miércoles, 4 de septiembre de 2013

La fortuna del corazón.


La fortuna del corazón

Un preclaro en su caballo cabalga entre un campo hacia su palacio entre una noche oscura, ambiente espectral, de frío invierno, niebla, viniendo de un viaje que concibió doblones por unas obras que había hecho de música, para su llegada no sabía aún qué iba a conseguir, aspiraba seguir escribiendo y no desaprovechar ni un día no más que relatando lo que le cantaba en el fondo de un índole compositor, para sí hizo admirar a las condesas del mundo, cuán dulzuras no querían poseer ese encanto, sentirlo, suspirarlo y navegar hasta ahogarse en su poderosa música inmortal que existía, que hacía bailar hasta los árboles por mágica que era, dispuesto a conquistar el nuevo mundo que él experimentaba de sabio honor para honorar lo que en cada corpúsculo de su arma poética era de gran contagio. Soportó el viaje pertinaz, obstinante, qué bajío, mas llega a su palacio suntuoso, la gran parte que recibió iba aún a conseguir algo más increíble.
Muzio di Saceprino:
Qué suntuosidad mi hogar,7
gran tiempo sin visitarlo,
este campo de estimar
y cantan hasta los pájaros.

Debo entrar y saludar,
deben de estar ya cenando,
es hora de ir a cenar
y ya no está nevando.

Príncipe Antonili:

Qué sorpresa memorable,
Miraros a vos amigo,
Se ve que andáis saludable
Sentaos y ven conmigo.
Os presento a las condesas,
Están para conoceros,
Sucumben por lo que expresas
a obras de amores sinceros.

Condesa Gutiardini:

Es un encanto supremo,
Más que admirada de vos,
Pero hoy a nada le temo
Deciros que su índole obra
me quitó hasta la ruin tos
por entender su zozobra.

Condesa Malia Deisit:

Oh de la era antes de Cristo
Ay Un Dios poético nace,
prendada por lo que he visto
mirada tierna de amor,
tan dandi que satisface,
prendarse con dulce honor.

Muzio di Saceprino:

Vestidas con bellas flores,
Perfuman este palacio,
Más de ternura y honores
Recibo tiernas bellezas,
Invaden mi íntimo espacio
Y quedaos sois grandezas.
Príncipe qué buen regalo,
Ahora las cuidaré,
No habrá nada de lo malo
Que con ellas estaré.

Príncipe Antonili:

¿Queréis vos a las dos bígamo?,
¿No sabéis que es grave?.

Muzio di Saceprino:
Así sea un mismo ruin polígamo
Quiero convivir entre ellas,
Más si yo fuese hábil ave
Buscase hasta las estrellas.

Condesa Gutiardini:

Qué dulce sois mi señor,
Vencida a sus tibias manos,
Perdida a sentir calor
y nosotras vivir juntas,
hasta cantasen los pianos
y hasta ser más que difuntas.

Condesa Malia deisit:

Así a mí es entrega dulce
y no una simple vil muerte,
do es quien es más Agridulce
porque estaremos en cielo,
esperándoos para verte
y seguir vivas con tu anhelo.

Príncipe Antonili:

Estupefacto he quedado,
Disfrutaos en lascivia,
Copulaos de amor dado
No olvidéis ser más que fieles,
música de él os alivia
y así no habrán mundos hieles.

Muzio di saceprino:

Os lo debo en gran doblón
Os entrego estas monedas,
Por tal favor en pasión,
Serán parte de mi historia,
Cantarán entre mis veredas
Coro hacia nuestra memoria.

Príncipe Antonini:

Qué astucia más que bonita,
Vos tenéis en vuestro ser,
así son las afroditas,
que vos sentís en razón,
que os colmáis de aquel querer
y os conquista el corazón.

Condesa Gutiardini:

Contenta a sentirme activa,
De formar vuestra existencia,
Que soy la lira más viva
Y que en vos me ahogaré,
Más suspirando esa esencia
de amor que hoy más respiré.

Condesa Malia deisit:

Cantar, rozar, y reír,
Querer, amar, y soñar,
Amor, vida, conseguir,
La lucha sin despedida,
Vos que dio a tal contagiar,
Para quedar decidida,
¿De do vivir de mí amar?,
Por su música querida.

