viernes, 22 de junio de 2012

El sueño de un compositor

                  I

 El sueño de un compositor.

 Un compositor voces recita,
violines entonan,
un Kv 477 adagio fúnebre en lira,
en una música masónica.
 Provenida de Wolfgang Amadeus Mozart
en su tarde sola y desierta,
por un renacimiento que dé gloria
en su vida de poema.
 No se sabe si sea solo ese soplo,
si haya más adelante algo,
o muestre alguien más trono
ante su compás entramado.

 Oyendo a Mozart a lo lejos,
qué fúnebre sonido,
lenguaje perfecto
que él tiene en sí mismo.
 Es un divino concierto
el que hoy da en sentimentalismo,
tanto ofrece entre su aliento
que me siento tan vacío.
 Pero luchando en un pasado
por querer lograr una poesía de la vida,
aunque hallase malos entramados
conseguí esa armoniosa melodía.
 Eran mis historias sagradas,
escribiendo y amando,
más que a esas musas alabadas
por tenores y sopranos.
 Eran simplemente óperas,
eran lenguaje de mi corazón,
son cánticos de odas
que cantan de mi interior.
 Están unidas a mis venas,
tan igual que la sal de la mar,
son sensibles los poemas
cuando su imagen se da.
 Por mostrar una identificación,
por mostrar sus sentidos,
por mostrar una pasión 
y por definir su destino.
 A veces caminan rubíes,
universo si quiere canta,
árboles si quieren escriben
y animales  toman agua.
 Hay tantas cosas que pueden ser,
más si vos os lo imagináis,
hay misterios por florecer
más si vos lo reflejáis.

 Violines aman al romance,
piano idolatra al alma,
alma anhela un arte
que está en ella enlazada.
 Violoncello ama las rosas,
sus voces a los labios de una mujer,
contrabajo a la gloria
entre un compositor al componer.
 Violas con lágrimas piden,
piden la paz en un recital,
violas imploran al Domine
para que no sea pesar.
 Hombres ruegan la gloria,
furcias piden el perdón,
ladrones no quieren vidorria
y a lo último decide Dios.

 Diosas aman al Dios supremo,
Nereidas aman a un orfeo,
pero se ven en la presencia
que solo prefieren a un anhelo.
 Todas pelean por un hálito,
pero de tanta batalla es el ciclo,
por querer solo abrazarlo
y tenerlo por siglos.
 Como batalla de mi existencia,
batalla que ni ha comenzado,
pero que vive en la naturaleza
de un corazón más que filántropo.
 A veces ni los humanos entendiesen,
porque no provienen de ese mundo,
viven cegados a un presente
y solo vivo de ese venturo.
 Las favilas serán,
los sueños callasen,
pero un alma fuese inmortal
cuando a sus alas llegase.
 Flora pura olería antes,
llorada aclamación,
proles solo hallase
entre el mundo de amor.
 Una nota allá volase,
rozaría junto al puro olor,
condesa tanto amase
más en almas en el redentor.
 Fúnebre día, lúgubre momento,
surrealismo en poesía
hasta el inmenso sintiendo.
 Ópera entre la sonrisa,
obras en piano,
se quedasen escritas
y el mundo adorando.
 Sería lo que dejaría,
que conociesen mi espíritu,
aunque sea clandestina
cada tono y escrito.
 ¡Oh mi Domine!,.
¡Oh aliento de ayuda!,
¡ay apiadaos de mi
cuando yazca en tumba!.
 Obsequiad lo que la pobre alma pide,
ya fue uno sin virtud,
pero traedme uno que no aflige 
por lo infinito hasta la luz.
 Siempre sabéis en que ando,
a veces el amor de una poesía,
a veces os llena de un mundo
y que de él solo andas y acaricias.
 Más al redactar idolopeyas,
que han sido la esencia de mi vida,
que han sido mi inspiración
para escribir a su misma existencia.
 Que han vivido en mi corazón
entre frases de los poemas.
 Es de tarde con un sol luminoso,
un Verano con cálida sabana,
los pájaros cantan tan sonoros
que oigo oír hasta una hada.
 Dejaré parte inmortal,
otros no sé si sepan entender,
solo es la fuente eternal
que en mi da querer.
 Sé que con ellos me iré,
que allá en su morada estará,
que junto al querer estaré
entre musas y músicas de paz.

 Un hombre que en su fe lucha,
un índole que aparece en la vida,
ofrece y deja la musa
que recita en sus melodías.
 Es todo el resumen,
es la verdadera identidad,
del verso en su numen 
de lo que es la inmortalidad.
 Sé quién soy,
sé a qué orbe y paraíso iré,
sé que es mi pasión
y que de él no me alejaré.


