lunes, 9 de julio de 2012

 Dios inmortal del lenguaje,
obtuvo desierta vida,
consumía su mismo arte
hasta convertirlo en poesía,
era el único aliento vate
quien le calmaba en su día,
quién será como él,
quién vivirá con tal mundo,
quién entenderá el tañer
él como en sus notas de opus.
 Se aleja del mismo dantesco vivir,
no podía ya en su vida escuchar,
unos alegres otros cuitos
con una espera de un alegrar.
 La única forma era buscar el silencio,
y así encontrar aquellas notas,
oírlas por fin en su sentimiento
y escribir más rapsodas.
 Buscaba el silencio en su alma,
cuando la consigue se vuelve inmortal,
compone de una gran teúrgia mágica
ante su musa pasional.

 Los concierto para piano le gustaba,
compuso el número cuatro,
opus cincuenta y ocho en alma
para mostrar su mismo hálito.
 El movimiento dos,
andante con moto,
escrita en sol mayor
y en su memoria lloroso.
 Y se entona y así se vive,     
así se siente las notas,
así continúa su ser que aflige
entre ese mundo de la loa.
 Con violines rápidos sonando,
para luego sonar un piano sensible,
 para elevar su mismo costado
ante un movimiento que se extingue.
 La vida prometida no ha conseguido,
el humor jamás fue ante él,
nadie entendía su mismo espino
que en sangre había en tañer.
 Creían que él era la furia de la naturaleza,
que no podía ser domado por nadie,
porque de inmediato daba la fuerza
que hasta los hería como salvaje.
 Pero la música suena,
la música del concierto muestra su vida,
la parte en que no salió de la existencia,
sino que amando su misma alegría.

 Beethoven: Qué concierto ante mis alientos,
qué obra la mía de mi presente,
orquesta suena entre el mismo sendero
en donde hoy de tanto latir se siente.
 Bellas espirituales entonan,
cómo quisiera tener un alma,
que comprendiesen mi idioma
a donde no hay ida y ni espada.
 Si tan solo alguna me viese,
aún con su perfume de tentación,
que me mirase a todo mi ente
y se acercase y me diera su amor.
  Son como condesas en el aire,
yo las veo tan ansiado,
tocando con un ser tan vate
y esperando el milagro.
 Nadie me hace caso,
nadie me observa,
solo una de ellas alientan al piano
con su figura como la condesa.
 Condesa Raturateli: ¡Oh, no os desesperéis!,
os ruego que os calméis joven,
u os juro que pronto sentiréis
en vuestra alma un roce.
 Beethoven: Si tan solo la vida fuera poesía,
si en la vida el mal se alejase,
si tuviese tan solo más que alegría
comprendiera que existe lo grande.
 Como el amor indecible,
el amor de una fogosa caricia,
todo fuera apacible
y todo fuera una existencia comprendida.
 Condesa Raturateli: Así sintáis desprecio,
así os centréis a un orbe distinto,
os digo que veáis al cielo céfiro
que en vuestro calor cayese lirios.
 Beethoven: De qué me sirven flores,
de qué me sirven dalias,
de qué me sirven esos olores
si igual no me harán nada.
 Condesa Raturateli: No serán flores,
será tan solo que metáforas,
os hablo de forma de un inmortal roce
que os cambiará en la hipérbole soñada.
Beethoven: Me decís que será más que una flor,
que podré ante este piano que toco,
más que sentir un nuevo albor
de oler, besar en su espíritu loco.
 Condesa Raturateli: No será loco como pensáis,
será más que eso y que os ve,
no jugará sino amará más allá
del lenguaje que compusisteis.
 Beethoven: Gran armonía que hoy siento,
¡oh mis violines que tocan!,
cómo quisiera besar aquel cielo
que tanto hoy pide en la loa.
 Condesa Raturateli: Vendrá cuando acabe la obra,
vos quedaréis dormido,
 y os acariciará la rosa
y os dará aquel alivio.
 Beethoven: Que así sea hermosa condesa,
ya que habéis sido muy candorosa,
os regalo algo en ofrenda
que sea todas estas bellas notas.
 Condesa Raturateli: Qué noble es usted señor,
qué gentileza ofrecéis a mí,
os agradezco con enorme corazón
hoy aquí con el tocado violín.
 Beethoven: De nada noble condesa,
vos os lo merecéis,
por haber sido tan dulce de belleza
en este sendero del tañer.
 Condesa Raturateli: Sois muy ingenioso,
muy sapiente en vuestro vocabulario,
me dejáis con un amor sonoro
ante estos sonidos sagrarios.
 Beethoven: Tan solo son parte de mi corazón,
ellos fuesen más si llegase el hechizo,
diferente fuera mi pasión
y la amaría con tanto amorío.
 Condesa Raturateli: Ella dejaría que le consumieseis,
dejaría que entraseis vos en su seno,
 que os la devoréis en su ente
con lo más dúctil de vuestro apego.
 Beethoven: Al verla quisiera tocarle,
quisiera amarla y besarla,
y entonarle una obra de romance
que tiritara de mi alma.                         410
 Condesa Raturateli: El mundo celo será,
por contemplar la nueva pasión,
Dios alegre estará
por haber hechizado a la salvación.
 Creed en mis palabras joven,
sentid que cambiaréis,
que vos en otro mundo estaréis
viviendo Ludwig van Beethoven.
 Que todo se retornará en el ser
cuando la dócil caricia os toque,
qué alegría al cielo gritaréis
por solo palpar a un nuevo orbe.
 Beethoven: Os creo epicúrea condesa,
que con vuestra figura enamoras
hasta el mismo diantre por tal belleza.
  Y ya la obra termina en su coda
ante los versos que poco vibran,
ofreciendo mi alma la loa
para una nueva cantiga.
 Condesa Raturateli (aparte):
 Y que terminamos ya de tocar todas
ante esta naturaleza la armonía,
que calla su entonada ante el idioma
para la búsqueda de su misma alegría.
 Y que Beethoven termina la melodía armoniosa
ante el piano con su dulce rítmica,
y que pronto se dormirá en la alcoba
ante un misterio que tocará en vida.

