lunes, 20 de julio de 2015

El milagro del forraje




El milagro del forraje

 Una damisela en la aurora  camina  con un bello vestido de flores tejido ante el forraje.

 Damisela: ¿Por qué he de tener suplicio para el amor?,12
¿Dios cuándo he de ser sonriente en mi semblante?
Solo escucho y siento tal férreo rencor
Al confiar y querer a un amor abundante.
 Mi vida es un anatema que me gobierna
que hasta el alba gimotea  lo que me averna.

 Detrás de unas rocas oye un dandi conde a esta ferida mujer.

 Conde: Beldad criatura vos que tal murria sentís,
 No abriguéis desaliento que no estás perdida,
el mal no vence si lo bueno concebís,
porque la lasitud torna en vigor querida.
 Os ofrezco estas frutas para que comáis
Y entrego estas dalias para que os adornéis,
Aunque así vos a mí en gran ternura hechizáis
A mis ojos que solo lindura esplendéis.

 Turulata la damisela al encanto del conde

 Damisela: Gracias por ser vos tan decoroso conmigo
Pero no he sido tan bienquista en realidad,
Conde: Linda calmaos que no habrá más  tempestad
Os juro sino el feligrés amor contigo

  Donde reine la paz y exista buen abrigo
Que conlleva mi suprema noble verdad
Y su piel será  con mi fiel felicidad
Y no diréis que Dios te olvida o da castigo

 Damisela: Ay presiento mi espíritu enamoradizo
Todo esto es un sortilegio del mismo amor
Que llega y olvidáis las mismas postraciones

 Conde: Donde igual quedo prendado por vuestro hechizo
Simplemente tú belleza y dulce interior
son mi debilidad luego en tantas pasiones.

  Caminan los dos juntos sujetados y sin odio a la vida esta gentil dolida mujer.

 Damisela: Creí que estaba muerta sin la misma paz
Pero me he dado cuenta que soy muy feliz
Por fin yo encontré a este amor no pertinaz
Sino fuerte, heroico en mí nubla cicatriz.
 Conde: Y yo estaré junto a vuestro cálido aroma
Adorándote con melindres damisela,
besando tus mejillas tenues de paloma
y rozando mis manos en tu piel canela.

 Damisela: Así es amor sin concebir la misma angurria,
Simplemente este ardor que se llama el amor,
Donde el demontre feneció en la feroz murria
Sin evadir más a mi vida del terror

 Conde: Así mismo lo es mi bellísima mujer
Lo importante que  nos sentimos muy sagrados
Por unirnos este ecosistema en querer
Donde soy aquel lindo amor inesperado.

 Un milagro le esperó aquella alborada a la noble damisela, quien lo imaginaría que de agobios la triunfase con toda dulzura.

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