 A veces o siempre llevo la música,
música en mi diario al salir,
salir con su perfume que abunda
y que está en cantos de latir.
 No solo la oigo sino canto,
aunque me viesen o digan loco
iré con ella siempre cantando.


 Rubí ruiseñor en instrumentos,
ordenáis a que se toquen
más ante este sendero,
todos y se enfoquen
al orbe de mi sentimiento.
 Violines cómo cantan
y sin tener entre mi vida dolor,
fúnebre anatema se acorrala
entre demontres de resquemor.
 No atacáis a mi y ni maltratáis,
solo en vuestro origen  tañéis y cantáis,
ofrecéis pureza y alma
y sin saber dais ese perfume y fragancia.

Y más aún con estos tonos cantados
que no dejan de sonar,
en el fúnebre canto
por Wolfgang que da.



 Sé que cuando termine,
sé que cuando acabe,
sé que mi anhelo será
ante la vida que arde
y que así en el futuro florecerá
ante lo más entrañable,
que ahora siento en mi alma
entre todos los compases,
más de esta fúnebre masónica
que en violines farde,
entre estos versos de gloria
entre mi corazón delirante,´´
y que en la vida seguirá
adorando al arte,
entre su perfume pasional
que abraza a los vates,´
y deidades vendrán
para alabar a los ángeles,
más cuando se despierte de la poesía
ante historias inmortales,
más siendo de las liras
que exprese el mismo lenguaje,
y que el canto se termina
entre los mismos compases,
ante las mismas armonías
que se ofrece tan apasionante,
donde he sentido tal polifonía
entre voces cantables
que ha sido tal lírica
entre su murmullo agitable,
y que no olvidase en la vida
por elevar a mi alma,
llenando de su gran melodía
entre mi vida acariciada,
y se aleja de mi vista
sin dejar de sentir la dócil magia,
por su imagen y su poesía
que dio un soplo de tañer y aura.

  Maravillas son las letras,
no sé qué haría sin vosotras,
son la rama que representa
de mi poesía romanceadora.

 Han sido versos, han sido escritos,
han sido sentimientos y son mi surrealismo.
  Sé que en algún día serán aclamados,
que los libros siempre nacerán,
más ante historias de lo sagrado
que haga siempre en días de lo terrenal,
hasta seguir entre un mismo santuario
escribiendo entre la vida eternal,
ya con los anhelos amados
y viviendo con gran felicidad.

               II

 Después de que se fue Mozart,
de que sus palabras dieron gran amor,
aparecerá un cuarteto de cuerdas
entre el mundo de su interior.

 ¡Oh mañana de mi quinto día!,
he quedado estos días escribiendo,
no he dejado de pensar en mi alma
la cual codicia un inmortal deseo.
Beethoven: Ciao compositore penadore,
no os entristezcáis tan fácil,
recordare cue podéis ser mejore
entre un molto paraíso dandi.
 Compositore: Ciao amico grato,
creéis que lograré lo que quiero,
mirad mis escritos blancos
será que son benes plectros?.   
 Beethoven: Son ilusorios,
son escritos de música,
como partituras y tonos
que se leen en la musa.
 Compositore: Son auras al leerlas?
son escritos que dan esa caricia?,
son palabras que engendran
al corazón humano y vida?.
 Beethoven: Son lenguajes únicos,
nadie vi que fuese así,
nadie ha dado ese trono y mundo
para relatar sinfín.
 Compositore: Ojala que llegue como vosotros,
ojala sea uno más de los inmortales,
ojala sienta que soy el tono
que necesita la vida en los mortales.
 Beethoven: Ahora escuchad a mis palabras,
serán sonadas solamente,
en ellas ofreceré tal aura
que quiero rozar musicalmente.
 Condesas venid ahora,
ayudaréis como debe ser,
énfasis será en cada nota
que solo hoy oigáis del tañer.
 Compositore: Grazzie por tal gentileza,
por vuestra amabilidad,
por mostrar un espíritu que embelesa
a mi alma y a toda la poca paz.
 Condesas: Si señore como vos digáis,
ahora cantemos en silencio,
ahora que se muestre la paz
en su cavatina del dulce momento.

                     III


 El Op 130 de su cavatina,
es tocada por Beethoven,
entonada en su quinto día
con la música  y acordes.
 Su adagio molto expressivo,
entre violines de salvación,
que es entre condesas en violinos
entre el molto bellísime de inspiración,
y es en su si bemol mayor
que expresa gran canto de amor puro,
mas estando él mal por un destino
él alienta con su musa de fortunio.


 Beethoven: ¡Oh mis trazos que hoy doy!
¡ah qué vuelo se da en mi anhelo!,
sonríe mi amigo hoy
por sentir los primeros violines y chelos.
 Condesas: ¡Qué castidad es la obra!,
¡oh qué sensibilidad se siente!,
¡ay qué latir se ora
entre los versos latentes.
 Compositore: Una musicalidad tan grácil,
hace cambiar mi alma por completo,
perfumes siento del jaborandi
y flores azahares por el sendero.
 Beethoven: La pintura es callada siempre,
pero arte más que poesía,
es silenciosa inmensamente
igual que la voz mía.
 Condesas: Pintura muestra un mundo,
si desciframos su lenguaje,
llegaríamos a un libro único
por tanto escribir su arte.
 Compositore: Pintura agradable del pintor,
clasicismo de inmensa prosopopeya,
ofrece todo lo que duerme en corazón
en un pincel para dar su poema.
 Sin olvidar que es bipolar,
que en ella puede ser todo,
fortunio y contristar
entre su mundo barroco.
 Beethoven: que todo puede pasar
ante la vida de un personaje,
más si es él mismo en su pintar
que vive entre su paisaje.
 Condesas: Que puede hasta llorar
por vivir lo imaginable,
o que puede ser real
por lo que ha pasado antes.
 Compositore: Este mundo es así,
igual que los escritos,
cada personaje puede ser su latir
que está en cada camino.
 Beethoven: Cómo se expresa la tarde hoy,
cómo los pájaros vienen,
oh qué cielo y sol
todo se matiza dulcemente.
 Condesas sigan así,
sigan con tal dulzura,
agiten más el violín
que pide más literatura.
 Condesas: Lo agitamos con poético amor,
acariciamos al mismo instrumento,
es como ahí dormir en pasión
y más ante este ambiente frenético.
 Compositore: Os veis tan esbeltas,
tan músicos entre su cuarteto,
más ante la dulce naturaleza
que desprende aliento.
 Beethoven: Sigan dulces condesas,
sé que este bosque más sonríe,
nuestro amigo le contenta
que rocen a los dulces violines.
 Condesas: Sí eso ya sabemos,
nos mira con ojos de salvación,
nos sonríe entre su reflejo
ante toda esta inspiración.
 Compositore: Les miro con alegría,
les miro con alma pura,
siento que son la oda y vida
que hoy ha bendecido de holgura.
 Beethoven: Será por siempre,
alejasteis la incertidumbre,
ofreceos ahora el Réquiem
que descansa entre las cumbres.
 Condesas: Así lo ha sido, 
sois otro ahora compositor,
sentís otro mundo vivo
más ante la dulce composición.
 Compositore: La música hace magia,
más cuando la oís de frente,
ella os habla y canta
y solo dulzura y fe emerge.
 Beethoven: Es como la voz de Dios,
es como si diosas a un adonis amaran,
es tan única su identificación
que significa tantas entonadas.
 Condesas: Perfuma ese hálito en las cuerdas,
van del alma del hombre inmortal,
compuso en su lecho el poema
cuando ya su vida acababa ya.
 Compositore: ¡Oh no lo sabía!,
¡oh así de portentoso sois!,
más cuando morís dais vida
entre lo más amado del corazón.
 Beethoven: Así a veces es la ceniza,
llegamos y queremos más a eso,
hasta no dar más en la melodía
pero sin fenecer a lo que queremos.
 No importa el destino,
jamás los inmortales bajamos la cabeza,
siempre hay un  lugar divino
que en la fe nos espera.
 Condesas: ¡Oh ya su voz muestra más!,
¡ay qué palabras ofrece igual el canto!,
¡ah es lo más celestial
que yace en su espíritu santo!.
 Compositore: Un buen hombre fuisteis,
más ante este indecible pudor,
que en lengua el mejor tañer disteis
entre el mundo que vivió el corazón.
 Siempre ha vivido ahí,
siempre en él la historia se colmó,
siempre la música estuvo sinfín
hasta el día de hoy.
 Beethoven: Así es y ha sido,
es como lo sois tan igual,
no sintáis que hay martirio
sino ved que hay lo inmortal.
 Porque vos pertenecéis a ese mundo,
vos en esa existencia estáis,
vos acariciáis al futuro
de la música y de la eterna divinidad.
 Condesas: Más si escribís poesía,
más si sentís a tal amor,
más si en vos se alienta melodía
entre los días sin dejarle de dar pasión.
 Más si a la idolopeya has escrito,
más si idolatráis la música clásica,
igual al piano en sonidos
y a los instrumentos de la magia.
 Compositore: Así se ha convertido mi apasionado ser,
leyendo mi mismo lenguaje,
no alejándome de ese edén
que suena entre mi romance.
 Beethoven: Vos es la entrada que solo existirá,
más de este siglo de la vida,
no habrá otro en lo terrenal
que sea y en existencia viva.
 Condesas: No lo habrá ante los días,
nadie con tal pasión que sienta,
sois único entre las melodías
que hoy hasta tañen de querencia.
 Compositore: Gracias por sus palabras,
gracias por ser tan bondadosos conmigo,
siempre tuve fe que sería el aura
y que iba a existir en el sino.454
 Beethoven: Así como mi obra,
así como ella el alma tendréis,
así con tal aroma
al orbe floreceréis.
 Con música al mundo,
con rapsoda del hombre,
con alma y futuro
será en lo que asombres.
 Condesas: Deidades en vos descenderán,
cada una en alabanza miraréis,
cada una amor os dará
y el milagro pronto lo sentiréis.
 Compositore: Qué espera tan taumaturga,
mi creación eso hará,
¡oh mis lirios son los que perfuman
entre los versos del compás!.
 El anhelo no se derrumba
sino sigue ante la inmortalidad,
más por vosotros en ayuda
que hoy me siento en amenidad.533
 Y siento ya terminar su cuarteto
entre los instrumentos ya,
han sonando tan tiernos
que me han elevado más.
 Beethoven: Ya termina las voces,
ya termina una de mis obras,
una que compuse en los últimos años
cuando me iba de mi alcoba.
 Condesas: Una que ha sido inmortal,
que ha sido interpretada,
más por músicos en su totalidad
pero aquí ayudando con su aura.
 Compositore: Un lenguaje cálido,
ha adormecido mi alma,
dándole su dulce entramado
entre toda su pureza y calma
 Y que termina por finalizar,
gran concierto del cuarteto de cuerdas,
instrumentos con afinidad
entre los tonos de gran belleza.

                        IV

 Decide ofrecer la Grobe Fuge Beethoven,
Op 133 entre las condesas,
y es una fuga de tales roces
que ni se entiende en su melopeya.
 Ahora qué sucederá?
qué será del soñador compositor,
será que esperará la deidad
a que venga en su corazón.

 Beethoven: Ahora entonad mi fuga,
cantad ahora condesas en los tonos,
fundid el clasicismo en musa
entre el luminoso entorno.
  Overtura Allegro,
violino uno y dos,
viola entona el eco
y chelo igual en la entonación.
  No os detengáis,
no desentonen la voz
marchad en el compás
entre el sonido sonador.


 (Meno mosso e moderato).

 Condesas: La última de las suyas,
la última que en lecho hizo,
escribiendo su fuga
entre horas de su ser místico.
 Compositore: Sin usar ni siquiera los instrumentos,
así mismo copiaba oyendo la música,
sonaba tan solo esos sonidos
en el corazón de la finura.
 Beethoven: Un lenguaje bestial,
nadie la podrá entender,
era mi última obra musical
e hice lo que quise extender.

   (Fuga)

 Un nuevo lenguaje jamás escrito,
una nueva era ante mi defunción,
después de haber hecho mi sinfonía
quedaba esta en mi consumación
 Condesas: Si se lograra ir a lo más profundo
no se podría descifrar cada línea,
solo lo tocamos en este mundo
pero sin saber cual es su poesía.
 Compositore: Trato de oírla pero no entiendo,
solo los cantos suenan sin sentido,
pero doy honra al sentimiento
de la forma en que lo hizo.
 Él debe de saber qué significa,
es su obra que en esa noche vivió,
fue una estructura distinta
a las que ha hecho en su composición
 Beethoven: Son como dos bestias en un infierno,
Domine y el mismo Demontre,
peleando entre un sendero
sin salida al horizonte.
 Así como lo son estos versos
que se cantan en desorden,
son líneas no precisas en el universo
que yo di en el orbe.
 Condesas: Si así es os admiramos,
vos es índole de esta inmortal creación,
debéis de tener razones ante los trazos
cuando compusisteis en lo anochecedor.
 Compositore: Es dueño de su destino,
no se juzga más por excelente poema,
sinfónico entre su feo camino
que se oye hoy cantar en las cuerdas.
 Beethoven: Gracias por entenderme,
son momentos en que alguien lo hará,
así como un último Réquiem
cuando poséis en la tierra natal.
 Sabiendo que de esta tierra os podéis ir,
que no sabéis cuándo podrá ser,
aunque siendo una mustia lis
hacéis lo que más queréis.  
 Condesas: Cuando la defunción yace cerca,
solo la paz en algo alentáis,
y cuando se haya terminado
ahí es cuando al cielo miráis.
 Todo así se puede ir,
como la raíz de un árbol,
todo en naturaleza se da a sucumbir
hasta el día menos esperado.
 Compositore: Yo he estado temiendo ese día,
más no sé si ese día llegue,
solo anhelo aquella dulce pitonisa
y así mi fóculo sea Réquiem.
 Beethoven: Tranquilizaos amigo mío,
ahora mirad al mismo cielo,
observad ante los sonidos
que caen unos luellos,
venidos por este hechizo
que doy y sin regomello.
 Condesas: Hermosas flores,
más perfuman al recinto,
todo por esta obra Beethoven
que tocamos entre el sino.
 Compositore: No había visto antes esto,
todo parece un cuento sin faloria,
pero es tan real sin lo mesto
en donde mi alma se llena del idioma.
 Beethoven: Idioma que romancea los pastos verdes
para hacer cantar a las montañas,
idioma que a los dioses se ofrece
para que de su santuario den magia.
 En el firmamento se pinta,
constelaciones más dan fulgor,
luna acompaña en alegría
como lo era aquella vez de mi corazón.