                                II
 Después de que su alma termina de tocar,
de que pide un anhelo ante ellas,
 y que una condesa le ruega
a que espere que pronto vendrá.
 Que todo puede ser cereza
ante ese mundo de lo pasional.
 Creyó que la flor sería una hermosura,
quien le amaría en su entera vida,
que ese amor jamás se muriese
y que en su roce solo viviría.
 Que estaría en él siempre
y que sería su gran melodía.
 La condesa Raturateli,
le confió un gran apogeo,
que todo sería pingüe o fértil
en su nudo de su seno.
 Ahora la historia será o no,
si así lo es qué albor florecerá,
qué nueva tocadas se escuchará
en el seno de su corazón.
 Pronto el misterio se contemplará
ante el heno de la pasión.
 Condesa Raturateli: Se ha dormido nuestro compositor,
ahora gentiles espirituales,
os ordeno que entreguéis un nuevo atuendo
ante mi mismo cuerpo de ornamentación.
 Que dejéis la esencia que tanto anhela mi deseo.
 Que sea una inmensa belleza para el hombre que espero.
 Espirituales:  Pero para quién os vais a vestir,
no será para el que pensamos.
Condesa Raturateli: Será para nuestro gran compositor infeliz
a quién le llenaré de amor a su piano.
 Espirituales: Pero será que os recibirá,
cuando tan solo se despierte,
vos cree que así será
apenas cuando vos le bese.
 Condesa Raturateli: Su mirada se hechizará del amor,
su sordera desaparecerá,
mi alma le dará emoción
y besos él me dará.
 Espirituales: Que tan segura de eso,
os haremos un gran vestido condesa,
pero creéis que tendréis ese premio
y mundo diferente floreciera.
 Condesa Raturateli: Segura estoy,
segura en plenitud,
que mí amor es su corazón
y que será toda beatitud.
 Espirituales: Hacemos vuestro vestido,
lo tejemos con flores lirios,
tienen de un aroma tan celestino
que hasta brilla como el cielo infinito.
 Condesa Raturateli: Sigan vosotras,
sigan con tal ornamentación suntuosa,
 os digo que será una gran obra
lo que hagáis hoy de gran aroma.
 Espirituales: Lo hacemos con querer,
hasta tendréis lirios en vuestro cabello,
el vestido dará florecer
en los ojos del mismo caballero.
 Perlas tejemos en el vestido,
son diáfanas como estrellas,
un corso ponemos con zafiro
que alumbra hasta la luna bella.
 Condesa Raturateli: Qué hipérbole de vestido,
con esto danzaré con él,
seguro algo dará en sonido
que hasta en besos le socavaré.
 Le acariciaré como  una flor,
su pecho renacerá conmigo,
vivirá un mundo de amor
cuando le diga que es mío.
 Espirituales: Os pondréis tacones,
están tejidos de un gama dorado,
el vestido es doncel como horizonte
y de flores perfumado.
 A ese hombre enamoraréis,
más cuando os acerquéis a su presencia,
 al caballero ciego dejaréis
cuando le deis tan solo sonrisa esbelta.
 Condesa Raturateli: Si un reino es uno solo,
al cual solo van los de pura bondad,
ahora yo iré a un nuevo reino clamoso
que idolatra mi misma inmortalidad.
 Ahora me pongo el nuevo vestido,
lista para sorprenderle,
sé que me recibirá con tanto amorío
que su mirada en amor floreciese.
 Espirituales: Os veis tan igual que una galaxia,
tan frondosa de astros,
inigualable en toda esa gama
que poséis en vuestro espacio.
 Despertad al caballero compositor,
porque se ve bien dormido,
ansía el divino amor
que sois vos en destino.

                            III

 La mujer se acerca donde él,
le despierta cantando,
él apenas le ve y no le da rechazo.

 Se espera una nueva esperanza,
una nueva forma de vivir,
una nueva vida y gracia
en indivisible fortunio del existir.

 Condesa Raturateli: Despierta, he venido,
oí vuestras angustias del corazón,
no olvidé ni un dicho y estoy para daros amor.
 Beethoven: Creo que os conozco,
pero os veis tan agraciada,
si sois vos quiero ser señero amoroso
y vivir junto a vos mi cortesana.
 Os veis tan igual que una condesa,
tan divina y llena de dulzura,
quisiera amaros por la vida eterna
y daros palabras de ternura.
 Condesa Raturateli: Vivid conmigo,
pero os diré que soy Raturateli,
la condesa que os quiere amor mío
y que se enamoró tocando lo fértil.
 Beethoven: No puedo creeros,
si sois vos más quisiera acuciaros
quisiera amor ofreceros
y vivir de un amor inmortalizado.
 Espirituales: Así es, que viva el amor,
que viva el anhelo más milagroso,
que viva este poema de pasión
que es y será fogoso.
 Condesa Raturateli: Pensé que me rechazaríais,
pero veo que ahora me abrazáis,
jamás imaginé que me besaríais
hoy aquí con única felicidad.
¿Pero decidme, os gusto recién?
 Beethoven: Vos me gustasteis antes,
pero no os lo dije, como dijo que vendría el lirio
y que todo sería diferente.
 Pero jamás pensé que fueseis vos ese lirio
que me llenaría de tanto amor latente.
 Condesa Raturateli: Me conmueve que os haya gustado,
ahora en vuestra alma será vida,
a vos os llenaré de magia
y de mucho querer que habita.


 Beethoven: Os ofreceré una sonata para piano y violín,
número cinco del opus veinticuatro,
os lo tocaré con tanto latir
en mi adagio molto expressivo cantado.
 U os ofrezco porque os lo merecéis,
y porque sois la magia de mi teúrgia,
os siento ante este ser
como si fueseis toda mi liturgia.
 Espirituales: Tocaremos nosotras el violín,
así sea uno en la composición,
ofrecemos más latir
ante todo este canto de amor.
 Condesa Raturateli: Así espirituales divinas,
tocad con toda euforia de la pasión,
sentid cada nota como la magia bendita
que nos ha poseído de tanta emoción.
 Beethoven: Empiezo con el piano,
ahora vosotras tocad con ilusión,
mientras beso a mi ser apasionado
que amo en el indiviso corazón.
 Espirituales: Qué aroma y mundo,
qué lenguaje se transmite en el cielo,
qué locura somos en el fortunio
que se siente en este momento.
 Condesa Raturateli: Sigan que, siento dulzura,
más de los besos de mi caballero,
que me da con tanta locura
aquí en todo mi endeble seno.
 Beethoven: ¡Oh condesa de mi piano!,
¡oh qué diástole siento amor!,
¡ay no os alejéis de mi halo
porque os ama con tanta ilusión!.
 Condesa Raturateli: ¡Oh que forraje soleado!,
¡ah que Dios contemple tal amor!,
que bendiga este lugar santo
en donde nos damos efusión.
 Beethoven: Que la melodía jamás acabe,
que siempre suene en esta vida,
que se colme el heno de tal paisaje
que es nuestra unión querida.
 Espirituales: Os veis tan siderales,
os veis tan dúctiles en el fuego,
os sentís tan únicos en este forraje
amándose de pecho a pecho.
 El amor de una vida,
el amor que tanto hacía falta,
más en el alma de una elegía
que vivía en toda la falla.
 Que no oía en su oído,
que ahora oye con emoción,
que no siente tal  abismo
sino la beldad de su amor.
 Condesa Raturateli: Se oye tan increíble el piano,
tan lleno de esa belleza compuesta,
solo que de vos en lo apasionado
que dais en las notas inmensas.
 Beethoven: Son notas que son de ti,
oigo gracias a vuestra presencia,
vivo de un hermoso vivir
gracias a toda la paz que expresas.
 Espirituales: Jamás vosotros os apartaréis,
siempre estaros hasta el final del ciclo,
vosotros siempre os amaréis
entre el mundo de amor sentido.
 Que Dios bendiga siempre el amor,
que ni diantre venga jamás,
que la santidad sea en corazón
por siempre y que lo será.
 Condesa Raturateli: Siempre de amor se vivirá,
más sintiendo vuestros besos ardientes,
más ante mi pecho este gran palpitar
que es de esta esencia que crece.
 Beethoven: mas con tu perfume
que tan solo me llena de inspiración
con vuestra fragancia espurre
que me ha dado en todo el corazón.
 Condesa Raturateli: Os gusta mi aroma,
aquí en donde a lado de vos que estoy,
donde veo como tocas
y tan sensible los besos que me das hoy.
 Beethoven: Os beso como una diosa,
y me gusta lo entero de vos,
sois como la reina de las rosas
que hoy me alegra en mi entonación.
 Condesa Raturateli: Esta obra es perfecta,
tan llena de ese amor innato,
que siento solo las corcheas
que suena con tanto amor agitado.
 Beethoven: Son corcheas de dulzura,
llenas de un amor que habla,
lo que me sucedió en la lucha
y que revivió a vuestra gracia.
 Jamás lo hubiese creído,
pero así lo es y se lee,
ante los versos que son escritos
en todo mi único querer.
 Condesa Raturateli: Amadme amor mío de mi cuerpo,
quiero ser solo vuestra en la eternidad,
que me deis un dulce beso
pero ahora y que signifique la eterna felicidad.
 Beethoven: Os beso los labios,
saben a la flora más de las diosas,
respiro mientras os beso en halo
en este forraje de la historia.
 Con estos besos estaremos siempre rozando,
llenando al alma esa dicha,
y esa alegría que me había faltado
cuando más me imaginé solo y acabado.
 Condesa Raturateli: Las personas no deben caer en un hoyo,
deben de salir a lo más lejos del cielo,
ahí conjeturarse y vivir frondoso
y no dejar de amar a su reino.
 Beethoven: Reino que sois vos eternamente,
aquella mujer que llegó como estrella,
la que alumbró a mi concierto tenue
y que inundó de esa paz plena.
 Condesa Raturateli: Os amaré, os amaré,
porque  sois lo más indecible de mi unidad,
y porque con esta historia solo rociaré
hasta el mundo de aquel corte celestial.
 Beethoven: Os cantaré, os cantaré,
entre estas notas de santidad,
con un amor que solo idolatraré
de mi eterna afabilidad.
 Condesa Raturateli: Os adoro, os adoro,
más sintiendo esta divinidad,
os amo, os amo
más al vivir toda esta felicidad.
 Beethoven: Ámame, sí amor ámame,
jamás dejéis de querer a mí corazón,
cántame, sí mi flor cántame
como si fuese el último día de mi adiós.
 Condesa Raturateli: Arómame, sí mi rey arómame,
os quiero siempre cerca de mi alma,
entóname, sí mi rey entóname
ante tal obra que hay en la calma.
 Beethoven: Canta, sí mi obra canta,
ella solo os acaricia el corazón,
como mis besos que van y cantan
y que son solo que llenos de pasión.
 Condesa Raturaleti: Felicidad, ¡oh qué felicidad!,
dulzura, ¡oh qué dulzura!,
eternidad, ¡oh qué eternidad!,
musa, ¡ay qué escrito en la musa!.
que no se aleja,
no y no de nuestra musa.
 Por no ser tan confusa,
 porque solo se refleja.
 Beethoven: Ella y única,
la que abunda de belleza.
  Y no suele ser oscura
ante estos últimos latidos de cadencia.
 Espirituales: Y que terminamos ya casi
ante los sonidos de la sonata,
sonando ante lo más dandi
de esta obra escrita del alma
ante un caballero tan grácil
que dio su gran amor en la obra terminada.

