jueves, 10 de marzo de 2011

Sonando en una noche su alma y la mía.




Sonando en una noche su alma y la mía.

Es el momento de componeros,
así no sonéis, lleváis mi tañer de plectros,
como quisiera que mis palabras fuesen óperas de sopranos para el cielo;
para los amigos que son en el imaginario sueño.
Los cuales escribo siempre en noches de aliento,
acariciándoles solo entre arias de mi afecto,
usándoos vuestras músicas en expresión del momento
para hacer ver lo que hay en ella de ese calmado sentimiento,
haciéndoos igualmente que historias que pasan de apego,
dándoles vida, muchas cosas hago en lo que es de mi enamoramiento.
Consideremos que nadie había hecho en la vida esto,
porque soy solo una identidad que existirá en los siglos de eso,
como sentándome y entre muchas hojas versos escribiendo,
tomándoos de ellos y entre el tañer de su alma a ellos sintiendo,
como si fuesen lo más sagrado de la vida que haya tenido latiéndoos.
Mientras escribo escucho a lo lejos de mi aposento
algo tan apasionado en sus ojos de las cuerdas ante esa mirada,
sonando nada más entre el paradisíaco viento
las voces que agitan de esa cavatina de su alma,
tres violines y un chelo de ese hombre que hizo ese cuarteto,
de esa pieza que a mis poesías y vida llenan de magia
con un acariciar de sus mismos plectros
que a mi me dejáis para mostrar en las tonadas,
y que son solo en el vocablo del recital del sentimiento
que se oye cuando reciten esta dulce aria,
y de las otras las cuales he hecho
para tener en la vida refugio de lo que son estas palabras.
Y viene siendo Beethoven el señor y dueño,
por sonar a lo lejos de esta noche diáfana
su obra magistral que está en tres violines y un chelo
la paz de su pieza tan honrosa y cándida;
yo sé que en este mundo él no me acompaña
pero si sus sonidos que alientan mi noche,
que la pasión está ahí de sus voces
y me dejan el idioma de su alma.
A veces la música nos hace ver cosas que sentiríamos
en cada nota la voz de Dios de los trazos de esa mano,
de él para manchar de algo tan dulce que oleríamos
viniendo de este hombre que es tan apasionado.
Carácter brusco, fuerte, fue la vida de él,
muchos no comprendieron el motivo de su forma de actuar,
pensaron que era un loco cuando pasaba solo su ser,
él era la fuerza de las notas que caminaban latiendo en su piel,
solo de eso vivió y se alentó,
de eso comió y se trasnochó,
como a veces yo hago en las poesías,
cada vez escribiendo arias de amor
y llenándome de júbilo y sonrisas,
y tocando piezas de él que me dan caricias,
viendo en ellas las imágenes que el romanceó,
y dejando que vuelen a mi de ese mundo a mi corazón..
Le soñáis tanto a esas piezas hechas de amor,
os embelesáis las romanzas que en él vivió,
hacéis lo mismo con vuestras letras de pasión
para hacer ver al mundo lo que está hecho una música del corazón;
solo que un joven que sueña con volar más alto que el santo cielo,
que traspasar esa barrera sagrada,
y oler ahí ante afroditas sus dúctiles cuerpos
y solo ofrecer las poesías que lleváis sonándoos en vuestra alma,
solo que un jovenete más que audaz de la pasión
que suena en voces dulces de lo soprano,
como en sus letras de la vida de su ilusión
que lleva en los caminos la gloria de lo eclesiástico,
el cual quiere estar en casa de Dios
sin ser enviaos al averno del tártaro
sino sufriera tanto que no hubiese más sonidos en su interior.
Así son mis palabras tan bisbiseas del amor,
yo quiero dejar lo que nadie hiciera,
quiero mostrar lo que está en el sonaos poema,
y así la cavatina sonará tan lenta
entre lo adagio sin espantosas cadenas,
las cuales aten a lo que me alienta
de la pasión que en mi en cada crepúsculo me besa,
suena, me maneja y me eleva,
eleva a lo más dulce de unas letras,
que son aquellas en estrofas de el sonado poema.

Qué música se escucha aún de la cavatina,
mostráis pinturas en vuestros tonos,
diosas desnudas se ven en las escalas clandestinas,
dibujadas ellas y moviéndose ante mi entorno,
cada nota a vosotras en mi sentimiento pintan
de un amor al que me he vuelto hasta vesánico de lo loco,
por su vasta belleza que en mi gira
y que no les quito si quiera la mirada de vuestros ojos,
les necesito tanto diosas de mi alma que no se divisa
solo fuese de cada una que adoraría en lo melodioso,
solo vosotras a mi me han dado sonrisas
lo cual ha hecho este corazón amoroso,
de tocar el reino de sus bocas
comer de eso cada noche de lo hermoso
y no dejaras por ser lo que me apasionan
de esta alma que le mira entre la cavatina de lo milagroso.
Tanta magia hace ver nuestro amigo Beethoven del alma,
tanto que sentimos las voces de diosas de lo sonoro
sonando como el violín sus voces apasionadas,
y que bebo entre ese sonido en mi poesía amada.
Es verdad no son reales esas pinturas,
solo son imágenes en tu mirada
pero así me divierto de las dulzuras
y amo más la pasión que en esta noche me idolatra,
que las constelaciones me acompañan.
Me dan su magia de su rutilancia
para hacer cosas mágicas en esta noche de luna brillada.
¡Qué cuerpo fue ver el de esa diosa!,
¡qué locura vi en ese sueño de las notas!,
fue como oler a esas damas como a rosas,
y que hoy a mi poesía dejaron en pasión oledora.
!Cómo a un poeta le pueden impedir el anhelo de amar!,
si con eso nació para hacer magia en las letras ardorosas,
y para no desviar la mirada al ser que va a adornar,
de prendas, gemas hermosas,
y de olores del amor de lo que nunca dejara respirar,
porque siempre será esa flor que va amar,
a lo más piadoso de su ente,
y que en las nubes de los cielos es plebeyamente,
mejor deciros es una noble diosa,
es una melodía a la cual uno pone las mejores notas,
y la cual desprende en el mismo piano aromas,
aromas que calman de nuestra misma composición
que está hecha de esa melodía maravillosa,
la cual ella es el piano quien nos toca o roza,
roza entre caricias de nuestra partitura que es ella de gloria,
lo cual esa diosa son las dos arias de mis idiomas,
porque es el sonido y es mi poesía a quien da la dulce oda.