 Recuerdo por mi sinfonía
cuando la escribí en mi interior,
como la novena de mi alegría
cuando fundí toda aquella liberación.
 Condesas: ¡Oh indecible el sentimiento!
más ante este cuarteto que suena,
y solo por vos dirigiendo
ante este hogar que embelesa.
 Compositore: Da tanta teúrgia,
tanta maravilla en la prosa,
que se recita en la ternura
cuando el mal se despoja.
 Reino mío me espera,
lo sé cuando sea mi alma,
cuando mis obras sean
y cuando mi corazón sea calma.
 Beethoven: Os sentís tan esperado,
os dijimos que así florecerá,
sois un genio entre el canto
de tantos siglos y años más.
  Condesas: No os angustiéis,
calmaos entre el sendero,
más a nosotras escuchad
en como tocamos de enamoramiento.
 Compositore: Es mejor que si tan solo cantase,
pero ahora solo con algo,
que pudiese dar romance
y sentirme entre lo apasionado. 
 Que hiciera magia al mundo,
que viese la taumaturgia,
que de mi viese fortunio
como mi gran liturgia.
 Beethoven: La obra es un cuarteto,
pero podemos hacer algo,
que tal si es un quinteto
y os damos un nuevo canto.
 Tocaréis un piano,
ante el acompañamiento,
igual que el chelo y violín
entre los compases tañendo.
 Condesas: Cerrad y abrid los ojos,
pero antes sintiendo el amor,
y en vos solo hallaréis
ese piano con tanta pasión.
 Compositore: Cierro mis ojos
para que así vea ese sueño,
contemplo mi mundo sonoro
y acaricio en mis manos ese instrumento.
 ¡Oh son teclas y aún suena el cuarteto!,
veo la partitura y es hora de florecer el corazón.
 ¡Oh la sombra y lobreguez se fue!
y el quinteto empieza ante la palpitación.
 Beethoven: Geniale por vostro sentimento,
capturáis gran grácil amorío,
conducís gran sonido y eco
entre ese piano enardecido.
 Condesas: Gran magia desprendéis,
jamás sentimos tal sonido ante el cuarteto,
pero alma y espíritu rutiláis
entre ese dulce instrumento.
 Compositore: Porque antes siempre lo viví así,
así tan inmenso como en mis versos,
siempre sentí tal latir
y que ahora feliz me mantengo.
 Leo la partitura como si leyera un libro,
lo toco ante el piano tan fácil,
pero no eso solo en el sitio
sino entendiendo la obra tan grácil.
 Beethoven: Mostré otra forma de cantar,
es feísimo cada aullido del corazón,
es como si matarais a una deidad
sin tener la mínima compasión.
 O un lenguaje que va más allá,
Dios hasta en ella me observó,
donde en el santísimo cielo me recibe
sin nada pero más adelante me da un corazón
mi amada inmortal entre violines
sin sentir la muerte un adiós.
 Condesas: Qué momento fue,
qué ira quizás a la vida teníais,
pero en un soplo os dio el ser
que tanto allá amaríais.
 Compositore: Señore el milagro existe,
más cuando la fe os abraza profundo,
y es lo que vos diste
ante todo este dandi mundo.
 No olvidaré nada en realidad,
ahora espero aquel perfume,
sé que compositor seré
ante el destino entre luces.
 Beethoven: Para qué buscar,
para qué esperar,
si tan solo podéis hallar
en rumbo menos visto,
ahí os regocijaréis
y solo veréis amorío.
 No sentiréis tal piel en este mundo,
una ornamentación es,
si sois inteligente la veis en el olor puro
y solo el apego en corazón sentiréis.
 Condesas (aparte): ¿A qué se referirá?,
¿a qué mundo en carne dice?,
¿qué símil él ahora da
entre su lenguaje sensible?.
 Compositore: ¿Quién es haber si sois tan sabio?,
será que podrá alegrar mi vida,
o se trata de lo que quizá pienso
y que no sé qué digan.
 Beethoven: Ninguna trono y ni rey tiene,
