viernes, 5 de abril de 2013

Idilio indefinido


 Idilio indefinido

  Feligrés luchador en su creyente y apacible idioma del humano, cuan a versos cantasteis, de loable fortunio a la virtud del ente para dibujar lo que no se ha pintado, y mostrar lo que en clandestinidad está sin darse a ver en aquellos auroras de un nuevo día, conteniendo todo el estado mental a la legible tierna adelfa, cual en efluvio de sol acariciáis mas de infinita escritura, arrulláis  dais creación, una historia, fantasmagórica del alma, para hacer brillar a prosopopeya vencida, en vuestros alientos, como si el mismo índole personaje fuese el mismo autor, cuán no vivir de soñador amor, más si en misma vida propia a veces no la encontráis, mas a veces para conseguirla en el relato es posible de besar... ¿Quién juzga al alma de un sentimiento más por un soneto y su línea romántica, lírica de su verso, no entiende nada, aún el alma es esclava del canto al amor, aún no sois libres, están presos bajo cadenas, la existencia será oh gloria de su eterno vibrar cuando el día juzgado o de mortuorio vivir os deis cuenta ¿a don ha de ir vosotros?.
 Podréis ver a entero autor de una obra que escribió, del mismo que manifesté.

  Tembloroso mar, naturaleza sin el matiz verdejo, manta sacra desaparecida que abracé, anhélito que rogué, mustias océanidas de una que soñé, de aquellas Nereidas, ríos de penurias ya sin oírle a una solfear... ¿genocidio de un diantre en torbellino del fuego?... hogar y en desvelo desde mi llegada, en un lecho añejo de ramas y maderas duermo, el perfume que respiré que siempre había envejeció, jamás imaginaba que la esclavitud iba ser aquí, pero de quién, ¿será de un fenómeno de la misma existencia que quiso herir o de quien nombré?. El navío soportó apenas los torrentes vientos del océano, mi búsqueda fue traer ante largos años semillas y nuevos propósitos para esta isla perdida, mas ante el desafío perdí todo lo que traía en años, una ola dio al bajel y las prendas de gran valor se fueron al naufragio, el mar furioso, temía mucho, pero arriesgué la vida para buscar mis pertenencias, me lancé al mar, logré hallar el cuadro de una mujer que había pintado y con el cual había ganado, pero las monedas de oro que obtuve se perdieron, todo se fue, todos mis sueños, en un solo día, volví a la tripulación, veía cerca la isla en el mapa, sentía porqué ha de cambiar tanto este océano si era tan sereno en tiempos pasados, más el viento era quien me susurraba cantos, y ni ahora un encanto dócil al oído, sino lo contrario, e indomable, me preguntaba, ¿será que está embrujado para tratar a su navegante así?, llegué a la isla, grité, ¡Isla, oh isla de tiniebla entre brumas, y forraje desierto y ni un soplo de vida!, y de aquella musa que pinté en mi pintura, le había prometido que iba llegar pronto, cómo había sollozado ante mi hombro que no me fuese, que aquí no iba a vivir a ese grácil amor que recibía en cada noche y alba de sonrisas y de mágico querer, le dije siempre en mis memorias estaréis pintada de vuestro hermoso rostro,, más en el corazón la lluvia de besos de las noches fogosas que vivimos, y sentire vuestro aroma de mujer pura, que solo enloquecía mi sensación, aún lo suspiro y me es un dolo quereros así. La única virtud es que no existe ni un redentor que me haga entender la injusticia que hay para un poeta muerto, hubiera preferido no haberme ido y que sucumbir a vuestro lado, y no morir así ante los días que me toca soportar, de llantos, tormentas, miedo, pérfido destino, oh amor paupérrimo que me engañasteis hacia dicho fortunio, no existe la virtud del humano, ni lenguaje que calme a un ánima que en tragedia se encuentra, de qué hubiese servido traer todo lo que creía, si la natura deidad iba desaparecer.

