jueves, 2 de junio de 2011

"El compositor de una noche"



El compositor de una noche

Vivo entre las santas melodías y acordes,
odoríferas entre el tañer de mis voces,
las cuales son vastas en uno solo de mis imaginaciones.
Pero hoy sentado en frente de los astros,
viendo vesanias solamente ante mis pasiones,
sabiendo que no soy un poetastro
y que siente el alma entre lo musicastro.
He vivido amándoos cada vez a ella,
ahí aromaré, viviré como rastro,
y ningún inmortal me quitará de mi naturaleza.

¡Oh cuánto os siento alma mía en esta noche ante Gustavo Mahler,
como en sus trazos de notas que cantan de grandeza,
su sinfonía cinco del Adagietto que entona de romance,
y que oigo tan enamorado sus voces de belleza!,
Fue un austriaco que cantaba ante nuestro salvador,
y que lo leo así ante los vocablos de sus cuerdas en amor.
Comienza el compás con una nota fa del dulce violín,
pidiendo ante nuestro Dios compasión.
Y toma el relevo de la estrofa de las voces ocultas el arpa en tono si,
y en La luego convirtiendo a su alma en paz hacia la cara del amor,
del perdón que es el en tonos de su Adagietto a do y sol,
muy sumisos dan hasta en los violines que tocan para la paz,
para la vida de lo que él rodea hasta su último olor.
Violines al sentirlos y verlos en mi noche de su sonar,
me acobijo ante sus cantos que expresan el lenguaje,
estoy en paz como el de gran felicidad,
y sé que allá debe de estar romanceando de magia astral, como Gustavo Mahler,
el que amaba componiendo de sensibilidad,
y que era su lenguaje no salvaje,
y que siempre vivirá en sus sonidos y en su nombre lo adorable,
lo apasionante que sentía como un poeta en sus líneas del romance.
Así fue ese amigo grande de la historia sinfónica de su alma,
de sus sueños que vivió como de lo mozo para su sonada,
y que hoy he dado en tinta de caricias como en su sinfonía esa arpa,
la que arrulla como gotas de lluvia dulces cayendo a mi calma,
qué rutilante es ver las luces que bota  Mahler ante sus violines que no descansan;
como de sonar ante la noche mía en que escucho su alma.
Termina la música, los violines se van y las voces que escuchaba en silencio igual,
las voces eran los instrumentos de las notas y de la historia,
no veo ya nada y solo tengo en mis manos una dócil bella pluma,
¡no sé qué hacer! sólo sé que voy a escribir en partituras,
y agarro mis hojas que son mi eviterno vivir de ternura,
que son el hablar de mi noche de locura,
y me acuerdo de Federico Chopen de su concierto número uno de la obra once;
y empiezo con su allegro maestoso a escribirlo y a vivirlo de ensoñaciones,
comienza con dos violines y un chelo simple de notas como si mi re sol,
creciendo luego en: si tres tonos de un tiempo de lo enloquecedor.
Se vive a través de la viola , del fagots y el oboe de cuatro minutos de explosiones;
del aullido agitado en su entorno de sus voces,
se ve en mis manos mucha tinta regada por haber escrito ya de partituras catorce,
como de páginas del allegro maestoso
que dio este joven Chopen de lo majestuoso,
y que al oír en ese momento es de lo que vivo al escribir de él.
Doy la entrada al maravilloso piano, sigue en fa mayor la composición de lo sacro,
y las notas son estas de ese concierto mágico,
clave de sol con un acorde: “mi sol si mi”,
clave de fa de un tiempo con: “mi hasta una octava más con mi”,
luego dos arpegios rápidos, y se unen luego las semicorcheas,
y otro de un quintillo de semicorcheas de dulce belleza.