solitarias como el agua,
necesitan un amor que llueve
entre su mundo de magia.
 Y sois tan único para ellas,
vienen de un mundo de poesía y música ,
no quieren pasión las doncellas
porque temen al amor y a la locura.
 Compositore: Yo solo pido una,
a la cual ofreceré mi castidad,
le enseñaré mis musas
y quien sería mi obra inmortal.
 Le amaré si le amaré
porque fuese lo más indecible de mi,
y porque fuese su carne y su fe
quien en caminos hiciese feliz.
 Le besaré sí le besaré
porque sería lo más hermoso para mi,
que con ella hasta diese laurel
para adornarla y con jazmín.
 Condesas( aparte): Qué romántico,
de qué manera explaya su amor,
no quisiéramos que se lo llevasen,
antes de que seamos su gran ilusión.
que no vaya ante otra
sino que viva ante el perfume que diéramos,
que esté con nosotras
y que amor y respeto daremos.
 Pero cómo decimos eso,
y si nos rechaza,
no quisiéramos vivir averno
y que sea el anatema del alma.
 Beethoven: Mientras oís el cuarteto,
decidme con toda realidad,
no os gusta algún aliento
que yace ahora en vuestro mirar.
 Compositore: Cómo vais a decir eso,
son condesas del reino de Dios,
soy un joven que espera otro sueño
para que viva mejor.
 Piano que toco quiero y no quiero,
rechazar a estas condesas duele,
pero es que soy de otro anhelo
y no este que quizá me pertenece
 Condesas (aparte): Será que se nos va a ir,
que esperará hasta cuando sea vetusto,
porqué no venir ante el rubí
de nuestros labios jocundos.
 Beethoven: Tranquilo y serenaos,
estoy seguro que Dios le gustará,
son condesas de un mundo blanco
al cual ningún hombre ha podido rozar.
 Ellas os recibirán, estoy seguro,
paz al alma tendrás, y un nuevo amor profundo.
 Compositore: Pero sería ser bígamo o más,
no quisiera manchar un mandamiento de Dios,
solo quiero ser celestial
ante el mundo de paz y amor.
 Cómo estar ante perfumes vírgenes,
cómo socavares a ellas,
quiero dejarlas felices
entre su mundo de bellas doncellas.
 Condesas: El manto inmaculado tenemos,
pero sangre rojiza se manchará,
cuando vos deis el miembro
y la poesía viva florecerá.
 Nosotras seremos la bendición,
aquel dolor será aún más horrible,
por si nos dejáis sin el amor
al cual tememos y con vos es indestructible.
 Beethoven: Elegid a las condesas,
ellas son la pura dulzura,
son como las dulces Nereidas
en belleza y en su ternura.
 Dormid con ellas y sed feliz,
conjeturaros entre la pieza
y dejadme tocar a mi.
 Mis mismos vahos entonarán,
mis mismas partituras darán latir,
mis mismas notas perfumarán
al lecho de este vivir.
 Compositore: ¡Os agradezco, mi Dios mío!,
no sabía que eran ellas,
ahora viviré del gran amorío
y entre sus pieles que serán azucenas.
 Condesas: Oh nosotras felices estamos,
nosotras jamás esperamos que nos aceptarais,
ahora viviremos de lo más amado
y en la música con toda gracia.
 Beethoven: ¡Oh fortunio ha llegado!,
¡ay qué noche ya es!,
la luna brilla en el espacio
y estrellas celestes son feligrés.
 Y qué magnífico se entona la rapsoda,
¡oh mi gran fuga de mi alma!,
hoy se ha elevado como mi aroma
en aquel pasado con mi hermosa dama.
 Compositore: ¡Oh amores míos!,
¡oh perlas y rubíes resplandecientes!,
¡oh flores tan perfumadas son
que al besaros son evanescentes.
 ¡Oh enamorado estoy!,
¡ay loco por vosotras diosas!,
¡ah más ante esta noche de fulgor
y por la dulzura que hay en alcoba!.
 Condesas: Besáis tan epicúreo y sensual,
nos sentimos tan amadas ante vos,