 Cuan postración para individuo que idolatra en todo corpúsculo a soñadora pasión; jamás en un sendero es la flor eterna que vive sin sus hojas y gama, y ni deja el vástago que se clama. Hoy la consolación es para el mismo elogio hablar con misma existencia de lo que en mi se contiene, no se puede ocultar, no ser recóndito al orbe, sé que las letras son poderosas, inmortales, y que de ellas un héroe queda, así sea en lágrimas perennes, vive y más si es hacia los berilos en centellos que rutilaba, siendo tez entera de tenue y dulce olor de adelfa, o dalia y sus pétalos de brillante universo de su cabellera que envolvía dulcemente en noches y auroras más hoy es desierto sin su aroma. Preocupado si el andar de un roncal por el viento ha de cantar siempre, solo lóbrega arias al ambiente zurrusco, oh a cielo fusco del inmenso, temible espíritu, queriendo rozar con su tibio vaho al lugar en que existe, que ya no es el mismo ruiseñor que era sonrisa y de ánimo grato, todo retorna en legible sentimiento, sin saber qué ha de suceder con él, vuela, vuela y seguid hacia donde debáis volar, respira ese aire que aún puedes hacer, luego no se sabrá si podrás hacerlo. Cómo confiar en la ley de la humanidad que dictó en misma montaña sagrada en mandamientos, y que todo buen ciervo iba seguir su mandato y ha de tener fortunio, más cuando no existe ni misma gratitud, qué habré hecho, cuán noches no os oré, no puedo entender, y que el mismo gozo viperino de la oscuridad abrume y sea más fuerte que la virtud de la beatitud, y me haga tener miles de preguntas... no me siento feliz, cómo quisiera olvidarme de todo lo que me ocurre cada día, y así poder sentirme en lo que soy realmente, hacer lo que siempre me ha gustado hacer, seguir tal bondadosa emoción, de explayar al mismo orbe o más la pluma que llora, de un personaje inmortal, jamás que de tierra se haya emotivado por un indecible rincón, si una vez tuve el amor, que logré besar, acariciar, escucharle hablar, aprender sus nuevos relatos, sus nuevas novelas, a cándida escritora, de dar lo mismo que el mismo enamorado, juntos abrazados, agarrado de las manos entre risas, entre miradas brillantes, en un mismo lugar, una chispa ardiente que no se apaga, un destello por la eternidad, ni una tentación maligna, de un coito pasional y fervor, entre pieles calientes, sabiendo que no va engañar ni pecar hacia milagroso amor. Cómo quisiera que me oyeras, ojala este memorial algún día podáis leer, al lugar lejano que estéis, vos es para mí, y yo soy para vos, vivo aún en el olor de vuestros senos, clítoris, labios, caricias, monte de Venus, la virtud de poseeros, me hace decir vesánicas palabras, de poder levantarnos juntos en una odalisca alborada, de otra vez entregarme a la carne predilecta más divina que diosa de un reino, llenar de esta hambre que me tiene pálido, oh en esta noche de luna, como vuestros ojos, ahí os veo, de que me podáis mirar, soy tan inocente de la vida, tan humillado y solo, solo vos era lo que tenía más noble y tierno en el corazón, me dabas fuerza a seguir creyendo en mí, en la musa porque ella erais vos, y sois porque aún me persigue, hoy de noche, hoy al canto silencioso de mi voz, que hoy se desvela en esta vándola y vorágine alma, de vidorria a vos, sabéis dulce amor, no creo en Deus, solo es la espalda de este hombre abandonado, más honor y plegaria del mortal, ni un soplo y ni lo que ha de merecer ofrece, la historia es injusta, la vida os zahiere como quiere, hay que ser uno el mismo hombre porque no hay nadie, ni manto imaginativo que os cubre de fe, de eso que está muerto, las virtudes que se logran, son nada más que placer del que lo genera, construye, mas hoy no se entiende, qué fue lo que ha ocurrido oh a buen tétrico romanceador, con sueños, me estoy durmiendo en la mesa, que ni agua y alivio hay, tortura y más odio, rabia se siente, o imaginar a la mujer que adoráis amándola en las letras, que os volvéis loco, que no podéis vivir en paz, hasta saber la verdad de la peor situación que ocurre en los males a un escritor. Se repite cada vez más mis incertidumbres al horror de la vida, ya más de dos veces que mi corazón arde en llamas, debo descansar, me siento cansado, mis ojos se cierran, qué frío siento, apenas las velas resisten, nadie en este hogar, qué negro tan oscuro cielo, y ni una estrella fugaz, para un pérfido anhelo, ya que ni ánimo y de buen carisma siento, ¿he nacido para esto, vine a la vida para ser así?, ¿por qué es la existencia?, fue la creación, si es él, porque deja el infierno a los buenos, y los males siguen en la cima de uno, si me veis o me oís o si de verdad existís dame una señal, no sé pero dame un efluvio, así podré creer y hacer lo que vos me pidáis y realizar en lo que anda mal de mí, y seguir buen camino para esa única alegría a cual lloro, sino podéis decirme nada, no volveré a pediros jamás nada, y si ha de morir en las cenizas de un tártaro he de ir o reencarnar en un ave para ser libre de este dolor... me dormiré diario querido, conocéis perfectamente a vuestro amigo, solo vos me leéis y me entendéis, sois mi espejo inmortal, siempre doy la imagen y de esta historia que termine a donde tenga que llegar, mañana buscaré más tinta, para seguir esta línea que no termina del sentimiento arduo del corazón.