El Príncipe se retira del palacio, un encuentro de este compositor indecible, jamás imaginó que su vesania iba ser justo llegando a casa, de dos tiernas figuras de peor tentación, hasta de un querubín, más podía enamorarse sin haber flechado de ellas, su estado de ánimo de alegría había crecido en pecado, sabía las leyes de la vida, y su libertinaje era ante el mismo Dios, vivir unido sin importar el delito de la relación de un alto juez, nadie podrá entender ni su interior cómo fue que a tales rostros hermosos y de tal elegancia de voz, profundizaron su corazón y tocaron, Muzio siempre en sus senderos había esperado tal luz de una figura, pero no pudo abandonar a la otra flor que estaba decidida, que le miraba con ojos brillosos, vivos, su alma no pudo, más que verle llorar, sintiendo amores primeros y reales de gran énfasis, y éxtasis que le había contagiado, y como era muy romántico entendía qué era lo que estaba viviendo, las obras empezaron a ser, de altos tonos, bajos y mayores, con suavidad al cantar un soprano, implorando amor y recibiendo caricias cálidas, a el rostro que duerme bajo sus senos bañados de flores, convirtió la historia y la memoria en cada noche ante ellas mismas viéndole a él, no más que escribiendo la belleza que estaba más que oculta en su interior, porque antes no había amado, recién lo estaba sintiendo, viviendo, la carne real, la buena vibra sonaba, con compases tan delicados, solo ellos la sentían un estallo de perseidas al universo, cada nota, cada frase, cada voz inhumana de la vida, como si leyeras la voz de Dios, que era él, la creación para hacerlas feliz a ellas, vinculado, cohesionado, entre pieles en un lecho de todas las flores del mundo, perfumados, él a ellas rozando entre el libido amor perfecto, que ni un soez maligno había visitado, pasaron días, noches, y cada momento era aprovechado para escribirlo él con ellas, riendo, y de locura escribía en sus espaldas frases de amor con su pluma, únicas que hasta el piano lloraba por la belleza que él expresaba por ellas y de cómo las trataba. Salían al campo a caminar en la primavera, alejados de la ciudad, no más que en el campo vivían, rodeados de un paisaje frondoso, de frutos, ríos, un paraíso donde le inspiraba descifrar que esa era su vida, y que ya no valía la pena ir a otro mundo, no más que vivir con la aventura eterna y de sonrisas que ya tenía, y que compartía de lo que tanto él sabía, donde ellas mismas sentían que su amor daba tal descripción que era más que entendido con su propia mirada, música, caricias, de su lenguaje de un conde refinado, dulce, cual estaba perdido, que existe, y que vivirá para siempre, así que no hay que decirle al amor a la noche, buenas noches, sino abrazarlo para que se dé cuenta que no se ha ido, y que es la chispa de perseidas que harán caer cada noche entre luces tan igual como sus notas que cantan en sus papeles de inmenso amor prendado a la eterna vida de sus condesas.

Muzio di Saceprino:

Condesas que duermen hoy,
Despertaos oh criaturas,
Miren como ahora soy
Ya han pasado muchos años,
mas ha quedado dulzura
que vive sin hacer daño.

Condesa Gutiardini:

Ya somos de era vetusta,
Y vos qué amor nos has dado,
Sentir que la edad ajusta
Sin antes decir que os quiero,
porque disteis lo soñado
y aquel amor más que entero.

Condesa Malia deisit:

Que nos sentimos amadas,
por compartir caballero,
no olvidar cada alborada
que cantábamos primero.
Ese libro vivirá,
En un lugar muy eterno,
En La memoria estará
Hasta irnos mi Muzio tierno.

Muzio di Saceprino:

Tan gentiles y excitadas,
Puedo oler labio libido,
Aún siguen exaltadas
y sigo aún muy fornido.

Condesa Gutiardini:

Tan enaltecido oh Muzio,
Nos hacéis sentir muy locas,
Ya sabemos el futuro
Y adorable vos amor,
Y que compartimos copas
Un vino que hace calor.

Condesa Malia deisit:

Sujétanos por favor
Acarícianos con lengua,
Roza nuestra piel amor
Sin retiraros mi rey,
No queremos ni la mengua
Sin importar sacra ley.

Muzio di Saceprino:

Más convencidas están,
Qué amor es más saborearlas,
Conmigo se exaltarán,
Como siempre… hoy más disfruto
Hoy, ayer más voy amarlas
Y verán que habrá buen fruto.
Qué feliz es el humano,
Más si en su interior consigue,
amor suave de sus manos,
aura más de aquellos besos
melifluos que hoy roza y sigue,
ante gran coito de exceso.