Es una maestría hasta que su alma habla poco a poco de la vida que lleva;
luego prosigue un tono, al pasar eso varias semicorcheas,
con acentos entre ellas muchas hasta dar en el compás próximo su gentileza,
de un tono para un trino divino de un tiempo,
y se repite igual que el comienzo pero en diferentes pisadas las notas de su aliento;
se vive grandioso al escribir su partitura,
hasta que llega el momento de oír ese sonido que nos levanta la piel y el alma;
que nos da el arrullo a nuestra poesía que tenemos encerrada,
y a la que hoy da luz ese sonido que escribo de magia,
y suena en un tiempo así: “mi en la clave dominante de sol,
sol si re en clave de fa de esa sonada de fulgor,
una octava más de do central el do y fa en clave de sol,
como una semicorchea luego con fa mi re#”,
y la clave fa: “de la y una octava más unidas
de un tiempo llena de su concierto de vida”,
y de clave de sol: “en ese mismo compás de tres tiempos,
suena la corchea de si mi unidas, luego con una semicorchea la fa”,
en clave de fa viene el tiempo: si re# y así termina el compás,
y aún sigue la marea sin terminar sino fluye aún más,
con un sonido que sabe solo detallar,
como la pureza de su alma de Chopen en majestuosidad,
la dócil sensibilidad que tenía de ese olor que siento en paz,
y que mi noche no se va apartar,
porque ella me habla y me dice que soy su compositor que le ama,
y que rodea mi alma y que al escribirla me entona de magia,
no sé pero me da su romanticismo en pocas palabras,
me ofrece su mundo, su vida en que vivía de pasión vesánica,
solo mi sentimiento oled lo que el sentía en noches su alma,
y son las notas siguientes de sentir como ellas,
que son una deidad de notas que posee gran belleza,
llega hasta el paraíso ese sonido que hasta afroditas besa,
que ahí en esa paz se llena,
y que ante ese sitio al escucharlo hoy aquí a Chopen de mi partitura embelesa,
se maravilla por mi obra que hago de tanto venero,
que no soy un chico que vive de lo loco sino de lo tierno,
que ellos también en esa época vivieron,
y que yo la quiero vivir escuchando su sonido de lo eterno,
que me toca y me hace hablar como a Dios en frases de lo poético,
y que resulta ser ante la humanidad esto esotérico,
y más que en palabras del sonido del mago lo patético,
y de esa congoja llega más a lo plañidero,
por ser el fortunio que dicta el poeta y yo mismo al mundo de los versos,
que no son mentiras sino la felicidad en que se lucha y se solloza más por lo bello;
por lo encontrado de ese si mi sol que suena de dulces tonos en mi pecho,
que lo huelo y amo por ser el sonar y soñar de mi noche de sentimientos,
¡qué belleza, qué sonido me da la vida en un divino concierto!,
en que escribo y vivo solo del imaginario mundo en que beso,
no hay más adonis que pinte o Zeus que mande como yo a mi sueño,
o que haga milagro como yo a mi piano
que lo dejo en versos de lo enamorado,
que es mi idioma en que manifiesto lo más sagrado,
lo más puro como el reino de Dios mi pasión a que amo,
y el mundo ni se da cuenta ni siquiera lo que hago,
como de lo inmortal que es esta esencia,
esencia en el que respiro siempre en lo que pruebo y consumo,
que es mi melódica primavera,
y que en el es todo mi fortunio,
que es mi pintado único mundo,
que es mi piedad de mi ser profundo,
no hay más que este melodioso amor,
que este armonioso ardor
que se agita en mi corazón,
que dicta la lengua a la aflicción,
y en caminos allegros maestoso a la radiación,
todo es una marea que sube y sube sin cambiar mi amor,
solo relevo el sentir para ser la obra de la noche,
un astral universo que en mi toque,
que se deje mostrar al mundo que es mi orbe,
que es mi vida su pasión y que en mi se adorne,
que duerma conmigo de su sonido que es este de soles,
de un tono la clave de fa: mi y una octava más mi,
de un tono la clave de sol es: sol y una octava más sol,
ergo dos silencios y suena el compás siguiente,
en clave de mi pequeña fa: mi en corchea, y tres acordes en sol si mi de corcheas,
y en clave de sol: al pasar eso hay dos silencios,
falta un tiempo que es en clave de fa el mismo acorde en dos corcheas de sutileza;
del primer acorde une de la clave de sol; el de un silencio de semicorchea para otra de semicorchea en tono de si siendo una octava más de belleza;
y el próximo acorde une a sol y la que es semicorchea,
y así se ve mostrando el mundo colorido que vive ese poeta,
el polaco que vivió y que dejó aroma de grandeza.