                       



                             IV

 Beethoven radiante con su condesa,
vegetaron un siglo del amor,
luego partieron a la otra tierra
a seguir con su dilección.
 Ya el inmortal no vio el ocaso,
agradeció a la vida cuando sucumbió,
feneció junto a los tórridos brazos
de su gran indecible predilección.
 Ahora ahí vive en esa cima,
ahora nada le zahiere,
ahora el mejor aroma respira
junto a su amadísimo presente.

 Pasan varios años,
y en la tierra nace una nueva semilla,
se engendra ante el piano
y se enamora de esa vida.
 Toma clases con su profesor Jósef Elsner,
le encanta a Fréderick las clases,
caracteriza que tiene un buen temple
ante el piano de buen arte.
 La música se abre en su horizonte,
extraordinario a su corta edad,
enamorado de esos acordes
en donde llega a componer nada más.
 Le compone una sonata para su maestro,
en do menor opus cuatro,
ofreciendo su más fiel afecto
ante su amigo con garbo.
Y sus variaciones opus dos,
sintiéndose los dos amigables,
entre tardes y enseñanzas
se volvieron inseparables.

 A Chopeen, Elsner quería llevarlo
junto con el Francés Joseph Pleyel,
para que conociese al polaco
y le ayudase en su vida de florecer.
 Al principio no quería,
porque años antes quería un prodigio,
pero al oír una armonía
algo atrajo al mismo oído.
 Diciendo Joseph Pleyel: Quién ha escrito eso,
vamos y veamos quién lo toca,
¡oh Liszt es vuestra composición
porque suena muy maravillosa!.
 Fréderick Chopeen al oído a Elsner:
es mi obra maestro,
 la he estado componiendo recién,
esta inconclusa hasta el momento
pero le digo de quién es.
 Elsner: Esperad muchacho,
solo dejadlo que se emocione,
nadie dirá de quién es el acto
hasta que se desespere a montones.

 Sin esperar Fréderick,
tan solo a lado había un piano,
y de una empieza a tocar lo fértil
ante el piano el polaco.
 Al ver Franz Liszt que lo toca,
dice: oh es del compositor,
lo toca como un patriota
y como la habéis titulado señor.
 Fréderick Chopeen: Se llama la polonesa,
 Franz Liszt: el espíritu de Polonia,
le dais con una gran fuerza,
la sentís con gran gloria
ante la musicalidad del poema
que se transmite en las notas.
 Joseph Pleyel: Cuándo puede empezar,
ya mismo tiene que dar recitales,
ya mismo le deben observar
y debe componer obras magistrales.
 Elsner: Qué dijo Joseph Pleyel,
qué barbaridad decís,
si vos mismo dijo que era tarde
y ahora venís eso a decir.
 Joseph Pleyel: ¡Ay olvidad eso!,
disculpadme por tonterías,
ahora conozco a un genio
que en su magia da la melodía.
 El mundo le conocerá,
mostrará gran taumaturgia
no solo en eso brillará
sino que hasta la misma luna.
 Fréderick Chopeen: Gracias señor Pleyel,
mañana mismo empezaré con recitales,
empezaré a componer
y a entregar mi pasión por los paisajes.
 Franz Liszt: Sois un gran pianista,
futuro en vos veo,
sed que seríais gran magia que indivisa
a toda la fuente y el cielo.
 Elsner: Estoy agradecido por vuestra gentileza,
sed que mi alumno será la magia,
no hay como él en la melopeya
más siendo su maestro en alma.
 Fréderick Chopeen: Os agradezco maestro Elsner,
haremos del mundo la libertad,
más por la música que dé en tañeres
entre toda jovialidad,
haciendo vivir un sentimiento
y la fe de la melodía que sonará.

   Da varios recitales,
conoce a una mujer llamada George Sand,
con ella viaja por el mundo apasionante
y se enamora en toda felicidad.
 Escritora novelística,
francesa de un amor al arte,
enamorada de las opus pianísticas
que escribía el mismo vate.
 Escribía inspirada en el músico,
cuando en Mallorca lo oía oír,
 se amaban tan profundo
que no dejaban de latir.
 Compone muchas mazurcas,
polonesas y nocturnos,
llenándose de la gran musa
que había en su mundo.
 Componía valses,
componía Scherzos,
viviendo ante el romance
de su mundo tan poético.
 Compuso baladas,
compuso preludios,
significando su alma
y ante los mismos estudios.
 Compuso conciertos para piano,
compuso impromptus,
 cada uno de su rincón sacro
del mismo romántico músico.
 George Sand le amaba,
pero era celosa si se iba a parís,
no quería que regresase
sino que viviese ahí.

 Pero llega el frío y la humedad,
y no se siente bien en salud,
Sand llega de un vendaval
y él tocando el piano aún.
 Fréderick Chopeen: Amor donde habéis estado,
porque no estuvisteis hoy aquí,
no me he sentido bien en este frío congelado
me gustaría irme a París.
 George Sand: Si os sentís mal,
podemos ir tan solo a Nohant en Francia,
tengo una finca allá y podemos estar.
 No quiero que más estéis del tozudo piano,
porque a mí me tenéis olvidada,
más amor dais a ese instrumento
que a vuestra misma amada.
Fréderick Chopeen: no es más que un estado de ánimo.
 George sand: Creí conocer todos,
solo recibo evasivas y sentimientos ambiguos,
ya ni sé si os importo a vos
o sino vos a ese piano mísero.
 Fréderick Chopeen: Quiero irme contigo amor,
os prometo vivir a vuestro lado,
sois aquel perfume que adoro en corazón
y que no quiero aparte de mi costado.
 George Sand: Si vais a ser así,
juradme que solo me miraréis a mí,
que cumpliréis mis reglas
y que solo a mí amor os fijaréis y amaréis.
 Pero que podréis componer más,
pero no olvidaros de mí corazón,
recordad que os quiero para mí
y en Nohant felicidad va ser amor.
 Fréderick Chopeen: Vamos que así será,
vos tenéis mi alma en la vuestra,
vos es mi eterna divinidad
a la cual besaré bien eterna.