 Bienaventuranza a los cánticos dúctiles del viento que sopla de milagro; hoy me encuentro en amanecido día, oh no sentí un aviso de tal pedido, solo entre semblante de inquietud, violines se oyen atrás de una montaña, ¿de quién será?, ¿será una alucinación, o es con quien podré dialogar al fin?, voy hacia el otro lado de la cima, y es una caja que había tenido de música, la que había regalado a aquella criatura, aún sigue con su misma belleza, pero ¿porqué habrá sonado?, porque solo para que suene debe de cantarle alguien, don está ese misterio que me hace perder mis razones, angustias, no entiendo estas vesanias, recuerdo, sí, así es, cuando entre una noche brillante, de luna plateada, sin brumas, y más que cerúleo divino, céfiro de su voz hacia mis labios, dichos de encantos, prendada al más fiel de la carne, cohesión, y de vital energía, que prometimos no lloras, que prometimos seguir hasta que un asteroide desapareciera dicha existencia, cómo mirábamos cada estrella entre sus figuras abstractas, pintábamos con la mirada a nosotros dos en un corazón de mil estrellas, escritas en esos cosmos nuestros nombres, juramentos, sueños, roces de eterna noche, sonrisas de armonías cálidas, como los besos, que en este viento ya no ríen, de inmenso tono... vencido entre este aurora sin el calor del abrazo y aroma de cuerpo entero... pinta y pinta pluma el sendero que de la tierra no hay verdor, desierto y desierto... espectral, es un corazón, lágrimas de sangre con mareas que desangra a la flor... La única consolación de entero ser es dibujar esas imágenes que se muestran en el ahonde de un centro, poder decir cada segundo de lo que realmente os habla, y consumes, "aún os amo y salvaos del terror que viene a destrozaros", pero a la vez oigo esa voz en el viento, roza mi oreja, qué locura, su dulzura, su crema, odalisca de esta isla, arullado a sus dulces palabras, pero es extraño, no había pasado esto, pero ¿por qué esa advertencia?, si me pudo decir tales dichos, ¿dónde está ella?,  ¿por qué no me explicó?, ¿cuán rabia es para mi no teneros y besaros, amaros que es así a un poeta muerto?. Todo es tan ambiguo, indeciso, porqué no me dijo que la salvase. Su tierna voz, aceleró mis ansias, ilusiones, de poder confiar que hay una posibilidad, pero fue tan fugaz que no pude decirle nada, ¿quién comprende esto?, vivo solo y sin nadie. Remembranza solo en una habitación se contiene, y las lluvias que mojan de pensamientos del sonero latir de un corazón, por una efigie inmortal, así se guarda en gritos de euforias en un muerto, inútil paupérrimo, de creer en la libertad, de un sueño absurdo, de voces que quieran hablar, o hacerme soñar perdido, enferma mi estado, mi imaginación, esmirriado, con el viento soplando, siendo de día y parece ser de noche, pero las palabras se empiezan a escribir solo, y