viernes, 17 de mayo de 2013

Canto a la virtud



Canto a la virtud


Entre dianas diáfanas  del albor al imploro de un mozo desierto en vándalo corazón, auge del ánimo sin fóculo viviente, cansado de andar ante sendas sin un rastro de regocijada alabanza, gloria de tal taumaturgia dúctil, oh cuán sería feligrés a su fortunio de sentirse que viese a tal mundo aplaudido de solo rozar aquellos vahos de dulce danza eterna, a sus brazos, sonriendo, y más que con un sueño pintado, de una armonía creciente, de un sonero piano de cuerdas… tan solo que de la virtud de su vida interna por seguir laborando a diario el beneficio de un poder vivir… oh porqué cuando mira las constelaciones se aclara los pensamientos y se siente percibir la inmersa serenidad de un hálito que estáis en un lugar tan solo, como si hablase al mismo Dios, pero será que logra oír las memeces que uno al susurrar o implorar de un vagido corazón comprende, o solo ignora. ¿Do a de conseguiros?,  ¿ perlas existen en este océano de la vida y una sola sé que podré adorar, en las tempestades de un dolo amor que zahirió al confiar un espíritu plenamente solo esta vez pide, la partitura del sueño real, que para sí mismo compusiera notas y el revivir de un muerto perdido en el abismo clandestino, Domine los ruegos son en vanos, o veis a simple mozo que a vos mismo quizá abandona, pero sabéis quién es para su misma sacra música barroca y de nuevo lenguaje inmortal es más que hasta los mismos maestros que sean a este mismo paupérrimo orbe, ingenuo de personas que mi alma les parece aversión, zopencos, pelmazos al sentir, más que mortuorios en un tártaro sin saber qué es la misma elogiada divina música que el mismo vesánico hace llamar a más que el mismo reino de Domine. “No me conocen como soy y honestamente sé quién soy, las desventuras de un pueblo es causa de la misma comunidad, pero no conoce esta alma la comunidad si es un espacio sin jocundo gusto para enlazar con aquellas míseras personas, de mundos no de igual visión, si tuviera la magia de transportar este estado de soledad al siglo de esa era de esa nueva vida, de flor, oh cuán no amase a la poesía y, de sus mismos labios cálidos, dúctiles de amor, de bailar en mazurcas y divinos valses, en palacios… más si ese violín a un corazón llorara de dilección, y es esa nota que a un soñador hiciera por fin llorar de emoción, de placidez, sin inquietud y que de rosas fuera su juventud tan postra, efímera, desierta, y sabiendo que fuera sin la maremágnum pasión”.

 “Siempre son los mismos gritos que un mismo hombre ha dicho, si para una persona que existe y llega su final vital, ¿qué diría?, más para un compositor tiene un ímpetu de componer en la incertidumbre de ese  Réquiem, oh para una sanidad plena de un alma al nuevo hogar que ha de ir, oh en la vejez que anhelan los hombres, y aun así hacer lo que más ante el recorrido de la vida te haya acompañado y tú a él, cantas al perdón en las voces más inmortales de un humano, y así podéis sentir que  en los sonidos hallasteis lo que esperabais tanto, después de todo el papel de la vida, la obra de iros en un descanso o mejor callarlo para el alma, Beethoven sin ese encuentro por la soledad, y que en su música secreta a él mismo Domine cantaba para su descanso, Mozart lo expresó a tal magnitud que hizo dar temor a los pecadores de la vida, a su gloriosa obra, realmente el sentimiento sangra a la hoja del papel, del matiz más apasionado de un beato, y la misa la escribirá, dirigirá y de 3 días esas las lágrimas hayan dejado más de llorar”.  

 “Cuando sea por muy lobreguez un empíreo sobre esos ojos, así hayan resquemores, u otros laberintos, da esa fuerza que así duela es la que al mismo humano hace dar valor a su reflejo de existencia, por ser él y no postrero ante las notas que corren como vos mismo sin pausa e infinito a la cima ante el crepúsculo de un aire fresco,  rodeado de ríos, cascadas, el forraje lleno de verdor, de ese paisaje llamado paraíso, que se sentirá cuando despertéis a ese nuevo fóculo vesánico y pleno de amar; y tan hermoso como ese violín que suene en voz divina antes de ver tal herbaje paradisiaco que ha ilusionado ha de ir con vaho de eterno amor”.

 “Así oh gloriosa bendecida a los brazos de su tierno conde para obraros a libídine concupiscencia grata, de amor, fidelidad, de un sabueso, en diluvio de besos, esos ojos de deidad, cristalinos como la mar se ahogaría, piel de plena virginidad, blanca, cabello como cuando sale el sol al aurora, oh cuán caricias sobre la carne encendida se diera, suspirando su cabello, recorriendo su cuello a besos, tan tenue como pétalo de flor, consumiéndola cada corpúsculo de encanto, sus muslos, tuyos, hasta sentir entre manos su dulce pubis y oírle pedir que la améis sin deteneros y que demostréis más de lo que podáis dar, oh con su efigie rozando hacia ti desnuda, más que abierta y vos en ella, mirándoos que os acaricia cálidamente,  que la chispa de la libidinosidad se altera y consume el prepucio a cavidad del sabor a miel, acuoso, y la noche de tal cohesión los mismos cuerpos disfrutan, esto es amor, hasta dar explosión de poluciones de locura, entre un campo de joviales sonrisas, melodías, vida, vos, solo vos, así para mi unidos como sal de la mar, como Dios mandara para esa vida por fin muy beatitudes los dos, sueña, oh así sueña ya terminando ante la noche aquel magnífico e inmortal violín del contagiado amor a lo más íntimo de una relación orgásmica y arrulladora de su fuego para vivir eternamente hacia el recóndito empíreo de alegre vida ante su tinta de su mejor melodía del corazón, para siempre”.

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