Y en sí viene unas 21 notas rítmicas divinas que sonáis de la dulzura de esa pieza,
y se une el romance del idilio que el romancea,
y que escribo para mi amada naturaleza,
la cual son estas letras y notas de mi poema,
y que no dejo de escuchar en esta noche ese sonido que a mí de paz me deja,
sueño y sueño hasta que los ojos se me cierran y logro por terminar las veinticuatro páginas de mi noche fresca;
y cansada en que vivo de lo poeta,
de mi esencia sagrada que es inmortal de mi vida que me respeta. Solo durmiendo en la pasión sin ser acompañado de nadie durante mi madrugada que me lleva; solo ilusiones por hacer en violines, pianos nada más que eso que en verdad amo, no hay más que eso en mi, solo es frenesí, es delirio, es la vida que vivo. Y que eviterno será mi camino, nada podrá apartarse del ósculo que acaricio, como notas y a mi alma, porque ella volará para la vida, no será mustia en la existencia. Sí llegaré a ese mundo de ganadores de las almas de esta vida que hicieron sus anhelos piadosos que viven allá; los amigos que espero encontrar, y que espero hablar de las aventuras que he vivido. Tocaré lo más intocable de un imperdonado pecador, gozaré de lo que siempre he querido amar, porque los versos hablan de lo que he sido y solo eso, no hay otra alma que exista en mí, solo vive una siempre, no hay personalidades respecto al amor, solo la de mi ente hacia Dios, hacia mis principios que devoro en pasión, solo mi anhelo fue alabar y orar en música a Dios de paz, de que es esta la vida y que está lograda si mis ilusiones son de los versos voces de óperas, que fuesen cantados así no lleven música. Que me lean y se den cuenta de lo que quería, que nada fue un sueño solamente, fue la historia de los sonidos, fueron los violines de mi amado ser, !qué siempre soñé tener! como en hojas y abrazar en masajes; y besar en versos más por lo que me da vida en el romance. Solo vivo y viviré en remembranza del paisaje, del cielo e imaginaciones de los sonidos de los astros que suenan al solo veros, del surrealismo que en mi se explaya al amor de las letras, de que los nocturnos clásicos en el piano son mi misma pasión. Franz Liszt como el sueño de un amor, nocturno número tres, el que habla en el nombre de su amor, no se podría decir solo es esotérico, el cual a mí me habla, cuando lo oigo de esa magia, de esas tonadas, su vivir clandestino, su sonido y del surrealismo, a qué más va ser, solo que a su amado castizo sensualismo, a su efusión del apasionaos tañer del nocturno y de todos sin torbellino, sino vencido a esa gloria de su sentimentalismo, su raza, su voz y su corazón encendido, su corazón en paz de su surrealismo, de lo que vivió y que quiere en su nocturno bellido. Y muchas otras sonatas, la Hungarian rhapsody número dos, empieza con un movimiento: “lento caprichoso”. Y es muy marcado en los acordes de la clave de fa de acento fuerte, lleva adornos en sus ocho compases del comienzo, luego viene el movimiento andante mesto, que es otro flébil movimiento, su ánimo es de ida para saborear la belleza de su cielo, de su patria a esa tocada de esotérico aliento, vivía entre ese mi mayor sostenido, así de lo bendito y dulce de su sonido, lo cual hacía cada vez el Franz de lo bellido, y que esa música a mi me da serenidad y amorío, no se puede decir el lenguaje verdadero, solo los de esta pasión saben leer su sentimiento, y es así como yo os siento Franz y a otros al escucharos en sus obras de silencio, porque es solo eso el silencio de su música y así ella os habla de lo bello y eterno. Y está otra obra, su sinfonía fausto, su poema sinfónico número dos y su campanela de ilusión, sus baladas del húngaro de pasión, todo era el roce de sus mismos labios sentir la fortuna de su gran reino de la poesía sonada, y sus consolaciones que compuso en refugio de sus voces, las cuales transmitíais vosotras ardores, y en pocas palabras en su vida de él consolaciones, por eso es que se llaman así, y su mágica e inolvidable es la “consolación número tres”, la cual oigo ahora y que he oído siempre de Liszt, por esos tonos que son consolaciones, como a mi alma y a la de él que lo era seguro, porque estáis tranquilo sin rencores, de una identidad de soñadores, de una paz fuera de este orbe o mundo, y que en mi suena tan lluvioso de esos tonos de fortunio, y que llega a lo más hondo y último, como de mis genes en romances de diluvios, para crear poesías con lo que siento siempre en lo cándido de mi rumbo, de no saber si alguien o destino me entenderá, por lo que en mi he creado y amado, de no saber si alguien igual lo amará, así de inmenso en su corazón bombeando.
