.
 Aislado y solo hospedado,
Pretendiéndose inmortal,
Más al crear nudo atado
Que en su entera introspección,
Nimia cólera espectral
Que crea en composición.
 Y La noche clara luna
Él la empieza a observar,
Pidiendo una gran  fortuna                          
que aparte aquella inquietud,
que en su nota hace estallar
vándala alma sin salud.
Beethoven: “Para el mundo soy misántropo,
Indomable, y muy furioso,
Mas do estáis mi Dios filántropo,
Ni colmáis aliento humano,
Ya hoy sordo y formidoloso
Que estaré así en nimio piano.
 Do quedó los salmos dulces,
Más que hoy cantarín el llanto,
versos amargos, agridulces,
de esta asolada morada,
pintando historia de canto
con alma de hombre mellada”.
  Sintiéndose más solo él,
Tocando aquel piano añejo,
Terminando aquel tono hiel
Que cubría en manto su alma,
Deseando magia en reflejo
Que así le den la gran calma.
 Aquel albergue estuvo abierto
Y una joven oyó su obra,
Sintió que estaba desierto
Y entró con toda cautela,
Do está su esencia zozobra
Y entre su piano una vela.
 Campesina: Oh que en sonoros sonidos,
Sé quién sois sólo señor
Y  ofuscada de un sentido
mas su obra oí su estro verso
 Beethoven: Audaz, peor que un terror
entendisteis mi universo.
Decidme vos quién hoy soy
y entenderé más su acento.
 Campesina: Fiel músico, más llora hoy,
Y os llamáis Herr van Beethoven,
vos vagido en sentimiento
y que veréis algo joven.
Beethoven: Me sorprendéis oh tierno ángel,
Mas cómo sabíais qué era,
será que escuchó el arcángel ,
o la envió dulce criatura,
más injusto. Campesina: es la sordera,
y no importa la locura. .
 Su música se conoce
Porque leo  alma poética,
Porque dais amor de roce
Que la convertís más viva,
Al mundo su obra es hermética,
Y eh aquí hoy su clave activa.
 No me mandó a mí ninguno,
Más dichosa hoy soy vecino,
 Beethoven: No aludes a interior Bruno,
Que no es cual es tolerable,
Sin mostrar un mal destino
 A efigie de luna afable.
 Campesina: Comprendo oh Beethoven frágil,
mas música es lo contrario,
no queráis hoy ser tan ágil,
y os haré ver la fe mágica,
tocaré obra en tal sagrario
y reiréis sin alma trágica.
 Beethoven: Me convencéis más  ternura,
Poseéis un encanto noble,
Llena en caricia y dulzura
En palabras de tal moble.