descifro que es de unas palabras muy extrañas, que dicen: "¿cómo pensáis en pensamientos absurdos de lo que sentís?, si de verdad a ternura conocéis y queréis, no os rindáis y sentid que la flor aún necesita agua y luz eterna e un cariño que no olvida; recuerda que un idilio prevalece por juramentos que un amor canta y no desafina así haya desaparecido en vuestros ojos, vence e ir con pureza y podréis entender a don fue y porqué desapareció, o la causa que solo en quien pensabas más y menos en lo que creíais pintor, que a zoncera razón un torbellino de volcán hizo su juego, y más llevando lo postrero más amado, no habrá dicho tal perfume nada por no haceros molestar pero ya en el delirio menos había para su figura clemente, gloriosa que al pleo genocidio a isla fue a exterminar". Ese mensaje de acusación, de un olvido, y que más a una virtud concedía, más preferí salir, y no que mejor que estar hacia entera beatitud, pero si ha de encontraros cómo, sino me habéis dicho qué lugar, sigo en la misma, me siento enojado, no soy un Dios para ver todo el orbe y buscar al honor de mi alma, ¿cómo, dónde?. Quiero pensar que por un momento me estoy volviendo loco, que lo que vi solo lo escribí yo, ya de tanta imaginación, la escritura me está haciendo mal, no sé qué pensar, no sé ni ya cómo te llamabas, debo descansar, miro el cielo y ni el sol ya está, el tiempo es extraño, el mar sigue violento, cómo choca las olas contra las rocas, se oye su rabia, así ando yo, el forraje pocas hojas verdes tiene, es tan árido de fruto, que nada me entretiene, más cuchillas siento, nadie me ablanda mi corazón, me quiere, nadie me oye, odio esta vida, qué futuro me espera, o mejor sería no escribir más, ya no tengo liras o inspiraciones hacia alguien, ya todo cambió, escribir a la tortura hace daño, no sirve de nada, a quién le importará una historia de un mismo personaje que sus estímulos son olvido, muerte, sueño del que jamás existe, una vida real falsa, que del buen vivir son solo fantasías que son en cuentos, leyendas, y mi memoria es una flor en llamas, favilas desaparecen, deja de vivir el mismo yo, todo un fondo blanco, ni sabré don ha de encontrarme, desaparecido y un menos humano más, nadie lo conoció, solo dejó unos libros de amor que eran para ella, y pinturas, y peor desilusión de mi estancia del viaje, ahí comprendo todo, yo busqué la muerte, de la vida, fui el culpable, he de morir, sí, así será, ya mis páginas se llenaron, ya ni hojas tengo, mi postrero escrito, a vuestro amor, a un reino he de ver, o no lo sé, y perdóname si os llego a ver, y vuelve y hazme volar libre sin el más cuito amor, y he de botar unas lágrimas, a mi sensible y tierno papel, vuela libre y suspira a aquella flor, y jamás vueles de ahí, jamás, jamás por haber entendido y haber llorado tanto sin el querer que había soñado.