Józef Elsner
Pero Franz Listz era muy amigo de Federico Chopen, los cuales se llevaban muy bien, Chopen dejó gran romanticismo en sus letras de los acordes de sus composiciones de la pasión, preludios como la obra veintiocho de número cuatro, sonatas como la obra treinta y cinco número dos, la cual invoca de gran misterio esa música de gran valor y amor, nada se pudiese cambiar a lo que está pintado en sentimientos por el poeta del amor, y de esas sonatas que él creó y que olió, la que resuena en las costas de Polonia de vibración, la número tres del movimiento tres de gran modulación, de la obra cincuenta y ocho de adoración y salvación. Son el acento de su nación, de su alma joven al amor, de lo que siempre vivía y en que vivo de inmensa predilección. No se apartaría ni se ignorara lo que Dios le ofreció y que al oír se siente solo calma y pasión, y que a eso mis sentidos en todos ellos no hay evasión, porque a ellos yo me siento con vida así esté mal a veces en la vía. No se apartara, así como en los valses como: el vals número diecinueve, el cual es allegretto en muchas semicorcheas y adornos de pasión, un sonido que en mi supo llegar ante el piano de gran romanticismo, sentir ese sonido en metáforas grandes, de lo que vivía en aquel tiempo Chopeen de sentimentalismo, y que oigo ahora su Vals de imborrable vida, el que me sé de memoria de las dos hojas de partituras, y al cual devoro con pasión en el piano de ternura, en clave de sol empieza así: mi, la si do, do re mi fa, si do re la sol fa, y luego una apoyatura de: “mi fa y corchea de mi y re sostenido, ergo mi con dos tiempos, una belleza la clave de sol empieza, y eso a mí me da terneza, porque siento lo que Chopeen veía en su mundo de la encantadora naturaleza, sus ojos a través de notas de delicadeza. Componía nocturnos poéticos, aunque hayan muchos, era su gran aliento, del vivir en sonidos de fe, yo me aprendí estos tres, son cambios de ritmos los que diré, como de cada pieza que solo expresa el ser humano en vida a carne de notas; un hombre luchador de sueños, el soldado de la fidelidad a su patria, que con música hizo para la alabanza, de esperanzas mantuvo en su ser, de amores también, pero la pasión que más le hizo ver, fue que tener música y oler sería su paz de su alma y sonidos, cubiertos con sus sentimientos sagrados de este joven que vivió muy enamorado, nadie ahora habla de él, solo los grandes que lo conocen, porque ha dejado de verse un rapsoda Eros del amor, como Federico Chopeen, el cual tuvo gran romance en la vida con George Sand, la cual fue una araña venenosa con él, al querer ella hacer con su vida lo que quisiera, no dejaba que estuviese con su profesor Józef Elsner, con el que pasó moza vida ante el piano, al ser tan víbora llevó a Chopeen a Mallorca, ahí le hizo componer, y Chopeen olvidaba a su gran amigo, con el maestro que compartió sonrisas y una historia de gran afable amistad, el maestro a tal lejana distancia se sentía mal, por no verlo más, Chopeen se había ambicionado con componer aún más, y la duquesa Sand era cada vez más dominadora ante él, él en el rincón de su alma la quería, componía valses, nocturnos poéticos, etudes, y ya estaba cansado de obras tan repetidas, prefirió componer una obra que perteneciera a su patria, se enfermaba en el frío de España, llovía mucho, su profesor Józef Elsner veía como su alumno crecía en las obras tanto, sabiendo que él iba a componer una que cause pasión al mundo, y sobre todo a su nación, él por sus piezas se maravillaba, pero en su ser lo añoraba, ese amigo quien le hizo crecer así en la noble pasión de la música, él fue quien le dio ese idioma a su piano, a su alma su lirismo poético, y su magia de Frederick por eso que creció