 La joven empieza a tocar…

 Al esperar tal éxtasis de aquella dama campesina que se hospedaba a lado de él, más contenta al concebir deseos de mostrarle que puede ser más que un mortal y ser inmortal de su música, ella empieza a tocar en esa noche la obra, él la mira, y la magia de sus manos, las notas en el aire, vibraciones de un músico poético, tétrico, misántropo ya que nadie entendía el porqué de su razón, estupefacto al ver que ella poseía su corazón, leía sus labios que en cada nota escribió, cada frase era escrito no por un humano de la era, más que por un bardo viviente en sus papeles, así fue, así pasó, la noche era para que Beethoven pusiera un nombre que diera al todo de sí, ella entre tal puridad de alma, llena de gracia, viva por dentro, encontrando el sueño de toda mujer, que ama, y anhela rozar el alma de un poeta, así, así con su alma besaba esas notas, les acariciaba, como si por primera vez hiciera tal amor bendito de lascivia, prendada, y querida por aquel caballero que le miraba, olvidando la dureza y hostilidad que tuvo, más colmándose de ese pudor que en su tenue rostro de flor desprendía, amor, que para él era un reflorecer de su herbaje desierto de llamas, quemándose su música, y renaciendo con tal obra, significando una historia, un trazo inolvidable y más de sentimiento y de lágrima, donde el corazón lloró, de sonidos, y conforte  mirar a tal criatura que a su lado perfuma aroma de paz, alegría, sintiéndose vivo, enamorado quizá, de una sencillez perfecta en su interior, del fuera, para él mismo comprendió, que podía vivir y olvidar el miedo, confiar, que ningún hijo de Dios está abandonado. Si obra de tal caricia que dé significado, el mismo reino abrirá sus brazos para recibir, después de la vida hay una esperanza para los mismos mortuorios, donde se creen gorigori por anatema, castigo, más la santidad se colmará para los verdadero de amor, a una fijación para cantar a Dios, pleno ser, y amigo cuando confiáis, y nombráis solo su nombre en los altos tonos que prendáis, y rogáis en rodillas al cantar un rezo de beatitud, que bienquisto sea para poder rozar tal vida en un aurora que siempre veáis en vuestros ojos fijos, que os llene de pura luz de bondad, que ilumine el paisaje de vuestro corazón, que florezca lo que un soñador pide. Cómo las notas han hecho ver aquel caballero que es milagro, que su poder interior no se posee en cualquier músico que ame de verdad, oh a tal refugio para comunicarse consigo mismo y con el mismo Dios, y si sois benéfico, mirad lo que conseguiréis, milagro, así es, debe ser, la vida, la intensidad de los dolos, fracasos, resquemores, pueden vibrar fuerte más no sucumbir vuestra alma, creencia en la gracia y fortaleza es para él. De cada frase, cada nota, los porqué de sus preguntas más idas a un espacio que queda desierto comenzó, la noche perfecta para acompañarlo y llenarse de lo energúmeno, siniestro de su estado no dulce para que haya terminado con un tercer movimiento lleno de vándalo espíritu que destroza los compases, más que reflejado en la caminata de sus días en Viena, creyendo en hacer en un día más de 3 sinfonías escritas, donde en su mente vibraban sonidos y su pluma de rutilantes  imágenes sonaban de más energía y alegría, por cada instancia que estuviese pasando en su espacio más remoto, patidifuso de las dulces flores que respiraba, más cuando ellas pasaban a su lado, qué mirar no de inclinación hacía, por solo dar aquello que en el fondo ha querido  sentir, besar a una boca de condesa, como si besara a una flor misma por el sol en su amanecer, así mismo era, un romántico poeta, donde ellas, no todas, más solo una era el fuego que a su interior hacía cantar y explotar más del sentimentalismo que un hombre ha de tener en el corazón, para solo rozar unas notas y dar maravillosas descripciones sin dar a saber qué es lo clandestino, o recóndito de un músico,  cuando se enamora, arrulla, desea, lujuria, lúgubre, locura, anatema, dolo, de movimientos descriptos por la humanidad arduo de leer en el sentimiento, misterios extensos, y esta joven dulce campesina entendió, y colmó para aquel notas de un segundo movimiento alegre por su noche clara de luna que fue ella, sensible, de tal doncella, y venerada por él, quien rozaba el piano tan mágico, y hacía entender que la lucha es hasta no dejar de cantar, y concebir el anhélito eterno de reír cantando con su música, más amando de ese amor que esperase para la gloria, de ojos únicos y vida pintada de sonidos. 524 Y la joven donde ya termina el claro de luna, donde así misma bota una lágrima de aquellos ojos que no ven, no más que su corazón la grandeza que posee un músico real, y que expresará más su atención en unas palabras hacia él, y que dicho está no hay en la existencia una semejanza de igual similitud, tan poderosa de fe que haya para la vida, 551 y eso es la música es lo que a un inmortal después hace sentir la vida eterna, si ve como él a su lado a una gran mujer de corazón donde a él lo ve. (Termina de tocar)

 Campesina: Pudor como el vuestro noble,
Forjé aliento de hombre amado,
Más su creación no se doble,
Por sentir su obra enamora,
Más de núcleo mío hipado
Sentí tañer de fiel flora.
 Beethoven: Aquel perfume os lo brindo,
Y que os una a mis cumplidos,
Ya que a vos hoy no me rindo
Contento al teneros mía,
Más que a mi obra has bendecido
De confianza y alegría.
 Campesina: Caída a su dócil brazo,
Que en suave mano acaricia,
Más mi rostro y os abrazo
Quizá prendada de vos,
Si el poema es avaricia
Y el amor no os diré adiós.
 Beethoven: De tierna figura observo,
 piel igual que clara luna,
que ni el sentir del protervo
apartado de este amor,
ay hoy qué buena fortuna
me da el mismo redentor.
 Campesina: Adorad que viva soy
Y que una lágrima hoy moja
A su ser que ni me voy
Donde quiero suspirar
Con aliento y boca roja
Beethoven: Que es de fiel flor y amar.
 Somos un himno de lucha,
Y hoy aquí Dios nos escucha,
 Observa cómo hay querer,
Así fuerte y de creer.
 Contento más de encontrarte,
No sabía que erais vos,
 Campesina: tan igual feliz de hallarte
Para ser uno los dos.
 Cuán es a mí este momento,
Que puedo rozar tu boca,
Beethoven: Mío más mío tu aliento
Al sentiros de alma loca.
 Campesina: Acostémonos bien mío,
Cansada estoy mi Beethoven,
Cuán bella felicidad.
 Beethoven: Vayamos y más confío
Que seréis aquella joven
Que será mi eternidad.

 Un amor que llegó de una magia simple, confianza pura, no de ojos a ojos se vieron, sino de corazón a corazón, así las lágrimas del dolor retornaron a matiz de flor, ser valiente y creer que podéis, no estáis abandonado, la música es poderosa, enamora, más si leéis tales versos, y consoláis con amor, y brindaréis una eterna creación que se cantará al cielo y en él, el relato no es cualquier escritura para un músico, es, solo cuando améis y veáis en ello que la abrazáis, suspiráis, concebís tal anhelo llorado, y el entorno sonríe, la naturaleza puede hasta cantar por oír aquel piano que con un amor indecible rozas, sin estar en mortuorio estado, más Dios abre sus manos, te acarician la cara cuando compones el amor, y ángeles te elevan donde él, y estás en armonía, por solo haber logrado la obra de la vida, así recibirá con una huella inmortal y más de amada de la eternidad, y felicidad,  para poder reír y no más llorar.

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