 George Sand se apoderó de él,
él en su corazón le amaba a ciegas,
y olvidó a su maestro del ser
y a su misma amada tierra.
 Van a Nohant pero se enferma,
al tiempo más no soportaba el dolor,
aún así componía sus notas plenas
y su maestro esperaba una carta de pudor.
 Cuando su profesor se entera que vuelve,
de inmediato corre a Nohant,
y sube al palacio que yace
para conseguiros y hablar.
 Cuando sube charla con Sand.
 Elsner: Cómo está su merced.
 Han tenido un viaje grato espero.
George Sand: Sí, gracias.
Elsner: Se acuerda usted de mí.
 George Sand: El profesor Elsner.
Elsner: Tenía mis dudas.
 Y bien cómo está Fréderick.
George Sand: Creíamos que había vuelto a Polonia profesor.
 Elsner: ¿En Polonia?.
 No, no se lo aseguro no me he ido de Francia.

 Suena el piano de Fréderick.
 Elsner: ¡Fréderick!, no sabe usted lo que significa oírle
después de tanto tiempo. Querrá decirle que he venido.

George Sand: Jamás le interrumpo cuando trabaja
Elsner: Excelente regla. Puedo esperar. Aunque se trata
de una interrupción que a Fréderick no le molestaría.
George Sand: Yo no estaría tan segura. Por decirlo de otro modo.
  Fréderick sería más feliz que usted se haya ido a Polonia.
  Elsner: Disculpe su merced,
pero creo que es una idea tanto extraña
George Sand: es muy sencillo, Fréderick detesta las esperas.
 De hecho siempre procura evitarlas.
 Y lo que necesita usted decirle
sería desagradable.
Elsner: ¡Eso cree!.
George Sand: Desde la última vez que le vio
han pasado muchas cosas.
 Sus ideas han cambiado mucho.
 En este lugar ha encontrado su vocación.
 Y su deseo es vivir como la ha hecho ahora.
Se ríe Elsner: Si no le importa,
Quisiera que fuera él quien me lo dijese.
 George Sand: Si así lo deseas.
 Elsner: Con permiso.
George Sand: Profesor Elsner,
qué opinión da a lo que Fréderick ha compuesto
en Mallorca.
Elsner: Es una música deliciosa.
George Sand: Solo eso.
Elsner: Es preciosa. Conozco muy bien el talento de Chopeen,
esperaba lo que dijese exactamente
George Sand: Esperaba que diga que se ha convertido
como el mejor compositor Europeo.
ELsner: Sí, y también del que más cosas se dicen,
cosas que nunca creí que pudiesen decir de él,
en todo caso ahora hay otras cosas que hacer,
cosas más serias, tanto en su música, como en sus conciertos.

George Sand: No dará más conciertos,
Elsner: ¡Ah no!,
George sand: Está demasiado débil.
 Estuvo enfermo en Mallorca.
 No soportaría la tensión de los conciertos.
Elsner: Bien de inmediato no.
George Sand: Ni en cualquier otro momento.
 No tiene el temperamento adecuado.
Elsner: Es lamentable. Pero con un pequeño esfuerzo de Fréderick,
estoy seguro que tendrá el temperamento adecuado.
 Sobre todo porque estos conciertos tienen unos objetivos.
George Sand: Su único objetivo es su propio trabajo.
 Y el mejor modo de lograrlo es tal cual como lo hace.
 Elsner: Y con ellos su propio y nada recomendables objetivos.
 También serán satisfechos, claro que naturalmente es lo que usted desea
George Sand: Y lo que Fréderick desea.
Elsner: Sí, desde luego. El ejemplo de su vida es muy
De gente sin duda como para el lugar de Chopeen.
 El artista alejado del mundo. Trabajando para sí mismo,
Para su propia, gloria, todo el mundo le ofrece regalo,
Pero no se les permite entrar, tienen que dejarlo junto a la puerta.
 Lo siento su merced, usted es una mujer de una gran voluntad,
Acostumbrada a que todos cumplan sus ordenes,
Pero no concentiré que decida el futuro de Fréderick
George Sand: Lo decidirá usted profesor
Elsner: Siempre he sido yo que lo ha hecho,
Y haré valer mi opinión en este asunto
George Sand: Sigue siendo el de siempre.
Elesner: en lo que concierne a Fréderick, sí.
 Durante veinte años, desde que aprendió su primera lección
conmigo, desde que escuché su primera pieza,
desde que le animé a que sea el mejor músico de nuestro tiempo,
lo hice en las razones en que ambos creíamos, sí, esa es mi
opinión.

 Jósef Elsner grita Fréderick dos veces, y le dice
soy Joséf Elsner. Fréderick hace un silencio,
 Y luego sigue tocando sin salir.
 Le ignoró y así se va tétricamente
y decepcionado. Y la víbora apoderado del joven Fréderick.

 Termina por regresar a parís Chopeen,
da varios recitales en toda Europa.
 Su maestro le ve como un cadáver en el ser
cuando su alumno le recibe del concierto en la alcoba.
 George Sand: Josef Elsner ha venido a verte.
 Elsner: Buena noches Fréderick, estás más enfermo
De lo que imaginaba
Fréderick Chopeen: Dígame porque ha venido profesor.
ELsner: Ambos hemos estado muy ocupados,
pero habría un día indispensable que hablemos.

Fréderick Chopeen:Este no es el lugar ni el momento indicado.
 George Sand: Si es importante para el profesor Elsner
Como parece serlo, porqué evitar la conversación. Que importa
El lugar y el momento. Para ahorrar tiempo ya que los invitados esperan

 Últimamente ha habido revueltas en Polonia Fréderick,
Me temo que es eso lo que desea decirte el profesor
Elsner:
Fréderick Chopeen: Lo lamento de veras.
George Sand: Naturalmente como todas las personas
Civilizadas son males de este mundo que todos lamentamos,
Y que se remedian o se cambian con el tiempo.
 Elsner: Permita que me sienta con la lucha de los pueblos
 George Sand: Son elos quienes deben luchar, no Fréderick,
Ni nadie como él se deba enteramente a su talento, él es un artista
Elsner: Es muy curioso, como han cambiado tus ideas, creías que el
Talento era un don poco frecuente y que muchos hombres normales
Deberían de ser espoliados para
 que surgiese un genio. Y que el hombre digno
De aquel don debía acercase más a su pueblo
 cuanto más fuerte fuese su grandeza
Y luchar con la fuerza de su talento pero porque 
desperdiciar ese don en un hombre
Que pierde todo sentido de la decencia y
 honor para convertirse en un ser aislado
Y egoísta y vivir con una furcia 
 George Sand: ¡Fréderick!, no hagamos esperar a los invitados.
Elsner: Espera Fréderick, será solo un momento Constancia, te acuerdas de ella,
Constancia ha venido a París a pedir ayuda para hombres como Karl y Titus
Que están presos en Polonia, prometí darle una promesa.
 George Sand: Ya tienes su respuesta. (Realmente en silencio y callado y confuso)
Fréderick Chopeen: Les ayudaría si pudiese.
Elsner: Con un poco de dinero obtendrían la libertad
Fréderick Chopeen: No hay nada que yo pueda hacer.
George Sand: Al menos que quieran la vida de Fréderick.
Elsner: En mi opinión su merced,  Fréderick está sin vida.

