Cada nota, cada frase,
De Lenguaje misterioso,
Más por cuán él
explayase
Leo su carta
sonora,
De lúgubre orbe
espantoso,
De lágrima que ahí
llora.
Aislado y solo hospedado,
Pretendiéndose inmortal,
Más al crear nudo
atado
Que en su entera introspección,
Nimia cólera
espectral
Que crea en
composición.
Y La noche clara luna
Él la empieza a
observar,
Pidiendo una gran fortuna
que aparte aquella
inquietud,
que en su nota hace
estallar
vándala alma sin
salud.
Beethoven: “Para el
mundo soy misántropo,
Indomable, y muy
furioso,
Mas do estáis mi Dios
filántropo,
Ni colmáis aliento
humano,
Ya hoy sordo y
formidoloso
Que estaré así en
nimio piano.
Do quedó los salmos dulces,
Más que hoy cantarín
el llanto,
versos amargos,
agridulces,
de esta asolada
morada,
pintando historia
de canto
con alma de hombre
mellada”.
Sintiéndose
más solo él,
Tocando aquel piano
añejo,
Terminando aquel
tono hiel
Que cubría en manto
su alma,
Deseando magia en
reflejo
Que así le den la
gran calma.
Aquel albergue estuvo abierto
Y una joven oyó su
obra,
Sintió que estaba
desierto
Y entró con toda
cautela,
Do está su esencia
zozobra
Y entre su piano
una vela.
Campesina: Oh que en sonoros sonidos,
Sé quién sois sólo
señor
Y ofuscada de un sentido
mas su obra oí su
estro verso
Beethoven: Audaz, peor que un terror
entendisteis mi
universo.
Decidme vos quién
hoy soy
y entenderé más su
acento.
Campesina: Fiel músico, más llora hoy,
Y os llamáis Herr
van Beethoven,
vos vagido en sentimiento
y que veréis algo
joven.
Beethoven: Me
sorprendéis oh tierno ángel,
Mas cómo sabíais
qué era,
será que escuchó el
arcángel ,
o la envió dulce
criatura,
más injusto.
Campesina: es la sordera,
y no importa la
locura. .
Su música se conoce
Porque leo alma poética,
Porque dais amor de
roce
Que la convertís más
viva,
Al mundo su obra es
hermética,
Y eh aquí hoy su
clave activa.
No me mandó a mí ninguno,
Más dichosa hoy soy
vecino,
Beethoven: No aludes a interior Bruno,
Que no es cual es
tolerable,
Sin mostrar un mal
destino
A efigie de luna afable.
Campesina: Comprendo oh Beethoven frágil,
mas música es lo
contrario,
no queráis hoy ser
tan ágil,
y os haré ver la fe
mágica,
tocaré obra en tal
sagrario
y reiréis sin alma
trágica.
Beethoven: Me convencéis más ternura,
Poseéis un encanto
noble,
Llena en caricia y
dulzura
En palabras de tal
moble.
La joven empieza a tocar…
Al esperar tal éxtasis de aquella dama
campesina que se hospedaba a lado de él, más contenta al concebir deseos de
mostrarle que puede ser más que un mortal y ser inmortal de su música, ella
empieza a tocar en esa noche la obra, él la mira, y la magia de sus manos, las
notas en el aire, vibraciones de un músico poético, tétrico, misántropo ya que
nadie entendía el porqué de su razón, estupefacto al ver que ella poseía su
corazón, leía sus labios que en cada nota escribió, cada frase era escrito no
por un humano de la era, más que por un bardo viviente en sus papeles, así fue,
así pasó, la noche era para que Beethoven pusiera un nombre que diera al todo
de sí, ella entre tal puridad de alma, llena de gracia, viva por dentro,
encontrando el sueño de toda mujer, que ama, y anhela rozar el alma de un
poeta, así, así con su alma besaba esas notas, les acariciaba, como si por
primera vez hiciera tal amor bendito de lascivia, prendada, y querida por aquel
caballero que le miraba, olvidando la dureza y hostilidad que tuvo, más
colmándose de ese pudor que en su tenue rostro de flor desprendía, amor, que
para él era un reflorecer de su herbaje desierto de llamas, quemándose su
música, y renaciendo con tal obra, significando una historia, un trazo
inolvidable y más de sentimiento y de lágrima, donde el corazón lloró, de
sonidos, y conforte mirar a tal criatura
que a su lado perfuma aroma de paz, alegría, sintiéndose vivo, enamorado quizá,
de una sencillez perfecta en su interior, del fuera, para él mismo comprendió,
que podía vivir y olvidar el miedo, confiar, que ningún hijo de Dios está abandonado.