 A veces en el amor puede ser una historia sin saber porqué es y la razón en que sucede tal anatema; para el infortunio de este navegante hacia dicho destino fue lo que le enseñó a entender, las extrañas apariciones de cosas que oía o veía, más cuando escribía, solo fueron imaginaciones de él, cual de su conciencia dictaba cada vez lo que había hecho, la verdad resulta, que esta isla desierta y oscura del miedo, fue que un terrible día fue naufragio, del mismo océano, y pudo quedar poca parte de la isla habitada, su amada, a quien llamaba flor, murió al tal tempestad, no pudo salvarse, ni un animal, nada, ni los habitantes ni las mismas Nereidas que cantaba en los ríos sagrados, pero ella dejó una carta a su amor, donde él mismo poeta no pudo leer, murió en las preguntas e intriga de un destino pérfido y sin alma, y, la carta decía de esta manera.

  Lunes por la mañana, 8 de abril de 1782.

 Para un saludo y ni un adiós eterno.

 "¡Oh grande entre los más bardos que he conocido!, que de vuestra tierna voz enamorasteis a mis sentidos, mis cánticos se desmayaron aquella vez en el huerto, caí a vuestros brazos, era mi confección hacia vos, mi declaración, enamorada, entregada, dulce, desnuda enteramente, para ser consumida, y bebida de mi agua eterna, jamás sentí ante reyes de mis pasados conocidos tal caballero noble, que en su voz dijese la oda en estribillos, de sonetos tan pulcros de admirar, de esa rima esclava a su medida, por no sentiros libre en alma, pero cuando conseguís lo que buscáis, y misma sonreíd es permitido decirle adiós, por haber encontrado el glorioso amor, así fue que dejasteis de decir versos, y empezasteis a decir poemas de línea inacabable, me perfumabas con vuestra voz de hombre, mi cuerpo hacíais arder, mi piel convertíais caliente  mis labios íntimos húmedos, mi clítoris enfebrecido, llena de un jocundo enriquecer, de vos, y vos de mi, cada noche con la poesía que a mi espalda escribíais en pluma, era vuestra totalmente, me sentía la más bienquista de las mujeres mortales, qué vate tan romántico, pocas veces me recitabas versos, fui yo quien os liberó de esa tiranía al alma, ojala algún día retornéis el destino y podamos seguir bajo los árboles besándonos, sin sentir la amargura de esta lejanía, ¡oh, mí amor!, ¿cuánto es para mí no sentir aquellos besos siempre?, quisiera que alguna vez pudierais entender lo que hicisteis, siempre el sempiterno amor habrá para mí, jamás podré borrar de la memoria aquel mozo que cambió una isla a sonrisas, como lo es hoy, la muchedumbre entre libros de amor, de epopeyas, pero para mí fuisteis vos mi hazaña, que no puedo olvidar, hay veces que en mi cama dejo flores, como me decíais, sois de tantas flores la más fuerte para vivir, y de divina húmeda intimidad, de aroma, única entre ellas a la sensualidad, de beldad extrema, suprema, y hoy entre el lecho me acaricio con las flores recordando, como vos con ellas a mi piel acariciabas, a mi mejilla besabas, labios, cuello, senos, piernas, y que de tierna manera me incitabas, y me consumíais en dicho lugar, veía que no hay mejor amor perfecto que este que tenemos, me hacíais sentir un libido ardor, qué lujuria teníamos, hasta la luna rutilaba más que otras noches, los lobos cantaban en esa noche, las estrellas fugaces más habían, tantos anhelos, tantas maravillas veíamos, que ahora siempre de mi algún lugar y rincón inmenso vais a tener, a donde lleguemos a volvernos a ver, mi fiel y venturo Monsuir Vandoluí, mi bardo español, siempre tuya Serafilia sagriari".

 Una carta de todo lo que vivió con él, pues ahora queda todo claro a cúspide amor, la gloria he de teneros, por fin se descubre que así haya sido un viaje jamás iba abandonar su mismo amor que le conoció, así son los inmortales amores, como de la sensible Serafilia Sagriari, como mismo nombre disputa una diosa casta, que cantaba, y mejor que a ese amor dibujado, y en frente de sus ojos, para quererlo y por fin sentir lo que es aquel amor que buscan tanto los poetas, quien este al final de todo, no estuvo muerto, así termina, así acaba, así se conoce, lo que vive en la eterna llama.

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