Que definiciones dais alma mía y tierna,
tan joven y que en la lejanía quema,
mostráis junto a mi surrealismo mi sagrario poema,
contenéis las voces de un escaldo que revienta
por la vida de la pasión inmensa,
que hasta los árboles de esta noche romancean,
romancean conmigo en la fantasía de mis letras,
por el Réquiem de mi alma a esa nueva vida que me espera,
muy pronto allá estaré pero dejándoos mi favila de huella,
huella que del silencio estaréis hasta los ojos de las reinas,
apasionados de esa misma carne que en mi suena,
a veces escribir e invocarse es tan real,
que vuestra imagen estará así pronto en lo celestial,
que nada ya vos veréis en lo que habíais luchado en la tierra,
y que el infierno se pudra entre el fuego de la miseria,
que el alma vuele en la dulce fragancia de la gloria de esa paz eterna,
y así dormiré por fin en tranquilidad mi alma en la vida de huellas,
tocando piano entre almas sanas de lo que mi sentimiento hoy reza,
tanto entre la fe de lo que en mi ante él da su eterna terneza.
¡Oh mi Dios que pocas veces e invocado!,
¡miradme como estoy aquí arrodillado!,
os pido desde lo más poderoso de vos que me deis la paz a vuestro reino,
que estén allá mis alientos junto a mi espíritu plenos,
que nada se aparte de mí ante vuestra entrada,
siendo aún pecador seguramente, os rezo del alma
con miedo ante las palabras, porque sois el que manda,
sois el que tiene el derecho poderoso de decidir quien es el que vive de venturanza.
¡No quiero anatema en aquel día cuando llegue al sepulcro!,
desde joven siempre he deseado vivir la vida de lo pulcro,
que ha sido escribir poesía y solo tocar el piano amado,
lo que me da paz aún así no tenga una diosa a mi costado,
que he buscado tanto entre los días de mis cantos,
que se han ido y no han venido ante mi llanto,
busco y busco y nadie aparece,
solo vivo la fantasía de mis versos que hasta ese día conmigo vuelen,
si aparecéis os daré pasión como doy a mis versos,
vuestra vida será más inmensa que el universo,
no habrá dolor sino amor de mi sentimiento,
y mi poesía hablará en vuestro lecho,
no sentirás jamás un abandono ante mis besos,
todo de mi será de vos el amor que espero,
no habrá cuchillas ni anatemas en tu cuerpo,
todo será ternura cuando nos acariciemos,
hasta de tanto amarnos, al besarnos sonaran chelos,
que armonía fuera vivir con ella en ese sueño,
si vienes viviera feliz y si no vinieseis; seguir,
seguir en el camino esperándoos ese dulce violín,
todo ahora como en las letras descansan,
mis sentimientos igual en la noche ahora en la cama,
he amanecido hasta el alba, viviendo en lo loco de mi alma,
pidiendo rezos sacros en mi vida para la calma,
y ahora cerrándoos los ojos para dormir en la pasión inspirada,
tranquilo y escuchando el Réquiem de Mozart que canta,
tan lumbroso el latín en las estrofas habladas,
contando las cosas que pasará en la profecía de las almas.
Sintiendo al dormir sus voces como las mías que gritan,
que van de aquí en los versos y que tiritan,
de tanta locura por lo que dice ese canto de morriña,
y a la vez de paz a las almas benditas.
Lacrimosa de ese día,
los que estén vivos verán la verdadera vida,
miedo habrá en los óculos de la mayoría,
porque estará el Juez sentado ante las mentiras.
Los locos que vivieron, viven de esa gloria de alegría,
los vesánicos que dieron cada vez la magia de sus liras,
que se sentaron a escribir dúctiles composiciones,
ahora gozan del fortunio de esa sagrada vida,
los cuales en sus agonías tuvieron ilusiones,
por ser personas índoles tienen ese sagrado monte,
las cuales no malgastaron su tiempo en maldiciones,
quienes vivían de la virtud de su entonces,
igual que los romanceados escritores,
como los poetas que dieron la voz del orbe,
que en sonidos los míos sonarán de odas y voces,
no voces las cuales conocen,
sino una voz muy sacra de mis plectros de inspiraciones,
llenas de regodeo y pasión vasta que a mi acaricia de tañer y voces.

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