 El profesor Elsner deja un bolsito pequeño,
y más tarde en casa Fréderick revisa y bota a su mano
tierra, y se recuerda “la tierra de su país” (Polonia).
 Y entra Pleyel: Hola Fréderick, qué ha ocurrido.
 Fréderick: Discúlpeme que le haya hecho
venir a estas horas. Aún se interesa porque toque
en Londres, Roma, Viena.
 Pleyel: Desde luego.
 Fréderick Chopeen: Prepare una gira en las ciudades que quieran verme.
 Y un precio bien alto, saque hasta el último franco. Usted sabe cómo hacerlo.
 Pleyel: Pero Fréderick está usted seguro
Fréderick Chopeen: Entregue el dinero al Profesor Elsner,
Él sabrá lo que debe de hacer con él.
 Pleyel: Porque no me lo medita un poco,
Tiene que pensar en su salud.
 Fréderick Chopeen: Quiero empezar de inmediato,
Se encargará usted de todo.
 Pleyel: Pero.
 Fréderick Chopeen: Se lo agradezco de todo corazón Pleyel.
 Se acerca Georg Sand y le dice: Es una locura Fréderick.
 Sed que estáis muy impresionado, pero es tan infantil tomárselo
de a pecho.

 Frñederick va y se sienta al piano.

George Sand: No puedes hacer imposibles.
 No te das cuenta, no entiendes que hacer
esa gira literalmente es un suicidio.
 Le diremos a Pleyel que has cambiado de opinión. (sonriendo)
 Fréderick Chopeen empieza a tocar una polonesa
Heroica opus 53, en tiempo lento, ignorando sus palabras mezquinas.

  Constancia le esperaba en la casa de Elsner,
esperaba una respuesta de Fréderick.

 Constancia: En dónde estabas.
 Elsner: Estaba hablando.
Constancia: A estas horas
Elsner: Sí, no, no he paseado un poco. Y ni que decir
que hará algo, los conciertos serían la solución, pero él está
muy mal. Dudo que pueda dar conciertos, pero lo pensará.
Constancia: ¿Lo hará?
Elsner: ¡Eso he dicho!, si es humanamente posible.
 no me crees verdad, para ti yo soy un embustero,
vuelve y ensucia a su nombre, no me creas
pero te juro que Fréderick, es Fréderick, no ha olvidado nada,
si tuviera una pisca de bolsa sé que él.
 Llega alguien a la puerta de su casa.
 Elsner: ¡Adelante!.
 Pleyel: Elsner, acabo de hablar con Fréderick, me ha pedido
Que organice una gira de conciertos, ha oído lo que he dicho,
Una gira de conciertos.
 Elsner: Porqué se asombra mi querido Pleyel,
Ahora mismo le decía a esta joven que estaba seguro de Fréderick.

 Aparece George Sand ante Fréderick en el piano.
 Y empieza nuevamente a tocar la polonesa en tiempo lento.
George Sand: Crees que en eso consiste la fuerza,
la nobleza, yo a eso le llamo debilidad,
pon tu vida en las manos de los demás
y solo quedará aquello de ti que generosamente
decidan conservar, nadie conocerá sobre los humanos mejor que yo,
nadie ha luchado tan amargamente para sobrevivir,
mi talento y ambición no tenían alguna importancia ante los ojos
de los hombres, por primer hecho de ser mujer, yo enterré a la mujer,
y con nombre de barón y me puse pantalón para ser como ellos, sí,
y tenía su misma moral, ni más y menos,
tal vez no creas que pagué un precio por ellos, año tras año tuve
que soportar el desprecio y calumnia,
pero tenía que pensar en la recompensa,
yo me marqué mis propias reglas,
y todo lo que me propuse lo conseguí,
tú siguiendo mi ejemplo has llegado hacer grande,
aunque miles de infelices viniesen a suplicarme
para que me uniera a sus causas perdidas,
o a pedirme que salvara sus miserables y tristes vidas
a cambio de la mía, no movería ni un solo dedo por ayudarles,
ahí recibe la fuerza y la dignidad, Fréderick.
 No le hace caso y sigue tocando su piano,
hasta que aparece tocando en el concierto
el estudio opus 25 no 11 con gran fuerza y virtud,
tocándolo con gran pasión por la vida de su corazón.
 toca un vals en el piano otro día en otro concierto.
 toca el budpest en otro concierto de gran auge magnífico,
La gente se sorprende por su magia.
 otro día toca el vals, sin dejar de sentirlo en el piano.
 Otro día toca el rovolucionario opus 10 no 12,
y recuerda en el piano que le dice Constancia,
esto es tierra polaca no lo olvides, cuando lo recibe en las manos
antes de partir de Polonia dándole un abrazo a su hermana.
 ante la fuga que sucedió por haber suspendido un concierto
ante los carniceros rusos por el Emperador que había metido
presos a todos los polacos.
  Lo toca  el piano con tal pasión vesánica por recordar todo,
y la gente le mira su sentimiento, transpirando en el piano,
sin dejar de recordar aquellos momentos que ahora
en su alma cambia y que botaba sangre
de la tuberculosis o tisis que tenía en el piano.
 Y toca en otra gira el Scherzo opus 31 no 2,
recordando las palabras de su maestro Y que el hombre digno
de aquel don debía acercase más a su pueblo cuanto más fuerte fuese su grandeza
y luchar con la fuerza de su talento. Sin dejar de latir en su piano Pleyel
que no dejaba de sentir ese ardor
por su patria más con su interior para una meritoria ayuda.
 Donde recuerda a George Sand, no crees que hacer esa gira literalmente
es un suicidio, no le hizo caso y sigue tocando ante el piano,
con tanta fuerza y la termina de tocar. Empieza en otro concierto
 con su inconclusa polonesa op 53, la Heroica, donde la terminó, 
y  donde la toca con tal pasión a su tierra amada de su mismo corazón, 
en donde las notas eran sus mismas venas, donde dio hasta 
el último toque y adorno con  indecible e inexplicable la obra de su latido, 
y mundo de su calma ya lograda y donde el público le ofrecen 
aplausos vastos ante un asombro heroico de su presencia radiante. 
Gritando bravo, bravo,
y en donde Elsner estaba muy alegre por su gran profunda y patriótica obra.

 Fréderick sale del escenario y se dirige dentro
 de una habitación, y ve a su maestro y le sonríe
Y le dice profesor, y le tiende la mano y 
se cae al suelo todo débil y ya terminado.

 Aparece Fréderick en un lecho acostado, y le pregunta
 a Constancia: Constancia y el profesor?,
Constancia: Llegará pronto,
Fréderick Chopeen: y Franz.
 Constancia: Está en la habitación de a lado.
Fréderick Chopeen: Quisiera escuchar el piano,
 dile a Franz que toque para mí.

 Elsner va donde Sand en donde se ve que un pintor
le está dibujando. Y dice: No quisiera interrumpir Señor,
pero es sumamente necesario.
 Pintor: Descansamos un momento.
 George Sand: No señor pintor, continuemos.
  Sí, señor profesor.
 Elsner: Fréderick se está muriendo su merced,
Ha pedido verla.
 George Sand: Está usted satisfecho.
 Conoce algo que pueda reemplazar algo
A una vida tan extraordinaria.
 Elsner: Sí, la fuerza que él ha sembrado en millones de corazones su merced;
querrá venir a verle.
George Sand: Creo que no. Comete un error queriendo verme. Yo siempre fui un error,
Y ahora ya no le merezco, buenos días profesor. Continúe pintor.

 Suena el opus 48 no 1 en el lecho de Chopeen. Tocándolo Franz Liszt.
 Y entra Elsner y le dice.
 Elsner: Estaba demasiada enferma para venir.
 Fréderick Chopeen: Entiendo. Siempre tiene razón.
 Puede que sea mejor así.

 Es como volver a casa.

Elsner: Sí Fréderick estamos en casa, el viaje a parís fue maravilloso.
 No te lo había dicho.
 Gira la cabeza Fréderick y fenece, feliz por haber cumplido
la salvación de su alma a la vida de su patria que tanto amaba
desde chico, y que ante los conciertos se sanó, así haya llegado su
misma defunción a los dos de la madrugada, tuvo un hálito de paz.