tanto, pero algo le faltaba a este compositor, algo, ese profesor amigo de su joven vida, para poder lograr una vida de arte renacida. Un día regresa a París, interpreta ahí sus obras, y va su profesor a verlo, porque se entera que iba a ir a tocar el piano, y cuando termina Chopeen y lo ve, no dice nada, su profesor le dice tantos años ya sin verte Frederick, y ni un abrazo me das, que te ha hecho esa mujer, te ha transformado en una persona fría, o habéis olvidado aquellos tiempos de nosotros”, George Sand entra diciendo: ”Aquí no hay nada de qué hablar ya los años pasaron y lo que queda es el arte de Frederick, vos no sois digno de dirigiros ante él en palabras, ya vuestro pasado feneció, mejor retiraos que Frederick no quiere hablaros, o no os dais cuenta en su forma de ser, en su mirada, no hay cariño, mejor alejaos de aquí”, Józef Elsner en el fondo tan tedio y lacrimoso, le dice a Frederick: “una vez un patriota dijo al que conocí, que así su arte sea el don, esa misma arte iba a convertir en gloria a su país, no que iba a realzar su elegancia con vanagloria en el mundo, no debe, pero vos no tenéis eso Frederick, no contenéis esa vida que cohabitaba hace años, vuestras ideas han cambiado, sois otra persona, sois irreconocible, me da a veces lástima veros así tan caduco y fusco en el alma, solo os diré una situación que ha pasado, vuestros amigos de Polonia lo van a matar y vuestra hermana anda mal, Polonia está mal Frederick”, al momento Frederick reacciona diciendo: “como quisiera ayudaros a ellos con mi vida, darles algo y que salgan de ahí”, algo en las palabras de su gran maestro noble le había hecho recapacitar; y le había hecho sentir su maestro, se aleja y le dice: “ vos ante esta ramera qué vais a tener vida, si estáis más que podrido ante su viles ideas, y por último esto os dejo”. Le había dejado en un saquito adentro algo, y cuando se va Frederick lo alza y lo ve en frente del piano, era tierra de Polonia, eso le tocó a su sentimiento empedernido que tenía, le hizo ennoblecer más, hasta que de esa vez Frederick va donde interpretaba las obras, y le dice al gobernador del salón que el busque la manera de que el vaya a tocar a vastas personas del mundo, que haga sacar todos los francos si es posible para que se lo den a su profesor Józef Elsner, de su victoria que tuviese en las interpretaciones de recitales, iban hacer para su maestro, ahora comprendía todo, se volvió ese joven humilde de su sentimiento y querer, y le dice:” y vuestra salud Frederick, pensad más en vos”, responde: “Has lo que os digo, sé quiénes importan más ahora, hacedlo sino destruiré vuestra ganancia”, el gobernador de parís de la misma música de los recitales, tuvo que hacer caso, y la obra con que luchó componer todos los días, dio el resplandor, y que da es en el piano con su obra más férrea y con querencia a su misma sangre, Frederick toca y el mundo se da cuenta de su Polonesa opus cincuenta y tres, el mundo se vuelve mudo y ciego ante tal obra milagrosa que moja de heroísmo a su mismo país, quien dedica y de las ganancias iba recibiendo su profesor Józef Elsner, se dio cuenta que Frederick volvió hacer el amigo que extrañaba, juntos otra vez, ahora Frederick estaba más alejado de la víbora de George Sand. Estaba ya Fréderick más enfermo, mientras tocaba el piano en los recitales derramaba ante el piano sangre, ya su salud empeoraba, pero al pasar tantas cosas de la vida, aprendió la mejor salida de seguir en una vida a la muerte pero con gloria de su nación ante su mágica y viva heroica polonesa cincuenta y tres; así él vivió, Chopeen al final muere pero acompañado de su Profesor Józef Elsner, tocando afuera de su lecho de muerte Franz Liszt un nocturno, el opus cuarenta y ocho, número uno, y mientras sonaba, el ambiente era así mismo la misma defunción para ir ante el paraíso con paz y calma de su gran espíritu que logró dar lo que en su pasado de niño se lo confesó a su maestro, fenecía feliz, escuchando su mismo piano la obra que hace ya mucho compuso, el gobernador lo acompañó, sus amigos, su enamorada no quiso ir en donde ya no había ni el roce de esa pasión, quizá ella estaba ofendida, porque ella fue quien estuvo más a su lado quién le dio todo, pero jamás ese amor real que su maestro en amistad dio, quizá al fenecer Frederick su amada Sand habrá sollozado ante lo consternado, muere entre los tonos de las notas, y en su país Varsovia, se sentía en su país, cuando cae su cabeza y fenece el piano hace silencio, y suena el Réquiem para elevar a su alma al santuario de Dios, por haber sido un índole como de aquellos clásicos que vivió solo a través de la música, no de óperas, sino él como el poeta del piano, pero en su fúnebre partida suena ese ambiente de Mozart, para que así su alma se eleve a ese paraíso de gloria y extensa paz, así vivió, así vivirá como en sus obras que está su lenguaje para siempre, sucumbe de tuberculosis, la vida le ofreció una genialidad inmensa y la hizo y no pudo más que irse a descansar, unos de sus nocturnos son, de los tres que amo entre mi alma de verdad son, el nocturno número veinte, muchos grandes artistas lo han tocado, saben vivir esa música eclesiástica ante el tono de evocarse, lo que a veces un poeta del piano puede vivir, y que en lágrimas tocan y la sienten, que ven visiones que él mismo Chopen veía, el movimiento es lento con gran expresión, y la armadura de mi mayor, dan unos acordes al comienzo, igual se repite el próximo compás, y dos silencios, y luego el relevo de la hermosa nota sol en clave de sol siendo una octava más de dos tiempos, acompañado de la clave de fa que son corcheas, do sol mi do, y un trino en clave de sol de dos tiempos en fa siendo una octava más que la fa del comienzo de las notas, se llena de esa gran composición de este mago de las notas, y la tocada es vidorria de cuita existencia, es lo que habla en el silencio del sonido su alma compungida, habla del extremo de que todo no es como uno cree que es, es lo que vivo y siento, no un decir de cualquier cosa, es la vida que me flecha en tonadas de aflicciones, es todo y así será, hasta que cree otro de fortunio y vasto ardor. El próximo nocturno es la obra treinta y siete, número uno, movimiento lento, el cual es un sentimiento de la plañidera vida, plebeyas voces se escuchan oír, poética la obra, como muestra en tañeres su sentir, solo es eso y más que la tormenta entre nubes que da a su alma plebeya, como tañeres de sus acordes que revientan, se trata de un Chopen, un Dios de la música, y al ser así es el Dios de esta obra de la cariacontecida, del infortunio el cual refleja de su alma y parte de su vida. El nocturno no número dos de la obra nueve, es allegro andante, es la renovación e ida de su alma, su mismo sentimiento a un orbe de flores, de primavera florecida de olores, qué pieza majestuosa es y que al tocar hoy junto al componer el poema me siento único del astral universo, de este sueño que huelo y que hoy toco ante mis versos, jamás la música dan en finales de los compases, ellos siguen subiendo a la voz de Dios sin dejar de cambiar al amor, a él que uno está en armonía, estás en paz, duermes con alma de hombre hacia un paraíso mágico, y las manos de él te caricia la cara, se amolda a tu semblante e imagen, vives de lo que buscabais y que encontrasteis de amor, y vives del fortunio sin resquemor, es la vida, sí la vida de vivir de lo que quieres, ¿quién? solo que ¡tú!, y se es rutilante.