olemos un paraíso musical
que hay y que dá latir en este amor.
 Ahora si os vais al cielo,
ahora si podréis componer con dulzura,
ahora Dios ha dado el anhelo
y por nosotras toda ternura.
 Beethoven: Día de aquel día de ira,
ya cuando sea la verdad,
como profetizó Sibila
vos ya en la paz estarás.
 Sin pecado ninguno,
sin anatema en alma,
más que con el eterno fortunio
rozando entre la dócil calma.
 Compositore: Juicio de ese día,
donde las cenizas al averno del mal son,
más favilas bondadosas cielo irían
y las alas se abriesen del ganador.
 Condesas: Nosotras ya ala tenemos,
porque vos ha sido la entrada,
donde todo será romancero
entre la relación de la eviterna morada.
 Beethoven: Dios está ahora lejos,
miradlo ahora en el astro creciente,
él nos observa de ese lucero
por ver que sois felizmente.
 Compositore: Qué alegría en realidad,
os agradezco mi Dios por el regalo,
ahora todo será pasional
hasta que sea más en vuestro santuario.
 Condesas: Él es bondad de todos los hombres,
él es la fe quien gobierna este universo,
él es quien dirige los corazones
a la hora de ese momento.
 Beethoven: Besaos vosotros en el lecho,
consumíos entre la dulzura,
abrazaos con todo amor pleno
entre su noche tan brillante que abunda.
 Más ante este recital etéreo
que se despierta entre la fuga,
que no ha dejado de sonar en sentimiento
ante mi magia de la obra nocturna.
 Compositore: ¡Oh qué dúctiles regazos!,
qué labios de floras,
qué remolino de abrazos
que socavan con su aroma.
 Condesas: Desnudaos compositor nuestro,
hacednos vivir la cópula,
queremos besaros el cuerpo
y sentir que somos vuestras diosas.
 Beethoven: (aparte): Se arde las pieles,
se arde la música en la fuga,
los acordes más son ardientes
por sentir el fuego que se perfuma.
 Compositore: Desnudo estoy amores míos,
os desnudo a vosotras preciosas perlas,
queréis que les quite con cariño
cada prenda de su hermosa belleza.
 Condesas: Quitadnos ahora las piezas,
acariciadnos la piel,
besadnos como antes jamás lo hizo
y dadnos ese amor y querer.
 Estamos rijosas en la locura,
queremos vivir lo que jamás vivimos,
pero con vos todo es ternura
y en vos queremos vivir libido.
 Compositore: Ante el latir de las cuerdas,
así les quito la ropa y el corso,
la falda de diamante y diademas
que son tejidas con flores y oro.
 Les quito las rosas que tienen,
como de su cabello hermoso,
oh mis hermosas doncellas
que serán mías entre lo rijoso.
 Condesas: Termina de quitarnos,
queremos sentir la pasión enfebrecida,
y ámanos con todo lo amado
en esta noche que de amor se pinta.
 Compositore: Estáis como diosas,
como vinieron al mismo mundo celestial,
como Adán y Eva vosotras
entre sus cuerpos de venustidad.
 Condesas: Venid amor milagroso y bésanos,
acariciad en este verano las cumbres,
haced arder el sol palpitado
para que se una en lo dulce.
 Beethoven: Se termina la obra,
ahora me iré amigos,
continuad con vuestra gloria
y nos veremos allá en el paraíso,
ya cuando sea su hora
y nos veremos con tanto triunfo bendito.
 Compositore: Jamás olvidaré lo que disteis,
jamás dejaré de amar a estas condesas,
siempre vos en mi estaréis
como una memoria que alegría llena.
 Condesas: que os vayáis bien,
ahora haremos la dulce pasión,
va ser una noche de arder
entre nuestros cuerpos de ardor.
 Pero oiremos igual los sonidos,
igual esa obra que aún en nosotros tirita,
aún esa fuga que vive
entre los cantos de nuestra alma misma.