Condesa Gutiardini:

Nos acariciáis tan férvido,
Que sentimos un buen glande,
Hasta corean los cérvidos
Por oír nuestros gemidos,
Y este querer es tan grande
Que hasta Dios queda vencido.

Condesa Malia deisit:

Sois nuestra satisfacción,
Habéis dado hasta mi orgasmo,
Cuán tibia es la polución,
Nos sentimos longevas,
Vivimos gran entusiasmo
Y hacia tu ser me conllevas.

Muzio di saceprino:

Vosotras viviréis,
Solo de este arte poético,
Y aún me consumiréis
En lo que da vida al hombre,
Oh Mi violín energético
Que hoy toca a su gran asombre.
No hay en este amor la furia,
Solo delicia en sonidos
Que hoy rozan en fiel lujuria
que se llama poesía,
tanto les quiere en cumplido
hasta partir de alegría.

Condesa Gutiardini:

En este manjar de vida,
Siempre estamos satisfechas,
carta será recibida,
Más si el amor uno quiere,
Irá entre miles de flechas
Para vivir sin la peste.
Condesa Malia deisit:

Así iremos mi buen Muzio,
Ya perdonados ante él,
Porque lo nuestro no es sucio
Sino ternura y amor,
dulce como sacra miel
y que se endulza en albor.

Muzio di Saceprino:

Yo me creí fuerte amores…
Han sido mi poesía,
Aromaron como flores,
y al corazón de armonía.
La carta fue de ilusión,
De piedad a este querer,
Sin muerte y solo vencer
Hasta sentir la pasión,
Quizá en una fiel blasón,
Mas no se quiere perder
Sino más resplandecer.

La carta fue escrita en un papel que ahora se encontró en los libros de amor que se escribieron ellos, decía escrita de Muzio:

“Entre alma de soledad de viviente vida que vivisteis por años, poca satisfacción dio el mismo creador a mí espíritu que se veía perdido, solo un rumbo único de paz era su arte, no más que en su habitación cada tarde y noche, queriendo de la ternura de mis obras, de ese romance soñado, cual quería más vivir, mis voces hicieron cantar al mundo, pero jamás había creído que iba ser cantado por tales condesas reales, hoy como último escrito que me atrevo, ya de mis memorias solo queda el recuerdo de los días que jamás hubiera creído conciliar reír bajo los árboles y caricias de amor, veía a las dos como una sola, quería que fuera una, imposible para mí, eran iguales, como quisiera tener la magia de convertirlas en una, y me he dado cuenta que esta carta así vaya ante lo más lejos no llegará y se volverá polvo, es mejor dejarla aquí oculta, significará el gran amor que haya podido sentir por primera vez cuando antes no creí que viviera, si me torturas cuando sucumba mi ser, sabré por la razón que lo hacéis, pero si sois bondadoso sabré que me dejaréis entrar sin la espina que llevo en mi camino hacia tal gloria, no veo más allá, solo vos sabéis qué hacer de mí, cuán obras se han creado de nosotros, si así debe ser, así debe continuar, cuán pasión, cuán esperé, y qué vida pude vivir, aprendí que amar es tan igual cuando amas a la poesía que son ellas, y seguiré soñando que esto es real y no algo falso, pueden ver amores así,

y nadie podrá impedirlo así mi esperanza sea que cuando llegue al cielo ellas se conviertan en una sola mujer, así como mi vida que sufrió en las penas de amores no correspondido, y que recibí la fortuna de esta felicidad más que soñada, ahora este gran soñador puede decir mi historia ha terminado, las amaré y en mis cantos que se cantan en los conciertos, que son voces de amor hacia vosotras, nosotros fuimos más que un libreto de amor, fuimos inmortales al confiar en vivir hoy hasta vetustos, viejos, pero vivos aún y hoy en lágrimas en mi hoja derramo, mi inmenso amor por vosotras y la vida que haya escrito por tal alma de poeta en mi existencia y mi misma música sagrada al amarlas tanto condesas, duerman, duerman, y yo en su aliento estaré, siempre, oh vidas mías, ya no tengo tinta en pluma el destino me lo dice hasta aquí, mis amadas inmortales.

Así para Muzio el destino de su vida llegó más que conocido y de su romance cuando se consiguió esta carta, un romántico, un poeta, un amor literario eran sus condesas, quienes ciegas del mundo no más que a los ojos de él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario