viernes, 21 de junio de 2013

La obra perfecta


 La obra perfecta

 Hoy después de tantos días, él sin  saber de una mañana que ocurre y a sus sentidos más hace preguntar la razón de una colisión tan espectral que da al más fondo de aquel caballero sin armas; vinculado a sensibles ondas que no dejan de sonar en sus días de melopeyas clásicas...  Más creyendo que de un puesto al que se creía venturo, que para el bien era fijo, y sin más vuelta atrás no vuelve a dónde tanto su misma capacidad había dado todo, sintiéndose decepcionado, más por ruin libertinaje de la gerencia que toma el poder.  Sé es un corpúsculo en el centro de un universo, invisible, mas de un corazón que hasta un cúspide edén hará oír a los ángeles, ya de este año vibre en la plena misericordia para su luz eterna de sentirse por fin regocijado con aquel futuro que tanto ha buscado, y que le ha sido difícil, ¿quién entenderá las palabras que un bardo clandestino en su recinto escribe con aquel dolor?, ¿comprenderán a qué idioma de versión conversa con su tinta del corazón?... tranquilidad, ¡oh, cuán anhélito? para sí es cubrir con el cariño que abrazara y que más nadie para él lo podría hacer como él. Ese sería lo portentoso y sacro que su esencia necesitaría para vivir enteramente, podría dar más de lo que en aquel oficio paupérrimo dio, se diera cuenta que siempre viene una virtud de la beatitud divina para un soñador que no muere sino nace hasta siempre. 

 Oscuro los misterios que hay en este mundo, mas en su noche volviendo a sus trazos de las letras que en su memoria no dejan de cantarle, sonetos melódicos de aquella esperanza que ve lejos. Y no hay otra nota inmortal que sea el romanticismo puro de la belleza que en él se ha creado sin odio, sino vida y sentido de vivir con aquel diluvio de poesías sagradas de su alma que hace recitar cada día más, amplia de secretos, y que a hoja ligera solloza para que entiendan en esos intensos cantares lo que es para él y la imagen que en siglos estará viviendo como el joven que dio creación, los millares de tonos que él mismo sabía que estaban recónditos en algún rincón, despertaran, se manifestaran, mas dieran su nombre, sus obras delicadas, expresivas, de romance, oh el amor, historias, más de las que quizá vivió, en sus meticulosos trazos de la vida, él, un soñador, más que un bardo de la  beatitud y luctuosa música, que sería para él de su interior de arduo sentimiento entre notas de ambigua expresión de la musa implacable de su opus como tal.

 Al solo oírla se ve la humanidad en la necesidad de  no conocer más allá de su lado espiritual sagrado, del estado del ánimo del compositor, no puede entrar a un sitio en donde fue íntimo, solitario donde fecundó su nacimiento, estancia, dilemas, pensamientos, sueños, amor, magia de lo que está guardado, para una sencilla pluma para pintar el encanto de sus palabras de un poeta clásico. De un estudio se vio a tomar su posición, y elección de cómo transformar la partitura en su vesania poética, no hay otro orbe más si es de cierta ternura grácil que sea de la misma lengua divina, que viva para el eviterno mundo de su dilección, sonreiría más, de un vaho tan cálido en su piel, en la espineta la mejor obra reflejada, su beldad de lo dúctil que se ve, y de sus labios voz bondadosa al cantar y de humanidad, al besar un destello de luz en el firmamento, sea mágica, armónica, un sueño por el que se esperaba más vivir y reír en fóculo enamorado del corazón honestamente, y sin lúgubre nota en lo que se siente en la vida  donde se vive desierto, árido y muerto sino el amor.

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