martes, 31 de mayo de 2011

Cuento fantasioso pero luctuoso.



Cuento fantasioso !pero luctuoso!.

Desde la antigüedad,
conocimos de niño
personas de bondad,
rodeada de pleno cariño,
pero lo más fundamental
fue que tú erais la venustidad
imperecedera de mi camino;
agarrando tu mano como deidad,
esas manos suaves como plumas de un pajarillo;
envolviéndome de suavidad
al tocarte como lo era igual tú cuerpo por un abracito;
que sentí por el yerbazal
que caminábamos solitos,
y viéndote aún más esa cara angelical
brilladora ante mis ojos ennegrecidos,
dejándolos durante el caminar
por primera vez emblanquecidos,
interponiéndose un fantasear
de un reflejo de nosotros dos unidos,
eternamente por un solo abrazar
que nos dimos durante el camino.
Habiendo flores por el yerbazal,
sabiendo que tú me sonreías,
me preguntaba: “¿Es un sueño genial
todo esto que junto a ti vivía?
¿por si despierto se acabará
toda esta tranquilidad,
que vivo de melosidad
con esta dama angelical?”.
Y mi ser tan alucinado por esto sucedido,
no creía que lo viviera en verdad,
solo sé que ella existía en mi destino,
pero este momento que antes no había compartido
así tan apasionante que haya ocurrido,
con ella un sentimiento ¡tan bonito!,
y esotérico que sentíamos,
los dos al momento de mirarnos,
sabiendo que de eso palpitábamos
al solo los dos las pieles acariciarnos,
un sentimiento arduo de detallar
con palabras lo que sentía en la realidad,
ensoñada del camino de mi delirar
con flores y de mucha paz,
ese camino placentero del yerbazal,
y que no sé si haya podido sentir el mismo amor pasional.

Quizás ángel por no habértelo dicho,
cuando esa vez éramos niños,
hoy aquí no estaría
viviendo un suplicio,
por haberte hasta hoy perdido,
y que al comienzo del poema estado oyendo un sonido,
como de un piano, como el nocturno diecinueve de Chopin afligido,
suena por contar en versos lo que aún de destrozo vivo,
y por eso que aquí hoy del recuerdo lo escribo.
Ese nocturno rodea mi alma y le habla en vocablos de sus cuerdas,
cuando suena en mi entorno salen las voces de Dios de condolencia,
oír la música de él es oír algo sagrado para levantar a mi tristeza,
sentir vastas cosas en mi mirada, corazón y existencia,
hace que lo sienta tanto entre mi historia,
la música vuestra son susurros de vocablos que me llevan a estar en la naturaleza;
de saber que ahí fue que viví junto a ella,
y recordar entre imágenes lo que hacíamos de la vida bella,
y que me hablan tan sabias las tonadas y que vivo con la felicidad que pasamos de grandeza,
sin dejar de oír las vibraciones en el aire que tocan a mi alma y que hay me hablan las voces de la belleza, como la oda de la alegría de euforia inmensa, a mis sentidos por Beethoven en este poemario de vasta lengua, y que transmite él a mi joven alma que por esto revienta,
de esta pasión que es enigma ante mi poema.

Os fuisteis de mi camino
yerbazal que sueño cada noche en delirio,
y recuerdo cada momento que vivimos,
que resulta ser atroz mi sueño abatido,
si nos amábamos por qué no los dijimos,
eso ardiente y eterno que sentíamos,
el amor quedó eclipsado y podrido,
espinoso ¡y doloroso como un cuchillo!,
perforando así mi corazón sin latido,
y un sangrar inmenso ante lo ido
del mundo que amé en el silencio,
pero sabiendo que ella igual sentía lo mismo;
y por esa razón a ti mi Dios os pido,
que me quitéis la vida para ir con lo mío,
¡que extraño agitadoramente en mi destino!,
solo eso te imploro como anhelo de mi corazón gemido;
que lloro como un enamorado por lo más querido,
hazme ese deseo te lo suplico,
ella que tuve por un instante,
cuándo paseábamos ese camino,
naciendo una sonrisa brillosa y apasionante;
ella con sus cabellos de flores de lirio,
era una indecible y encantadora ornamentación
que despertó un inmenso delirio,
por haber hecho bombear mi corazón
y hasta hoy al no tenerla es un martirio,
porque aún la sigo añorando en la pasión
clandestina que nos sentíamos los dos,
hoy no te veo, ni te siento ¡que baldío!
es recordar minuciosamente el amor,
que corre tan acelerado como un río
en las venas por no tener tu olor,
¡qué era tan divino como él lirio!,
que inundaba mi alma de paz esa flor,
perfumando siempre el camino
y arrullándola con amor.

Hoy este fantasioso cuento escrito,
y pasado en muchos como a este niño,
por sus damas que aman y no saben
como decir su inmenso cariño,
que palpita y de miedo no dicen y es extinto,
porque se van con otro o no conocen su delirio
amoroso que despertó con una mirada,
con un abrazo o por un simple besito
en el cachete sintiendo una diosa amada,
que quieren darle la pasión romanceada,
y queriendo estar con ella hasta el fin,
y susurrándole tan armonioso como un delfín,
como en su oído para cortejar y estar con ella por siempre,
un amor que se sueña, que se espera alegremente,
y no como aquí que fue tristemente,
pero que recordaré como vivimos los dos,
y que hasta estos momentos termina el nocturno,
la pieza del polaco Chopin por el recuerdo de mí amor,
la que me trajo en silencio apego y fortunio,
y que estaré esperando para unirme junto a ella de pasión,
y así no seguir muriendo del fatuo dolor.

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