viernes, 27 de enero de 2012

Las letras solo en armonía del sentir cantan.

Cómo soñaba con tener él paraíso de aquella doncel dama;
yacerde lo imberbe hasta lo arcaico tocándole el piano,
era lo que le hubiese gustado en cada alborada,
yde amares con lo que ofreciera de mi corazón sonado.
Recuerdo que bailaba cuando me oía tocar de elegancia,
vestía de un acicalado zafiro fulgurando,
qué hermosísima ella en ese baile estaba,
sentía que era el obsequio que Dios en ese soplo me había regalado;
la veía con ternura, ternura a mi dandi cortesana,
sabiendo que entre mí composición era lo soñado.
Me sonreía con un semblante de luz diáfana,
sentado yo y viéndola desde el piano tan enamorado,
por su beldad que solo tenía mi núbil amor,
y que por nadie iba en esos momentos ser besada,
solo que de mis labios iba a suspirar el dulce olor,
que entre noches ya le arrollaba.
Vencida ella entre mis brazos de pasión,
queriéndome solo que su aroma de paz que regalaba,
pero ahora que no te tengo me es rencor,
tan unida a mí en carne te sosegabas,
que ahora del firmamento solo me es un fusco color,
no hay constelaciones ni la luna brillada.
Todo se apagó desde que se fue el amor,
fue como si mi corazón hubiese quedado en el Antártida,
muriéndose del frío sin el ardor,
queriendo por lo menos un milagro de una hada,
o que esa luz fuese solo que de mi frío la salvación,
anatema de mis días se fueran por aquella llama,
la cual me ardería sin vivir en el resquemor.
Cuántos no quisieran vivir en el amor la felicidad,
que ni un mal se atraviese como el mongol de lucifer,
para que así no matéis en esa lira de maldad.
Solo mi ánimo quered que en luces de sus ojos de él embellecer;
y así no reposéis alma mía la frialdad,
y solo os acaricie esa llama del querer,
que tanto mi alma anhela que llegue en mi soledad.