Si obra de tal caricia que dé significado, el mismo reino abrirá sus brazos
para recibir, después de la vida hay una esperanza para los mismos mortuorios,
donde se creen gorigori por anatema, castigo, más la santidad se colmará para
los verdadero de amor, a una fijación para cantar a Dios, pleno ser, y amigo
cuando confiáis, y nombráis solo su nombre en los altos tonos que prendáis, y
rogáis en rodillas al cantar un rezo de beatitud, que bienquisto sea para poder
rozar tal vida en un aurora que siempre veáis en vuestros ojos fijos, que os
llene de pura luz de bondad, que ilumine el paisaje de vuestro corazón, que florezca
lo que un soñador pide. Cómo las notas han hecho ver aquel caballero que es
milagro, que su poder interior no se posee en cualquier músico que ame de
verdad, oh a tal refugio para comunicarse consigo mismo y con el mismo Dios, y
si sois benéfico, mirad lo que conseguiréis, milagro, así es, debe ser, la
vida, la intensidad de los dolos, fracasos, resquemores, pueden vibrar fuerte
más no sucumbir vuestra alma, creencia en la gracia y fortaleza es para él. De
cada frase, cada nota, los porqué de sus preguntas más idas a un espacio que
queda desierto comenzó, la noche perfecta para acompañarlo y llenarse de lo
energúmeno, siniestro de su estado no dulce para que haya terminado con un
tercer movimiento lleno de vándalo espíritu que destroza los compases, más que
reflejado en la caminata de sus días en Viena, creyendo en hacer en un día más
de 3 sinfonías escritas, donde en su mente vibraban sonidos y su pluma de
rutilantes imágenes sonaban de más
energía y alegría, por cada instancia que estuviese pasando en su espacio más
remoto, patidifuso de las dulces flores que respiraba, más cuando ellas pasaban
a su lado, qué mirar no de inclinación hacía, por solo dar aquello que en el
fondo ha querido sentir, besar a una
boca de condesa, como si besara a una flor misma por el sol en su amanecer, así
mismo era, un romántico poeta, donde ellas, no todas, más solo una era el fuego
que a su interior hacía cantar y explotar más del sentimentalismo que un hombre
ha de tener en el corazón, para solo rozar unas notas y dar maravillosas
descripciones sin dar a saber qué es lo clandestino, o recóndito de un músico, cuando se enamora, arrulla, desea, lujuria,
lúgubre, locura, anatema, dolo, de movimientos descriptos por la humanidad
arduo de leer en el sentimiento, misterios extensos, y esta joven dulce campesina
entendió, y colmó para aquel notas de un segundo movimiento alegre por su noche
clara de luna que fue ella, sensible, de tal doncella, y venerada por él, quien
rozaba el piano tan mágico, y hacía entender que la lucha es hasta no dejar de
cantar, y concebir el anhélito eterno de reír cantando con su música, más
amando de ese amor que esperase para la gloria, de ojos únicos y vida pintada
de sonidos. 524 Y la joven donde ya termina el claro de luna, donde así misma
bota una lágrima de aquellos ojos que no ven, no más que su corazón la grandeza
que posee un músico real, y que expresará más su atención en unas palabras
hacia él, y que dicho está no hay en la existencia una semejanza de igual
similitud, tan poderosa de fe que haya para la vida, 551 y eso es la música es
lo que a un inmortal después hace sentir la vida eterna, si ve como él a su
lado a una gran mujer de corazón donde a él lo ve. (Termina de tocar)
Campesina: Pudor como el vuestro noble,
Forjé aliento de
hombre amado,
Más su creación no se
doble,
Por sentir su obra
enamora,
Más de núcleo mío
hipado
Sentí tañer de fiel
flora.
Beethoven: Aquel perfume os lo brindo,
Y que os una a mis
cumplidos,
Ya que a vos hoy no
me rindo
Contento al teneros
mía,
Más que a mi obra
has bendecido
De confianza y
alegría.
Campesina: Caída a su dócil brazo,
Que en suave mano
acaricia,
Más mi rostro y os
abrazo
Quizá prendada de
vos,
Si el poema es
avaricia
Y el amor no os
diré adiós.
Beethoven: De tierna figura observo,
piel igual que clara luna,
que ni el sentir
del protervo
apartado de este
amor,
ay hoy qué buena
fortuna
me da el mismo
redentor.
Campesina: Adorad que viva soy
Y que una lágrima
hoy moja
A su ser que ni me
voy
Donde quiero
suspirar
Con aliento y boca
roja
Beethoven: Que es de
fiel flor y amar.
Somos un himno de lucha,
Y hoy aquí Dios nos
escucha,
Observa cómo hay querer,
Así fuerte y de
creer.
Contento más de encontrarte,
No sabía que erais
vos,
Campesina: tan igual feliz de hallarte
Para ser uno los
dos.
Cuán es a mí este momento,
Que puedo rozar tu
boca,
Beethoven: Mío más
mío tu aliento
Al sentiros de alma
loca.
Campesina: Acostémonos bien mío,
Cansada estoy mi
Beethoven,
Cuán bella felicidad.
Beethoven: Vayamos y más confío
Que seréis aquella
joven
Que será mi
eternidad.
Un amor que llegó de una magia simple,
confianza pura, no de ojos a ojos se vieron, sino de corazón a corazón, así las
lágrimas del dolor retornaron a matiz de flor, ser valiente y creer que podéis,
no estáis abandonado, la música es poderosa, enamora, más si leéis tales
versos, y consoláis con amor, y brindaréis una eterna creación que se cantará
al cielo y en él, el relato no es cualquier escritura para un músico, es, solo
cuando améis y veáis en ello que la abrazáis, suspiráis, concebís tal anhelo
llorado, y el entorno sonríe, la naturaleza puede hasta cantar por oír aquel
piano que con un amor indecible rozas, sin estar en mortuorio estado, más Dios
abre sus manos, te acarician la cara cuando compones el amor, y ángeles te
elevan donde él, y estás en armonía, por solo haber logrado la obra de la vida,
así recibirá con una huella inmortal y más de amada de la eternidad, y
felicidad, para poder reír y no más
llorar.
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