Y también este poeta como el mismo yo, dio conciertos como el romance larguetto, el larguetto del movimiento número dos, gran multitud de belleza, como de cadencias que suenan, en esas composiciones que a mí me dejan como de su existencia. Como la que conté de su concierto número uno de la obra once, eran lenguajes sacros que su alma hablaba en cuerdas de magia y amor, así eran esos dos grandes artistas como Franz Liszt y Federico Chopen de la música heroica, el que compuso muchas Polonesas, como su grande polonesa obra veintidós, que son primero violines y luego da la entrada del piano de un sonido tan sonador y embrujador, que contagia a nuestra alma su misma pasión. Qué delicia es oír sus grandes cadencias que transmite en esa pieza dócil del compositor, componía a su corazón de Polonia, con su polonesa que amaba siempre de locura. Chopen vivió en Polonia pero al tiempo se fue, y solo lleva el recuerdo: “que así no esté mi música ante Polonia, las polonesas son el reflejo de mi mismo amor, como a otras obras que expreso de lo clandestino de mi corazón, porque no digo en letras sino como lo poeta del piano de ilusión, y que soy, y que amo en las dulces notas mis alientos de mi relatada vida”. Así era como vivía este romántico ser en la vida. Ludwig van Beethoven de sus inmensas músicas que son el habla del indomable ser, de sus sinfonías que son parte de su idioma ferviente, como sonatas y conciertos como el Emperador del concierto para piano número cinco; el movimiento número uno que expresa gran velocidad en las notas de este Emperador de Ludwig van Beethoven de emoción, el allegro movimiento que tiene en su corazón, el que se mueve entre clarinetes y trompetas de ardor, y luego al terminar toda esa emoción empieza un sonido desolador, el movimiento dos de la obra treinta y siete, sonidos de violines y chelos muy tétricos, como que si le hubiese pasado algo a él, de luctuoso momentos durante su caminar y su aposento, nada más que este Maestro hablaba su idioma sin pronunciar una sola palabra, solo que tañeres de su misma alma, y al culminar estos tañeres de gran modulación, recobra vida su ente y da el alegro con rondo de ardor, de que sí vive y que la vida es su concierto del Emperador, que no está abandonado en su ser romanceador, que está de poesía y mucha sazón, era la verdad de su alma sin desolar, y así termina de hacerlo en su vida de recitar. A pesar de ser un pasado muy triste en la sordera, vivió solo de la música y eso fue lo que hizo a él oírla, en su silencio del alma, las palabras nuevas de su lenguaje, la lucha de su tétrica vida, y así vivió y vivirá para siempre, sin dejar de sonar sus latidos que fueron la paz a su mundo de vidorria, y que estuvo de rapsoda siempre con Johana van Beethoven, su amada inmortal, y que ahora en el más allá seguro qué hermoso será, deben de estar en ese desdén besándose de tanto amor que seguro en almas se dan, y que de paz descansan en ese oasis de ilusiones y pasiones. Amadeus Mozart la genialidad que no se había dotado en jóvenes como él, de ser él mismo al tiempo de gloria en la música bella, y ser ya vesánico en la vida solo que escribiendo, no pensando otro oficio que ese en su vivir, cantando en su aposento siempre, parafraseando las notas en su boca y en su alma igual. El tiempo en que vivió no pensó en el futuro de su bien económico, se daba cuenta que no comía y que solo bebía lo sagrado de la música, ya no daba centenares de conciertos como antes y a veces eso no le ayudaba. Consiguió librarse de su padre en el pasado, su padre había muerto, se libró de las garras del felón, porque su padre lo usó para que tocara de muy joven al mundo y así ganase de él, mientras más conciertos, su padre más vivía de su fortuna. Le dio tantos celos al padre porque su hijo era una magia y más que él, mostraba pasión de inmensa indefinición por lo astral que era Amadeus Mozart, y a Mozart no le dio nada hasta ese entonces su padre. Que padre tan empedernido de corazón fue, para Mozart la muerte de él fue como una vencida contrista, ese ser que lo hizo sufrir en su vida disipada, en sus pensamientos y sueños hubiese deseado su misma muerte, que partiese su alma del mundo, y por lo que le hizo vivir. Moría de rabia al tiempo de una vida tan injusta que en él estuviese. Si dio toda su eterna vida en algo que es deífico y romanceador , ¿por qué quedó tan solo?, porque la soledad era su religión, con nadie más convivía, ya no sonaba sus violines, es como si yaciera sordo del mundo, y luego de su fallecer ya deja un réquiem que hizo para su mismo funeral, el cual tocaron para él, la imagen de una sagrada silueta se ha ido, solo cuando muere recuerdan lo que era el poético ser, ¡cómo habrá sido su vivienda, qué palabras habrá dicho en sus momentos muy solos, cómo habrá vivido!, será igual que uno que amanece en lo que ama escribiendo, y que ve la misma voz de Dios en versos de sus estrofas de tonos del amor. Así fue o estará en el mismo oasis y aquí en sonidos de fortunio, porque son parte de él, de lo que hizo en cada noche de su vida apasionada y vesánica.