 Presentes estaba su hermana Constancia a lado de Josef Elsner, y Joseph Pleyel.

     A Fréderick le enterraron en París su cuerpo, y entonaron la misa
 del Réquiem de Mozart, y también su marcha fúnebre ante el entierro.
  Y su corazón lo llevaron a Polonia como su última voluntad del compositor.
 Y que quemasen todas sus obras no publicadas.

  Después de que feneció Fréderick Chopeen,
va al oasis sagrado a respirar el nuevo mundo,
Dios se compadece de su ser y le muestra un fortunio.
 Le da a una nueva pasión, a un nuevo amor en su alma,
se llama la Condesa Madoni de von que a su música ama,
enteramente se conocen, es una dama delicada en su sentimiento,
ofrece un nuevo vivir en su orbe, diferente y dúctil en su seno.

 Fréderick admiraba a Beethoven inmensamente,
Y ahí se encuentra con él. Y por tal obsequio de Dios,
Tan solo toca dos nocturnos de sus obras,
Y llena de una alegría la cual es revivida en el paraíso del amor.
 Jamás pensó que al luchar por una patria
Iba a tener tal gloria en el cielo pulcro y candoroso de su interior.

 Fréderick Chopeen: He llegado a la santidad,
mi pasado fue el amor y la angustia,
Dios me dejó venir  a la puridad
y a vivir por mi  heroica lucha.
 Por pensar en mi pueblo,
Por dar dignamente mi alma,
Por no importarme mi cuerpo
Sino que a mi tierra amada.
 Dios: Os ofrezco un regalo hijo mío,
os lo habéis ganado,
es una condesa de gran sentimentalismo
que os admira y ama en su costado.
 Vivió en la tierra pero jamás os buscó,
pero os tenía un gran apego,
leía vuestras obras con amor
y las entendía con el sentimiento.
 Os la presentaré, os admira hijo mío,
Os idolatra como al edén y dale cariño.

 Condesa Madoni de von: Hola soy admiradora vuestra,
he tocado vuestras obras,
jamás imaginé que sucumbiera
para no seguir oyendo las notas.
 Fréderick Chopeen: ¡Oh lo lamento dandi condesa!,
ahora si queréis oiréis mis nuevos escritos,
para perfumaros con toda belleza
y engendraros un nuevo sonido.
 Condesa Madoni de von: Cuánto me gustaría escucharos,
Cuánto no quise veros tocar,
Pero jamás pude ir a miraros
Y ni a encontraros ante un recital.
 Era muy pobre para pagar,
No me alcanzaba el dinero,
Cobraban muchos francos más
Y lo que tenía era para el alimento.
 Fréderick Chopeen: Ahora tendréis un nuevo concierto,
ahora solo vos me miraréis querida,
ahora vos seréis el nuevo cielo
a quien yo ofreceré mi melodía.
 Condesa Madoni de von: Sois tan dulce poeta,
que vuestras palabras me halagan,
me sonrojáis toda entera
que hasta quisiera daros mi alma.
  Fréderick Chopeen: Qué gentileza sois vos mi flor,
vuestras palabras perfuman,
 sois tan  hermosa como el albor
que quisiera leeros en mi musa.
 Condesa Madoni de von: Explicadme la vida que tuvisteis,
quiero conoceros mucho más,
me permitís eso por favor
para entenderos en este paisaje de paz.
Fréderick Chopeen: viví en un mundo de amor confuso,
me dejé llevar por una amadísima dama
y lo que recibí fue un orbe fusco
por sus órdenes que me daba.
 Aunque componía sintiendo,
pero a la vez en la vida dolido,
queriendo salir del infierno
en donde me había ido.
 Condesa Madoni de von: Ella fue viperina en órdenes,
a veces el amor es a ciegas,
pero no de esa manera en el orbe
cuando con el poder flechas.
 El amor es a veces una flor,
si no le alimenta fenece,
el amor es a veces el olor
que cuando no respiras se pierde.
 Fréderick Chopeen: el amor aquel se perdió,
desde que mi maestro me alentó bien,
me hizo recordar desde el corazón
aquella vez desde la niñez.
 Condesa Madoni de von: Os hizo recordar la libertad,
 liberación de la música como el alma,
os hizo sentir la humanidad,
misericordia que hay en la esencia soberana.
 Fréderick Chopeen: Sí eso mismo,
cambié por completo,
sentí que valía la pena dar un mundo distinto
y dejar a lo que no era bueno.
 Aunque quisiese o llorase,
aunque fuese el amor ambiguo,
aunque añorase o amase
sé que viviría por mis sonidos.
 Condesa Madoni de von: Me entristece,
me ponéis un poco mal,
sé que alejarse de un ente hiere
y os mata en la felicidad.
 Pero quiero ayudaros,
quiero ser ese amor curable,
quiero mi corazón entregaros
para que solo os ame.
 Fréderick Chopeen: La vida fuese diferente,
mi corazón respiraría un nuevo amanecer,
 mi melodía fuese tiernamente
por acariciaros solo una vez.
 Condesa Madoni de von: Vivid conmigo,
uníos junto a mi alma pura,
u os amaré con el vasto idilio
que en mi hay dulzura.
 Fréderick Chopeen: Viviré contigo,
dormiré en vuestro regazo,
amaré a vuestro cuerpo sumiso
y os acariciaré con mi piano.
 Condesa Madoni de von: Cómo me acariciaréis,
cómo a mí eso me harás,
espero que en magia me rocéis
con tanta musa pasional.
 Fréderick Chopeen: Con mis notas que volasen,
ellas a vuestra silueta besarán,
como si fuesen mis labios apasionantes
que en vuestra alma arderán.
 Condesa Madoni de von: Qué romántico sois amor,
así como la pasión en el violín,
qué poeta del piano sois
que hoy me ha hecho feliz.
 Un sueño que esperaba,
y que se ha cumplido,
ahora os acaricio la cara
con mis manos y besos míos.
 Fréderick Chopeen: Me gusta el aliento divino,
es como si respirara a una flor,
me agrada estar contigo
y sentir que hoy tengo el amor. (en lágrimas)
 Condesa Madoni de von: Igual yo ando en lágrimas,
porque este anhelo llorado quería,
ahora que vivimos en unida alma
vamos a querernos en nuestra melodía.
 Fréderick Chopeen: Siempre ¡oh vida mía!,
siempre ¡ay perfume dulce!,
¡ay por la inmortalidad querida!
amándonos en estas luces.
 Condesa Madoni de von: Hasta que el cielo no exista,
hasta que Dios algún día desaparezca,
los siglos se consumiesen en dicha
y con la paz eterna.
 Fréderick Chopeen: Nos amaremos como mis obras
que se aman por una pasión en su alma,
como esta palpitación de loa
que en este edén se abraza.
 Condesa Madoni de von: Fréderick mirad a Beethoven,
él no pudo conocerte,
queréis conocerle al conde
ya que seguro le admiras al ente.
 Fréderick Chopeen: Por supuesto,
lo admiro por su gran fuerza de vida,
ya que compuso gran sentimiento
y grandiosas sinfonías.

 Llega Ludwig van Beethoven y saluda junto a su
Condesa Raturateli.