( Se va Beethoven)

            IV

 Compositore: Siento su carne divina,
beso cada corpúsculo de su belleza,
hasta los pies en mi boca acaricia
rozándolas con toda delicadeza.
 Pieles tan suaves tenéis,
como las de una  misma ala de una hada,
qué perfume de clavel es
entre su cuerpo de diosa blanca.
 Cabellos como el rojizo alba,
ojos azulejos como el zafiro,
ternura como la ave sagrada
que vive en el paraíso.
 Condesas: Oh qué poesía recitáis,
más ante este lecho de tanto amor,
oh nos describís con tal expresar
que nos encendéis en todo ardor.
 Hacednos las más bienquistas,
más ante el dulce latir de las voces,
en este amor que palpita
ante las notas de tantos roces.
 Compositore: Así será queridas rubíes,
hermosas aves de mi corazón,
ahora les beso ante los violines frenesíes
que suenan de tanta pasión.
 Y les beso los senos con mi locura,
les miro a sus ojos con amor,
les rozo la espalda con ternura
y en su ombligo a cada una con dulzor.
 Condesas: Oh amor nuestro qué labios,
oh se siente un mismo cielo,
oh que sentimiento rozamos
ante esta paz de tanto anhelo.
 Compositore: Les beso más abajo
y les acaricio la dócil vulva,
siento un amor que arde en llamas
y sintiendo su aroma de lujuria.
 Condesas: ¡Oh qué sentir dais!,
sentimos que ya llegamos,
pero aún no lo haremos
mejor venid y entregaros.
 Compositore: Será como vosotras digáis,
ahora por la cavidad viajará el calor,
a vosotras él acariciará
y les hará sentir pasión.
 Copndesas: ¡Oh qué noche la de hoy!,
qué glande tan dulce sentimos,
qué prepucio en cada una se une en amor
donde queremos vástagos mismos. 
  Compositore: Qué noche tan apasionada,
donde es hermoso este paraíso,
entre su belleza paradisiaca
que consumo con lo infinito.
 Siento venir sus orgasmos de cada una,
acarician mi prepucio,
son tan cálidas dulzuras
que la noche es fortunio.
 Condesas: Derramamos tantos orgasmos,
qué libidinosidad esta noche,
el mundo es tan romántico
por sentir esto sin reproche.
 Compositore: Qué hermoso anhelo sentimos,
que hasta de tanto latir eyaculo,
pero en la noche sigo
ante vosotras de tanto amor profundo.
 Condesas: Qué fuerza la de vos,
nos dais con tal querer infinito,
sois un dulce compositor
que vivirá siempre en este amorío.
 Compositore: que vivirá para amarlas,
que vivirá para lo más feliz,
que ha sido mi vida realizada
con los seres más dulces para mi.
 Condesas: Siempre viviremos juntos,
ahora somos solo vuestras,
Dios ha sido tan pulcro
que nos hizo feliz en la tierra.
 Compositore: Os amo a cada una,
las amo como la abeja a la flor,
las idolatro como la noche a la luna
y que hoy miro con tanta pasión.
 Condesas: Os amamos con tal fuego,
entre vuestro cuerpo con toda llama de volcán,
por haber vivido un anochecer epicúreo
entre vuestra carne eternal.
 Compositore: Vástagos al mundo habrá,
engendré mucha sabia bendita de mi alma,
entre cada una con toda fe celestial
para vivir con ellos y música mágica.
 Ahora viviré no solo con una,
sino con cuatro bellas condesas,
con poesía y ternura
escribiendo con terneza.
 Condesas: Escribiréis para nosotras,
o escribiréis esta historia que habéis vivido,
tan metiroria y rapsódica
entre todo este anehlado destino.
 Compositore: Sí la escribiré,
y también la voy a componer.
 Como entre el piano y violines
todo entre un entramado de flores y laurel.
 Condesas: Qué hermosa historia es,
qué dulce sentimos esta vida,
más con vuestro ser
en toda este lecho de melodía.
 Compositore: Son mi obra inmortal,
son mi poesía que es viva,
es la carne que puedo rozar
entre mi poesía querida.
 Son la esencia de mi poema,
son la ilusión que tanto esperé,
que hice de mi la concupiscencia
entre todo este férvido anochecer.
 Condesas: ahora descansemos,
¡oh  nuestro amado compositor!,
es hora de dormir con lo tierno
que es esta ineludible pasión.
 Compositore: Hasta mañana condesas mías,
las amo con todo el corazón,
son toda la gracia bendecida
que llegó ante todo mí amor.

 Ya no lloró más, más la esencia floreció,
más su alma sube a un reino de paz
y ante el enorme y vivo amor.

"Lalalalalalalalalalalalala,
la





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