Este era un hombre que soñaba solo que con la música, le tenía tal cariño que en lo imberbe disfrutaba de las tonadas, de compositores clásicos, entre ellos: Bach, Mozart, Beethoven, Liszt, Chopin, Gustavo Malher entre otros. Él al oír esas obras, manifestaba esos sonidos en historias mágicas, muy maravillosas que al leerlas os metíais tan dentro de esa tonada, que os regocijabais por tal magia que tenía la poesía del romanceador, no sabía otra cosa que hacer, era su oficio romántico de su lirismo, se olvidaba del mundo, solo sintiendo su interior que palpitaba de esas notas que ni ha perdido; porque aún las oye en las líneas de sus versos, y que oirá en su paraíso, seguro porque es su centro de inmenso e indecible amor de lo eterno. Hasta lo rancio sueña que suene su vida así, si ya es con una mujer que de verdad Dios os mande, que sea la estrella fugaz que os alumbre de amor entregado, os alegrará como el sueño llegado a vuestros ojos célibes, y ninguna tristeza tendréis.
Cómo se mete en la música hasta imaginándose que él está en ese piano tocando a esa hermosa cortesana; que él anda aún en el recuerdo de un momento amado, que le sonreía bailando con su esbelto vestido, viviendo enamorado por la música a través de una dama, solo que en ese matiz u aroma se acariciaba, que en noches fue cálido, lujurioso encima de ese armonioso piano, que era el lecho de lo apasionado, qué vida poseíais cuando amabais a lo agraciado de vuestro corazón amado, ahí es cuando se pregunta a la vida o a Dios, ¿será que ni un mal vendrá, para que se pueda convivir en lo real?, real de que son los dos humanos, que son de carne, y que vivís del roce copulado, que os tocáis, que os amáis, y os reís de ese sueño del amor que puede ser primavera o invierno. Fijaos ahora las palabras del que siente lo que ha vivido: “Que nos hemos quizás de la vida de una familia cada uno fugado, por solo tener el querer que en poesía amamos, por no querer ellos que nos unamos, y ella tenía la idea de fugarse conmigo, al pasar el tiempo nos quisimos más que antes, como locos en una llama del amor, pero todo lo disfrutado solo llegó a un final que me ha matado, por una enfermedad de su ser de dolor, cambió la personalidad de su ser humano, no había vuelta atrás en la pasión, ni se sentía ya su dulzura que antes daba de lo enamorada mi bella cortesana. Se fue el sueño cultivado. Ahora solo toca en la poesía esperar ese regalo, esa llama que caliente mi vacío, mi mundo, mi corazón, que lo hagan vivir nuevamente, pero en el eternizado, si es nuevamente solo que vos misma en lo alegrado del querer, mirad que me tendréis, sino ya Dios me pondrá la magia del anhelo deseado. No olvidaré aquellas noches y amaneceres del roce lascivo y apasionado, sé que fueron meses que ni en mi sueño podré olvidar, siempre habrá algo de ti, porque estáis como si fueseis la luz del sol, y del firmamento las estrellas dando su fulgor, no podría separarte u olvidarte, ahora no te quiero es verdad pero cuánto te quise cuando te tenía, es cierto, pero aun así de no quererte un sueño te querrá, y ese sueño es el milagro de un esperar, un día, eran como vivir tantos siglos, sentía que en ese día contigo me envejecía, que me volvía arcaico, vetusto y rancio, devorándote el cuerpo suave, sintiéndole tan entregada, y tan dócil como una ave. Así volábamos en ese día del romance, así con nuestras alas, libres por esos días que eran como mil siglos, qué bello se vivía, qué recuerdos, qué vesania tenía en mi fogoso corazón, ya sabemos, vos lo sabéis bien, fui el único amor que veréis en vuestros años, de las cualidades que en mi ofrecí, no conseguiréis en otro ese mismo afecto a lo más arrullado, ese será como una condena corta, porque luego como ya saben, tendríais esas notas, esa sonada que aún en ti sonara, esos versos que cantaran, y que tu seguro lo hicierais, espero que no sea vano mis palabras, sino que Dios me lea y entienda, sino, fuese locura, rabia, sólo por ser beatitud, un esperar es mi sueño, ahora iré a dormir, y ahí tenerte, sí tenerte bella doncel de mi poesía romántica”. Fue tanto el sentir de su escrito, que se observad la historia de su vida, que ya lo ha hecho, pero si os fijáis bien observaréis a un poeta con esperanza, así ande en las peores de sus suplicios, por eso caminará por una senda con alegría, con ojos jolgoriosos y florecidos por un destino, el destino que es ella, ella de dos, música y amor.

Así viven los que palpitan la tierna mañana de su vida, a la que se acobijaron por siempre, un hombre soñador de su música, de su poesía, es su lira, nada más que su fogosa alma que quema, a unos versos con historias mágicas, que es su nobleza, el querer que solo ama, y la silueta de su universo se emplea en un Dios de una espera, si estuviese, si fuera la divina plebeya el centro de su amor, de esa relación fuese prosopopeya, él sin dejarla en la defunción, y es por solo amares en la riqueza, de su deífico cuerpo de dulzor, advierten tanto en la vida que el amar es peligro, pero cuando conseguísos entregáis de pasión, soñáis solo que con ese delirio, y os acunáis entre poesía real de su interior, absorbéis sus labios de ese ambiente del paraíso, queréis solo pensar que vivís del más feliz e infeliz amor, os hace sentir el humano más absorbido, porque solo os entregáis a esa inspiración, por solo vivir hasta el final de su lirismo, por ser la mujer que da a veces el cantor, cantor de un eco, eco de cariño, por ser a veces en ese refugio su primor. Pero a veces la destreza se convierte en un abismo, cuando envejece el brillo del sol, y queda solo poco brillo, y las llamas del felón se abren de lo burlador, siendo solo que lo libertino,como en la vida de la pasión, provoca a los sentimientos dejarlos sin el idilio, y dejaros solo que a uno en lo adorador, pero no se puede porque está en ese hombre tan dentro que nada es distinto, y solo pena por buscar la salvación. Quizás lejos de este mundo, viviendo lejos de su locura, centrándose a la luz de un fortunio, y ahí acariciar el sagrado cielo de su lucha, llegando de un anochecer nocturno, para recibir a la casta musa, que ofreciera el mismo Dios en lo puro, para que se adormezca de ternura, así las perfidias de las locuras murieran, y obtuviera la figura, amor hubiera de esa plebeya, odio a la vida no fuera ruptura, sino cándido su ser ante la hermosa naturaleza, que contemplara aquel hombre de holgura. Ya cuando conseguís libraros de esas tétricas maldiciones, aspiráis conseguir aroma de esa concordia, irosentonces al desdén entre voces, deesa susurrada poesía viva de vuestra historia.Gritaréis:“¡He llegado a la morada de mis roces!”. El instante de la vida se va a cualquier hora, y os dais cuenta que estáis en ese orbe, el cual es del filántropo Señor de honra, y os abre las alas y los brazos de entonaciones, para que os deis cuenta que es un Padre de gloria. A pesar de creer que vivíais en un infierno, ha sido el que os ha hablado poco a poco sin que os deis cuenta, y ha recitado en parábolas del vivir eterno, hasta que durmáis en ese lugar de terneza, ahí solo viven los vivos en almas ante el cielo, los que dan en poesías dóciles melopeyas, sin quejaros y vivir ante el ambiente amado de los hombres buenos, para no olvidarse que existe una esperanza de querencia.