Antonio Salieri un gran compositor, vivía de gozo y riqueza, donde su sueño fue ser famoso ante el mundo, y así lo fue, pero él adoraba a Mozart, quería ser igual como él, jamás tuvo problemas para la vida de lo económico, y acompañó a Mozart en sus momentos, quizá un envidioso amigo que quería matarlo, pero que lo hundió con su Réquiem al final de su muerte ayudándole a componer, quizá Salieri deseaba vengar la burla que le hizo este en su vida, porque lo dejaba en ridículo con el Emperador, y así fue como Salieri pudo matarlo, componiendo su funeral que el mismo Mozart ya sabía que iba ser de él.

Antonio Vivaldi fue otro antiguo compositor que tocaba para el chelo y el violín, un Dios ante ese instrumento que a una gira de maestría. Dio grandeza ante el cúmulo de gente con un instrumento que ya se dañaba, era de seis cuerdas, y quedó con una y así tocó la obra grande que había compuesto, ¿de dónde sacaba este ser la magia de tener los mismos sonidos?, solo sabían que era Vivaldi el señor del sonido, hasta ese entonces, el que hizo ver en arias lo cantable de sus dóciles odas. Escribió su winter de las cuatro estaciones como del invierno, verano, otoño y de la primavera, a la misma naturaleza, gran virtud del idioma tenía, escribía cada estación en lo que sentía de sus violines romanceados, un vivaz ante la música sacra de su sonido. Vivaldi con su summer presto adagio pieza de un lamento que un Dios tenía, y que él en ese sonido ayudaba a elevarlo a la gloria y no al infierno, porque esa música habla de eso, que el Dios tenía esa luctuosa gira, por haber sido malo con sus poderes ante la vida, de haber sido un demontre ante otras almas sin piedad, y Antonio Vivaldi ante ese sonido lo rescata del dolor, lo perdona como si Vivaldi fuese el Poderoso Señor del Reino a este Dios de plañidera, sube este Dios pecador al reino y goza de la paz, y jamás vuelve a cometer el error. Así habla Antonio Vivaldi en su música, qué mago, qué señor del poder de su violín.

Ya mi mundo en la pluma se ha pintado mostrando a grandes del pasado, y mi romanza de letras dormís en paz, por lo que había hecho y mostrado. Así vivieron ellos y así viviré como lo es cada año, no dejo de amar la armonía que en mi se expresa de entusiasmo. Mis sueños son, y son más que Dios quiera traer todos los espíritus que son filántropos a su reino sacro, soy más que la inmensidad del reino de Zeus. El reino es de Dios pero hay un reino que quiero yo eres tú, ¿ése quién podría ser?, es mi reino de la rapsoda pasión de tañeres que me dan la inmersa predilección, solo que vos. Soy el ser que habla en idioma de humano, de un humano no igual que otros en la tierra, y que vive solo de la rapsoda música que amo, y ya mis sueños duermen, mi alma descansa, ya mis ojos por fin son luces, y mis letras son armonías, y no olviden que el reino es su sueño más acariciado, las flores de ese paisaje que acaricio con mis notas de lo ilusionado, y que violines suenan y doy por mis versos ya en la vida del latir de mi alma en lo alegrado.

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