 Beethoven: Hola Sr. Fréderick,
he oído que sois un gran pianista,
os presento a mi amada Raturateli
para que os la llevéis bien en este día.
 Raturateli: Un gusto conoceros Sr. Fréderick,
qué elogio es para mí hoy miraros,
Dios nos ha comunicado de su ser fértil
ante la agonía de su mundo ocaso.
 Condesa Madoni de von: Un jocundo agrado conocerles,
espero que nos la llevemos sublime,
ya ante este paisaje tiernamente
ante el gran pianista índole.
 Fréderick Chopeen: Un encanto a vosotros conoceros.
 Ahora os dedicaré un nocturno,
y en especial para mi condesa Madoni de von,
 el opus 15 número uno
por vivir esta vida ante el corazón.
 Beethoven: es una obra en fa mayor,
gran nocturno se siente,
en su andante cantábile de amor
que expresa en sus corcheas tenues.
 Raturateli: Con gran inefable sentido entona el piano,
nos hace sentir la musa de su alma,
mostrando una felicidad en su costado
ante este paraíso con gracia.
 Condesa Madoni de von: Qué deliciosa pieza,
qué hermosura su musa,
me hace sentir una naturaleza
en donde me dejo que me consuma.
 Que me llene cada vez de la cadencia
y me haga de él suya,
donde olvido que existe la existencia
y solo me dejo de su locura.
 Fréderick Chopeen: Os amaré condesa,
así como la obra a la pasión,
así como mí ser que os desea
Entre la vida y el dulzor.
 Pero descuida que os rozo los labios,
la espalda con mi obra,
más tocando del piano
a vuestra belleza con las notas.
 Beethoven: Qué apasionados estáis,
qué pasión del amor viven,
os amáis con tal felicidad
en este paraíso apacible.
 Raturateli: Os queréis como nosotros,
nosotros como romance ardiente,
os acariciáis con lo más amoroso
como en nuestra vida de tañeres.108
 Condesa Madoni de von: Nos amamos como Dios a su reino,
nos entregamos la felicidad eterna,
por haber él pasado un infierno
y que ahora vive de otra manera.
 Fréderick Chopeen: Infierno que sucumbió,
Que ya no existe mujer injusta,
Solo ahora hay un amor
Al cual amo ante esta teúrgia.
 Y donde vivo ahora la pasión
Con lo más cúspide de la vida,
Que amaré con toda ilusión
Por toda esta hermosa melodía.
  Beethoven: Y que no abandonases,
Que solo a ella daréis el alma,
Que en ella solo idolatrases
Ante el paraíso de la magia.
 Raturateli: Pero cambia su movimiento,
Lo entona de manera rápida,
Agitato con fuoco en el sentimiento
Ante una agitación de su entonada.
 Condesa Madoni de von: Es un cambio que más me hace de su amor,
Donde me consume la lujuria entera,
Donde lo lascivo se apodera de mi ardor
Y que me devore ante la melopeya.
 Fréderick Chopeen: Consumíos ante mi pieza,
Os beso toda la piel desnuda,
Os conjeturo hasta la pierna
Con mis labios en toda locura.
 Os siento tan mía en la pasión belleza
Que aliento a vuestra dulce vulva,
Mis notas que vuelan en azucenas
Para sentir a una efusión no confusa.
 Beethoven: Quñe pasión se siente en ellos,
Se consumen en su lava del amor,
Sin dejarse de sentir lo poético
Ante su nocturno de la palpitación.
 Raturateli: Que sigan con su fuerza,
Que se entrguen con tal emoción,
Que vivan de la tormenta
En su nido de su ardor.
 Condesa Madoni de von: Qué locura vivimos,
Qué vesania hay en nuestra vida,
Qué visión sentimos
Ante este paisaje de bellas melodías.
 Fréderick Chopeen: Esto es vida y estimación,
Jamás fenecerá algo que existe,
Siempre Dios nos bendecirá
Ante el querer indecible.
 Beethoven: Amaos siempre,
Idoltraos como dos poetas,
Amaos por siempre en sus entes
Y de la musa sea su melopeya.
 Raturateli: Que todo este santísimo hogar,
Que todo esta vida del amor,
Más ante esta obra pasional
Que se enciende del corazón.
 Condesa Madoni de von: Más ante el heroísmo,
Más ante vuestra vida Fréderick,
Donde resultasteis un ser sensitivo
Y por lo último débil,
Lograsteis salir al cielo con amorío
Y salvando al pueblo  por siempre.
 Fréderick Chopeen: Por ser nuestra composición,
Por ser nuetra historia el poema,
Por ser nuestro libro del amor
Que está escrito en etopeya.
 Que no dejaría de ser esto pasión
Por querernos con tanta prosopopeya.
 Beethoven: Os queréis como la paloma a su nido,
Como el árbol a su raíz,
Como el sol al amanecer bendito
 y como la noche a la luna feliz.
 Raturateli: Alegres por esta obra,
Alegres por oír a un nuevo compositor,
Contentos por conocer tal loa
Que se entona en la composición.354
 Condesa Madoni de von: y tan delicado ya suena,
Tan dúctil en su obra,
Donde me enciende la parte interna
Para besarlo con tanta gloria.
 Fréderick Chopeen: Besadme amor mío,
Os quiero en toda mi alma,
Quiero que estéis siempre conmigo
Viviendo del a pasión encantada.
 Beethoven: Viviendo del amor y hechizo,
Así como yo con mi mujer,
Que amo con todo lo tenue del sonido
Ante este oasis de tanto querer.
 Raturateli: Y yo a vos amor mío
Que tanto en mi haces arder,
Más ante el lugar santo y bendito
Ant lo más férvido del tañer.
 Condesa Madoni de von: y que seguirá amigos,
Que seguirá hasta no más poder,
Hasta que nos cansemos en este sitio
Por tanto amor en el desdén.
 Fréderick Chopeen: Así amor mío
Que amo tanto en mi querer,
Que no puedo imaginar a donde llega el delirio
Por ser tan apasionado de mí ser.
 Y que termino de tocar los sonidos
Ante el piano en un arpegio de mi tañer.
 Todos: Bravo Fréderick podéis entonar otro,
otro que tengáis de tal beatitud.
 Fréderick Chopeen: Sí así lo haré,
Es un nocturno opus 15 número dos.
Es en fa mayor sostenido.

 Dios: Qué obra suena del piano,
Como la sensibilidad más pura de su alma,
Así en como luchó en su pasado
Para vivir ante el dócil mundo de magia.
 Pero en que se equivocó,
Pero que en la vista de un futuro mísero ayuda,
Donde su alma devota a su pasión
Y que se eleva en su poética literatura.
 Las letras se elevaron. La vida de su espíritu polaco.
 Fréderick Chopeen: Sí mi señor mi Dios,
Hoy aquí con una alegría inmensa,
Que rozo el piano y más por el regalo
Con una hermosa y dulce condesa.
  Condesa Madoni de von: Con la que caminaréis,
Más ante este cielo de Dios,
Donde nos besaremos entre la piel
Entre todo el perfumado amor.
 Dios: Qué viváis como la nota musical,
Que os unáis como el amor eterno,
Más ante este nocturno pasional
Que suena de las cuerdas y aliento.
 Beethoven: ¡Oh qué nocturno se siente!,
Ay que obra en su palpitar!,
Oh qué pieza tan dulcemente
Y bellísima en su obra musical.
 Raturateli: Ay qué romance despierta al corazón,
Ay que murmullo de lee en sus versos,
Oh que siga así en su pasión
Para besar y amar en el cielo.
 Condesa Madoni de von: Poesía divina musa,
Oh letras que se entonan en corcheas,
Oh palabras que se entienden en ternura
A través de su mismo lenguaje que llena.
 Dios: Fréderick amad siempre al alma pura,
Entregaos a la pureza más codiciado del reino,
Ella os amará hasta en toda lujuria
Y un vástago saldrá en el terreno.
 Fréderick: Haré lo que vos decís,
Viviré de un nuevo amor,
Es lo que he querido en mí existir
Y que ahora he besado con tanta dilección.
 Beethoven: Dios ellos se, aman mucho,
Estoy seguro que su amor seguirá,
Jamás se apartarán del mundo
Porque se han querido en lo musical.
 Dios: Que así sea joven,
Que así sea su inmensa predilección,
Que así sea Beethoven
Para que vivan de gran veneración.
 Raturateli: Se han amado como dos locos,
Han recitado tal devoción,
Se ha escuchado su único amor sonoro
En esas corcheas de su entonación.
 Dios: Se deben de querer cumpliendo las leyes,
Aquí hay leyes en mi santidad,
Si así lo hacen vivirán siempre
En toda la hermosa felicidad.
 Condesa Madoni de von: Siempre cumpliremos,
Siempre los mandamientos,
Siempre nos amaremos y veneraremos
Ante el amor que late en el pecho.
 Fréderick Chopeen: Os amo amor mío,
Siempre busqué mi felicidad en las obras,
Pero lo he conseguido en lo más querido
Que sois vos en mi alma rapsódica.
 Siempre la había buscado,
y sois esa obra majestuosa.
Ya que estáis enfrente del piano
Os doy las dulcísimas notas.
 Beethoven: Se sienten gloriosas,
Se vive en un espacio vivo,
No hay mal en este paisaje
Sino devoción en el sino.
 Raturateli: siempre brillará,
La guerra no estará,
Siempre humor hay en corazón
Y por ser toda ella la emoción.
 Condesa Madoni de von: Sonrisas bellas,
Nadie estará ante los inmortales en su altura,
Siempre habrá uno que ame la belleza
Y que quizá crezca en la música.
 Fréderick Chopeen: Que lea mis sentimientos,
Que pueda comprender todo,
Que se merezca ser aquel genio
Y que al mundo despierte lo sonoro.
 Jamás le daría la espalda,
Siempre mi alma ahí estaría,
Sus obras en magia se cantaran
Y sería su música la poesía,
Plectros fuesen más su etopeya,
No abandonaría su vivir,
Viviría dentro de esa melopeya
Componiendo en su existir.
 Dios: El que anhela un sueño lo hace,
El que lucha por sí mismo consigue,
Más cuando avanza con el arte
Sintiendo y escribiendo existe.