A veces así somos los poetas en la vida,
Escribimos lo que solo sentimos,
Es como cantar en una melodía,
En voz dulce a ese ser de cariño,
A la cual ve él siempre de alegría,
Sin dejarla morir en su destino.
La queréis como si fuese la eternidad,
No queréis apartaros de ella,
Por ser la magia de vuestra felicidad,
Y porque es toda esa dulce belleza
Que vive en tu corazón de poesía angelical,
Y por ser la música la identificación de tu prosopopeya,
A quien devotáis aroma de amor,
Es lo que hace a vos crecer de etopeyas,
Y porqueos da la vida de un gran color
Y del lenguaje sabio de la melopeya
Solo que a una hoja en palabras de pasión,
Que ahí en música cantáis a Dios de epopeya
Por ser ese mundo tu paraíso de salvación.
Que es esa misma poesía que escribís de grandeza
Por ser el santificado mundo de inspiración

Aquel hombre toca el piano en ese escenario,
como si acariciara en sus manos a esa mujer,
como si en sus versos de sonidos rezara un rosario,
como a Dios para que venga ese ser,
ese ángel que él tanto ha amado,
para envolverla de ese dócil querer.
Él toca tan dulcísimo el piano,
ahí ese hombre cantando a ese conmover,
en esperanza a que yazca en sus brazos,
así tan dulcísimo es ese ángel de su enternecer,
que hasta quiere adormecerse en sus regazos,
como hasta el resplandecido amanecer,
quizás ahí acariciándola como un piano,
tan divino a ese cuerpo sumiso de su tañer,
sintiendo que es su sentimiento que resplandece,
como a ese amor que llegará,
su amor del amanecer o de la tarde que quiere,
así tan bellísimo esa seráfica del amar,
y de armonía solo su centro se llene,
cuando los mismos dioses den esa magia celestial,
porque él ahí estará queriendo a ese ente,
ahí en ese ambiente de la magia pasional,
por esperar a ese ángel dulcemente
que calmaría su agonía infernal.
Piensan muchas cosas,
pero lo que no saben que es su venustidad,
la dulzura que en violines entona
esa pasión que solo ama en silencio de verdad.
Él pronto estará dirigiendo una hermosa orquesta,
de un concierto para piano de Beethoven,
tan solo que teniendo a su dama plebeya,
dirigiendo ahí con regocijo de explosiones,
así como el Emperador concierto número cinco de ardor,
amando solo que a esa lira de sus versos de flores,
por solo tener en ese futuro a ese amor,
por ser de él en el reparto de dos pasiones
que son la música y a su inmensa mujer de inspiración
que ama solo que en su vida tétrica de entonaciones,
pero que fuese feliz al solo vivir de ese primor
que idolatra hasta en sus sueños de cantos y voces
por no querer desamparar a ese apego de su interior
en que vive de divinos olores.

así tan bellísimo es esa seráfica de su esperar, esperar,
para que la llene de
porque sabe que esa magia vendrá.

o La figura en la vida no lo es todo,
por como os he conocido,
tenéis más hermosura en el fondo,
desde que os miré ante los ojos bonitos.
De todas las fotos sacadas, solo dais un resplandor, que a cualquiera dejas hasta la lejana galaxia, esperando tu olor

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