 Termina de tocar su obra musical y empieza con un
Preludio op 28 no 16

 Fréderick Chopeen: El que sueña y ama su pasión,
Más ante este preludio que toco,
Tan brillante y rápido en mi corazón
Y que así hago el libido fogoso.
 Condesa Madoni de von: Que tocáis con gran magia amor,
que me llenáis de tanta riqueza,
comedme el vientre en el ardor
que estoy encima de concupiscencia.
 Fréderick Chopeen: Oh amada mía que siento,
En mi cuerpo a vos dulzura,
Os lleno de tanto fuego
En vuestra carne desnuda,
 Oh paraíso eterno contigo,
Oh un vástago florecerá,
Oh ante este mundo idílico
Que de pasión brillará.

 Beethoven: que buena obra suena,
pero el que vive solo de ese mundo,
El que no ve otro delirar,
En donde respira ese fortunio
Y entrega su eterna mortalidad.
Raturateli: La persona que aún ama,
A las obras que se dejan escritas,
Que logra componer de su alma
Y lo que hace es esa melodía.
 Logra el objetivo que le perseguirá,
No podrá dejar de escribir,
Ni tampoco abandonase su misma poesía
Cuando a ella la dibujase en su vivir.
 Condesa Madoni de von: El mundo no conoce,
A veces creen que es ya olvidado,
Pero cuando muestra su gran orbe
Recién admiran al astro.
  Fréderick Chopeen: Luchad y encontraréis,
Confiad y lo veréis,
Engendrad el alma y será fruto,
El árbol eso florecerá
Y en vuestra alma solo habrá un mundo
Cuando eso solo consigáis.
 Y termino de tocar mi preludio
y empiezo con otro más.

 Empieza a tocar un preludio opus 28 no 9.

 Dios: Que viva este mundo hijos míos,
Todo se logra cuando sois bueno,
Cuando a la vida veis cariño
Y a lo que amáis en todo pecho.
 Beethoven: viva la gran obra tocada,
Viva esta pasión de felicidad,
Viva todo este amor que se canta
En el ambiente que es melosidad.
 Raturateli: Amor me siento cansada,
Quisiera irme a dormir,
Hemos estado despiertos toda la mañana
Y nos toca al lecho ir.
 Beethoven: Calmaos amor mío,
Dormid en mis brazos belleza,
Esperemos a que termine la obra
Y os juro que descasaremos condesa.
 Raturateli: Que así sea compositor mío,
y gracias gran amor de mi vida.
Condesa Madoni de von: ¡Oh qué obra tan alegre!,
No se compara con la oda de la alegría,
Por ser una obra que florece
Al amor y a la dulce vida.
 Fréderick Chopeen: No digáis eso,
Que se molestará Beethoven,
Es solo un nocturno poético
Que canta ante los ruiseñores.
 Dios: Obra musical de un Rey,
Obra musical que se entiende,
Obra inmortal que se lee
Ante los tonos lentamente.
 Beethoven: No me molesto,
Tranquilo Fréderick amigo,
Lo dice ella por ser una mágica obra.
  Solamente cautiváis a su sentido y corazón.
 Ofrecéis lo que nadie en el paraíso hizo.
 Espero que sigáis así con tal ternura y composición.
 Seguro estoy que estaréis en los aromas más aclamados.
 Fréderick Chopeen: Os agradezco por vuestras palabras,
Me habéis dejado alegre, sois generoso y dandi en lo fino.
 Y Donde termino mi obra del preludio.
 Condesa Madoni de von: Que viva la amistad,
Que viva toda esta gran viva pasión,
Que viva la noche y la paz
Que hay en nuestro mismo corazón.
 Que viva las obras que tocó,
Que fueron tan divinas de su alma,
Que las cantó de su entonación
Ante esta vida de magia.
 Dios: os bendigo el alma a cada uno,
Vivid del amor eterno,
Ahora vayan a dormir en su fortunio
Y amarse en todo lo sincero.
 Beethoven: amor mío vayamos,
Ahora descansemos en el lecho,
Os quiero abrazar en mis brazos
Y dormir junto a tu pecho.
 Raturateli: Yo haceros el lascivo amor,
Estar junto a vos en lo divino,
Dormirme siempre en el ardor
Y acabar y despertar en lo bendito.
 Ambos: Hasta pronto amigos,
Que os cuidéis bien,
Ahora nos vamos al dulce recinto
Para copular y estar bien.
 Fréderick Chopeen: Que tengáis una linda noche,
Que la paséis bien dúctiles,
Que os devoréis entre su roce
Y seáis siempre beatitudes.
  Condesa Madoni de von: Qué sueñen siempre en fortunio,
Que sus anillos sean infinitos,
Que su amor sea profundo
Y se amen en todo el destino.

 Se van a dormir.

 Fréderick Chopeen: ¡Oh amor mío!,
¡ay qué felicidad vamos a tener!,
Os amo con todo mi ser sensitivo
A toda vuestra dulce piel.
 Condesa Madoni de von: Una vida de frutos,
Hoy mismo me hicisteis lujuria,
Gran pasión nos dimos juntos
Ante el piano en ternura.
 Vayamos a dormir amor,
Vayamos a descansar,
Vayamos a darnos más pasión
y vayamos a querernos en el nido eternal.
 Fréderick Chopeen: Será un dulce vivir,
Siempre esperé una vida como esta,
Ahora que la tengo soy feliz
Junto a vuestro lado mi condesa.
 Buenas noches amor, os amo en mi corazón.
 Condesa Medoni de von: Buenas noches mi fiel amor,
Os amo e idolatro en mi alma eterna.

 Los dos se fueron a dormir,
e hicieron el libido férvido,
durmieron con lo más feliz
que hayan podido tener en el seno.
 Elsner al tiempo se consigue con Fréderick,
viven todos en ese paraíso en felicidad,
él en su polución fue fértil
y ofrece vástagos en toda santidad.
 Beethoven igual obtiene dulces frutos
Ante toda la vida pasional,
Su amada dio tantos lirios jocundos
Que se alegraron en su eternidad.
 La paz hubo en sus almas,
Jamás un mal más se asomó,
Todo fue en toda la gracia
De ese mundo de su gran pasión.

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